¿EN QUÉ CONSISTE LA VIOLENCIA DOMÉSTICA?


Por el Dr. Jesús Arina*

Actualmente, el problema de la violencia doméstica contra la mujer es tan serio que es  comparable con el problema del SIDA. De 2 a 4 millones de mujeres anualmente son  agredidas por su compañero, esposo, novio, o amante. Entre el 15 y el 25 % de esas  mujeres están embarazadas; lo cual hace más grave aún el problema. 

Las estadísticas nacionales muestran que la esposa golpeada resulta con más daños y  necesita más ayuda y tratamiento médico que las afectadas por violación, accidentes de  autos y asaltos, en conjunto. Las mujeres maltratadas constituyen el 20 % de las mujeres  que acuden a los servicios de emergencia con heridas. 

La violencia doméstica no siempre resulta fácil de definir o reconocer. En términos  generales podríamos designarla como el uso deliberado de la fuerza para controlar o  manipular a la pareja o a la prole. 

Se trata del abuso psicológico, sexual o físico habitual. Sucede entre personas  relacionadas afectivamente, como son marido y mujer o adultos contra los menores que  viven en un mismo hogar. 

La violencia doméstica no es solamente el abuso físico, los golpes, o las heridas. Son  aún más terribles la violencia psicológica y la sexual por el trauma que causan, que la  violencia física, que todo el mundo puede ver. Hay violencia cuando se ataca la integridad  emocional o espiritual de una persona. 

Pero siempre la violencia física, la más evidente, es precedida por un patrón de abuso  psicológico, que es usado sistemáticamente para degradar a la víctima, para erosionar y  aplastar la auto-estima de la mujer. 

La violencia psicológica se detecta con mayor dificultad. Quien ha sufrido violencia física  tiene huellas visibles y puede lograr ayuda más fácilmente. Sin embargo, a la víctima que  lleva cicatrices en la psiquis o alma le resulta más difícil obtener compasión y ayuda. 

También lo dificulta, por ejemplo, la habilidad manipuladora de su esposo que presenta a su  esposa como exagerada en sus quejas. 

A la violencia física precede, a veces, años de violencia psicológica. La violencia  psicológica es, despreciar a la mujer, insultarla de tal manera, que llega un momento en que  esa mujer maltratada psicológicamente, ya cree que esos golpes se los merece. Y qué  difícil es convencer a una mujer de que vaya a pedir auxilio cuando cree que no lo  necesita.

Hay mujeres que se avergüenzan por lo que les sucede y que hasta se creen  merecedoras de los abusos. Por eso prefieren mantenerlos en secreto y así esa situación  puede prolongarse durante años. Los que maltratan a sus víctimas lo hacen de acuerdo a  un patrón de abuso psicológico.  Igual que en el caso del alcohólico, el que golpea a una mujer o la maltrata psicológica o  sexualmente, lo primero que hará es negarlo.  Negación es decir: "No, es que yo le pego con razón". No hay ninguna razón para golpear  a una mujer, ni a nadie. Pero lo niegan. Dicen: "Yo no la he golpeado, yo no le hecho nada,  sólo tocarla". 

Otra forma de abuso psicológico es el aislamiento. He conocido casos en que le hacen el  vacío a la mujer, ni le hablan, ni la miran y entonces ella se va creyendo que se merece ese  trato.  La intimidación es también un abuso. "Si dices algo te mato." Muchas mujeres no se  atreven a hablar, por las amenazas que sus maridos o sus compañeros lanzan contra  ellas. Otra forma dentro de ese patrón de abuso psicológico es echarle la culpa a la víctima, la  mujer. Desde que se inventaron las excusas y eso viene desde Adán y Eva, uno le echa la  culpa al otro.  Tanto el adicto a cualquier droga como el abusador, siempre tienen excusas y le echan la  culpa a alguien. 

Conocí a una mujer cuyo marido la golpeaba porque se ponía "jeans". Y yo le preguntaba  al esposo: "Ud. qué prefiere, ¿que vaya con una falda corta?" No sabía que responderme.  Le echaba la culpa a ella y por eso le pegaba. "No - le dije yo - Ud. no la golpea por los  pantalones, sino porque Ud. es una persona insegura que no cree ni en su mamá. ¿Le ha  dado ella motivo para que Ud. sea celoso?" "No, ella no me ha faltado" me respondió.  "Entonces por qué le pega?" 

También dentro de ese hábito de abuso psicológico está el abuso económico. "Si dices  algo no te voy a dar la mensualidad". Vi un caso en que dejó a la esposa, porque finalmente  ella fue a la policía, porque por poco la mata. El hombre la cogió por el cuello y la esta  ahogando. Si no es por el hijo mayor, que agarró a su padre y le hizo una llave, la mata. La  hija de 11 años llamó a la policía. Y ese hombre decía que no, con todos los golpes que dio,  aún lo negaba. Llamó a un abogado y trató de quitarle la casa a su esposa.  Vino la policía, levantó el acta y cuando al día siguiente fue la mujer a preguntar le  dijeron: "A su esposo ya lo soltamos". "¿Cómo?" "Porque el sargento no firmó el parte  policial". ¿Y qué culpa tienen la mujer y los hijos? Después de esto el hombre le puso una  demanda de divorcio, se siente ofendido, a pesar de que por poco la mata delante de sus  hijos. La mujer no tiene dinero para pagar abogados.  Dentro de ese abuso psicológico de los maridos que golpean (lo que se llama en  psicología la triangulación), hay otro tipo de abuso: utilizar a los hijos para hacerles sentir  culpables a las esposas. En este caso los hijos sirven de mensajeros: "dile a tu madre  que..." 

Las amenazas a través de los hijos, las amenazas de que le van a quitar al hijo, todos  estos son abusos psicológicos que preceden al abuso físico. Yo se lo pronostiqué a una  persona por lo menos 8 meses antes. Le dije: "Su esposo la va a golpear". "No, él es  incapaz", me respondió ella. Y así sucedió, aunque él es Ministro de la Eucaristía. No es  por ser Ministro por lo que ha hecho esto, sino por no ser un buen Ministro.  Todos estos abusos impiden que la mujer deje el hogar, ese hogar violento. Es que esa  paliza psicológica a que están sometidas muchas mujeres, es más horrorosa que el abuso  físico. Pregúntele a cualquier mujer a la cual han maltratado físicamente qué es lo que le  duele más; si las palabras hirientes, los desprecios o los golpes. Los golpes se pasan, los  abusos psicológicos, los insultos, los desprecios se clavan en el corazón. 

