Recorriendo la vía Appia Antica, a menos de un kilómetro de la Puerta de San
Sebastián, se encuentran la pequeña iglesia del "Quo Vadis?", después las
Catacumbas de Pretextato, las de San Sebastián y, más allá, la tumba de Cecilia
Metela.
En el centro de esta área arqueológica, comprendida entre las vías Appia Antica,
la Ardeatina y el Callejón de las Siete Iglesias se extiende el "Complejo
Calixtiano", una vasto predio de unas treinta hectáreas, de las cuales unas
quince encierran catacumbas. Las galerías, a veces en cuatro pisos sobrepuestos,
alcanzan una longitud de casi veinte kilómetros. Numerosísimas son las tumbas,
quizás medio millón.
Este complejo resulta formado por varios núcleos cementeriales que se
extendieron con el tiempo: el Cementerio de San Calixto y las Criptas de Lucina,
que se fusionaron entre sí; los Cementerios de Santa Sotera, de los Santos
Marcos, Marceliano y Dámaso, y finalmente el de Balbina. A nosotros nos
interesan ahora las Catacumbas de San Calixto, que son entre las más importantes
e imponentes de las aproximadamente sesenta catacumbas cristianas de Roma. Se
las puede considerar como "la cuna de la Cristiandad y los archivos de la
Iglesia primitiva", porque ilustran su vida, usos y costumbres, el Credo que
profesó, y atestiguan su historia martirial.
Tuvieron ellas su origen hacia la mitad del siglo II, a partir de un área funeraria perteneciente tal vez a la noble familia de los Cecilios; a comienzos del tercer siglo, pasaron a depender directamente de la Iglesia de Roma. El papa San Ceferino (199-217) confió la custodia de esta incipiente catacumba al diácono Calixto, a fin de que la administrara en nombre de la Iglesia. Calixto tenía que presidir la excavación para que todos los fieles, sobre todo los pobres y los esclavos, pudieran tener una digna sepultura. Nombrado a su vez papa, Calixto agrandó el complejo funerario que de él tomó el nombre y que llegó a ser el cementerio oficial de la Iglesia de Roma.
Los núcleos más antiguos de las catacumbas de San Calixto son las Criptas de
Lucina y la Zona llamada de los Papas y de Santa Cecilia, donde se conservan
algunas entre las memorias más sagradas del lugar (la Cripta de los Papas y la
de Santa Cecilia y los Cubículos de los Sacramentos); las otras zonas son las de
San Cayo y de San Eusebio (fines del III siglo), la Occidental (primera mitad
del siglo IV) y la Liberiana (segunda mitad de ese siglo).