SEXTO PERÍODO
EL PRIORATO DE LA MADRE INÉS DE
JESÚS
(febrero de 1893-marzo de 1896)
Cta
109 A María Guérin
27-29
de julio de 1890
J.M.J.T.
El
Carmelo, julio de 1890
Jesús
+
Querida
Mariíta:
Da
gracias a Dios por todos los dones que te ha concedido y no seas tan ingrata que
no los reconozcas. Me haces el efecto de una joven aldeana a quien un rey
poderoso viniera a pedir en matrimonio y que no se atreviera a aceptar bajo el
pretexto de que ella no es lo suficientemente rica ni educada en las costumbres
de la corte, sin reparar en que su prometido real conoce su pobreza y su
debilidad mucho mejor que ella misma... María, si tú no eres nada, no debes
olvidar que Jesús lo es todo; y por tanto, tu pequeña nada tiene que perderse
en su infinito todo y no pensar más que en ese todo, el único digno de ser
amado1...
Tampoco tienes que desear ver el fruto de tus esfuerzos: Jesús quiere guardar
para sí solo esas pequeñas nadas que lo consuelan...
Te
equivocas, amiga mía, si crees que tu Teresita recorre siempre ilusionada el
camino de la virtud. Ella es débil, muy débil, y experimenta a diario esa
triste realidad. Pero, María, Jesús se complace en enseñarle, como a san
Pablo2,
la ciencia de gloriarse en sus enfermedades. Es ésta una gracia muy grande, y
pido a Jesús que te la enseñe, porque sólo ahí se encuentra la paz y el
descanso del corazón. Cuando una se ve tan miserable, no quiere ya preocuparse
de sí misma y sólo mira a su único Amado...
[vº]
Mi querida Mariíta, yo no conozco otro camino que "el amor" para
llegar a la perfección... ¡Amar! ¡Qué bien hecho está para eso nuestro
corazón...! A veces busco otra palabra para expresar el amor, pero en esta
tierra de exilio las palabras son incapaces de emitir todas las vibraciones del
alma, y tenemos que limitarnos a esa única palabra: "¡Amar!"...
¿Pero
a quién podrá prodigarlo nuestro pobre corazón, hambriento de amor...?
¿Quién será lo suficientemente grande para eso...? ¿Podrá un ser humano
comprenderlo..., y, sobre todo, saber corresponderle...? María, no hay más que
un ser capaz de comprender toda la profundidad de esa palabra: ¡amar...! No hay
nadie, fuera de Jesús, que pueda darnos infinitamente más de lo que nosotros
le damos a él...
¡María
del Santísimo Sacramento...! Tu nombre te está diciendo tu misión... Consolar
a Jesús, hacer que las almas le amen... Jesús está enfermo3,
y hay que tener en cuenta que la enfermedad del amor sólo se cura con amor4...
María, entrega todo tu corazón a Jesús. Él tiene sed de él, está
hambriento de él. Tu corazón, he ahí lo que él ambiciona, hasta el punto de
que, por poseerlo, consiente en alojarse en un cuartucho sucio y oscuro5...
¿Cómo no amar a un amigo que se reduce a tan extrema indigencia? ¿Cómo
atreverse a seguir alegando la propia pobreza, cuando Jesús se hace semejante a
su prometida...? Era rico y se hizo pobre para unir su pobreza a la pobreza de
María del Santísimo Sacramento... ¡Qué gran misterio de amor...!
[vºtv]
Todos mis recuerdos a mi querida colonia.
Mi
corazón está siempre con María del Santísimo Sacramento. El sagrario es la
casa del amor en la que nuestras dos almas están encerradas...
Tu
hermanita, que te pide que no la olvides en tus oraciones,
Sor
Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz
nov.
carm. (ind.)
NOTAS
Cta 109
1
"Todo ... nada": dialéctica de san Juan de la Cruz en la Subida del
Monte Carmelo.
2
Sor Genoveva añadió la enmienda: "de amor".
3
Cf SAN JUAN DE LA CRUZ, CE 11,11.
4
Véase Cta 108, n. 2.
Cta
110 A sor Inés de Jesús
30-31
de agosto de 1890
J.M.J.T.
Jesús
+
Mamaíta
querida, ¡gracias, sí, gracias...! ¡Si supieras todo lo que tu carta le dice
a mi alma...!
Pero
la pequeña solitaria tiene que decirte el itinerario de su viaje. Helo aquí:
Antes
de partir, su Prometido pareció preguntarle a qué país quería viajar y qué
ruta deseaba seguir, etc. etc. Su pequeña prometida le contestó que ella no
tenía más que un deseo: dirigirse a la cima de la montaña del amor1.
Para llegar allá se le ofrecían muchos caminos, y había tantos perfectos
entre ellos, que se sentía incapaz de elegir. Entonces dijo a su guía divino:
"Tú ya sabes adónde quiero llegar, tú sabes por quién deseo escalar la
montaña [1vº] y por quién quiero llegar a la meta, tú sabes a quién amo y
quién es el único a quien quiero contentar. Sólo por él emprendo este viaje;
guíame, pues, por los senderos que a él más le gusta recorrer. Con tal que
él esté contento, yo me sentiré en el colmo de la felicidad".
Entonces
Jesús me tomó de la mano y me hizo entrar en un subterráneo donde no hace ni
frío ni calor, donde no luce el sol y al que no visitan ni el viento ni la
lluvia. Un subterráneo donde no veo nada más que una claridad semivelada, la
claridad que difunden a su alrededor los ojos bajos de la Faz de mi Prometido...
Mi
Prometido no me dice nada, ni yo le digo tampoco nada a él; tan sólo que le
amo más que a mí misma. Y en el fondo de mi corazón siento que es verdad,
¡pues soy más de él [2rº] que mía...!
No
veo que avancemos hacia la cumbre de la montaña, pues nuestro viaje se hace
bajo tierra; pero, con todo, me parece que nos acercamos a ella sin saber cómo.
La ruta que sigo no tiene ningún consuelo para mí, y sin embargo me trae todos
los consuelos, porque es Jesús quien la ha elegido y yo quiero consolarlo sólo
a él, ¡sólo a él...! ¡Ay, qué verdad tan grande es que, si yo le ofrezco
las uvas de mi corazón, lo hago entre la B y la A2,
porque ni yo misma entiendo nada!
[2vº]
¿Tengo que escribir al Sr. Lepelletier3
y al Sr. Révérony que voy a hacer la profesión...?
Sobre
todo no te olvides de ir a la bodega a tomar tu sorbito de vino4;
y al beberlo, piensa en tu hijita que, a buen seguro, tampoco está bebiendo los
vinos azucarados de Engaddi... Pide que ella sepa dárselo a su Esposo, salvando
almas, y se sentirá consolada...
NOTAS
Cta 110
1
Cf SAN JUAN DE LA CRUZ, Subida del Monte Carmelo. Volvemos a encontrar esa misma
expresión en Cta 105, 112 y Cta 196 (Ms B 1vº).
2
Alusión hermética para nosotros.
3
Confesor de Teresa de 1886 a 1888.
4
Vino quinado prescrito a sor Inés.
Cta
111 A sor María del Sdo. Corazón
30-31
de agosto de 1890
Querida
madrinita:
¡Si
supieras cómo ha embelesado el alma de tu hijita tu canto del cielo...! Yo te
aseguro que ella no escucha en absoluto armonías celestiales. Su viaje de bodas
es tremendamente árido. Es cierto que su prometido le hace recorrer países
fértiles y de ensueño, pero la noche le impide admirar cosa alguna y sobre
todo disfrutar de todas esas maravillas.
