TESTIMONIOS ANTI-ABORTISTAS

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Declaraciones de lideres religiosos 

¿Creemos en realidad lo que decimos acerca del aborto? 

Abortistas arrepentidos

"Yo practiqué cinco mil abortos"

Por el Dr. Bernard N. Nathanson

Éramos un grupo cuyo único propósito era conseguir una ley que permitiera el aborto en  EE.UU.. Ejercíamos presión sobre los miembros del Congreso y las cámaras legislativas de  los Estados para lograr que se derogasen las leyes que prohibían el aborto. Fui uno de los  fundadores de la organización más importante que "vendía" el aborto al pueblo  estadounidense. 

En 1968, cuando organizamos el movimiento, se calcula que menos del 1% de la  población era partidario en EE.UU.. del aborto a petición. Nuestro presupuesto era de  $7,500 anuales, pero para 1982 se aproximaba ya al millón de dólares.  Voy a explicarles cómo planteamos el tema para convencer al resto de la población  estadounidense para que aceptasen el aborto. Las tácticas que voy a explicar son ciertas y  además son las mismas que se han empleado y se están empleando en otros países. Nos  sirvieron de base dos grandes mentiras: la falsificación de estadísticas y encuestas que  decíamos haber hecho, y la elección de una víctima, para achacarle el mal de que en  EE.UU.. no se aprobara el aborto. Esa víctima fue la Iglesia Católica, o mejor dicho, su  jerarquía de obispos y cardenales. 

La falsificación de estadísticas 

Se trata de una táctica importante. Nosotros decíamos en 1968 que en EE.UU.. se  practicaban un millón de abortos clandestinos, cuando sabíamos que eran alrededor de los  cien mil, pero esta cifra no nos servía y la multiplicamos por diez para llamar la atención.  También repetíamos constantemente que las muertes maternas por aborto clandestino se  aproximaban a las diez mil cuando sabíamos que no eran más de 200, pero esta cifra  resultaba demasiado pequeña para la propaganda. Esta táctica del engaño si se repite  mucho, acaba por ser aceptada como si fuera verdad. Nos lanzamos a la conquista de los  medios de comunicación social, de los grupos universitarios, sobre todo de las feministas.  Ellos escuchaban todo lo que decíamos, incluidas las mentiras, y luego las divulgaban por  los medios de comunicación social, base de la propaganda.  Es importantísimo que ustedes se preocupen por los medios de comunicación social. Si en  España estos medios no están dispuestos a decir la verdad, se encontrarán con la misma  situación que nosotros creamos en EE.UU.. 

También inventábamos nuestras propias encuestas. Decíamos, por ejemplo, que  habíamos hecho una encuesta y que el 25% de la población era partidaria del aborto y tres  meses más tarde decíamos que el 50%, y así sucesivamente. Los estadounidenses se lo  creían y como deseaban estar a la moda, formar parte de la mayoría y que no les llamaran  "atrasados", se unían a los "avanzados". 

Más tarde hicimos verdaderas encuestas y pudimos comprobar que poco a poco los  resultados se iban aproximando a lo que habíamos inventado. Por eso sean muy cautelosos  ante las encuestas que se hagan sobre el aborto; porque suelen ser inventadas, pero tienen  la virtud incluso de convencer a magistrados y legisladores, pues ellos, como cualquier otra  persona, leen la prensa, escuchan la radio, y siempre se les queda algo. 

La jerarquía católica elegida como víctima 

Una de las tácticas más eficaces que utilizamos en aquella época fue la que llamamos  "etiqueta católica". Esto es importante para ustedes, porque su país es mayoritariamente  católico. 

En 1966 la guerra de Vietnam no era popular. Pero la Iglesia Católica la apoyaba en  EE.UU.. Entonces escogimos como víctima a la Iglesia Católica y tratamos de relacionarla  con otros movimientos "reaccionarios", incluyendo el movimiento antiabortista. Con esto  pusimos a todos los jóvenes y a las iglesias protestantes, que siempre habían mirado con  recelo a la Iglesia Católica, en contra de ésta. Conseguimos inculcarles a la gente la idea de  que la Iglesia Católica era la culpable de que no se aprobara la ley del aborto.  Como era importante no crear antagonismos entre los propios estadounidenses de  distintas creencias, aislamos a la jerarquía - obispos y cardenales - como a los "malos". A los  católicos que rechazaban el aborto se les acusaba de estar "embrujados" por la jerarquía, y  a los que lo aceptaban se les consideraba "modernos", "progresistas", "liberales" y más  "iluminados". Puedo asegurarles que el problema del aborto no es un problema de tipo  confesional. La Iglesia Católica no es la única religión o institución que está en contra del  aborto. Yo no pertenezco a ninguna religión y en cambio les estoy hablando contra el  aborto. Pero esta táctica fue tan eficaz que todavía hoy se emplea en otros países.  Otra táctica que empleamos con la Iglesia Católica fue acusar a sus sacerdotes, cuando  tomaban parte en debates públicos contra el aborto, de "meterse en política" y de que ello  era "anticonstitucional". El público se lo creyó fácilmente aunque la falacia del argumento  está clara. 

