Sensibilidad y bondad
Victoria Cardona y
Romeu
Educadora Familiar
"Queridos Reyes de Oriente:
Espero que el próximo año todos los niños tengan comida y por Navidades
todos puedan comer un trozo de turrón.
Que no haya más guerras en Irak y en otros lugares. Que no haya más
accidentes en las carreteras ni en las autopistas. Espero que el nuevo
gobierno sea amable y generoso con todos. También espero que la gente del
barrio que pasea sus perros recoja las cacas. Esta Navidad espero no
enfadarme con mi hermano, ni tampoco gritar a mi hermana pequeña, obedecer
a la primera a mis padres y a todos".
Podríamos comentar que esta carta, ganadora de un premio infantil,
escrita por Anna (que ilustra sonriendo este artículo), niña de buen
corazón a quien su padre, su madre y el entorno familiar le han enseñado a
tener sentimientos de compasión y ternura hacia los demás. La carta a los
Reyes nos sirve para encontrar unos elementos necesarios propios de la
bondad:
1.-Compasión, actitud que le hace tomar parte en el sufrimiento de los
demás: guerras, problemas de hambre.
2.-Preocupación por el civismo de su barrio y por los accidentes de
tránsito.
3.-Sensibilidad social deseando amabilidad y generosidad a los
gobernantes.
4.-Amor, con propósitos de mejora personal, hacia sus hermanos, padres y
"todos".
Procuramos educar en la bondad y sus consecuencias: misericordia y
sensibilidad social, olvido personal en el entorno familiar y en el
entorno social. Esto lo conseguiremos si tratamos bien los sentimientos
de nuestros hijos e hijas, respetando siempre su intimidad. Es importante
ayudarles al conocimiento propio, por ejemplo, al preguntar como se
encuentran les cuesta expresarse, nos responden "bien, regular, fatal"...,
enseñarles a verbalizar lo que sienten, dedicando tiempo y
ganándose su confianza, así aprenderán a comunicarse mejor y por parte de
los padres aumentará la comprensión hacia ellos. Es de Susanna Tamara esta
frase: "Nuestro corazón es como la tierra, que tiene una parte de luz y
otra de sombras. Adentrarnos para conocerlo bien es muy difícil, muy
doloroso, puesto que siempre cuesta aceptar que una parte de nosotros está
en la sombra".
Es propio de nuestro tiempo, confundir el ser sensible con el
ser flojo, y también con el sentimentalismo. Más vale educar en la
responsabilidad a los nuestros, aunque ellos tengan más conflictos para
querer mejorar lo que no está bien. Se puede ser fuerte aunque se padezca,
y más si es por magnanimidad y solidaridad hacia todo el mundo. No tenemos
que perder ocasión por hacer tener la sensibilidad y bondad
por aligerar, según la capacidad de cada cual, las calamidades que existen
al mundo. Que tengan al alcance actividades como la lectura, la pintura,
la música, el arte, la contemplación de la naturaleza, que favorezcan la
contemplación de la belleza, así serán más capaces de promover la
capacidad de hacer el bien. A este respeto, decía el estadista irlandés
Edmund Burke: "Lo único que se necesita para que el mal triunfe es que los
hombres buenos no hagan nada".
Otro tema de reflexión para los progenitores: El subjetivismo,
que es un defecto, puesto que hace confundir lo que es malo dándolo por
bueno según las necesidades individuales. Se llama "esto me conviene", es
bueno, por lo tanto, "esto lo hace la mayoría" pues es bueno. No olvidemos
a Hitler, no tenía remordimientos por matar a los judíos. Es para pensar
en ello.
Con el ambiente que se respira podría ser que los jóvenes eligieran
para modelo de su vida cualquiera que estuviera de "moda", con muy
pocos valores morales. Por lo tanto, debemos de estar atentos a los
programas de televisión denominados "tele-basura", donde se vende la
intimidad por dinero. Y si estas imágenes las ven los niños o los
jóvenes pueden herir su sensibilidad y deseducar lo que hemos enseñado en
el hogar. Hoy es la época de la imagen, por lo tanto, primero tienen que
ver nuestro testimonio, y en segundo lugar programar películas que
ensalcen valores educativos, como los mencionados en anteriores capítulos.
El bien siempre es difusivo, la persona buena y sensible atrae.
Finalizamos el artículo con una frase de Shakespeare: "Vigila el mal incipiente antes de que no tenga tiempo de madurar".