Tal
vez pienses que tu hijita se aflige por ello. [vº] Pero no; al contrario, es
feliz siguiendo a su Prometido únicamente por amor a él, y no por sus
regalos... ¡Sólo él! ¡Es tan hermoso, tan encantador! ¡Incluso cuando se
calla...! ¡Incluso cuando se esconde...!
¿Comprendes
a tu hijita...? Está cansada de los consuelos de la tierra, y no quiere más
que a su Amado, sólo a él...
No
te olvides de rezar mucho por la hijita que tú educaste1
y que es tuya.
NOTAS
Cta 111
1
Cf CA 23.9.6.
Cta
112 A sor Inés de Jesús
1
de septiembre de 1890
J.M.J.T.
Jesús
+ Lunes
Te
paso la carta que he escrito para papá. Si te parece que no puede ir así,
hazme tú un borrador; pero creo que no la va a entender... ¡Qué misterio el
amor de Jesús a nuestra familia...! ¡Qué misterio las lágrimas y el amor de
este esposo de sangre1...!
Mañana
estaré con el Sr. Youf2.
Me ha dicho que le haga una breve relación3,
pero sólo desde que estoy en el Carmelo. Reza mucho para que Jesús me conserve
la paz que ME HA DADO.
Me
sentí muy feliz al recibir la absolución el sábado... Pero no comprendo el
retiro [vº] que estoy haciendo, no pienso en nada. En una palabra, ¡me
encuentro en un subterráneo muy oscuro...! Pídele a Jesús, tú que eres mi
luz, que no permita que las almas se vean privadas por mi culpa de las luces que
necesitan, sino que mis tinieblas sirvan para iluminarlas a ellas... Pídele
también que haga unos buenos ejercicios espirituales y qué él esté tan
contento como sea posible. Así, también yo estaré contenta y aceptaré, si
ésa es su voluntad, caminar toda mi vida por la ruta oscura que estoy
siguiendo, con tal que un día pueda llegar a la cima de la montaña del amor,
aunque creo que esto no será aquí en la tierra.
(Voy
a tomar mi sorbito de vino; también esta mañana me habría apetecido, pero no
pude encontrar a nuestra Madre4.)
[vºtv]
¿Tengo que escribir a la señora Papinot...? Me parece que no vale la pena, no
lo entendería, ¿no sería quizás mejor esperar a la toma de velo...?
NOTAS
Cta 112
1
Cf Cta 82, n. 2.
2
Capellán del Carmelo.
3
Es decir, una confesión general.
4
Se sobrentiende: para pedirle permiso.
Cta
113 A sor María del Sdo. Corazón
2-3
de septiembre de 1890
J.M.J.T.
Jesús
¡Si
supieras el bien que me hacen tus palabras...! Son para mí como una música de
cielo, me parece escuchar la voz de un ángel...
¿Pero
acaso no eres tú el ángel que me condujo y me guió en la ruta del destierro
hasta mi entrada en el Carmelo? Y aun ahora sigues siendo para mí el ángel que
consoló mi niñez, [vº] y veo en ti lo que las demás no pueden ver, pues
sabes esconder tan bien lo que eres en realidad, que el día de la eternidad
muchas personas se quedarán sorprendidas.
Pero
tu hijita no se sorprenderá de nada; y por muy bellos que sean tu trono y tu
diadema, ella no se asombrará de lo que el amor del esposo divino dará a quien
modeló en su corazón el mismo amor al esposo de las vírgenes. Y tu hijita
espera ser también, en tu corona, una florecilla muy pequeñita que prestará
su humilde brillo a la gloria de su ángel visible en la tierra.
Cta
114 A sor Inés de Jesús
3
de septiembre de 1890
J.M.J.T.
Jesús
+
Cordero
querido:
Sí,
para nosotras las alegrías irán siempre mezcladas con el sufrimiento. La
gracia de ayer1
exigía un broche final, y Jesús te lo ha dado a ti primero, y luego a mí a la
vez, ¡porque todo lo que a ti te hace sufrir me duele a mí en lo más
hondo...! Quisiera saber si nuestra Madre te ha consolado o si sigues apenada.
Me
parece que tendríamos que dar las gracias al "santo anciano Simeón"2
y decirle que llegó su carta. ¿Qué opinas tú?
Te
paso esas líneas de sor Teresa de Jesús3.
Me las entregó esta mañana. ¿He de hacerle todo eso...? No tengo modelos, y
además me parece que la ropa y la Santísima Virgen4
corren más prisa, pero haré lo que me digas.
¿Crees
realmente que Celina se va a morir5...?
Ayer le prometí hacer la profesión por las dos, pero no me atreveré a pedirle
a Jesús que la deje en [vº] la tierra si no es ésa su voluntad. Me parece que
el amor puede suplir a una larga vida... Jesús no mira al tiempo, pues en el
cielo el tiempo ya no existe. No debe de mirar más que al amor.
Pídele
que me dé mucho amor también a mí. No pido amor sensible, sino un amor
conocido sólo de Jesús. Amarle y hacerle amar, ¡qué dulzura...! Dile
también que me lleve el día de mi profesión si voy a ofenderle después, pues
quisiera llevarme al cielo sin mancha alguna6
la blanca estola de mi segundo bautismo. Pero creo que Jesús puede concederme
la gracia de no volver a ofenderlo, o bien la de no cometer más que faltas que
no le OFENDAN7
sino que nos humillan y que hacen más fuerte el amor.
¡Si
supieras lo mucho que te hablaría de eso si tuviese palabras para expresar lo
que pienso, o, mejor, que no pienso pero que siento...! ¡Qué misteriosa es la
vida...! Es un desierto y un destierro... Pero en lo más hondo del alma sabemos
que habrá un día de LEJANIAS infinitas, de LEJANIAS que harán olvidar para
siempre las tristezas del desierto y del destierro...
El
granito de arena
[rºtv]
El Sr. abate Domin8
no sabe que voy a hacer la profesión, ¿se lo tengo que decir? Me parece que si
nuestra Madre aún no ha escrito a la Abadía, podría decir a esas señoras que
se lo comuniquen.
NOTAS
Cta 114
1
La bendición de León XIII que Teresa había pedido para su profesión al Hno.
Simeón. Cf Ms A 76rº.
2
El Hno. Simeón de Roma, de las Escuelas Cristianas.
3
Sor Teresa de Jesús, que a menudo pedía a Teresa trabajos de pintura de
difícil ejecución.
4
La ropa que había que arreglar y una estatua de la Santísima Virgen que había
que adornar.
5
Cf Cta 104; y Cta 115, n. 2.
6
Cf Or 2.
7
Cf Ms A 80vº.
8
Capellán de las benedictinas de Lisieux.
Cta
115 A sor Inés de Jesús
4
de septiembre de 1890
J.M.J.T.
Te
paso la carta de Roma1
para que, si quieres, se la hagas llegar a Celina. Tal vez papá no la entienda,
pero no será difícil conseguirlo, y si algún día lograse entenderla, ¡se
sentiría tan dichoso! ¿Tengo que mandarle también mis votos para que él los
bendiga? Si te parece que sí, dímelo mañana por la mañana para escribirlos
cuanto antes. Los pondríamos en medio de la corona, ¿pero no será quizás
mejor no hacer nada...?
Gracias
por tu cartita, ¡si supieras cómo me ha gustado2...!
Mi alma sigue en el túnel, [vº] pero es muy feliz allí; sí, feliz de no
tener ningún consuelo, porque pienso que así su amor no es como el amor de las
prometidas de la tierra, que están siempre mirando las manos de su prometido
para ver si les trae algún regalo, o su rostro para sorprender en él una
sonrisa de amor que las cautive...