Dirigí a partir de 1971 la clínica más grande del mundo 

Se trataba del Centro de Salud Sexual (CRANCH), situado al este de Nueva York. Tenía  10 quirófanos y 35 médicos a mis órdenes. Cuando me hice cargo de la clínica todo estaba  sucio y en las peores condiciones sanitarias. Los médicos no se lavaban las manos de un  aborto a otro. Algunos abortos, inclusive, era practicados por las enfermeras o por simples  auxiliares. Conseguí modificar todo aquello y transformar la clínica en un "modelo" de su  género.  Practicábamos 120 abortos diarios, inclusive los domingos, y sólo el día de Navidad no  trabajábamos. Como Jefe de Departamento, tengo que confesar que se practicaron 60,000  abortos bajo mis órdenes y unos 5,000 fueron hechos personalmente por mí.  Recuerdo que en una fiesta que organizamos, algunas esposas de los médicos me  contaron que sus maridos sufrían por las noches de pesadillas, y gritando hablaban de  sangre y cuerpos destrozados de niños. Otros bebían demasiado y algunos usaban drogas.  Algunos de ellos tuvieron que someterse a tratamiento psiquiátrico. Muchas enfermeras se  volvieron alcohólicas y otras abandonaron la clínica llorando. Fue para mí una experiencia  sin precedentes. 

En septiembre de 1972 presenté mi dimisión porque ya había conseguido mi objetivo, que  era poner en marcha la clínica. En aquella época, lo digo sinceramente, no dejé la clínica  porque estuviera contra el aborto; la dejé porque tenía otros compromisos que cumplir. Fui  nombrado Director del Servicio de Obstetricia del Hospital de San Lucas de Nueva York y  empecé a establecer el servicio de Fetología. Estudiando el feto en el interior del útero  materno, pude comprobar que es un ser humano con todas sus características y que deben  reconocérsele todos los privilegios y ventajas de que disfruta cualquier ciudadano en la  sociedad. 

Del estudio del feto vivo en el interior del útero saqué esta conclusión 

Quizás alguno piense que antes de mis estudios debía saber, como médico y además  como ginecólogo, que el concebido es un ser humano. Efectivamente sí lo sabía, pero no lo  había comprobado yo mismo científicamente. Los nuevos sistemas de exploración nos  ayudan a conocer con mayor exactitud su naturaleza humana y a no considerarlo como un  simple trozo de carne. Hoy, con técnicas modernas, se pueden tratar en el interior del útero  muchas enfermedades, incluso hasta se practican 50 clases distintas de intervenciones  quirúrgicas. Son estos argumentos científicos los que han cambiado mi modo de pensar.  Fíjense: si el concebido es un paciente al que se le puede tratar, entonces es una persona,  y si es una persona, tiene derecho a la vida y a que nosotros procuremos conservarla. 

Los casos de violación, subnormalidad y el estado de salud de la madre 

La violación es una situación muy dolorosa. Afortunadamente son pocas las violaciones  de las cuales surge un embarazo. Pero aun en ese caso, la violación, que es un acto de  violencia terrible, no puede ir seguida de otro no menos terrible como lo es la destrucción de  un ser vivo. Por lo tanto, tratar de borrar una horrible violencia con otra también horrible no  parece lógico; es sencillamente absurdo, y en realidad lo que hace es aumentar el trauma  de la mujer al destruir una vida inocente, porque esa vida tiene un valor en sí misma aunque  haya sido creada en circunstancias espantosas, circunstancias que nunca podrán justificar  su destrucción. Muchos de los que estamos aquí fuimos concebidos en circunstancias que  no fueron las ideales, tal vez sin amor, sin calor humano, pero eso no nos cambia en  absoluto ni nos estigmatiza. Por lo tanto, recurrir al aborto en caso de violación es algo  ilógico e inhumano. 

El caso de que la vida de la madre peligre de continuar su embarazo, hoy, con los  avances de la medicina, prácticamente no existe. Por lo tanto, el argumento es engañoso,  porque sencillamente no es cierto.  Finalmente voy a considerar el aborto cuando el feto nacerá con defectos. Es éste un  tema muy delicado porque significa que aspiramos a que la sociedad esté formada por  personas físicamente perfectas, y sin temor a equivocarme puedo asegurar que en esta sala  no hay una sola persona que sea físicamente perfecta. Es peligrosísimo aceptar este  principio porque desembocaría en un holocausto. 

