El catequista, una puerta abierta para el encuentro con Dios
por Marcelo
A. Murúa
La Biblia es rica en imágenes y símbolos para
explicarnos las cosas más profundas de Dios. El lenguaje bíblico es un
lenguaje sacramental, porque el mismo Dios nos habla de esta manera: con signos
y señales que nos ayudan a descubrir su presencia en medio nuestro. Jesús es
el gran sacramento de Dios. A través de su vida, sus palabras y su práctica
conocemos al Dios de la Vida y nos encontramos con Él.
"Si me conocen a mí, también conocerán al Padre" |
Jn. 14, 7
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"El que me ha visto a mí ha visto al Padre" |
Jn. 14, 9 |
Hablar con imágenes permite recurperar el lenguaje
sencillo de la Biblia, que llega al corazón e invita al cambio de vida.
Hay muchas imágenes que podemos asociar para profundizar en la vocación y misión del catequista.
Una de ellas es la imagen de la "puerta". La puerta es un instrumento que comunica espacios, que abre a una interioridad. Las hay grandes, pequeñas, de madera, metal, vidrio u otros materiales, pesadas, livianas, nuevas, antiguas... todas tienen en común la capacidad de abrirse y dejar paso.
La puerta tiene mucho que decirnos a nuestra vida de catequistas.
· ¿Somos puertas abiertas para que otros se encuentren con el Dios de la Vida a través nuestro?
· ¿Nuestras palabras y nuestra práctica ayudan a los demás a abrir sus propias puertas al Señor que vive dentro de cada hombre y mujer?
· ¿Cómo anda nuestra puerta? ¿Está bien aceitada para su función? ¿O sufre el paso del tiempo y está algo desvencijada, con sus bisagras herrumbradas, perezosa para ser abierta?
· ¿Y en ese caso, cómo aceitarla para mantenerla en movimiento, y ágil, y dispuesta para su función? ¿Cuál será el aceite indicado y dónde conseguirlo?
Ser puerta significa aceptarse como instrumento y tener
claro que nuestra misión es quedar abiertos, ir perdiendo protagonismo para que
el otro pueda encontrarse con Dios y su Palabra.
Si en nuestro corazón anida el Señor, será cuestión de abrir la puerta para enseñar que El nos anima, nos da fuerza y esperanza. Abrir la puerta es dar testimonio, hablar desde el corazón y la experiencia. Invitar al encuentro y presentar al Dios que llena nuestros días.
Estamos llamados a ser puertas abiertas, porque el Señor
a quien seguimos nos dice que El mismo es puerta, para el encuentro y la vida.
"Yo soy la puerta: el que entra por mí está a salvo. Circula libremente y encuentra alimento." |
Jn. 10, 9 |
Jesús se presenta como la Puerta. El acceso a la vida.
Él, como buen pastor, nos conoce, nos quiere y busca lo mejor para nosotros.
Juan lo expresa con imágenes tan delicadas como cuidar, proteger y dar
alimento. Ese es nuestro Dios, el que nos abre su vida (nos da su vida) para que
podamos vivir mejor.
Para rumiar el texto y la vida |
· Relee el texto de Juan. · Piensa en tu propia experiencia de fe, ¿de qué manera Jesús ha sido una puerta para tu vida? · Piensa en tu tarea catequística, ¿cómo puedes ser "puerta" para que los demás encuentren a Dios? · ¿Qué características y actitudes de vida puedes proponerte cambiar en esta Pascua, para mejorar tu misión? · Ofrécele tu oración al Señor y pídele fuerzas para ser fiel a su Palabra y a su testimonio.
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