SEXTO PERÍODO

EL PRIORATO DE LA MADRE INÉS DE JESÚS

(febrero de 1893-marzo de 1896)

Cta 109 A María Guérin

27-29 de julio de 1890

J.M.J.T.

El Carmelo, julio de 1890

Jesús +

Querida Mariíta:

Da gracias a Dios por todos los dones que te ha concedido y no seas tan ingrata que no los reconozcas. Me haces el efecto de una joven aldeana a quien un rey poderoso viniera a pedir en matrimonio y que no se atreviera a aceptar bajo el pretexto de que ella no es lo suficientemente rica ni educada en las costumbres de la corte, sin reparar en que su prometido real conoce su pobreza y su debilidad mucho mejor que ella misma... María, si tú no eres nada, no debes olvidar que Jesús lo es todo; y por tanto, tu pequeña nada tiene que perderse en su infinito todo y no pensar más que en ese todo, el único digno de ser amado1... Tampoco tienes que desear ver el fruto de tus esfuerzos: Jesús quiere guardar para sí solo esas pequeñas nadas que lo consuelan...

Te equivocas, amiga mía, si crees que tu Teresita recorre siempre ilusionada el camino de la virtud. Ella es débil, muy débil, y experimenta a diario esa triste realidad. Pero, María, Jesús se complace en enseñarle, como a san Pablo2, la ciencia de gloriarse en sus enfermedades. Es ésta una gracia muy grande, y pido a Jesús que te la enseñe, porque sólo ahí se encuentra la paz y el descanso del corazón. Cuando una se ve tan miserable, no quiere ya preocuparse de sí misma y sólo mira a su único Amado...

[vº] Mi querida Mariíta, yo no conozco otro camino que "el amor" para llegar a la perfección... ¡Amar! ¡Qué bien hecho está para eso nuestro corazón...! A veces busco otra palabra para expresar el amor, pero en esta tierra de exilio las palabras son incapaces de emitir todas las vibraciones del alma, y tenemos que limitarnos a esa única palabra: "¡Amar!"...

¿Pero a quién podrá prodigarlo nuestro pobre corazón, hambriento de amor...? ¿Quién será lo suficientemente grande para eso...? ¿Podrá un ser humano comprenderlo..., y, sobre todo, saber corresponderle...? María, no hay más que un ser capaz de comprender toda la profundidad de esa palabra: ¡amar...! No hay nadie, fuera de Jesús, que pueda darnos infinitamente más de lo que nosotros le damos a él...

¡María del Santísimo Sacramento...! Tu nombre te está diciendo tu misión... Consolar a Jesús, hacer que las almas le amen... Jesús está enfermo3, y hay que tener en cuenta que la enfermedad del amor sólo se cura con amor4... María, entrega todo tu corazón a Jesús. Él tiene sed de él, está hambriento de él. Tu corazón, he ahí lo que él ambiciona, hasta el punto de que, por poseerlo, consiente en alojarse en un cuartucho sucio y oscuro5... ¿Cómo no amar a un amigo que se reduce a tan extrema indigencia? ¿Cómo atreverse a seguir alegando la propia pobreza, cuando Jesús se hace semejante a su prometida...? Era rico y se hizo pobre para unir su pobreza a la pobreza de María del Santísimo Sacramento... ¡Qué gran misterio de amor...!

[vºtv] Todos mis recuerdos a mi querida colonia.

Mi corazón está siempre con María del Santísimo Sacramento. El sagrario es la casa del amor en la que nuestras dos almas están encerradas...

Tu hermanita, que te pide que no la olvides en tus oraciones,

Sor Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz

nov. carm. (ind.)

NOTAS Cta 109

1 "Todo ... nada": dialéctica de san Juan de la Cruz en la Subida del Monte Carmelo.

2 Sor Genoveva añadió la enmienda: "de amor".

3 Cf SAN JUAN DE LA CRUZ, CE 11,11.

4 Véase Cta 108, n. 2.

Cta 110 A sor Inés de Jesús

30-31 de agosto de 1890

J.M.J.T.

Jesús +

Mamaíta querida, ¡gracias, sí, gracias...! ¡Si supieras todo lo que tu carta le dice a mi alma...!

Pero la pequeña solitaria tiene que decirte el itinerario de su viaje. Helo aquí:

Antes de partir, su Prometido pareció preguntarle a qué país quería viajar y qué ruta deseaba seguir, etc. etc. Su pequeña prometida le contestó que ella no tenía más que un deseo: dirigirse a la cima de la montaña del amor1. Para llegar allá se le ofrecían muchos caminos, y había tantos perfectos entre ellos, que se sentía incapaz de elegir. Entonces dijo a su guía divino: "Tú ya sabes adónde quiero llegar, tú sabes por quién deseo escalar la montaña [1vº] y por quién quiero llegar a la meta, tú sabes a quién amo y quién es el único a quien quiero contentar. Sólo por él emprendo este viaje; guíame, pues, por los senderos que a él más le gusta recorrer. Con tal que él esté contento, yo me sentiré en el colmo de la felicidad".

Entonces Jesús me tomó de la mano y me hizo entrar en un subterráneo donde no hace ni frío ni calor, donde no luce el sol y al que no visitan ni el viento ni la lluvia. Un subterráneo donde no veo nada más que una claridad semivelada, la claridad que difunden a su alrededor los ojos bajos de la Faz de mi Prometido...

Mi Prometido no me dice nada, ni yo le digo tampoco nada a él; tan sólo que le amo más que a mí misma. Y en el fondo de mi corazón siento que es verdad, ¡pues soy más de él [2rº] que mía...!

No veo que avancemos hacia la cumbre de la montaña, pues nuestro viaje se hace bajo tierra; pero, con todo, me parece que nos acercamos a ella sin saber cómo. La ruta que sigo no tiene ningún consuelo para mí, y sin embargo me trae todos los consuelos, porque es Jesús quien la ha elegido y yo quiero consolarlo sólo a él, ¡sólo a él...! ¡Ay, qué verdad tan grande es que, si yo le ofrezco las uvas de mi corazón, lo hago entre la B y la A2, porque ni yo misma entiendo nada!

[2vº] ¿Tengo que escribir al Sr. Lepelletier3 y al Sr. Révérony que voy a hacer la profesión...?

Sobre todo no te olvides de ir a la bodega a tomar tu sorbito de vino4; y al beberlo, piensa en tu hijita que, a buen seguro, tampoco está bebiendo los vinos azucarados de Engaddi... Pide que ella sepa dárselo a su Esposo, salvando almas, y se sentirá consolada...

NOTAS Cta 110

1 Cf SAN JUAN DE LA CRUZ, Subida del Monte Carmelo. Volvemos a encontrar esa misma expresión en Cta 105, 112 y Cta 196 (Ms B 1vº).

2 Alusión hermética para nosotros.

3 Confesor de Teresa de 1886 a 1888.

4 Vino quinado prescrito a sor Inés.

Cta 111 A sor María del Sdo. Corazón

30-31 de agosto de 1890

Querida madrinita:

¡Si supieras cómo ha embelesado el alma de tu hijita tu canto del cielo...! Yo te aseguro que ella no escucha en absoluto armonías celestiales. Su viaje de bodas es tremendamente árido. Es cierto que su prometido le hace recorrer países fértiles y de ensueño, pero la noche le impide admirar cosa alguna y sobre todo disfrutar de todas esas maravillas.