Pero
la pobre prometida de Jesús sabe que ella ama a Jesús sólo por él, y sólo
quiere mirar al rostro de su amado para sorprender en él las lágrimas que
corren de los ojos que la han cautivado con sus secretos encantos... Y quiere
enjugar esas lágrimas para hacer con ellas su aderezo el día de sus bodas. Un
aderezo que será también secreto, pero que su Amado sabrá entender.
NOTAS
Cta 115
1
La Bendición Apostólica, que recibió por mediación del Hno. Simeón. Celina
la llevará cuando vaya a ver a su padre el 5 de septiembre.
2
Sor Inés le decía, entre otras cosas: "Querido granito de arena, no creo
que Celina se muera enseguida, sin embargo, no sería muy extraño. ¡Pero qué
feliz sería...! ¡Qué dicha ir a ver ese "Rostro desconocido" del
que Job nos hablaba esta noche...! Dejemos actuar a Dios en nuestra familia,
¡que no se moleste por nosotros...! ¿No está en su casa...? Jesús se quejaba
en sus tiempos de no tener ni siquiera una piedra donde reposar su cabeza
divina. Ahora le iba a resultar muy difícil quejarse, pues nuestros corazones
quieren servirle de almohadas muy suaves y muy cálidas. (...)
"Granito
de arena tan querido, ya no estoy apenada por la minucia de ayer tarde... No
hemos vuelto a hablar de ello, y yo me he guardado muy bien de decir una sola
palabra. ¡Dios mío, cómo se pasa todo aquí en la tierra! Y esto nos da
ánimos. Hoy estás sumida en la tristeza, mañana ésta se disipa, y pasado
mañana el cielo se oscurece. ¡Feliz mil veces el alma que se eleva por encima
de todas estas pequeñeces...! Es difícil, pero la gracia hace maravillas en el
corazón fiel...
"Hija
querida, dale gracias a tu Prometido, porque desde tus más tiernos años te ha
hecho seguir este camino de fidelidad... Si no te consuela, es porque estás
entre sus brazos; no caminas, es él quien te lleva... El niño en brazos de su
Padre ¿tiene necesidad de otro consuelo...? Yo me imagino a Jesús llevando a
su granito de arena y cargando con esa carga ligera, corriendo en busca de
almas" (LC 137, 3/9/1890).
Cta
116 A sor María del Sdo. Corazón
7
de septiembre de 1890
J.M.J.T.
Me
gustaría que las velas del Niño Jesús estuvieran encendidas cuando me dirija
a la sala capitular1,
¿quieres ir tú a encenderlas...? Por favor, no te olvides... No he puesto las
velas color rosa, porque las otras le dicen mucho más a mi alma: empezaron a
lucir el día de mi toma de hábito. Entonces estaban rosadas y nuevas. Papá
(que me las había regalado) estaba allí, y todo era alegría... Pero ahora el
color rosa se ha ido. ¿Hay todavía aquí en la tierra alegrías color [vº] de
rosa para la huerfanita de la Berezina...? ¡No!, para ella ya no hay más que
alegrías celestiales..., alegrías en las que todo lo creado, que no es nada,
cede el paso a lo increado, que es la realidad...
¿Comprendes
a tu hijita...?
Mañana
será la esposa de Jesús. Mañana será la esposa de aquel cuyo rostro estaba
oculto y a quien nadie conocía... ¡Qué alianza y qué porvenir...! Sí, lo
sé muy bien, mis bodas estarán rodeadas de ángeles, sólo el cielo se
alegrará, y también la pequeña esposa y sus hermanas queridas2...
NOTAS
Cta 116
1
Al dirigirse a la sala capitular, donde Teresa emitirá los votos a la salida de
misa, la comunidad pasará en procesión ante la estatua del Niño Jesús del
claustro.
2
Sor María del Sagrado Corazón le responderá: "Mi querida hijita, tus
letras han hablado muy hondo a mi alma... ¡Cómo ha hecho Jesús crecer en
pocos años a la "Huerfanita de la Berezina"! ¡Con qué amor de
predilección ha amado a aquella reina de largos cabellos rubios a la que
nuestro pobre papaíto tanto quería! También hoy sigue siendo su alegría,
sigue siendo su gloria, encorvado como está bajo la prueba, y mañana el cielo
contemplará maravillado la nueva aureola que brillará sobre su frente
venerable. (...)
"Pide
por tu madrina para que llegue a ser santa y para que también ella sepa
responder a ese don con que Dios la ha agraciado en su hijita. ¡Familia
bendita! ¡Familia colmada por Jesús...!" (LC 138, 7/7/1890).
Cta
117 A María del Sdo. Corazón1
Recuerdo
del 8 de septiembre de 1890
Día
de eterno recuerdo, en el que tu hijita se ha convertido como tú en la esposa
de aquel que dijo: "Mi reino no es de este mundo", y en otro lugar:
"Además, pronto veréis al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo
a la derecha de Dios". Ese es el día que nosotras esperamos... Día de las
bodas eternas, en que nuestro Jesús enjugará todas las lágrimas de nuestros
ojos y en que nos sentará con él en su trono...
Ahora
su rostro está como escondido a los ojos de los mortales; pero a nosotras, que
comprendemos sus lágrimas en este valle de destierro, pronto se nos mostrará
en la patria su Faz resplandeciente, y entonces llegará el éxtasis, la eterna
unión gloriosa con nuestro esposo...
Pídele
que yo, a quien tú iniciaste en los caminos de la virtud, pueda estar un día
muy cerca de ti en la patria.
Tu
hijita.
NOTAS
Cta 117
1
Dedicatoria al dorso de una estampa.
Cta
118 "Carta de invitación a las bodas de sor Teresa del Niño Jesús y de
la Santa Faz"1
8-20
de septiembre (?) de 1890
J.M.J.T.
El
Dios todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, Dueño y Soberano del
mundo, y la gloriosísima Virgen María, Reina y Princesa de la Corte Celestial,
tienen a bien participar a Vd. el matrimonio de su hijo Jesús, Rey de reyes y
Señor de señores, con la señorita Teresa Martin, ahora Señora y Princesa de
los reinos aportados en dote por su esposo, a saber: la Infancia de Jesús y su
Pasión, siendo sus títulos de nobleza: del Niño Jesús y de la Santa Faz.
El
señor Luis Martin, Propietario y Dueño de los Señoríos del sufrimiento y de
la humillación, y la señora de Martin, Princesa y Dama de honor de la Corte
Celestial, tienen a bien participarle a Vd. el matrimonio de su hija Teresa con
Jesús, el Verbo de Dios, segunda Persona de la Santísima Trinidad, que, por
obra del Espíritu Santo, al hacerse hombre nació de la Virgen María.
No
habiendo podido invitarle a Vd. a la bendición nupcial que se les dio en la
montaña del Carmelo (sólo fue admitida la corte celestial), le pedimos que
acuda a la tornaboda, que tendrá lugar mañana, día de la Eternidad, en que
Jesús, el Hijo de Dios, vendrá sobre las nubes del cielo para juzgar a los
vivos y a los muertos. (Por ser la hora todavía desconocida, le invitamos a Vd.
a estar preparado y a velar).
NOTAS
Cta 118
1
Tenemos tres versiones de esta participación simbólica: a) el borrador que
transcribimos a continuación; b) una copia de sor Inés, muy semejante,
entregada a Celina (cf CG p. 581ss); c) el texto del Ms A 77vº, casi idéntico
a la copia de sor Inés.
Cta
119 A sor Marta de Jesús1
23
de septiembre de 1890
A
mi querida compañera, en recuerdo del día más hermoso de tu vida2,
de ese día sin igual en que te consagraste a Jesús.
Consolemos
juntas a Jesús de todas las ingratitudes de las almas, hagamos con nuestro amor
que se olvide de sus dolores.
