ORACIONES

Las oraciones de Teresa

 

INTRODUCCIÓN A LAS ORACIONES

Aun cuando Teresa haya compuesto las veintiún oraciones que aquí recogemos, nunca sintió la tentación de rivalizar con la intensa creatividad de su época en este campo. Es más, ella misma confesó que no apreciaba demasiado esta superproducción: "Fuera del Oficio divino, que tan indigna soy de recitar, no me siento con ánimos para sujetarme a buscar en los libros bellas oraciones; me causa dolor de cabeza. ¡Hay tantas...! ¡...Y cada cual más bella...!" (Ms C 25rº).

Estas líneas, escritas en junio de 1897, dejan traslucir un cierto humor; y sin embargo, está ya muy enferma cuando redacta su último manuscrito. No, Teresa nunca quiso componer "bellas" oraciones. Se ha vuelto demasiado sencilla, demasiado niña, demasiado "pequeña" desde que ha entrado por el camino de la confianza y del amor. A sus ojos, lo único que cuenta es la verdad. Hay que tener mucho cuidado con la "moneda falsa" en materia espiritual (CA 8.7.16). La joven carmelita, siempre tan lúcida, tiene verdadero miedo a la inflación verbal: "No desprecio los pensamientos profundos, que alimentan al alma y la unen a Dios. Pero hace mucho tiempo ya que he comprendido que no hay que apoyarse en ellos, ni hacer consistir la perfección en recibir abundantes luces. Los pensamientos más hermosos no son nada sin las obras" (Ms c 19vº).

Ella reza de la manera más sencilla: "Dios nunca se cansa de escucharme cuando le cuento con toda sencillez mis penas y mis alegrías como si él no las conociese..." (Ms C 32vº).

Todo lo que brota del corazón y de la pluma de sor Teresa del Niño Jesús tiene esa misma autenticidad interior. La única "definición" que nos dejó manifiesta esa espontaneidad: "Para mí, la oración es un impulso del corazón, una simple mirada dirigida al cielo, un grito de agradecimiento y de amor, tanto en medio del sufrimiento como en medio de la alegría. En una palabra, es algo grande, algo sobrenatural, que me dilata el alma y me une a Jesús" (Ms C 25rº).

Evidentemente, estas veintiún oraciones no deben hacernos olvidar todas las que se encuentran en sus otros escritos. Así por ejemplo, en los Manuscritos Autobiográficos con frecuencia el relato se desliza hacia la oración <1>. En el simple plano literario, Teresa alcanza cotas muy altas cuando se dirige directamente a Jesús. Como ocurre en el Ms B: "Al escribir, le hablo a Jesús; así me resulta más fácil expresar mis pensamientos" (Ms B 1vº). Arrastrada por su impulso interior, tropieza con las limitaciones del lenguaje y lamenta con frecuencia no poder expresar lo que siente: "¡Cómo me gustaría saber explicar mi pensamiento!"(Ms A 38 vº). "A la palabra humana le es imposible expresar ciertas cosas que el corazón del hombre apenas si puede vislumbrar..." (Ms B 1rº). Y cuando llega a los límites de lo inefable, Teresa entra en la oración silenciosa que ya no requiere palabras: "Muchas veces, sólo el silencio es capaz de expresar mi oración, pero el huésped divino del sagrario lo comprende todo, aun el silencio del alma de una hija que está llena de gratitud..." (Cta 138; Cta 106).

Se comprende así la importancia de las dos horas diarias de oración en la vida de carmelita de Teresa. Basta leer la parábola del "pajarillo" (Ms B 4vº/5 rº) para captar en todo su realismo la actitud de la carmelita, allí quieta "mirando fijamente a su Sol divino", sin importarle las nubes ni las tormentas.

Por lo demás, ¿no es altamente revelador que treinta y tres de sus cincuenta y cuatro poesías sean verdaderas oraciones? Las Recreaciones están también salpicadas de ellas por todas partes. Y las cartas contienen también invocaciones a Jesús y numerosas citas bíblicas.

Las oraciones de Teresa

Teresa ha dejado veintiún oraciones escritas, de importancia cuantitativa muy dispar, ya que algunas no constan más que de una línea y la más larga tiene setenta y cinco.

Sin usar demasiados artificios, se las podría agrupar según unos criterios de fácil aplicación:

- oraciones espontáneas, escritas en situaciones de angustia o de alegría (Or 1, 14, 15, 16, 17, 19, 21);

- oraciones "pedagógicas", compuestas para una u otra de las novicias (Or 3, 4, 5, 7, 18, 20) y para una persona seglar (Or 10);

- oraciones mayores, en un momento decisivo de la vida de Teresa (profesión, Or 2; Acto de ofrenda, Or 6; oración por un hermano espiritual, Or 8; consagración a la Santa Faz, Or 12).

Estas oraciones van punteando a su manera el caminar de Teresa y ritmando su "carrera de gigante" <2>.

La importancia de las mismas no se mide por su extensión. Nada tan conmovedor como esas "oraciones-grito" (Or 1, 11, 19), o jaculatorias como entonces se las llamaba, flechas lanzadas hacia el cielo según los Padres del desierto. Tienen que haber salido de lo más hondo de un corazón angustiado para que Teresa haya querido escribirlas con el fin de poderlas repetir y volver a leer una y otra vez.

La súplica a la Virgen María (Or 1) que le había sonreído "en la mañana de su vida" el 13 de marzo de 1883, es sin duda un eco de aquellos dos "sufrimientos del alma" (Ms A 30 vº) que padeció todavía durante mucho tiempo después de su curación física.

