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VOLUNTARIOS - TEXTOS


Los que saben dar sentido a la vida: Voluntarios: "Anónimos artistas". 
Ser voluntario es ser un ser humano, humano.
Ser voluntario es entrar en la calle, en la casa, en el hospital, en la 
cárcel, en el pueblo y en la aldea donde haya un ser que sufre.
Ser voluntario es entrar con el corazón, en el corazón del que lo 
pasa mal.
Cuando el voluntario visita a alguien que está solo, le cura la 
soledad; cuando le habla, le ayuda, le escucha y le siente: el solitario 
mejora de la soledad, que es (junto a otras) la enfermedad de los 
ancianos.
Se sabe que el voluntario va a trabajar gratis, no va a ganar nada. 
Yo quiero negar esto: el voluntario va a ganar muchísimo, va a ganar el 
placer de ser útil, la risa de un anciano, la sonrisa de un enfermo, el 
abrazo de un niño sin padres, la amistad de un paralítico o el cariño de 
un preso.
El voluntario sabe que el camino -de su vocación elegida- es ir 
donde vive el dolor. El dolor físico o psíquico le espera y tiene que ir 
lleno de ilusión, alegría, comprensión y amor de poderlo dar; ilusión, 
comprensión, alegría y amor -tesoros espirituales que si no se poseen 
no se pueden dar-. El joven voluntario deja voluntariamente de ir a la 
discoteca, a la "barra", para ir desde la silla a la cama con un 
minusválido en sus brazos. ¡Qué bella escena! 
Al mal sólo le destruye el bien.
Al dolor, le puede destruir el amor -no sólo la farmacia-.
Hacerse voluntario también es salvarse del aburrimiento que acecha, 
salvarse de lo vulgar, de lo material, y os hace sentir que sois útiles, 
que sois solidarios, que sois amorosos, que sois importantes, que sois 
una aspirina inmensa, que quien os "cate", se cura.
Y os pido que a vuestros amigos y amigas les contagiéis de ese virus 
de bondad que tenéis, para que también sean nuevos voluntarios.

Más que un premio gordo de la lotería.
Más que un premio Nobel de lo que sea,
recibe el voluntario cada noche al acostarse,
recibe el voluntario que durante 
unas horas al día ha alegrado a un triste,
ha hecho sonreír a un enfermo,
ha paseado en su silla a uno que no puede pasear.

El premio del voluntario es que pasa 
a ser un artista.

El voluntario 
no ha pintado un cuadro,
no ha hecho una escultura,
no ha inventado una música,
no ha escrito un poema, 
pero ha hecho una obra de arte 
con sus horas libres.

Todavía hay milagros, 
milagros demostrables,
que los hacen, los hacéis, 
y los harán 
los nuevos voluntarios. 

GLORIA Fuertes

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