Gentileza
de www.capuchinos.cl para la
BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL
LA REDENCION Y LA LIBERTAD
DE LOS HIJOS DE DIOS
La
Semana Santa es el momento de la vida de la Iglesia en que todos los
cristianos somos conducidos a acoger la Redención de Jesucristo, a la vez que
a proporcionarla a los demás. Semana Santa ofrece a todo hombre la
oportunidad de proyectar su existencias en la “Libertad de los Hijos de
Dios”.
En
Semana Santa contemplamos y nos abrimos al misterio de Cristo Redentor.
La libertad o salvación por él obtenidas nos estimulan a "con -
padecer", asumir su mismo destino o suerte; que precisamente no es más
que la suerte nuestra, que con magnanimidad él asumiera.
Semana
Santa es pues, el proceso de Cristo de cara a su inmolación, asumiéndola,
proyectándose y proyectando toda la especie humana al destino supremo, al
bien absoluto.
El
drama de Cristo ilumina nuestra propia trayectoria, haciéndonos presente que
nuestras perspectivas y nuestra suerte están en nuestras manos, en medio de
tanta vicisitud.
Asimilar nuestra propia trayectoria a la de Jesucristo, supone de nuestra parte conocimiento atento y elección. El vivió por cierto en otra circunstancia histórica que nosotros, pero la sabiduría de vida por él observada es precisamente iluminación insuperable, revelada de lo alto: la voluntad de Dios. Ajustarnos a ella es sumirnos en su misterio y en su suerte; naturalmente con lo que tiene de sublime y lo que tiene de dramático.
El sentido o valor de nuestro ser a la luz de Jesucristo, nuestra dignidad, se basa en el amor divino que nos ampara: "tanto amó Dios al hombre, que no consideró excesivo entregar su propio hijo al tormento por salvarnos". El holocausto de Cristo, Hijo del Padre omnipotente, nos revela a la vez el poder o ardor de su amor sobre nosotros y la trascendencia o superioridad del destino celestial de la existencia.
El
camino de Redención y de libertad de todo hombre es Jesucristo. Todos
experimentamos incierto y arriesgado nuestro futuro y en él encontramos la
posibilidad de elegir el camino adecuado: “en Cristo se comprende el hombre
a sí mismo", en él comprendemos que "el amor es más fuerte",
que quién opta por éste prevalece, se redime, se libera, se realiza.
Normalmente nos impacta la figura de Jesucristo Redentor por la dramática imposición sobre su integridad física. Hoy tan sobre valorada por la cultura secular materialista, de repulsa al dolor y de culto a la imagen corporal, pero escasamente atenta a la plenitud de vida, a la perfección y bien absoluto resultantes de la Redención: esto es, a la libertad de hijos de Dios, al estado de vida sobrenatural en gracia y santidad, en el ámbito de la caridad divina, en el amor teologal, amor en Dios, que procede de Dios y se orienta primordialmente a Dios. El solo hecho que hubiese dispuesto el Padre que el Hijo unigénito accediese a través de tan dramático holocausto, de la mano de la especie humana, a la plenitud de la perfección, revela la magnitud de lo que tenía por meta.
Pero
el hecho de asumirlo es también muestra de poder o dominio sobre la situación
que se imponía. Poder es fuerza, posesión actual o tenencia de algo;
facultad, facilidad, tiempo y lugar para hacerla o hacer posible que suceda.
El poder de Dios, de Jesucristo en el misterio redentor es poder sobre
la vida y la muerte humanas, cual fenómenos subordinados a sí.
“Tengo poder para entregarla y poder para volverla a tomar” (la
vida), dice Jesucristo.
Poder que consiste en el ardor de su amor hacia nosotros, dispuesto a
solidarizar y "con - padecer" nuestra suerte o destino, a fin de
redimirnos o liberarnos.
Así, la máxima expresión de su amor es el uso de su poder sobre
nuestra vida y nuestra muerte, y la máxima expresión de su poder es su amor
misericordioso para redimirnos. Lo que implementa no con imposiciones a
nuestra libertad, sino estimulándonos con su drama y su liberación a
liberarnos consciente y voluntariamente de nuestro propio drama.
COMO
SE ENCAMINO JESUCRISTO AL MISTERIO REDENTOR |
Para
saber qué es la Redención y la libertad de los hijos de Dios hemos de
preguntarnos en primer lugar: ¿que son ellas para N. S. Jesucristo, o lo que
es lo mismo, ¿cómo, con qué actitud o sabiduría de vida se fue encaminando
progresivamente hacia ellas y las asumió el Señor Jesús?
Luego veremos la actitud de S. Francisco.
"Dijo
Jesús: ¿no se venden dos pajaritos por una moneda barata?
