CUARTAS
MORADAS
CAPÍTULO
1
Trata
de la diferencia que hay de contentos y ternura en la oración y de gustos, y
dice el contento que le dio entender que es cosa diferente el pensamiento y el
entendimiento. Es de provecho para quien se divierte mucho en la oración (1).
1.
Para comenzar a hablar de las cuartas moradas bien he menester lo que he hecho,
que es encomendarme al Espíritu Santo y suplicarle de aquí adelante hable por
mí, para decir algo de las que quedan de manera que lo entendáis; porque
comienzan a ser cosas sobrenaturales (2), y es dificultosísimo de dar a
entender, si Su Majestad no lo hace, como en otra parte que se escribió (3)
hasta donde yo había entendido, catorce años ha, poco más o menos. Aunque un
poco más luz me parece tengo de estas mercedes que el Señor hace a algunas
almas, es diferente (4) el saberlas decir. Hágalo Su Majestad si se ha de
seguir algún provecho, y si no, no.
2.
Como ya estas moradas se llegan más adonde está el Rey, es grande su hermosura
y hay cosas tan delicadas que ver y que entender, que el entendimiento no es
capaz para poder dar traza cómo se diga siquiera algo que venga tan al justo
que no quede bien oscuro para los que no tienen experiencia; que quien la tiene
muy bien lo entenderá, en especial si es mucha.
Parecerá
que para llegar a estas moradas se ha de haber vivido en las otras mucho tiempo;
y aunque lo ordinario es que se ha de haber estado en la que acabamos de decir,
no es regla cierta, como ya habréis oído muchas veces; porque da el Señor
cuando quiere y como quiere y a quien quiere, como bienes suyos, que no hace
agravio a nadie (5).
3.
En estas moradas pocas veces entran las cosas ponzoñosas, y si entran no hacen
daño, antes dejan con ganancia. Y tengo por muy mejor cuando entran y dan
guerra en este estado de oración; porque podría el demonio engañar, a vueltas
de los gustos que da Dios, si no hubiese tentaciones, y hacer mucho más daño
que cuando las hay, y no ganar tanto el alma, por lo menos apartando todas las
cosas que la han de hacer merecer, y dejarla en un embebecimiento (6) ordinario.
Que cuando lo es en un ser, no le tengo por seguro ni me parece posible estar en
un ser (7) el espíritu del Señor en este destierro.
4.
Pues hablando de lo que dije que diría aquí (8), de la diferencia que hay
entre contentos en la oración o gustos, los contentos me parece a mí se pueden
llamar los que nosotros adquirimos con nuestra meditación y peticiones a
nuestro Señor, que procede de nuestro natural, aunque en fin ayuda para ello
Dios, que hase de entender en cuanto dijere que no podemos nada sin El; (9) mas
nacen de la misma obra virtuosa que hacemos y parece a nuestro trabajo lo hemos
ganado, y con razón nos da contento habernos empleado en cosas semejantes. Mas,
si lo consideramos, los mismos contentos tendremos en muchas cosas que nos
pueden suceder en la tierra: así en una gran hacienda que de presto se provea a
alguno; como de ver una persona que mucho amamos, de presto; como de haber
acertado en un negocio importante y cosa grande, de que todos dicen bien; como
si a alguna le han dicho que es muerto su marido o hermano o hijo y le ve venir
vivo. Yo he visto derramar lágrimas de un gran contento, y aun me ha acaecido
alguna vez. Paréceme a mí que así como estos contentos son naturales, así en
los que nos dan las cosas de Dios, sino que son de linaje más noble, aunque
estotros no eran tampoco malos. En fin, comienzan de nuestro natural (10) mismo
y acaban en Dios.
Los
gustos comienzan de Dios y siéntelos el natural y goza tanto de ellos como
gozan los que tengo dichos y mucho más. ¡Oh Jesús, y qué deseo tengo de
saber declararme en esto!; porque entiendo, a mi parecer, muy conocida
diferencia y no alcanza mi saber a darme a entender. Hágalo el Señor.
5.
Ahora me acuerdo en un verso que decimos a Prima (11), al fin del postrer salmo,
que al cabo del verso dice: Cum dilatasti cor meum (12). A quien tuviere mucha
experiencia esto le basta para ver la diferencia que hay de lo uno a lo otro; a
quien no, es menester más. Los contentos que están dichos no ensanchan el
corazón, antes lo más ordinariamente parece aprietan un poco, aunque con
contento todo de ver que se hace por Dios; mas vienen unas lágrimas congojosas,
que en alguna manera parece las mueve la pasión. Yo sé poco de estas pasiones
del alma que quizá me diera a entender, y lo que procede de la sensualidad (13)
y de nuestro natural, porque soy muy torpe; que yo me supiera declarar, si como
he pasado por ello lo entendiera. Gran cosa es el saber y las letras (14) para
todo.
6.
Lo que tengo de experiencia de este estado, digo de estos regalos y contentos en
la meditación, es que si comenzaba a llorar por la Pasión (15), no sabía
acabar hasta que se me quebraba la cabeza; si por mis pecados, lo mismo. Harta
merced me hacía nuestro Señor, que no quiero yo ahora examinar cuál es mejor
lo uno o lo otro, sino la diferencia que hay de lo uno a lo otro querría saber
decir. Para estas cosas algunas veces van estas lágrimas y estos deseos
ayudados del natural y como está la disposición; mas, en fin, como he dicho
(16), vienen a parar en Dios, aunque sea esto. Y es de tener en mucho, si hay
humildad para entender que no son mejores por eso; porque no se puede entender
si son todos efectos del amor, y cuando sea, es dado de Dios.
Por
la mayor parte, tienen estas devociones las almas de las moradas pasadas, porque
van casi continuo con obra de entendimiento, empleadas en discurrir con el
entendimiento y en meditación; y van bien, porque no se les ha dado más,
aunque acertarían en ocuparse un rato en hacer actos y en alabanzas de Dios y
holgarse de su bondad y que sea el que es, y en desear su honra y gloria. Esto
como pudiere, porque despierta mucho la voluntad. Y estén con gran aviso cuando
el Señor les diere estotro no lo dejar por acabar la meditación que se tiene
de costumbre.
7.
Porque me he alargado mucho en decir esto en otras partes (17), no lo diré
aquí. Sólo quiero que estéis advertidas que, para aprovechar mucho en este
camino y subir a las moradas que deseamos, no está la cosa en pensar mucho,
sino en amar mucho; (18) y así lo que más os despertare a amar, eso haced.
