Cta
81 A Celina
(enero
de 1889-septiembre de 1890
23-25
(?) de enero de 1889
J.M.J.T.
¡Jesús
y su cruz...!
Hermana
querida:
Sí,
querida de mi corazón, ¡Jesús está ahí con su cruz1!
Al privilegiarte con su amor, quiere hacerte semejante a él. ¿Por qué te vas
a asustar de no poder llevar esa cruz sin desfallecer? Jesús cayó hasta tres
veces camino del Calvario, y tú, pobre niñita, ¿no vas a parecerte a tu
esposo, no querrás caer 100 veces, si es necesario, para demostrarle tu amor
levantándote con más fuerzas que antes de la caída...?
Celina,
Jesús tiene que amarte con un amor muy especial para probarte de esa manera.
¿Sabes que casi estoy celosa? A los que más aman, más les da, a los que aman
menos les da menos2...
Pero
tú no sientes tu amor hacia TU ESPOSO; quisieras que tu corazón fuese una
llama que subiese hacia él sin el más ligero humo3.
Ten muy presente que el humo que te rodea es humo sólo para ti, para quitarte
por completo la visión de tu amor a Jesús; la llama sólo Jesús la ve, al
menos se la reserva toda entera para sí, pues, si nos la mostrase un poco,
vendría enseguida el amor propio como un viento fatal que todo lo apaga...
[vº]
En estos momentos me das la impresión de una persona que está rodeada de
inmensas riquezas... cuya vista se pierde en el horizonte... Esta persona quiere
volverles la espalda porque, dice, las excesivas riquezas le estorban, no sabe
qué hacer con ellas, vale más dejar que se pierdan, ¡o bien dejar que algún
otro se las lleve...! Ese otro no vendrá, pues esas riquezas están preparadas
para la prometida de Jesús..., ¡y sólo para ella...!
Dios
daría la vuelta al mundo para encontrar el sufrimiento, a fin de dárselo a un
alma sobre la que su DIVINA mirada se ha posado con un amor indecible4...
¿Qué
nos importan a nosotras... las cosas de la tierra...? ¿Podrá ser nuestra
patria ese lodo, tan poco digno de un alma inmortal? ¿Y qué nos importa que
hombres mezquinos corten el moho que crece en ese lodo? Cuanto más en el cielo
esté nuestro corazón, tanto menos sentiremos esos alfilerazos5...
Pero
no creas que no es una gracia, y de las grandes, el sentirlos, pues así nuestra
vida es un martirio y un día Jesús nos entregará la palma. ¡Padecer y ser
despreciado6!
¡Qué amargura, pero qué gloria también! He aquí la divisa del lirio
siempreviva... Ninguna otra le sentaría bien.
Mi
corazón te sigue en la noble tarea que Jesús te ha encomendado. ¡Tú no eres
un soldado, sino un general...! Sufrir ahora y siempre... Pero todo pasa7.
NOTAS
Cta 81
1
La enfermedad del señor Martin.
2
TERESA DE JESÚS, Camino de perfección, c. 33. [Así en la edición francesa.
En realidad, C 32,7. N. del T.]
3
Cf Im III, 49, 2.
4
Pensamiento del P. Pichon.
5
Palabras humillantes relativas a la enfermedad de su padre.
6
Palabras de san Juan de la Cruz. Cf Ms A 48rº, 73vº; Cta 183, 185 y 188.
Nótese que, mucho antes del verano de 1887, Teresa había podido leer en la
Imitación (que muy pronto aprendió de memoria): "Jesucristo quiso sufrir
y ser despreciado" (Im II, 1, 5).
7
Cf registro del breviario de santa Teresa de Jesús.
Cta
82 A Celina
El
Carmelo, 28 de febrero de 1889
Jesús
+
Mi
querida Celina:
¿Es
posible que te esté escribiendo a Caen1...?
Me pregunto si estoy soñando o despierta... Pero no, ¡es una realidad...!
Te
vas a asombrar, hermanita querida, si te digo que estoy lejos de compadecerte;
pero, ya ves, tu suerte me parece envidiable. Jesús tiene sobre ti miras de un
amor indecible, quiere que su lirio-siempreviva sea todo para él, y es él
mismo quien se encarga de que haga su primer noviciado, es su mano divina la que
adorna a su esposa para el día de sus bodas, y su mano amorosa no se equivoca
de aderezos... Jesús es un esposo de sangre2...
Quiere para sí toda la sangre del corazón...
¡Ay,
cuánto cuesta darle a Jesús lo que pide...! ¡Y qué suerte que cueste...!
¡Qué alegría inefable es llevar nuestras cruces EN DEBILIDAD! ¿Comprende el
Lirio-siempreviva al pobre grano de arena...? Tu noviciado es el del [vº]
dolor, ¡qué privilegio tan inexplicable...!
Sí,
hermanita querida, lejos de quejarme a Jesús por la cruz que nos envía, no
logro entender el amor infinito que lo ha movido a tratarnos así... Jesús
tiene que amar mucho a nuestro padre querido para que sufra de esta manera.
¿Pero no te parece que la desgracia que le aflige es realmente la coronación
de su hermosa vida...? Mi querido Lirio-siempreviva, creo que te es estoy
diciendo auténticas locuras, pero no importa; pienso muchas otras cosas sobre
el amor de Jesús, que son quizás mucho más fuertes que lo que te acabo de
decir...
¡Qué
dicha ser humilladas! Es el único camino que hace santos... ¿Podemos dudar
ahora de la voluntad de Dios para nuestras almas...? La vida no es más que un
sueño3;
pronto nos despertaremos, ¡y entonces que alegría...! Cuanto mayores sean
nuestros sufrimientos, más infinita será nuestra gloria... ¡No, no perdamos
la prueba que Jesús nos envía! Es una mina de oro sin explotar, ¿perderemos
la ocasión...? El grano de arena quiere poner manos a la obra sin alegría, sin
ánimo, sin fuerzas, y precisamente estos títulos le facilitarán la empresa,
quiere trabajar por amor.
Comienza
el martirio, entremos juntas en la lid si el Lirio-siempreviva no desdeña al
pobre grano de arena.
NOTAS
Cta 82
1
Tras una grave crisis, el señor Martin fue hospitalizado en el Bon Sauveur de
Caen el 12 de febrero.
2
Expresión del P. Pichon: cf Cta 112 y 165.
3
Cf SANTA TERESA DE JESÚS, Exclamaciones 13,2.
Cta
83 A Celina
5
de marzo de 1889
J.M.J.T
Jesús
+
Querida
Celina:
¡Imposible
decirte cuánto bien me han hecho tus letras...! Ahora sí que eres de verdad el
Lirio-siempreviva de Jesús. ¡Y qué contento está él de su lirio! ¡Con qué
amor mira a esa su flor querida que no ama a nadie más que a él, que no tiene
otro deseo que el de consolarlo...!
Cada
nuevo sufrimiento, cada angustia del corazón es como un ligero céfiro que
lleva hasta Jesús el perfume de su lirio. Entonces él sonríe con amor y
prepara enseguida una nueva amargura y llena el cáliz hasta los bordes,
pensando que cuanto más crezca su lirio en el amor tanto más debe crecer
también en el sufrimiento...