Tal vez pienses que tu hijita se aflige por ello. [vº] Pero no; al contrario, es feliz siguiendo a su Prometido únicamente por amor a él, y no por sus regalos... ¡Sólo él! ¡Es tan hermoso, tan encantador! ¡Incluso cuando se calla...! ¡Incluso cuando se esconde...!

¿Comprendes a tu hijita...? Está cansada de los consuelos de la tierra, y no quiere más que a su Amado, sólo a él...

No te olvides de rezar mucho por la hijita que tú educaste1 y que es tuya.

NOTAS Cta 111

1 Cf CA 23.9.6.

Cta 112 A sor Inés de Jesús

1 de septiembre de 1890

J.M.J.T.

Jesús + Lunes

Te paso la carta que he escrito para papá. Si te parece que no puede ir así, hazme tú un borrador; pero creo que no la va a entender... ¡Qué misterio el amor de Jesús a nuestra familia...! ¡Qué misterio las lágrimas y el amor de este esposo de sangre1...!

Mañana estaré con el Sr. Youf2. Me ha dicho que le haga una breve relación3, pero sólo desde que estoy en el Carmelo. Reza mucho para que Jesús me conserve la paz que ME HA DADO.

Me sentí muy feliz al recibir la absolución el sábado... Pero no comprendo el retiro [vº] que estoy haciendo, no pienso en nada. En una palabra, ¡me encuentro en un subterráneo muy oscuro...! Pídele a Jesús, tú que eres mi luz, que no permita que las almas se vean privadas por mi culpa de las luces que necesitan, sino que mis tinieblas sirvan para iluminarlas a ellas... Pídele también que haga unos buenos ejercicios espirituales y qué él esté tan contento como sea posible. Así, también yo estaré contenta y aceptaré, si ésa es su voluntad, caminar toda mi vida por la ruta oscura que estoy siguiendo, con tal que un día pueda llegar a la cima de la montaña del amor, aunque creo que esto no será aquí en la tierra.

(Voy a tomar mi sorbito de vino; también esta mañana me habría apetecido, pero no pude encontrar a nuestra Madre4.)

[vºtv] ¿Tengo que escribir a la señora Papinot...? Me parece que no vale la pena, no lo entendería, ¿no sería quizás mejor esperar a la toma de velo...?

NOTAS Cta 112

1 Cf Cta 82, n. 2.

2 Capellán del Carmelo.

3 Es decir, una confesión general.

4 Se sobrentiende: para pedirle permiso.

Cta 113 A sor María del Sdo. Corazón

2-3 de septiembre de 1890

J.M.J.T.

Jesús

¡Si supieras el bien que me hacen tus palabras...! Son para mí como una música de cielo, me parece escuchar la voz de un ángel...

¿Pero acaso no eres tú el ángel que me condujo y me guió en la ruta del destierro hasta mi entrada en el Carmelo? Y aun ahora sigues siendo para mí el ángel que consoló mi niñez, [vº] y veo en ti lo que las demás no pueden ver, pues sabes esconder tan bien lo que eres en realidad, que el día de la eternidad muchas personas se quedarán sorprendidas.

Pero tu hijita no se sorprenderá de nada; y por muy bellos que sean tu trono y tu diadema, ella no se asombrará de lo que el amor del esposo divino dará a quien modeló en su corazón el mismo amor al esposo de las vírgenes. Y tu hijita espera ser también, en tu corona, una florecilla muy pequeñita que prestará su humilde brillo a la gloria de su ángel visible en la tierra.

Cta 114 A sor Inés de Jesús

3 de septiembre de 1890

J.M.J.T.

Jesús +

Cordero querido:

Sí, para nosotras las alegrías irán siempre mezcladas con el sufrimiento. La gracia de ayer1 exigía un broche final, y Jesús te lo ha dado a ti primero, y luego a mí a la vez, ¡porque todo lo que a ti te hace sufrir me duele a mí en lo más hondo...! Quisiera saber si nuestra Madre te ha consolado o si sigues apenada.

Me parece que tendríamos que dar las gracias al "santo anciano Simeón"2 y decirle que llegó su carta. ¿Qué opinas tú?

Te paso esas líneas de sor Teresa de Jesús3. Me las entregó esta mañana. ¿He de hacerle todo eso...? No tengo modelos, y además me parece que la ropa y la Santísima Virgen4 corren más prisa, pero haré lo que me digas.

¿Crees realmente que Celina se va a morir5...? Ayer le prometí hacer la profesión por las dos, pero no me atreveré a pedirle a Jesús que la deje en [vº] la tierra si no es ésa su voluntad. Me parece que el amor puede suplir a una larga vida... Jesús no mira al tiempo, pues en el cielo el tiempo ya no existe. No debe de mirar más que al amor.

Pídele que me dé mucho amor también a mí. No pido amor sensible, sino un amor conocido sólo de Jesús. Amarle y hacerle amar, ¡qué dulzura...! Dile también que me lleve el día de mi profesión si voy a ofenderle después, pues quisiera llevarme al cielo sin mancha alguna6 la blanca estola de mi segundo bautismo. Pero creo que Jesús puede concederme la gracia de no volver a ofenderlo, o bien la de no cometer más que faltas que no le OFENDAN7 sino que nos humillan y que hacen más fuerte el amor.

¡Si supieras lo mucho que te hablaría de eso si tuviese palabras para expresar lo que pienso, o, mejor, que no pienso pero que siento...! ¡Qué misteriosa es la vida...! Es un desierto y un destierro... Pero en lo más hondo del alma sabemos que habrá un día de LEJANIAS infinitas, de LEJANIAS que harán olvidar para siempre las tristezas del desierto y del destierro...

El granito de arena

[rºtv] El Sr. abate Domin8 no sabe que voy a hacer la profesión, ¿se lo tengo que decir? Me parece que si nuestra Madre aún no ha escrito a la Abadía, podría decir a esas señoras que se lo comuniquen.

NOTAS Cta 114

1 La bendición de León XIII que Teresa había pedido para su profesión al Hno. Simeón. Cf Ms A 76rº.

2 El Hno. Simeón de Roma, de las Escuelas Cristianas.

3 Sor Teresa de Jesús, que a menudo pedía a Teresa trabajos de pintura de difícil ejecución.

4 La ropa que había que arreglar y una estatua de la Santísima Virgen que había que adornar.

5 Cf Cta 104; y Cta 115, n. 2.

6 Cf Or 2.

7 Cf Ms A 80vº.

8 Capellán de las benedictinas de Lisieux.

Cta 115 A sor Inés de Jesús

4 de septiembre de 1890

J.M.J.T.

Te paso la carta de Roma1 para que, si quieres, se la hagas llegar a Celina. Tal vez papá no la entienda, pero no será difícil conseguirlo, y si algún día lograse entenderla, ¡se sentiría tan dichoso! ¿Tengo que mandarle también mis votos para que él los bendiga? Si te parece que sí, dímelo mañana por la mañana para escribirlos cuanto antes. Los pondríamos en medio de la corona, ¿pero no será quizás mejor no hacer nada...?

Gracias por tu cartita, ¡si supieras cómo me ha gustado2...! Mi alma sigue en el túnel, [vº] pero es muy feliz allí; sí, feliz de no tener ningún consuelo, porque pienso que así su amor no es como el amor de las prometidas de la tierra, que están siempre mirando las manos de su prometido para ver si les trae algún regalo, o su rostro para sorprender en él una sonrisa de amor que las cautive...

