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Sobre el cerebro y el alma:
Conversación con el 
Dr. Jordi Cervós-Navarro

Por Antonio Orozco


CONVERSACION CON EL DR. JORDI CERVÓS-NAVARRO
CATEDRÁTICO DE NEUROPATOLOGIA DE LA UNIVERSIDAD LIBRE DE BERLIN, ACTUAL RECTOR DE LA UNIVERSIDAD INTERNACIONAL DE CATALUÑA
(fragmento)

 

Jordi Cervós-Navarro
J.C.- (...) Como usted sabe, en las teorías evolucionistas se suele decir que "la función crea el órgano". (Lo que es lo mismo: la necesidad o conveniencia de realizar unas determinadas operaciones, unida al intento de realizarlas, sería el origen de determinados movimientos o cambios que concluyen en la formación progresiva de órganos nuevos y adecuados. Lamark pensaba por ejemplo, que a base del esfuerzo de las jirafas por alcanzar los frutos de los árboles altos, el cuello les ha resultado tan largo. Las alas de los pájaros serían el resultados de constantes esfuerzos por volar durante larguísimo tiempo). Esto implica que antes del ojo existiría la luz, antes del oído el sonido, etcétera. Según el esquema "la función crea el órgano" no tendría sentido pensar que el ojo existiera antes de la luz. Pues bien, si esto fuera así, ¿cómo explicar que exista un órgano cuya función es precisamente pensar, antes de la existencia del pensamiento?¿Cómo concebir que exista un órgano para la inteligencia antes que la inteligencia? No parece lógico pensar que la naturaleza derrochara tanta potencia en un órgano como el cerebro humano sin existir todavía un función apropiada.

A.O.- O sea, que el cerebro humano presupone el pensamiento, pero no un pensamiento como latente, escondido en la materia, sino un Pensamiento trascendente, creador de lo específicamente humano que tiene el cerebro del hombre.
J.C.-En general, los conflictos que ha habido y los que continúan existiendo, no son debidos ni a la fe ni a la ciencia, sino a diversas interpretaciones de las verdades de fe o de los datos que proporciona la ciencia.

A.O.?- "Podría explicar con algún ejemplo la diferencia entre la realidad y lo que llama "interpretación"?

J.C.- En un folleto informativo que me encontré al llegar un día, hace ya bastantes años, en el aeropuerto de Moscú, en la época de la Unión Soviética, se decía que "la libertad de conciencia está garantizada en la Unión Soviética por la ley, según la cual la Iglesia está separada del Estado y la escuela de la Iglesia. La Iglesia -continuaba el impreso- no se inmiscuye en los asuntos del Estado y el Estado no se inmiscuye en los asuntos internos de las Iglesias y de las comunidades religiosas. Los sacerdotes gozan de los mismos derechos políticos y civiles que todo ciudadano soviético". Ahora viene la interpretación: "Gracias a la profunda transformación social y económica en la vida de la sociedad soviética y al rápido desarrollo de nuestra ciencia, con el correspondiente aumento del nivel cultural del pueblo, la mayoría de los habitantes de la Unión Soviética son ateos". Lo peor es que esa interpretación absolutamente falsa de los hechos no es exclusiva del marxismo. Ya hace algún tiempo me ocupé del problema de las ideologías modernas que, sin ninguna excepción tienen en su común denominador la aversión al Cristianismo y en general a cualquier tipo de religión.

Que la ciencia no está en contradicción con la fe es evidente, precisamente por el hecho de que, a pesar de 300 años de ideologías anticristianas, gran número de científicos han sido y son creyentes. Recuerde ejemplos como Leibniz, Newton, Pascal, Ampere, Schwann, Carrel, etcétera, que fueron no sólo cristianos en teoría, sino convencidos y practicantes. En cambio, las masas proletarias del siglo pasado, y las subculturas de los suburbios de nuestras grandes ciudades presentan un alto porcentaje de no creyentes. La misma facilidad y la misma dificultad con la fe tuvieron hombres sencillos como Natanael y Tomás como el letrado fariseo Nicodemo.... Y el fundamento de la fe de unos y otros fueron hechos, no ideas. Hechos -realidades salvíficas- cuya importancia sólo puede ver el ojo del creyente, pero no dejan por ello de ser hechos, como la resurrección histórica de Jesucristo, y los demás milagros que narran los Evangelios. En la base del mensaje cristiano está la certeza de que Dios ha actuado a través de Cristo en favor de la felicidad eterna de los hombres. Y ahí - en esa referencia a la acción de Dios en la Historia - radica una diferencia esencial entre la religión cristiana y cualquier filosofía o interpretación del mundo y de los acontecimientos.


Antonio Orozco
ESCRITOS ARVO, Nº 79