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Evidencia,
para el científico, de la existencia de Dios
por el Dr. Walter Bradley,
Professor of Mechanical Engineering, Texas A & M University
Dr. Bradley is currently Professor of Mechanical Engineering, Texas A & M University. He received a BS in Engineering Science and his Ph.D. in Materials Science, both from the University of Texas-Austin. He taught for eight years as an Asst./Assoc. Professor of Metallurgical Engineering at Colorado School of Mines before assuming a position as a Professor of Mechanical Engineering at Texas A & M University in 1976. He was appointed Director of the Polymer Science and Engineering Program and Polymer Technology Consortium in 1988. In September of 1989, he assumed the position of Head of the Mechanical Engineering Department at Texas A & M University, a department of 60 faculty. He is a co-author of the book, The Mystery of Life"s Origin, which addresses the notion that there might exist plausible uniformitarian mechanisms for the gradual spontaneous generation of living matter from relatively simple molecules thought to have been abundant on the surface of the primitive earth.
(from http://stripe.colorado.edu/~cfsf/bradley.html)
Evidencia para el científico de la existencia de Dios
(Scientific Evidence for the Existence of God)
Edición preparada por Antonio Orozco-Delclós
"Es completamente válido estudiar el universo y preguntar si es más razonable postular que tal universo se podría haber originado sólo por las leyes físicas y químicas, o si hay trazas de un creador inteligente."
Recuerdo que en la primavera de 1987 hice una exposición sobre «Cristianismo y
Ciencia» en la Universidad de Cornell para la Cruzada del Campus por Cristo,
donde me encontraba por motivos de trabajo. Después de haber hablado durante
casi 10 minutos sobre "Termodinámica y el Origen de la Vida" - una
presentación algo árida y demasiado técnica para la audiencia media -, decidí
experimentar un amplio y popular tratamiento de la prueba científica para la
existencia de Dios.
No sospechaba lo que sucedería aquella tarde. Más de 550 estudiantes se
apretaban en el salón de la conferencia, ese viernes por la tarde; más de 50
se quedaron en la entrada por falta de espacio.
Hice mi presentación con tal entusiasmo aquella tarde, que yo sentí que Dios
estaba haciendo algo especial dentro y a través de mi vida. La presentación
fue seguida por un turno de preguntas y respuestas que duró casi dos horas,
tras lo cual un grupo de unos 50 estudiantes decidieron quedarse para una
discusión informal posterior que continuó hasta pasada la medianoche.
Este fue el comienzo de una de las aventuras más apasionantes de mi vida: retar
a estudiantes y profesores a considerar la abrumadora evidencia de la ciencia
moderna con vistas a la existencia de Dios. Durante los pasados siete años,
esto me ha llevado a todas las vy League schools (exceptuando a Columbia), la
mayoría de las Big Ten schools (exceptuando la Universidad de Iowa), y casi la
mitad de las Big Eight, Southwest Conference, y Pac-10 west coast schools.
En todos estos sitios la respuesta ha sido muy positiva a pesar de que una
significante mayoría de la audiencia estaba comprendida por no-cristianos y
no-teístas.
Felizmente, a lo largo del camino he descubierto muchas áreas adicionales donde
se pueden encontrar evidencias alternativas de la existencia de Dios, lo cual me
ha convencido de dos cosas:
(1) las huellas de Dios son omnipresentes en su creación, mostrando
"claras evidencias de su poder eterno y su naturaleza divina a través de
todo lo que ha sido creado" (Romanos 1:19-20); y
(2) casi cualquiera de los que trabajan en algún campo de la ciencia podría
potencialmente desarrollar una presentación de este tipo en su área de
experiencia.
En una exposición semejante, es importante el reconocimiento del fin al que
todo se dirige; en nuestro caso, se trata de demostrar que el carácter del
universo claramente sugiere un creador inteligente. Aunque Hume, y más tarde
Kant, argumentaron convencidos de que no era posible probar la existencia de
Dios por medio de argumentos teleológicos o de diseño, es completamente válido
estudiar el universo y preguntar si es más razonable postular que tal universo
se podría haber originado sólo por las leyes físicas y químicas, o si hay
trazos de un creador inteligente.
Cuando yo comencé a exponer la Evidencia Científica para la Existencia de
Dios, me encontré con objeciones enormes sobre la pertinencia de mi argumento,
es decir, parecía que inferir algo sobre Dios a partir de la Ciencia era ilegítimo.