Voy a contarles una anécdota. Cuando estuve con mi esposa en Nueva Zelandia  almorzamos un día con Sir William Liley, que es el fetólogo más importante del mundo, y nos  contó que habían tenido cuatro hijos que ya eran mayores, y al quedar solo el matrimonio  adoptaron un niño mongólico. Me dijo que este hijo adoptivo les había proporcionado más  satisfacciones que cualquiera de los otros cuatro hijos. 

Puedo asegurarles que si esta clase de ley se aprueba se abusará de ella y se utilizará  para justificar el aborto en todos los casos. Esto es lo que ha ocurrido en el Canadá. Los  médicos, sencillamente ponen un sello en las solicitudes de aborto y todo el mundo se ríe de  ellas y de la ley. Pienso que cuando se permite el aborto, se permite un acto de violencia  mortal, un acto deliberado de destrucción y por lo tanto un crimen. Puedo asegurarles que si  se sigue el camino sangriento del aborto, los tres Jinetes del Apocalipsis que son la  delincuencia, la droga y la eutanasia no tardarán en seguirle, como está sucediendo en  EE.UU.. 

Quisiera terminar con estas palabras: Como científico, no es que crea; es que sé que la  vida empieza en el momento de la concepción y debe ser inviolable. Y si no salimos  victoriosos y olvidamos nuestra completa dedicación a esta causa tan importante, la historia  nunca nos lo perdonará. 

Nota: El presente texto es un fragmento de una conferencia del Dr. Bernard N. Nathanson  ante el Colegio Médico de Madrid, el 5 de noviembre de 1982, publicada por la revista  "Fuerza Nueva". El Dr. Nathanson fue uno de los más importantes promotores del aborto en  su país (EE.UU..) y miembro fundador de la Asociación Nacional para la Derogación de las  Leyes que prohíben el Aborto o NARAL (National Association for the Repeal of Abortion  Laws). El Dr. Nathanson fue bautizado en la Iglesia Católica durante la Vigilia Pascual de  1996. Su dramática conversión de proabortista a provida, de ateo en creyente y de creyente  a católico, la narra él mismo en su autobiografía, recientemente publicada en inglés y  titulada "The Hand of God" ("La mano de Dios"). Este fascinante libro no sólo narra la  maravillosa obra de Dios en la vida de este hombre, sino también nos descubre, en boca del  propio autor, las insidiosas tácticas del movimiento proabortista en forma más detallada y  completa que en este folleto. Todo defensor de la vida debe tener esta valiosa información.  Adquiera "The Hand of God" por sólo $24.95 mas costos de envío, así como otros  materiales en defensa de la vida y la familia dirigiéndose a Vida Humana Internacional 

Testimonios de ex empleadas de clínicas de aborto en EE.UU.

Judith Fetrow: "Los voluntarios de la PPFA, los escoltas [de las mujeres que entran a la  clínica de aborto] y los empleados han recibido instrucciones de no hablar con los cristianos  provida. Les han dicho esto porque demasiados empleados y voluntarios han oído la verdad  y se han arrepentido." 

Marian Johnston-Loehner: "Un día alguien me dió un libro escrito por la Dra. Jean Garton,  "Who Broke the Baby?" Ese libro tomó todos los eufemismos que yo había estado usando  durante años, cuando abogaba por la 'opción', y los destruyó uno por uno. Yo leía un poco  cada noche y lloraba y lloraba, y creo que la última noche que lo leí la represa entera se  derrumbó, y vinieron las lágrimas, y me arrepentí. De veras que me dolía todo lo que había  hecho, de veras estaba arrepentida de haberle quitado la vida a un niño inocente, porque  hasta entonces, aún después que nació mi hijo, y aún después que nació mi hija, todavía yo  no estaba dispuesta a admitir que un niño es un ser humano desde el momento de la  concepción. Yo cedía siempre ante las mentiras." 

Dina Madsen: "Estaba juntando los pedazos de los bebés y ayudándo al médico. Habían  disminuído los chistes y el sarcasmo que oí todo el tiempo que estuve allí [en la clínica de  aborto]. Estaba cambiando hasta el punto de que odiaba estar allí, odiaba ir a trabajar, tener  que estar en el mismo salón con ese abortista y con esas mujeres. Quería correr y gritar,  odiaba hacerlo." 

Joy Davis: "Cuando yo estaba en la industria del aborto empecé a tener pesadillas y a  sentir sentimientos de culpas porque lo que estaba haciendo estaba mal. Entonces fuí  donde un amigo que era abortero. El no trabajaba conmigo, pero trabajaba en una clínica  cercana. Yo fuí y le conté acerca de todas las cosas que sentía, sobre las pesadillas y el  sentimiento de culpabilidad. El me dijo que entendía bien, porque él también tenía pesadillas  y también sentía una tremenda cantidad de culpa." 