Manifestaciones de violencia psicológica: 

a) Abuso verbal: Rebajar, insultar, ridiculizar, humillar, utilizar juegos mentales e ironías  para confundir, etc. 

b) Intimidación: Asustar con miradas, gestos o gritos. Arrojar objetos o destrozar la  propiedad. 

c) Amenazas: De herir, matar, suicidarse, llevarse a los niños. 

d) Abuso económico: Control abusivo de finanzas, recompensas o castigos monetarios,  impedirle trabajar aunque sea necesario para el sostén de la familia, etc. 

e) Abuso sexual: Imposición del uso de anticonceptivos, presiones para abortar,  menosprecio sexual, imposición de relaciones sexuales contra la propia voluntad o  contrarias a la naturaleza. 

f) Aislamiento: Control abusivo de la vida del otro, mediante vigilancia de sus actos y  movimientos, escucha de sus conversaciones, impedimento de cultivar amistades, etc. 

g) Desprecio: Tratar al otro como inferior, tomar las decisiones importantes sin consultar  al otro. 

Síntomas para reconocerse víctima de violencia doméstica: 

a) ¿Has llorado hasta dormirte por haber sido golpeada o insultada por tu esposo? 

b) ¿Has ocultado heridas o hematomas quedándote en casa, o poniéndote lentes  oscuras? 

c) ¿Te has dicho a ti misma: "Esta situación va a mejorar, debo tener paciencia"? No te  engañes. Con esa actitud sumisa alientas al abusador a que continúe igual o peor. 

¿Sabes lo que es el verdadero amor?  Algunas personas lo confunden con los celos, el control, el abuso, el maltrato, las  exigencias excesivas y los gritos. El amor no debe doler. El amor implica confianza,  protección, respeto a los gustos del otro, comunicación, caricias, ayudas al crecimiento  emocional y espiritual. Consiste en compartir la vida con alegría, dialogar sobre las  diferencias y preferencias, y respetar la integridad física, moral y espiritual de la persona  amada. 

Las mujeres que aguantan una relación abusiva indefinidamente acaban perdiendo su  salud física y mental.  Las mujeres en situaciones abusivas pierden su autoestima. No saben protegerse, ni se  dan cuenta del peligro que corren. 

Violencia doméstica y divorcio:  Existe una violencia frecuente en las familias de divorciados: Utilizar a los hijos como  campo de batalla para dirimir sus odios, resentimientos o incapacidad de dialogar como  adultos. Se abusa de los hijos cuando uno de los padres les habla mal del otro o cuando les  obligan a llevar mensajes de frustración y culpabilidad entre sus padres. Con eso todos se  hacen daño, pero el más afectado suele ser el mensajero.  ........................

* El Dr. Jesús Arina es psicólogo en la práctica privada en Miami, Florida, U.S.A.  _________________________________________________

El porqué de la violencia doméstica

Primero hay una raíz cultural histórica. Durante mucho tiempo nuestra sociedad ha sido  muy machista, el hombre ha creído que tiene el derecho primario a controlar, a disciplinar  con severidad, incluso a abusar de la vida de la mujer y de los hijos. Eso ha sucedido bajo  la apariencia del rol económico del hombre, proveedor de la alimentación.  No crea que en EE.UU.. no se golpea a la mujer. El padre americano, en tiempos de la  colonia, tenía derecho hasta de matar al hijo cuando no le obedecía. Los españoles éramos  brutos pero no tanto. 

Otra causa es la cultura actual. La gente se tira de los pelos. ¿Por qué pasa esto? El  modelo presente de nuestra sociedad está reforzando el uso de la fuerza para resolver los  problemas. Por eso el abusador usa la fuerza física, para mantener el poder y el control  sobre la mujer, porque ha aprendido que la violencia es efectiva para obtener ese fin de  control y como ellos no han sufrido las consecuencias, las mujeres se han callado.  La violencia doméstica ocurre en todos los niveles de la sociedad, no solamente en las  familias pobres. En las familias ricas sucede lo mismo. Lo que pasa es que una mujer a  quien le dieron una paliza, si tiene dinero, se va tranquilamente a una clínica privada y aquí  no ha pasado nada. Las que son pobres tienen que ir al hospital y allí los médicos dicen: "A  esta mujer la han golpeado" y la policía se encarga de eso.  Entre blancos, negros, amarillos, católicos, judíos, protestantes y evangélicos; entre  todos, existe la violencia doméstica. Pero no por ser protestantes o católicos, sino, por no  ser como deben ser. 

Otra causa de este problema son los medios de comunicación. En la televisión la  violencia es glorificada, los estereotipos que nos presentan son de violencia sexual.  Cuando un marido por la fuerza tiene relaciones sexuales con su esposa, eso se llama  violencia sexual, porque la mujer también tiene derecho a decir que no. Si a una mujer,  como yo oigo todos los días, se le insulta, se le veja, se le dice barbaridades, no se le habla  y solamente se la utiliza para tener relaciones sexuales con ella; ¿Cómo va a querer estar  con su marido? Tiene el derecho a decir que no, todo el derecho del mundo.  En muchos casos, también la violencia doméstica está íntimamente relacionada con el  alcohol y las drogas. ¿Qué sucede cuando una persona consume drogas o se emborracha?  En esta parte del cerebro tenemos los centros vitales, comunes con los animales y allí está  el centro de la agresividad o del instinto agresivo. Todos los hombres y las mujeres lo  tenemos. Pero en la persona normal, esos centros se comunican con la parte consciente  del hombre, lo cual diferencia al hombre del animal. 

Cuando uno toma alcohol o usa cualquier droga, estos centros quedan como un barco sin  timón. Y ¿Qué le pasa a un barco sin timón? Pues se estrella contra las rocas. Sobre todo  la agresividad, el instinto sexual, quedan sin control. Entonces viene el golpear a la mujer y  a los hijos bajo el efecto del alcohol y el abusar de la mujer sexualmente. El 50 % de los  casos (que se conocen) de abuso sexual entre los hijos, es entre personas alcohólicas o  adictas, porque surge el animal que hay dentro de nosotros mismos.  Los recuerdos, los valores, los consejos, cuando uno usa o abusa del alcohol o drogas,  no funcionan y viene la violencia doméstica.  A pesar de la llamada "liberación femenina" (que en realidad muchas veces ha llevado a  la mujer a mayor esclavitud), todavía hay hombres que consideran a esposa e hijos como  objetos de su propiedad. Por eso se creen con el derecho a descargar sobre ellos su  frustración o malhumor maltratándolos a su antojo. 