Trece años más tarde, sumergida en una angustia todavía mayor, la Oración 19 (1897) ilustra un pasaje del Ms C: "Creo haber hecho más actos de fe de un año a esta parte que en toda mi vida" <3>. Estas dos líneas escritas en un pobre borrador, y que atestiguan la rudeza del combate, son más elocuentes que mil palabras.

La Oración 11, todavía más breve, escrita en la parte superior de un icono de la Santa Faz de Tours, expresa el intenso deseo de parecerse al Amado que anunciara Isaías 53. En el cara a cara Teresa-Jesús, la carmelita implora la gracia de la semejanza, según los deseos de su maestro san Juan de la Cruz: hacerse semejante al esposo del Cantar de los Cantares <4>. Un deseo que aparece expresado de nuevo en la Oración 16: "Dígnate imprimir en mí tu divina semejanza".

Menos vibrantes de angustia y de amor impetuoso aparecen las poesías de los años 1893-1894, que se pueden calificar de "pedagógicas" a condición de no pensar que Teresa las escribió únicamente para otros las usaran. Es muy cierto que pretende ayudar a las novicias que le han sido confiadas, pero cuando dice "nosotras" se implica también ella por entero. Al ponerse a la cabeza de aquel pequeño rebaño, lo arrastra tras de sí a un esfuerzo ascético de reparación (Or 9), sobre todo de las blasfemias (Or 4); les enseña a mantener los ojos bajos en el refectorio (Or 3), a adiestrarse en las oraciones y en los sacrificios (Or 5), a "hacer el examen de la noche" (Or 7), a alcanzar la humildad (Or 20).

No es, sin duda, una simple coincidencia el que las Oraciones 11 a 16 (año 1896 y principios del 1897) estén centradas en la contemplación de la Santa Faz. A partir del 10 de enero de 1889 (fecha de su toma de hábito), sor Teresa del Niño Jesús había completado su nombre con la advocación "(y) de la Santa Faz". Con mucha frecuencia había meditado en misterioso Siervo del Segundo Isaías. Y esta fascinación por "la Faz adorable de Jesús" nunca se extinguió en ella.El cántico del 12 de agosto de 1895 es una clara prueba de que esta contemplación persistía:

Tu Faz es mi sola patria...

En ella, escondida siempre, a ti me pareceré... <5>.

La brusca entrada en la noche, en Pascua de 1896, reavivó la atracción por esta "Faz querida" y "velada". Ahí tiene su origen, el 6 de agosto de ese año, fiesta de la Transfiguración, la consagración a la Santa Faz (Or 12), cuya importancia no ha sido quizás suficientemente subrayada por los estudiosos de Teresa. Basta ver el original para observar con qué cuidado quiso ella solemnizarlo. Nótese la fuerte inspiración apostólica ("nos hacen falta almas..."), que coincide en este período con la ampliación de su deseo misionero.

Este había sufrido un fuerte impulso algunos meses antes debido a un acontecimiento imprevisto que la afectó profundamente: la madre Inés de Jesús le encomendó un seminarista, el abate Bellière, para que lo ayudase espiritualmente (Ms C 32rº). Una vez más uno de sus deseos más queridos -tener un hermano sacerdote- acaba de cumplirse de manera inesperada. E inmediatamente redacta para él un oración apostólica, que es también, en cierto modo, un acto de ofrenda, ya que por ese futuro misionero Teresa "ofrece feliz todas las oraciones y todos los sacrificios" de que pueda disponer (Or 8).

El 24 de febrero de 1897, le pedirá que haga "todos los días" esta oración por ella: "Padre misericordioso, en el nombre de nuestro buen Jesús, de la Virgen María y de los santos, te suplico que abrases a mi hermana en tu Espíritu de amor y que le concedas la gracia de hacerte amar mucho" <6>.

La estampa de la Santa Faz que Teresa confeccionó para su breviario (Or 15 y 16), paralela a la del Niño Jesús (Or 13 y 14), pone bien de manifiesto ese deseo acentuado de semejanza, de identificación con el Cristo niño y sufriente. El 7 de junio de 1897, posará, aunque ya muy agotada, ante la cámara fotográfica de Celina <7>, para dejar un testamento visual en dos retratos; y su nombre resumirá su vocación y su misión": "Yo soy Jesús de Teresa", dice el Niño Jesús levantando un dedo hacia el cielo. "Yo soy Jesús de Teresa", susurra la Santa Faz con sus ojos bajos. "Yo soy Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz", responde en un eco la que pronto va a entrar en su pasión siguiendo a Jesús en Getsemaní.

Las oraciones inspiradas en Juana de Arco (Or 17) -aún no canonizada-, en san Sebastián y en los santos Inocentes (Or 18) expresan la lucha de Teresa que a finales de 1896 y comienzos de 1897 ha entrado en una fase aguda: lucha contra la enfermedad, algunos de cuyos síntomas pueden anunciar un final cercano. Al derramar también ella "la sangre de (su) corazón", quiere animar a su hermana Celina que está manteniendo también un duro combate por seguir su vocación al Carmelo (Or 17).

Y ya en la enfermería, y en el límite de sus fuerzas, Teresa redacta otra oración pedagógica para sor Marta, que cumplirá treinta y dos años en la festividad de Nuestra Señora del Carmen, "para obtener la humildad" (Or 20). Esta meditación sobre los "anonadamientos" de Jesús y sobre su propia debilidad, y el recurso a la Misericordia divina son otras tantas realidades que la enferma está viviendo. Pronto, en plena agonía, se atreverá a pronunciar esta frase audaz: "Sí, he comprendido la humildad de corazón... Me parece que soy humilde..." (CA 30.9).

Tres semanas antes había escrito dificultosamente su último autógrafo, una oración dirigida a María en la fiesta de la Natividad, séptimo aniversario de su profesión <8>.