Quizá no sabemos qué es amar, y no me espantaré mucho; porque no está en el
mayor gusto, sino en la mayor determinación de desear contentar en todo a Dios
y procurar, en cuanto pudiéremos, no le ofender, y rogarle que vaya siempre
adelante la honra y gloria de su Hijo y el aumento de la Iglesia Católica.
Estas son las señales del amor, y no penséis que está la cosa en no pensar
otra cosa, y que si os divertís un poco va todo perdido.
8.
Yo he andado en esto de esta barahúnda del pensamiento bien apretada algunas
veces, y habrá poco más de cuatro años que vine a entender por experiencia
que el pensamiento (o imaginación, porque mejor se entienda) (19) no es el
entendimiento, y preguntélo a un letrado (20) y díjome que era así, que no
fue para mí poco contento. Porque, como el entendimiento es una de las
potencias del alma, hacíaseme recia cosa estar tan tortolito (21) a veces, y lo
ordinario vuela el pensamiento de presto, que sólo Dios puede atarle, cuando
nos ata a Sí de manera que parece estamos en alguna manera desatados de este
cuerpo. Yo veía, a mi parecer, las potencias del alma empleadas en Dios y estar
recogidas con El, y por otra parte el pensamiento alborotado: traíame tonta
(22).
9.
¡Oh Señor, tomad en cuenta lo mucho que pasamos en este camino por falta de
saber! Y es el mal que, como no pensamos que hay que saber más de pensar en
Vos, aun no sabemos preguntar a los que saben ni entendemos qué hay que
preguntar, y pásanse terribles trabajos, porque no nos entendemos, y lo que no
es malo, sino bueno, pensamos que es mucha culpa. De aquí proceden las
aflicciones de mucha gente que trata de oración y el quejarse de trabajos
interiores, a lo menos mucha parte en gente que no tiene letras, y vienen las
melancolías y a perder la salud y aun a dejarlo del todo, porque no consideran
que hay un mundo interior acá dentro; y así como no podemos tener el
movimiento del cielo, sino que anda a prisa con toda velocidad, tampoco podemos
tener nuestro pensamiento (23), y luego metemos todas las potencias del alma con
él y nos parece que estamos perdidas y gastado mal el tiempo que estamos
delante de Dios; y estáse el alma por ventura toda junta con El en las moradas
muy cercanas, y el pensamiento en el arrabal del castillo padeciendo con mil
bestias fieras y ponzoñosas y mereciendo con este padecer; y así, ni nos ha de
turbar ni lo hemos de dejar, que es lo que pretende el demonio. Y por la mayor
parte, todas las inquietudes y trabajos vienen de este no nos entender.
10.
Escribiendo esto, estoy considerando lo que pasa en mi cabeza del gran ruido de
ella que dije al principio (24), por donde se me hizo casi imposible poder hacer
lo que me mandaban de escribir. No parece sino que están en ella muchos ríos
caudalosos, y por otra parte, que estas aguas se despeñan; muchos pajarillos y
silbos, y no en los oídos, sino en lo superior de la cabeza, adonde dicen que
está lo superior del alma. Y yo estuve en esto harto tiempo, por parecer que el
movimiento grande del espíritu hacia arriba subía con velocidad. Plega a Dios
que se me acuerde en las moradas de adelante decir la causa de esto, que aquí
no viene bien, y no será mucho que haya querido el Señor darme este mal de
cabeza para entenderlo mejor; porque con toda esta barahúnda de ella, no me
estorba a la oración ni a lo que estoy diciendo, sino que el alma se está muy
entera en su quietud y amor y deseos y claro conocimiento.
11.
Pues si en lo superior de la cabeza está lo superior del alma (25), ¿cómo no
la turba? Eso no lo sé yo; mas sé que es verdad lo que digo. Pena da cuando no
es la oración con suspensión (26), que entonces hasta que se pasa no se siente
ningún mal; mas harto mal fuera si por este impedimento lo dejara yo todo. Y
así no es bien que por los pensamientos nos turbemos ni se nos dé nada; que si
los pone el demonio, cesará con esto; y si es, como lo es, de la miseria que
nos quedó del pecado de Adán con otras muchas, tengamos paciencia y
sufrámoslo por amor de Dios, pues estamos también sujetas a comer y dormir,
sin poderlo excusar, que es harto trabajo.
12.
Conozcamos nuestra miseria, y deseemos ir adonde "nadie nos
menosprecia"; que algunas veces me acuerdo haber oído esto que dice la
Esposa en los Cantares (27), y verdaderamente que no hallo en toda la vida cosa
adonde con más razón se pueda decir; porque todos los menosprecios y trabajos
que puede haber en la vida no me parece que llegan a estas batallas interiores.
Cualquier desasosiego y guerra se puede sufrir con hallar paz adonde vivimos
como ya he dicho; (28) mas que queremos venir a descansar de mil trabajos que
hay en el mundo y que quiera el Señor aparejarnos el descanso, y que en
nosotras mismas esté el estorbo, no puede dejar de ser muy penoso y casi
insufridero. Por eso, llevadnos, Señor, adonde no nos menosprecien estas
miserias (29), que parecen algunas veces que están haciendo burla del alma.
Aun
en esta vida la libra el Señor de esto, cuando ha llegado a la postrera morada,
como diremos, si Dios fuere servido (30).
13.
Y no darán a todos tanta pena estas miserias ni las acometerán, como a mí
hicieron muchos años por ser ruin, que parece que yo misma me quería vengar de
mí. Y como cosa tan penosa para mí, pienso que quizá será para vosotras así
y no hago sino decirlo en un cabo y en otro, para si acertase alguna vez a daros
a entender cómo es cosa forzosa, y no os traiga inquietas y afligidas, sino que
dejemos andar esta tarabilla de molino (32) y molamos nuestra harina, no dejando
de obrar la voluntad y entendimiento.
14.
Hay más y menos en este estorbo, conforme a la salud y a los tiempos. Padezca
la pobre alma, aunque no tenga en esto culpa, que otras haremos por donde es
razón que tengamos paciencia. Y porque no basta lo que leemos y nos aconsejan,
que es que no hagamos caso de estos pensamientos, para las que poco sabemos no
me parece tiempo perdido todo lo que gasto en declararlo más y consolaros en
este caso; mas hasta que el Señor nos quiera dar luz, poco aprovecha. Mas es
menester y quiere Su Majestad que tomemos medios y nos entendamos, y lo que hace
la flaca imaginación y el natural y demonio no pongamos la culpa al alma.