Como los hijos imitan a padres, se da con frecuencia que quienes en la niñez fueron  testigos de abusos físicos entre sus padres, repiten la misma conducta cuando llegan al  estado adulto. Aprendieron que los problemas y conflictos se afrontan con la fuerza bruta.  Ese aprendizaje negativo se arraiga tanto que muchas veces pasa de generación en  generación. Si a esto se añade la "glorificación" de la violencia en los medios de  comunicación, podemos entender el por qué muchos seres humanos recurren a la violencia,  a veces con una frialdad que asusta más que el mismo acto violento.  La experiencia enseña que muchos de los abusadores familiares parecen "mosquitas  muertas"; pasan por personas educadas y suaves, pero en el fondo son individuos celosos  con una pobre imagen de sí mismos y que viven en un mundo irreal. Si a esas personas les  da por tomarse unos tragos de más, cosa frecuente, la explosión violenta será mucho  mayor. 

¿Qué pasa con las víctimas de la violencia familiar? 

Muchas siguen sufriendo hasta quedar completamente destruidas física, psicológica y  moralmente. Otras acusan a sus agresores ante la policía, que muchas veces no toma  debidas cartas en el asunto. Y ocurre, además, lo que no quisiéramos que ocurriera: La  víctima también se vuelve violenta.  Entendemos que las personas que sufren hambre endémica se subleven y hasta se alcen  en armas. ¿Por qué no entendemos que una mujer pisoteada, escarnecida, degradada en  lo más íntimo de su ser pueda explotar y volverse violenta? Eso, aunque no se justifique, se  explica.  Hay que buscar soluciones para que el abusador cambie y la víctima deje de serlo. Hay  que ayudar a los dos, pues ambos son hijos de Dios en dificultades.  _________________________________________________

¿Por qué se mantiene la mujer en esta relación?

Muchos se preguntan: ¿Por qué la mujer maltratada física, psicológica y sexualmente  tolera esa situación durante años? Esta pregunta se parece a otra que se oye mucho: ¿Por  qué las esposas de alcohólicos no se separan o lo hacen sólo después de muchos años de  sufrimientos? Hay varias razones. La mujer del alcohólico, la persona abusada se vuelve  codependiente de su marido (el agresor), aún después de ser golpeada. Yo he escuchado  esta frase: "Es que yo lo quiero tanto". Personas que llevan años soportando golpes dicen:  "Yo no me separo porque lo quiero". Es imposible querer a una persona que te está  tratando como si fueras un animal; o es que estás muy mal de la mente. Eso no es querer,  eso es depender de esa persona. 

Recuerdo que alguna vez dijeron durante una terapia: "Es que yo me siento culpable de  lo que está pasando". A los 4 días de que por poco la mata, ella se sentía culpable. Era una  mujer de Dios, que había luchado y se creía culpable, como si se mereciera el maltrato.  ¿Por qué se lo cree? Porque él se lo ha dicho tantas veces que cuando la golpea cree  merecerlo. Muchas mujeres quisieran que se acabara la violencia pues quieren recibir  amor. "Si mi esposo cambiara", dicen.  Todo ser humano puede cambiar con la ayuda de Dios. Pero, si él no reconoce que tiene  esos problemas, jamás en la vida va a cambiar. El típico abusador, el que maltrata, cree no  tener problemas, igual que el alcohólico. ¿Cómo va a cambiar? 

Otro motivo por el cual algunas mujeres no se separan de este problema de  codependencia completa, es que las anima la familia y lamentablemente la Iglesia, a  permanecer con el abusador. Sobre todo la familia les aconseja que mantengan esa  relación por "el bien de tus hijos". "¿Cómo vas a dejar a tus hijos sin padre?", les dicen.  ¿Qué es mejor, tener un padre que golpea a su madre y que luego golpeará a sus hijos,  o no tener padre? Se les hace mucho más daño a los hijos cuando ven que su padre  golpea a su madre. Para los niños pequeños la madre es la base de toda su vida, la base  de su afectividad, la base de su seguridad. Si una madre es golpeada, sus hijos se  derrumban afectivamente. Es mucho mejor separase. Yo no estoy a favor del divorcio, pero  la separación es, a veces, menos dañina. 

A veces las mujeres no se separan y sufren en silencio por miedo a perder su seguridad  económica y la de sus hijos. Esto sucede sobre todo en la mujer que no tiene educación.  Por eso yo le digo a toda mujer: "Estudie, prepárese, Ud. no sabe lo que le va a pasar el día  de mañana". Ojalá que la mujer no tenga nunca necesidad de salir a trabajar y pueda cuidar  a sus hijos. Yo pienso así, y mi señora mientras mis hijos fueron pequeños, nunca fue a  trabajar. Pero muchas mujeres que están siendo maltratadas piensan: "¿Ahora qué voy a  hacer?".  Otras veces no se separan debido a las amenazas de más violencia o de muerte, si  intentan separarse. "Si le dices algo a la policía te mato". Ese suceso está a la orden del  día.  También le impiden a la mujer a veces darse cuenta de que está siendo maltratada, sus  creencias religiosas. Que quede bien entendido esto: hay que luchar por mantener el  matrimonio, pero en una situación de estas no es deber de una mujer mantenerse casada a  toda costa. Dios no quiere eso. Yo he oído decir a estas mujeres muchas veces: "Esta es la  voluntad de Dios". No metamos a Dios en la violencia; él no quiere que se maltrate a la  mujer ni a los hijos. Dios no quiere eso. 

Es cierto que hoy las mujeres maltratadas buscan más ayuda que en el pasado; se va  dejando a un lado esa absurda actitud pasiva respecto a los esposos abusivos. Pero  algunos estudios señalan que todavía entre dos y cuatro millones de mujeres son agredidas  severamente por el mal llamado sexo fuerte.  Cuando se pregunta a algunas mujeres por qué aguantaron maltrato durante años, la  respuesta más común es ésta: "Por mis hijos; no quería que se criaran sin un padre".  Parece una respuesta válida, pero si la analizamos profundamente descubrimos su  inconsistencia. Sucede que en una situación de violencia los hijos también salen perdiendo.  El crecimiento en una atmósfera de miedo, tensión y terror influirá negativamente en su  desarrollo emocional y más tarde se manifestará en el abandono escolar, en el uso de  drogas, en desórdenes psicológicos y en violencia y delincuencia.  ¿Es justo mantener a los hijos en ese ambiente infernal? Aunque sea triste que unos  hijos se queden sin padre, peor es que crezcan viendo cómo su padre maltrata a su  madre.