Pero la pobre prometida de Jesús sabe que ella ama a Jesús sólo por él, y sólo quiere mirar al rostro de su amado para sorprender en él las lágrimas que corren de los ojos que la han cautivado con sus secretos encantos... Y quiere enjugar esas lágrimas para hacer con ellas su aderezo el día de sus bodas. Un aderezo que será también secreto, pero que su Amado sabrá entender.

NOTAS Cta 115

1 La Bendición Apostólica, que recibió por mediación del Hno. Simeón. Celina la llevará cuando vaya a ver a su padre el 5 de septiembre.

2 Sor Inés le decía, entre otras cosas: "Querido granito de arena, no creo que Celina se muera enseguida, sin embargo, no sería muy extraño. ¡Pero qué feliz sería...! ¡Qué dicha ir a ver ese "Rostro desconocido" del que Job nos hablaba esta noche...! Dejemos actuar a Dios en nuestra familia, ¡que no se moleste por nosotros...! ¿No está en su casa...? Jesús se quejaba en sus tiempos de no tener ni siquiera una piedra donde reposar su cabeza divina. Ahora le iba a resultar muy difícil quejarse, pues nuestros corazones quieren servirle de almohadas muy suaves y muy cálidas. (...)

"Granito de arena tan querido, ya no estoy apenada por la minucia de ayer tarde... No hemos vuelto a hablar de ello, y yo me he guardado muy bien de decir una sola palabra. ¡Dios mío, cómo se pasa todo aquí en la tierra! Y esto nos da ánimos. Hoy estás sumida en la tristeza, mañana ésta se disipa, y pasado mañana el cielo se oscurece. ¡Feliz mil veces el alma que se eleva por encima de todas estas pequeñeces...! Es difícil, pero la gracia hace maravillas en el corazón fiel...

"Hija querida, dale gracias a tu Prometido, porque desde tus más tiernos años te ha hecho seguir este camino de fidelidad... Si no te consuela, es porque estás entre sus brazos; no caminas, es él quien te lleva... El niño en brazos de su Padre ¿tiene necesidad de otro consuelo...? Yo me imagino a Jesús llevando a su granito de arena y cargando con esa carga ligera, corriendo en busca de almas" (LC 137, 3/9/1890).

Cta 116 A sor María del Sdo. Corazón

7 de septiembre de 1890

J.M.J.T.

Me gustaría que las velas del Niño Jesús estuvieran encendidas cuando me dirija a la sala capitular1, ¿quieres ir tú a encenderlas...? Por favor, no te olvides... No he puesto las velas color rosa, porque las otras le dicen mucho más a mi alma: empezaron a lucir el día de mi toma de hábito. Entonces estaban rosadas y nuevas. Papá (que me las había regalado) estaba allí, y todo era alegría... Pero ahora el color rosa se ha ido. ¿Hay todavía aquí en la tierra alegrías color [vº] de rosa para la huerfanita de la Berezina...? ¡No!, para ella ya no hay más que alegrías celestiales..., alegrías en las que todo lo creado, que no es nada, cede el paso a lo increado, que es la realidad...

¿Comprendes a tu hijita...?

Mañana será la esposa de Jesús. Mañana será la esposa de aquel cuyo rostro estaba oculto y a quien nadie conocía... ¡Qué alianza y qué porvenir...! Sí, lo sé muy bien, mis bodas estarán rodeadas de ángeles, sólo el cielo se alegrará, y también la pequeña esposa y sus hermanas queridas2...

NOTAS Cta 116

1 Al dirigirse a la sala capitular, donde Teresa emitirá los votos a la salida de misa, la comunidad pasará en procesión ante la estatua del Niño Jesús del claustro.

2 Sor María del Sagrado Corazón le responderá: "Mi querida hijita, tus letras han hablado muy hondo a mi alma... ¡Cómo ha hecho Jesús crecer en pocos años a la "Huerfanita de la Berezina"! ¡Con qué amor de predilección ha amado a aquella reina de largos cabellos rubios a la que nuestro pobre papaíto tanto quería! También hoy sigue siendo su alegría, sigue siendo su gloria, encorvado como está bajo la prueba, y mañana el cielo contemplará maravillado la nueva aureola que brillará sobre su frente venerable. (...)

"Pide por tu madrina para que llegue a ser santa y para que también ella sepa responder a ese don con que Dios la ha agraciado en su hijita. ¡Familia bendita! ¡Familia colmada por Jesús...!" (LC 138, 7/7/1890).

Cta 117 A María del Sdo. Corazón1

Recuerdo del 8 de septiembre de 1890

Día de eterno recuerdo, en el que tu hijita se ha convertido como tú en la esposa de aquel que dijo: "Mi reino no es de este mundo", y en otro lugar: "Además, pronto veréis al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo a la derecha de Dios". Ese es el día que nosotras esperamos... Día de las bodas eternas, en que nuestro Jesús enjugará todas las lágrimas de nuestros ojos y en que nos sentará con él en su trono...

Ahora su rostro está como escondido a los ojos de los mortales; pero a nosotras, que comprendemos sus lágrimas en este valle de destierro, pronto se nos mostrará en la patria su Faz resplandeciente, y entonces llegará el éxtasis, la eterna unión gloriosa con nuestro esposo...

Pídele que yo, a quien tú iniciaste en los caminos de la virtud, pueda estar un día muy cerca de ti en la patria.

Tu hijita.

NOTAS Cta 117

1 Dedicatoria al dorso de una estampa.

Cta 118 "Carta de invitación a las bodas de sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz"1

8-20 de septiembre (?) de 1890

J.M.J.T.

El Dios todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, Dueño y Soberano del mundo, y la gloriosísima Virgen María, Reina y Princesa de la Corte Celestial, tienen a bien participar a Vd. el matrimonio de su hijo Jesús, Rey de reyes y Señor de señores, con la señorita Teresa Martin, ahora Señora y Princesa de los reinos aportados en dote por su esposo, a saber: la Infancia de Jesús y su Pasión, siendo sus títulos de nobleza: del Niño Jesús y de la Santa Faz.

El señor Luis Martin, Propietario y Dueño de los Señoríos del sufrimiento y de la humillación, y la señora de Martin, Princesa y Dama de honor de la Corte Celestial, tienen a bien participarle a Vd. el matrimonio de su hija Teresa con Jesús, el Verbo de Dios, segunda Persona de la Santísima Trinidad, que, por obra del Espíritu Santo, al hacerse hombre nació de la Virgen María.

No habiendo podido invitarle a Vd. a la bendición nupcial que se les dio en la montaña del Carmelo (sólo fue admitida la corte celestial), le pedimos que acuda a la tornaboda, que tendrá lugar mañana, día de la Eternidad, en que Jesús, el Hijo de Dios, vendrá sobre las nubes del cielo para juzgar a los vivos y a los muertos. (Por ser la hora todavía desconocida, le invitamos a Vd. a estar preparado y a velar).

NOTAS Cta 118

1 Tenemos tres versiones de esta participación simbólica: a) el borrador que transcribimos a continuación; b) una copia de sor Inés, muy semejante, entregada a Celina (cf CG p. 581ss); c) el texto del Ms A 77vº, casi idéntico a la copia de sor Inés.

Cta 119 A sor Marta de Jesús1

23 de septiembre de 1890

A mi querida compañera, en recuerdo del día más hermoso de tu vida2, de ese día sin igual en que te consagraste a Jesús.

Consolemos juntas a Jesús de todas las ingratitudes de las almas, hagamos con nuestro amor que se olvide de sus dolores.