Tu
indigna hermanita,
Teresa
del Niño Jesús de la Santa Faz
rel.
carm. ind.3
NOTAS
Cta 119
1
Dedicatoria al dorso de una estampa.
2
Teresa escribe: "de tu día".
3
Abreviatura de "religiosa carmelita indigna".
Cta
120 A Celina
23
de septiembre de 1890
J.M.J.T.
Jesús
+
¿Cómo
decirte, Celina, lo que está pasando dentro de mi alma...? Se siente
desgarrada, pero sé que esta herida está hecha por una mano amiga, ¡por una
mano divinamente celosa...!
Todo
estaba dispuesto para mis bodas, ¿pero no te parece que le faltaba algo a la
fiesta? Es cierto que Jesús había puesto ya muchas joyas en mi canastilla,
pero faltaba todavía una de belleza incomparable, y ese diamante precioso
Jesús me lo ha regalado hoy... Celina..., mis lágrimas han corrido al
recibirlo..., y siguen todavía corriendo, y casi me las reprocharía si no
supiera "que existe un amor cuya única prenda son las lágrimas"1.
Sólo
Jesús ha dirigido este asunto, sólo él, y yo he reconocido su toque de
amor...
Tú
sabes muy bien cómo deseaba volver a ver esta mañana a nuestro papá querido2.
Pues bien, ahora veo claramente que la voluntad de Dios es que no esté aquí.
Él lo ha permitido sencillamente para probar nuestro amor... Jesús me quiere
huérfana, quiere que yo esté sola con él solo para unirse mas íntimamente a
mí; y quiere también darme en la Patria las alegrías tan legítimas que me
negó en el destierro...
Consuélate,
Celina, nuestro esposo es un esposo de lágrimas y no de sonrisas. Démosle
nuestras lágrimas para consolarle, y un día esas lágrimas se cambiarán en
sonrisas de una dulzura inefable...
Celina,
no sé si conseguirás entender mi carta, apenas puedo sostener la pluma... [vº]
Cualquiera otra te daría muchas explicaciones sobre la visita de nuestro tío
en el locutorio, pero tu Teresa tan sólo sabe hablarte el lenguaje del cielo.
Celina, ¡comprende a tu Teresa...!
La
prueba de hoy es un dolor difícil de entender. Ves que se te ofrece una
alegría, que es una alegría posible, una alegría natural, adelantas la
mano... y no puedes coger ese consuelo tan deseado... Pero, Celina, ¡qué
misterioso es todo esto...! No tenemos ya asilo aquí en la tierra, o por lo
menos tú puedes decir como la Santísima Virgen: "¡Qué asilo!".
Sí, ¡qué asilo...! Pero no es una mano humana la que ha hecho esto. Ha sido
Jesús. ¡Es su "mirada velada" la que ha caído sobre nosotras...!
He
recibido una carta del Padre desterrado3,
y te copio un pasaje: "Mi aleluya está impregnado de lágrimas. Ninguno de
tus padres estará ahí para ofrecerte a Jesús. ¿Habrá que compadecerte aquí
abajo, cuando allá arriba los ángeles te felicitan y los santos te envidian?
Tu corona de espinas los vuelve celosos. Ama, pues, esos pinchazos como prendas
de amor de tu divino esposo".
Celina,
aceptemos de buen grado la espina que Jesús nos ofrece. La fiesta de mañana
será una fiesta de lágrimas para nosotras4,
¡pero estoy segura de que Jesús se va a sentir tan consolado...!
Quisiera
decirte muchas más cosas, pero me faltan las palabras... Me encargaron que te
escribiera para consolarte, pero seguro que he cumplido muy mal el encargo...
¡Si al menos pudiese comunicarte la paz que Jesús ha infundido en mi alma en
lo más recio de mis lágrimas! ¡Eso es lo que le pido para ti, que eres yo
misma...!
Celina...
Las sombras declinan y la apariencia de este mundo pasa. Pronto, sí, pronto
contemplaremos ese rostro desconocido5
y amado que nos fascina con sus lágrimas.
Sor
Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 120
1
Cita de una poesía de Celina. Cf Cta 108.
2
Para su toma de velo. Cf
Ms A 75rº/vº.
3
El P. Pichon.
4
Cf Ms A 77rº.
5
Ver Cta 115, n. 2.
Cta
140 A la madre Inés de Jesús
J.M.J.T.
Jesús
+ 20 de febrero de 1893
Madre
querida:
¡Qué
dulce es para mí poder darte ese nombre...! Hace ya mucho tiempo que tú eres
mi madre. Pero ese dulce nombre sólo en el secreto de mi corazón se lo daba yo
a quien era a la vez mi ángel de la guarda y mi hermana. Hoy, Dios te ha
consagrado... Hoy tú eres verdaderamente mi Madre y lo serás ya por toda la
eternidad...
¡Sí,
qué hermoso es este día para tu hija...! El velo que Jesús ha echado sobre
este día1
lo hace más luminoso aún a mis ojos: el sello de su Faz adorable ha quedado
impreso en ti, el perfume del ramillete misterioso2
se ha derramado sobre ti. Y, sin duda, siempre será así: "Aquel cuyo
rostro estaba escondido", Aquel que aún sigue escondido en una pequeña
hostia blanca y que no se comunica a las almas sino velado, echará sobre la
vida entera del apóstol amado de su Faz divina un velo misterioso que sólo Él
podrá atravesar...
Sí,
el espíritu de la madre Genoveva reside plenamente en ti3,
y su palabra profética se ha hecho realidad4.
A los treinta años, comenzaste tu vida pública, ¿no fuiste tú quien
proporcionó a todos los Carmelos y a tantas otras almas piadosas el consuelo de
conocer los detalles emocionantes y poéticos de la vida de nuestra santa...?
Pero ya entonces Jesús había posado sobre mi Madre querida su mirada velada, y
no [vº] permitió que fuese conocida5,
"¡porque su rostro estaba escondido...!"
Si
este día es ya tan bello en la tierra, ¿qué no será en el cielo? Me parece
estar viendo a nuestra santa mamaíta mirando feliz a su Paulina (la que ella
más amaba, su preferida6);
ahora la ve convertida también ella en Madre, Madre de muchas vírgenes, entre
las cuales se encuentran sus hermanas. ¡Qué gran misterio...!
Ahora
vas a poder penetrar en el santuario de las almas, vas a poder derramar sobre
ellas los tesoros de gracias de que te ha colmado Jesús. Ciertamente
sufrirás... Los vasos serán demasiado pequeños para contener el perfume
precioso que querrás verter en ellos; pero el propio Jesús no tiene sino muy
pobres instrumentos musicales para interpretar su melodía de amor, y, sin
embargo, él sabe servirse de todos los que se le presentan. ¡Tú has de ser
como Jesús...!
Hermanita,
Madre querida, mi corazón, el corazón de tu hija, es una lira muy pequeñita:
cuando estés cansada de hacer vibrar las arpas, podrás venir a tomar tu
pequeña lira y, apenas la pulses, ella producirá los sonidos que tú deseas...
Al simple contacto de tus dedos consagrados, ella COMPRENDERÁ, y su débil
melodía se mezclará con el canto de tu corazón...
¡Madre
querida, qué de cosas quisiera decirte...! Pero no, tú ya lo sabes todo... Un
día, cuando las sombras hayan pasado, descansaré sobre tu corazón y repetiré
este dulce nombre: Madre.
NOTAS
Cta 140
1
Ese velo son, en primer lugar, las lágrimas de la nueva priora, debidas a su
emotividad; y quizás también a ciertas circunstancias de su elección.
2
Alusión a la oración simbólica a la Santa Faz, compuesta por sor Inés de
Jesús en 1890.
3
Teresa evoca aquí la exhortación del canónigo Delatroëtte a la nueva priora,
ante toda la comunidad, enseguida después de la elección. Cf Escritos Varios.