Sin embargo, gracias a gran número de libros publicados sobre este tema,
escritos por prestigiosos científicos durante los últimos seis años, la
objeción apuntada se ha convertido en la excepción más que en la regla [hoy
la objeción a mi argumento no es lo normal, sino lo raro]. Incluso revistas
populares se están incorporando a la disputa (por ej.:, "What Does Science
Tell Us About God," Time magazine cover story, Dec., 1992; "Does the
Universe Hold Clues to God?" Chronicle of Higher Education, May, 1993;
"10 Great Unanswered Questions of Science," Discover cover story,
Nov., 1992; "Science and the Soul," cover story for Omni, Oct., 1993).
En un fascinante libro titulado "A New Guide to the Debate About God",
el filósofo Martin Prozesky (no es cristiano) analiza varios argumentos tanto a
favor como en contra de la existencia de Dios. Las evidencias positivas de la
existencia de Dios las toma de la Ciencia, especialmente del Big Bang, del
origen de la vida y del principio antrópico; mientras que los argumentos más
fuertes contra la existencia del teísta y cristiano Dios, los toma de la
Filosofía (el mal) y la Teología (la supuesta existencia de muchos que se
condenan sin haber oído hablar de Cristo).
Es vergonzoso que en los últimos 35 años la mayor parte del diálogo entre
Cristianismo y Ciencia se ha centrado en la edad de la Tierra y la ciencia de la
creación. Esto ha conducido a que la persona media, cristiana o no, tenga la
impresión de que la ciencia moderna y la Biblia están en conflicto, quizás
irreconciliable.
Resulta irónico que esta impresión se haya difundido en la misma época en que
la comprensión científica y la tendencia de muchos científicos modernos han
cambiado profundamente, hacia la creencia en un Creador inteligente, todo ello
debido a los descubrimientos científicos de los últimos 35 años. La
preocupación sobre la edad de la Tierra no ha hecho más que apartar la atención
del foco principal de la discusión, es decir, ha ocultado las evidencias científicas
que confirman el teísmo Bíblico, por decirlo así, poniendo la luz debajo del
cubo de la basura.
A continuación, me gustaría hacer un compendio de las pruebas científicas que
suelo utilizar en mi exposición Evidencia Científica de la Existencia de Dios.
Quiero hacer notar, sin embargo, que este campo [el de la ciencia] se encuentra
hoy tan activo que continuamente debo reemplazar la información disponible por
otra incluso más favorable a mi argumentación.
Yo animo a los profesores universitarios a estudiar este asunto para su propia
satisfacción personal, y para ensayar su propia exposición. Recomiendo tres
libros como fuentes excelentes para esta información: el libro de J. P.
Moreland The Creation Hypothesis (InterVarsity Press, 1994); y el libro de Hugh
Ros," The Fingerprint of God (Promise Publishing Co., 1989), and The
Creator and The Cosmos (Navpress, 1992). Puesto que recibo un número de
invitaciones cinco veces más alto de lo que puedo realizar, se precisa una
reserva de profesores universitarios preparados para hablar de este asunto, a
quienes se podrían repartir las invitaciones aludidas...
Elementos clave de la evidencia científica
Hasta 1960 había un optimismo general sobre la posibilidad de explicar el mundo
que nos rodea tanto mejor cuanto más conociéramos la Naturaleza, incluyendo
sus orígenes. Se pensaba así que la creencia en Dios resultaría cada vez más
innecesaria, aunque no fuera imposible. Durante los últimos 30 años, el
naturalismo ha debido ir despertando gradualmente de ese sueño, a la vez que se
ha incrementado la duda sobre sus pretensiones.
The Washington Post, describiendo una conferencia internacional que tuvo lugar
en Washington D.C. en los finales de la década de 1980, señaló: «Muchos
científicos que no hace mucho estaban seguros de que el universo surgió y
resultó habitado por un accidente, ahora están reflexionando y conceden la
posibilidad de que alguna fuerza creativa inteligente puede haber sido la
responsable de ello».
Debería enfatizarse que no se puede científicamente [mediante la ciencia empírica]
probar que Dios exista o no. Sin embargo, es perfectamente admisible que al
estudiar la naturaleza del universo, preguntarse: " ¿ Qué es lo que
sugiere el universo: un creador inteligente, o un universo que en algún sentido
sea auto-causado ?
Consideraremos brevemente sólo tres tipos de respuestas: (1) evidencias del
diseño del universo [el universo ha sido diseñado]; (2) del origen del
universo; y (3) del origen de la vida.
Evidencias del Diseño
Las evidencias del diseño provienen de tres fuentes:
(1) la forma simple matemática que adopta la Naturaleza;
(2) las coincidencias en las constantes de la Naturaleza son exactamente las
necesarias para soportar cualquier género en este planeta; y
(3) las coincidencias en las condiciones iniciales de muy diferentes situaciones
son también críticas y sucede que se han presentado exactamente las necesarias
para que el universo y la vida lleguen a la existencia.