¡Qué
privilegio nos concede Jesús enviándonos un dolor tan grande! ¡No bastará
toda una ETERNIDAD para agradecérselo! Nos colma de sus favores como colmó a
los más [vº] grandes santos, ¿Por qué tan gran predilección...? Es un
secreto que Jesús nos revelará en nuestra patria el día en que "enjugue
todas las lágrimas de nuestros ojos"...
Tiene
que ser a mi alma1
a quien hablo así, pues de otro modo no sería comprendida; pero es a ella a
quien me dirijo, y ella adivina todos mis pensamientos. Sin embargo, lo que tal
vez ella ignora es el amor que Jesús le tiene, un amor que lo pide TODO. Nada
hay imposible para él, y no quiere poner límite alguno a la SANTIDAD de su
lirio... ¡Su límite es no tenerlos...! ¿Y por qué los habría de tener...?
Nosotros somos más grandes que todo el universo, y un día tendremos incluso
una existencia divina...
¡Y
cómo agradezco a Jesús que haya plantado un lirio al lado de nuestro padre
querido! Un lirio que no tiene miedo a nada, un lirio que prefiere morir antes
que abandonar el campo glorioso donde el amor de Jesús le ha colocado...
Ya
no tenemos nada que esperar sobre la tierra, nada más que el sufrimiento y
siempre el sufrimiento. Y cuando hayamos terminado, el sufrimiento seguirá aún
allí tendiéndonos los brazos. ¡Qué suerte tan envidiable...! Los querubines
en el cielo envidian nuestra dicha.
[vºtv]
Pero no era para esto para lo que yo quería escribir a mi Celina querida, sino
para decirle que comunique a la señorita Paulina2
la desgracia que nos ha golpeado con la enfermedad de papá. ¡Ríete ahora de
tu pobre Teresa que aborda el tema al final de la carta!
¡Pobre
Leonia! También a ella la quiero mucho, y sufre mucho más que nosotras, pues
Jesús le ha dado menos. Pero a quienes ha dado mucho, mucho les pedirá.
Tu
hermanita,
Teresa
del Niño Jesús
post.
carm. ind.3.
NOTAS
Cta 83
1
Celina.
2
Paulina Romet.
3
Ha de leerse: "novicia", en vez de "postulante".
Cta
84 A la señora de Guérin
El
Carmelo, 12 de marzo de 1889
Jesús
+...
Querida
tiíta:
Me
veo en la imposibilidad de obedecerla, pues me sería demasiado difícil no
decirle: gracias... ¡Cuán poca cosa son esas siete letras para expresarle mi
gratitud! Pero ojalá que mi tía sepa comprender todo lo que su hijita no
acierta a decirle. ¡Qué buena es usted, querida tía...! ¡Cuánto voy a rezar
[1vº] por usted! ¡Qué verdad es que soy incapaz de hacer cosa buena! En vez
de ganar dinero, no hago más que perderlo; por eso la delicadeza de mi tiíta
querida me ha llegado tan a lo hondo1.
No salía de mi asombro al verme de golpe tan rica, sin haber hecho nada para
ganar tanto dinero... No puedo menos de sonreír al pensar que, gracias a mis
generosos parientes, soy yo quien va a suministrar el pescado a toda la
comunidad...
Por
favor, querida tía, [2rº] dé las gracias a mi querido tío de mi parte y
exprésele todo mi agradecimiento.
Querida
tía, mucho tiene que amarla Dios para hacerla sufrir tanto. Sin embargo, si él
me escuchase, usted ya no estaría nunca enferma, pues yo sería feliz de que me
enviase a mí todos los sufrimientos que le reserva a usted.
Querida
tía, ¡qué poco y qué mal va traducirle mi carta los sentimientos de mi
corazón...! ¡Quisiera poder demostrarle toda mi gratitud, que es enorme...!
[2vº]
¡Qué bueno es Jesús al dejarnos, en la prueba cruel que nos envía, el
consuelo de ver que nuestros parientes comparten y comprenden nuestro dolor!
Un
abrazo con todo el corazón para mi Juanita y para mi amita de casa2.
Adiós,
querida tía. Gracias de nuevo, a usted y a mi querido tío. Un abrazo muy
tierno para los dos. Su hijita muy agradecida,
Sor
Teresa del Niño Jesús
nov.
carm. ind.
NOTAS
Cta 84
1
"Mi tía había pagado una obra hecha por Teresa", indica sor
Genoveva.
2
María Guérin, encargada de vigilar los Buissonnets en ausencia de Celina y de
Leonia, que se habían instalado en Caen.
Cta
85 A Celina
El
Carmelo, 12 de marzo de 1889
"¡Viva
Jesús...! ¡Qué bueno es entregarse a él y sacrificarse por su amor1...!".
¡Celina...!
Este nombre querido resuena dulcemente en el fondo de mi corazón... ¿No
sintonizan a la perfección nuestros dos corazones...?
Esta
noche necesito ir a hundirme con mi Celina en el infinito... Necesito olvidar la
tierra... Todo me cansa aquí abajo, todo me pesa... Sólo encuentro una
alegría: la de sufrir por Jesús. Pero esta alegría no gustada supera a toda
alegría...
La
vida pasa... La eternidad se acerca a grandes pasos... Pronto viviremos de la
vida misma de Jesús... Después de haber sido abrevadas en la fuente de todas
las amarguras, seremos deificadas en la fuente misma de todas las alegrías y de
todas las delicias... Pronto, hermanita, con una sola mirada podremos comprender
lo que pasa en lo más íntimo de nuestro ser...
La
representación de este mundo PASA... Pronto veremos unos cielos nuevos, y un
sol más radiante iluminará con sus esplendores mares celestiales y horizontes
infinitos2...
La inmensidad será nuestra heredad..., ya no estaremos prisioneros en esta
tierra de destierro... ¡todo habrá PASADO...! Bogaremos con nuestro esposo
celestial sobre lagos sin riberas... ¡El infinito no tiene límites, ni fondo,
ni orillas3...!
"Animo, Jesús escucha hasta el último eco de nuestro dolor"4.
Nuestras arpas, en este momento, están colgadas en los sauces que bordean el
río de Babilonia..., pero [vº] el día de nuestra liberación ¡qué armonías
haremos escuchar..., con qué gozo haremos vibrar todas las cuerdas de nuestros
instrumentos...!
El
amor de Jesús a Celina sólo Jesús puede comprenderlo... Jesús ha hecho
locuras por Celina... Que Celina haga locuras por Jesús... El amor sólo con
amor se paga y las heridas de amor sólo con amor se curan5.
Ofrezcamos
nuestros sufrimientos a Jesús para salvar almas. ¡Pobres almas...! Ellas
tienen menos gracias que nosotras, y sin embargo toda la sangre de un Dios se
derramó por salvarlas... Y Jesús quiere hace depender su salvación de un
suspiro de nuestro corazón... ¡Qué gran misterio...! Si un solo suspiro puede
salvar un alma, ¿qué no podrán hacer sufrimientos como los nuestros...? ¡No
rehusemos nada a Jesús...!
