QUINTO PERÍODO

EN EL NOVICIADO. LOS AÑOS OSCUROS

(septiembre de 1890-febrero de 1893)

Cta 121 A María Josefa de la Cruz1

J.M.J.T.

Jesús + Monasterio del Carmelo,

28 de septiembre de 1890

Querida Hermana:

Su carta me ha llegado muy a lo hondo, y le agradezco las oraciones que ha hecho por mí. Yo tampoco la he olvidado a usted y he encomendado a Dios todas sus intenciones.

Por fin ya soy toda de Jesús. A pesar de mi indignidad, él ha querido tomarme por esposa. Ahora tengo yo que darle pruebas de mi amor, y cuento con usted, querida Hermana, para ayudarme a dar gracias a Nuestro Señor.

Las dos hemos recibido grandes [vº] gracias, y espero que pronto un mismo lazo nos una a Jesús para siempre.

He tenido la dicha de recibir la bendición del Santo Padre para el día de mi profesión. El religioso que me la consiguió me escribía cuán numerosos son los enemigos de la Iglesia. En Roma, la lucha contra nuestro Santo Padre el Papa no cesa un instante. ¡Es desolador...!

¡Qué bueno es ser religiosas para orar y aplacar la justicia de Dios! Sí, la misión que se nos ha confiado es muy hermosa, y la eternidad no será lo suficientemente larga para agradecer a Nuestro Señor la porción que nos ha asignado.

Querida Hermana, encomiendo a sus oraciones a mi querido padre, tan probado por la cruz y tan admirable en su resignación. Me atrevo también a encomendarme a las oraciones de su santa comunidad.

Reciba, querida Hermana, el religioso afecto de quien se siente extremadamente feliz de llamarse

Su menor hermana,

Teresa del Niño Jesús

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 121

1 Marcelina Husé, sirvienta de los Guérin, que había entrado en las benedictinas de Bayeux en julio de 1889.

Cta 122 A Celina

Jesús + 14 de octubre de 1890

Querida Celina:

No quiero dejar que salga la carta de María sin añadir yo unas letras para ti. Nuestra querida Madre me da permiso para hacer la oración contigo... Celina, ¿no es eso lo que hacemos siempre juntas...?

Celina querida, lo que tengo que decirte es siempre lo mismo: ¡oremos por los sacerdotes1! Cada nuevo día nos muestra cuán raros son los amigos de Jesús... Me parece que lo que más debe de dolerle es precisamente eso: la ingratitud. [1vº] Sobre todo el ver que las almas que se han consagrado a él dan a otros el corazón que le pertenece a él de una manera tan absoluta...

Celina, hagamos de nuestro corazón un pequeño jardín de delicias donde Jesús pueda venir a descansar... No plantemos más que lirios en nuestro jardín. Sí, lirios. Y no admitamos en él otras flores, pues éstas pueden ser cultivadas por otros, mientras que los lirios sólo las vírgenes pueden ofrecérselos a Jesús...

"La virginidad es un silencio profundo de todas las preocupaciones de la tierra". No sólo de las preocupaciones inútiles, sino de todas las preocupaciones. Para ser virgen, no hay que pensar más que en el Esposo, que no admite a su lado nada que no sea virgen, "pues quiso nacer de una madre virgen, tener un precursor virgen, un tutor virgen, un amigo predilecto virgen, [2rº] y finalmente un sepulcro virgen". Él quiere también una esposa virgen, ¡su CELINA...!

Alguien ha dicho también que "cada uno ama lógicamente a su tierra natal; y como la tierra natal de Jesús es la Virgen de las vírgenes, y él nació por su voluntad de un Lirio, le gusta encontrarse entre corazones vírgenes".

¿Y tu viaje2? Parece que lo olvido..., pero no, mi corazón te está siguiendo hasta allá y comprendo todo lo que sientes... ¡lo comprendo todo...! Todo pasa: el viaje a Roma, con sus desgarrones, ha pasado..., nuestra vida de antes ha pasado... También la muerte pasará, y entonces gozaremos de la vida, no por siglos, sino que millones de años serán [2vº] para nosotras como un día, y otros millones de años les sucederán llenos de descanso y de felicidad3... ¡Celina...!

Rézale mucho al Sagrado Corazón. Tú bien sabes que yo no veo al Sagrado Corazón como todo el mundo4. Yo pienso que el corazón de mi Esposo es sólo para mí, como el mío es sólo para él, y por eso le hablo en la soledad de este delicioso corazón a corazón, a la espera de llegar a contemplarlo un día cara a cara...

No te olvides allí de tu Teresa. Simplemente susurra su nombre, y Jesús comprenderá. ¡Hay tantas gracias vinculadas a ese santuario, sobre todo para los corazones que sufren...!

Me gustaría escribir a Leonia, pero me es imposible, ni siquiera tengo tiempo para repasar esta carta. Dile que me acuerdo mucho de ella, etc. etc. Estoy segura [2vºtv] de que el Corazón de Jesús va a concederle muchas gracias, etc. etc. Dile todo eso, ¿me entiendes...?

Tu Teresa del Niño Jesús

de la Santa Faz,

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 122

1 Cf Cta 94, n. 4.

2 Peregrinación a Paray-le-Monial, acompañada de Leonia, con ocasión del segundo centenario de la muerte de la beata Margarita María, el 17 de octubre de 1890.

3 Cf Arminjon, op. cit., p. 316.

4 Cf PN 23, introducción.

Cta 123 A la señora de Guérin

15 de octubre de 1890

Jesús +

Querida tía:

Me ha emocionado enormemente todo lo que me ha enviado para mi santo. No sé cómo agradecérselo ni por dónde empezar.

En primer lugar, querida tiíta, me mandó a su encantadora María, que me ha felicitado mi santo en nombre de todos los que amo.

[1vº] Los dos preciosos tiestos que me regalaron mis hermanitas queridas, Juana y María, me han gustado mucho. Los he colocado al lado del Niño Jesús, y a todas las horas del día imploran para mis dos hermanitas tantas gracias y bendiciones como florecillas tiene cada planta...

Y finalmente, querida tiíta, sus deliciosos pasteles han venido a coronar la fiesta y a llenar el corazón de su Teresa de gratitud hacia usted que me da todos estos mimos.

Y me hace sentirme mucho más emocionada, querida tiíta, el saber lo mucho que usted está sufriendo y que, a pesar de [2rº] ello, todavía se acuerda de su Teresita. Pero si usted se acuerda de ella, también ella se acuerda mucho de usted y no cesa de pedirle a Dios que le devuelva el céntuplo de todo lo que hace por nosotros. También rezo mucho por mi querida Juanita: que Dios la haga tan feliz como se puede serlo en la tierra. Le pido también que la consuele del gran vacío que ha debido de dejarle la partida de mi hermana querida1. [2vº] Tampoco me olvido de mi querido tío, y le pido que le dé un abrazo muy fuerte de mi parte.