Jalonando este recorrido, emergen dos oraciones espontáneas, cual dos montañas de altura sin igual desde las que se dominan alturas y colinas: el billete de su profesión del 8 de septiembre de 1890 y el Acto de ofrenda del 9 de junio de 1895.

El primero, de grafía dolorida, expresa "a la vez el miedo de una niña y la audacia de un guerrero" <9>. El nombre de Jesús -a quien Teresa tutea- aparece ocho veces en veintitrés líneas; le suplica que él, y sólo él, lo sea todo para ella y le pide el amor, "un amor cuyo centro no sea yo, sino tú, Jesús mío". Ese día, quiere salvar "muchas almas".

El segundo texto domina sobre todo el conjuntos de las Oraciones: se trata del célebre "Ofrenda de mí mismo como víctima de holocausto al Amor misericordioso de Dios". Las circunstancias históricas que referimos en este volumen confirman la opinión de cuantos, siguiendo a Mons. Combes, ven en esta nueva orientación de la espiritualidad "una de las revoluciones más emocionantes y grandiosas que el Espíritu Santo ha desencadenado en la evolución espiritual de la humanidad" <10>. La madre Inés de Jesús sometió el texto a la aprobación de la Iglesia antes de ofrecerlo a las carmelitas. Teresa lo había propuesto espontáneamente a Celina a algunas otras hermanas. A partir de entonces, ha sido difundido en todo el mundo en millares y millares de ejemplares en todas las lenguas.

Para comprender la Oraciones en todo su valor, es preciso situar cada una de ellas en su ámbito cronológico. Al igual que en el resto de sus escritos, Teresa se comprometió de lleno en estos textos tan variados, cuya verdad radical no puede quedar velada por un lenguaje en ocasiones convencional. Sus oraciones brotaron de la necesidad: una necesidad interior en los once texto espontáneos, y una necesidad de caridad fraterna para ayudar a sus hermanas, a un seminarista, a una mujer casada. En todas y en cada una de esas ocasiones Teresa se expresa con total veracidad.

He aquí, pues, el tesoro que nos ofrece aquella joven carmelita que escribía en su último manuscrito: "La oración y el sacrificio constituyen toda mi fuerza y son las armas invencibles que Jesús me ha dado. Ellas pueden, mucho mejor que las palabras, mover los corazones. Muchas veces lo he comprobado" (Ms C 24vº).

NOTAS A LA INTRODUCCIÓN

<1> Ms C 6rº. Cf Ms A 84rº; MS C 3rº, 9vº, 16rº, 34rº/vº, 35rº.

<2> Ms A 44vº, citando el Salmo 18,5.

<3> Entre estos actos patéticos de fe que Teresa hizo durante su prueba, hay que recordar el Credo que escribió con su propia sangre (AJ/PA p. 151) y la inscripción grabada en su última celda: "Jesús es mi único amor".

<4> Cántico Espiritual, canción 36.

<5> P 12,3.5.

<6> Cta 220. También al P. Roulland le había pedido que rezase esa misma oración (Cta 189, LC 166, 171, 175 y Cta 201). En Cta 221 (19/3/1897) modifica la fórmula.

<7> VTV, nn. 41, 42, 43.

<8> 9/9/1890, fecha de la composición de Or 2.

<9> Mss II, p. 53.

<10> Introduction à la spiritualité de Sainte Thérèse de l'Enfant-Jésus, Vrin, 1948, 2ª edición, p. 184.

 

Or 1 Querida Virgen Santísima

Querida Virgen Santísima, haz que tu Teresita ya nunca más se atormente.

NOTAS Or 1 - QUERIDA VIRGEN SANTÍSIMA

Documento: autógrafo. - Fecha: junio (?) 1894. - Publicación: Prières (1988).

Dos líneas a tinta, de la mano de Teresa, a continuación de una poesía copiada por sor Inés de Jesús para el 21 de junio, fiesta de la madre María de Gonzaga, después de la primera comunión de Teresa (8 de mayo de 1884, a la que hace alusión). Sería, pues, en torno al 21 de junio cuando Teresa (de once años) escribió esta plegaria. La caligrafía es sin duda alguna la de 1884.

¿Qué sufrimiento "atormentaba" en esas fechas a la niña Teresa que justificase este grito dirigido a María? El primer Manuscrito puede ofrecernos la respuesta: "... la Santísima Virgen permitió este tormento para bien de mi alma" (Ms A 31rº). Recordemos los hechos: el 13 de mayo de 1883, Teresa se cura de una enfermedad nerviosa gracias a la sonrisa de la Santísima Virgen. En un primer momento quiere guardar el secreto. Pero María, su hermana mayor, lo descubre y se lo cuenta a las carmelitas. La niña empieza a dudar y cree "haber mentido". Le han robado su "felicidad". Ya no siente más que "humillación" y un "profundo horror" (ibid.). Su sufrimiento dura, pues, desde hace un año cuando Teresa conjura aquí a la Virgen que la libre de él. Y, en efecto, disfrutará de un período de calma "durante casi un año", 1884-1885 (cf Ms A 32vº). Pero la liberación definitiva no tendrá lugar hasta el 4 de noviembre de 1887, en Nuestra Señora de las Victorias; ese día, "la Santísima Virgen me hizo sentir que había sido realmente ella quien me había sonreído" (Ms A 56vº). "Querida Virgen Santísima": Teresa volverá a lanzar esa misma exclamación en su lecho de muerte (CA 30.9.6).

