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Nietzsche
Nota sobre últimos años de su vida


por Pablo Romero



En uno de sus mensajes al Grupo de diálogo Arjé (arje@es.egroups.com)
Pablo Romero escribe la siguiente nota
sobre los últimos años de la vida de Nietzsche

 

En diciembre de 1889 Nietzsche comenzó a atravesar los que se consideran sus últimos días de lucidez mental. Envía las llamadas "cartas de la locura", a sus amigos y personajes destacados de la época, en donde firma a veces como "El crucificado", otra veces como "Dionisos", etc. En esa etapa está enmarcado el célebre episodio de su abrazo a un caballo en plena vía pública, cuando éste era azotado a latigazos por el cochero, al que poco le importaba que el animal no pudiera seguir arrastrando la excesiva carga que se dice llevaba. Nietzsche se abrazó al caballo y no lo quería soltar bajo ninguna circunstancia. Llegó a pedirle disculpas en nombre de la humanidad por la brutalidad humana, mientras la policía acudía a solucionar el asunto. Pero sólo soltó el caballo cuando a la escena llegó el señor Fino, que era quien regenteaba la pensión de Turín donde se alojaba el filósofo y que era dueño de un quiosco ubicado precisamente en la plaza pública donde sucedieron los hechos. Al verlo, Nietzsche lo abrazó, llorando.

En los primeros días de Enero de 1889 Nietzsche sería internado en el manicomio de Basilea, donde sólo estuvo una semana, tras lo cual fue trasladado a la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Jena. Pasaría sus últimos 11 años de vida en este estado de locura y de un progresivo deterioramiento físico. Murió de una pulmonía, el 25 de agosto de 1900. Un año antes había sufrido una apoplejía que le había dejado paralítico. De su enfermedad mental se manejan casi siempre dos hipótesis: a) que fue consecuencia de una sífilis contraída en sus años de juventud, en una estadía en Venecia. b) que fue consecuencia de los genes heredados por parte de su padre, quien murió a los 36 años, también víctima de una enfermedad que le atacó el sistema nervioso.

Ahora bien, estos episodios quedan descontextualizados si no se profundiza en la vida del autor, imposible de separar, por cierto, de su proceso intelectual, del proceso de maduración de su brillante obra.