"Hace catorce años me ofrecieron empleo en una clínica de abortos en Birmingham,  Estado de Alabama. Consideré la oferta, pensé que era muy buena y que estaría ayudando  a las mujeres luchando por una causa muy buena, así que acepté ese puesto. Después de  poco tiempo de estar trabajando allí me di cuenta de que no estábamos allí para ayudar a  las mujeres. Teníamos un negocio, una organización para ganar dinero. 

"Las condiciones de la clínica donde yo trabajé eran muy, pero muy pobres. No teníamos  equipo para mantener la vida. Nuestra gente no estaba bien entrenada. La mayoría no tenía  antecedentes médicos. Los médicos rotaban y nunca teníamos el mismo doctor. 

"Conocí a un doctor en la clínica, de nombre Tommy Tucker, quien me dijo un día que él  quería abrir su propia clínica. Me dijo que quería hacer bien las cosas. Quería tener  empleados en la clínica que estuvieran bien entrenados y calificados. Quería usar anestesia  general y traer anestesistas, para que las mujeres no sufrieran, porque en la clínica en  donde trabajábamos sufrían mucho. 

"Yo pensé que sería una idea maravillosa y acepté su oferta. Así que llegué a ser  directora regional de seis clínicas de aborto en los Estados de Mississippi y Alabama.  Teníamos el mejor equipo. Teníamos gente bien entrenada y eficiente. Les mentíamos a las  mujeres, pero eso era algo que teníamos que hacer para ganar dinero. Pero veíamos sólo  pocas mujeres cada día, porque no queríamos apurarlas como al ganado. Queríamos  tomarnos el tiempo y darles la clase de atención médica que ellas necesitaban. 

"Después de pocos meses, su avaricia se impuso. A él le parecía que no ganaba  suficiente dinero, de modo que despidió a los anestesistas, porque ganaban mucho dinero.  Después de pocos meses de observar cómo anestesiaban a las pacientes, empezamos  nosotras mismas a anestesiarlas sin tener idea de lo que estábamos haciendo. Sólo  sabíamos lo que habíamos visto hacer, de modo que empezamos a hacerlo nosotras. 

"Entonces nuestras enfermeras que trabajaban en el cuarto de recuperación fueron  despedidas; después nuestro técnico de laboratorio, y así sucesivamente. 

"Comencé a entrevistar gente que no tenía conocimientos médicos en absoluto,  trayéndolos para hacer el trabajo de anestesistas, de técnicos en laboratorio, de  enfermeras y hasta de médicos. De manera que traje gente de la calle, sin conocimientos  médicos y los entrené. 

"Veíamos aproximadamente 10 mujeres por día en las clínicas, pero eso no era  suficiente. Empezamos a ver tantas como podíamos admitir en cada clínica. Pero para él no  había aerolínea lo suficientemente rápida o eficiente que lo pudiera llevar a todas estas  clínicas. De modo que me entrenó para ser médico. Yo nunca había estado, ni un solo día,  en una escuela de medicina. Sólo había recibido entrenamiento como técnico de  ultrasonido. Tenía antecedentes comerciales, pero no sabía nada de medicina, excepto lo  que durante años había visto hacer a los médicos. 

"Entonces comencé a hacer abortos. Empecé a hacer cirugía, Norplants, criocirugía,  Papanicolau, exámenes pélvicos. Hacía todo lo que él hacía. Y estaba orgullosa porque  creía que lo hacía mejor que él. Todos los empleados decían: 'Necesita ver a la Dra. Davis  hoy', porque pensaban que era mejor médico que él. Yo nunca tuve problemas con las  pacientes. No hice hospitalizar a ninguna mujer, y él las hacía hospitalizar casi todos los  meses en condiciones críticas: histerectomías, tejidos retenidos. Todo lo que podía salir  mal con sus pacientes sucedía. 

"Yo creía que todo andaba bien, porque no tenía esos problemas. Me tomé mi tiempo y  les di mucho amor a las pacientes. Yo estaba arriesgándoles la vida a ellas con mucha  negligencia. De las miles y miles de pacientes que vimos no pude recordar ni un solo  nombre ni una sola cara, porque para mí eran sólo un número. Yo me refería a ellas según  cuanto habían pagado. 'Oh, ese es un caso de cuatrocientos dólares, ese es un caso de  cinco mil dólares'. No las veía como personas, sólo como un número. 

"Entonces un día una jovencita vino a nosotros para un aborto tardío en el segundo  trimestre. Nosotros terminábamos los embarazos aún casi llegando al final de la gestación.  Él [el Dr. Tucker] vino y le practicó el aborto y dejó el salón apenas terminó. Ella estaba  bajo anestesia general que le dió una persona no calificada. 

"Yo la llevé al salón de recuperación. Estuve con ella e hice todo lo posible para que  estuviera estable, pero comenzó a sangrar bastante y yo no podía impedirlo. De modo que  corrí donde el médico y le pedí ayuda: 'está sangrando y yo no sé que hacer'. Él dijo:  'llévela al salón de examen, examínela, averigüe por qué está sangrando y detenga la  hemorragia. Así de simple, yo estoy ocupado'. 