Or 2 [Billete de su Profesión]

8 de septiembre de 1890

¡Oh Jesús, divino esposo mío <1>!, que nunca pierda yo la segunda vestidura de mi bautismo <2>. Llévame antes de que cometa la más leve falta voluntaria. Que nunca busque yo, y que nunca encuentre, cosa alguna fuera de ti; que las criaturas no sean nada para mí y que yo no sea nada para ellas, sino que tú, Jesús ¡lo seas todo <3>...! Que las cosas de la tierra no lleguen nunca a turbar mi alma, y que nada turbe mi paz. Jesús, no te pido más que la paz, y también el amor, un amor infinito y sin más límites que tú mismo, un amor cuyo centro no sea yo sino tú <4>, Jesús mío. Jesús, que yo muera mártir <5> por ti, con el martirio del corazón o con el del cuerpo, o mejor con los dos... Concédeme cumplir mis votos con toda perfección, y hazme comprender cómo debe ser una esposa tuya. Haz que nunca sea yo una carga para la comunidad, sino que nadie se ocupe de mí, que me vea pisada y olvidada <6> como un granito de arena tuyo, Jesús.

Que se cumpla en mí perfectamente tu voluntad, y que yo llegue al lugar que tú has ido por delante a prepararme...

Jesús, haz que yo salve muchas almas, que hoy no se condene ni una sola y que todas las almas del purgatorio alcancen la salvación <8>... Jesús, perdóname si digo cosas que no debiera decir, sólo quiero alegrarte< 9> y consolarte.

NOTAS Or 2 - BILLETE DE SU PROFESIÓN

Documento: autógrafo. - Fecha: para el 8 de noviembre de 1890. - Publicación: HA 98, pp. 127s (retocada) y Manuscrits autobiographiques, 1957.

Sobre las disposiciones interiores de Teresa en el momento de su profesión, cf Ms A 75rº/77vº y las que cartas que escribió durante los ejercicios espirituales de diez días previos a la misma (Cta 110-117). Al escribir este billete, Teresa hace suya una tradición del Carmelo. Era costumbre en aquel tiempo que la novicia en la toma de hábito -o la profesa el día de su profesión- llevase sobre su pecho un billete de esa índole, en el que pedía para sí y para sus amigos las gracias que deseaba alcanzar. Una tradición aseguraba que todas las peticiones que se hacían en el momento de la postración solemne, con los brazos en cruz, sobre la alfombra de buriel, serían escuchadas.

<1> La profesión consagra a Teresa como "esposa" de Jesús. Este tema recurre a menudo bajo su pluma, especialmente en la correspondencia con Celina.

<2> Una larga tradición espiritual ve en la profesión religiosa un "segundo bautismo", que devuelve al alma su "vestidura de inocencia" (Or 5); cf Cta 114 y Ms a 70 rº.

<3> Eco, sin duda, de la Imitación de Cristo, pero también de san Juan de la Cruz de quien Teresa se fue impregnando a lo largo de todo el año 1890 (cf Ms A 83rº).

<4> Bajo un vocabulario muy sencillo, Teresa pide en realidad la "transformación de amor" por la que el Amado y el alma "el uno da posesión de sí al otro y cada uno se deja y trueca por el otro" (Cántico Espiritual, B, canc. 12, 7).

<5> Uno de los profundos deseos de Teresa desde su misma infancia; cf Ms B 3rº. En 1896 afirmará que esos "deseos de martirio no son nada" (Cta 197). Sin embargo, sufrirá el "martirio del cuerpo" por la enfermedad, y el "martirio del corazón" de múltiples maneras (cf Cta 167 y 213).

<6> La constante aspiración de Teresa; cf Cta 95, 103, 176; Ms A 71rº; P 15,7; etc.

<7> Uno de símbolos preferidos de Teresa desde marzo de 1888; cf Cta 45 y 111. Pero después de su profesión sólo volverá a aparecer en junio de 1897 (Ms C 2vº).

<8> Ya en su toma de hábito expresaba Teresa este mismo deseo (Cta 74). En el examen canónico, el 2 de septiembre de 1890, insiste en la orientación apostólica de su vocación: "salvar almas" (Ms A 69vº). Y hasta en la enfermería conservará Teresa el preocupación por las "almas del purgatorio"; CA 18.5.2; 6.8.4; 11.9.5, etc. En fecha desconocida, había hecho el "acto heroico" (o renuncia a sus méritos) en favor de esas almas (cf PA, pp. 178 y 286s).

<9> Ser la alegría de Jesús, agradarle, hacerle feliz, consolarle: ése es el último resorte de toda la existencia de Teresa.

Or 3 Miradas de amor a Jesús

Jesús, tus humildes esposas hacen el propósito de mantener los ojos bajos en el refectorio, a fin de honrar y de imitar el ejemplo que tú les diste en el palacio de Herodes <1>. Cuando ese príncipe impío se burlaba de ti, Hermosura infinita, ni una sola queja salió de tus divinos labios, ni siquiera te dignaste posar en él tus ojos adorables. Ciertamente, divino Jesús, Herodes no merecía que lo miraras; pero nosotras, que somos tus esposas, deseamos atraer sobre nosotras tu mirada divina; te pedimos que nos recompenses con una mirada de amor <2> cada vez que nos privemos de levantar los ojos; y te pedimos también que no nos niegues tampoco tu dulce mirada cuando caigamos, pues no llevaremos cuenta <3> de nuestros fallos <4>. Formaremos un ramillete que tú, así lo esperamos, no vas a rechazar. En esas flores verás nuestro deseo de amarte, de parecernos a ti, y bendecirás a tus pobres hijas.

¡Jesús, míranos con amor y danos tu dulce beso! Amén.

NOTAS Or 3 - MIRADAS DE AMOR A JESÚS

Doc.: CE II, 181 rº/vº. - Fecha: julio (?) de 1893. - Compuesta para: sí misma y para sor Marta de Jesús. - Publ.: HA 14, p. 267 (retocada); HA 53, p. 256.