La dejo, querida tiíta; o, mejor, dejo la pluma, que tan mal sabe cumplir la misión que mi corazón le confía. Este no se aleja de usted ni un solo instante.

Su hijita

Sor Teresa del Niño Jesús

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 123

1 Tras su casamiento con el Dr La Néele, el 1 de octubre, Juana Guérin vive en Caen, a unos cincuenta kilómetros de Lisieux.

Cta 124 A Celina

20 de octubre de 1890

Jesús +

Querida Celina:

Tu Teresa quiere felicitarte tu santo... Hace ya mucho tiempo que está pensando en él, así que este año no va a ser la última en hacerlo.

Celina, quizás ésta sea la última vez que se festeje tu santo en la tierra1... ¡Quizás...! ¡Qué esperanza tan dulce...! Tal vez el año que viene la humilde [1vº] flor Celina, desconocida en la tierra, esté ya colocada sobre el corazón del Cordero divino; y entonces los ojos extasiados de los ángeles contemplarán, en vez de una pobre florecilla sin belleza, un lirio de una blancura deslumbrante...

Celina, ¡qué misteriosa es la vida!, no sabemos nada... no vemos nada... Y sin embargo, Jesús ha revelado ya a nuestras almas lo que el ojo del hombre no vio... Sí, nuestro corazón intuye lo que el corazón no puede comprender, pues a veces carecemos de pensamientos para expresar un no sé qué que sentimos dentro de nuestra alma...

[2rº] Celina, te mando dos Celinas2 para tu santo. Tú sabrás comprender su lenguaje... Un mismo tallo las sostiene, un mismo sol las ha hecho crecer juntas, el mismo rayo hizo que se abrieran, y sin duda alguna ¡un mismo día las verá morir...!

Los ojos de las criaturas no se dignan fijarse en una humilde flor Celina, y sin embargo su blanca corola está llena de misterio: en su corazón lleva encerrado un gran número de otras flores, los hijos de su alma (las almas), y además su cáliz blanco es rojo por dentro, ¡cual si estuviese empurpurado por su propia sangre...!

[2vº] Celina, el sol y la lluvia pueden caer sobre esa florecilla ignorada, sin ajarla. Nadie se preocupa por cogerla... Pero ¿acaso no es virgen también ella...? Sí, porque sólo Jesús la ha mirado, porque él la ha creado sólo para él... ¡Por eso es más feliz que la rosa brillante, que no es sólo para Jesús...!

Celina, te estoy felicitando tu santo de una manera poco común, se puede decir. Pero sé que comprenderás las palabras incoherentes de tu Teresa...

Celina, me parece que Dios no tiene necesidad de muchos años para realizar su obra de amor en un alma. Un rayo de su corazón puede, en un instante3, hacer que su flor se abra para la eternidad...

Tu Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 124

1 Celina tiene problemas cardíacos. Cf Cta 104.

2 Dos flores de áster común (cf Cta 98) sostenidas por un mismo tallo. Aun se conservan prendidas encima de la palabra "Jesús" en el encabezamiento del autógrafo.

3 Cf Cta 114; Or 6; Cta 224.

Cta 125 A la señora de Guérin

Jesús + El Carmelo, 17 de noviembre de 1890

Querida tía:

¡Con cuánta ilusión vengo a felicitarle su santo! Hace ya mucho tiempo que pienso en este hermoso día, y me alegro de poder acercarme a mi tiíta querida para decirle cuánto la quiere la última y la más pequeña de sus hijas. Ella quiere ser en todo la última y la más pequeña, pero en el afecto y en la ternura nunca se [1vº] dejará ganar por sus hermanas mayores... Además, ¿no tiene derecho el benjamín a amar más que los otros...?

¡Cuántos recuerdos me trae esa fecha del 19! Mucho tiempo antes de que llegara, ya me llenaba yo de alegría: primero, porque ese día era la fiesta de mi tía querida; y luego también por las ricas golosinas de que ese día me llenaban. Ahora aquellos años ya han pasado, los pajarillos han crecido, después abrieron sus alas y volaron de aquel nido tan dulce de su niñez. Pero, querida tiíta, al crecer, el corazón de su hijita ha crecido también en cariño hacia usted, y ahora sobre todo es [2rº] cuando comprende todo lo que le debe... Para pagar mi deuda, no tengo más que un medio: al ser muy pobre y al tener por esposo a un Rey poderoso y sumamente rico, le encargo a él que derrame profusamente los tesoros de su amor sobre mi tía querida y le devuelva así todas las delicadezas maternales de que supo rodear ni niñez.

Querida tía, no le digo adiós, pues cuento con pasar todo el día a su lado y espero que usted sepa adivinar el corazón de su hijita,

Teresa del Niño Jesús

rel. carm. ind.

Cta 126 A Celina

Jesús + 3 de abril de 1891

Querida Celinita:

Esta tarde hemos visto a Margarita M.1. No tengo tiempo para hablarte detalladamente de esta visita, pero no puedo decirte el bien que ha hecho a mi alma... ¡Felices nosotras que hemos sido escogidas por el esposo de las vírgenes...! Marg. nos ha confiado secretos íntimos que no cuenta a nadie. Tenemos que rezar [1vº] mucho por ella, pues se halla muy expuesta... Dice que ningún libro la ayuda. He pensado que los "Misterios de la vida futura"1 podrían tal vez ayudarla y afianzar su fe que está en mucho peligro... Nos dijo que puede leer libros sin que lo sepa su marido.

Sería bueno que le dieses ese libro, diciéndole que hemos pensado que podría interesarle; pero que lo comience por el capítulo tercero, donde hay una estampita, pues los tres primeros no creo que tengan interés para ella. Creo que sería mejor [2rº] que hicieses como si no conocieras este libro y que simplemente cumples nuestro encargo, pues se molestaría si supiese que hemos dicho una sola palabra de sus confidencias. Preferiríamos que ni la señora Maudelonde ni nuestra tía supiesen que prestamos este libro a Marg. En fin, hazlo lo mejor que puedas, y dile que lo tenga todo el tiempo que quiera... Si no puedes dárselo sin ser vista, tal vez sería mejor no hacer nada. En fin, procura al menos hablarle de él. Yo, por mi parte, tengo unos deseos [enormes] [2vº] de que lea algún libro en el que pueda encontrar respuesta a muchas de sus dudas... Creo que ésta podría ser una obra muy agradable a Dios. Él me ha dado a mí la idea, pero ya sabes que Teresa nada puede sin Celina, se necesitan las dos para hacer un trabajo completo. Por eso, ¡ahora le toca a Celina acabar lo que Teresa ha comenzado...! Celina, ¡si supieras cuánto te quiero, y cuán puro es el amor que te tengo...!

Celina querida, tu Teresita está siempre contigo, porque tú estás en su corazón y eres la mitad de su corazón...

Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 126

1 Margarita María Maudelonde, sobrina de la señora de Guérin, casada con René Tostain, un magistrado ateo, cf CA 2.9.7.

2 La obra de Arminjon.

Cta 127 A Celina

Jesús + El Carmelo, 26 de abril de 1891

Querida Celina:

Por cuarta vez tu Teresa te felicita el cumpleaños desde la soledad del Carmelo... ¡Y qué poco se parecen estas felicitaciones a las del mundo...! Lo que Teresa le desea a su Celina no es la salud, la felicidad, la fortuna, la gloria, etc. ¡No, no es nada de eso...!

Nuestro pensamiento no está puesto en la tierra del destierro, nuestro corazón está donde está nuestro tesoro, y nuestro tesoro está allá arriba, en la patria, donde Jesús nos prepara un sitio junto a él. Y digo un sitio, y no unos sitios, porque no me cabe la menor duda de que, a quienes en la tierra no han sido más que un alma, les está reservado un mismo trono en el cielo... Juntas crecimos, juntas nos instruyó Jesús en sus secretos, en esos secretos sublimes que oculta a los poderosos y revela a los humildes, juntas también sufrimos en Roma; nuestros corazones estaban entonces estrechamente unidos, y la vida hubiera sido en la tierra el ideal de la felicidad si Jesús no hubiera venido de nuevo a estrechar más aún nuestros lazos. Sí, al separarnos, él nos unió de una manera que hasta entonces mi alma no conocía, pues desde aquel momento no puedo desear nada para mí sola sino todo para las dos...

¡Ay, Celina...!, hace tres años nuestras almas no habían sido rotas todavía, aún era posible para nosotras la felicidad en la tierra. Pero Jesús nos dirigió una mirada [vº] de amor, una mirada velada por las lágrimas, y esa mirada se convirtió para nosotras en un océano de sufrimiento, pero también en un océano de gracias y de amor. Nos arrebató a aquel a quien amábamos con tanta ternura, de una manera aún más dolorosa que cuando nos llevó a nuestra madre querida en la primavera de nuestra vida. ¿Pero no fue para que pudiéramos decir con verdad: "Padre nuestro, que estás en el cielo"? ¡Qué consoladoras son estas palabras! ¡Y qué horizontes infinitos abren ante nuestros ojos...!

Celina, la tierra extranjera no tiene para nosotras más que plantas silvestres y espinas, ¿pero no es eso mismo lo que ofreció a nuestro divino Esposo? Por eso, ¡qué hermosa es también para nosotras la parte que nos ha tocado! ¿Y quién podrá decirnos lo nos reserva la eternidad...?

Celina querida, tú que me hacías tantas preguntas cuando éramos pequeñas, me pregunto cómo es posible que nunca me hayas hecho ésta: "¿Y por qué Dios no me ha creado ángel?" Celina, voy a decirte lo que pienso: si Jesús no te ha creado ángel del cielo, es que quiere que seas un ángel en la tierra. ¡Sí, Jesús quiere tener su corte celestial aquí en la tierra, como la tiene allá en el cielo! Quiere tener ángeles-mártires, quiere tener ángeles-apóstoles, y con esa misma intención ha creado también una florecita que se llama Celina. Quiere que su florecita le salve almas, y para eso no quiere más que una cosa: que su flor le mire mientras sufre su martirio... Y ese misterioso intercambio de miradas entre Jesús y su florecita hará maravillas y dará a Jesús una multitud de otras flores (sobre todo un cierto Lirio marchito y ajado1, que habrá que cambiar en rosa de amor y de arrepentimiento...)

[rºtv] Celina querida, no te enfades porque te haya dicho que allá arriba en el cielo ocuparemos un mismo sitio las dos, pues, ¿sabes una cosa?, pienso que una pobre margarita puede brotar en la misma tierra que un lirio resplandeciente de blancura, y que una perlecita puede ser engastada al lado de un diamante y pedirle prestado su brillo...

¡Celina, amemos a Jesús hasta el infinito, y de nuestros dos corazones hagamos uno solo para que sea más grande en amor...!

Celina, contigo no terminaría nunca. ¡Ojalá comprendas todo lo que quisiera decirte para tus 22 años...!

Tu hermanita, que no es más que una sola cosa contigo...

(¿Sabes que, entre las dos, tenemos ahora 40 años? No es extraño que tengamos ya experiencia de tantas cosas, ¿no te parece?)

Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz

nov. carm. ind.2

NOTAS Cta 127

1 El P. Jacinto Loyson. Cf Cta 129.

2 Teresa firma, por distracción, "novicia" en vez de religiosa.

Cta 128 A sor María del Sdo. Corazón1

5 de julio de 1891

Recuerdo ofrecido a mi hermana querida en la fiesta

de la Preciosísima Sangre, para su salida del noviciado.

Sor Teresa del Niño Jesús

de la Santa Faz

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 128

1 Dedicatoria al dorso de una estampa. María deja a Teresa, con la que acaba de pasar más de tres años en el noviciado.

Cta 129 A Celina

Jesús + El Carmelo, 23 de julio de 1891

Querida Celina:

Tus letras dijeron muchas cosas a mi alma; fueron para mí como un eco fiel que repitiera todos mis pensamientos...

Nuestra querida Madre está todavía sufriendo mucho. Es muy triste ver sufrir así a los que se ama. Sin embargo, no te preocupes demasiado, que aunque Jesús tenga muchas ganas de gozar en el cielo de la presencia de nuestra Madre querida, no podrá negarse a dejarnos aún en la tierra a aquella cuya mano maternal sabe guiarnos tan bien y consolarnos en el destierro de la vida...

¡Y qué triste destierro es el destierro de este mundo, sobre todo en esas horas en que todo parece faltarnos...! Pero entonces precisamente es cuando ese destierro es precioso, entonces es cuando brillan los días de la salvación. Sí, Celina querida, sólo el sufrimiento puede engendrar almas para Jesús... ¿Qué tiene de extraño que nademos en sufrimientos, nosotras, cuyo único deseo es salvar un alma que parece perdida para siempre1...?

Los detalles me interesaron mucho, aunque hicieron latir muy fuertemente mi corazón... Pero voy a darte yo también algunos otros que no son más consoladores. El desdichado pródigo ha ido a Coutances, donde [vº] ha repetido las conferencias de Caen. Parece que tiene idea de recorrer así toda Francia... Celina... Además dicen también que es fácil observar que los remordimientos lo roen por dentro: recorre las iglesias con un gran crucifijo y parece hacer grandes gestos de adoración... Su mujer le sigue a todas partes.