Hay víctimas que también dan esta otra respuesta: "Es mi deber seguir casada...ésa es la  voluntad de Dios." Ignoran que el matrimonio es una alianza de amor, instituida por Dios  Amor. Aunque la Iglesia no admite el divorcio de matrimonios válidamente celebrados, sí  admite la separación cuando hay signos inequívocos de desamor, como es el maltrato  sistemático.  En muchos casos influye el factor económico. Soportan cuanta vejación venga con tal de  no perder la seguridad económica para sí y sus hijos. Se trata generalmente de mujeres  con poca preparación académica, conscientes de que sin el marido no podrían vivir  cómodamente.  Lo peor es que la mujer repetidamente abusada se destruye psicológicamente. Su yo, su  identidad individual, se erosiona. Eso la incapacita para tomar las decisiones correctas. Cae  en la ambivalencia efectiva ("¡Qué bueno es él cuando no me golpea!"); su autoestima  queda por los suelos hasta creer ella misma que merece tales insultos y golpes.  Cuando una persona cae a ese nivel, su capacidad de decisión queda prácticamente  anulada, porque el principio vital está herido de muerte. Si a una persona así aplastada se  le amenaza con un "Si me denuncias, te mato", se sentirá paralizada. Quizás en un último  intento de supervivencia reaccione, pero usando las mismas armas que a ella la han  destruido.  No dejen que las aguas se conviertan en torrentes destructores. Ayuden a las víctimas de  la violencia y anímenlas a romper esa dependencia nociva.  _________________________________________________

¿Cuál es la dinámica de la violencia doméstica?

En toda violencia doméstica existe como un ciclo, un círculo, que pasa por tres fases  importantes. Todo ello produce el síndrome o los síntomas del abandono. Como ya he  dicho, es algo aprendido. 

La primera fase de ese ciclo es el abuso psicológico, se van creando tensiones entre el  esposo y la esposa, esas tensiones van en aumento. Empiezan por insultos y desprecios y  eso va creciendo, se gritan y llega un momento (eso no llega de la noche a la mañana); en  que viene una explosión de rabia y la mujer es golpeada. La primera fase es abuso  psicológico que termina en una explosión de abuso físico: heridas y golpes. 

La segunda parte de ese ciclo se llama el período de reconciliación. El hombre al  principio se da cuenta de lo que ha hecho y entonces se vuelve un poco más amable y  hasta le lleva flores a la mujer. Se disculpa, hace todo lo que puede para convencerla de  que la ama verdaderamente, sobre todo si ella amenaza con separarse. Esta conducta  "cariñosa" completa la victimización. 

¿Por qué? La tercera fase es un período de ambivalencia. La mujer no sabe qué hacer.  Se dice a sí misma: "Sí, me golpeó, pero por otra parte es cariñoso, me ha traído flores..."  Pasa un tiempo y da la vuelta el círculo a la primera fase. Empiezan las tensiones, crecen  otra vez y ya el espacio entre la golpeadura primera y la segunda es más corto. Vuelve otra  vez el ciclo. 

El hombre que golpea a su mujer, sobre todo si lo hace varias veces, si no se pone en  tratamiento no se va a curar. No espere nadie que se cure. Si ella permanece junto a él, el  ciclo va a comenzar otra vez y las golpizas van a ser cada vez más repetidas. La motivación  en la mujer, que al principio tuvo ese deseo de separarse o de pedir auxilio, cada vez va a  disminuir más. Va creciendo su falta de esperanza, ya no tiene fuerzas para protestar. Se  vuelve pasiva y "sumisa", no con la sumisión del Evangelio, sino esclava.  Hay que entender bien las palabras del Evangelio, no hay sumisión verdadera, si no hay  respeto por la persona. En este caso, la mujer termina en un completo desamparo. Por eso  lo llamo: El Síndrome del desamparo.  _________________________________________________

¿Cuál es la personalidad del abusador?

El abusador tiende a ser una persona aislada, no se relaciona mucho con otros, es  celoso hasta de su propia sombra, tiene baja autoestima. Esta es una característica que  siempre tiene, una autoestima a raíz del suelo, que le ocasiona frustración y la frustración  trae violencia. Además, tiene una expectativas rígidas de su rol sexual como hombre. Este  es el típico macho. Y el machismo lo que está tapando, es un complejo de inferioridad, la  baja autoestima. Por eso trata de aparentar lo que no es. 

Generalmente los abusadores que golpean, que hieren, presentan un lado suave. Hay  muchos muy educados, hasta religiosos.  Después de una década de investigaciones, dos profesores de psicología (el Dr. John  Gottman y el Dr. Neil Jacobson), han llegado a la conclusión de que los hombres abusivos  caen en una de dos categorías: el "pit bull" o perro y el "cobra" o serpiente. A continuación,  las características individuales de cada uno. 

"Pit bull ":
•Solamente es violento con las personas que ama. 
•Es celoso y tiene miedo de que lo abandonen. 
•Priva a su esposa o novia de su independencia. 
•Pronto a la ira, a vigilar y a atacar públicamente a su compañera. 
•Su cuerpo reacciona violentamente durante una discusión. 
•Tiene algún potencial para la rehabilitación. 
•Probablemente no ha sido acusado de ningún crimen. 
•Posiblemente tuvo un padre abusivo. 

"Cobra": 
•Es muy probable que sea agresivo con todo el mundo. 
•No depende emocionalmente de otra persona, pero insiste en que su compañera debe 
hacer lo que él quiere siempre. 
•Es más propenso a amenazar con cuchillos o revólveres. 
•Se calma internamente, según se vuelve agresivo. 
•Es difícil tratarlo con terapia psicológica. 
•Posiblemente haya sido acusado de algún crimen. 
•Abusa de las drogas o del alcohol. 

Los dos psicólogos ya mencionados explican en su libro "When Men Batter Women"  (Simon and Shuster), que "O.J. Simpson es un `pit bull' típico... que muestra su  comportamiento más monstruoso solamente con la mujer que ama." El "pit bull" espía a la  mujer continuamente creyendo que ésta le engaña. Es un esposo o novio muy celoso. A  todas las personas que lo tratan le cae muy bien, excepto a sus novias o esposas.  Por otro lado, el "cobra" a menudo es un sociópata. Es frío y calculador, engaña  fácilmente a su víctima y puede ser un sádico. Su violencia surge de su necesidad  patológica de salirse con la suya, ser el jefe siempre, y asegurarse de que todo el mundo  (incluyendo su esposa), sabe que él es el jefe.  Después de que su mujer ha sido físicamente maltratada y tiene miedo, a veces cesa  este tipo de abuso y lo reemplaza con un constante maltrato psicológico, a través del cual le  deja saber a su víctima, que el abuso físico podría continuar en cualquier momento.  Los psicólogos investigadores, autores del libro sobre este tema ya citado, concluyeron  que el maltrato raras veces cesa por sí solo.  _________________________________________________

Las raíces de la violencia doméstica, la codependencia y las adicciones

VIOLENCIA/RAICES: Un hueco en el alma: El abuso emocional  Hay tres grandes enfermedades, con raíces y manifestaciones psicológicas, que hoy día  están destruyendo al individuo, a la familia y por tanto a la sociedad. Estas tres son: El  alcoholismo o la adicción a otras drogas, la ira con su manifestación "la violencia doméstica"  y la codependencia. 