"Yo hice lo que sabía hacer, pero ella seguía sangrando. Llamé una ambulancia para ir al  hospital y cuando él lo supo se enfadó mucho y canceló la ambulancia. Me dijo: 'Yo soy el  médico aquí y yo tomo las decisiones. No puedo enviar a la paciente al hospital en esas  condiciones, me colgarían. Ahora, trate de estabilizarla'. 

"Pero ya había sangre por todas partes. Salía como de un grifo de agua y no podía  detenerla. Le pedí al doctor el favor de ayudarme: 'Si no me ayuda, va a morirse'. Él  respondió: 'Bueno, llame a la ambulancia. Tengo que tomar un avión'. Y se fue. Entonces  llamé a la ambulancia, que llegó a los veinte minutos, y durante ese tiempo me di cuenta de  que yo no era médico, y me asusté tanto de que me pusieran en esa posición y de que yo  me hubiera dejado poner en ella, de tratar de salvar una vida, sin saber como hacerlo. 

"La otra cosa que me vino a la mente fue que ese médico era mi héroe. Él había logrado  que yo llegara a ganar aproximadamente cien mil dólares al año. Pero en ese momento vi lo  que él era. Era un cobarde, se había ido cuando la paciente lo necesitaba. A ella la llevaron  al hospital y yo me alegré de que se hubiera ido, porque estaría con médicos que podrían  encargarse de sus problemas y porque me habían librado de esa responsabilidad, hasta  que me llamaron del hospital y me dijeron que había muerto. 

"Entonces empecé a tener pesadillas y cada vez que cerraba los ojos podía verle la cara.  Me sentí tan culpable por ella, tenía rabia de que el hombre que yo había admirado fuera  tan negligente, y eso casi me destruyó. 

"Después el consejo médico pidió sus informes. Él dió un paso más y los cambió para dar  la apariencia de que él no era tan negligente como lo era. Me dió los informes originales de  su historia médica y me dijo que fuera al sótano a quemarlos, me dijo que no podíamos ir al  juzgado así, porque nos colgarían. teníamos que ocultar lo que pasó. Me dijo que quemara  los informes inmediatamente, pero yo no pude hacerlo. Tomé los informes y los puse en mi  papelera, porque sabía que yo no podría mentir para favorecerlo en este caso. No podía  ocultar más lo que él hizo. 

"De modo que fui al consejo médico, al abogado del distrito. Allá entregué toda la  información acerca de la negligencia que habíamos hecho. Yo confesé haber practicado  medicina sin licencia y suministré la evidencia de ello. Me dijeron que ellos querían que yo  continuara siendo empleada de él, pues querían seguir recopilando información para ellos.  Me dijeron que tenían ante ellos un caso claro de homicidio por negligencia, pero querían  más. Todo esto continuó pero no hacían nada al respecto. 

"Un día el Dr. Tucker regresó al Estado de Alabama, donde yo estaba; había estado  trabajando en el Estado de Mississippi. Me dijo que había tenido dificultades en Mississippi  y que yo tendría que ir allá, porque había problemas y yo tendría que calmar a los  empleados. Y ¿qué paso? Me dijo: 'Bueno, una joven vino para un aborto. Yo creía que ella  tenía 18 semanas de embarazo; pero resultó estar más cerca del final del embarazo. Inserté  la laminaria. Ella dió a luz y tuvo un bebé vivo y saludable'. 'Entonces que hizo usted?' Él  respondió: '¿Qué podía hacer yo? Maté al bebé'. Y dijo que todos los empleados estaban  muy exaltados, de modo que yo debía ir a ocuparme de eso. 

"Yo tomé un avión y fui a Mississippi, pero antes de tomar el avión, llamé al abogado del  distrito y le conté lo que había sucedido. Antes de que yo pudiera llegar a la clínica, él  había estado interrogando a los empleados. El caso fue al gran jurado, pero no pudieron  probar que había matado a ese bebé, porque no tenían al bebé. El bebé desapareció, y no  pudieron probar nada. De modo que el caso no siguió aunque los empleados testificaron  que sí sucedió. Aún así no pudieron probar el caso. 

"Volví al consejo médico de Alabama y pregunté: '¿Por qué no hacen ustedes nada?  ¿Por qué no han hecho algo acerca de la muerte de esa niña?' Me dijeron que el aborto era  un tema político caliente y no querían tocarlo en realidad. Los medios de comunicación  consiguieron esta información y forzaron a los consejos médicos a actuar contra el médico.  Él ya no tenía negocios en Misissipi y Alabama. Le habían suspendido la licencia. El  Departamento de Salud le cerró todas sus clínicas, y ya no podía hacer daño a nadie más. 