Celina querida, él es muy culpable, más culpable tal vez de lo que lo ha sido nunca un pecador que se haya convertido; ¿pero no puede hacer Jesús lo que todavía no ha hecho nunca? Y si no desease hacerlo, ¿habría puesto en el corazón de sus pobres esposas un deseo que no pudiese convertir en realidad...? No, una cosa es cierta: que él desea todavía más que nosotras volver al redil a esta pobre oveja descarriada. Llegará un día en que Jesús le abrirá los ojos, y entonces ¡quién sabe si no recorrerá toda Francia con un fin completamente distinto del que hoy se propone! No nos cansemos de orar. La confianza hace milagros, y Jesús dijo a la beata Margarita María: "Un alma justa tiene tanto poder sobre mi corazón, que puede alcanzar de él el perdón para miles de criminales"2. Nadie sabe si es justo o pecador. Pero, Celina, a nosotras Jesús nos concede la gracia de sentir en lo hondo del corazón que preferiríamos morir antes que ofenderle. Y además, no son nuestros méritos, sino los de nuestro esposo, que son nuestros, los que ofrecemos a nuestro Padre del cielo, para que nuestro hermano, un hijo de la Santísima Virgen, vuelva, vencido, a arrojarse bajo el manto de la más misericordiosa de todas las madres...

[vºtv] Celina querida, tengo que terminar, adivina tú el resto, ¡hay volúmenes enteros para adivinar...!

Salúdalos a todos en mi nombre, y todo lo que quieras decirles de mi parte yo lo hago mío.

Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 129

1 El P. Jacinto Loyson, ex-carmelita; cf CG p. 641s.

2 Vie et Oeuvres de la Bienheureuse Marguerite-Marie Alacoque, t. I., p. 159.

Cta 130 A Celina

Jesús + 23 de julio de 1891

Querida Celina:

Una vez más soy yo la encargada de contestarte... A la madre Genoveva le emocionó mucho tu carta y ha pedido mucho por su Celinita. ¡Qué gracia tan grande contar con las oraciones de un alma tan santa y ser amada por ella...!

La fiesta de ayer1 fue preciosa, fue realmente un preludio del cielo... Todos los regalos nos gustaron mucho: el pescado, las cerezas, los pasteles. Dale muchas gracias a nuestra tía y dile todo lo mejor que se te ocurra...

Celina querida, tus dos cartas han hablado [1vº] muy hondo a mi alma y me han hecho derramar lágrimas... Lo de la declaración2 me hizo reír mucho; hay que reconocer que no se quedó corto [el galán] al ir a buscar a la prometida del rey del cielo. Sin duda que el pobre no vio "la señal que el Esposo ha puesto sobre tu frente"3, esa señal misteriosa que sólo Jesús puede contemplar y con él los ángeles que forman su corte real...

Celina, ¿por qué este privilegio extraordinario? ¿Por qué...? ¡Qué gracia más grande ser virgen, ser la esposa de Jesús! Tiene que ser algo muy bello, muy sublime, cuando la más pura y la más inteligente de todas las criaturas prefería permanecer virgen a ser Madre de todo un Dios... Y ésta es precisamente la gracia que Jesús nos otorga a nosotras; [2r] quiere que seamos sus esposas, y luego nos promete también que seremos su madre y sus hermanos. Así lo dice en su Evangelio: "El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo ése es mi madre y mi hermano y mi hermana". Sí, quien ama a Jesús es toda su familia y encuentra en ese corazón único, que no tiene IGUAL, todo lo que desea. ¡Encuentra allí su cielo...!

Celina querida, seamos siempre los lirios de Jesús. La gracia que yo le pido es que los saque de este mundo antes que el viento pernicioso de la tierra haga desprenderse uno solo de los polvillos de sus estambres, polvillo que podría amarillear un poco el brillo y la blancura del lirio. Jesús tiene que poder encontrar en sus lirios todo lo que [2vº] desea encontrar en ellos, la pureza que no busca nada fuera de él y que no descansa más que en él...

¡Ay, nada más fácil de manchar que un lirio...! Pues bien, yo digo que si Jesús dijo a la Magdalena que a quien más se le perdona más ama, esto puede decirse con mucha más razón cuando Jesús ha perdonado de antemano los pecados4... ¿Comprendes, Celina...? Y además, cuando las lágrimas de Jesús son la sonrisa de un alma, ¿qué puede temer? Pienso que esas perlas misteriosas tienen el poder de blanquear los lirios y de hacer que su brillo se conserve. Celina querida, la apariencia de este mundo pasa, las sombras declinan, pronto estaremos en nuestra tierra natal, pronto las alegrías de nuestra infancia, las veladas del domingo, las charlas íntimas..., pronto todo eso nos será devuelto para siempre y con creces. Jesús nos devolverá las alegrías de las que [2vºtv] nos privó por un instante... ¡y entonces, de la cabeza radiante de nuestro padre querido veremos salir oleadas de luz, y cada uno de sus blancos cabellos será como un sol que nos colmará de alegría y de felicidad...!

¿Es, pues, un sueño la vida5...? ¡Y pensar que con este sueño podemos salvar a las almas...! Sí, Celina, no olvidemos a las almas, sino olvidémonos de nosotras por ellas, y un día Jesús, mirándonos, nos dirá: "¡Qué hermosa es la casta generación de las almas vírgenes!"

[1rºtv] Un abrazo muy fuerte a mi Mariíta, a Leonia y a todos. En cuanto a ti, Celina, ¡ya sabes el lugar que ocupas en mi corazón...!

Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 130

1 Los sesenta años de profesión religiosa de la madre Genoveva.

2 La de Enrique Maudelonde.

3 Oficio litúrgico de santa Inés, antífona 3ª de Maitines. Cf PN 26, 7.

4 Cf Ms A 38vº.

5 SANTA TERESA DE JESÚS, Exclamaciones, 13,2.

6 Texto de oficio de Vírgenes.

Cta 131 A la señora de La Néele (Juana Guérin)

Jesús + El Carmelo, 17 de octubre de 1891

Querida Juanita:

No sé cómo agradecerte tu delicadeza.

Me ha emocionado mucho el ver que el nombre de Francis acompañaba al de Juana para felicitarme; por eso, os envío a los dos mi agradecimiento.

Y le encargo a mi divino Esposo que pague él mi deuda. Puesto que [1vº] yo soy pobre por su causa, es muy justo que él no me niegue lo que le pido para los que amo.

Te aseguro, mi querida Juana, que si tú no olvidas a la más pequeña de tus hermanas, ella también se acuerda mucho de ti, y tú sabes bien que para una carmelita acordarse, y sobre todo amar, es rezar. Mis pobres oraciones no valen, ciertamente, gran cosa; espero, sin embargo, que Jesús las escuche, y que en vez de mirar a quien se las dirige, pose su mirada sobre quienes son objeto de las mismas. De esta manera, [2rº] se verá obligado a acceder a todas mis peticiones.