Para entender esto me gusta poner un ejemplo: imaginemos un árbol con raíces  profundas, un ancho tronco, y tres grandes ramas que nacen del mismo. En esas raíces, en  lo más profundo, está el vacío afectivo; en un segundo piso, pero todavía oculto, está la  baja autoestima y ya casi a flor de tierra, está la vergüenza o pena de sí mismo. Las tres  son aspectos de un mismo veneno que crean y dejan un hueco negro en el alma. Claro está  que de tales raíces no puede salir nada bueno. Debido a la savia que sale de esas raíces y  que subirá por ese tronco, nacerán tres grandes ramas, tres graves enfermedades, que  anuncié arriba: el alcoholismo o adicción a las otras drogas, la ira expresada en forma de  violencia doméstica y la codependencia. 

Estas tres enfermedades van a dar frutos o síntomas de gran dolor a nivel personal,  familiar y social; y como los cimientos sostienen o provocan el derrumbe de una casa,  empecemos por la raíz. 

El vacío-afectivo 

El ser humano al nacer y aún antes de nacer, viene con dos clases de hambre o dos  grandes necesidades: la necesidad de alimento y la necesidad de amor. Y lo mismo si no se  le da de comer a un niño que si no se le da cariño, ese tierno ser humano muere,  literalmente muere o lleva semimuerto su corazón hasta la tumba. Por eso al recién nacido,  no basta sólo darle la leche o decirle: ¡Eres lo más grande de mi vida!, con esa voz tierna  que sólo las madres tienen. Hace falta arrullarle, abrazarle y acariciarle.  El contacto físico es importante para el recién nacido pero también es de suma  importancia para el niño, para el adolescente, para el adulto y para el anciano.  Me gustó muchísimo una comparación que leí en un libro, en inglés, cuyo título traducido  es: "El amor es una elección". El ejemplo o la imagen que pone este libro es, que el ser  humano al nacer trae en lo profundo de su ser un tanque de amor en forma de corazón; y lo  mismo que un auto, añado yo, necesita constantemente que se le llene de gasolina para  poder moverse. Así que necesita de otros dos tanques de amor: el de su padre y el de su  madre vayan llenando su tanquecito; pequeño al principio, pero que va creciendo en  tamaño. 

¿Se imagina usted que pasará si el tanque de amor de la madre o del padre o, aún peor,  los dos están vacíos? ¿Que pasará cuando uno de ellos no existe porque se fue, porque se  separaron, se divorciaron, o por la muerte? ¿Que pasa cuando un padre está físicamente  presente pero el trabajo abarca todo su tiempo, o es un alcohólico o un perfeccionista?  Imagínese la tragedia cuando la mamá es la alcohólica o es una neurótica de la limpieza.  Debemos tener muy en claro que se hace daño a una persona adulta y mucho más a un  niño, no sólo perjudicándole en forma directa sino no dándole aquello que es básico para  su vida, como lo es el afecto. En todas estas situaciones hay una casi total ausencia de  afecto, que es lo mismo que sembrar la soledad, en palabras de Carlos Guantemoc  Sánchez. 

El niño cuando nace o durante el primer año de vida no sabe ni puede hablar, pero cada  niño y cada niña trae un radar perfectísimo para leer el rostro de los padres y sentir la  frustración, el desamor, el resentimiento y el dolor que hay entre ambos padres. Y todos  estos sentimientos negativos van a impedir que llegue la gasolina al motor; van a impedir  que llegue el amor de un tanque a otro, y de ambos al fruto de ese amor que es su hijo. Y  es que nadie puede dar lo que no tiene, eso está bien claro. 

Si no tienes fondos en el banco, no puedes hacer un cheque que tenga valor; si no hay  amor entre los padres es imposible que llenen el tanque corazón de su hijo. Y lo que es  peor, empiezan un tráfico en sentido contrario en una carretera de una sola vía. ¿Se  imagina usted que en una sola vía vengan auto en sentido contrario? Me refiero, a que en  lugar de los padres dar, algunos padres, esperan que los hijos les den. No ha visto el caso  de esas esposas solas o que viven la soledad de dos en compañía, como quieren recibir de  su hijo o hija el afecto que no reciben de quien deben recibirlo? 

He visto muchas madres que convierten a su hijo en su esposo emocional, y esperan que  él solucione sus demandas emocionales. Lo he visto mas de una vez. En este caso o en  casos semejantes, los padres en lugar de ser la fuente y dar agua de amor, la toman y con  ello la agotan, de esa fuentecilla que empieza a brotar como es un niño o una niña que  empieza a vivir y que está para que le den durante toda su niñez y aún después. En estos  casos los padres son ladrones de amor, no tengo otra palabra para expresar este  sentimiento. 

La solución para estos padres es que busquen primero conectarse con el tanque que no  se agota, con Dios que es la fuente última del amor, porque Él es amor y lo reparte  gratuitamente sin pedir nada a cambio. Pero ese amor que Dios les da lo tienen que cultivar  entre los dos. Por eso, ¿qué ocurrirá con ese niño que crece con ese tanque vacío o  semivacío de amor, que se hace adolescente y llega con los años a ser adulto?, ¿Que  podrá dar? Por tanto, no podrá expresar afecto a su esposa o a su esposo; y sus hijos  caminarán por el mundo como el auto con el tanque casi vacío de gasolina. Ellos caminarán  renqueando, arrastrándose a sí mismos y muriendo lentamente. Por eso para expresar este  vacío afectivo total, ese hueco del alma de un ser humano, nada mejor que las palabras de  una autora americana que se llama Alice Miller en su libro titulado, y traduzco el título, "Para  tu propio bien": "los niños maltratados están solos con sus sufrimientos, no sólo dentro de  su familia sino dentro de sí mismos. No pueden compartir su dolor con nadie, no pueden  crear un lugar en su propia alma donde poder clamar a su corazón". Y después de esto,  que ha sido como una pequeña introducción, quiero empezar, ya más en particular, a hablar  sobre el abuso emocional que yo he subtitulado: 

