Yendo adelante, a lo largo de la galería Q1 y más allá de la escalera de
salida Z, se encuentran en seguida dos importantes criptas históricas: a la
derecha la cripta del papa Cayo y a la izquierda la del papa mártir San Eusebio.
La cripta de San Cayo
Esta cripta ocupa un lugar especial en las Catacumbas de San Calixto por sus
proporciones verdaderamente excepcionales. Podía contener a más de sesenta
personas. Desde su mismo origen fue proyectada tan vasta para favorecer las
reuniones comunitarias. A través del amplio lucernario, situado en la galería,
se aseguraban para la cripta la luz y la suficiente ventilación. La decoración
es muy sobria; las paredes fueron revestidas de una simple capa de estuco
blanco.
En las paredes laterales se encuentran muchos lóculos, pero solo tres en la
pared del fondo. El lóculo del medio, de notables dimensiones, es la tumba
principal y más importante de toda la cripta. En ella se conservan los
fragmentos de la inscripción griega del papa Cayo:
"Deposición del obispo Cayo, 22 de abril" (año 296).
En la cripta hallamos varias inscripciones griegas y latinas,
lamentablemente casi todas fragmentarias, y también algunos grafitos.
Uno de ellos dice: "Señor, ayuda a tu siervo Benjamín". En un epígrafe
está escrito: "En paz el espíritu de Silvano. Amén". También el piso está
lleno de tumbas. En las paredes de la cripta los grafitos llevan los nombres de
tres obispos africanos, que habían venido a rezar sobre la tumba de su
compatriota San Optato, probablemente sepultado en esta cripta.
La cripta de San Eusebio
Se encuentra frente a la de San Cayo. Es de forma rectangular, pero no demasiado
espaciosa. Las paredes y el pavimento estaban revestidos de mármol. El
lucernario es moderno: el original se abría sobre el cielo raso de la galería.
La cripta contiene tres arcosolios. En el arcosolio de la pared derecha estaba
situado el sepulcro de San Eusebio. El interior estaba revestido de mármol, y el
arco decorado con mosaico. Ahí se encuentra una gran losa de mármol moderna,
sobre la cual está grabado el poema compuesto por el papa Dámaso
en honor de San Eusebio. En el centro de la pieza sepulcral se halla una tosca
copia de este poema, hecha grabar por el papa Virgilio (537 - 559) después de la
devastación gótica por el papa Virgilio (537-559). En el dorso la losa contiene
una dedicatoria en honor de Caracala.
La inscripción del papa Dámaso recuerda la bondad y la misericordia del pontífice hacia los "lapsi" (caídos, sobre entendido en el error), los apóstatas del cristianismo, es decir, aquellos que, por miedo a las persecuciones, habían renegado de la fe. Opuesta a la del pontífice era la postura de Heraclio, un exponente del clero romano, que no aceptaba el arrepentimiento de ellos. El Papa sostenía que siguiendo el ejemplo de Cristo, quien había perdonado siempre, había que ser comprensivos y perdonar a los apóstatas tras un período de adecuada penitencia.
La controversia, ya debatida bajo el pontificado del papa San Cornelio (251-253), causó enconados contrastes sobre todo en la segunda mitad del siglo III y a comienzos del IV. Se provocaron desórdenes. El emperador Majencio, a causa de los choques entre las dos facciones religiosas, hizo alejar de Roma a sus exponentes. Eusebio fue desterrado a Sicilia, donde murió de pena y penuria algún tiempo después. La Iglesia lo consideró en seguida un verdadero mártir. Su sucesor San Milcíades mandó trasladar su cuerpo a Roma y colocarlo en esta cripta que tomó su nombre.
El poema en su honor trae la dedicatoria "Dámaso obispo hizo (esta
inscripción) para Eusebio, obispo y mártir". He aquí el texto de la
composición:
"Heraclio prohibió a los lapsos
confesar sus pecados,
Eusebio sostuvo
que los pecadores llorasen sus culpas (hicieran penitencia).
El pueblo se divide en facciones con furor enardecido:
bandos, muertes, guerra, discordia, disensiones.
De improviso
ambos (Heraclio y Eusebio) son desterrados por el cruel tirano,
a pesar de que el papa cumplió
por entero la paz pactada.
Por amor divino
sufrió alegre el destierro decretado,
dejando su vida y el mundo
en la costa brava siciliana".
El cubículo de los mártires Calócero y Partenio
Dejada la cripta de San Eusebio y pasado un cruce de galerías, encontramos la
cripta de los Santos Calócero y Partenio, quizás víctimas de la persecución de
Diocleciano. Sobre un trecho de revoque, a la izquierda de la entrada , llama
particularmente la atención un grafito:
"PARTEN(i) MARTIRI es decir (Sepulcro) de Partenio mártir
CALO(c)ERI MARTIRI es decir (Sepulcro) de Calócero mártir"
La expresión correcta sería: "Parténii Mártyris, Calóceri Mártyris".