4
No hemos podido hallar ningún texto escrito referente a esta
"profecía".
5
Teresa hace alusión a la circular sobre la madre Genoveva (+1891), firmada por
la priora, madre María de Gonzaga, pero escrita en realidad por la madre Inés
de Jesús.
6
La señora de Martin tenía una predilección especial por su hija Paulina,
mientras que María era la preferida de su padre.
Cta
141 A Celina
Jesús
+ El Carmelo, 25 de abril de 1893
Querida
Celina:
Voy
a decirte un pensamiento que tuve esta mañana; o, mejor, te voy a transmitir
los deseos de Jesús sobre tu alma...
Cuando
pienso en ti junto al amigo único de nuestras almas, es siempre la sencillez la
que se me presenta como la nota característica de tu corazón... ¡Celina...!,
sencilla florecita-Celina, no envidies a las flores de los jardines. Jesús no
nos ha dicho: "Yo soy la flor de los jardines, la rosa cultivada",
sino: "Yo soy la flor de los campos y el lirio de los valles"1.
Pues
bien, esta mañana, junto al sagrario, yo pensé que mi Celina, la florecita de
Jesús, debía ser -y serlo siempre- una gota de rocío escondida en la corola
divina del Lirio de los valles. Una gota de rocío, ¿qué hay de más sencillo
y de más puro? No son las nubes las que la han formado, pues el rocío
desciende sobre las flores cuando el azul del cielo está estrellado. Ni puede
tampoco compararse con la lluvia, a la que supera en belleza y en frescor. El
rocío sólo existe por la noche; en cuanto el sol empieza a lanzar sus cálidos
rayos, hace destilar las preciosas perlas que brillan en las puntas de las
briznas de hierba de la pradera, y el rocío se torna en un ligero vapor. Celina
es una gotita de rocío que no ha sido formada [1vº] por las nubes, sino que ha
caído de ese hermoso cielo que es su patria. Durante la noche de la vida, su
misión es esconderse en el corazón de la Flor de los campos. Ninguna mirada
humana debe descubrirla, sólo el cáliz que contiene la pequeña gotita
conocerá su frescor.
¡Dichosa
gotita de rocío, tan sólo conocida de Jesús...!, no te pares a contemplar el
curso sonoro de los ríos que causan la admiración de las criaturas; no
envidies ni siquiera al claro arroyo que serpentea por la pradera. Cierto que es
muy dulce su murmullo... Pero pueden oírlo las criaturas..., y además el
cáliz de la flor de los campos no puede contenerlo. No puede ser sólo de
Jesús. Para ser suyos, es preciso ser pequeños, ¡pequeños como gotas de
rocío...! ¡Y qué pocas son las almas que aspiran a ser así de pequeñas2...!
Pero tal vez digan: ¿acaso no son mucho más útiles el río y el arroyo que la
gota de rocío? ¿Para qué sirve ésta? No sirve más que para refrescar
durante unos instantes a una flor de los campos que hoy es y mañana ha
desaparecido...
Sin
duda, estas personas tienen razón: la gota de rocío sólo sirve para eso. Pero
esas personas no conocen a la Flor de los campos que ha querido habitar en
nuestra tierra de destierro y vivir en ella la breve noche de la vida. [2rº] Si
la conociesen, entenderían el reproche que Jesús hizo una vez a Marta...
Nuestro amado no tiene necesidad de nuestros grandes pensamientos ni de nuestras
obras deslumbrantes; si quisiera pensamientos sublimes, ¿no tiene a sus
ángeles, a sus legiones de espíritus celestiales cuyos conocimientos están
infinitamente por encima de los más grandes genios de nuestra triste tierra...?
No
es, pues, el ingenio ni los talentos lo que Jesús vino a buscar a la tierra. Si
se convirtió en la Flor de los campos, sólo fue para mostrarnos cómo le gusta
la sencillez. El Lirio del valle no aspira más que a una gotita de rocío... Y
justo por eso se ha creado una ¡que se llama Celina...! Durante la noche de la
vida, ella deberá vivir oculta a toda mirada humana; pero cuando las sombras
comiencen a declinar y la Flor de los campos se convierta en el Sol de la
justicia cuando venga a consumar su carrera de gigante, ¿podrá entonces
olvidar a su gotita de rocío...? ¡De ninguna manera! Cuando él aparezca en su
gloria, su compañera de destierro aparecerá también gloriosa. El Sol divino
posará sobre ella uno de sus rayos de amor, y de pronto la humilde gotita de
rocío aparecerá ante los ojos maravillados de los ángeles y los santos, y
brillará como un diamante precioso que, reflejando al Sol de la justicia, se
tornará semejante a él. Pero esto no es todo. El Astro divino, al mirar a su
gota de rocío, la atraerá hacia sí, y ella ascenderá como un [2vº] ligero
vapor3
e irá a clavarse por toda la eternidad en el seno del foco ardiente del amor
increado, y vivirá para siempre unida a él. Así como en la tierra fue la fiel
compañera de su destierro y de sus desprecios, así también en el cielo
reinará eternamente con él...
¡Y
qué asombrados quedarán entonces los que en este mundo tuvieron por inútil a
la gotita de rocío...! Sin duda, tendrán una disculpa: no se les había
revelado el don de Dios, no habían acercado su corazón al de la Flor de los
campos y no habían escuchado estas palabras irresistibles: "Dame de
beber". Jesús no llama a todas las almas a ser gotas de rocío. Quiere que
haya licores preciosos que las criaturas puedan apreciar y que las alivien en
sus necesidades; pero para él se reserva una gota de rocío, ésa es su mayor
ilusión...
¡Qué
privilegio ser llamada a tan alta misión...! Mas para responder a ella, es
absolutamente necesario ser sencillas... Jesús sabe bien que es difícil
mantenerse puros en la tierra; por eso quiere que sus gotas de rocío se ignoren
a sí mismas. Le gusta contemplarlas, pero sólo él las mira. En cuanto ellas,
al no conocer su propio valor, se consideran por debajo de las demás
criaturas... Y esto es lo que desea el Lirio de los valles.
La
gotita de rocío, Celina, ha comprendido... Este es el fin para el que Jesús la
ha creado. Pero no debe olvidarse de su pobre hermanita; tiene que alcanzarle la
gracia de hacer realidad lo que Jesús le hace comprender, para que, un día, el
mismo rayo de amor evapore a las dos gotitas de rocío [2vºtv] y juntas puedan,
después de no haber sido más que una sola cosa en la tierra, estar unidas por
toda la eternidad en el seno del Sol divino4.
Teresa
del Niño Jesús de la Santa Faz rel. carm. ind.
NOTAS
Cta 141
1
La expresión bíblica "Flor de los campos" aparece ocho veces en esta
carta; la de "Lirio de los valles" cuatro veces.
2
"Ser pequeña": es la primera vez que aparece en la pluma de Teresa
esta expresión, destinada a ser una de las líneas de fuerza de su
espiritualidad; cf Ms C 3rº, supra, n. 33. Hasta 1895 (Cta 178) y sobre todo
hasta 1896 (Cta 182) Teresa no inventará su fórmula definitiva: "ser
siempre niños, ser siempre niñitos".
3
Cf Ca 7.4.1. La misma idea en san Juan de la Cruz, CE canc. 31.
4
Desde Caen, Celina le da las gracias a su hermana el 28 de abril. He aquí un
extracto de su respuesta: "Teresa, mi Teresa querida, ¡si supieras todo lo
que pienso y cuántas veces a lo largo del día medito en eso que tú susurras
al corazón de tu Celina...