Tu indigna hermanita,

Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz

rel. carm. ind.3

NOTAS Cta 119

1 Dedicatoria al dorso de una estampa.

2 Teresa escribe: "de tu día".

3 Abreviatura de "religiosa carmelita indigna".

Cta 120 A Celina

23 de septiembre de 1890

J.M.J.T.

Jesús +

¿Cómo decirte, Celina, lo que está pasando dentro de mi alma...? Se siente desgarrada, pero sé que esta herida está hecha por una mano amiga, ¡por una mano divinamente celosa...!

Todo estaba dispuesto para mis bodas, ¿pero no te parece que le faltaba algo a la fiesta? Es cierto que Jesús había puesto ya muchas joyas en mi canastilla, pero faltaba todavía una de belleza incomparable, y ese diamante precioso Jesús me lo ha regalado hoy... Celina..., mis lágrimas han corrido al recibirlo..., y siguen todavía corriendo, y casi me las reprocharía si no supiera "que existe un amor cuya única prenda son las lágrimas"1.

Sólo Jesús ha dirigido este asunto, sólo él, y yo he reconocido su toque de amor...

Tú sabes muy bien cómo deseaba volver a ver esta mañana a nuestro papá querido2. Pues bien, ahora veo claramente que la voluntad de Dios es que no esté aquí. Él lo ha permitido sencillamente para probar nuestro amor... Jesús me quiere huérfana, quiere que yo esté sola con él solo para unirse mas íntimamente a mí; y quiere también darme en la Patria las alegrías tan legítimas que me negó en el destierro...

Consuélate, Celina, nuestro esposo es un esposo de lágrimas y no de sonrisas. Démosle nuestras lágrimas para consolarle, y un día esas lágrimas se cambiarán en sonrisas de una dulzura inefable...

Celina, no sé si conseguirás entender mi carta, apenas puedo sostener la pluma... [vº] Cualquiera otra te daría muchas explicaciones sobre la visita de nuestro tío en el locutorio, pero tu Teresa tan sólo sabe hablarte el lenguaje del cielo. Celina, ¡comprende a tu Teresa...!

La prueba de hoy es un dolor difícil de entender. Ves que se te ofrece una alegría, que es una alegría posible, una alegría natural, adelantas la mano... y no puedes coger ese consuelo tan deseado... Pero, Celina, ¡qué misterioso es todo esto...! No tenemos ya asilo aquí en la tierra, o por lo menos tú puedes decir como la Santísima Virgen: "¡Qué asilo!". Sí, ¡qué asilo...! Pero no es una mano humana la que ha hecho esto. Ha sido Jesús. ¡Es su "mirada velada" la que ha caído sobre nosotras...!

He recibido una carta del Padre desterrado3, y te copio un pasaje: "Mi aleluya está impregnado de lágrimas. Ninguno de tus padres estará ahí para ofrecerte a Jesús. ¿Habrá que compadecerte aquí abajo, cuando allá arriba los ángeles te felicitan y los santos te envidian? Tu corona de espinas los vuelve celosos. Ama, pues, esos pinchazos como prendas de amor de tu divino esposo".

Celina, aceptemos de buen grado la espina que Jesús nos ofrece. La fiesta de mañana será una fiesta de lágrimas para nosotras4, ¡pero estoy segura de que Jesús se va a sentir tan consolado...!

Quisiera decirte muchas más cosas, pero me faltan las palabras... Me encargaron que te escribiera para consolarte, pero seguro que he cumplido muy mal el encargo... ¡Si al menos pudiese comunicarte la paz que Jesús ha infundido en mi alma en lo más recio de mis lágrimas! ¡Eso es lo que le pido para ti, que eres yo misma...!

Celina... Las sombras declinan y la apariencia de este mundo pasa. Pronto, sí, pronto contemplaremos ese rostro desconocido5 y amado que nos fascina con sus lágrimas.

Sor Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 120

1 Cita de una poesía de Celina. Cf Cta 108.

2 Para su toma de velo. Cf Ms A 75rº/vº.

3 El P. Pichon.

4 Cf Ms A 77rº.

5 Ver Cta 115, n. 2.

Cta 140 A la madre Inés de Jesús

J.M.J.T.

Jesús + 20 de febrero de 1893

Madre querida:

¡Qué dulce es para mí poder darte ese nombre...! Hace ya mucho tiempo que tú eres mi madre. Pero ese dulce nombre sólo en el secreto de mi corazón se lo daba yo a quien era a la vez mi ángel de la guarda y mi hermana. Hoy, Dios te ha consagrado... Hoy tú eres verdaderamente mi Madre y lo serás ya por toda la eternidad...

¡Sí, qué hermoso es este día para tu hija...! El velo que Jesús ha echado sobre este día1 lo hace más luminoso aún a mis ojos: el sello de su Faz adorable ha quedado impreso en ti, el perfume del ramillete misterioso2 se ha derramado sobre ti. Y, sin duda, siempre será así: "Aquel cuyo rostro estaba escondido", Aquel que aún sigue escondido en una pequeña hostia blanca y que no se comunica a las almas sino velado, echará sobre la vida entera del apóstol amado de su Faz divina un velo misterioso que sólo Él podrá atravesar...

Sí, el espíritu de la madre Genoveva reside plenamente en ti3, y su palabra profética se ha hecho realidad4. A los treinta años, comenzaste tu vida pública, ¿no fuiste tú quien proporcionó a todos los Carmelos y a tantas otras almas piadosas el consuelo de conocer los detalles emocionantes y poéticos de la vida de nuestra santa...? Pero ya entonces Jesús había posado sobre mi Madre querida su mirada velada, y no [vº] permitió que fuese conocida5, "¡porque su rostro estaba escondido...!"

Si este día es ya tan bello en la tierra, ¿qué no será en el cielo? Me parece estar viendo a nuestra santa mamaíta mirando feliz a su Paulina (la que ella más amaba, su preferida6); ahora la ve convertida también ella en Madre, Madre de muchas vírgenes, entre las cuales se encuentran sus hermanas. ¡Qué gran misterio...!

Ahora vas a poder penetrar en el santuario de las almas, vas a poder derramar sobre ellas los tesoros de gracias de que te ha colmado Jesús. Ciertamente sufrirás... Los vasos serán demasiado pequeños para contener el perfume precioso que querrás verter en ellos; pero el propio Jesús no tiene sino muy pobres instrumentos musicales para interpretar su melodía de amor, y, sin embargo, él sabe servirse de todos los que se le presentan. ¡Tú has de ser como Jesús...!

Hermanita, Madre querida, mi corazón, el corazón de tu hija, es una lira muy pequeñita: cuando estés cansada de hacer vibrar las arpas, podrás venir a tomar tu pequeña lira y, apenas la pulses, ella producirá los sonidos que tú deseas... Al simple contacto de tus dedos consagrados, ella COMPRENDERÁ, y su débil melodía se mezclará con el canto de tu corazón...

¡Madre querida, qué de cosas quisiera decirte...! Pero no, tú ya lo sabes todo... Un día, cuando las sombras hayan pasado, descansaré sobre tu corazón y repetiré este dulce nombre: Madre.

NOTAS Cta 140

1 Ese velo son, en primer lugar, las lágrimas de la nueva priora, debidas a su emotividad; y quizás también a ciertas circunstancias de su elección.