Espero que Dios os mande pronto un Isidorito tan perfecto como su papá, o una Juanita que se parezca en todo a su mamá... También pido que pueda venderse, por fin, la farmacia1. Quisiera que no faltase nada a la plena felicidad de mi querida hermanita y a la de mi primo. Pero en la tierra siempre habrá alguna nubecilla, ya que la vida no puede transcurrir sin algo de eso y solamente en el cielo será perfecta la alegría. Sin embargo, deseo que, en cuanto sea posible, Dios ahorre [2vº] a los que amo los sufrimientos inevitables de la vida, aun a costa de tomar sobre mí, si fuere necesario, las pruebas que a ellos les tiene reservadas.

Sor María del Sagrado Corazón me encarga que te dé muchas gracias por lo que has enviado para el joyero. Ha sido muy amable de tu parte, tanto más cuanto que nuestra Madre tenía ilusión de regalarte ese trabajito. No me queda espacio más que para decirte una vez más gracias en mi nombre y en el de mis hermanas, y enviarte, lo mismo que a nuestro querido primo, la seguridad del cariño de la última de tus hermanas, que no es la más pequeña en la ternura que siente por ti...

Sor Teresa del Niño Jesús

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 131

1 La farmacia del Dr. Le Néele, en Caen.

Cta 132 A Celina

Jesús + El Carmelo, 20 de octubre de 1891

Querida Celina:

Es la cuarta vez que te felicito tu santo desde que estoy en el Carmelo... Me parece que estos cuatro años han apretado más aún los lazos que nos unían ya tan estrechamente. Cuanto más avanzamos en la vida, más amamos a Jesús. Y como nos amamos en él, nuestro afecto se hace tan fuerte, que es más unidad que unión lo que existe entre nuestras dos almas...

Celina, ¿qué puedo decirte, no lo sabes ya todo...? Sí, pero quiero decirte por qué las Celinas han florecido antes este año. Jesús me lo hizo comprender esta mañana con ocasión de tu santo. Sin duda te habrás dado cuenta de que el invierno nunca había sido tan riguroso como este año pasado; por consiguiente, todas las flores han tardado en abrirse. Era algo completamente natural, y nadie se extrañó de ello. Pero hay una florecita misteriosa que Jesús se ha reservado para instruir nuestras almas. Esa flor es la flor-Celina... A diferencia de las demás, se abrió un mes antes de la época de su floración... ¡¡¡¿Comprendes, Celina, el lenguaje de mi florecita querida..., la flor de mi infancia..., la flor de los recuerdos...?!!! Las escarchas y el rigor del invierno, en vez de [vº] retrasarla, la hicieron brotar y florecer... Nadie se fijó en ello, ¡es tan pequeña esta flor, tan poco brillante...! Tan sólo las abejas conocen los tesoros que encierra su cáliz misterioso, compuesto de una multitud de pequeños cálices, a cuál más rico... Al igual que las abejas, Teresa ha comprendido este misterio: el invierno es el sufrimiento, el sufrimiento incomprendido, desconocido, tenido como inútil a los ojos de los profanos, pero fecundo y poderoso a las miradas de Jesús y de los ángeles que, cual abejas vigilantes, saben recoger la miel contenida en los misteriosos y múltiples cálices que simbolizan a las almas, o, mejor, a los hijos de la florecilla virginal...

Celina, necesitaría volúmenes enteros para escribir todo lo que pienso acerca de esta florecita. Para mí ¡es una imagen tan perfecta de tu alma! Sí, Jesús ha hecho caer sobre ella las escarchas, en lugar del cálido sol de sus consuelos, pero el efecto que él esperaba se ha producido: la humilde plantita ha crecido y florecido casi de golpe... Celina, cuando una flor se abre, no hay más que cortarla, ¿pero cuándo y cómo cortará Jesús su florecilla...? ¡Tal vez el color rosado de su corola esté indicando que lo hará por el martirio...! Sí, siento renacer mis deseos1. Quizás Jesús quiera, después de habernos pedido, por así decirlo, amor por amor, pedirnos también sangre por sangre y vida por vida... Mientras tanto, tenemos que dejar que las abejas liben toda la miel de los pequeños cálices, no guardarnos nada para nosotras, dárselo todo a Jesús, y luego decir, como la flor, en la tarde de nuestra vida: "¡La tarde, ha llegado la tarde!"2. Entonces, todo habrá terminado..., y a las escarchas les sucederán los dulces [vºtv] rayos del sol, y a las lágrimas de Jesús las sonrisas eternas...

¡No, no nos neguemos a llorar con él durante un día, pues gozaremos de su gloria durante una eternidad...!

Querida florecita, ¿entiendes a tu Teresa...?

NOTAS Cta 132

1 Cf Or 2, n. 5.

2 Cita de una poesía de Celina, "La Rosée".

Cta 133 A la señora de Guérin

Jesús + El Carmelo, 16 de noviembre de 1891

Querida tía:

Es un placer para la más pequeña de sus hijas ir con sus hermanas mayores a felicitarle su santo.

Todos los años veo con alegría la llegada de esa fecha del 19 de noviembre, que, si está llena para mí de dulces recuerdos, es también rica en esperanzas para el futuro...

Cuanto más avanzo en la vida, más saboreo lo dulce que es la fiesta de una madre. ¡Desde mi infancia, Dios parecía haberme arrebatado para siempre una alegría que nunca había gustado! [1vº] Pero desde lo alto del cielo, la madre que no podía ya prodigarme sus caricias inspiró a un corazón maternal, al que tanto quería, la ternura de una madre hacia su pobre hijita; y desde entonces yo también he podido saborear las dulces alegrías que se experimentan al felicitar a una madre querida...

Querida tiíta, desde que está en la montaña del Carmelo, su Teresita es todavía, si cabe, más consciente del cariño que le profesa; cuanto más aprende a amar a Jesús, más crece también su amor hacia sus familiares queridos.

El regalito1 que nuestra Madre ha tenido el gusto de hacer confeccionar para su santo le dirá mejor que yo, querida tiíta, lo que yo no acierto a [2rº] decirle. Mi corazón se llena de emoción al contemplar esos pobres cabellos, que indudablemente no tienen otro valor que el delicado trabajo y la gracia con que han sido colocados, pero que le eran tan queridos a aquel que Dios nos ha arrebatado2... Querida tiíta, ¿verdad que me comprende...? Me siento feliz al ver que esos cabellos le han sido obsequiados a la persona a quien más quiero en esta vida después de mi padre querido, ¡esos cabellos que a él tanto le hubiera gustado recibir!

Querida tiíta, esta carta no se parece en nada a una carta de felicitación, en la que sólo se debe hablar de alegría y de felicidad. Pero yo no sé hablar más que con el corazón, sólo él guía mi pluma y estoy completamente segura de que el [2vº] corazón maternal al que mi dirijo sabrá entenderme e incluso adivinar lo que yo no acierto a expresar...

Querida tía, tengo que poner punto final a esta carta, pero antes quiero enviarle todos mis besos y le pido que diga a sus hijitas que a ellas les encargo que se los den por mí; estoy segura de que estarán encantadas de la misión que les confío y de que la van a cumplir a la perfección...

