Un exorcista entrevista
al Diablo
Autor: P. Domenico Mondrone S.I,
Capítulo 13: Conclusión del acontecimiento
En la conclusión de este acontecimiento sucedió un hecho insólito. Llevaba
ya varios días con mi ánimo en la necesidad de ir a dar gracias a la
Virgen ante su imagen en la que había experimentado el impulso para
escribir estos "encuentros” y por haberlos podido realizar con Su
protección, que me puso a seguro de cualquier posible superioridad del
Enemigo. Así es que una tarde fui a la iglesia donde aquella querida
imagen es venerada en Roma y arrodillado a sus pies comencé a darle las
gracias.
A los pocos minutos, proveniente de la primera fila de los bancos, donde
estaba también ella orando, se me acercó la muchacha de la vez pasada.. Me
impresionaron también ahora sus ojos luminosísimos y dulces y su sonrisa
excepcionalmente encantadora.
“Eh, ¿ha quedado contento de haber obedecido?”.
“Perdón, señora...”
"No, señorita”.
"Podría decirme, señorita, ¿quién es Vd?.
“Mi nombre no importa, déjelo así le ruego que no le busque. Le digo que
estoy contenta de que Vd haya obedecido".
“Se ve que está muy interesada en este asunto".
“Sí, muchísimo. Ahora se lo digo." Entonces cogí una silla que tenía cerca
y me senté a su lado, en un ángulo apartado, y ella comenzó a hablar con
voz baja y calmadamente me dijo: |
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Quería decirle que ha hecho mucho bien al escribir esa entrevista.
Comprendo que pocos le creerán, pero es necesario no callar El enemigo
recurre a todo tipo de argucias para no hacerse descubrir. Quiere trabajar
escondido. Y lo logra.
Ustedes, los sacerdotes, deben desenmascararle. El Señor les concedió
contra el demonio un poder especial del que no son conscientes… Él tiene
un miedo terrible de ustedes, sacerdotes. Por eso les odia más que a los
demás, les rodea, les tienta y les hace caer. Son muchas las víctimas que
va haciendo entre ustedes.
Y pensar que son muchos los sacerdotes que no creen en su presencia, ni en
sus obras. Hablan de él por diversión, por burla, y no piensan que se
trata de su enemigo capital.
¡Es una situación triste! Vd. No se preocupe de lo que digan sobre lo que
ha escrito. Déjeles reír. Muchos son instrumentos suyos y no se dan
cuenta. Obedecen sus órdenes pero Dios les observa. ¡Si viese qué horror,
qué repugnancia dan ciertas almas de sacerdotes, llenos de orgullo, de
impureza, de rebeldía y sembradores de escándalos! Si Dios les concediera
ver su alma, aunque solo fuese por un instante y mirarse al espejo! ¡Se
han dejado arruinar por su enemigo y no creen en él! ¡Dios mío, qué
horror!
Vd confíe su escrito a manos de Ella y no se preocupe. La gracia de Dios
podrá servirse de estas páginas para iluminar tantas almas Y esto tiene un
gran mérito. Dios le bendiga”.
"Muchos me ridiculizarán".
"No le preocupe”,
Aquí la muchacha, con la cara de nuevo sonriente, se levantó, hizo una
genuflexión hacia el altar, me saludó y se fue.
Me quedé con la impresión de haberme encontrado con una de aquellas almas
escondidas, pero muy queridas por Dios. No es una persona creada por mi
fantasía. Está viva y es verdadera.
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