2 Alusión a la oración simbólica a la Santa Faz, compuesta por sor Inés de Jesús en 1890.

3 Teresa evoca aquí la exhortación del canónigo Delatroëtte a la nueva priora, ante toda la comunidad, enseguida después de la elección. Cf Escritos Varios.

4 No hemos podido hallar ningún texto escrito referente a esta "profecía".

5 Teresa hace alusión a la circular sobre la madre Genoveva (+1891), firmada por la priora, madre María de Gonzaga, pero escrita en realidad por la madre Inés de Jesús.

6 La señora de Martin tenía una predilección especial por su hija Paulina, mientras que María era la preferida de su padre.

Cta 141 A Celina

Jesús + El Carmelo, 25 de abril de 1893

Querida Celina:

Voy a decirte un pensamiento que tuve esta mañana; o, mejor, te voy a transmitir los deseos de Jesús sobre tu alma...

Cuando pienso en ti junto al amigo único de nuestras almas, es siempre la sencillez la que se me presenta como la nota característica de tu corazón... ¡Celina...!, sencilla florecita-Celina, no envidies a las flores de los jardines. Jesús no nos ha dicho: "Yo soy la flor de los jardines, la rosa cultivada", sino: "Yo soy la flor de los campos y el lirio de los valles"1.

Pues bien, esta mañana, junto al sagrario, yo pensé que mi Celina, la florecita de Jesús, debía ser -y serlo siempre- una gota de rocío escondida en la corola divina del Lirio de los valles. Una gota de rocío, ¿qué hay de más sencillo y de más puro? No son las nubes las que la han formado, pues el rocío desciende sobre las flores cuando el azul del cielo está estrellado. Ni puede tampoco compararse con la lluvia, a la que supera en belleza y en frescor. El rocío sólo existe por la noche; en cuanto el sol empieza a lanzar sus cálidos rayos, hace destilar las preciosas perlas que brillan en las puntas de las briznas de hierba de la pradera, y el rocío se torna en un ligero vapor. Celina es una gotita de rocío que no ha sido formada [1vº] por las nubes, sino que ha caído de ese hermoso cielo que es su patria. Durante la noche de la vida, su misión es esconderse en el corazón de la Flor de los campos. Ninguna mirada humana debe descubrirla, sólo el cáliz que contiene la pequeña gotita conocerá su frescor.

¡Dichosa gotita de rocío, tan sólo conocida de Jesús...!, no te pares a contemplar el curso sonoro de los ríos que causan la admiración de las criaturas; no envidies ni siquiera al claro arroyo que serpentea por la pradera. Cierto que es muy dulce su murmullo... Pero pueden oírlo las criaturas..., y además el cáliz de la flor de los campos no puede contenerlo. No puede ser sólo de Jesús. Para ser suyos, es preciso ser pequeños, ¡pequeños como gotas de rocío...! ¡Y qué pocas son las almas que aspiran a ser así de pequeñas2...! Pero tal vez digan: ¿acaso no son mucho más útiles el río y el arroyo que la gota de rocío? ¿Para qué sirve ésta? No sirve más que para refrescar durante unos instantes a una flor de los campos que hoy es y mañana ha desaparecido...

Sin duda, estas personas tienen razón: la gota de rocío sólo sirve para eso. Pero esas personas no conocen a la Flor de los campos que ha querido habitar en nuestra tierra de destierro y vivir en ella la breve noche de la vida. [2rº] Si la conociesen, entenderían el reproche que Jesús hizo una vez a Marta... Nuestro amado no tiene necesidad de nuestros grandes pensamientos ni de nuestras obras deslumbrantes; si quisiera pensamientos sublimes, ¿no tiene a sus ángeles, a sus legiones de espíritus celestiales cuyos conocimientos están infinitamente por encima de los más grandes genios de nuestra triste tierra...?

No es, pues, el ingenio ni los talentos lo que Jesús vino a buscar a la tierra. Si se convirtió en la Flor de los campos, sólo fue para mostrarnos cómo le gusta la sencillez. El Lirio del valle no aspira más que a una gotita de rocío... Y justo por eso se ha creado una ¡que se llama Celina...! Durante la noche de la vida, ella deberá vivir oculta a toda mirada humana; pero cuando las sombras comiencen a declinar y la Flor de los campos se convierta en el Sol de la justicia cuando venga a consumar su carrera de gigante, ¿podrá entonces olvidar a su gotita de rocío...? ¡De ninguna manera! Cuando él aparezca en su gloria, su compañera de destierro aparecerá también gloriosa. El Sol divino posará sobre ella uno de sus rayos de amor, y de pronto la humilde gotita de rocío aparecerá ante los ojos maravillados de los ángeles y los santos, y brillará como un diamante precioso que, reflejando al Sol de la justicia, se tornará semejante a él. Pero esto no es todo. El Astro divino, al mirar a su gota de rocío, la atraerá hacia sí, y ella ascenderá como un [2vº] ligero vapor3 e irá a clavarse por toda la eternidad en el seno del foco ardiente del amor increado, y vivirá para siempre unida a él. Así como en la tierra fue la fiel compañera de su destierro y de sus desprecios, así también en el cielo reinará eternamente con él...

¡Y qué asombrados quedarán entonces los que en este mundo tuvieron por inútil a la gotita de rocío...! Sin duda, tendrán una disculpa: no se les había revelado el don de Dios, no habían acercado su corazón al de la Flor de los campos y no habían escuchado estas palabras irresistibles: "Dame de beber". Jesús no llama a todas las almas a ser gotas de rocío. Quiere que haya licores preciosos que las criaturas puedan apreciar y que las alivien en sus necesidades; pero para él se reserva una gota de rocío, ésa es su mayor ilusión...

¡Qué privilegio ser llamada a tan alta misión...! Mas para responder a ella, es absolutamente necesario ser sencillas... Jesús sabe bien que es difícil mantenerse puros en la tierra; por eso quiere que sus gotas de rocío se ignoren a sí mismas. Le gusta contemplarlas, pero sólo él las mira. En cuanto ellas, al no conocer su propio valor, se consideran por debajo de las demás criaturas... Y esto es lo que desea el Lirio de los valles.

La gotita de rocío, Celina, ha comprendido... Este es el fin para el que Jesús la ha creado. Pero no debe olvidarse de su pobre hermanita; tiene que alcanzarle la gracia de hacer realidad lo que Jesús le hace comprender, para que, un día, el mismo rayo de amor evapore a las dos gotitas de rocío [2vºtv] y juntas puedan, después de no haber sido más que una sola cosa en la tierra, estar unidas por toda la eternidad en el seno del Sol divino4.

Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz rel. carm. ind.

NOTAS Cta 141

1 La expresión bíblica "Flor de los campos" aparece ocho veces en esta carta; la de "Lirio de los valles" cuatro veces.

2 "Ser pequeña": es la primera vez que aparece en la pluma de Teresa esta expresión, destinada a ser una de las líneas de fuerza de su espiritualidad; cf Ms C 3rº, supra, n. 33. Hasta 1895 (Cta 178) y sobre todo hasta 1896 (Cta 182) Teresa no inventará su fórmula definitiva: "ser siempre niños, ser siempre niñitos".

3 Cf Ca 7.4.1. La misma idea en san Juan de la Cruz, CE canc. 31.

4 Desde Caen, Celina le da las gracias a su hermana el 28 de abril. He aquí un extracto de su respuesta: "Teresa, mi Teresa querida, ¡si supieras todo lo que pienso y cuántas veces a lo largo del día medito en eso que tú susurras al corazón de tu Celina...