El niño y la niña golpeados 

NIÑOS/VIOLENCIA Siempre es triste y doloroso arrastrar la vida  cuando no se recibió amor, sobre todo de los padres durante la niñez. Todo el que ha  estudiado siquiera un poco al ser humano, le va a decir que los cinco primeros años de la  vida dejan una marca imborrable para toda la vida, para bien o para mal. Por eso, el privar a  un niño de amor es como privar de fertilizante a un árbol que empieza a crecer, pero el  golpearlo es como echarle veneno, lo va a terminar de matar psicológicamente y  emocionalmente, o mejor va a crecer herido de muerte. Pero usted sabe que hay golpes y  golpes, algunos golpes sacan sangre o dejan morados, incluso un mal golpe puede producir  la muerte... y la gente, eso si..., cuando lee en los periódicos, se horroriza si ve algo  hinchado. El ojo hinchado por ejemplo de un niño, porque le dieron un golpe, o le dejaron  morada la espalda después de una tunda de correazos, o le rompieron un bracito o sus  piernecitas, esto es criminal. Esos golpes se ven; pero hay otros mas sutiles que no se ven,  pero que se graban a fuego lento no sólo en la cinta de la mente sino en lo intrínseco de la  identidad de ese niño o de esa niña. Se graban en su "yo", y los frutos de estos golpes  emocionales se van a ver después, y desde luego, estos golpes impedirán que el tanque de  amor se vaya realimentando.  Me gustaría hablar un poco más detalladamente de esos golpes, que solamente los ven o  los oyen quienes los dan, aunque no piensen en las consecuencias futuras y terribles que  van a traer en sus hijos.  Quiero dejar bien claro desde el principio, que ningún padre y ni ninguna madre son  perfectos (iba a decir gracias a Dios), pues sin serlo muchas veces nos creemos no la  última sino la primera carta de la baraja. Por eso como dicen en mi tierra, a cualquier  escopeta se le puede escapar un tiro. Es decir, a un padre o a una madre se le puede  escapar un grito o un ¡déjame en paz que me sacas de quicio! Yo lo oí eso en la niñez, en  un momento de tensión, de cansancio o de frustración de los padres. Decimos que una  golondrina no hace verano, tal vez un grito no deja cicatriz; pero repetidos gritos, insultos  repetidos, desprecios repetidos, van dejando una herida que deja una huella imborrable y  muy difícil de cicatrizar.  Está claro, que cuando se repiten los golpes físicos, pero sobre todo los psicológicos o  emocionales, se va agotando el amor. Nosotros los adultos sabemos como duele el silencio,  tal vez más que las palabras ofensivas. Quizás usted ha experimentado el silencio durante  tres días, o semanas, o meses de una esposa herida por su esposo en su sentido de mujer.  Ese silencio es el peor de los castigos, ahora imagínese a un niño que no ha hecho nada y  no se le habla, y no se le abraza y acaricia.  Actualmente hay un tipo de silencio en forma de ausencia, porque los padres tienen que  trabajar, no por trabajar en sí, sino por trabajar demasiado. Es un silencio más hondo,  cuando el trabajo o la computadora se convierte en adicción. Conozco a una madre que ve  a su hijo dormido en la mañana, lo deja dormido en casa de su madre, y lo recoge ya  dormido a las nueve o diez de la noche. ¿Que tiempo le dedica a su niño, que no tiene más  que algunos meses de nacido? Si eso no es silencio abusivo con su hijo, que me registren,  como dicen en mi tierra.  Muchas veces, unas queriendo y otras sin querer, se prefiere el dinero al hijo; el echar  para adelante un negocio, impide que se vaya depositando afecto en el corazón tierno de  su retoño. Y que me dicen del padre, que cuando llega del trabajo se acomoda en el sillón a  ver las noticias de la televisión. Y su hijo, todavía a veces gateando o un poco mayor,  quiere jugar con él porque no lo ha visto durante todo el día; y la respuesta de algunos  padres, (afortunadamente no todos) es: ¿Tú no ves que estoy oyendo las noticias? Eso es  un golpe en la mente y el corazón de su hijo; pero lo mismo ocurre con las madres que  trabajan, pero que quieren mantenerse en forma yendo al gimnasio y a la peluquería, y  llegan corriendo a preparar la cena. Recuerdo a una niña de diez años, que en esas  circunstancias descritas, quería ayudar a su mamá. Me contaba esa niña que su madre le  decía: ¡Vete a jugar!; sola yo hago mejor las cosas porque tú eres un desastre, y después  yo tengo que hacerlo todo de nuevo! Amigo, esto repetido y repetido es un golpe que deja  huella.  Aclaro, no es que esté malo oír las noticias, no es que esté mal el ir a la peluquería o al  gimnasio; lo que está mal es cuando lo haces hiriendo a tus hijos, y mucho peor todavía,  cuando envías mensajes negativos, verbales o no. Y que tus hijos van absorbiendo como  esponjas. Esas miradas a veces de rabia, o esas frases que hieren como puñales que  suelen decir algunas madres, tales como: ¡Me vuelves loca!; ¡Sal de aquí!; o ¡Eres una  calamidad! O peor todavía, lo que oí decir a una madre alcohólica, llena de ira a su hijo de  cinco añitos: ¡Me arrepiento de haberte traído al mundo! Estas frases son flechas que se  clavan en el centro del corazón. Y que decir del silencio permanente, cuando el padre se va  y se pierde del mapa, o del silencio de largos intervalos cuando los padres se divorcian y  uno de ellos sólo ve a los niños cada dos semanas o tal vez, una o dos veces al año  cuando llegan las vacaciones.  ¿Han pensado en el daño que hacen a sus hijos, posiblemente muchas veces sin darse  cuenta, cuando en lugar de relacionarse con sus hijos pequeños están limpia que limpia, en  forma obsesiva y perfeccionista la casa? Son golpes lentos de martillo que van formando  defectuosamente la escultura de su hijo o hija, es tiempo que va robando a tu hijo y a tu  marido.  Silencio y ausencia, cuando tu reprochas a tu hijo los pequeños errores pero cierras tu  corazón y tu boca cuando hace algo bien. Por, ejemplo, cuando tu niño empezó el kinder e  hizo un dibujo, que pudo ser cuatro rayas cruzadas, pero que para él era una obra de arte,  en lugar de abrazarlo o alabarlo, guardaste silencio. Con ello haces que tu hijo o tu hija  aprendan a ver sólo los errores, pero no lo bueno que hay en sus personas.  Todos estos golpes emocionales y psicológicos, hacen tanto daño en la niñez porque el  niño o la niña no sabe defenderse; su mente apenas empieza a desarrollar lentamente  ciertos mecanismos de defensa para poder filtrar y analizar lo que ve y oye. Su mente es  como una esponja: recibe todo. ¿Se imagina lo que pasa con un aire acondicionado al que  le falta el filtro? Recibe el aire del medio ambiente tal como viene, con todas las impurezas  que van entrando sin selección. Así es la mente de un niño, recibe lo que le envían sus  padres, no tiene capacidad para decir esto es verdad o no es verdad, lo que dicen es justo  o injusto. Por eso los mensajes-golpes son como olas gigantescas que llegan sin control a  lo más profundo de ese ser indefenso. Pero que distinta es la niñez y el futuro de sus hijos  cuando ellos palpan el amor entre su padre y su madre, cuando ellos desde pequeños ven  que su madre recibe con un beso, un abrazo al padre que llega del trabajo, o cuando el  padre viene con un ramo de flores para su esposa o le da un beso a su esposa. Son  detalles que se van grabando en el alma de los niños, que van modelando su personalidad,  que van llenando de amor ese tanque-corazón. Créame, esa será la mejor herencia que  podrá dejar a sus hijos.  _________________________________________________

¿Qué es la codependencia? Dra. Doris Amaya psicóloga y experta en adicciones y codependencia

Todo tipo de pseudo-amor es destructivo; uno de ellos es la codependencia.