La
campana está tocando y todavía no he escrito a mi pobre Leonia. Dale mis
recuerdos y un abrazo y dile que la quiero... Que sea muy fiel a la gracia, y
Jesús la bendecirá. Que pregunte a Jesús lo que quiero decirle, le doy a él
mis encargos...
¡Hasta
pronto...! ¡El cielo, el cielo! ¿Cuándo estaremos ya en él?
El
granito de arena de Jesús
NOTAS
Cta 85
1
De una carta del P. Pichon a Teresa.
2
Lamennais, Une voix de prison.
3
Arminjon, op. cit., p. 300.
4
De una carta del P. Pichon a sor María del Sagrado Corazón.
5
SAN JUAN DE LA CRUZ, CE 9,7; 11,11.
Cta
86 A Celina
15
de marzo de 1889
Jesús
+
Gracias
por tu carta. Al granito de arena le ha gustado mucho...
En
una de tus cartas me decías últimamente que eras mi sombra. ¡Huy, qué triste
sería si fuese verdad! Pues ¿qué puede ser la sombra de un pobre granito de
arena...?
Yo
pienso en algo mejor para mi Celina querida. Esa idea de la sombra me ha
gustado, y me he dicho a mí misma que, en efecto, Celina debería ser la sombra
de algo, ¿pero de qué...? No he podido encontrar nada en toda la creación que
pueda reflejar la idea que me he formado de esa realidad de la que mi Celina
deba ser sombra fiel: ¡Jesús mismo ha de ser esa divina realidad...!
Sí,
Celina debe ser la humilde sombra de Jesús... ¡Qué título tan humilde [vº],
y, sin embargo, tan glorioso...! Porque ¿qué es una sombra...? Pero ¡qué
gloria ser la sombra de Jesús...!
¡Cuántas
cosas tendría para decir sobre este tema a la humilde sombra de Jesús! Pero
tengo muy poco tiempo, y me es imposible...
El
sueño de mi Celina es muy bonito, quizás un día se haga realidad1...
Pero, mientras tanto, comencemos nuestro martirio, dejemos que Jesús nos
arranque todo lo que nos es más querido, y no le neguemos nada... Antes de
morir a espada, muramos a alfilerazos... ¿Comprende Celina...?
El
granito de arena se une en el sufrimiento a la humilde sombra de Jesús.
Sor
Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz
nov.
carm. ind.
NOTAS
Cta 86
1
Este fue el sueño de Celina: "¡Si supieras lo que he soñado la otra
noche! Tú acababas de morir mártir. Un hombre te había llevado a un bosque
para matarte. Yo te había visto con envidia partir para el martirio... Estaba
esperando lo que iba a ocurrir, cuando de pronto vimos que una humareda se
elevaba hacia el cielo. Luego cantó un pájaro y nos dijimos: ¡El sacrificio
ha terminado! Teresa es mártir... Ante esta noticia, mi corazón se estremeció
de alegría. ¿Y yo? ¿Voy a quedar separada de mi Teresa querida? ¡No!, eso no
podía ser. Algo había que me hacía esperar la misma dicha. Y en efecto,
mientras yo erraba por el campo, un muchachito aprendiz de zapatero se echa
sobre mí y me hunde varias veces su lezna en el cuello. Yo me sentía tan
feliz, que no pensaba en huir; pero como el muchacho estaba sin duda demasiado
débil, no me moría. Sin embargo, su rabia aumentaba más y más, y acabó
arrancándome los ojos (...) Me desperté con gran pesar de que el sueño no
hubiese sido realidad" (A Teresa, LC 110, 13/3/1889).
Cta
87 A Celina
El
Carmelo, 4 de abril de 1889
¡Jesús...!
Celinita
querida:
Tu
carta me ha dejado una gran tristeza en el alma... ¡Pobre papaíto! No, los
pensamientos de Jesús no son nuestros pensamientos, ni sus caminos son nuestros
caminos...
El
Señor nos presenta un cáliz tan amargo como nuestra débil naturaleza puede
soportar. No retiremos los labios de ese cáliz preparado por la mano de
Jesús... Veamos la vida bajo su verdadera luz... Es sólo un instante entre dos
eternidades1...
Suframos en paz2.
Confieso
que esta palabra "paz" me parecía un poco fuerte; pero el otro día,
reflexionando sobre ello, encontré el secreto para sufrir en paz... Quien dice
paz no dice alegría, o al menos alegría sensible... Para sufrir en paz, basta
con querer todo lo que Jesús quiere... Para ser la esposa de Jesús, es
necesario parecerse a Jesús. ¡Y Jesús está todo él sangrante3,
está coronado de espinas...!
¡Mil
años en tu presencia, Señor, son un ayer que PASÓ...!
Junto
a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión... En
los sauces de sus orillas colgábamos nuestras cítaras... Allí los que nos
deportaron nos invitaban a cantar: "Cantadnos un cantar de Sión..."
¿Cómo cantar un [vº] cántico del Señor en tierra extranjera...? (Salmo de
David).
No,
no cantemos a las criaturas los cánticos del cielo..., sino, como Cecilia,
cantemos en nuestro corazón un canto melodioso para nuestro amado4...
El
canto del sufrimiento unido a sus sufrimientos es lo que más cautiva su
corazón...
Jesús
arde de amor por nosotras... ¡Mira su Faz adorable...! ¡Mira esos ojos
apagados y bajos...! Mira esas llagas... Mira a Jesús en su Faz5...
Allí verás cómo nos ama.
Sor
Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz
nov.
carm. ind.
NOTAS
Cta 87
1
Cf P. d'Argentan, Conférences sur les grandeurs de Dieu, t. II, cap. XI.
2
Cf Im III, 47, Réflexions de Lamennais.
3
Ese jueves 4 de abril se celebraban las primeras Vísperas de la fiesta de la
Preciosísima Sangre de Jesús, que en aquella época estaba fijada para viernes
de la cuarta semana de cuaresma.
4
Cf Cta 54, n. 2.
5
Son muchas las cartas de este período en que Teresa evoca la Faz de Cristo (en
1889: Cta 87, 95, 98; en 1890: 102, 105, 108, 110, 117), las más de las veces
con referencia a la imagen de la Santa Faz difundida por el Oratorio de Tours;
cf Ms A 71rº y CG p. 488s. Para la devoción de Teresa en el último tramo de
su vida, cf Or 12 (Consagración a la Santa Faz) y Prières, pp. 118s.
Cta
88 A María Guérin
24
de abril de 1889
J.M.J.T.
Miércoles,
abril de 1889
Jesús
+
Querida
hermanita:
Voy
a pedirte un favor, y me dirijo a ti porque sé que los Buissonnets, que ahora,
¡ay!, están desiertos, eran en otro tiempo tus dominios.
¿Te
acuerdas de un libro que la señora Tifenne me regaló para mi primera
comunión? Se titulaba. "El ramillete de la joven". Ese libro debe de
estar en uno de los cajones de la cómoda de mi pobre papaíto. Me alegraría
mucho poderlo tener lo antes posible [1vº], así como otro más pequeño que me
regalaron las señoritas Primois1.