"Ser el rocío, la gota de rocío del Lirio de los campos..." ¡Ay, Teresa, qué bien lo comprendo, y cómo se hunde mi alma en abismos de profundidad...! Si supieras... No, nunca sabré decirte todo lo que pasa dentro de mí a ese respecto. Actualmente no ansío nada más, nada me atrae más que ser la gota de rocío que refresque el cáliz de la Flor de los campos. Cada palabra de tu carta abre todo un mundo a mi corazón...

"Pero voy a callarme, pues prefiero meditar en silencio a hablar acerca de algo sobre lo que no existen palabras. La gotita de rocío es siempre, y en todo, incapaz, excepto para dar de beber a la Flor de los campos... Pero, Teresa, nosotras dos ¿no somos dos gotas de rocío en el cáliz de la Flor de los campos? Y tú sabes que dos gotas de rocío no pueden estar una junto a otra, muy cerquita la una de la otra, sin mezclarse y formar así una sola gota de rocío. Y entonces, el cáliz de la Flor de los campos se satisface con la gota de rocío "Teresa-Celina", ¡con esa única gota que es para él todo un océano!

"Paulina me dice en su carta que "el amor de Celina es más precioso para Jesús de lo que le es amargo el odio de los malvados, y que una sola gota del gemido de su alma le hace olvidar las blasfemias de los pecadores". Sí, es gran verdad que una sola gota de rocío le basta a Jesús, ¡una sola! Y él se siente consolado y apaga su sed... Teresa, mi Teresa querida, no acierto a decirte todo lo que siento. Es demasiado. Y yo me explico muy mal. Pero ¡adivíname!" (A Teresa, LC, 152).

Cta 142 A Celina

Jesús + El Carmelo, 6 de julio de 1893

Querida Celina:

Tus dos cartas han sonado como una dulce melodía en mi corazón... Me siento feliz al ver la predilección de Jesús hacia mi Celina. ¡Cómo la quiere, y con qué ternura la mira...!

Ahora ya estamos las cinco en nuestro camino1. ¡Qué suerte poder decir: "Estoy segura de hacer la voluntad de Dios"! Y su santa voluntad se ha manifestado claramente respecto a mi Celina. Es a ella a quien Jesús ha escogido entre todas para ser la corona y la recompensa del santo patriarca que ha cautivado al cielo por su fidelidad. ¿Cómo te atreves a decir que has sido olvidada o menos amada que las otras? Yo te digo que has sido ESCOGIDA de manera privilegiada, que tu misión es tanto más bella cuanto que, siendo el ángel visible de nuestro padre querido, eres a la vez la esposa de Jesús.

"Es verdad -piensa tal vez mi Celina-, pero en definitiva yo hago por Dios menos que las otras, tengo muchos menos consuelos, y por lo tanto menos méritos". "Mis planes no son vuestros planes", dice el Señor. El mérito no consiste en hacer mucho ni en dar mucho, sino más bien en recibir, en amar mucho... Se ha dicho que hay más felicidad en dar que en recibir, y es verdad; pero cuando Jesús quiere reservarse para sí la felicidad de dar, no sería educado negarse. Dejémosle tomar y dar todo lo que quiera. La perfección consiste en hacer su voluntad2 y al alma que se [1vº] entrega enteramente a él el mismo Jesús la llama "su madre y su hermana" y toda su familia. Y en otra parte: "Si alguien me ama, guardará mi palabra (es decir, cumplirá mi voluntad), y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos en él nuestra morada"

¡Ay, Celina, qué fácil es agradar a Jesús, cautivar su corazón! Lo único que hay que hacer es amarle sin mirarse uno a sí mismo y sin examinar demasiado los propios defectos...

Tu Teresa no se encuentra en este momento en las alturas, pero Jesús le enseña a "sacar provecho de todo, del bien y del mal que halla en sí"3. Le enseña a jugar a la banca del amor, o, mejor, no, él juega por ella sin decirle cómo se las arregla, pues eso es asunto suyo y no de Teresa. Lo que ella tiene que hacer es abandonarse, entregarse sin reservarse nada para sí, ni siquiera la alegría de saber cuánto rinde su banca4. Pero, después de todo, ella no es el hijo pródigo, y por tanto no vale la pena que Jesús le ofrezca un festín, porque "ella está siempre con él".

Nuestro Señor quiere dejar "las ovejas fieles en el desierto". ¡Cuánto me dice esto...! Él está seguro de ellas: no pueden descarriarse, porque están cautivas del amor. Por eso Jesús las priva de su presencia sensible para ofrecer sus consuelos a los pecadores; y si las lleva al Tabor, es por breves instantes: los valles son, por lo regular, el lugar de su descanso. "Allí es donde él sestea a mediodía".

La mañana de nuestra [2rº] vida ya ha pasado, hemos gozado de las brisas perfumadas de la aurora, todo entonces nos sonreía, Jesús nos hacía sentir su dulce presencia. Pero cuando el sol cobró fuerza, el Amado "nos condujo a su jardín y nos hizo recoger la mirra" de la tribulación separándonos de todo y hasta de sí mismo. La colina de la mirra nos fortaleció con sus perfumes amargos, por eso Jesús nos hizo bajar de nuevo y ahora estamos en el valle y él nos conduce suavemente a lo largo de las aguas.

Celina querida, no sé muy bien lo que te digo, pero creo que comprenderás, que adivinarás lo que quisiera decirte. ¡Seamos siempre la gota de rocío de Jesús! Ahí está la dicha, la perfección... Afortunadamente es a ti a quien estoy hablando, pues otras personas no sabrían comprender mi lenguaje, y confieso que a muy pocas almas les suena a verdadero. En efecto, los directores hacen progresar en la perfección a base de un gran número de actos de virtud, y tienen razón; pero mi director, que es Jesús5, no me enseña a llevar la cuenta de mis actos, él me enseña a hacerlo todo por amor, a no negarle nada, a estar contenta cuando él me ofrece una ocasión de demostrarle que le amo; pero esto se hace en la paz, en el abandono6, es Jesús [2vº] quien lo hace todo y yo no hago nada.

Me siento muy unida a mi Celina. Creo que no es frecuente que Dios haya hecho dos almas que se comprendan tan bien, sin que haya nunca entre ellas una nota discordante. La mano de Jesús, al tocar una de las liras, hace vibrar al mismo tiempo la otra... ¡Vivamos escondidas en nuestra Flor divina de los campos hasta que declinen las sombras; dejemos que las gotas de licor sean apreciadas por las criaturas! Puesto que nosotras le gustamos a nuestro Lirio, sigamos siendo gustosas ¡su gota exclusiva de rocío...! Y a cambio de esta gota, que habrá sido su consuelo durante el destierro, ¿qué no nos dará él en la patria...? El mismo nos lo dice: "Quien tenga sed, que venga a mí y beba" Así pues, Jesús es y será siempre nuestro océano... Como el ciervo sediento, nosotras suspiramos por ese agua que se nos promete; pero nuestro mayor consuelo es ser también nosotras el océano de Jesús, el océano del Lirio de los valles.

Sólo tu corazón podrá leer esta carta, pues a mí misma me cuesta descifrarla. Se me acabó la tinta, he tenido que echar saliva en el tintero para arreglármelas, ¿no es para reírse...?