Sin embargo ninguno de ellos cae en la trampa sin la voluntad de
vuestro Padre.
No temáis vosotros, porque ¿no valéis más que los pajaritos?
Aún los cabellos todos de nuestra cabeza los tiene el Padre
contados” (Mt.10, 29ss)
Comenzó
Jesús a enseñarles cómo era preciso que el Hijo del Hombre padeciese mucho.
Claramente les hablaba de esto.
Pedro, tomándolo aparte, se puso a disuadirle.
Pero El, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro:
Quítate allá, porque no sientes según Dios, sino según los hombres.
Y llamando a la gente y a los discípulos dijo: El que quiera venir en
pos de mí niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame (Mc 8, 31-34)
“Dijo
Jesús: Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Bienaventurados ustedes cuando los odien los hombres y los expulsen y
los insulten y difundan mala fama de ustedes por causa de este hombre; alégrense
ese día y salten de gozo, miren que les va a dar Dios una gran recompensa” (Lc
6, 21-23)
Dijo
a sus discípulos: el mundo reirá y se gozará y mientras vosotros lloraréis
y os lamentarais, pero no tengáis miedo, yo he vencido al mundo. Ustedes se
entristecerán, pero su tristeza se convertirá en alegría.
De nuevo os veré y se alegrará vuestro corazón y nadie será capaz
de quitaros la alegría.
Llega la hora en que huiréis cada uno por su lado y me dejaréis solo.
Pero no estoy solo, está el Padre conmigo (Jn.16, 20.22.32).
Jesús
les dijo: mirad subimos a Jerusalén y el Hijo del Hombre será entregado a
los príncipes de los sacerdotes y a los escribas. Le condenarán a muerte y
lo entregarán a los gentiles para que lo escarnezcan, lo azoten y lo
crucifiquen, pero al tercer día resucitará (Mt 20, 17ss)
“Así
que estuvo cerca de la ciudad. lloró sobre ella diciendo: !cuantas veces
quise cobijarte y no quisiste! Te abatirán al suelo a ti y a tus hijos y no
quedará piedra sobre piedra” (Lc 19, 41-44)
Dijo
Jesús: Quién quiera salvar su vida, la perderá.
Y quién la pierde por mi causa, la salvará.
Quién se avergüence de mi y de mi doctrina, a su vez el Hijo del
Hombre se avergonzará de é1 cuando venga en la gloria de su Padre con los
santos ángeles (Lc 9, 24ss)
“El
que no toma su cruz y me sigue no es digno de mi.
El que encontró su vida, la perderá y el que la perdió por mi causa,
la encontrará” (Mt. 10, 38s)
“Os
entregarán a los tribunales, os azotarán en instituciones religiosas y
compareceréis ante los gobernadores por causa mía y para testimonio del
evangelio. Seréis entregados, incluso por vuestros padres, por hermanos,
parientes y amigos.
Y os matarán”
(Mc. 13, 9.12
Lc
21, 12.16)
"Dijo
Jesús: Os he dicho estas cosas para que en mí tengáis paz.
En el mundo padeceréis tribulaciones pero confiad, que yo he vencido
al mundo" (Jn 16, 33)
“Si
el grano de trigo no muere no fructifica, sino que él sólo permanece.
Más si muere da fruto abundante" (Jn 12, 24)
“Aquel
que se mantenga hasta el final, ése será salvo” (Mt 10, 22).
“Salvaréis
vuestras vidas con la esperanza paciente” (Lc 21, 19)
“Dijo
Jesús: vosotros sois los que perseverasteis conmigo en mis pruebas.
Como mi Padre me ha dado el reino, yo os lo doy a vosotros para que comáis
y bebáis a mi mesa en mi reino y os sentéis sobre tronos y juzguéis al
mundo” (Lc 22, 28ss)
Dijo:
En mí se cumplirá la escritura: fue contado entre malhechores” (Lc
22, 37)
"Todos
vosotros esta noche os escandalizaréis de mi.
Herido el pastor se dispersarán las ovejas, pero resucitaré y os
reuniré. Comenzó a entristecerse y angustiarse, entonces dijo: triste está
mi alma hasta la muerte, velad conmigo. Y oraba: Padre, si es posible pase de
mi este cáliz sin que yo lo beba; pero no se haga como yo quiero, sino como
quieres Tú. Llegaron a prenderle y les dijo: Habéis salido contra mí igual
que contra un ladrón con espadas y garrotes" (Mt 26, 31.37.39.55)
“Jesús,
con voz fuerte exclamó: Dios mío, Dios mío ¿porqué me has abandonado?” (Mt.27,
46)
“Padre,
en tus manos encomiendo mi espíritu, dijo Jesús y expiró” (Lc 23,46)
De
todo este elenco de palabras del Señor, camino del misterio redentor podemos
deducir en primer lugar, que confía absolutamente en el Padre, o más bien,
que pese al tormento que le supone resignarse, hace fe en El,; que está
enteramente persuadido del bien a que el Padre le conduce, del bien de su
voluntad, de su recompensa, de la alegría de estar con El. De la resurrección
de la muerte.
