Autodominio Cristiano

Autor: Sophia Institute Press


Capítulo 9: Persevera




La vida es una escuela de carácter y dominio. Hemos sido puestos aquí para formarnos para la eternidad. Hemos llegado informes y plásticos y puestos en nuestras circunstancias que tienen un poder singular sobre nosotros para bien o para mal. Cada uno de nosotros tiene dones, poderes y tendencias latentes, y las fuerzas de la vida actúan sobre nosotros, moldeándonos, y esculpiéndonos por su fuerza y presión.

Estamos tan sensiblemente constituidos que todo lo que está a nuestro alrededor nos afecta: el aire que respiramos. El lugar que ocupamos en la tierra, las personas con quienes entramos en contacto. Puedes saber algo de las características de una persona por su localización geográfica, el clima y calidad de la tierra que habita. Somos sensibles a todo, moldeables al tacto de todo en este mundo maravilloso en el que fuimos colocados para disciplinarnos y ejercitarnos.

A donde vayamos en la tierra, sobre nosotros se encuentran los cielos, cuya influencia afecta todo lo que vemos mezclándose con todo, dándole color, haciendo sonreír, gesticular o llorar a la naturaleza. Así se inclina la presencia de Dios sobre nosotros afectando nuestra perspectiva de la vida.

Perseveremos en aquellas cosas que nos hemos trazado o en cualquiera de las cosas que Dios quiere revelar a quines le buscan con ahínco. Determinemos no descansar hasta haber penetrado todas las habitaciones y pasillo, luchado con los mensajeros que nos traen información desde afuera o que ejecutan órdenes desde dentro llenándolo todo en el ruido y tumulto de su actividad- hasta que hayamos forzado nuestra marcha a través de todo esto y entrado a la cámara de la presencia, levantado el velo y nos hayamos visto cara a cara a nosotros mismos.

Disciplinemos todos los poderes de cuerpo y mente y no permitamos que las voces de la inclinación o pasión, manden o asisten autoridad alguna hasta que el orden haya sido restaurado en el reino del alma, y que su gobernante reciba sus órdenes de Dios.