Abrazos a toda la familia, pero sobre todo a mi Rey querido, que recibirá un beso de su Celina de parte de su reina,

Sor Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 142

1 Leonia ha entrado de nuevo en la Visitación de Caen el 24 de junio.

2 Cf Ms A 2vº.

3 SAN JUAN DE LA CRUZ, Glosa a lo divino; cf Ms A 83rº y PN 30.

4 Cf CSG, p. 71.

5 Cf Ms A 71rº y80 vº.

6 Es la primera vez que esta palabra aparece en los escritos.

Cta 143 A Celina

Jesús + El Carmelo, 23 de julio de 1893

Mi querida Celinita:

No contaba con responder yo esta vez a tu carta1, pero nuestra Madre quiere que añada unas palabras a la suya.

¡Cuántas cosas tendría que decirte! Pero como no tengo más que unos momentos, quiero, ante todo, asegurar a la gotita de rocío que su Teresa la comprende... Después de leer tu carta, me fui a la oración. Tomando el evangelio, pedí a Jesús encontrar un pasaje para ti, y mira el que me salió: "Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando veis que comienzan a echar brotes, os dais cuenta de que está próximo el verano. Pues cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios"

Cerré el libro. Ya había leído bastante. En efecto, "estas cosas" que suceden en el alma de mi Celina demuestran que el reino de Jesús se ha establecido ya en su alma... Ahora quiero decirte lo que sucede en la mía, que sin duda es lo mismo que sucede en la tuya.

Es cierto lo que dices, Celina: las frescas mañanas2 han pasado ya para nosotras, ya no quedan flores que cortar, Jesús las ha cogido para sí. Tal vez algún día haga brotar otras nuevas; pero mientras tanto, ¿qué debemos hacer? Celina, Dios no me pide ya nada... Al principio me pedía una infinidad de cosas. Durante algún tiempo pensé que ahora, como Jesús no me pedía nada, tendría que caminar dulcemente en la paz y en el amor, haciendo solamente lo que él me pedía3... Pero tuve una inspiración.

Dice santa Teresa que [vº] es necesario alimentar el amor4. Cuando estamos en tinieblas, en sequedades, la leña no se encuentra a nuestro alcance; pero ¿no tendremos que echar en él al menos unas pajitas? Jesús es lo bastante poderoso para alimentar él solo el fuego; sin embargo, le gusta vernos echar en él algo que lo alimente. Es éste un detalle que le agrada, y entonces arroja él al fuego mucha leña. A él nosotras no le vemos, pero sentimos la fuerza del calor del amor.

Yo lo he visto por experiencia: cuando no siento nada, cuando soy INCAPAZ de orar y de practicar la virtud, entonces es el momento de buscar pequeñas ocasiones, naderías que agradan a Jesús más que el dominio del mundo e incluso que el martirio soportado con generosidad. Por ejemplo, una sonrisa, una palabra amable cuando tendría ganas de callarme o de mostrar un semblante enojado, etc., etc.

¿Comprendes, Celina querida? No es para labrar mi corona5, para ganar méritos, es por agradar a Jesús... Cuando no tengo ocasiones, quiero al menos decirle muchas veces que le amo. Esto no resulta difícil, y alimenta el fuego; aun cuando me pareciese que está apagado ese fuego del amor, me gustaría echar en él alguna cosa, y Jesús podría entonces reavivarlo.

Celina, temo no haber dicho lo que debiera. Tal vez pienses que yo hago siempre esto que digo. Pues no, no siempre soy fiel. Pero no me desanimo nunca6, me abandono en los brazos de Jesús. La gotita de rocío se hunde más adentro en el cáliz de la Flor de los campos y allí encuentra todo lo que ha perdido, y mucho más.

Tu hermanita

Sor Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz.

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 143

1 La del 12 de julio (LC 154). En su respuesta a la Cta 142, Celina decía entre otras cosas: "Tu hermosa carta me ha gustado mucho y es todo un alimento para mi alma. (...) En mi interior, todo es la nada, todo es noche oscura. ¿Dónde queda el tiempo en que yo -tan transportada, tan fuerte, tan animosa- leía a san Juan de la Cruz y, con el alma dilatada de alegría, volaba tan alto? Ha pasado ya el tiempo en que cantaba: "De flores y esmeraldas, / en las frescas mañanas escogidas, / haremos las guirnaldas...".

"Teresa querida, ¡tu me comprendes tan bien, y tu alma es un eco tan fiel de la mía...! Sí, la mañana de nuestra vida ha pasado, y ahora ha llegado el mediodía, tan pesado y agobiante...

"Sin embargo, me viene a la mente un pensamiento: y es que san Juan de la Cruz no dice que el alma trence las guirnaldas en las frescas mañanas, sino con flores escogidas en las frescas mañanas. Es, por tanto, ahora, en el mediodía, cuando el alma trenza las flores que antes escogió en las frescas mañanas...

"Ahora ya no tiene para ofrecer a su Amado más que el ramillete ya escogido; ahora ya no puede hacer otra cosa que anudarlo en uno solo de sus cabellos"...

"Teresa querida, ¿así que tú crees que basta con un solo cabello de nuestro amor...? ¿Crees que Dios no me pide que escoja nuevas flores y nuevas esmeraldas, que practique muchas virtudes, que produzca "emisiones de bálsamo divino", sino únicamente que trence con amor las flores de las frescas mañanas...? ¿Así que tú crees que ahora sólo basta el amor? ¡Cuánto bien me hace este pensamiento! ¡Me ha venido de pronto al escribirte, pues yo interpretaba de otra manera esas palabras!. (LC 154, 12/7/1893).

2 SAN JUAN DE LA CRUZ, CE, can. 30.

3 En el autógrafo: "lo que me pedía en otro tiempo". El añadido es de sor Genoveva y quedó registrado en los Procesos (CE II) y en la edición de 1948.

4 SANTA TERESA DE JESÚS, V 30,20.

5 Cf Cta 43 y 94; PN 13, 17; el Acto de Ofrenda (Or 6); Cta 182; carta de María de la Eucaristía a la señora de Guérin del 10/7/1897.

6 El rechazo del desaliento es una actitud muy teresiana, ya desde su niñez; cf el propósito de su primera comunión: "Nunca me desanimaré" (VT nº 74, p. 134) y supra, Ms C n. 50.

Cta 144 A Celina

Jesús + El Carmelo, 23 de julio de 1893

Querida Celinita:

No me sorprende que no entiendas nada de lo que ocurre en tu alma. Un niño PEQUEÑO completamente solo en el mar, en una barca perdida en medio de las olas borrascosas ¿podrá saber si está cerca o lejos del puerto? Mientras sus ojos divisan todavía la orilla de donde zarpó, sabe cuánto camino lleva recorrido y, al ver alejarse la tierra, no puede contener su alegría infantil. ¡Pronto -se dice a sí mismo- llegaré al final del viaje! Pero cuanto más se aleja de la playa, más vasto parece también el océano. Entonces la CIENCIA del niñito se ve reducida a nada, y ya no sabe hacia dónde va su navecilla. Como no sabe manejar el timón, lo único que puede hacer es abandonarse, dejar flotar la vela a merced del viento...