Teresa compuso esta oración, probablemente en julio de 1893, para sor Marta de Jesús y para sí misma. Habían hecho la profesión en septiembre de 1890 y continuaban el noviciado bajo la dirección de la madre María de Gonzaga. En el Carmelo, con el fin de conservar el espíritu de soledad, incluso durante las comidas en comunidad, se recomendaba a las carmelitas que tuvieran siempre los ojos bajos. Teresa se somete a esta práctica ascética: ella vive en presencia de una persona, Jesús; por amor a él no desperdiciará "ni una sola mirada" (cf Ms B 4rº). Así se explica su exigencia sobre este punto, y no sólo respecto a sor Marta sino respecto a todas las novicias.

<1> Lucas sólo habla del silencio de Jesús, pero para Teresa Cristo en la Pasión se identifica con la Santa Faz, con los "ojos bajos" (Cta 110, Cta 87; CA 5.8.7).

<2> El tema de la "mirada de amor" es eminentemente teresiano, y probablemente lo tomó de san Juan de la Cruz. Esta mirada recíproca entre Jesús y el alma "esposa" es para Teresa como el símbolo de la vida contemplativa.

<3> A Teresa le repugna por temperamento eso de "llevar las cuentas". Si en julio de 1893 coge un "rosario de prácticas", lo hace "por caridad" con sor Marta (Cta 144); y reconoce que, en esa época, esa ascesis le es "de gran utilidad".

<4> "... nuestros fallos": el rasgo genial de esta oración de apariencia tan modesta, y ahí está una vez más el secreto de esa inversión teresiana que dinamizará el "caminito". Cf Prières, p. 66.

Or 4 Homenaje a la Santísima Trinidad

Aquí estamos, Dios mío, postradas ante ti. Venimos a implorar la gracia de trabajar por tu gloria.

Las blasfemias de los pecadores resuenan dolorosamente en nuestros oídos. Y para consolarte y reparar las injurias que te hacen sufrir las almas redimidas por ti, ¡oh adorable Trinidad!, queremos formar un concierto con todos los pequeños sacrificios que vamos a hacer por tu amor. Durante quince días, te ofreceremos el canto de los pajarillos <1> del cielo, que no cesan de alabarte y de reprochar a los hombres su ingratitud. Te ofrecemos también, Dios mío, la melodía de los instrumentos musicales, y esperamos que nuestra alma merezca ser una lira armoniosa que tú hagas vibrar para consolarte de la indiferencia de tantas almas que no piensan en ti. Queremos también, durante ocho días, atesorar diamantes y piedras preciosas que reparen el ansia de los pobres mortales por correr tras las riquezas pasajeras sin pensar en las eternas. ¡Dios mío!, concédenos la gracia de ser nosotras más diligentes en la búsqueda de los sacrificios, que las almas que no te aman en correr tras los bienes de la tierra <2>.

Por último, durante ocho días, tus hijas recogerán el perfume de las flores, deseando reparar así las indelicadezas que te hacen sufrir las almas sacerdotales y religiosas <3>. ¡Oh, bienaventurada Trinidad!, concédenos la gracia de ser fieles y la de poseerte cuando termine el destierro de esta vida... Amén.

NOTAS Or 4 - HOMENAJE A LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Doc.: CE II, 180vº/181rº. - Fecha: febrero de 1894. - Compuesta para: sí misma y sor Marta de Jesús. - Publ.: HA 53, p. 255s.

Para situar esta oración de reparación, es importante encuadrarla en la gran corriente reparadora que se desarrolló en el siglo XIX, todavía bajo la fuerte impresión de las violencias antirreligiosas de la Revolución francesa. Y lo primero que tenemos que decir es que este texto, aparte su dedicatoria a la Santísima Trinidad, no tiene nada en común con las fórmulas que corrían entre manos en aquella época. En 1885, Teresa adolescente se afilió a la Archicofradía Reparadora de Saint-Dizier (1847) y a la Cofradía de la Santa Faz de Tours (1876). Es conocido el importante papel que jugaron M. Dupont, "el santo hombre de Tours", y sor María de San Pedro en la difusión y el desarrollo del movimiento reparador. Las apariciones de la Salette (19 de septiembre de 1846) vendrían a fortalecer todavía más ese movimiento. Teresa conoció sin duda el Association de prières contre la blasphème, les imprecations et la profanation des jours de dimenche et de fête. Estas corrientes de piedad, muchas veces explotadas sin discreción con un trasfondo apocalíptico, propiciaron la multiplicación de "víctimas de la justicia de Dios" (Ms A 84rº). Cf Or 6.

<1> En dos semanas, el "Número total de melodías cantadas por los pájaros" (es decir, los sacrificios de Teresa y de Marta anotados en una hoja) es de 208; esa misma cuenta para los "instrumentos musicales", las "piedras preciosas" y "el perfume de las flores".

<2> Probable alusión al trabajo en domingo, profanación deplorada por la Virgen de la Salette.

<3> Cf Cta 261, donde las "indelicadezas" son la manera de actuar de los "amigos" de Jesús; las "almas sacerdotales y religiosas" son una de las grandes preocupaciones en la oración de Teresa; cf Ms A 69vº.

Or 5 "Flores místicas"

Cubierta: ¡Magdalena! ¡Mi queridísma esposa!

Yo soy todo tuyo y tú eres mía para siempre.

Página del título:

1rºFlores Místicas <1> destinadas a formar una Cesta de Bodas.

Se oyó una voz: "Que llega el Esposo, salid a recibirlo..." (Evangelio)

Aspiraciones <2>:

(Para el texto completo de las páginas, cf Prières p. 73. Omitimos aquí el enunciado del día y la palabra "Aspiraciones" que se repite dieciséis veces.)

2rºRosas blancas.

¡Jesús, purifica mi alma para se haga digna de ser tu esposa!