Es un libro marrón, orlado con una viñeta dorada; creo que son meditaciones
sobre la Eucaristía. Este libro está en uno de los estantes del armario de la
habitación de Celina (el de junto a la puerta). Querida hermanita, perdona que
te pida este favor... Si fuera posible, podrías quizás explicarle a la
sirvienta lo que quieres, sin ir tú misma a los Buissonnets.
Es
increíble cómo se han estrechado ahora nuestros lazos. Me parece que, tras
nuestra terrible prueba, somos más hermanas aún que antes.
[2rº]
¡Si supieras cómo te quiero y cuánto pienso en todos vosotros...! ¡Cuánto
bien hace, cuando se sufre, el tener corazones amigos cuyo eco responde a
nuestro dolor...! ¡Cómo agradezco a Jesús que nos haya dado unos parientes
tan buenos..., unas hermanitas tan cariñosas! Nuestras pobres hermanitas de
allá lejos2
no se cansaban el otro día de contarnos todas las atenciones que les
prodigáis. Me di cuenta de que el corazón de mi Mariíta había conmovido el
corazón de mi Celina, y esto trajo una gran alegría a mi pobre corazón,
¡pues quiero tanto a mi María...! Todos los elogios que se hicieran de ella
[2vº] serían muy poco comparados con lo que yo pienso de ella en mi interior.
Escribo
a toda prisa, como una locuela, sin pensar que mi pobre pluma no es capaz, ni
mucho menos, de seguir a mi corazón y que, a no dudarlo, voy sufrir el bochorno
de que no se me pueda leer.
Hermanita
querida, da un abrazo de mi parte a todos los que quiero tanto, y dales las
gracias por habernos mimado por Pascua con rico chocolate y buen pescado...
¡Dios mío, no puedo pensar en el pescado3...,
mi tío tenía aquel día un algo tan PATERNAL, un algo tan fuera de lo
común..., que nunca olvidaré aquella visita!
Tu
hermanita que te quiere,
Sor
Teresa del Niño Jesús
NOTAS
Cta 88
1
María y Juana Primois, amigas de la familia Martin.
2
Celina y Leonia, las "desterradas de Caen" (Ms A 73vº), que se
hospedaban en una pensión cerca del Bon Sauveur.
3
Ese regalo emocionó a Teresa al recordarle a su padre, que antaño era tan
feliz cuando regalaba el pescado a las carmelitas.
Cta
89 A Celina
El
Carmelo, 26 de abril de 1889
¡Jesús...!
+
Jesús
mismo se va a encargar de decir FELIZ CUMPLEAÑOS a su prometida al cumplir los
20 años1.
¡Qué
vigésimo año tan fecundo en sufrimientos, en gracias de elección...! Veinte
años, edad llena de ilusión, dime: ¿qué ilusión dejas en el corazón de mi
Celina...?
¡Cuántos
recuerdos entre nosotras...! ¡Todo un mundo de ellos...! Sí, Jesús tiene sus
preferencias; en su jardín hay frutos que el Sol de su amor hace madurar casi
casi en un abrir y cerrar de ojos... ¿Por qué somos nosotras de ese
número...? Pregunta llena de misterios... ¿Qué razón puede darnos Jesús?
[1vº] ¡Su razón es que no hay ninguna...! ¡Celina...!, aprovechémonos de
esa predilección de Jesús que en tan pocos años nos ha enseñado tantas
cosas, no descuidemos nada que pueda agradarle... Dejémonos dorar por el sol de
su amor..., ese sol abrasador..., ¡consumámonos de amor...!
Dice
san Francisco de Sales: "Cuando el fuego del amor anida en un corazón,
todos los muebles vuelan por las ventanas"2.
¡No, no dejemos nada..., nada en nuestro corazón, más que a Jesús...!
Y
no pensemos que podremos amar sin sufrir, sin sufrir mucho... Nuestra pobre
naturaleza está ahí, ¡y está para algo...! Ella es nuestra riqueza, nuestro
medio de ganarnos la vida... Y es tan preciosa, que Jesús vino a la tierra
expresamente para poseerla.
[2rº]
¡Suframos con amargura, sin ánimos...! "Jesús sufrió con tristeza. Sin
tristeza, ¿cómo iba a sufrir el alma?"3
¡Y nosotras quisiéramos sufrir generosamente, grandiosamente...! ¡Celina,
qué ilusión...! ¿Quisiéramos no caer nunca...? ¡Qué importa, Jesús mío,
que yo caiga a cada instante! En ello veo mi debilidad, y eso constituye para
mí una gran ganancia... Tú ves ahí lo que yo soy capaz de hacer, y por eso te
vas a sentir más inclinado a llevarme en tus brazos... Si no lo haces, señal
de que te gusta verme por el suelo..., y entonces no tengo por qué inquietarme
sino que tenderé siempre hacia ti mis brazos suplicantes y llenos de amor...
¡No puedo creer que me abandones...!
[2vº]
"Los santos encontraban la cruz precisamente cuando estaban a los pies de
Nuestro Señor"4.
¡Celina
querida, dulce eco de mi alma...! ¡Si conocieras mi miseria...! ¡Si
supieras...! La santidad no consiste en decir cosas hermosas, ni consiste
siquiera en pensarlas o en sentirlas... Consiste en sufrir, y en sufrir toda
clase de sufrimientos. "¡La santidad hay que conquistarla a punta de
espada! ¡Hay que sufrir..., hay que agonizar...!"5.
Vendrá
un día en que las sombras desaparecerán, y entonces no quedará ya nada más
que la alegría, la embriaguez...
¡Aprovechémonos
de nuestro único momento de sufrir...! No miremos más que al instante
presente... Un instante es un tesoro... Un solo acto de amor nos hará conocer
mejor a Jesús..., nos acercará a él por toda la eternidad...
Sor
Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz
nov.
carm. ind.
NOTAS
Cta 89
1
Celina iba a cumplir 20 años el 28 de abril.
2
Cf CAMUS, Esprit de saint François de Sales, II, 27: sentencia citada por el P.
Pichon en su plática del 13 de octubre de 1887.
3
P. Pichon, charla de los ejercicios espirituales de octubre de 1887.
4
Ibid., mayo de 1888.
5
Ibid., mayo de 1888.
Cta
90 A Celina
17
(?) de abril de 1889
J.M.J.T.
Para
el 28 de abril
Quiero
desear una vez más un feliz cumpleaños a mi querida Celina. Y le mando un
pequeño ramillete de parte del Niño Jesús1,
que le agradece todas las preciosas flores que ella le ha regalado.
Cierto
que esas flores no son esplendorosas: el Niño Jesús del Carmelo es pobre, pero
en el cielo [1vº] nos mostrará sus riquezas, y yo sé bien a quién colmará
de ellas...
Mañana
recibiré a Jesús2.
¡Y cuánto le hablaré de mi Celina, de ese otro yo! Tendré muchas cosas que
decirle, pero no me resultará difícil, un solo suspiro se lo dirá todo.