NOTAS
MORADAS IV, c. 1
1
Sobre el léxico teresiano empleado en este capítulo obsérvese: contentos y
ternura son sinonimos y significan toda clase de experiencias gratas (paz,
satisfacción, agrado) "no infusas" sino "adquiridas" (cf.
n. 4 y c. 3, n. 3), es decir, psicológicamente similares a las naturales,
aunque percibidas en la oración y práctica de las virtudes sobrenaturales. En
cambio, gustos son todas las experiencias infusas, no adquiridas ni homogéneas
a las naturales. - Pensamiento y entendimiento: en el léxico teresiano:
pensamiento equivale aproximadamente a imaginación (cf. n.8). - Recuérdese que
divertirse equivale a distraerse.
2
Sobrenatural, en la acepción teresiana ya conocida de "infuso o
místico". - Comienza a ser cosas sobrenaturales: con el recogimiento
infuso (c. 3), la oración de quietud o gustos (c. 2), comienzan las moradas
místicas. En realidad la Santa presenta las Moradas IV como moradas de
transición, mezcla de "natural y sobrenatural" (adquirido e infuso)
dirá ella misma al epilogarlas (c. 3, n. 14).
3
Como en otra parte se escribió: en el libro de la Vida (alude a los numerosos
capítulos dedicados a las gracias y estados místicos: cf. 14-32 y 37-40). -
Hasta donde yo había entendido: de hecho la experiencia y el saber místicos de
la Santa, cuando escribió la vida, eran muy incompletos; no llegaría
personalmente al estado de "matrimonio místico" descrito en las
séptimas moradas, sino en 1572; la "cuarta agua" y (Vida cc. 18-22);
los fuertes ímpetus místicos (cc. 23-32); y las "grandes mercedes"
de los cc. finales (37-40) corresponden a las moradas VI; las M VII no tienen
correspondencia en el libro de la Vida. De ahí la insistencia de la Autora en
decirnos que aquí corregirá o completará mucho de lo afirmado en aquel libro
(cf. M I, c. 2, n. 7; M IV, c. 2, n. 4). - Catorce años ha, poco más o menos:
Terminó la primera redacción de la Vida en 1562; y escribe estas páginas a
fines de 1577.
4
Es diferente: (= es otra cosa). Saberlas decir: ya en Vida 17, 5, distinguió la
Santa entre la gracia de la experiencia mística y las subsiguientes de su
"comprensión" y "expresión".
5
Cuando quiere y a quien quiere: fórmula utilizada por la Santa (y por san Juan
de la Cruz) para subrayar la absoluta gratuidad del don de Dios en sus gracias
místicas. Cf. V 34, 11: "son dones que da Dios cuando quiere y como
quiere, y ni va en tiempo ni en servicios". Aquí relaciona esa su tesis
con la parábola de los jornaleros llamados a la viña: Mt 20, 13. Otros pasajes
de Moradas que reiteran esa "tesis" teresiana: IV, 2, 9; V, 1, 12; VI,
4, 12; VI, 7, 9: VI, 8, 5...
6
Embebecimientos: embelesamiento, atención intensa y prolongada (cf. V 5, 4; y
Fund 6, 1-8).
7
Estar en un ser y poco antes, "cuando (el embebecimiento) lo es en un ser:
embeleso prolongado, ininterrumpido, total... Cf. M VI, 2, 4; y V 17, 6; 40, 18.
8
Lo que dije que diría: lo prometió en M III, 2, 10.
9
Reiterada alusión a la palabra de Jesús en Jn 15, 5.
10
Nuestro natural: nuestro ser natural, el sujeto humano, en contraposición al
plano de la gracia: uno y otro en cuanto fuente de dinamismos espirituales
humanos. Cf. nn. 5 y 6.
11
Prima: hora matinal del Oficio divino, entonces rezada coralmente al amanecer.
12
Versísulo del Salmo 118, 32.
13
Sensualidad: con acepción especial en el léxico teresiano. Sería una parte de
nuestro "ser natural": la parte "sensitiva" y desordenada.
14
Las letras: estudios o cultura filosófica y teológica.
15
La Pasión, por antonimasia, son los acontecimientos que preceden a la muerte de
Jesús.
16
Lo ha dicho en el n. 4.
17
Lo ha dicho (= escrito) en otras partes: V 13, 22; C 16, 20; 26-29.
18
Es un axioma teresiano: "el aprovechamiento del alma no está en pensar
mucho, sino en amar mucho": Fund 5, 2.
19
La aclaración contenida en el paréntesis fue añadida por la Santa al margen
del autógrafo. Gracián tuvo el mal gusto de tacharla y escribir entre líneas:
"o imaginación, que así la llamamos ordinariamente las mujeres".
Tras Gracián vino Ribera, que tachó la nota marginal de aquél y advirtió al
margen: "¡no se borre nada!". - A pesar de la presente declaración
de la Santa, su ignorancia en este punto no era absoluta: cf. V c. 17, n. 5.
20
Preguntélo a un letrado: ¿San Juan de la Cruz? Efectivamente, hacía
"poco más de cuatro días" era él confesor y asesor de la Santa en
la Encarnación de Avila.
21
Tan tortolito: atolondrado y versátil, o "alborotado" como dice
luego.
22
Estos desvaríos de la imaginación preocuparon insistentemente a la Santa. En
Vida c. 17, n. 7 escribía: "El postrer remedio que he hallado, a cabo de
haberme fatigado hartos años..., es que no se haga caso de ella más que de un
loco, sino dejarla con su tema". Sin embargo, en Camino c. 31, n. 8 vuelve
sobre ello: "por ventura es sólo el mío [su imaginación, la que sufre
tales distracciones], y no deben ser así los otros. Conmigo hablo, que algunas
veces me deseo morir, de que no puedo remediar esta variedad del
entendimiento". (Nótese la instabilidad del léxico teresiano: aquí
entendimiento equivale a imaginación). En las Moradas ha llegado ya a una alta
seguridad doctrinal sobre este punto; esa instabilidad y rebeldía de la
imaginación es pura consecuencia del desorden producido en nosotros por el
pecado de origen (cf. n. 11. Véanse además las Fundaciones c. 5, n. 2).
23
Tener el movimiento equivale a "detener"; lo mismo en la frase
siguiente: tener nuestro pensamiento, detenerlo, refrenarlo.
24
En el prólogo, n. 1.
25
Teoría vulgarizada pr la filosofía y medicina de su tiempo. Pudo leerla ella
en F. DE OSUNA, Tercer Abecedario, tratado 17, c. 4.