"Vea usted, el aborto se ha puesto tan malo, y la avaricia por el aborto se ha puesto tan  mala, que ya no les importan las mujeres. Ciertamente no les importa el bebé, pero ahora  las mujeres se están muriendo." 

Joan Appleton: "...en las clínicas independientes no hay personal médico aparte del  médico que hace el aborto...Los médicos que empleamos eran más que todo principiantes  que estaban empezando su práctica privada y hacían abortos para ganar lo suficiente con  el fin de hacer prosperar su propia práctica, o eran médicos que no ganaban mucho y  trabajaban en abortuarios para pagar su seguro de mala práctica, que era muy alto para  ginecólogos y obstetras." 

"Me gustaba aconsejarle a una mujer diciéndole: 'Bueno, no queremos que usted tenga  que pasar por este procedimiento otra vez; queremos que empiece a tomar píldoras  anticonceptivas. Le vamos a dar su primer paquete gratis, porque las compañías  farmacéuticas nos las dieron gratis'. Es un buen negocio que podamos distribuir un paquete  gratis, escribir una receta con píldoras para 5 meses...todos sacan provecho. 

"En cambio, las organizaciones como la PPFA y las industrias del aborto no eran  estúpidas. Ellas sabían que cuanto más pequeñas fuesen las dosis de estrógenos en esas  píldoras, más probabilidades tenían de fallar. Pero no había que preocuparse, porque  podríamos traerla [a la clienta] para otro aborto. De modo que usaban píldoras que tenían  porcentajes de fracaso como del 30%...Y no olvidábamos decirles que si tenían una gripe o  un resfriado, íbamos a darle antibióticos, entonces la reacción química entre la píldora  anticonceptiva y el antibiótico hace inefectiva la acción anticonceptiva, de modo que  teníamos otro 20% que tendría que regresar. 

"Luego íbamos a las escuelas a enseñar cómo tener relaciones sexuales 'sin riesgos',  porque [decíamos]: 'Nos preocupamos por ustedes, nos preocupamos por las mujeres'. De  modo que lo que hacen hoy en día [los que están en la industria del aborto] es ir a las  escuelas a decirles: 'Niños, sabemos que ustedes van a tener relaciones sexuales;  queremos que entiendan que nosotros lo entendemos y que eso está bien. También eso  quiere decir que dos, tres o cuatro de ustedes van a morir, pero si usan nuestros  preservativos, y si usan nuestros métodos anticonceptivos, y si tienen relaciones sexuales  sin riesgo, sólo tres o cinco de ustedes se morirán. El resto de ustedes vivirán. Oh, claro  que un 30% contraerán una enfermedad, pero nosotros nos encargaremos de eso, amigos'. 

"Una de las cosas que continuaba molestándome aún durante el tiempo en que fui la  principal enfermera de la clínica, era una mujer que tenía un gran trauma emocional y para  quien la decisión [de practicarse el aborto] era muy difícil...'Pero, si era una cosa tan  natural, si era lo correcto, ¿por qué era tan difícil?' Yo tenía que preguntarme eso todo el  tiempo. También me preguntaba: 'Si yo aconsejé tan bien a estas mujeres y ellas estaban  tan seguras de su decisión, ¿por qué seguían volviendo a mí ahora, meses y años  después, convertidas en una ruina desde el punto de vista psicológico?' 

"Nosotras, las que estábamos en el movimiento 'pro opción' y en la industria del aborto,  negábamos la existencia del síndrome post aborto. Sin embargo, es real y cuando las  mujeres regresaban no podíamos negar su existencia. Además, su número sigue en  aumento. 

"Yo también había visto un aborto por medio del sonograma. Fue en el primer trimestre, la  última parte del primer trimestre o probablemente el segundo trimestre. No me acuerdo cuál  era el problema específicamente, pero queríamos hacer el aborto bajo control sonográfico  para asegurarnos de que habíamos sacado todo el bebé, o según la terminología,  queríamos asegurarnos de que teníamos 'el embarazo completo'. Yo manejaba el  ultrasonido mientras el médico hacía el procedimiento y yo lo dirigía mientras observaba la  pantalla. Ví que el bebé se retiraba, abría la boca. Yo había visto 'El grito silencioso' ('The  Silent Sream') [video que muestra un aborto] varias veces, pero no me afectó. Para mí era  solamente una propaganda provida más. Pero yo no podía negar lo que ví en la pantalla.  Después de ese procedimiento yo estaba temblando, pero me las arreglé para continuar  durante el día." 

"Mi jefe en la oficina me dijo que hay un crematorio en ese cuarto, y el crematorio es  grande, como los de las funerarias, y yo no pude pasar por alto esa máquina más tiempo.  Olía mucho cuando encendían ese horno de gas. Y la cosa más horrible era que olíamos a  esos bebés quemándose, porque yo estaba al otro lado de la esquina." 