¡Menudo
desorden! Pero voy tan de prisa, que tendrás que perdonarme. Quisiera que
conocieses mi corazón y todo lo que en él se encierra para ti; pero hay cosas
que no pueden escribirse y que sólo comprende el corazón.
[2rº]
(El ramillete de Jesús ha pasado varias horas delante de él ¡en un vaso aún
más pobre que él...!)
Celina
querida, un día iremos al cielo para siempre. Y allí ya no habrá ni día ni
noche como en la tierra... ¡Qué alegría! Caminemos en paz mirando al cielo,
UNICA meta de nuestros trabajos. La hora del descanso está ya cerca3.
Dale
un fuerte abrazo de mi parte a Leonia, a quien quiero tanto. No me olvido de la
fecha de sus 25 años4;
[2vº] desde que estoy en el Carmelo tengo mucha memoria para las fechas.
Hasta
pronto, Celina, siempreviva de Jesús... Te quiero mucho más de lo que sé
decirte.
Tu
hermanita,
Teresa
del Niño Jesús
NOTAS
Cta 90
1
Una estatua del Niño Jesús que había en el claustro.
2
La comunión del domingo. En aquella época, la comunión diaria no se estilaba
en el Carmelo.
3
Cf Im III, 47, Reflexiones; y Cta 173.
4
Teresa comete una equivocación: Leonia cumplirá 26 años el 3 de junio.
Cta
91 A sor María del Sgdo. Corazón
Finales
de mayo de 1889
J.M.J.T.
Jesús
+
León
querido, ¡gracias, gracias...! ¿Qué quieres que te diga el pobre corderito1...?
¿No fuiste tú quien lo educó...? Recuerda aquellos tiempos en los que,
sentada en la silla alta y teniéndome tú en tu regazo, me hablabas del cielo2...
Todavía te oigo decir: "Mira cuánto trabajan los comerciantes para ganar
dinero. Y nosotras podemos amontonar tesoros para el cielo a cada instante sin
tantos trabajos; lo único que tenemos que hacer es recoger diamantes con un
RASTRILLO".
[vº]
Y yo me iba con el corazón desbordante de alegría y de buenos propósitos...
¡Sin ti, tal vez yo no estaría en el Carmelo...!
Mucho
tiempo ha pasado desde aquellas horas felices que vivimos en nuestro dulce
nido... Jesús ha venido a visitarnos... Y nos ha hallado dignas de pasar por el
crisol del sufrimiento...
Antes
de mi entrada en el Carmelo, nuestro incomparable decía al entregarme a Dios:
"Quisiera tener algo mejor que ofrecer a Dios". Jesús ha escuchado su
oración: ese algo mejor era ¡él mismo...! ¡Qué alegría por un instante de
sufrimientos...!
Es
el Señor quien lo ha hecho..., y el Señor ama a papá incomparablemente más
de lo que le amamos nosotras: Papá es el hijito de Dios; [vºtv] y Dios, para
ahorrarle grandes sufrimientos, ¡quiere que suframos nosotras por él...! ¡A
nosotras nos toca darle las gracias...!
León
querido, la vida pasará muy pronto. En el cielo nos dará completamente igual
ver que todas las reliquias de los Buissonnets hayan sido desparramadas3.
¿Qué importa la tierra...?
Tu
hijita, a quien tú educaste...,
Sor
Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz
nov.
carm. ind.
NOTAS
Cta 91
1
Sor María del Sagrado Corazón le había escrito: "Unas palabritas para tu
pobre hermana mayor. Sor María de los Angeles me ha dado permiso. Consuélame
un poco. A pesar de todo, mi corazón está muy triste cuando pienso en nuestro
querido papaíto" (LC 112).
2
Cf Ms A 33rº.
3
Estaban comenzando a dispersar el mobiliario de los Buissonnets, ya inútil. Ver
CG p. 484+d.
Cta
92 A María Guérin
Jueves
30 de mayo de 1889
Jesús
+
Querida
hermanita:
Has
hecho bien en escribirme. Lo he comprendido todo... todo, todo, todo1...
No has cometido ni sombra de pecado. Conozco tan bien lo que son esa clase de
tentaciones, que puedo asegurártelo sin temor a equivocarme. Además, Jesús me
lo dice en el fondo del corazón... Hay que despreciar todas esas tentaciones y
no hacerles ningún caso.
¿Quieres
que te diga una cosa que me ha dado mucha pena...? Que mi Mariíta dejara de
comulgar... el día de la Ascensión2
y el último día del mes de María... ¡Qué pena tan grande le habrá dado eso
a Jesús...!
Muy
astuto tiene que ser el demonio para engañar así a un alma3...
¿Pero no ves, cariño, que ésa es la meta que persigue? Sabe muy bien el
pérfido que no puede hacer pecar a un alma que quiere ser toda de Jesús,
[1vº], y por eso sólo intenta hacérselo creer. Ya es mucho para él llevar la
turbación a esa alma; pero su rabia necesita algo más: quiere privar a Jesús
de un tabernáculo amado; y al no poder entrar él en ese santuario, quiere al
menos que se quede vacío y sin dueño... ¿Y qué será de ese pobre
corazón...? Cuando el diablo consigue alejar a un alma de la sagrada comunión,
lo ha ganado todo... ¡Y Jesús llora...!
¡Cariño!,
piensa, pues, que Jesús está allí en el sagrario expresamente para ti, para
ti sola, y que arde en deseos de entrar en tu corazón... ¡Anda, no escuches al
demonio, búrlate de él y vete a recibir sin miedo al Jesús de la paz y del
amor...!
Pero
ya te estoy oyendo decir: "Teresa dice esto porque no sabe..., no sabe que
lo hago muy adrede..., que eso me divierte..., y además no puedo comulgar
porque creo que cometo un sacrilegio, etc. etc. etc.". Sí, tu pobre
Teresita lo sabe muy bien, [2rº] te digo que lo adivina todo, y te asegura que
puedes ir sin temor a recibir a tu único amigo verdadero... También ella ha
pasado por el martirio de los escrúpulos4,
pero Jesús le concedió la gracia de comulgar incluso cuando ella creía haber
cometido grandes pecados... Pues bien, te aseguro que ella se convenció de que
ése era el único medio para desembarazarse del demonio, pues cuando él ve que
está perdiendo el tiempo nos deja tranquilos...
No,
es IMPOSIBLE que un corazón "que sólo encuentra descanso mirando a un
sagrario" ofenda a Jesús hasta el punto de no poderle recibir. Lo que
ofende a Jesús, lo que hiere su corazón ¡es la falta de confianza...!
Hermanita,
ya antes de recibir tu carta presentía tus angustias. Mi corazón estaba unido
a tu corazón. Anoche, en sueños, intentaba consolarte, pero no podía
conseguirlo..., y no seré hoy más afortunada a no ser que Jesús y la Virgen
Santísima vengan a ayudarme. Espero que mi [2vº] deseo se convierta en
realidad y que la Santísima Virgen, el último día de su mes, cure a mi
hermanita querida. Pero para eso, es necesario orar, orar mucho. Si pudieras
ponerle una vela a Nuestra Señora de las Victorias..., ¡tengo tanta confianza
en ella...!