2vºMargaritas.

¡Jesús, concédeme la gracia de realizar todos mis actos sólo por complacerte a ti!

3rºVioletas blancas.

¡Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo!

3vºLirio de los valles.

Santa Teresa, Madre mía, enséñame a salvar almas, para que pueda ser una verdadera carmelita <3>.

4rºAgavanzo.

Jesús, a ti sólo sirvo <4> cuando sirvo a mis Madre y a mis hermanas.

4vºFlores de te.

Jesús, María y José, concededme la gracia de hacer unos buenos ejercicios espirituales y preparad mi alma para el hermoso día de mi profesión.

5rºCampanillas blancas.

Santa María Magdalena, obténme la gracia de que mi vida no sea más que un acto de amor.

5vºMadreselva.

Jesús, enséñame a renunciar siempre a mí misma para agradar a mis hermanas.

6rºVincapervincas blancas.

Dios mío, yo te amo con todo el corazón.

6vºPeonías blancas.

Dios mío, mira el Rostro de Jesús y convierte en elegidos a los pobres pecadores <5>.

7rºJazmín.

Jesús, no quiero probar ninguna alegría fuera de ti.

7vºMiosotis blancas.

Santo ángel de mi guarda, cúbreme siempre con tus alas, para que nunca tenga la desgracia de ofender a Jesús.

8rºReina de los prados.

María, Madre mía querida, concédeme la gracia de no empañar nunca la vestidura de inocencia que me vas a dar el día de mi profesión.

8vºVerbenas blancas.

Dios mío, creo en ti, espero en ti, y te amo con todo el corazón.

9rºLirios blancos.

Dios mío, te doy gracias por todas las gracias que me has concedido durante estos ejercicios.

9vºHa llegado el Gran Día <6>.

Flor de lis.

¡¡¡Mi Jesús amado, tú eres ya todo mío y yo soy ya para siempre tu humilde esposa...!!!

NOTAS Or 5 - FLORES MÍSTICAS

Doc.: autógrafo. - Fecha: para el 20 de noviembre de 1894. - Compuesta para: sor María Magdalena. - Publ.: Prières (1988).

En el cuaderno (de 10/8'3 cms), conservado en un sobre, la madre Inés escribió: "Cuadernillo escrito por sor Teresa del Niño Jesús para preparar a sor maría Magdalena para la profesión". María Magdalena, primera profesa de la madre Inés y muy apegada a ella, huye de Teresa, que es muy perspicaz para con ella. Obligada a usar una gran discreción con una compañera tan desconfiada, Teresa le propone un florilegio de oraciones de lo más modesto. En él sigue exactamente el esquema que en 1884 preparó sor Inés para la primera comunión de Teresa. Señalemos por último que en 1910 sor María Magdalena tenía aún "este cuadernito en su celda" (PA, p. 591).

<1> Adjetivo raro en Teresa: Ms A 79rº; P 36,7; y aquí.

<2> Algunas llevan el sello de Teresa, pero el conjunto es convencional.

<3> Cf "Una carmelita que no fuese apóstol dejaría de ser hija de la seráfica santa Teresa" (Cta 198).

<4> Delicada alusión a la condición de hermana conversa de María Magdalena.

<5> Según una tradición oral, transmitida por sor Genoveva, durante la elevación de la hostia en la Misa, Teresa decía y hacía decir a las novicias: "Padre santo, mira el Rostro de Jesús y convierte en elegidos a todos los pecadores". Sabemos también que, en la elevación del cáliz, Teresa decía: "Sangre divina de Jesús, riega nuestra tierra y haz que germinen los elegidos", inspirándose para esto en sor María de San Pedro.

<6> La misma expresión en Ms A 25rº, para la primera comunión de Celina.

Or 6 Acto de Ofrenda al Amor Misericordioso

J.M.J.T.

Ofrenda de mí misma

como víctima de holocausto

al amor misericordioso de Dios <1>

¡Oh Dios mío, Trinidad santa!, yo quiero amarte y hacerte amar <1>, y trabajar por la glorificación de la santa Iglesia salvando a las almas que están en la tierra y liberando a las que sufren en el purgatorio. Deseo cumplir perfectamente tu voluntad y alcanzar el grado de gloria que Tú me has preparado en tu reino. En una palabra, quiero ser santa. Pero siento mi impotencia, y te pido, Dios mío, que Tú mismo seas mi santidad <3>.

Ya que me has amado <4> hasta darme a tu Hijo único para que fuese mi Salvador y mi Esposo, los tesoros infinitos de su méritos son míos; te los ofrezco gustosa, y te suplico que no me mires sino a través de la Faz de Jesús y en su Corazón abrasado de amor <5>.

Te ofrezco también todos los méritos de los santos (de los que están en el cielo y de los que están en la tierra), sus actos de amor y los de los santos ángeles. Y por último, te ofrezco, ¡oh santa Trinidad!, el amor y los méritos de la Santísima Virgen, mi Madre querida; a ella le confío mi ofrenda <6>, pidiéndole que te la presente. Su divino Hijo, mi Esposo amadísimo, en los días de su vida mortal nos dijo: "Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo concederá". Por eso estoy segura de que escucharás mis deseos. Lo sé, Dios mío, cuanto más quieres dar, tanto más haces desear <7>. Siento en mi corazón deseos inmensos <8>, y te pido confiadamente que vengas a tomar posesión de mi alma. ¡Ay!, no puedo recibir la sagrada Comunión con la frecuencia que deseo,pero, Señor, ¿no eres Tú todopoderoso...? Quédate en mí como en el sagrario, no te alejes nunca de tu pequeña hostia <9>...