26
Suspensión, en acepción mística: cese de la actividad de sentidos y
potencias: éxtasis.
27
Cantar de los Cantares 8, 1.
28
Lo ha dicho en M II, n. 9.
29
Deseos de liberación absoluta, muchas veces expresados por ella: cf C
(Escorial), c. 42.
30
Lo dirá en M VII, 2.
31
Esta tarabilla de molino: la imaginación, "la loca de la casa".
Prosigue
en lo mismo y declara por una comparación qué es gustos y cómo se han de
alcanzar no procurándolos.
1.
¡Válgame Dios en lo que me he metido! Ya tenía olvidado lo que trataba,
porque los negocios y salud me hace dejarlo al mejor tiempo; y como tengo poca
memoria, irá todo desconcertado por no poder tornarlo a leer (1). Y aun quizás
se es todo desconcierto cuanto digo; al menos es lo que siento.
Paréceme
queda dicho (2) de los consuelos espirituales. Cómo algunas como veces van
envueltos con nuestras pasiones, traen consigo unos alborotos de sollozos, y aun
a personas he oído que se les aprieta el pecho y aun vienen a movimientos
exteriores, que no se pueden ir a la mano, y es la fuerza de manera que les hace
salir sangre de narices y cosas así penosas. De esto no sé decir nada, porque
no he pasado por ello, mas debe quedar consuelo; porque como digo (3) todo va a
parar en desear contentar a Dios y gozar de Su Majestad.
2.
Los que yo llamo "gustos de Dios" que en otra parte lo he nombrado
"oración de quietud" (4) es muy de otra manera, como entenderéis las
que lo habéis probado por la misericordia de Dios. Hagamos cuenta, para
entenderlo mejor, que vemos dos fuentes con dos pilas que se hinchen de agua,
que no me hallo cosa más a propósito para declarar algunas de espíritu que
esto de agua; y es, como sé poco y el ingenio no ayuda y soy tan amiga de este
elemento, que le he mirado con más advertencia que otras cosas; (5) que en
todas las que crió tan gran Dios, tan sabio, debe haber hartos secretos de que
nos podemos aprovechar, y así lo hacen los que lo entienden, aunque creo que en
cada cosita que Dios crió hay más de lo que se entiende, aunque sea una
hormiguita.
3.
Estos dos pilones se hinchen de agua de diferentes maneras: el uno viene de más
lejos por muchos arcaduces y artificio; el otro está hecho en el mismo
nacimiento del agua y vase hinchendo sin ningún ruido, y si es el manantial
caudaloso, como éste de que hablamos, después de henchido este pilón procede
un gran arroyo; ni es menester artificio, ni se acaba el edificio de los
arcaduces, sino siempre está procediendo agua de allí.
Es
la diferencia que la que viene por arcaduces es, a mi parecer, los
"contentos" que tengo dicho (6) que se sacan con la meditación;
porque los traemos con los pensamientos, ayudándonos de las criaturas en la
meditación y cansando el entendimiento; y como viene en fin con nuestras
diligencias, hace ruido cuando ha de haber algún henchimiento de provechos que
hace en el alma, como queda dicho (7).
4.
Estotra fuente, viene el agua de su mismo nacimiento, que es Dios, y así como
Su Majestad quiere, cuando es servido hacer alguna merced sobrenatural, produce
con grandísima paz y quietud y suavidad de lo muy interior de nosotros mismos,
yo no sé hacia dónde ni cómo, ni aquel contento y deleite se siente como los
de acá en el corazón digo en su principio, que después todo lo hinche, vase
revertiendo este agua por todas las moradas y potencias hasta llegar al cuerpo;
que por eso dije (8) que comienza de Dios y acaba en nosotros; que cierto, como
verá quien lo hubiere probado, todo el hombre exterior goza de este gusto y
suavidad.
5.
Estaba yo ahora mirando escribiendo esto que en el verso que dije: Dilatasti cor
meum (9), dice que ensanchó el corazón; y no me parece que es cosa como digo
que su nacimiento es del corazón, sino de otra parte aun más interior, como
una cosa profunda. Pienso que debe ser el centro del alma, como después he
entendido y diré a la postre; (10) que, cierto, veo secretos en nosotros mismos
que me traen espantada muchas veces. Y ¡cuántos más debe haber! ¡Oh Señor
mío y Dios mío, qué grandes son vuestras grandezas!, y andamos acá como unos
pastorcillos bobos, que nos parece alcanzamos algo de Vos y debe ser tanto como
nonada, pues en nosotros mismos están grandes secretos que no entendemos. Digo
tanto como nonada, para lo muy muy mucho que hay en Vos, que no porque no son
muy grandes las grandezas que vemos, aun de lo que podemos alcanzar de vuestras
obras.
6.
Tornando al verso, en lo que me puede aprovechar, a mi parecer, para aquí, es
en aquel ensanchamiento; que así parece que, como comienza a producir aquella
agua celestial de este manantial que digo de lo profundo de nosotros, parece que
se va dilatando y ensanchando todo nuestro interior y produciendo unos bienes
que no se pueden decir, ni aun el alma sabe entender qué es lo que se le da
allí. Entiende una fragancia digamos ahora como si en aquel hondón interior
estuviese un brasero adonde se echasen olorosos perfumes; ni se ve la lumbre, ni
dónde está; mas el calor y humo oloroso penetra toda el alma y aun hartas
veces como he dicho (11) participa el cuerpo. Mirad, entendedme, que ni se
siente calor ni se huele olor, que más delicada cosa es que estas cosas; sino
para dároslo a entender. Y entiendan las personas que no han pasado por esto,
que es verdad que pasa así y que se entiende, y lo entiende el alma más claro
que yo lo digo ahora; que no es esto cosa que se puede antojar, porque por
diligencias que hagamos no lo podemos adquirir, y en ello mismo se ve no ser de
nuestro metal, sino de aquel purísimo oro de la sabiduría divina.
Aquí
no están las potencias unidas, a mi parecer, sino embebidas y mirando como
espantadas qué es aquello.
7.
Podrá ser que en estas cosas interiores me contradiga algo de lo que tengo
dicho en otras partes. No es maravilla, porque en casi quince años que ha que
lo escribí (12), quizá me ha dado el Señor más claridad en estas cosas de lo
que entonces entendía, y ahora y entonces puedo errar en todo, mas no mentir,
que, por la misericordia de Dios, antes pasaría mil muertes. Digo lo que
entiendo (13).