"Cada vez que ella venía a que le practicaran un aborto o una dilatación y extracción [un  método de aborto], lo anotábamos en su historia clínica. Algunas de estas historias estaban  llenas por ambos lados por múltiples abortos. Y algún médico las miraba y bromeaba: 'Si se  apura, puede venir otra vez antes de Navidad'. ¿Un tipo como éste realmente se preocupa  por las mujeres? No lo creo." 

Dina Madsen: "No se requería de ningún conocimiento médico para el puesto, sólo se  necesitaba estar de acuerdo con el aborto. 

"Yo estaba viendo a los bebés como algo que se podía desechar. Yo no los consideraba  importantes. Yo no apreciaba mi propia vida, por consiguiente, ¿cómo podría valorar la vida  de ningún otro? Y si estas mujeres eran tan estúpidas de quedar embarazadas, entonces  era culpa suya. Así pensaba yo, y así pensaba la mayoría del personal. 

"Algunas de las directoras con quienes trabajé habían tenido ocho o nueve abortos, y [sin  embargo] éramos las mismas personas que las despreciábamos a ellas porque venían a  que les volvieran a practicar abortos. 

"De todas las mujeres con las cuales trabajé, yo diría que la mitad de ellas se habían  practicado abortos y repetidas veces, y nunca dejaban que ninguno de esos sujetos [los  médicos de la clínica] las tocaran por ningún motivo. Y sin embargo todos los días les  decían a otras mujeres que ellos eran unos médicos maravillosos, que no les iban a hacer  ningún daño, que eran los mejores en su campo, que él era muy simpático, etc. Y a veces  las mujeres preguntaban: '¿Se han practicado ustedes algún aborto?' Y ellas respondían:  'Sí, pero no me lo hizo él'. 

"Debo admitir, sin embargo, que no les tenía mucha lástima [a las mujeres que venían a  practicarse el aborto]. Mi manera de pensar era: 'Bueno, usted se metió en este problema,  de modo que aguante'. 

"Cuando llamaba una mujer yo la hacía sentir como si eso era lo que ella había escogido,  y que la íbamos a apoyar en su decisión, porque las mujeres buscan a alguien que apoye  su decisión. 

Luhra Tivis: "Una mujer llamó y dijo: 'Estoy llamando por mi hija; quiero saber cómo se  hace el procedimiento'. Y añadió: '¿Ha tenido usted un bebé vivo?' Esta pregunta me  sacudió, porque yo no había ni siquiera pensado en eso. De modo que le pregunté a mi  supervisora Elana: '¿De qué está hablando?' Y Elana me dijo: 'Respóndele que no hemos  tenido ningún nacimiento vivo en esta clínica'. Desde entonces he averiguado que era  mentira. 

FUENTE: Tomado del video "Abortion, The Inside Story" de la organización provida "The Pro-Life  Action League" ("La Liga de Acción por la Vida"), 1995. Traducido, doblado y distribuido por Vida  Humana Internacional.

Testimonio de un ex abortero hispano en EE.UU.

Dr. José María Arrunategui: "Yo practicaba abortos durante el primer trimestre del  embarazo... Pero hubo un caso de un aborto que yo le estaba practicando a una paciente  de aproximadamente 10 a 13 semanas de embarazo. Y después de dilatarle la cérvix le  estaba retirando los tejidos y uno de los pedazos de tejidos cayó al piso y la enfermera me  dijo: "Doctor, creo que eso es... ¿Es eso una mano?" Al principio yo no ví la mano. Pero  luego me acerqué más para mirar y efectivamente, había una manita que parecía estar  suplicando: "Por favor". Más tarde esa manita me hizo admitir que era culpable. En aquel  momento yo sólo había visto un puñado de tejidos, pero luego, al profundizar en mi relación  con Cristo, me dí cuenta de que era una mano bellamente diseñada." 

FUENTE: Tomado del programa "Speak Up for Life" ("Habla Abiertamente a Favor de la Vida"),  documental transmitido el 18 de enero de 1997 por EWTN, la cadena de televisión de la Madre Angélica,  en Alabama, EE.UU. Testimonio del Dr. José María Arrunategui, de origen peruano. 

Testimonio de una ex-abortera de EE.UU.

Les dije a los miembros de mi iglesia que yo había matado a mi propio bebé. Creí que  ellos nunca podrían perdonarme. En mi mente el aborto era un pecado imperdonable.  Al terminar de hablar, fuí recibida con amor - sí, con perdón - en los brazos de las  personas que con amor me sacaron de la industria del aborto y ahora están dispuestas a  amarme viéndome con los ojos de un Dios lleno de amor y de perdón. No podía creerlo,  lloré incontrolablemente.  En ese momento, por medio de la aceptación de Su pueblo, Dios me purificó con Su amor  - Su amor incondicional. Esa noche supe que la sangre de Jesucristo derramada por mí en  la cruz me cubrió completamente y a todos mis pecados. Ahora ya no era la "Dama  Escarlata", cubierta con la sangre de más de 35,000 niños abortados, ni aún con la sangre  de mi propio hijo. La Dama Escarlata estaba ya cubierta con la sangre de Cristo. 