Su hijita le envía de nuevo todas sus felicitaciones y le pide, querida tiíta que cuente con toda la ternura de su corazón de hija...

Sor Teresa del Niño Jesús

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 133

1 Un cuadro que contenía parte de los cabellos de Teresa, cortados tras su toma de hábito.

2 El señor Martín estaba orgulloso de la cabellera de su "pequeño abejorro rubio"; cf Cta 77.

Cta 134 A Celina

Jesús + 26 de abril de 1892

Celina querida:

Este año la pradera del Carmelo me ofrece un presente simbólico que me siento feliz regalándote para tus 23 años... Un día, entre la hierba, que blanqueaba toda ella de sencillas margaritas, me pareció ver una de tallo más esbelto y que excedía en belleza a todas las demás. Acercándome, vi sorprendida que, en vez de una margarita, había dos bien distintas. Dos tallos tan estrechamente unidos, que me hicieron pensar enseguida en los misterios de nuestras almas... Y comprendí que si, en el orden de la naturaleza, Jesús se complace en sembrar a nuestros pies maravillas tan encantadoras, no es sino para ayudarnos a adivinar los misterios, más ocultos y de un orden superior, que él opera a veces en las almas...

Celina, creo que ya has comprendido a tu Teresa, creo que ya tu corazón ha adivinado lo que pasa en este otro corazón al que el tuyo está tan estrechamente unido, ¡que una misma savia es que los nutre...! Sin embargo, quiero hablarte de algunos de esos misterios escondidos en mi florecita.

Jesús, para alegrar nuestra vista e instruir nuestras almas, ha creado una gran multitud de pequeñas margaritas. Y veo con asombro cómo, al amanecer, sus corolas rosadas están vueltas hacia la aurora: esperan la salida del sol. Tan pronto como este astro radiante envía sobre ellas uno de sus cálidos rayos, las tímidas florecillas entreabren sus cálices y sus lindas hojas forman una especie de corona que, dejando al descubierto sus corazoncitos amarillos, dan de pronto a estas flores un gran parecido con el sol que las hiere con su luz. Durante todo el día las margaritas no cesan de mirar fijamente al sol, y van girando como él hasta la tarde; luego, cuando [vº] él desaparece, ellas cierran enseguida sus corolas, que, de blancas, se tornan de nuevo rosadas...

Jesús es el sol divino, y las margaritas son sus esposas, las vírgenes. Cuando Jesús mira a un alma, le da inmediatamente su parecido divino, pero es preciso que esa alma no deje de fijar en él solo su mirada.

Para explicar los misterios de las margaritas, tendría que escribir todo un volumen, pero mi Celina lo comprende todo. Pero eso, quiero hablarle ahora de los caprichos de Jesús...

Jesús, en su pradera, tiene muchas margaritas, pero están separadas, y cada una recibe independientemente de las otras los rayos del sol. Un día, el esposo de las vírgenes se asomó a la tierra y unió estrechamente dos pequeños capullos apenas abiertos; sus tallos se fundieron en uno solo, y una sola mirada los hizo crecer. Esas dos florecitas, hechas una sola flor, se abrieron juntas, y ahora la doble margarita, con la mirada fija en su sol divino, cumple su misión, que es única...

Celina, sólo tú puedes comprender mi lenguaje. A los ojos de las criaturas, nuestra vida parece muy diferente, muy distanciada; pero yo sé que Jesús ha unido nuestros corazones de una manera tan maravillosa, que lo que hace latir a uno hace también estremecerse al otro...

"Donde está vuestro tesoro allí está vuestro corazón". Nuestro tesoro es Jesús, y nuestros corazones no forman más que una sola cosa en él. La misma mirada ha cautivado nuestras almas, una mirada velada de lágrimas que la doble margarita ha decidido enjugar. Su humilde y blanca corola será el cáliz que recogerá los diamantes preciosos, para luego verterlos sobre otras flores que, menos privilegiadas, no habrán fijado en Jesús las primeras miradas de sus corazones... Tal vez, al atardecer de su vida, la margarita presente al esposo divino su corola teñida de rosa1...

Adiós, Celina querida. La florecita que te envío es una reliquia, pues reposó entre las manos de nuestra santa madre Genoveva2, que bendijo a Celina y a Teresa...

Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 134

1 Alusión a la posibilidad del martirio, cf Cta 132.

2 La madre Genoveva falleció el 5 de diciembre de 1891. El hallazgo de la margarita data, pues, de la primavera de 1891.

Cta 135 A Celina

Jesús + 15 de agosto de 1892

Celina querida:

No puedo dejar salir la carta1 sin añadirle unas letras. Para ello, tengo que robar unos instantes a Jesús. Pero él no se enfada por eso, pues es de él de quien hablamos juntas y sin él ninguna conversación puede el menor atractivo para nuestros corazones2...

Celina, las vastas soledades y los horizontes maravillosos que se abren ante ti3 deben de hablar mucho a tu alma. Yo no contemplo todo eso, pero digo con san Juan de la Cruz:

"Mi Amado las montañas,

los valles solitarios, nemorosos, etc"...4.

Y este Amado instruye a mi alma, le habla en el silencio, en las tinieblas...

Ultimamente me ha venido [1vº] un pensamiento que necesito transmitirle a mi Celina. Un día, mientras pensaba qué podría hacer para salvar almas, unas palabras del Evangelio me llenaron de luz. Una vez, Jesús decía a sus discípulos, mostrándoles los campos de mieses maduras: "Levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya blancos para la siega". Y un poco más tarde: "La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores".

¡Qué gran misterio...! ¿No es Jesús todopoderoso? ¿No son las criaturas de quien las ha hecho? Entonces, ¿por qué dice Jesús: "Rogad al Señor de la mies que envíe trabajadores"? ¿Por qué...? ¡Ah!, es que Jesús siente por nosotras un amor tan incomprensible, que quiere que tengamos [2rº] parte con él en la salvación de las almas. El no quiere hacer nada sin nosotras. El creador del universo espera la oración de una pobre alma para salvar a las demás almas, rescatadas como ella al precio de toda su sangre.

Nuestra vocación no consiste en ir a segar en los campos de mieses maduras. Jesús no nos dice: "Bajad los ojos, mirad los campos e id a segar". Nuestra misión es más sublime todavía. He aquí las palabras de nuestro Jesús: "Levantad los ojos y mirad". Mirad cómo en mi cielo hay sitios vacíos, a vosotras os toca llenarlos, vosotras sois mis Moisés orando en la montaña, pedidme trabajadores y yo los enviaré, ¡no espero más que una oración, un suspiro de vuestro corazón...!

El apostolado de la oración ¿no es, [2vº] por así decirlo, más elevado que el de la palabra? Nuestra misión, como carmelitas, es la de formar trabajadores evangélicos que salven millares de almas, cuyas madres seremos nosotras...