En un sentido matemático, cabe decir que el universo puede ser descrito
mediante ecuaciones diferenciales asombrosamente simples y elegantes, las cuales
tiene unas constantes universales que son exactamente las que se necesitan para
permitir un hábitat adecuado para la aparición y desarrollo de la vida misma.
La naturaleza está conducida por matemáticas simples
Cuando yo era un joven estudiante en una High School, me quedé muy sorprendido
y complacido al aprender que la gran diversidad de observaciones naturales
encuentran su descripción en un muy reducido número de relaciones matemáticas
simples, tales como las leyes del movimiento y fuerzas de Newton, o las
ecuaciones de electromagnetismo de Maxwell. Probablemente quedarían
sorprendidos la mayoría de los antiguos científicos al descubrir la cantidad
tan pequeña de leyes físicas que se utilizan hoy para describir el universo,
relacionadas por simples pero elegantes relaciones matemáticas, y que en total
pueden escribirse en un lado de una servilleta de papel.
"Las ecuaciones físicas son de tan increíble simplicidad, elegancia, y
belleza, que me resultan suficientes como prueba de que debe haber un Dios
responsable de esas leyes, y responsable del Universo", dijo el astrofísico
Paul Davies en su libro Superforce (1984).
Por otra parte, el famoso físico ruso, Alexander Polyakov expresó lo siguiente
en la revista Fortune (October, 1986): "Nosotros conocemos que la
Naturaleza se encuentra descrita por la mejor de todas las matemáticas posibles
porque Dios la creó."
Coincidencias de las Constantes Universales
Uno de los descubrimientos más notables de los últimos 30 años ha sido el
reconocimiento de que los más mínimos cambios en cualquiera de las constantes
universales produciría dramáticos cambios en el universo, transformándolo en
insoportable para la vida, no sólo de la vida normal que conocemos sino para
cualquier tipo de vida concebible. Más de 100 ejemplos se han documentado en la
literatura técnica, y han sido expuestos en libros tales como el The Anthropic
Cosmological Principle (Barrow & Tipler 1986).
Por ejemplo, si la fuerza fuerte con la que se mantienen unidas las partículas
del núcleo atómico fueran sólo un 5% más débiles, únicamente sería
estable el átomo de hidrógeno; entonces tendríamos un universo con una tabla
periódica de un sólo elemento, lo que significa que ese universo sería
incapaz de producir la complejidad molecular necesaria para producir las
funciones mínimas que la vida necesita para generar energía, almacenar
información, y replicarse. Por otra parte, si esta misma fuerza fuerte fuese sólo
un 2% mayor, existirían posibilidades de que se formaran núcleos muy masivos,
también inadecuados para el proceso químico de la vida; además no sería
posible el hidrógeno estable, por lo tanto no habría algo tan vital como
estrellas duraderas, ni siquiera existirían los compuestos de hidrógeno.
Como segundo ejemplo, si la relación entre la fuerza fuerte y la fuerza
electromagnética variase sólo de manera leve (y no drástica, como lo es),
entonces no dispondríamos de los niveles de energía cuántica que nos permiten
la conversión del berilio al carbono (de manera casi 100% eficiente) y la
conversión parcial de carbono a oxígeno. Con ligeros cambios en cualquiera de
estas constantes, alternativamente aparecería un universo muy rico en berilio y
escasísimo en carbono, o bien, un universo rico en oxígeno pero sin carbono en
absoluto.
Puesto que el carbono es único en sus posibilidades de combinaciones químicas
con prácticamente cualquier otro elemento, mediante enlaces que son muy
estables, pero que sin embargo no son difíciles de romper (jugando el crítico
papel de reordenar las piezas en un juego más pequeño), es destacable que
estas fuerzas están ajustadas de manera muy precisa para producir carbono en
abundancia, al igual que el oxígeno que es crítico en sí mismo.