El cubículo fue completamente restaurado ya desde los primeros siglos a causa de
la toba poco consistente. El cubículo de enfrente, más grande que un cubículo
ordinario de catacumba, servía como lugar de culto junto a tumbas veneradas.
Prosiguiendo el recorrido en la galería Q1, se halla un doble cubículo, al que
un amplio lucernario proporciona luz suficiente. A la izquierda se encuentra
El cubículo de los cinco Santos
Fue llamado así porque en la pared del fondo estaban representadas cinco
personas orantes en medio de un jardín, alegrado por el canto de los pájaros,
con plantas cargadas de flores y frutos: clara imagen del paraíso. Sobre cada
figura fue puesto el nombre acompañado del deseo "en paz": "Dionisia en paz -
Nemesio en paz - Procopio en paz - Heliodora en paz - Zoe en paz". Se
considera que la pintura fue realizada a comienzos del siglo IV.
A la derecha hay un doble cubículo, que antiguamente recibía luz de un amplio
lucernario. Es
El cubículo del diácono Severo
Pertenecía a este eclesiástico, quien había sido autorizado a excavarlo por el
papa Marcelino (296 - 304). En el vasto ambiente está grabada, sobre una cancela
marmórea que cerraba un arcosolio, una inscripción métrica, una de las más
importantes y sugestivas de la Roma subterránea. Los primeros versos de la
inscripción hablan de la propiedad del cubículo: "Este diácono Severo,
autorizado por su papa Marcelino, hizo este cubículo doble (formado por dos
aposentos contiguos), con arcosolios y lucernario, como tranquila mansión de
paz para él y los suyos, a fin de que por largo tiempo guarde en el sueño los
dulces miembros (para Dios), creador y juez...".
La inscripción continúa con el recuerdo afectuoso del padre Severo hacia su joven hija: "Severa, dulce con sus padres y con los domésticos, entregó (su alma a Dios) siendo virgen (es decir, niña) un 25 de enero. Quiso el Señor concederle desde su nacimiento una admirable sabiduría y hermosura...".
La inscripción es importante desde el punto de vista dogmático, puesto que
expresa la fe en la resurrección de los cuerpos: "El cuerpo mortal está
sepultado aquí en tranquila paz hasta tanto lo haga resurgir el Señor, quien
arrebató (a Severa) el alma casta, recatada y por siempre inviolable con
su Santo Espíritu, y que la devolverá (al cuerpo) adornada de gloria
espiritual. Vivió nueve años, once meses y quince días. Así pasó de esta vida
terrenal".
La inscripción es importante también desde el punto de vista histórico, porque
es el primer documento epigráfico en que el Obispo de Roma es designado con el
título de "papa" (padre). Desde entonces el término fue usado como
sinónimo del obispo de Roma. La palabra no está grabada por completo, sino con
la sigla PP, todavía usada por los papas cuando firman.
Dejando ahora el camino maestro de la galería Q1 y volviéndonos a mano izquierda
nos introducimos en la galería R2, a cuya izquierda se encuentra
El cubículo de las Ovejitas
El sepulcro del fondo se compone de un nicho para sarcófago, con un arco por
encima. El arco y la luneta contienen una pintura del IV siglo,
dañada por la apertura de un lóculo. En el centro del arcosolio está la imagen
del Buen Pastor con la ovejita sobre sus hombros, rodeado del rebaño (un carnero
y unas ovejas). La escena representa la imagen del Buen Pastor que
lleva al difunto entre las filas de los bienaventurados. En los costados, dos
hombres con túnica y palio se apresuran a beber en las dos fuentes que brotan de
la roca: son dos bienaventurados que reaniman sus fuerzas en las fuentes del
agua viva que es Cristo.
En la pared izquierda del nicho se halla una escena eucarística
que puede calificarse como única en la pintura, mientras que es frecuente en los
sarcófagos. Jesús impone las manos sobre un canasto de panes y sobre algunos
peces que le son presentados por dos Apóstoles. En el suelo se ven seis canastos
de pan con la cruz arriba. La pintura fue posteriormente perjudicada por la
apertura de un pequeño nicho para lámparas. En la pared derecha del arcosolio
está representado Moisés que se desata las sandalias. Junto a él aparece
Pedro en el acto de golpear la roca para hacer manar agua. Un soldado con la
espada ceñida, se acerca a la fuente y toma el agua con las dos manos. Moisés es
símbolo de la antigua Ley, Pedro de la nueva. El agua de la roca es símbolo de
la del bautismo; el soldado vestido como un militar romano representa a los
primeros cristianos convertidos por Pedro.