Sabe que en la fidelidad al Padre hay más bien que en toda la vida y
posibilidades de este mundo.
Tiene clara conciencia desde el comienzo, de adónde habrá de llegar;
que no cabe ilusión respecto a una plenitud o dicha terrena; que ni para él
ni para sus discípulos es permitido solazarse con la utopía de un mesianismo
terrestre, de un cielo instaurado en la tierra.
"Mi reino no es de este mundo".
Tal
proposición representaban más bien los sacerdotes fariseos, que aguardaban
un Mesías político, contra la opresión del imperialismo de aquella
circunstancia histórica; y por verle diverso de lo que imaginaban le
rechazaron, ante todo cual inoportuno: “Se decían, si lo dejamos seguir
todos le darán su adhesión y vendrán los romanos y quitarán de en medio
nuestro lugar sagrado e incluso nuestra nación; conviene que un solo hombre
muera por el pueblo y no que perezca la nación entera"
(Jn.11,
48.50). Razonamiento por cierto nada religioso y en cambio,
meramente político y de conveniencias.
Jesús había rechazado ya a Pedro cual emisario de Satanás por razonamiento similar, conque procuraba un resultado exitoso en lo terreno para su misión. Y en cambio exige taxativamente de los suyos la disposición a perder todo lo de este mundo, la vida incluso, por el Reino de Dios. Les pide una adhesión absoluta, religiosa o de fe; propiamente la adoración. Les amonesta a una alegría en su persona, en su fidelidad en su reino, y en su Padre celestial absoluta; o por encima de toda experiencia, emoción sensación o afecto humano o terrenal. Les pide que esta relación sea superior a todas las relaciones humanas; que prevalezca a la relación con los padres y familia, amigos, nación e incluso institucionalidad u organismo de la religión.
COMO
SE ENCAMINO S. FRANCISCO DE ASIS AL MISTERIO REDENTOR |
La
vida y vocación de San Francisco está totalmente inmersa en el misterio
redentor, merced tal vez a la corriente religioso popular propia de su época,
de evangelismo y movimiento penitencial laico, pauperista. Alojado en casa de
Bernardo, que sería su primer seguidor, pasa toda la noche ante el crucifico
orando "mí Dios y mi todo", o "Dios mío y todas mis
cosas". Es también el
Cristo que en San Damián le llama “anda, repara mi Iglesia que amenaza
ruina”. Y próximo a su muerte
contemplando al mismo exhortaba a los suyos: "comencemos hermanos (a
hacer penitencia), que hasta hoy muy poco o nada hemos hecho”.
Preguntarnos
¿cómo se encaminó Francisco al misterio redentor? es preguntarnos ¿en qué
consiste la Redención para él; qué entiende por salvación, por liberación?
Y debemos respondernos que él tuvo una particular percepción de la
libertad, dicha y gloria que existe en el camino de la penitencia; que es lo
mismo que decir, en la forma evangélica de vida.
Su biógrafo contemporáneo, Celano, nos dice: “Buscó en toda obra
buena una intención pura, un comportamiento recto y orientado directamente a
Dios, tratando infatigable de agradarle en todas las cosas.
Perseveró siempre en la cruz, mereciendo volar a la altura de los espíritus
más sublimes; no esquivó trabajo ni dolor alguno, con tal que se realizara
en é1 la voluntad del Señor; llevó y conservó siempre en su corazón con
ardoroso amor, a Jesucristo crucificado; por lo que fue señalado
gloriosamente sobre todos, con el sello de Cristo” (sus estigmas) (1Ce
115). Y hasta tal punto llegó su sincero afán, de asumir el misterio
de Jesucristo, que, sigue Celano: “Francisco pobrecillo y padre de los
pobres, identificado con todos los pobres, era incapaz de sentirse tranquilo
mientras viera a otro más pobre que él, no por deseo de vanagloria, sino por
afecto de verdadera compasión" (1Ce 76).
En
su carta a Todos los Fieles, en la carta a los Clérigos, en la carta a los
Gobernantes, como en otras a personas individuales, estimula a la austeridad
asimiladora a Jesucristo y generosa con el hermano, encomiando al colmo la
libertad de quienes la practican: “Estos son dichosos y benditos, se posará
sobre ellos el espíritu del Señor; son hijos del Padre Celestial y son
esposos, hermanos y madres de N. S. Jesucristo. Qué glorioso santo,
consolador, hermoso y admirable amable, agradable, humilde, pacífico, dulce y
más que todas las cosas deseable tener a nuestro Señor Jesucristo" (CtaF)
El
desea vivir todos sus días y propagar a toda la tierra y a toda la humanidad,
hasta el fin de los tiempos, esta salvación o libertad. Por ello viaja,
predica, escribe y se dirige expresamente a los siglos por venir.