FUENTE: Testimonio de Carol Everett en la revista Celebrate Life (marzo-abril de 1996). Carol Everett,  ex abortera y ex dueña de clínicas de aborto, es hoy la presidenta de "Life Network" ("Red a favor de la  Vida") y autora del libro "Scarlet Lady". 

Testimonio de un ex-abortero de Hungría

Soy un doctor, ex-abortero, creo que el único aquí entre nosotros, ahora convertido y a  favor de la vida. Soy secretario de la organización Obstetras por la Vida en Hungría.  Tratamos de fomentar una verdadera libertad de conciencia para nuestros colegas, y de  establecer departamentos de obstetricia y ginecología en nuestro país donde no se lleven a  cabo abortos. 

Ahora reconozco cómo las diabólicas fuerzas antivida trabajaron a través de mis  actividades. Yo mataba porque mi conciencia estaba muerta. Siento tener que decir, que  hubo un período en mi vida, durante el cual yo creía que se podía ser buen católico y  abortero al mismo tiempo. ¿Cómo es posible? Hace años me fuí a confesar, después de 20  años de estar alejado de los sacramentos, y el sacerdote me preguntó si sería despedido  de mi trabajo en caso de negarme a hacer abortos. Le dije que sí, entonces me dió la  absolución en el nombre de Dios y no dijo más. 

Continué llevando a cabo abortos por un tiempo cuando en otra ocasión me volví a  confesar, justamente la noche de Navidad, y encontré un buen sacerdote, que Dios lo  bendiga. Me dijo clara y firmemente que yo estaba viviendo en estado de excomunión. Sin  esta amorosa intervención de Dios yo nunca hubiera dejado de matar.  ¿A qué me refiero? Al secularismo que existe en Hungría, a la necesidad de ser  enteramente fiel a las enseñanzas que da la Iglesia para formar una verdadera conciencia,  a la fidelidad del clero y del laico. Cualquier desacuerdo en este asunto resultará en una  falsa conciencia, en una visión distorsionada a través de la cual nunca reconoceremos lo  que es incorrecto, lo que es pecado. Por lo tanto, traté de formar mi opinión acerca de lo  que significa ser provida, como médico y como creyente. 

La vida de cada ser humano individual comienza en el momento de la fertilización, y  continúa, en su realidad física, hasta su muerte natural. La vida humana es procreada para  amar y ser amada, la vida significa amor. Por lo tanto, ser provida significa llevar a cabo  actividades que promuevan el respeto absoluto por la vida, diciéndole no a toda tecnología  reproductora y contraceptiva cuyo propósito es destruir la vida humana, al aborto, a la  experimentación fetal y del embrión, y a la eutanasia. Ser provida es aclararle a todos que  la sexualidad y la fertilidad son maravillosos regalos de Dios, que son inseparables y que  únicamente puestos al servicio de la vida y el amor, pueden equiparar la verdadera  naturaleza del hombre, que consiste de alma y cuerpo. Debemos practicar la castidad antes  del matrimonio, la fidelidad y la planificación natural de la familia en el matrimonio [cuando  tengan motivos serios para espaciar los nacimientos]. 

A su vez ser provida significa denunciar las filosofías y tendencias que son engañosas y  llevan a nuestros pobres vecinos hacia un camino de muerte, egocentrismo y humanismo  secular. En otras palabras: la mentalidad consumista acerca de la vida y el amor, está  basada en un falso concepto del hombre, lo cual es obra del Padre de las Mentiras.  Las actividades que se derivan de este doble propósito se deben llevar a cabo en todas  las profesiones: la política, las legistaturas, la educación, la medicina, organizadas todas de  la manera más profesional. Pero el propósito fundamental de todas las actividades, es  prestar una ayuda amorosa y efectiva a cualquier persona que esté sufriendo, como el  "Buen Samaritano", porque pro-vida quiere decir pro amor. Y ser verdaderamente pro amor  quiere decir ser pro Dios. Ustedes los dirigentes provida aquí presentes pertenecen al  grupo de los buenos samaritanos, de aquellos que corrieron a Jerusalén a alertar al pueblo,  para que se organizaran y protegieran a la ciudad de los salteadores. Todos ustedes son  esa clase de personas: provida, pro amor, pro Dios.  Gracias por su ejemplo tan alentador y de incalculable valor. Gracias a la Iglesia por  enseñar la verdad. Gracias a Dios por todos ustedes. 

FUENTE: Texto de la presentación del Dr. András Szörényi (dirigente del movimiento provida de  Hungría), durante el Vértice Provida Mundial en Roma, que tuvo lugar del 14 al 16 de noviembre de 1991.