Quisiera consolarte de la ingratitud de los malos, y te suplico que me quites la libertad de desagradarte <10>. Y si por debilidad caigo alguna vez, que tu mirada divina purifique <11> enseguida mi alma, consumiendo todas mis imperfecciones, como el fuego, que todo lo transforma en sí...

Te doy gracias, Dios mío, por todos los beneficios que me has concedido, y en especial por haberme hecho pasar por el crisol del sufrimiento <12>. En el último día te contemplaré llena de gozo llevando el cetro de la Cruz. Ya que te has dignado darme como lote esta cruz tan preciosa, espero parecerme a ti en el cielo y ver brillar en mi cuerpo glorificados los sagrados estigmas de tu Pasión...

Después del destierro de la tierra, espero ir a gozar de ti en la Patria, pero no quiero acumular méritos para el cielo <13>, quiero trabajar sólo por tu amor, con el único fin de agradarte, de consolar a tu Sagrado Corazón y de salvar almas que te amen eternamente.

En la tarde de esta vida <14>, compareceré delante de ti con las manos vacías <15>, pues no te pido, Señor, que lleves cuenta de mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas <16> a tus ojos. Por eso yo quiero revestirme de tu propia Justicia y recibir de tu Amor la posesión eterna de Ti mismo. No quiero otro trono ni otra corona que Tú mismo, Amado mío...

A tus ojos, el tiempo no es nada, y un solo día es como mil años. Tú puedes, pues, prepararme en un instante para comparecer delante de ti...

A fin <17> de vivir en un acto de perfecto amor <18>, yo me ofrezco como víctima de holocausto a tu Amor misericordioso, y te suplico que me consumas sin cesar <19>, haciendo que se desborden sobre mi alma las olas de ternura infinita que se encierran en ti, y que de esa manera llegue yo a ser mártir de tu amor, Dios mío...

Que ese martirio, después de haberme preparado para comparecer delante de ti, me haga por fin morir <20>, y que mi alma se lance sin demora <21> al eterno abrazo <22> de tu Amor misericordioso...

Quiero, Amado mío, renovarte esta ofrenda <23> con cada latido de mi corazón y un número infinito de veces, hasta que las sombras se desvanezcan y pueda yo decirte mi amor en un cara a cara eterno...

María Francisca Teresa del Niño Jesús

y de la Santa Faz

rel. carm. ind.

Fiesta de la Santísima Trinidad

El 9 de junio del año de gracia 1895.

NOTAS Or 6 - ACTO DE OFRENDA AL AMOR MISERICORDIOSO

Doc.: autógrafo. - Fecha: 9 de junio de 1895. - Publ.: HA 98, pp. 257-259.

En los Archivos del Carmelo de Lisieux existe una primera versión de esta Acto de Ofrenda, escrito por mano de Teresa los días 9-11 de junio de 1895. Este texto ha sido reproducido en facsímil en las "Pièces jointes" de la edición fotocopiada de los Manuscritos autobiográficos, 1956. En ella hay algunas ligeras divergencias con la versión definitiva, que es la que ofrecemos aquí. Esta fue redactada por Teresa para la madre Inés a finales de 1896 o principios de 1897, y luego fue ampliamente difundida y aprobada por la Iglesia. Para un estudio detallado de los documentos, ver Prières 1988, pp. 77s.

En cuanto a lo esencial, la ofrenda de Teresa fue escrita sin seguir ninguna fórmula, con pocas palabras, durante la misa del 9 de junio de 1895, fiesta de la Santísima Trinidad. Pero ya desde el principio Teresa piensa en comunicar esta consagración, y antes que a nadie a su hermana Celina. De ahí la necesidad de un texto escrito, que pudiera además ser sometido a la aprobación de los superiores. Escuchemos el testimonio de sor Genoveva: "Al salir de esta Misa, me arrastró tras de sí en busca de nuestra Madre. Parecía estar como fuera de sí, y no me hablaba. Por fin encontramos a nuestra Madre [Inés de Jesús] y le pidió permiso para ofrecerse conmigo como víctima al Amor misericordioso. Le dio una breve explicación. Nuestra Madre tenía prisa, no pareció comprender demasiado bien de lo que se trataba, y dio permiso para todo, tanta confianza tenía en la discreción de sor Teresa del Niño Jesús" (PO, p. 281). El martes 11 de junio, las dos hermanas se vuelven a encontrar, de rodillas ante la estatua de la Virgen de la Sonrisa para ofrecerse "las dos juntas".

A finales de 1895, Teresa vuelve a hablar, en el Manuscrito A (84rº/vº) sobre la iluminación del 9 de junio: "Pensaba, escribe, en las almas que se ofrecen como víctimas a la justicia de Dios a fin de desviar y atraer sobre sí mismas los castigos reservados a los culpables" (84 rº). Podríamos preguntarnos si, el 9 de junio de 1895, Teresa no piensa más en concreto en sor María de Jesús, carmelita de Luçon, cuya circular acaba de llegar a Lisieux precisamente el 8 de junio. Esta hermana "se ofreció muchas veces como víctima a la justicia divina", decía la circular. Su agonía, el Viernes Santo de 1885, fue terrible. La moribunda dejaba escapar este grito de angustia: "Sufro los rigores de la justicia divina... ¡la justicia divina...! ¡la justicia divina...!" Y también: "No tengo suficientes méritos, y tengo que adquirirlos". El relato es realmente impresionante, y pudo muy bien impresionar a las oyentes (cf Prières, p. 84).

<1> A propósito de este título de Teresa, haremos tres observaciones: La palabra "ofrenda" figura en la agenda de sus fechas importantes: "Ofrenda de mí misma al Amor" (Ms A 86rº); en la enfermería: "mi ofrenda al Amor" (CA 29.7.9); mi ofrenda" (8.8.2). - La palabra "holocausto" significa "totalmente consumido por el fuego". En el Antiguo Testamento, la víctima de holocausto ofrecida en sacrificio era quemada totalmente en honor de Dios. Cf Ex 29. - Y finalmente, la expresión "Amor misericordioso" aparece aquí por primera vez como tal en los Escritos.