Tu
corazón está hecho para amar a Jesús, para amarlo apasionadamente. Pídele
que los años más hermosos de tu vida no transcurran entre miedos quiméricos.
No
tenemos más que los breves instantes de nuestra vida para amar a Jesús. El
diablo lo sabe muy bien, y por eso procura consumirla en trabajos inútiles...
Hermanita
querida, comulga con frecuencia, con mucha frecuencia... Este es el único
remedio si quieres curarte. No en vano ha puesto Jesús esos deseos en tu alma.
(Yo creo que a él le gustaría que pudieses recuperar las dos comuniones que
dejaste, pues así la victoria del demonio sería menor al no haber logrado
alejar a Jesús de tu corazón).
No
temas amar demasiado a la Santísima Virgen, nunca la amarás lo suficiente, y
Jesús estará muy contento pues la Virgen es su Madre.
Adiós,
hermanita, y perdona este rompecabezas que es mi carta; no puedo volverla a leer
por falta de tiempo. Da un abrazo de mi parte a todos los míos,
[vºtv]
Sor Teresa del Niño Jesús
nov.
carm. ind.
NOTAS
Cta 92
1
He aquí un extracto de la carta de María, que por esas fechas se encontraba en
la Exposición de París: "Vengo a molestarte una vez más, y sé de
antemano que no vas a estar contenta de mí. Pero ¿qué quieres?, sufro tanto
que me hace bien volcar todas mis penas en tu corazón. París no está hecho
para curar los escrúpulos, ya no sé adónde volver la mirada: si huyo de una
desnudez, me encuentro con otra, y así de continuo todo el día. Es para
morirse de pena. Me parece que lo hago por curiosidad, tengo que mirarlo todo,
me parece que es por ver el mal. No sé si me vas a entender: tengo tal lío en
la cabeza, que no acierto a desenredarlo. El demonio no cesa tampoco de
recordarme todas esas cosas feas que he visto durante el día, y ése es otro
motivo de tormento. ¿Cómo quieres que comulgue mañana y el viernes? Me veo
obligada a abstenerme, y ésta es la prueba más dura, nunca había sentido
tanto amor a la comunión; pienso que estaría inundada de consuelos, que me
sentiría fortalecida si pudiese tener a Dios dentro de mi corazón; de otro
modo, está tan vacío mi pobre corazón, está lleno de tristeza, nada puede
distraerme. ¡Qué ciudad, París! ¡Cuánto más feliz es uno en nuestra casita
de la calle Condorcet! ¿Sabes cuándo me siento más feliz? Cuando estoy en la
iglesia. Al menos allí puedo posar mis ojos en el sagrario, y entonces siento
que estoy en mi centro, todo lo demás no está hecho para mí. Yo no sé cómo
la gente puede vivir aquí; para mí esto es un verdadero infierno" (A
Teresa, LC 113, 29 de mayo de 1889).
2
Ese mismo día, 30 de mayo.
3
Cf la documentación sobre el demonio; TrH, pp. 128ss.
4
Cf Ms A 39rº y 44rº.
Cta
93 A María Guérin
Domingo
14 de julio de 1889
Jesús
+
Querida
hermanita:
Ya
que tienes la humildad de pedir consejos a tu Teresita, ésta no te los puede
negar1.
Pero como es una pobre novicia sin experiencia, tiene miedo de equivocarse, y
tú misma podrías tener también dudas acerca de lo que ella te dice. Pero hoy
no tengas miedo: la que te envío es la respuesta misma de Jesús. ¡Y qué
feliz me siento al transmitírtela...!
Esta
mañana pregunté a nuestra Madre qué debía contestarte acerca de lo que le
dijiste a Celina. Si haces lo que nuestra querida Madre me ha dicho para ti, no
tienes por qué tener miedo a equivocarte, pues Dios ha puesto en su corazón un
profundo conocimiento de las almas y de todas sus miserias. Ella lo sabe todo,
nada se le oculta, conoce perfectamente tu alma.
Y
esto es lo que me ha dicho que te diga de parte de Jesús: "Hiciste muy
bien en contárselo todo a Celina; sin embargo, es mejor no hablar de esas
cosas, es preferible no hacerles ningún caso, porque nuestra Madre está segura
de que no pecas".
Bueno,
¿estás ya tranquila...? Me parece que yo, en tu lugar, si me hubiesen dicho
eso, me habría curado del todo y me habría dejado conducir [vº] a ciegas,
pues ése es el único camino para tener paz y sobre todo para agradar a Jesús.
Aun
cuando estuvieses segura de haber pecado, no hay peligro alguno de ello, pues
nuestra Madre, que tiene (¡digo yo!) más experiencia que tú, te dice que no
pecas...
¡Qué
afortunada eres, María, de tener un corazón que sabe amar de esa manera...! Da
gracias a Jesús por haberte dado un don tan precioso y entrégale todo entero
tu corazón. Las criaturas son demasiado pequeñas para llenar el vacío inmenso
que Jesús ha abierto en ti, no les des cabida en tu alma...
Dios
no te cogerá en sus lazos, pues estás ya bien aprisionada en ellos...
Sí,
es una gran verdad que nuestro afecto no es de la tierra. Es demasiado fuerte
como para eso, y ni la misma muerte será capaz de romperlo...
No
te aflijas por no sentir ningún consuelo en tus comuniones. Es una prueba que
hay que soportar con amor. No pierdas ni una sola de las espinas que encuentres
a diario: ¡con una sola de ellas puedes salvar un alma...!
¡Ay,
si supieras cuánto se ofende a Dios! ¡Tu alma está tan bien hecha para
consolarle...! ¡Ámale hasta la locura por todos los que no le aman...!
Hermanita,
mi pluma, después de su loca carrera, tiene que detenerse. Tengo que escribir
hoy cinco cartas, pero he empezado por mi Mariíta..., ¡la quiero tanto, y tan
poco naturalmente...!
Da
un abrazo de mi parte a mis tíos y a mi querida Juana, y diles que les quiero.
Y
tú, pequeña preferida de Jesús, ruega para que tu indigna hermanita pueda
amar, si es posible, tanto como tú...
Sor
Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz
nov.
carm.ind.
NOTAS
Cta 93
1
María acababa de escribirle: "Hermanita querida, voy a decirte una cosa
que va a gustarte mucho: ya soy mucho menos escrupulosa. Sin embargo, hay un
punto en el que he sido muy atormentada. Fue la víspera de una de mis
comuniones. Tenía miedo, o, mejor, estaba segura de haber cometido mi pecado
(me comprendes, ¿no?). Me parecía que no era digna de acercarme a recibir a
Dios, y no había podido encontrar a mamá para comentar con ella mis
inquietudes, y entonces se lo conté todo a Celina. ¿He hecho bien? No lo sé.
Siempre he pensado mucho sobre este tema, temía que ello trajese malos
pensamientos a Celina, creía que quizás no hubiese que contar los propios
pecados a todo el mundo, y además, como el Sr. abate Domin me había prohibido
hablar de mis escrúpulos a Juana, ¿no valdría también esa prohibición para
Celina? En fin, Teresa de mi vida, si quieres darme alguna luz sobre este punto,
será un gran peso menos sobre mi conciencia" (LC 114, 10/7/1889).