"Ser
el rocío, la gota de rocío del Lirio de los campos..." ¡Ay, Teresa, qué
bien lo comprendo, y cómo se hunde mi alma en abismos de profundidad...! Si
supieras... No, nunca sabré decirte todo lo que pasa dentro de mí a ese
respecto. Actualmente no ansío nada más, nada me atrae más que ser la gota de
rocío que refresque el cáliz de la Flor de los campos. Cada palabra de tu
carta abre todo un mundo a mi corazón...
"Pero
voy a callarme, pues prefiero meditar en silencio a hablar acerca de algo sobre
lo que no existen palabras. La gotita de rocío es siempre, y en todo, incapaz,
excepto para dar de beber a la Flor de los campos... Pero, Teresa, nosotras dos
¿no somos dos gotas de rocío en el cáliz de la Flor de los campos? Y tú
sabes que dos gotas de rocío no pueden estar una junto a otra, muy cerquita la
una de la otra, sin mezclarse y formar así una sola gota de rocío. Y entonces,
el cáliz de la Flor de los campos se satisface con la gota de rocío
"Teresa-Celina", ¡con esa única gota que es para él todo un
océano!
"Paulina
me dice en su carta que "el amor de Celina es más precioso para Jesús de
lo que le es amargo el odio de los malvados, y que una sola gota del gemido de
su alma le hace olvidar las blasfemias de los pecadores". Sí, es gran
verdad que una sola gota de rocío le basta a Jesús, ¡una sola! Y él se
siente consolado y apaga su sed... Teresa, mi Teresa querida, no acierto a
decirte todo lo que siento. Es demasiado. Y yo me explico muy mal. Pero
¡adivíname!" (A Teresa, LC, 152).
Cta
142 A Celina
Jesús
+ El Carmelo, 6 de julio de 1893
Querida
Celina:
Tus
dos cartas han sonado como una dulce melodía en mi corazón... Me siento feliz
al ver la predilección de Jesús hacia mi Celina. ¡Cómo la quiere, y con qué
ternura la mira...!
Ahora
ya estamos las cinco en nuestro camino1.
¡Qué suerte poder decir: "Estoy segura de hacer la voluntad de
Dios"! Y su santa voluntad se ha manifestado claramente respecto a mi
Celina. Es a ella a quien Jesús ha escogido entre todas para ser la corona y la
recompensa del santo patriarca que ha cautivado al cielo por su fidelidad.
¿Cómo te atreves a decir que has sido olvidada o menos amada que las otras? Yo
te digo que has sido ESCOGIDA de manera privilegiada, que tu misión es tanto
más bella cuanto que, siendo el ángel visible de nuestro padre querido, eres a
la vez la esposa de Jesús.
"Es
verdad -piensa tal vez mi Celina-, pero en definitiva yo hago por Dios menos que
las otras, tengo muchos menos consuelos, y por lo tanto menos méritos".
"Mis planes no son vuestros planes", dice el Señor. El mérito no
consiste en hacer mucho ni en dar mucho, sino más bien en recibir, en amar
mucho... Se ha dicho que hay más felicidad en dar que en recibir, y es verdad;
pero cuando Jesús quiere reservarse para sí la felicidad de dar, no sería
educado negarse. Dejémosle tomar y dar todo lo que quiera. La perfección
consiste en hacer su voluntad2
y al alma que se [1vº] entrega enteramente a él el mismo Jesús la llama
"su madre y su hermana" y toda su familia. Y en otra parte: "Si
alguien me ama, guardará mi palabra (es decir, cumplirá mi voluntad), y mi
Padre lo amará, y vendremos a él y haremos en él nuestra morada"
¡Ay,
Celina, qué fácil es agradar a Jesús, cautivar su corazón! Lo único que hay
que hacer es amarle sin mirarse uno a sí mismo y sin examinar demasiado los
propios defectos...
Tu
Teresa no se encuentra en este momento en las alturas, pero Jesús le enseña a
"sacar provecho de todo, del bien y del mal que halla en sí"3.
Le enseña a jugar a la banca del amor, o, mejor, no, él juega por ella sin
decirle cómo se las arregla, pues eso es asunto suyo y no de Teresa. Lo que
ella tiene que hacer es abandonarse, entregarse sin reservarse nada para sí, ni
siquiera la alegría de saber cuánto rinde su banca4.
Pero, después de todo, ella no es el hijo pródigo, y por tanto no vale la pena
que Jesús le ofrezca un festín, porque "ella está siempre con él".
Nuestro
Señor quiere dejar "las ovejas fieles en el desierto". ¡Cuánto me
dice esto...! Él está seguro de ellas: no pueden descarriarse, porque están
cautivas del amor. Por eso Jesús las priva de su presencia sensible para
ofrecer sus consuelos a los pecadores; y si las lleva al Tabor, es por breves
instantes: los valles son, por lo regular, el lugar de su descanso. "Allí
es donde él sestea a mediodía".
La
mañana de nuestra [2rº] vida ya ha pasado, hemos gozado de las brisas
perfumadas de la aurora, todo entonces nos sonreía, Jesús nos hacía sentir su
dulce presencia. Pero cuando el sol cobró fuerza, el Amado "nos condujo a
su jardín y nos hizo recoger la mirra" de la tribulación separándonos de
todo y hasta de sí mismo. La colina de la mirra nos fortaleció con sus
perfumes amargos, por eso Jesús nos hizo bajar de nuevo y ahora estamos en el
valle y él nos conduce suavemente a lo largo de las aguas.
Celina
querida, no sé muy bien lo que te digo, pero creo que comprenderás, que
adivinarás lo que quisiera decirte. ¡Seamos siempre la gota de rocío de
Jesús! Ahí está la dicha, la perfección... Afortunadamente es a ti a quien
estoy hablando, pues otras personas no sabrían comprender mi lenguaje, y
confieso que a muy pocas almas les suena a verdadero. En efecto, los directores
hacen progresar en la perfección a base de un gran número de actos de virtud,
y tienen razón; pero mi director, que es Jesús5,
no me enseña a llevar la cuenta de mis actos, él me enseña a hacerlo todo por
amor, a no negarle nada, a estar contenta cuando él me ofrece una ocasión de
demostrarle que le amo; pero esto se hace en la paz, en el abandono6,
es Jesús [2vº] quien lo hace todo y yo no hago nada.
Me
siento muy unida a mi Celina. Creo que no es frecuente que Dios haya hecho dos
almas que se comprendan tan bien, sin que haya nunca entre ellas una nota
discordante. La mano de Jesús, al tocar una de las liras, hace vibrar al mismo
tiempo la otra... ¡Vivamos escondidas en nuestra Flor divina de los campos
hasta que declinen las sombras; dejemos que las gotas de licor sean apreciadas
por las criaturas! Puesto que nosotras le gustamos a nuestro Lirio, sigamos
siendo gustosas ¡su gota exclusiva de rocío...! Y a cambio de esta gota, que
habrá sido su consuelo durante el destierro, ¿qué no nos dará él en la
patria...? El mismo nos lo dice: "Quien tenga sed, que venga a mí y
beba" Así pues, Jesús es y será siempre nuestro océano... Como el
ciervo sediento, nosotras suspiramos por ese agua que se nos promete; pero
nuestro mayor consuelo es ser también nosotras el océano de Jesús, el océano
del Lirio de los valles.
Sólo
tu corazón podrá leer esta carta, pues a mí misma me cuesta descifrarla. Se
me acabó la tinta, he tenido que echar saliva en el tintero para
arreglármelas, ¿no es para reírse...?
Abrazos
a toda la familia, pero sobre todo a mi Rey querido, que recibirá un beso de su
Celina de parte de su reina,
Sor
Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 142
1
Leonia ha entrado de nuevo en la Visitación de Caen el 24 de junio.
2
Cf Ms A 2vº.