Celina, si no fueran éstas las palabras mismas de nuestro Jesús, ¿quién se atrevería a creerlas...? ¡Me parece tan hermoso nuestro destino!, ¿qué tenemos que envidiar a los sacerdotes...? ¡Cómo me gustaría poder decirte todo lo que pienso! Pero no tengo tiempo, ¡comprende tú todo lo que no puedo decirte por escrito...!

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El día del santo de Juana5 felicítala de nuestra parte con un ramito de flores; la Regla no nos permite a nosotras hacerlo, pero dile que, precisamente por eso, pensaremos aún más en ella. Da a todos un abrazo de mi parte y diles todo lo mejor que se te ocurra. Si encuentras brezo, me encantaría.

Tu Teresa del Niño Jesús

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 135

1 Una carta de sor Inés de Jesús.

2 Cf Im II, 8, 1 y III, 34, 1.

3 Celina está de vacaciones en la Musse con los Guérin.

4 CE, canción 14. Cf PN 18, 22+.

5 La señora de Néele, cuyo santo se celebraba el 21 de agosto.

Cta 136 A María Guérin

Jesús + El Carmelo, 16 de octubre de 1892

Mi querida Mariíta:

Ya que has sido tú la encargada de felicitarme para mi santo de parte de toda la familia, creo que a ti es a quien debo confiar la misión de dar las gracias, y ante todo a mi querida tía. En primer lugar, por su cartita y por el gran paquete de chocolate, que ha alegrado mucho a nuestra procuradora1; después, [1vº] por la deliciosa crema de café; y luego, y sobre todo, por la querida y cariñosa cartita de su enfermera, que no dudo que va a devolver rápidamente la salud a mi tiíta querida. Le pido también al doctorcito2 de la calle del Oratorio que haga presente mi agradecimiento al gran doctor y a su querida Juanita, que, a pesar de su convalecencia, ha pensado en mi santo, lo cual me ha llegado al alma...

La leve recaída que, gracias a Dios, no ha tenido consecuencias para la salud de Juana, me ha sugerido un pensamiento que quiero confiar a mi querido doctorcito. Creo que [2rº] a la buena santa Ana le parecía que la tenían ahora un poco olvidada3, y por eso se apresuró a atraer sobre sí la atención... Te aseguro que desde entonces me acompaña constantemente su recuerdo. Cuando estoy con el pensamiento al lado de mi querida hermanita de Caen, me viene automáticamente santa Ana a la memoria y le encomiendo a la que amo.

Veo con agrado, mi querida Mariíta, que el aire de la ciudad de Caen no te lleva a la melancolía. No dudo que tu alegre talante (mucho más que tu ciencia de doctor) va a hacer que nuestras dos queridas enfermas se restablezcan muy pronto.

[2vº] Los bocados de reina, hechos por un pastelero tan distinguido como tú, me parecen un plato muy delicado para unas carmelitas, ¿no podrías mostrar tu talento haciendo pastas tan ligeras, que Juana pudiese, no sólo devorarlas con los ojos, sino también comerlas sin que le hagan daño...?

Termino, querido doctorcito, pidiéndote que perdones mi mala letra. Da un abrazo muy fuerte de mi parte a toda la familia y dales las gracias por todas las golosinas que me han enviado en tan gran abundancia que temo haberme olvidado de alguna.

Dile a mi querida tía que le ruego deposite de mi parte un fuerte beso en tu mejilla, y recibe el cariño de tu hermanita,

Teresa del Niño Jesús

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 136

1 Sor Inés de Jesús. La procuradora era la encargada de las compras.

2 María Guérin. El gran doctor es Francis La Néele.

3 El Dr. y la señora La Néele habían hecho en mayo una peregrinación a Santa Ana de Auray, para alcanzar la gracia de tener un hijo.

Cta 137 A Celina

Jesús + El Carmelo 19 de octubre de 1892

Querida Celina:

Hace años, en los días de nuestra infancia, nos alegrábamos de que llegase nuestro santo por los regalitos que nos hacíamos una a otra. El objeto más insignificante tenía entonces a nuestros ojos un valor inigualable... Bien pronto la escena cambió. Al más joven de los pájaros le salieron alas y voló lejos del dulce nido de su infancia, ¡y entonces todas las ilusiones se desvanecieron! El verano sucedió a la primavera, y a los sueños de la juventud la realidad de la vida...

Celina, ¿no fue en ese momento decisivo cuando se estrecharon todavía más los lazos que encadenaban ya nuestros corazones? Sí, la separación nos unió de una manera que las palabras no pueden expresar. Nuestro cariño infantil se trocó en unión de sentimientos, en unidad de almas y de pensamientos. ¿Quién pudo realizar esta maravilla...? Sólo aquél que cautivó nuestros corazones. "El amado escogido entre millares. El solo aroma de sus perfumes basta para atraer tras de sí". "A zaga de tu huella, / las jóvenes discurren al camino"1 (Cant. de los Cant.)

[1vº] Jesús nos ha atraído a las dos juntas, aunque por caminos diferentes. Juntas nos ha elevado sobre todas las cosas quebradizas de este mundo, cuya apariencia pasa. Él ha puesto, por así decirlo, todas las cosas bajo nuestros pies. Como Zaqueo, nos hemos subido a un árbol para ver a Jesús... Por eso, podemos decir con san Juan de la Cruz: "Todo es mío, todo es para mí; la tierra es mía, los cielos son míos, Dios es mío y la Madre de mi Dios es mía"2.

A propósito de la Santísima Virgen, quiero confiarte una de las simplezas que tengo con ella. A veces me sorprendo diciéndole: "Querida Virgen Santísima, me parece que yo soy más dichosa que tú, porque yo te tengo a ti por Madre, mientras que tú no tienes una Virgen Santísima a quien amar3... Es cierto que tú eres la Madre de Jesús, pero ese Jesús nos lo has dado por entero a nosotros..., y él, desde la cruz, te nos ha dado a nosotros por Madre. Por eso, nosotros somos más ricos que tú, pues poseemos a Jesús y tú eres nuestra también. Tú, en otro tiempo, en tu humildad, deseabas ser un día la humilde esclava de la Virgen feliz que tuviera el honor de ser Madre de Dios; y ahora yo, pobre criaturita, soy no ya tu esclava sino tu hija. Tú eres [2rº] la Madre de Jesús y eres mi Madre".

Seguro que la Santísima Virgen se ríe de mi ingenuidad, y, sin embargo, lo que le digo es una gran verdad...

Celina, ¡qué gran misterio es nuestra grandeza en Jesús! Ya ves todo lo que Jesús nos ha enseñado al hacernos subir al árbol simbólico del que te hablaba hace poco. Y ahora ¿qué ciencia va a enseñarnos? ¿No nos lo ha enseñado ya todo...? Escuchemos lo que él nos dice: "Bajad enseguida, porque hoy tengo que alojarme en vuestra casa".