Cta
94 A Celina
El
Carmelo, 14 de julio de 1889
Jesús
+
Querida
Celina:
Mi
alma no te abandona..., ¡sufre el destierro1
contigo...! ¡Ay, cómo cuesta vivir, seguir en esta tierra de amarguras y de
angustias...! Pero mañana..., dentro de nada, estaremos en el puerto, ¡qué
felicidad! ¡Qué maravilloso será contemplar a Jesús cara a cara por toda la
eternidad! ¡Siempre, siempre más amor, siempre alegrías cada vez más más
embriagadoras..., una felicidad sin nubes...!
¿Cómo
se las habrá arreglado Jesús para desligar así nuestras almas de todo lo
creado? Sí, nos ha infligido un golpe muy duro, pero es un golpe de amor. Dios
es digno de admiración, pero sobre todo es digno de amor. Amémosle, pues...,
amémoslo lo bastante como para sufrir por él todo lo que él quiera, incluso
los dolores del alma, las arideces, las angustias, las frialdades aparentes...
¡Es gran amor amar a Jesús sin sentir la dulzura de este amor...! ¡Es un
verdadero martirio...! Pues bien, ¡muramos mártires! Celina, Celina mía,
dulce eco de mi alma, ¿entiendes? Es el martirio ignorado, sólo conocido por
Dios, que el ojo de la criatura no puede descubrir, martirio sin honor, sin [vº]
triunfos...
He
ahí el amor llevado hasta el heroísmo... Pero un día Dios, agradecido,
exclamará: "Ahora me toca a mí"2
¿Y qué veremos entonces...? ¿Qué será esa vida que nunca tendrá fin...?
Dios será el alma de nuestra alma..., ¡misterio insondable...! El ojo del
hombre no ha visto la luz increada, su oído no ha escuchado las incomparables
armonías, y su corazón no puede soñar lo que Dios tiene reservado a los que
ama. Y todo esto llegará pronto, sí, pronto. Démonos prisa en tejer nuestra
corona, tendamos la mano para recoger la palma, y si amamos mucho, si amamos a
Jesús con pasión, no será lo bastante cruel como para dejarnos mucho tiempo
en esta tierra de destierro...
Celina,
durante los CORTOS INSTANTES QUE nos quedan, no perdamos el tiempo..., salvemos
almas... Las almas se pierden como copos de nieve3,
y Jesús llora, y nosotras pensamos en nuestro dolor sin consolar a nuestro
prometido... Sí, Celina, vivamos para las almas..., seamos apóstoles...,
salvemos sobre todo las almas de los sacerdotes4.
Esas almas debieran ser más transparentes que el cristal... Pero, ¡ay!,
¡cuántos malos sacerdotes, cuántos sacerdotes que no son lo bastante
santos...! Oremos y suframos por ellos, y en el último día Jesús estará
agradecido. ¡Nosotras le daremos almas...!
¿Comprendes,
Celina, el grito de mi corazón...? Juntas..., siempre juntas.
Celina
y Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz,
nov.
carm. ind.
[vºtv]
Sor María del Sagrado Corazón no te puede escribir porque la carta pesaría
demasiado.
NOTAS
Cta 94
1
Celina y Leonia se encuentran en La Musse.
2
Cf Cta 57, n. 5.
3
Cf P. d'Argentan, op. cit., t. II, p. 83-84; y CG p. 495+e.
4
Cf Ms A 56rº y 69vº. Es la primera vez que aparece en los escritos de Teresa
la preocupación por los sacerdotes; en la correspondencia de 1889-1890 con
Celina vuelve a aparecer el "leitmotiv": "Oremos por los
sacerdotes" (Cta 94, 96, 101, 108, 122). Cf
CG p. 496+g.
Cta
95 A sor Inés de Jesús
Julio-agosto
(?) de 1889
J.M.J.T.
Jesús
+
Querido
cordero, deja que bale un poco tu pobre corderito... ¡El cordero me hizo mucho
bien el domingo...!
Hay
sobre todo una frase que fue luminosa para mí. Era ésta: "Callemos la
palabra que pudiera enaltecernos". Es verdad, hay que guardarlo todo para
Jesús con celoso cuidado... Cordero querido, ¡cuánto bien hace trabajar sólo
por Jesús, absolutamente SÓLO por él...! ¡Cómo se llena entonces el
corazón y qué ligero se siente...!
Benoní1
de Jesús, reza por el pobre granito de arena. Que el grano de arena se mantenga
siempre en su lugar, es decir bajo los pies de todos; que nadie piense en él;
que su existencia sea, por decirlo así, ignorada. El grano de arena no desea
ser humillado, eso sería todavía [1vº] demasiado glorioso, pues los demás se
sentirían obligados a ocuparse de él. Tan sólo desea una cosa: ¡ser
OLVIDADO, ser tenido en nada...!2.
Pero desea ser visto por Jesús. Si las miradas de las criaturas no pueden
abajarse hasta él, que al menos la Faz ensangrentada de Jesús3
se vuelva hacia él... No desea más que una mirada, ¡una sola mirada...!
Si
a un grano de arena le fuese posible consolar a Jesús, enjugar sus lágrimas4,
¡aquí hay uno que quisiera hacerlo...! Que Jesús tome al pobre grano de arena
y lo esconda en su Faz adorable... Allí el pobre átomo nada tendrá ya que
temer, estará seguro de no volver a pecar...
[2rº]
El grano de arena quiere a toda costa salvar almas, y Jesús tiene que
concederle esta gracia... Pequeña Verónica, ¡pide para mí esta gracia a la
Faz luminosa de Jesús...! Sí, la Faz de Jesús luminosa; pero si aun en medio
de las heridas y de las lágrimas es ya tan hermosa, ¿qué será cuando la
veamos en el cielo...?
¡Ah,
el cielo..., el cielo...! Sí, para ver un día la Faz de Jesús, para
contemplar eternamente [2vº] la maravillosa belleza de Jesús, el pobre grano
de arena desea ser despreciado en la tierra...
Cordero
querido, pide a Jesús que su grano de arena se apresure a salvar muchas almas
en poco tiempo para volar más rápidamente hacia su Faz adorada...
¡Sufro...!
Pero la esperanza de la patria me da ánimos: ¡pronto estaremos en el cielo...!
Allí no habrá ya ni día ni noche, sino que la Faz de Jesús hará que reine
una luz sin igual...
Cordero
querido, comprende al grano de arena. El no sabe lo que ha dicho esta noche,
pero a buen seguro que no tenía intención de escribir ni una sola palabra de
todo lo que ha garabateado...
NOTAS
Cta 95
1
[Teresa escribe "Belloni": N. del T.,] deformación de Benoní, cf Gen
35, 18.
2
Im I, 2, 3. Cf Ms A 71rº.
3
Cf la estampa que Teresa dará a Celina para su santo (Cta 98).
4
Cf Cta 94 y 98; Ms A 71rº.
Cta
96 A Celina
15
de octubre de 1889
Jesús
+
Querida
Celina:
¡Si
supieras qué hondo le has llegado al corazón de tu Teresa...! Tus macetas1
son realmente PRECIOSAS, ¡NO SABES cómo me han gustado...!