Su aporte es fundamentalmente una espiritualidad de cambio de valores,
de mentalidad, para que de materialistas, codiciosos y violentos nos hagamos
libres y penitentes, buscadores de la Paz y el Bien: cristianos fieles.
El sentido franciscano de libertad y salvación se ilustra claramente con el pasaje de la odiosidad abierta entre el obispo y el podestá (gobernador) de Asís. “Francisco tuvo piedad de ellos porque nadie ni religioso ni seglar, intervenía para establecer entre ellos la paz y la armonía. Es una gran vergüenza para nosotros, siervos de Dios, se dijo, que nadie se preocupe de restablecer la concordia cuando todos vemos como se odian”. Y mandó unos hermanos a cantar en presencia de ambos el Cántico del hermano sol añadiendo esta estrofa: "Loado seas tú mi Señor por aquellos que perdonan por tu amor y soportan enfermedad y tribulación. Bienaventurados aquellos que las sufren en paz, pues de ti Altísimo, coronados serán” (LP 84). Francisco propicia un pacto entre convertidos, entre seres que se encuentran en la verdad y el amor superior de Dios, delimitador de la libertad de cada cual. A ambos impacta, porque él mismo es pura trasparencia de esa libertad que promueve, no teniendo frente al podestá ninguna posesión o potestad eclesiástica que defender, ni ante el obispo algún interés o connivencia civil con el podestá. Simplemente se llega a uno y otro de allende su realidad, desde el ámbito de la libertad más sublime, que representa precisamente su propia existencia.
SENTIDO
DEL PODER DE DIOS EN EL MAL |
Podemos
ahora preguntarnos ¿Cómo puede ser liberadora la redención de Jesucristo si
subsisten tantos males en el mundo después de su muerte en la cruz?
Si vamos a afirmar que Dios, Jesucristo significan para toda la especie
humana su destino supremo, su bien absoluto: ¿tiene acaso poder El realmente,
sobre
el
mal que acosa a los seres humanos?
SENTIDO
DE LA VIDA VERDADERA O ETERNA |
Hemos
visto que para N. S. Jesucristo, como para su siervo fiel Francisco de Asís,
la redención y libertad de los hijos de Dios no consiste fundamentalmente en
ninguna situación o perspectiva terrena.
Sino que, por el contrario, ellos se disponen al despojo de todo bien
de este siglo, incluida la vida corpórea en aras de una vida verdadera o
eterna.
Manifiestan la irrecusable convicción de un bien superior,
trascendente, invisible e inabordable mientras vivimos en este mundo.
NUESTRA
PROPIA TRAYECTORIA HACIA LA PLENITUD |
Nuestra
propia trayectoria hacia la plenitud se realiza entre esperanzas y angustias,
entre dichas y frustraciones. De ordinario muy pocos seres tienen un
derrotero claro, un conocimiento y
una elección precisas; sino que trascurrimos la existencia entre ambigüedades,
pasos adelante y pasos atrás; etapas de resolución y períodos de depresión.
Días de claridad y días de oscurantismo y sinrazón, tiempos de desbandada y
tiempos de recapacitación.
TRAYECTORIA
DEL MUNDO |
El
mundo como tal sólo se preocupa de edificarse para este tiempo, no interesándose
ni por la trascendencia, ni por la eternidad.
Sus juicios son de mera conveniencia o conciliación.
Adopta una mentalidad inmanentista, materialista, que absolutiza al
hombre, mirado solo bajo dichos aspectos.
Reduce la realidad espiritual y eterna a un fenómeno superfluo y
alienante, y toma todo fenómeno como hecho meramente horizontal, psicológico,
sociopolítico o científico, sin relación a la fe, o dejando ésta, sólo
como agregado accidental, y en lugar suyo aquello como sustancial.
TRAYECTORIA
DE LA IGLESIA |
Para
la Iglesia, toda la vida y particularmente Semana Santa es tiempo de salvación,
en que todos los fieles nos asimilamos más estrechamente al misterio redentor
de N. S. Jesucristo. En que profundizamos el contenido de la libertad de los
Hijos de Dios.
La Iglesia se siente Cuerpo de Cristo y como tal desea
vivir
su misterio, su experiencia de cara al Padre.
Cada cual es Iglesia en la medida y grado de su compenetración con
Cristo, que proyecta con él todas sus perspectivas a esa redención y a
aquella libertad que en El se nos ha manifestado.
fray
Oscar Castillo Barros