8.
La voluntad bien me parece que debe estar unida en alguna manera con la de Dios;
mas en los efectos y obras de después se conocen estas verdades de oración,
que no hay mejor crisol para probarse. Harto gran merced es de nuestro Señor,
si la conoce quien la recibe, y muy grande si no torna atrás.
Luego
querréis, mis hijas, procurar tener esta oración, y tenéis razón; que como
he dicho (14) no acaba de entender el alma las que allí la hace el Señor y con
el amor que la va acercando más a Sí, que cierto está desear saber cómo
alcanzaremos esta merced. Yo os diré lo que en esto he entendido.
9.
Dejemos cuando el Señor es servido de hacerla porque Su Majestad quiere y no
por más. El sabe el porqué; no nos hemos de meter en eso. Después de hacer lo
que los de las moradas pasadas, ¡humildad, humildad! Por ésta se deja vencer
el Señor a cuanto de él queremos; (15) y lo primero en que veréis si la
tenéis, es en no pensar que merecéis estas mercedes y gustos del Señor ni los
habéis de tener en vuestra vida.
Diréisme
que de esta manera que ¿cómo se han de alcanzar no los procurando? A esto
respondo que no hay otra mejor de la que os he dicho y no los procurar, por
estas razones: la primera, porque lo primero que para esto es menester es amar a
Dios sin interés; la segunda, porque es un poco de poca humildad pensar que por
nuestros servicios miserables se ha de alcanzar cosa tan grande; la tercera,
porque el verdadero aparejo para esto es deseo de padecer y de imitar al Señor
y no gustos, los que, en fin, le hemos ofendido; la cuarta, porque no está
obligado Su Majestad a dárnoslos, como a darnos la gloria si guardamos sus
mandamientos, que sin esto nos podremos salvar y sabe mejor que nosotros lo que
nos conviene y quién le ama de verdad; y así es cosa cierta, yo lo sé, y
conozco personas (16) que van por el camino del amor como han de ir, por sólo
servir a su Cristo crucificado, que no sólo no le piden gustos ni los desean,
mas le suplican no se los dé en esta vida. Esto es verdad. La quinta es, porque
trabajaremos en balde, que como no se ha de traer esta agua por arcaduces como
la pasada, si el manantial no la quiere producir, poco aprovecha que nos
cansemos. Quiero decir que aunque más meditación tengamos y aunque más nos
estrujemos y tengamos lágrimas, no viene este agua por aquí. Sólo se da a
quien Dios quiere y cuando más descuidada está muchas veces el alma.
10.
Suyas somos, hermanas; haga lo que quisiere de nosotras; llévenos por donde
fuere servido. Bien creo que quien de verdad se humillare y desasiere (digo de
verdad, porque no ha de ser por nuestros pensamientos, que muchas veces nos
engañan, sino que estemos desasidas del todo), que no dejará el Señor de
hacernos esta merced y otras muchas que no sabremos desear. Sea por siempre
alabado y bendito, amén.
NOTAS
MORADAS IV, c. 2
1
Sobre las interrupciones en la redacción del libro, cf. M V, 4, 1.
2
En el c. 1, 4-6.
3
Cf. c. 1, n. 5.
4
En otra parte: es decir, en Vida y Camino. En Vida la designó sucesivamente con
los términos "gustos" (título del c. 14) y "quietud"
(título del c. 15). En Camino 31, "declara qué es oración de
quietud" (título): cf. M IV, 3, 1, nota.
5
"Ver campo, agua, flores: en esas cosas hallaba yo memoria del
Criador": V 9, 5.
6
Lo tiene dicho en M III, 2, 9; y IV, 1, 4.
7
En el capítulo anterior, nn. 5.6.10.
8
Por eso dije: en el cap. pasado, n. 4.
9
Salmo 118, 32, ya citado en c. 1, n. 5.
10
Lo dirá a la postre: en M VII, 1; y VII, 2, 3-9.
11
Lo ha dicho poco antes, n. 4.
12
Alude a Vida, redactada por primer vez en 1562. - En M IV, 1, 1, escribió que
hacía "14 años poco más o menos". Recuérdese que entre el c.
primero y el segundo de estas moradas medió una notable interrupción
redaccional (cf. c. 2, n. 1).
13
A esa mayor comprensión de lo espiritual ha aludido ya en M I, 2, 7 y M IV, 1,
8.
14
En el n. 5 de este capítulo.
15
Esta prerrogativa de la humildad ya la ha propuesto gráficamente en Camino, c.
16, 1-3: "ella da jaque mate al "Rey de la gloria".
16
Conozco personas...: Cf. un lugar paralelo en M VI, 9, 17, en que las personas
aludidas son expresamente dos, una de las cuales parece identificarse con fray
Juan de la Cruz; la otra, ciertamente con la autora.
En
que trata qué es oración de recogimiento, que por la mayor parte la da el
Señor antes de la dicha. Dice sus efectos y los que quedan de la pasada que
trató, de los gustos que da el Señor.
1.
Los efectos de esta oración son muchos: algunos diré, y primero, otra manera
de oración que comienza casi siempre primero que ésta, y por haberla dicho en
otras partes (1), diré poco. Un recogimiento que también me parece
sobrenatural, porque no es estar en oscuro ni cerrar los ojos, ni consiste en
cosa exetrior, puesto que, sin quererlo, se hace esto de cerrar los ojos y
desear soledad; y sin artificio, parece que se va labrando el edificio para la
oración que queda dicha; (2) porque estos sentidos y cosas exteriores parece
que van perdiendo de su derecho porque el alma vaya cobrando el suyo que tenía
perdido.
2.
Dicen que "el alma se entra dentro de sí" y otras veces que
"sube sobre sí" (3). Por este lenguaje no sabré yo aclarar nada, que
esto tengo malo que por el que yo lo sé decir pienso que me habéis de
entender, y quizá será sola para mí. Hagamos cuenta que estos sentidos y
potencias (que ya he dicho (4) que son la gente de este castillo, que es lo que
he tomado para saber decir algo), que se han ido fuera y andan con gente
extraña, enemiga del bien de este castillo, días y años; y que ya se han ido,
viendo su perdición, acercando a él, aunque no acaban de estar dentro porque
esta costumbre es recia cosa, sino no son ya traidores y andan alrededor. Visto
ya el gran Rey, que está en la morada de este castillo, su buena voluntad, por
su gran misericordia, quiérelos tornar a él y, como buen pastor, con un silbo
tan suave, que aun casi ellos mismos no le entienden, hace que conozcan su voz y
que no anden tan perdidos, sino que se tornen a su morada. Y tiene tanta fuerza
este silbo del pastor, que desamparan las cosas exteriores en que estaban
enajenados y métense en el castillo.