3
SAN JUAN DE LA CRUZ, Glosa a lo divino; cf Ms A 83rº y PN 30.
4
Cf CSG, p. 71.
5
Cf Ms A 71rº y80 vº.
6
Es la primera vez que esta palabra aparece en los escritos.
Cta
143 A Celina
Jesús
+ El Carmelo, 23 de julio de 1893
Mi
querida Celinita:
No
contaba con responder yo esta vez a tu carta1,
pero nuestra Madre quiere que añada unas palabras a la suya.
¡Cuántas
cosas tendría que decirte! Pero como no tengo más que unos momentos, quiero,
ante todo, asegurar a la gotita de rocío que su Teresa la comprende... Después
de leer tu carta, me fui a la oración. Tomando el evangelio, pedí a Jesús
encontrar un pasaje para ti, y mira el que me salió: "Fijaos en la higuera
o en cualquier árbol: cuando veis que comienzan a echar brotes, os dais cuenta
de que está próximo el verano. Pues cuando veáis que suceden estas cosas,
sabed que está cerca el reino de Dios"
Cerré
el libro. Ya había leído bastante. En efecto, "estas cosas" que
suceden en el alma de mi Celina demuestran que el reino de Jesús se ha
establecido ya en su alma... Ahora quiero decirte lo que sucede en la mía, que
sin duda es lo mismo que sucede en la tuya.
Es
cierto lo que dices, Celina: las frescas mañanas2
han pasado ya para nosotras, ya no quedan flores que cortar, Jesús las ha
cogido para sí. Tal vez algún día haga brotar otras nuevas; pero mientras
tanto, ¿qué debemos hacer? Celina, Dios no me pide ya nada... Al principio me
pedía una infinidad de cosas. Durante algún tiempo pensé que ahora, como
Jesús no me pedía nada, tendría que caminar dulcemente en la paz y en el
amor, haciendo solamente lo que él me pedía3...
Pero tuve una inspiración.
Dice
santa Teresa que [vº] es necesario alimentar el amor4.
Cuando estamos en tinieblas, en sequedades, la leña no se encuentra a nuestro
alcance; pero ¿no tendremos que echar en él al menos unas pajitas? Jesús es
lo bastante poderoso para alimentar él solo el fuego; sin embargo, le gusta
vernos echar en él algo que lo alimente. Es éste un detalle que le agrada, y
entonces arroja él al fuego mucha leña. A él nosotras no le vemos, pero
sentimos la fuerza del calor del amor.
Yo
lo he visto por experiencia: cuando no siento nada, cuando soy INCAPAZ de orar y
de practicar la virtud, entonces es el momento de buscar pequeñas ocasiones,
naderías que agradan a Jesús más que el dominio del mundo e incluso que el
martirio soportado con generosidad. Por ejemplo, una sonrisa, una palabra amable
cuando tendría ganas de callarme o de mostrar un semblante enojado, etc., etc.
¿Comprendes,
Celina querida? No es para labrar mi corona5,
para ganar méritos, es por agradar a Jesús... Cuando no tengo ocasiones,
quiero al menos decirle muchas veces que le amo. Esto no resulta difícil, y
alimenta el fuego; aun cuando me pareciese que está apagado ese fuego del amor,
me gustaría echar en él alguna cosa, y Jesús podría entonces reavivarlo.
Celina,
temo no haber dicho lo que debiera. Tal vez pienses que yo hago siempre esto que
digo. Pues no, no siempre soy fiel. Pero no me desanimo nunca6,
me abandono en los brazos de Jesús. La gotita de rocío se hunde más adentro
en el cáliz de la Flor de los campos y allí encuentra todo lo que ha perdido,
y mucho más.
Tu
hermanita
Sor
Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz.
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 143
1
La del 12 de julio (LC 154). En su respuesta a la Cta 142, Celina decía entre
otras cosas: "Tu hermosa carta me ha gustado mucho y es todo un alimento
para mi alma. (...) En mi interior, todo es la nada, todo es noche oscura.
¿Dónde queda el tiempo en que yo -tan transportada, tan fuerte, tan animosa-
leía a san Juan de la Cruz y, con el alma dilatada de alegría, volaba tan
alto? Ha pasado ya el tiempo en que cantaba: "De flores y esmeraldas, / en
las frescas mañanas escogidas, / haremos las guirnaldas...".
"Teresa
querida, ¡tu me comprendes tan bien, y tu alma es un eco tan fiel de la
mía...! Sí, la mañana de nuestra vida ha pasado, y ahora ha llegado el
mediodía, tan pesado y agobiante...
"Sin
embargo, me viene a la mente un pensamiento: y es que san Juan de la Cruz no
dice que el alma trence las guirnaldas en las frescas mañanas, sino con flores
escogidas en las frescas mañanas. Es, por tanto, ahora, en el mediodía, cuando
el alma trenza las flores que antes escogió en las frescas mañanas...
"Ahora
ya no tiene para ofrecer a su Amado más que el ramillete ya escogido; ahora ya
no puede hacer otra cosa que anudarlo en uno solo de sus cabellos"...
"Teresa
querida, ¿así que tú crees que basta con un solo cabello de nuestro amor...?
¿Crees que Dios no me pide que escoja nuevas flores y nuevas esmeraldas, que
practique muchas virtudes, que produzca "emisiones de bálsamo
divino", sino únicamente que trence con amor las flores de las frescas
mañanas...? ¿Así que tú crees que ahora sólo basta el amor? ¡Cuánto bien
me hace este pensamiento! ¡Me ha venido de pronto al escribirte, pues yo
interpretaba de otra manera esas palabras!. (LC 154, 12/7/1893).
2
SAN JUAN DE LA CRUZ, CE, can. 30.
3
En el autógrafo: "lo que me pedía en otro tiempo". El añadido es de
sor Genoveva y quedó registrado en los Procesos (CE II) y en la edición de
1948.
4
SANTA TERESA DE JESÚS, V 30,20.
5
Cf Cta 43 y 94; PN 13, 17; el Acto de Ofrenda (Or 6); Cta 182; carta de María
de la Eucaristía a la señora de Guérin del 10/7/1897.
6
El rechazo del desaliento es una actitud muy teresiana, ya desde su niñez; cf
el propósito de su primera comunión: "Nunca me desanimaré" (VT nº
74, p. 134) y supra, Ms C n. 50.
Cta
144 A Celina
Jesús
+ El Carmelo, 23 de julio de 1893
Querida
Celinita:
No
me sorprende que no entiendas nada de lo que ocurre en tu alma. Un niño
PEQUEÑO completamente solo en el mar, en una barca perdida en medio de las olas
borrascosas ¿podrá saber si está cerca o lejos del puerto? Mientras sus ojos
divisan todavía la orilla de donde zarpó, sabe cuánto camino lleva recorrido
y, al ver alejarse la tierra, no puede contener su alegría infantil. ¡Pronto
-se dice a sí mismo- llegaré al final del viaje! Pero cuanto más se aleja de
la playa, más vasto parece también el océano. Entonces la CIENCIA del niñito
se ve reducida a nada, y ya no sabe hacia dónde va su navecilla. Como no sabe
manejar el timón, lo único que puede hacer es abandonarse, dejar flotar la
vela a merced del viento...
Celina
mía, la niñita de Jesús se encuentra completamente sola en una barquichuela,
la tierra ha desaparecido a sus ojos y no sabe a dónde va, ni si avanza o
retrocede... Teresita sí lo sabe: está segura de que su Celina está en alta
mar, de que la navecilla que la lleva boga a velas desplegadas hacia el puerto,
de que el timón, que Celina ni siquiera puede ver, no está sin piloto. Jesús
está allí, dormido, como antaño en la barca de los pescadores de Galilea. Él
duerme... y Celina no lo ve porque la noche ha caído sobre la navecilla...