Celina,
tu carta me ha gustado mucho, muchísimo. He sentido hasta qué punto nuestras
almas están hechas para comprenderse, para marchar por el mismo camino... La
vida... Es cierto que, para nosotras, no tiene ya el menor encanto... Pero me
equivoco: es verdad, [1vº] los atractivos del mundo se han desvanecido para
nosotras, pero eso es humo..., y nos queda la realidad. Sí, la vida es un
tesoro..., cada instante es una eternidad, una eternidad de gozo para el cielo2:
¡una eternidad ver a Dios cara a cara3
y ser una sola cosa con él...! No hay más que Jesús, todo lo demás no
existe... Amémosle, pues hasta la locura, salvémosle almas.
Sí,
Celina, siento que Jesús nos pide a nosotras dos que apaguemos su sed dándole
almas, sobre todo almas de sacerdotes. [2rº] Siento que Jesús quiere que yo te
diga esto, porque nuestra misión es olvidarnos de nosotras mismas,
anonadarnos..., ¡somos tan poca cosa...! Y no obstante, Jesús quiere que la
salvación de las almas dependa de nuestros sacrificios y de nuestro amor. Él
nos mendiga almas. ¡Comprendamos su mirada!, ¡son tan pocos los que saben
comprenderla! Jesús nos concede la gracia insigne de instruirnos él mismo, de
revelarnos una luz escondida... Celina..., la vida será corta, la eternidad sin
fin... Hagamos de nuestra vida un sacrificio continuado, un martirio de amor,
para consolar a [2vº] Jesús. El no quiere más que una mirada, un suspiro,
¡pero una mirada y un suspiro que sean sólo para él...! Que todos los
instantes de nuestra vida sean sólo para él. Que las criaturas sólo nos rocen
al pasar...
Sólo
tenemos que hacer una cosa durante la noche, la única noche de la vida, que no
vendrá más que una vez: amar, amar a Jesús, con todas las fuerzas de nuestro
corazón y salvarle almas para que sea amado... ¡Sí, hacer amar a Jesús!
Celina, ¡qué a gusto hablo contigo...! Es como si hablase con mi propia
alma... Celina, me parece que a ti te lo puedo decir todo...
(Gracias
de nuevo por tus lindas macetas. El Niño Jesús tiene un aire radiante por
estar tan bien adornado.)
Sor
Teresa del Niño Jesús de la Sta. Faz
nov.
carm. ind.
NOTAS
Cta 96
1
Una macetas para estatua del Niño Jesús.
2
P. d'Argentan, op. cit., II, p. 13.
3
Cf CG I, p. 505+c.
Cta
97 A la señora de Guérin
15
de octubre de 1889
Jesús
+
Querida
tía:
¡Imposible
decirle cómo me emocionaron sus golosinas..! Pido a mi santa patrona que se lo
agradezca ella, colmándola de todos sus dones, lo mismo que a mi tío querido.
Le encomiendo que dé las gracias de mi parte a mis hermanitas Juana y María
por los preciosos ramos de flores y por esas uvas tan deliciosas.
[1vº]
He tenido que interrumpir la carta por la llegada de un nuevo regalo: dos
magníficas plantas para el Niño Jesús... Realmente, me siento abrumada, me
sentiría avergonzada si todo eso no fuese para adornar el altar del Niño
Jesús. Él, sin duda alguna, se encargará de pagar la deuda que tengo
contraída con mis queridos parientes. Desconozco el nombre de la persona que
hace este atento regalo al Jesús de Teresa... Si usted la conoce, querida tía,
exprésele, por favor, mi gratitud...
Querida
tía, ¡con cuánto fervor pido [2rº] hoy a santa Teresa que le devuelva el
céntuplo de todo lo que hace por nosotras! Celina, en su carta de
felicitación, me habla de todas sus bondades para con ella; me ha llegado muy
al alma, pero no me ha sorprendido, pues conozco todas las delicadezas
maternales que usted tiene con nosotras.
Querida
tía, tengo el corazón muy lleno de dulces cosas que quisiera decirle una y mil
veces, pero tengo que dejarla para ir a Vísperas.
Le
mando mis mejores besos, lo mismo que a mi tío y a mis cuatro hermanitas1.
Su
hijita enormemente agradecida,
Sor
Teresa del Niño Jesús
nov.
carm. ind.
NOTAS
Cta 97
1
Sus dos hermanas, Leonia y Celina, y sus dos primas Guérin.
Cta
98 A Celina
El
Carmelo, 22 de octubre de 1889
Jesús
+
Mi
querida Celina:
¡Si
supieras la pena que tengo al pensar que he dejado pasar el 21 sin felicitar el
santo a mi Celina..! ¿Habrá dudado Celina del corazón de su Teresa...? Y sin
embargo, hacía mucho tiempo que pensaba en esa fiesta tan querida; pero la vida
del Carmelo es tan eremítica, que la pobre solitaria nunca sabe en qué día
vive...
Celina,
este olvido me ha dolido en el alma. Pero, ya ves, pienso que este año Jesús
ha querido que nuestro santo sea el mismo día: ¿no es hoy la octava de santa
Teresa? Sí, Celina, santa Teresa es también tu patrona, pues tú eres ya su
hija querida... ¿Sabes una cosa? Esta pena que tengo hoy, yo la miro como algo
dispuesto por Jesús. Porque él se complace en sembrar así de pequeñas penas
nuestra vida...
Te
envío una hermosa estampa de la Santa Faz que nuestra querida Madre me dio hace
algún tiempo. Creo que le cuadra tan bien a María de la Santa Faz1,
[vº] que no puedo guardarla para mí. Hace ya mucho tiempo que pensaba
regalársela a mi Celina..., a mi Celina del alma... Que María de la Santa Faz
sea otra Verónica que enjugue toda la sangre y las lágrimas de Jesús, su
único amado; que le gane almas, sobre todo las almas que ella ama2;
que se empeñe con toda el alma en desafiar a los soldados, es decir al mundo,
para llegar hasta Él... ¡Qué feliz será cuando un día pueda contemplar en
la gloria la bebida misteriosa con que habrá apagado la sed de su Prometido
celestial, cuando vea que sus labios, antes resecos, se abren para decirle la
palabra única y eterna del amor..., el gracias que no tendrá fin...!
Hasta
pronto, pequeña Verónica del alma. Mañana, sin duda, el Amado nos pedirá un
nuevo sacrificio, un nuevo alivio para su sed. Pero ¿qué importa? Muramos con
él...
Felicidades,
Celina querida...
Tu
pobre hermanita,
Teresa
del Niño Jesús de la Santa Faz
nov.
carm. ind.
[vºtv]
No te olvides de coger una florecita-Celina3,
es mi corazón quien te la ofrece...
NOTAS
Cta 98
1
Nombre dado espontáneamente por Teresa a Celina. Cf Cta 149, 174 y 183; Or 12,
infra, n. 1.
2
Las almas de los sacerdotes.
3 El áster, que florece en octubre. Cf Cta 124 y 132.