3.
Paréceme que nunca lo he dado a entender como ahora, porque para buscar a Dios
en lo interior (que se halla mejor y más a nuestro provecho que en las
criaturas, como dice San Agustín que le halló, después de haberle buscado en
muchas partes) (15), es gran ayuda cuando Dios hace esta merced. Y no penséis
que es por el entendimiento adquirido procurando pensar dentro de sí a Dios, ni
por la imaginación, imaginándole en sí. Bueno es esto y excelente manera de
meditación, porque se funda sobre verdad, que lo es estar Dios dentro de
nosotros mismos; mas no es esto, que esto cada uno lo puede hacer (con el favor
del Señor, se entiende, todo). Mas lo que digo es en diferente manera, y que
algunas veces, antes que se comience a pensar en Dios, ya esta gente está en el
castillo, que no sé por dónde ni cómo oyó el silbo de su pastor. Que no fue
por los oídos, que no se oye nada, mas siéntese notablemente un encogimiento
suave a lo interior, como verá quien pasa por ello, que yo no lo sé aclarar
mejor. Paréceme que he leído que como un erizo o tortuga, cuando se retiran
hacia sí, y debíalo de entender bien quien lo escribió (16). Mas éstos,
ellos se entran cuando quieren; acá no está en nuestro querer sino cuando Dios
nos quiere hacer esta merced. Tengo para mí que cuando Su Majestad la hace, es
a personas que van ya dando de mano a las cosas del mundo. No digo que sea por
obra los que tienen estado que no pueden, sino por el deseo, pues los llama
particularmente para que estén atentos a las interiores; y así creo que, si
queremos dar lugar a Su Majestad, que no dará sólo esto a quien comienza a
llamar para más.
4.
Alábele mucho quien esto entendiere en sí, porque es muy mucha razón que
conozca la merced, y el hacimiento de gracias por ella hará que se disponga
para otras mayores. Y es disposición para poder escuchar, como se aconseja en
algunos libros, que procuren no discurrir, sino estarse atentos a ver qué obra
el Señor en el alma; (7) que si Su Majestad no ha comenzado a embebernos, no
puedo acabar de entender cómo se pueda detener el pensamiento de manera que no
haga más daño que provecho, aunque ha sido contienda bien platicada entre
algunas personas espirituales, y de mí confieso mi poca humildad que nunca me
han dado razón para que yo me rinda a lo que dicen. Uno me alegó con cierto
libro del santo Fray Pedro de Alcántara que yo creo lo es a quien yo me
rindiera, porque sé que lo sabía; y leímoslo y dice lo mismo que yo, aunque
no por estas palabras; (8) mas entiéndese en lo que dice que ha de estar ya
despierto el amor. Ya puede ser que yo me engañe, mas voy por estas razones:
5.
La primera, que en esta obra de espíritu quien menos piensa y quiere hacer,
hace más; lo que habemos de hacer es pedir como pobres necesitados delante de
un grande y rico emperador, y luego bajar los ojos y esperar con humildad.
Cuando por sus secretos caminos parece que entendemos que nos oye, entonces es
bien callar, pues nos ha dejado estar cerca de él, y no será malo procurar no
obrar con el entendimiento si podemos digo Mas si este Rey aun no entendemos que
nos ha oído ni nos ve, no nos hemos de estar bobos, que lo queda harto el alma
cuando ha procurado esto, y queda mucho más seca y por ventura más inquieta la
imaginación con la fuerza que se ha hecho a no pensar nada, sino que quiere el
Señor que le pidamos y consideremos estar en su presencia, que El sabe lo que
nos cumple. Yo no puedo persuadirme a industrias humanas en cosas que parece
puso Su Majestad límite y las quiso dejar para Sí; lo que no dejó otras
muchas que podemos con su ayuda, así de penitencia, como de obras, como de
oración, hasta donde puede nuestra miseria.
6.
La segunda razón es, que estas obras interiores son todas suaves y pacíficas,
y hacer cosa penosa, antes daña que aprovecha. Llamo penosa fuerza que nos
queramos hacer, como sería pena detener el huelgo; sino dejarse el alma en las
manos de Dios, haga lo que quisiere de ella, con el mayor descuido de su
provecho que pudiere y mayor resignación a la voluntad de Dios.
La
tercera es, que el mismo cuidado que se pone en no pensar nada quizá
despertará el pensamiento a pensar mucho.
La
cuarta es, que lo más sustancial y agradable a Dios es que nos acordemos de su
honra y gloria y nos olvidemos de nosotros mismos y de nuestro provecho y regalo
y gusto. Pues ¿cómo está olvidado de sí el que con mucho cuidado está, que
no se osa bullir, ni aun deja a su entendimiento y deseos que se bullan a desear
la mayor gloria de Dios, ni que se huelgue de la que tiene? Cuando Su Majestad
quiere que el entendimiento cese, ocúpale por otra manera y da una luz en el
conocimiento tan sobre la que podemos alcanzar, que le hace quedar absorto, y
entonces, sin saber cómo, queda muy mejor enseñado que no con todas nuestras
diligencias para echarle más a perder; que pues Dios nos dio las potencias para
que con ellas trabajásemos y se tiene todo su premio, no hay para qué las
encantar, sino dejarlas hacer su oficio, hasta que Dios las ponga en otro mayor.
7.
Lo que entiendo que más conviene que ha de hacer el alma que ha querido el
Señor meter a esta morada es lo dicho (9), y que sin ninguna fuerza ni ruido
procure atajar el discurrir del entendimiento, mas no el suspenderle ni el
pensamiento, sino que es bien que se acuerde que está delante de Dios y quién
es este Dios. Si lo mismo que siente en sí le embebiere, enhorabuena; mas no
procure entender lo que es, porque es dado a la voluntad; déjela gozar sin
ninguna industria más de algunas palabras amorosas, que aunque no procuremos
aquí estar sin pensar nada, se está muchas veces, aunque muy breve tiempo.
8.