Celina no oye la voz de Jesús. El viento sopla y ella lo oye soplar, ve las
tinieblas... y Jesús sigue durmiendo. Sin embargo, [1vº] si se despertara
solamente un instante, sólo tendría que "ordenar al viento y al mar, y
vendría una gran calma", y la noche sería más clara que el día. Celina
vería la mirada divina de Jesús, y su alma quedaría consolada... Pero
entonces Jesús ya no dormiría, ¡y está tan CANSADO...! Sus pies divinos
están cansados de buscar a los pecadores, y en la navecilla de Celina Jesús
descansa tan a gusto...
Los
Apóstoles le habían dado una almohada, el Evangelio nos cuenta este detalle.
Pero en la barquilla de su esposa querida Nuestro Señor encuentra otra almohada
mucho más suave: el corazón de Celina. Allí lo olvida todo, allí está como
en su casa... No es una piedra lo que sostiene su cabeza divina (aquella piedra
por la que suspiraba durante su vida mortal): es un corazón de hija, un
corazón de esposa. ¡Y qué contento está Jesús! ¿Pero cómo puede estar
contento cuando su esposa sufre, cuando vela mientras él duerme dulcemente?
¿No se da cuenta de que Celina no ve más que la noche, de que su rostro divino
está escondido para ella, y de que a veces hasta la carga que siente sobre su
corazón le parece pesada...?
¡Qué
gran misterio! Jesús, el niñito de Belén, a quien María llevaba como una
"carga ligera", se vuelve pesado, tan pesado que san Cristóbal se
queda sorprendido... También la esposa de los Cantares dice que su "Amado
es un ramillete de mirra que descansa sobre sus senos". La mirra es el
sufrimiento, y así es como Jesús reposa sobre el corazón de Celina... Y sin
embargo, Jesús está contento de verla entre sufrimientos, se siente feliz de
recibirlo todo de ella durante la noche... Espera la aurora, y entonces... sí,
entonces ¡¡¡qué despertar el de Jesús...!!!
Celina
querida, ten la seguridad de que tu barca está en alta mar, tal vez muy cerca
ya del puerto. El viento del dolor que la empuja es un viento de amor, y ese
viento es más rápido que el relámpago...
[rºtv]
¡Cómo me emocionó saber que Jesús te había inspirado la idea de los
pequeños sacrificios! Yo se lo había pedido, no contando con escribirte tan
pronto. Hasta ahora, nunca Nuestro Señor se me ha negado a inspirarte lo que le
he pedido que te diga1.
Siempre nos concede las mismas gracias a las dos. Hasta me veo obligada a llevar
un rosario de prácticas2.
Lo hago por caridad hacia una de mis compañeras3.
Ya te lo contaré detalladamente, es muy divertido... Estoy presa entre unos
hilos que no me gustan, pero que me son muy útiles en la situación en que se
encuentra mi alma4.
NOTAS
Cta 144
1
Cf Cta 137, párr. 4; Cta 149, párr. 2; CA 13.7.9.
2
Rosario de cuentas móviles para contar los actos de virtud o los sacrificios.
De niña, Teresa se había servido de este sencillo medio ascético: cf Cta 11.
3
Sor Marta de Jesús, Cf Or 3.
4
Celina responde a esta carta el 27 de julio. Tu carta, escribe, "me ha
hecho tanto bien, que he dado gracias por ella a Nuestro Señor. No lo entiendo,
pero siempre me dices justamente lo que necesito que me digan...
"La
imagen del niño en alta mar me ha dado mucho que pensar, y también esto otro:
"Jesús se siente feliz de recibirlo todo durante la noche... Espera la
aurora, y entonces..., sí, entonces ¡¡¡qué despertar el de
Jesús...!!!". Esto, Teresa, me transporta.
"Me
ha emocionado, me ha emocionado mucho nuestra coincidencia en los pequeños
sacrificios. Sí, Jesús me los pide y yo no los rechazo. Me siento inclinada a,
"ya que Jesús no me da", dar yo sin medida y aprovechar las
ocasiones" (LC 155, 27/7/1893).
Cta
145 A Celina
2
de agosto de 1893
Cta
145 A Celina
Jesús
+ El Carmelo, 2 de agosto de 1893
Querida
Celinita:
Tu
carta me ha llenado de alegría. El camino que sigues es un camino real. No es
un camino trillado, sino un sendero que ha sido trazado por el mismo Jesús. La
esposa de los Cantares dice que, al no encontrar a su Amado en el lecho, se
levantó para buscarle por la ciudad, pero en vano; y que en cuanto salió de la
ciudad, encontró al que amaba su alma...
Jesús
no quiere que encontremos en el reposo su presencia adorable; él se esconde, se
rodea de tinieblas. No se comportaba así con la muchedumbre de los judíos,
pues vemos en el Evangelio que "el pueblo estaba PENDIENTE de sus
labios". Jesús cautivaba a las almas débiles con sus divinas palabras y
trataba de hacerlas fuertes para el día de la prueba... ¡Pero qué pequeño
fue el número de los amigos de Nuestro Señor cuando SE CALLABA delante de sus
jueces...! ¡Y qué melodía es para mi corazón ese silencio de Jesús...! El
se hace pobre para que nosotras podamos darle limosna, nos tiende la mano como
un mendigo, para que cuando aparezca en su gloria el día del juicio, pueda
hacernos oír aquellas dulces palabras: "Venid vosotros, benditos de mi
Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber,
fui forastero y me hospedasteis, estuve enfermo y en la cárcel y me
socorristeis".
El
mismo Jesús que pronunció estas palabras es quien busca nuestro amor, quien lo
mendiga... Se pone, por así decirlo, a nuestra merced. No quiere tomar nada sin
que se lo demos, y hasta la cosa más insignificante es preciosa a sus ojos
divinos...
[vº]
Celina querida, alegrémonos de la porción que nos ha tocado, ¡es tan hermosa!
¡Demos, demos a Jesús, seamos avaras con los otros, pero pródigas con él!
Jesús
es un tesoro escondido, un bien inestimable que pocas almas saben encontrar
porque está escondido y el mundo ama lo que brilla. ¡Ah!, si Jesús hubiera
querido mostrarse a todas las almas con sus dones inefables, ciertamente ni una
sola lo hubiera desdeñado. Pero él no quiere que le amemos por sus dones: él
mismo quiere ser nuestra recompensa1.
Para encontrar una cosa escondida, hay que esconderse también uno mismo2.
Nuestra vida ha de ser, pues, un misterio. Tenemos que parecernos a Jesús, al
Jesús cuyo rostro estaba escondido... "¿Queréis aprender algo que os sea
útil? -dice la Imitación-. Gustad de ser ignorados y tenidos en nada"3.
Y en otra parte: "Después de haberlo dejado todo, es necesario dejarse,
sobre todo, a sí mismo"4.
"Que éste se gloríe de una cosa, aquél de otra. En cuanto a vosotros, no
pongáis vuestro gozo sino en el desprecio de vosotros mismos"5.
¡Qué
paz dan al alma estas palabras, Celina! Tú las conoces, ¿pero no sabes ya todo
lo que quisiera decirte...? Jesús te ama con un amor tan grande, que, si lo
vieras, caerías en un éxtasis de felicidad que te causaría la muerte. Pero no
lo ves y sufres...
¡Pronto
Jesús "se levantará para salvar a todos los mansos y humildes de la
tierra"...!
NOTAS
Cta 145
1
Cf Cta 182, n. 15.
2
SAN JUAN DE LA CRUZ, CE 1,9.
3
Im I,2,3,.
4
Im II,11,4.
5 Im III,49,7; cf Cta 176 y Ms A 71rº.