Cuando una persona vive su vida a través de los demás y  a costa de sus legítimas necesidades, va más allá de lo que exige el verdadero amor. Se  quema hasta el punto de no quedar ya nada de ella.  Parece un noble empeño ayudar a otras personas que se están autodestruyendo, como  en el caso de las esposas o novias de los alcohólicos o adictos a la droga, al juego o al  sexo. Sin embargo, olvidamos ayudar a los codependientes.  Todo amor que no produce paz, sino angustia o culpa, está contaminado de  codependencia. Ese tipo de amor patológico, de obsesión, es sumamente destructivo. Al no  producir paz interior ni crecimiento espiritual, no lleva a la felicidad.  La codependencia crea amargura, angustia, enojo y culpabilidad irracional. El fruto del  amor debe ser la paz y la alegría. Si no es así, algo anda mal. Somos imagen y templo de  Dios. No debemos albergar en nuestro corazón ni angustia ni ninguna otra emoción  dañina. La codependencia nace de un hambre malsana de amor, quizás provocada por un  ambiente familiar en que uno no se sentía amado. Se puede tener un hambre tan  desordenada de amor, que nos impida dejar una relación humana negativa.  El dolor en la codependencia es mayor que el amor que se recibe. Hay que tratar de  mantener una relación sólo hasta donde debamos y podamos. Debemos procurar  mantenernos en la línea del quinto mandamiento de la Ley de Dios. Si una relación humana  resulta perjudicial para la salud física, moral o espiritual, hay que cortar. La misma Iglesia  Católica permite la separación de los casados cuando la vida en común se hace  intolerable. Una de las características de la persona codependiente es que no confía en la otra  persona a la que trata de influir. Esto lo demuestra persiguiéndola, tratando de controlarla,  diciéndole lo que tiene que hacer, etc.  La sobreprotección, signo de codependencia, a veces nace de la situación de una madre  que ha perdido a su esposo. Hay madres que usan a sus hijos para llenar un vacío.  El codependiente no sabe quién es, lo que siente, cuáles son sus necesidades; vive  como un ser vacío.  El verdadero amor promueve el crecimiento mutuo. El fin de todo ser humano no es  complacer siempre a otro o ser lo que el otro espera de uno, sino ser el reflejo de Dios para  los demás: lo que Dios le creó para ser.  La codependencia aparenta ser amor, pero es egoísmo, mutua destrucción, miedo,  control, relación condicionada: "Te amo si cambias"; "Si no haces lo que digo, te recrimino,  te persigo, me siento tu víctima." En la codependencia hay una gran cantidad de  manipulación. Es una relación descontrolada: hagamos todo lo que sea para que esa  persona se acomode a mí.  En momentos de frustración, la codependencia es abusiva o de tremenda tolerancia del  abuso. La persona codependiente permite tanto que no reconoce el abuso cuando lo sufre.  Ha llegado a tener una autoestima tan baja, que ya no se da cuenta de que están abusando  de ella.  El codependiente necesita dar continuamente para no sufrir culpabilidad, ansiedad,  enojo, miedo, etc. Necesita dar, sentirse necesario para tener autoestima. Está dominado  por sentimientos enfermizos y no por la razón.  El amor humano debe ajustarse a la razón. Los codependientes se dejan llevar solamente  por sus sentimientos. Su autoestima depende del comportamiento o reacción de los  demás. El codependiente debe recibir ayuda profesional y espiritual. Debe amarse  ordenadamente a sí mismo, atendiendo a sus necesidades básicas.  Dra. Doris Amaya, psicóloga en la práctica privada en Miami y experta en adicciones y  codependencia.  ·Amaya-Doris _________________________________________________

La adicción a la ira

IRA/ADICION: Ud. habrá oído hablar de la adición al alcohol, al juego, a la comida, a las  drogas, a comprar cosas. Pues también hay personas que tienen adición a la ira. La ira es  un estado emocional normal. Cuando a uno le pisan el pie, brinca. En ese caso la ira es un  sentimiento normal, con ciertos límites.  Cristo se airó en el Templo, sintió ira, porque habían convertido la casa de Dios en cueva  de ladrones. Cuando vinieron los niños a El y los apóstoles no les dejaron que se  acercaran, el Señor se enojó. Esa es la ira normal, es una reacción normal.  Hay otro grado al cual puede llegar la ira que es lo que llamamos "la rabia", la furia. Ese  es un grado muy grande de ira, la ira normal no lleva a la agresión . Puede ser una agresión  de palabra, que tampoco está bien, pero la rabia es una forma muy fuerte de sentir ira. Es la  más terrible y lleva a la violencia, a la agresión.  No hay que confundir ira o rabia con resentimiento. En el resentimiento hay su parte de  ira también, que la persona va almacenando, en lugar de soltarla. Esta piensa en lo que le  hicieron y lo va guardando. Por eso se llama resentimiento, pues significa volver a sentir. La  ira va destruyendo a la persona que la siente, no al que causó el resentimiento. Esa  persona ni se entera. La ira siempre lo destruye a uno y el odio es el proceso final del  resentimiento. Es una ira congelada.  Hay personas adictas a la ira. ¿Cuándo se puede decir que una persona es adicta a la  ira? Cuando no tiene control sobre la ira y ésta es algo crónico, compulsivo. Entonces esa  persona es adicta a la ira. 