Mas como dije en otra parte (10) la causa porque en esta manera de oración
(digo en la que comencé esta morada, que he metido la de recogimiento con ésta
que había de decir primero, y es muy menos que la de los gustos que he dicho de
Dios, sino que es principio para venir a ella; que en la del recogimiento no se
ha de dejar la meditación, ni la obra del entendimiento) (11) en esta fuente
manantial que no viene por arcaduces él se comide o le hace comedir ver que no
entiende lo que quiere; y así anda de un cabo a otro, como tonto que en nada
hace asiento. La voluntad le tiene tan grande en su Dios, que la da gran
pesadumbre su bullicio, y así no ha menester hacer caso de él, que la hará
perder mucho de lo que goza, sino dejarle y dejarse a sí en los brazos del
amor, que Su Majestad la enseñará lo que ha de hacer en aquel punto, que casi
todo es hallarse indigna de tanto bien y emplearse en hacimiento de gracias.
9.
Por tratar de la oración de recogimiento, dejé los efectos o señales que
tienen las almas a quien Dios nuestro Señor da esta oración. Así como se
entiende claro un dilatamiento o ensanchamiento en el alma, a manera de como si
el agua que mana de una fuente no tuviese corriente, sino que la misma fuente
estuviese labrada de una cosa que mientras más agua manase más grande se
hiciese el edificio, así parece en esta oración, y otras muchas maravillas que
hace Dios en el alma, que la habilita y va disponiendo para que quepa todo en
ella. Así esta suavidad y ensanchamiento interior se ve en el que le queda para
no estar tan atada como antes en las cosas del servicio de Dios, sino con mucha
más anchura. Así en no se apretar con el temor del infierno, porque aunque le
queda mayor de no ofender a Dios, el servil (13) piérdese aquí: queda con gran
confianza que le ha de gozar. El que solía tener, para hacer penitencia, de
perder la salud, ya le parece que todo lo podrá en Dios; (14) tiene más deseos
de hacerla que hasta allí. El temor que solía tener a los trabajos, ya va más
templado; porque está más viva la fe y entiende que, si los pasa por Dios, Su
Majestad le dará gracia para que los sufra con paciencia, y aun algunas veces
los desea, porque queda también una gran voluntad de hacer algo por Dios. Como
va más conociendo su grandeza, tiénese ya por más miserable; como ha probado
ya los gustos de Dios, ve que es una basura los del mundo, vase poco a poco
apartando de ellos y es más señora de sí para hacerlo. En fin, en todas las
virtudes queda mejorada y no dejará de ir creciendo, si no torna atrás ya, a
hacer ofensas de Dios, porque entonces todo se pierde, por subida que esté un
alma en la cumbre. Tampoco se entiende que de una vez o dos que Dios haga esta
merced a un alma, quedan todas éstas hechas si no va perseverando en
recibirlas, que en esta perseverancia está todo nuestro bien.
10.
De una cosa aviso mucho a quien se viere en este estado: que se guarde muy mucho
de ponerse en ocasiones de ofender a Dios; porque aquí no está aún el alma
criada, sino como un niño que comienza a mamar, que si se aparta de los pechos
de su madre, ¿qué se puede esperar de él sino la muerte? Yo he mucho temor
que a quien Dios hubiere hecho esta merced y se apartare de la oración, que
será así, si no es con grandísima ocasión o si no torna presto a ella,
porque irá de mal en peor. Yo sé que hay mucho que temer en este caso, y
conozco a algunas personas que me tienen harto lastimada y he visto lo que digo,
por haberse apartado de quien con tanto amor se le quería dar por amigo y
mostrárselo por obras. Aviso tanto que no se pongan en ocasiones, porque pone
mucho el demonio más por un alma de éstas que por muy muchas a quien el Señor
no haga estas mercedes; porque le pueden hacer gran daño con llevar otras
consigo, y hacer gran provecho, podría ser, en la Iglesia de Dios; y aunque no
haya otra cosa sino ver el que Su Majestad las muestra amor particular, basta
para que él se deshaga porque se pierdan; y así son muy combatidas y aun mucho
más perdidas que otras, si se pierden.
Vosotras,
hermanas, libres estáis de estos peligros, a lo que podemos entender; de
soberbia y vanagloria os libre Dios; y de que el demonio quiera contrahacer
estas mercedes, conocerse ha en que no hará estos efectos, sino todo al revés.
11.
De un peligro os quiero avisar (aunque os lo he dicho en otra parte) (15) en que
he visto caer a personas de oración, en especial mujeres, que como somos más
flacas, ha más lugar para lo que voy a decir. Y es que algunas, de la mucha
penitencia y oración y vigilias y aun sin esto, sonse flacas de complexión; en
teniendo algún regalo, sujétales el natural y, como sienten contento alguno
interior y caimiento en lo exterior y una flaqueza (16), cuando hay un sueño
que llaman espiritual, que es un poco más de lo que queda dicho (17),
paréceles que es lo uno como lo otro y déjanse embebecer. Y mientras más se
dejan, se embebecen más, porque se enflaquece más el natural, y en su seso les
parece arrobamiento; y llámole yo abobamiento, que no es otra cosa más de
estar perdiendo tiempo allí y gastando su salud [12] (a una persona le acaecía
estar ocho horas), que ni están sin sentido, ni sienten cosa de Dios. Con
dormir y comer y no hacer tanta penitencia, se le quitó a esta persona, porque
hubo quien la entendiese, que a su confesor traía engañado y a otras personas
y a sí misma, que ella no quería engañar. Bien creo que haría el demonio
alguna diligencia para sacar alguna ganancia, y no comenzaba a sacar poca.
13.
Hase de entender que cuando es cosa verdaderamente de Dios, que aunque hay
caimiento interior y exterior, que no le hay en el alma, que tiene grandes
sentimientos de verse tan cerca de Dios, ni tampoco dura tanto, sino muy poco
espacio, bien que se torna a embebecer; y en esta oración, si no es flaqueza
como he dicho (18) no llega a tanto que derrueque el cuerpo ni haga ningún
sentimiento exterior en él. Por eso tengan aviso que cuando sintieren esto en
sí, lo digan a la prelada y diviértanse lo que pudieren y hágalas no tener
horas tantas de oración sino muy poco, y procure que duerman bien y coman,
hasta que se les vaya tornando la fuerza natural, si se perdió por aquí. Si es
de tan flaco natural que no le baste esto, créanme que no la quiere Dios sino
para la vida activa, que de todo ha de haber en los monasterios; ocúpenla en
oficios, y siempre se tenga cuenta que no tenga mucha soledad, porque vendrá a
perder del todo la salud. Harta mortificación será para ella; aquí quiere
probar el Señor el amor que le tiene en cómo lleva esta ausencia, y será
servido de tornarle la fuerza después de algún tiempo, y si no, con oración
vocal ganará y con obedecer, y merecerá lo que había de merecer por aquí y
por ventura más.
