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para la BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL

¿Cómo celebrar mejor la Eucaristía?

por María Inés Casalá


Primer Momento:

- Formar pequeños grupos. Cada grupo dibuja, conjuntamente, una fiesta (cumpleaños, Navidad, Año Nuevo, casamiento, bautismo…)

- Se muestran los trabajos realizados y se comenta: a todos nos gusta celebrar cumpleaños, Navidad, Año Nuevo, aniversarios… y son muchos son los motivos que tenemos para festejar.

Cuando festejamos, hay cosas que no pueden faltar.

¿Qué es lo que no puede faltar en una reunión?

Amigos, parientes, las personas que queremos, comida, conversación, música.

¿Te imaginás una fiesta en la cuál todos estén callados, o no haya nada para comer, o estés solo?

En una fiesta puede haber muchas otras cosas: canto, baile, regalos, juegos, risas…

Para que una fiesta salga bien, hay que organizarla, preparar la casa, la comida e invitar a los participantes.

¿Cómo se preparan los invitados a una reunión o a una fiesta?

También los invitados se deben preparar: bañarse, ponerse algo un poco distinto a lo de todos los días, preparar algo para llevar, tener muchas ganas de compartir y celebrar.

¿Cómo habrán sido las fiestas en la época de Jesús?

Recordemos que el evangelio nos muestra a Jesús en una fiesta de casamiento, y comiendo en varias oportunidades con amigos o con pecadores.

Jesús también se reunió con sus amigos, los apóstoles, para celebrar una fiesta especial: la Pascua judía.

Jesús, que era judío, se reunía con sus amigos para celebrar las fiestas importantes. Por eso, un día organizó una cena, la última cena, para celebrar que su pueblo había sido sacado de la esclavitud de Egipto y conducido a la tierra prometida.

Pascua judía: paso de la esclavitud a la libertad.

Pascua cristiana: paso de la muerte a la vida.

Desde ese día en que Jesús se reunió en la última cena, los cristianos nos seguimos reuniendo en la Eucaristía, la misa, para celebrar un gran acontecimiento:

 

¡Jesús resucitado se hace presente
en medio nuestro bajo la forma de pan y vino!

 

 

Iluminación:

1 Corintios 11, 23 - 26

Los cristianos celebramos esta Nueva Alianza:

Jesús se hizo hombre y nos salvó, y el que coma el pan y bebe la copa permanece con Dios.

 

Respuesta:

Si participamos de la mesa del Señor, si comemos su pan, nos comprometemos a:

¿Cómo puedo vivir como hijo de Dios?

¿Qué actitudes tiene el que vive siendo hermano de los que lo rodean?

¿Qué significa «compartir el pan»?

Nos comprometemos a celebrar realmente la Eucaristía.

Lo más importante para poder participar en una eucaristía es concurrir. Si no vamos nunca, o muy pocas veces, cuando lo hacemos no entendemos qué está pasando y nos quedamos como espectadores, sin poder participar.

Lo que figura a continuación son los puntos más importantes para poder conversar con los chicos. Es conveniente que cada uno tenga una copia para seguir al catequista, colocar las contestaciones de la misa o hacer algún dibujo a medida que se lee y se profundiza.

 

¿Qué hacemos cuando participamos de la Eucaristía?

 

- Jesús nos invita a encontrarnos con él y con los demás.

Respondemos a ese llamado y cuando nos encontramos nos saludamos:

«En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo» «Amén»

- Antes de una celebración, nos preparamos.

Antes de entrar a una fiesta, nos miramos en un espejo para ver cómo estamos. De la misma manera, antes de comenzar la Eucaristía nos miramos, pero nos miramos hacia adentro. Tratamos de descubrir qué hemos hecho mal, en qué hemos fallado, de quién nos hemos distanciado, y pedimos perdón.

- Escuchamos la Palabra de Dios en la Biblia.

Dejamos que la palabra llegue hasta nuestro corazón para poder contestarle al Señor.

En la homilía, el sacerdote nos ayuda a comprender y lo que dijo la Palabra de Dios para que podamos darle una respuesta.

- Después de escuchar la Palabra de Dios, hacemos todos juntos nuestras oraciones al Señor para que él se haga presente en nuestra vida y la transforme.

- La mesa pasa a ser el centro de la celebración. En el altar vamos a poner nuestra vida para que Jesús se haga presente en ella y la transforme. Ofrecemos nuestra vida, nuestros sufrimientos, nuestros deseos, lo que somos y lo que estamos dispuestos a dar a Dios. Llevamos al altar el pan y el vino, frutos de la tierra y del trabajo del hombre para que, después de ser bendecidos por el sacerdote, se transformen en el cuerpo y sangre de Jesús.

- El sacerdote, unido a Jesús realiza los mismos gestos y dice las mismas palabras que el Señor en su última cena.

- La plegaria Eucarística concluye con una solemne aclamación. En ella ofrecemos al Padre el Cuerpo y la Sangre de Jesús y, con Jesús, a nosotros mismos, a todos los cristianos y a todo el mundo:

«Por Cristo, con él y en él, a tí, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos». «Amén».

- Rezamos todos juntos, como hermanos hijos de un mismo Padre, el Padrenuestro.

- Antes de acercarnos a la mesa del Señor, nos deseamos unos a otros la paz del Señor.

- Todos unidos, como pueblo que camina hacia la casa del padre, nos acercamos a recibir el Pan de Vida.

- Cuando los que están celebrando le Eucaristía han recibido el cuerpo de Jesús, hacemos un momento de silencio y damos gracias a Dios en lo profundo de nuestro corazón.

- El sacerdote nos despide hasta la semana próxima:

«Pueden ir en paz»
Demos gracias a Dios

Damos gracias porque nos hemos alimentado de su cuerpo y de su Palabra, y de esa manera tenemos fuerzas para cambiar, para ser mejores y para llevar la paz de Jesús que hemos recibido a todos los lugares en donde estemos durante la semana.

Toda celebración Eucarística es el centro, la fuente y culmen de la vida cristiana.

¡¡Gracias Jesús por hacerte presente en la Eucaristía!