Celina mía, la niñita de Jesús se encuentra completamente sola en una barquichuela, la tierra ha desaparecido a sus ojos y no sabe a dónde va, ni si avanza o retrocede... Teresita sí lo sabe: está segura de que su Celina está en alta mar, de que la navecilla que la lleva boga a velas desplegadas hacia el puerto, de que el timón, que Celina ni siquiera puede ver, no está sin piloto. Jesús está allí, dormido, como antaño en la barca de los pescadores de Galilea. Él duerme... y Celina no lo ve porque la noche ha caído sobre la navecilla... Celina no oye la voz de Jesús. El viento sopla y ella lo oye soplar, ve las tinieblas... y Jesús sigue durmiendo. Sin embargo, [1vº] si se despertara solamente un instante, sólo tendría que "ordenar al viento y al mar, y vendría una gran calma", y la noche sería más clara que el día. Celina vería la mirada divina de Jesús, y su alma quedaría consolada... Pero entonces Jesús ya no dormiría, ¡y está tan CANSADO...! Sus pies divinos están cansados de buscar a los pecadores, y en la navecilla de Celina Jesús descansa tan a gusto...

Los Apóstoles le habían dado una almohada, el Evangelio nos cuenta este detalle. Pero en la barquilla de su esposa querida Nuestro Señor encuentra otra almohada mucho más suave: el corazón de Celina. Allí lo olvida todo, allí está como en su casa... No es una piedra lo que sostiene su cabeza divina (aquella piedra por la que suspiraba durante su vida mortal): es un corazón de hija, un corazón de esposa. ¡Y qué contento está Jesús! ¿Pero cómo puede estar contento cuando su esposa sufre, cuando vela mientras él duerme dulcemente? ¿No se da cuenta de que Celina no ve más que la noche, de que su rostro divino está escondido para ella, y de que a veces hasta la carga que siente sobre su corazón le parece pesada...?

¡Qué gran misterio! Jesús, el niñito de Belén, a quien María llevaba como una "carga ligera", se vuelve pesado, tan pesado que san Cristóbal se queda sorprendido... También la esposa de los Cantares dice que su "Amado es un ramillete de mirra que descansa sobre sus senos". La mirra es el sufrimiento, y así es como Jesús reposa sobre el corazón de Celina... Y sin embargo, Jesús está contento de verla entre sufrimientos, se siente feliz de recibirlo todo de ella durante la noche... Espera la aurora, y entonces... sí, entonces ¡¡¡qué despertar el de Jesús...!!!

Celina querida, ten la seguridad de que tu barca está en alta mar, tal vez muy cerca ya del puerto. El viento del dolor que la empuja es un viento de amor, y ese viento es más rápido que el relámpago...

[rºtv] ¡Cómo me emocionó saber que Jesús te había inspirado la idea de los pequeños sacrificios! Yo se lo había pedido, no contando con escribirte tan pronto. Hasta ahora, nunca Nuestro Señor se me ha negado a inspirarte lo que le he pedido que te diga1. Siempre nos concede las mismas gracias a las dos. Hasta me veo obligada a llevar un rosario de prácticas2. Lo hago por caridad hacia una de mis compañeras3. Ya te lo contaré detalladamente, es muy divertido... Estoy presa entre unos hilos que no me gustan, pero que me son muy útiles en la situación en que se encuentra mi alma4.

NOTAS Cta 144

1 Cf Cta 137, párr. 4; Cta 149, párr. 2; CA 13.7.9.

2 Rosario de cuentas móviles para contar los actos de virtud o los sacrificios. De niña, Teresa se había servido de este sencillo medio ascético: cf Cta 11.

3 Sor Marta de Jesús, Cf Or 3.

4 Celina responde a esta carta el 27 de julio. Tu carta, escribe, "me ha hecho tanto bien, que he dado gracias por ella a Nuestro Señor. No lo entiendo, pero siempre me dices justamente lo que necesito que me digan...

"La imagen del niño en alta mar me ha dado mucho que pensar, y también esto otro: "Jesús se siente feliz de recibirlo todo durante la noche... Espera la aurora, y entonces..., sí, entonces ¡¡¡qué despertar el de Jesús...!!!". Esto, Teresa, me transporta.

"Me ha emocionado, me ha emocionado mucho nuestra coincidencia en los pequeños sacrificios. Sí, Jesús me los pide y yo no los rechazo. Me siento inclinada a, "ya que Jesús no me da", dar yo sin medida y aprovechar las ocasiones" (LC 155, 27/7/1893).

Cta 145 A Celina

2 de agosto de 1893

Cta 145 A Celina

Jesús + El Carmelo, 2 de agosto de 1893

Querida Celinita:

Tu carta me ha llenado de alegría. El camino que sigues es un camino real. No es un camino trillado, sino un sendero que ha sido trazado por el mismo Jesús. La esposa de los Cantares dice que, al no encontrar a su Amado en el lecho, se levantó para buscarle por la ciudad, pero en vano; y que en cuanto salió de la ciudad, encontró al que amaba su alma...

Jesús no quiere que encontremos en el reposo su presencia adorable; él se esconde, se rodea de tinieblas. No se comportaba así con la muchedumbre de los judíos, pues vemos en el Evangelio que "el pueblo estaba PENDIENTE de sus labios". Jesús cautivaba a las almas débiles con sus divinas palabras y trataba de hacerlas fuertes para el día de la prueba... ¡Pero qué pequeño fue el número de los amigos de Nuestro Señor cuando SE CALLABA delante de sus jueces...! ¡Y qué melodía es para mi corazón ese silencio de Jesús...! El se hace pobre para que nosotras podamos darle limosna, nos tiende la mano como un mendigo, para que cuando aparezca en su gloria el día del juicio, pueda hacernos oír aquellas dulces palabras: "Venid vosotros, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve enfermo y en la cárcel y me socorristeis".

El mismo Jesús que pronunció estas palabras es quien busca nuestro amor, quien lo mendiga... Se pone, por así decirlo, a nuestra merced. No quiere tomar nada sin que se lo demos, y hasta la cosa más insignificante es preciosa a sus ojos divinos...

[vº] Celina querida, alegrémonos de la porción que nos ha tocado, ¡es tan hermosa! ¡Demos, demos a Jesús, seamos avaras con los otros, pero pródigas con él!

Jesús es un tesoro escondido, un bien inestimable que pocas almas saben encontrar porque está escondido y el mundo ama lo que brilla. ¡Ah!, si Jesús hubiera querido mostrarse a todas las almas con sus dones inefables, ciertamente ni una sola lo hubiera desdeñado. Pero él no quiere que le amemos por sus dones: él mismo quiere ser nuestra recompensa1. Para encontrar una cosa escondida, hay que esconderse también uno mismo2. Nuestra vida ha de ser, pues, un misterio. Tenemos que parecernos a Jesús, al Jesús cuyo rostro estaba escondido... "¿Queréis aprender algo que os sea útil? -dice la Imitación-. Gustad de ser ignorados y tenidos en nada"3. Y en otra parte: "Después de haberlo dejado todo, es necesario dejarse, sobre todo, a sí mismo"4. "Que éste se gloríe de una cosa, aquél de otra. En cuanto a vosotros, no pongáis vuestro gozo sino en el desprecio de vosotros mismos"5.

¡Qué paz dan al alma estas palabras, Celina! Tú las conoces, ¿pero no sabes ya todo lo que quisiera decirte...? Jesús te ama con un amor tan grande, que, si lo vieras, caerías en un éxtasis de felicidad que te causaría la muerte. Pero no lo ves y sufres...

¡Pronto Jesús "se levantará para salvar a todos los mansos y humildes de la tierra"...!

NOTAS Cta 145

1 Cf Cta 182, n. 15.

2 SAN JUAN DE LA CRUZ, CE 1,9.

3 Im I,2,3,.

4 Im II,11,4.

5 Im III,49,7; cf Cta 176 y Ms A 71rº.