14.
También podría haber algunas de tan flaca cabeza e imaginación como yo las he
conocido que todo lo que piensan les parece que lo ven; es harto peligroso.
Porque quizá se tratará de ello adelante (19), no más aquí, que me he
alargado mucho en esta morada, porque es en la que más almas creo entran, y
como es también natural junto con lo sobrenatural (20), puede el demonio hacer
más daño; que en las que están por decir, no le da el Señor tanto lugar. Sea
por siempre alabado, amén.
NOTAS
MORADAS IV, c. 3
1
Ha hablado de "oración de recogimiento" en varias obras: Vida cc.
14-15; Camino cc. 28-29; Relación 5 (escrita poco antes que las Moradas). -
Conviene tener en cuenta que la Santa no es constante en la nomenclatura de los
grados de oración: ora habla de un "recogimiento" no infuso, última
forma de oración no mística; ora de un "recogimiento infuso", primer
grado de oración mística. Así en Vida la segunda agua (2o grado de oración:
quietud infusa) será designada indistintamente con los términos de
"recogimiento y quietud" (cf. c. 15, nn. 1 y 4). Al contrario, en los
hermosos cc. 28-29 del Camino enseñará una forma de "oración de
recogimiento" perfectamente adquirible y no infusa. En la mencionada
Relación 5, nn. 3-4, la oración de "recogimiento interior" es como
el primer vagido de oración mística, escalón de acceso a la oración de
quietud (n. 4; pero cf. el número último de esta misma Relación). Esta
proposición doctrinal se mantendrá en las Moradas IV, c. 3: el recogimiento es
una forma de oración infusa (="que también me parece sobrenatural",
n. 1; cf., sin embargo, el n. 8) que prepara inmediatamente el alma para la
oración de quietud. - Por todo esto, sería erróneo insistir demasiado en la
nomenclatura teresiana para captar el pensamiento de la Santa.
2
El sentido es: en esta oración de recogimiento se prepara el alma para la
oración de quietud; sin artificio quiere decir sin esfuerzo personal,
pasivamente o por vía infusa. Esta expresión y la siguiente "labrar el
edificio" aluden al símbolo de los pilones y arcaduces, c. 2, nn. 2-4.
3
Alusión al Terceur Abecedario de F. de Osuna, tratado 9, c. 7, y a la Subida
del Monte Sión de B. de Laredo, parte 3, c. 41. - Sobre este punto, véase Vida
c. 12, título y nn. 1, 4, 5 y 7; y c. 22, nn. 13 y 18.
4
Cf. M I, c. 2, nn. 4, 12, 15.
5
Confesiones L. 10, c. 27, pero más probablemente alude al c. 31 de los
Soliloquios atribuído a San Agustín, y editados en castellano en Valladolid
1515. Cf. V c. 40, n. 6; y C c. 28, n. 2.
6
Nueva reminiscencia del Tercer Abecedario del franciscano F. de Osuna, tratado
6, c. 4.
7
Pasaje oscuro. Alude la Santa a Bernardino de Laredo, Subida del alma a Dios,
parte 3, c. 27: "Qué cosa es no pensar nada en contemplación
perfecta..."
8
Se refiere al Tratado de oración y meditación, aviso 8, del P. Granada,
entonces atribuído a San Pedro de Alcántara.
9
En los nn. 4-6; cf. c. 2, n. 9.
10
El paréntesis que sigue rompe el hilo del discurso y la frase quedará
inconclusa. Fray Luis, conservando intacto el paréntesis, arregló el resto
así: "Mas como dije en otra parte, la causa porque en esta manera de
oración cesa el discurso del entendimiento [...] así que la causa es que ésta
es fuente manantial, que no viene por arcaduces: él se comide" (p. 81).
-Como dije en otra parte: probablemente remite a los pasajes paralelos del
Camino c. 31, nn. 3 y 7. Paralelo de lo que venía diciendo en el número
anterior en Vida c. 13, nn. 11-22, a pesar de hallarse en contexto diverso.
11
El aparente embrollo de la frase y el desorden redaccional de estas Moradas IV
hacen necesaria una aclaración: En el c. 1 ha hablado de la diferencia entre
"gustos y contentos" (oración infusa y oración no infusa); en el c.
2, ha tratado de la oración de quietud ("gustos"), contrastándola
con la oración de recogimiento ("contentos"), introduciendo para ello
la hermosa alegoría de los pilones y arcaduces (nn. 3-5); en este c. 3 trata de
la oración de recogimiento (primera manifestación de la oración infusa) y de
los efectos de la oración de quietud (nn. 9-14). - Es franco desorden se debe,
en parte, a las interrupciones que sufrió la Santa durante la composición de
estas Moradas. - El orden lógico debería ser éste:
a)
diferencia entre contentos y gustos (c. 1);
b)
oración de contentos: últimas formas de oración no-infusa (c. 2, nn. 1-5);
c)
oración de recogimiento infuso (c. 3, nn. 1-7);
d)
oración de quietud (c. 2, nn. 2 y 6-10);
e)
efectos de la oración de quietud (c. 3, nn. 9-14).
12
Esta oración de quietud. - Reanuda con el n. 1.
13
El temor servir: en contraposición al temor filial, según el esquema de la
teología clásica.
14
Alusión a Fl 4, 13. Cf.
V c. 13, n. 3; Rel 58, n. 2.
15
En el c. 5 de las Fundaciones. Insistirá en el mismo aviso en M VI, c. 7, n.
13.
16
Caimiento (de nuevo en el n. 13) equivale a decaimiento. - Flaqueza: la Santa
escribió flaquedad.
17
Más de lo que queda dicho: más intenso que la oración infusa de quietud de
que viene hablando. - Del "sueño espiritual" (o "sueño de
potencias") cf. V cc. 16 y 17, donde la Santa le concede mayor importancia
en el escalafón de la vida mística.
18
En los nn. 11-12. - Derrocar en este caso significa el estado de impotencia
corporal producido por ciertas gracias extáticas: las gracias místicas de las
moradas IV no producen tal "derrocamiento", sino a lo sumo
"decaimiento interior y exterior".
19
Cf. todo el c. 3 de las moradas sextas.
20 Natural junto con sobrenatural: que en estas moradas se entrecruzan actos y estados infusos y no infusos. Por eso ha hablado de contentos y gustos: de meditación y quietud (cf. n. 8).