¿Pero cómo...? Jesús nos dice que bajemos... ¿Adónde tenemos que bajar? Celina, tú lo sabes mejor que yo; sin embargo, déjame que te diga hasta dónde debemos ahora seguir a Jesús. Una vez, los judíos le preguntaron a nuestro divino Salvador: "Maestro, ¿dónde vives?", y él les respondió: "Las zorras tienen madrigueras y los pájaros del cielo nidos, yo no tengo donde reclinar la cabeza". He ahí hasta dónde tenemos que bajar nosotras para poder servir de morada a Jesús: hacernos tan pobres, que no tengamos donde reposar la cabeza.

Ya ves, querida Celina, lo que Jesús ha obrado en mi alma durante estos ejercicios... Ya entiendes que se trata del interior. Por lo demás, el exterior ¿no ha sido [2vº] ya reducido a la nada con la dolorosísima prueba de Caen...? En nuestro padre querido, Jesús nos ha golpeado en la parte externa más sensible de nuestro corazón. Ahora dejémosle obrar, él sabrá llevar a feliz término su obra en nuestras almas...

Lo que Jesús desea es que lo recibamos en nuestros corazones. Estos, qué duda cabe, están ya vacíos de criaturas, pero yo siento que lamentablemente el mío no está totalmente vacío de mí misma, y por eso Jesús me manda bajar... Él, el Rey de reyes, se humilló de tal suerte, que su rostro estaba escondido y nadie lo reconocía... Pues yo también quiero esconder mi rostro, quiero que sólo mi amado pueda verlo, que sólo él pueda contar mis lágrimas..., que al menos en mi corazón sí que pueda reposar su cabeza querida y sentir que allí sí es conocido y comprendido...

Celina, no puedo decirte todo lo que quisiera, mi alma es incapaz de ello... ¡Ay, si pudiera...! Mas no, no está en mi poder... ¿Pero por qué desconsolarme? ¿No piensas tú siempre lo mismo que yo...? Por eso, adivinas todo lo que no te digo. Jesús se lo hace sentir a tu corazón. Además, ¿no ha establecido en él su morada para consolarse de los crímenes de los pecadores? Sí, allí, en el retiro íntimo del alma, es donde nos instruye a las dos juntas, y un día nos mostrará el [1rºtv] día que ya no tendrá ocaso...

¡Feliz día de tu santo! ¡Qué feliz será un día tu Teresa cuando lo celebre en el cielo...!

NOTAS Cta 137

1 SAN JUAN DE LA CRUZ, ce canción 25; cf Ms A 47vº/48rº.

2 Oración del alma enamorada.

3 Cf CA 11.8.4.

Cta 138 A la señora de Guérin

Jesús + El Carmelo, 17 de noviembre de 1892

Querida tía:

La más pequeña de sus hijas se siente incapaz de expresarle su ternura y todos los votos que formula por usted. Pero el corazón de una madre adivina fácilmente lo que ocurre en alma de su hija. Por eso, querida tiíta, no voy a tratar de expresar unos sentimientos que usted conoce ya desde hace mucho tiempo.

[1vº] Este año, Dios ha hecho rebosar de una alegría muy dulce mi corazón al llamar del destierro a mi querido papaíto1. Al repasar en mi espíritu los años dolorosos que acaban de transcurrir, mi alma desborda de gratitud. No puedo quejarme de esos sufrimientos, que han pasado ya, y que han rematado y embellecido la corona que Dios se dispone a colocar pronto en la frente venerable de quien lo ha amado tanto y lo ha servido con tanta fidelidad...

Y además, esos sufrimientos me han enseñado a conocer mejor los tesoros de ternura escondidos en el corazón de los familiares tan queridos que Dios me dio... [2rº] "La obra maestra más hermosa del corazón de Dios es el corazón de una madre"2. Yo sé bien qué gran verdad se encierra en esa frase, y doy gracias al Señor de habérmelo hecho conocer por experiencia.

Querida tiíta, le aseguro que si usted tiene un corazón maternal para nosotras, su hijita tiene uno que es enormemente filial, y por eso le pide a Jesús que la colme de todas las gracias que un corazón de hija puede soñar para su madre querida. Muchas veces, sólo el silencio es capaz de expresar mi oración, pero el huésped divino del sagrario lo comprende todo, incluso el silencio del alma de una hija [2vº] que está llena de gratitud...

Si no puedo estar presente el día del santo de mi querida tía, mi corazón estará muy cerca de ella, y nadie la colmará más que yo de ternura.

Le ruego, querida tía, que dé un abrazo de mi parte a mi tío y a mis hermanitas queridas.

La dejo, querida tía, quedando muy unida a usted, como una hija a su madre.

Su hija que la quiere

Sor Teresa del Niño Jesús

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 138

1 El señor Martin fue traído de vuelta a Lisieux el 10 de mayo de 1892.

2 Mons. Dupanloup, Conférences aux femmes chrétiennes.

Cta 139 A los señores Guérin

Jesús + El Carmelo, 30 de diciembre de 1892

Queridos tíos:

Es un verdadero placer para su benjamín ir a ofrecerles sus felicitaciones para el nuevo año que va a empezar.

No quiero intentar decir aquí todos los deseos que formulo para mis familiares queridos. Sería demasiado largo, y además con frecuencia el corazón encierra aspiraciones que la palabra es incapaz de expresar. Hay [1vº] deseos que sólo Dios puede comprender, o, mejor dicho, adivinar. A él, pues, quiero confiarle los votos que eleva mi corazón por mis seres queridos.

Muchas veces, cuando estoy a los pies de Nuestro Señor, siento que mi alma desborda de gratitud pensando en la gracia que él me hecho al darme unos familiares como los que tengo la dicha de tener.

No me olvido de que el dos de enero será el cumpleaños [1rº] de mi querido tío. Me siento orgullosa de haber nacido el mismo día que él, y espero que no se olvide de rezar por su Teresita, que pronto va a ser una viejecita de veinte años. ¡Cómo pasa el tiempo...! Me parece que fue ayer cuando mi tío me hacía saltar sobre sus rodillas cantándome la romanza de Barba Azul con aquellos ojos terribles que casi me hacían morir de miedo1... La tonadilla de Mirlitir me gustaba mucho más... El solo recuerdo de esta canción todavía hoy me hace reír.

[2vº] Ya ven, queridos tíos, que el peso de los años no le ha quitado todavía a su hijita la memoria; al contrario, se encuentra en una edad en que los recuerdos de la infancia tienen un encanto del todo especial...

Les ruego, queridos familiares, que feliciten de mi parte a los que amo. No nombro a nadie porque el papel que me queda no me bastaría, pero en mi corazón están escritos todos los nombres y ocupan en él un espacio muy grande.

Su VIEJA sobrina, que les quiere con todo el corazón,

Sor Teresa del Niño Jesús

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 139

1 Cf Ms A 18rº.