Se podrían añadir muchos otros ejemplos. Si arrojo un dado y sale un
"6", usted no debería asombrarse por ello. Si arrojo el dado cinco
veces y en las cinco saco un "6", entonces usted debería ponerse algo
suspicaz. Pues bien, si arrojo el dado mil veces y obtengo un "6" en
todas ellas, usted tendría la certeza de que hay alguna trampa en el dado. Así
es de caprichoso nuestro universo, en el que cada característica que conviene
que el universo posea para la vida, si la buscamos, nos damos cuenta de que la
tiene. Hume y otros han dado argumentos incorrectos como si no fuera
sorprendente que todas las cosas sean así, pues de lo contrario no estaríamos
aquí para notarlo. El bien conocido ateo J.L. Mackie (Miracle of Theism, p.141)
vió el fallo en el argumento de Hume:
Hay sólo un universo, con un único conjunto de materiales básicos y
constantes físicas, y es sorprendente que los elementos de este único conjunto
se auto-ajusten correctamente para la vida cuando fácilmente podrían haberlo
hecho de forma incorrecta. Lo que no es menos sorprendente por el hecho de que
si no hubiera sido así no estaríamos aquí para sorprendernos. Nosotros
podemos claramente figurarnos otras posibilidades alternativas que no incluyan
nuestro ser estando allí para experimentarlo.
Sir Fred Hoyle, el famoso astrofísico británico, en The Intelligent Universe
comentó en las coincidencias cosmológicas discutidas por Mackie, "Tales
proteínas parecen circular a través de la fábrica del mundo natural como un
hilo conductor de coincidencias felices. Pero hay tantas extrañas coincidencias
esenciales para la vida que parece que requieren alguna explicación que las
abarque todas".
"Ligeras variaciones en las leyes físicas de la gravedad o electromagnetísmo
harían la vida imposible ... la necesidad de producir vida está presente en el
centro de toda la maquinaria y diseño del universo," John Wheeler,
Princeton University professor of physics (Reader"s Digest, Sept., 1986).
Los astrónomos de la Universidad de Virginia R.T. Rood and J.S. Trefil
concluyen su libro Are We Alone ? estimando la probabilidad de que exista vida
en cualquier lugar del universo como de una entre mil millones, y así
concluyen que la existencia de vida en la Tierra, lejos de ser algo inevitable,
es el resultado de un notable conjunto de coincidencias.
"Si yo fuera un hombre religioso", dice Trefil en el último capítulo,
"diría que todo lo que hemos aprendido sobre la vida en los últimos
veinte años nos muestra que somos especiales y únicos para el deseo de
Dios". Trefil concluye que la vida en nuestro planeta es un accidente muy
destacable, siendo improbable que se hay producido otro igual en todo el
universo, lo cual es el principal argumento de su libro.
Condiciones Iniciales
Los problemas de las condiciones iniciales aparecen en muchas partes de nuestro
escenario del origen del universo, su desarrollo en un confortable hogar para
nosotros, y el origen de la vida. Estos problemas de condiciones iniciales, en
realidad, se complican si se tiene en cuenta que muchos procesos críticos en el
escenario de los orígenes tienen un carácter no-lineal, y por lo tanto,
requieren unas condiciones iniciales particularmente precisas. En el libro
citado anteriormente, Trefil y Rood estudian detalladamente algunos ejemplos de
este tipo. Yo también analizaré, brevemente, problemas de condiciones
iniciales que están relacionados con el origen del universo y con el origen de
la vida.
Resumiendo esta sección, está muy claro que parece haber algo único y
especial con nuestro hogar en el universo y nuestra existencia en él.
Origen del Universo
La Cosmología no es neutral cuando se enfrenta a la Filosofía y a la Teología.
Un universo que hubiera existido eternamente es mucho más agradable para una
visión ateísta o agnóstica del mundo, puesto que un universo con comienzo
parece necesitar de una primera causa; ¿ quién podría imaginar un efecto tal
como ése sin una causa suficiente ?.
En un dramático artículo en el American Association for the Advancement of
Science de 1977, Robert Jastrow, profesor de la Universidad de Columbia y
director del Goddard Space Center, hizo una exposición que más tarde sería
publicada en un libro titulado God and the Astronomers. En esta presentación,
Jastrow, que se considera agnóstico, indicaba que las evidencias para la
cosmología del Big Bang han superado al resto de las cosmologías desde 1929,
pero que muchos científicos han rehusado aceptarla debido a que no les
satisface sus implicaciones filosóficas.
Por ejemplo, Sir Arthur Eddington cuando se encontraba comentando el Big Bang en
los años 1950, hizo la siguiente indicación: "Desde el punto de vista de
la Filosofía, la noción de un comienzo del orden presente de la Naturaleza es
una noción repugnante... a mí me gustaría encontrarme con una escapatoria más
genuina".
En la década de los años 1970, tras el descubrimiento en 1965 de la radiación
de fondo [radiación remanente de micro-ondas], John Gribbin dijo en Nature:
«El mayor problema con la teoría del Big Bang es filosófica - puede que
incluso sea teológica -; la cuestión es: ¿ qué había antes del "Bang"
? Este problema fue suficiente para dar un gran ímpetu a la teoría del "Steady
State"; pero esta teoría en estos momentos se encuentra en permanente
conflicto con las observaciones, la mejor manera de evitarnos estas dificultades
iniciales es un modelo de universo que se expande desde una singularidad, después
vuelve a colapsar, y así vuelve a repetirse el ciclo indefinidamente».