Ejemplo de ira adictiva  He oído estas frases: "A mí me importan más mis sentimientos que tú" y "Yo sé que  estuve abusando de ti, pero no puedo parar, no me puedo controlar." Una persona que no  puede controlar su ira es adicta a la ira. Igual que el que está tomando, no puede  controlarse. "Yo necesito mi ira más que a ti" dice la persona, lo cual significa que prefiere  su ira a la esposa. Eso es una adicción. Como ya he dicho, la adicción a la ira tiene mucha  relación con la adicción al alcohol y a las drogas.  Ningún adicto a la ira quiere admitir esa adicción. Es más fácil admitir que uno es adicto a  una sustancia. Es un caso como el del abusador, no quiere admitir que está maltratando.  ¿En qué se parecen la adicción a la ira y la adicción al alcohol? Puede haber, en ambos  casos, una predisposición genética. De padres violentos, hijos violentos. Lo dice la Biblia, la  violencia engendra violencia. Lo han dicho los Papas de la Iglesia Católica.  En los dos casos, la ira y el alcohol se utilizan como un mecanismo para resolver los  problemas. Pero resulta que ni el alcohol ni otras drogas, ni la violencia, resuelven los  problemas que hay en la familia o en la persona. Ese mecanismo llega a ser  autodestructivo.  En el alcohólico hay un problema emocional, hay una baja autoestima. En el adicto  abusador también hay una baja autoestima. ¿Cómo quiere el alcohólico solucionar el  problema? Tomando. ¿Cómo quiere solucionar el abusador esa baja autoestima?  Golpeando. Esas son las explosiones de ira. Momentáneamente descarga su ira, pero  cuando se da cuenta vienen más problemas, más vergüenza, más culpabilidad, en el  alcohólico y en el que golpea. Para quitar esa vergüenza, esa frustración, otra vez vuelve a  tomar o a golpear. Por eso los abusadores y los borrachos o drogadictos utilizan esto como  un mecanismo que los va a destruir a ellos y a otras personas.  Las dos adicciones tienen muchos componentes iguales. El alcohólico o drogadicto utiliza  la negación igual que el que golpea o abusa. En el alcohólico hay lo que se llama la  tolerancia y el que abusa, cada vez va abusando más y más. En las dos adicciones  disminuye la autoestima de la persona. Si ya la tenía baja, disminuye todavía más. Ambas  adicciones engendran vergüenza de sí mismo y en ambas la adicción puede ser provocada  por la falta de autoestima. En las dos, también, el "yo" de la persona, queda totalmente  destruido y en ambas adicciones, sobre todo lo que más se destruye son los sentimientos,  la afectividad. Es la enfermedad de los sentimientos, en ambos casos.  _________________________________________________

La violencia es contagiosa

Aunque en estas páginas prestamos primordial atención a las mujeres, no ignoramos la  complejidad del problema. Reconocemos que también hay mujeres violentas y abusivas que  le hacen la vida imposible a sus compañeros.  Aunque nunca se justifique que el hombre le levante la mano a su pareja, es un hecho  que hay mujeres que exasperan a sus hombres. Mencionemos cuatro de las ofensas que  más hieren a los hombres: Primero, el adulterio o infidelidad de la mujer. Segundo, el  despilfarro; hay mujeres gastadoras que arruinan a sus maridos. Tercero, el incumplimiento  de los deberes domésticos. Cuarto, la inconformidad; hay mujeres que se quejan de todo.  Hecha la precedente aclaración, continuemos nuestra exposición subrayando que  cuando presentamos a la mujer como víctima debe tenerse presente la posibilidad de que el  hombre también lo sea.  La violencia doméstica tiene un incuestionable efecto negativo en la salud física y mental  de la mujer, como lo demuestra la experiencia. La víctima de la violencia doméstica puede  sufrir síntomas de depresión, ansiedad, dolores corporales, compulsividad, obsesiones y  paranoia, según reporta un artículo titulado "Más propensa la mujer a los problemas  mentales", publicado en la revista puertorriqueña "El Nuevo Día", marzo 8 de l994.  En algunos casos, las víctimas de la violencia a su vez agreden a sus agresores. Las  mujeres aparecen como las transgresoras en el l7% de todos los homicidios. El miedo, la ira  y la sensación de sentirse atrapadas pueden llevar a una mujer a contraatacar a su agresor  simplemente para sobrevivir. Sabemos por estadísticas que el 40% de las mujeres  homicidas lo hicieron en defensa propia. Investigaciones realizadas en los últimos años  indican que las mujeres que abandonan a sus victimarios corren un riesgo 75% mayor de  ser asesinadas que aquellas que se quedan con sus agresores. El temor de ser asesinadas  ha llevado a muchas mujeres a matar a sus compañeros abusadores. (Datos tomados del  folleto "Cuando yo pido ayuda", publicado por la Arquidiócesis de Miami.)  Sin embargo, la mujer y el hombre no son las únicas víctimas de la violencia. Con  frecuencia, la violencia doméstica también alcanza a los hijos.  Veamos un triste caso: Una mujer de 34 años de edad mató a sus dos hijas de 7 y 5  años, y después se suicidó. ("Diario Las Américas", agosto 7, l997). Antes de la tragedia  escribió una carta que decía: "No lo hice por maldad, sino porque no quería que mis hijas  sufriese igual que yo o anduviesen rodando sin padre ni madre." La carta agregaba: "Mi  marido siempre me amenazaba con matarme y yo temía que de veras me matase y que mis  hijas se quedasen solas; por eso lo hago yo misma."  Sólo Dios sabe cuántos maltratos y sufrimientos soportó esa pobre mujer antes de llegar  a la desesperación que la llevó a tales extremos. Quizás los continuos atropellos de su  esposo llegaron a hacerla creer que no valía nada como persona. En lugar de defenderse,  cayó en la violencia al igual que él, pero dirigiéndola contra sus hijas y contra sí misma.  Se ha comprobado que la violencia doméstica es contagiosa. Según el psiquiatra español  Luis Rojas Marcos, presidente del Servicio de Salud de la Ciudad de Nueva York y  colaborador de numerosas publicaciones especializadas, la violencia genera violencia.  Según el Dr. Rojas Marcos, en EE.UU.. (donde él trabaja), el 53% de los delincuentes  adultos son personas que fueron maltratadas durante su infancia. Afirma el Dr. que ese  dato se puede extrapolar a todo el mundo occidental.  Explicó el Dr. Rojas Marcos durante una conferencia en la ciudad de San Sebastián en  España, que durante los primeros años de vida "es cuando los seres humanos desarrollan  la facultad para la compasión, el aprecio a la vida o la capacidad de sentir dolor por otras  personas". Por tanto, si son sometidos a actos de violencia no asimilarán tales capacidades  y una vez adultos serán "los más dispuestos a usar la fuerza bruta para resolver conflictos."  "El niño que ha sido maltratado, cuando crece se vuelve verdugo, por lo que se mantiene el  círculo vicioso de la violencia", aseguró. También señaló que los maltratos a los niños y en  concreto el abuso sexual, dan lugar a una serie de dolencias psicológicas importantes al  llegar a la edad adulta, tales como la depresión crónica, las personalidades múltiples o  fuertes tendencias al alcoholismo o la drogadicción.

  _________________________________________________