<2> Esta fórmula se repite con frecuencia en las cartas. Por ejemplo, en febrero de 1897 Teresa escribirá: "En el cielo desearé lo mismo que deseo ahora en la tierra: amar a Jesús y hacerle amar" (Cta 220).

<3> Nos encontramos aquí con la dinámica fundamental del "caminito": deseo incoercible, constatación de imposibilidad, resurgir de la esperanza; compárese con Ms A 32rº y Ms C 2vº.

<4> Después de haber invocado a la Trinidad, Teresa se dirige ahora al Padre; más adelante le hablará a Jesús ("la sagrada comunión, el cetro de la Cruz").

<5> "Y en su Corazón abrasado de amor": estas palabras faltaban en la primera redacción y fueron añadidas a petición sor María del Sagrado Corazón (al igual que, más adelante, la expresión "consolar a tu Sagrado Corazón"). En realidad, ese 9 de junio, Teresa tiene los ojos muy puestos en el "Corazón" de Jesús: "¡Oh Dios mío!, tu amor despreciado ¿tendrá que quedarse encerrado en tu corazón?" (Ms A 84rº).

<6> El Acto de Ofrenda será leído a los pies de la estatua de María, gesto éste que expresa una realidad constante en la vida de Teresa que lo ofrece todo a Dios por las manos de María.

<7> Sobre esta cita de san Juan de la Cruz, véase Ms C 31rº, n. 150.

<8> Según el deseo de Teresa, la madre Inés hizo revisar por un teólogo el texto del Acto de Ofrenda, ya en 1895. Después de examinarlo, el P. Armando Lemmonier lo sometió al juicio de su superior (y homónimo), quien hizo cambiar la expresión "deseos infinitos" por "deseos inmensos". Teresa obedeció, aunque ya había hablado de "deseos infinitos" en Cta 107 y RP 2; véase también la petición de un "amor infinito" en Or 2. Teológicamente, Teresa tenía razón: ella no reduce a Dios a la medida del hombre (ni a su pecado ni a sus deseos), sino que ajusta al hombre a la medida de Dios, abriéndolo al infinito (cf Tomás de Aquino y Catalina de Sena).

<9> Por más que la madre Inés de Jesús y sor María de la Trinidad hayan visto en esta expresión la petición de un milagro (la conservación de la presencia real en Teresa bajo la forma de las sagradas especies), parece que la perspectiva de Teresa era muy otra. Lo que pide en realidad que tome "posesión" de ella Aquel que si transforma el pan en su Cuerpo lo hace únicamente para transformar en Sí mismo al que comulga. Cf Prières, pp. 95s.

<10> Compárese con el relato de la primera comunión (Ms A 35rº).

<11> Teresa pudo leer esta idea en varios pasajes del Cántico Espiritual, por ejemplo: "el mirar de Dios aquí es amar" (Cántico Espiritual, B, canc. 32,3); ver también, del mismo san Juan de la Cruz, Glosa a lo divino).

<12> La acción de gracias por toda su vida pasada es también el hilo conductor de todo el Ms A. En la primavera de 1895, Teresa da gracias "en especial" por la "inexpresable gracia / de haber sufrido" (PN 16,1). No pide que se repita, pero tampoco lo rehúsa. Sobre las reacciones de sor María del Sagrado Corazón y de sor Genoveva, cf Prières, p. 99.

<13> Teresa, santa del momento presente y de la pobreza espiritual, no hace reservas de ninguna clase: ni deudas que expiar en el purgatorio, ni méritos para hacer valer como derecho a recompensa. Teresa no niega que tenga méritos (Ms C 33rº/vº), pero se niega a atesorar. Y, sobre todo, de lo que se trata aquí, lo mismo que en toda la ofrenda, es menos de dar que de recibir gratuitamente.

<14> Cf la máxima de san Juan de la Cruz citada por Teresa en Cta 188: "A la tarde te examinarán en el amor".

<15> Teresa, pues, se distancia incluso de santa Teresa de Avila, que escribía: "Cueste lo que costare, Señor, no queráis que vaya delante de Vos tan vacías las manos, pues conforme a las obras se ha de dar el premio" (Vida, 21,5). Cf CONRAD DE MEESTER, Las manos vacías. El mensaje de Teresa de Lisieux. Burgos, Monte Carmelo, 1977.

<16> Es ésta una de las fórmulas estereotipadas con que terminaban muchas de las circulares de las carmelitas en aquella época.

<17> Desde 1923, la Iglesia ha aplicado indulgencias a la recitación de esta última parte del Acto de Ofrenda, para animar a los fieles a hacerlo suyo.

<18> En la enfermería, Teresa subrayará la repercusión de su ofrenda hasta en su actos más sencillos: "Todo lo que hago, los gestos, las miradas, todo, desde mi ofrenda, lo hago por amor" (CA 8.8.2).

<19> Es éste uno de los deseos más constantes en Teresa desde su juventud religiosa; y los repite hasta unas veinticinco veces en sus escritos (cf las referencias en Prières, p. 101).

<20> Cf P 10,14 y 15. De la "muerte de amor" habla en muchas ocasiones san Juan de la Cruz, de quien se ha impregnado Teresa. Cf CA 27.7.5 y 31.8.9.

<21> Alusión probable al purgatorio. Cf Ms A 84vº.

<22> Teresa ha encontrado con frecuencia esta expresión nupcial del "abrazo" en el Cántico Espiritual a propósito del matrimonio espiritual del alma con Dios.

<23> Cf CA 27.7.9.