[Unos artículos publicados en 1984 por Guth y Bludman en la revista Nature en
1984 demuestran la imposibilidad de un universo "oscilante" de esta
manera.]
Jastrow llegó a declarar que ya era hora de que los astrónomos comiencen a
reconocer las implicaciones filosóficas de sus descubrimientos. Jastrow concluyó
su presentación con el siguiente comentario: "Para el científico que ha
vivido con su fe en el poder de la razón, la historia [del big bang] termina
como una pesadilla. Durante los últimos trescientos años, los científicos han
estado escalando la montaña de la ignorancia, y cuando ellos se encontraban
llegando a la roca final, se han dado cuenta que una banda de teólogos estaban
allí sentados desde hace siglos".
Es más, recientes medidas realizadas por el satélite Cosmic Background
Explorer (COBE) y por el Hubble Space Telescope, ambos en 1992, parecen
confirmar más allá de la duda razonable que la cosmología de Big Bang es
realmente correcta. George Smoot, profesor de la Universidad de California en
Berkeley y principal investigador del equipo COBE que realizó el
descubrimiento, tras estudiar los datos de las observaciones dijo: "Lo que
parece que hemos encontrado es evidencias del nacimiento del universo ... es
como observar las huellas de Dios". "La comunidad científica está
preparada para considerar que la idea de Dios creador del Universo es una hipótesis
más respetable hoy que en cualquiera de los últimos 100 años", según
declaró el historiador de la ciencia Frederic B. Burnham.
No descubrimos nada nuevo si decimos que el libro de Stephen Hawking Una Breve
Historia del Tiempo tiene el propósito de intentar escapar a las implicaciones
del Big Bang, contra las que el autor hace objeciones filosóficas, pero no
científicas. El libro está lleno de conjeturas no enraizadas en la ciencia
observacional y no deberían tomarse como ciencia cuidadosa sino como argumentos
polémicos motivados por sus propias creencias "religiosas". El hecho
por el que Stephen Hawking se vio obligado a escribir este libro indica la
fuerza del Big Bang en los argumentos de un universo teísta.
La Teoría de Información y el Origen de la Vida
Las funciones mínimas necesarias para la vida requieren una gran complejidad
molecular: procesamiento de energía, almacenamiento de información, y todo el
proceso de reproducción. La evolución química, que es diferente de la evolución
biológica, no puede hacer uso de la mutación y de la selección natural para
resolver sus problemas (que por cierto tampoco resuelven la macroevolución).
La evolución química es la responsable del desarrollo de los sistemas
vivientes partiendo de una sopa prebiótica que inicialmente no poseía moléculas,
y mucho menos sistemas con capacidad de reproducirse. La producción de moléculas
tales como proteínas, ARN y ADN procedentes de una sopa prebiótica es
extremadamente difícil de imaginar. La euforia original asociada con la
producción artificial de aminoácidos a base de condiciones prebióticas, tal
como fue realizada por Stanley Miller en 1952, ha sido reemplazada por un sombrío
reconocimiento de que el verdadero problema es el ensamblamiento de tales moléculas
en funciones biopolímeras. Es un problema análogo a la extracción de letras
de una caja al azar con la esperanza de conseguir accidentalmente una secuencia
que corresponde a palabras, frases y párrafos completos.
Como Sir Fred Hoyle sugirió en The Intelligent Universe "El escenario
actual del origen de la vida es algo así como si un tornado pasara por la
chatarrería de la compañía aérea de Los Boeing y construyera accidentalmente
una avión 747".
En un artículo del Scientific American (February, 1991), Sir Francis Crick
indicó "El origen de la vida parece ser un milagro, tantas son las
condiciones que deberían haberse cumplido para que esto ocurriera".
En este mismo artículo, Harold Klein que presidió el comité de la Academia
Nacional de Ciencias que revisó el origen de la vida indicó: "La bacteria
más simple es tan condenadamente complicada para un químico que es prácticamente
imposible imaginar como se formó".
Quién crea que los trabajos recientes sobre el ARN serán capaces de resolver
el problema del origen de la vida debería leer el artículo de Robert Shapiro
sobre Origins of Life and Evolution of the Biosphere (1988) o el artículo de
Klaus Dose en Interdisciplinary Science Reviews (1988) titulado "Origin of
Life: More Questions than Answers."