CAPITULO X

La Eucaristía, celebración festiva para los niños y los jóvenes.


A lo largo de nuestro curso sobre teología de la eucaristía hemos concluido que la eucaristía es el lugar privilegiado para el encuentro con Cristo presente, vivo y resucitado, por esto hemos de darle a su celebración, una nueva fuerza como fuente y culminación de la vida de la Iglesia y esta nueva fuerza debe tener dimensiones tales como el ser conscientes de que la eucaristía es un inmenso regalo del cual hay que participar. Al mismo tiempo es un espacio privilegiado para construir la comunidad y la fraternidad.

Así pues entre todos debemos ayudar especialmente a los niños y jóvenes a tener un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, estando atentos a los desafíos del mundo actual que analizamos en el capítulo anterior, siendo sensibles a las esperanzas de los niños y de los jóvenes y a las angustias de estos últimos, aprendiendo a compartir sus vicisitudes y a solidarizarnos con ellos en los momentos que viven tanto de conflictos personales, como afectivos y sociales.

Para que la celebración sea realmente festiva, hemos de comenzar por escucharlos y dialogar con ellos para inducirlos a la participación y a su corresponsabilidad en la vida comunitaria, sabiendo interpretar el gran sentido de " camaradería" que invade la mentalidad juvenil pues si sabemos captar su inclinación hacia todo lo que lleve al compartir y departir, posiblemente podamos hacerles vivir la celebración en profundidad tanto en lo relativo a la unidad como a la fiesta.

Junto con la escucha y el diálogo, hemos de ser conscientes de que los niños, los adolescentes y los jóvenes que vivirán en el tercer milenio serán los responsables de las estructuras sociales, políticas, económicas, culturales y eclesiales de nuestro continente y si son los responsables de dichas estructuras deberán buscar, con nuestro apoyo, soluciones originales, objetivas y armónicas a la problemática que vivimos con el fin de lograr un desarrollo cada vez más humana y más cristiano, como lo dice el Papa Juan Pablo II en su homilía en Higüey en 1992. Vemos que muchos de ellos son alienados, no solo por una serie de imposiciones culturales y sociales, sino por el adormecimiento producido por los medios de comunicación social y que los conduce a una permanente dependencia, amén de la imperante egolatría que impide el progreso en la maduración afectiva, social, sexual e intelectual.

Tal como lo afirman la conclusiones de la IV conferencia general del episcopado latinoamericano en Santo Domingo, muchos jóvenes y adolescente saben reaccionar tanto al consumismo como a la corrupción y a la exclusión generando espacios de participación mediante grupos y movimientos que los convierten en actores dinámicos y activos de los dramas que vivimos.

Tienen proyectos de vida personal y comunitaria pero necesitan acompañamiento en sus " caminos de crecimiento" tanto en la fe como en la cultura, para lograr la transformación de la sociedad que les hemos entregado.

Ante todo lo anteriormente enumerado hemos de comprometernos con una opción preferencial, afectiva y efectiva por los jóvenes con diversidad de acciones que de no hacerlas nosotros, estaríamos dejando el camino amplio y libre para que otros las hagan. Y una de ellas ha de ser la celebración de la Eucaristía de tal forma que asuman nuevas formas celebrativas de acuerdo con su propia cultura, fomentando la sana creatividad, utilizando signos y símbolos que les hablen y toquen sus particulares sensibilidades de encuentro, de solidaridad y de esperanza. Nos corresponde integrar el crecimiento de su fe con sus procesos de desarrollo contando con elementos tan propios de los adolescente y los jóvenes como la fiesta, la música, el teatro y el mismo deporte.

Y esta acción gira alrededor, tanto del encuentro con Jesucristo en el hoy de nuestra América Latina, como haciendo con los niños, los adolescentes y los jóvenes tres desafiantes caminos, a saber, el camino de la conversión, el camino de la comunión y el camino de la solidaridad, como nos indica el esquema general de la Exhortación Apostólica Post – Sinodal " Ecclesia in América" del 22 de Enero de 1999.

El primero o camino de la conversión, para llevarlos a un nuevo estilo de vida con una dimensión social comprometida. El segundo o camino de la comunión, para inducirlos a una nuevo estilo de Iglesia como unidad, acompañándolos al encuentro con Cristo y en donde la eucaristía sea el centro de comunión con el Señor y con los hermanos.

Y el tercero o camino de la solidaridad, para que lleven a la práctica el fruto de dicha " comunión" que se expresa en la solidaridad, denunciando los pecados sociales que claman al cielo y propendiendo por los derechos humanos, la lucha contra la corrupción, las drogas, la violencia, el armamentismo, sin olvidar la solidaridad con los inmigrantes, los desplazados, los indígenas y los hermanos de origen africano.

Y es que siendo los adolescentes y los jóvenes una fuerza social evangelizadora por constituir una gran parte de nuestra población, nuestras esperanza y nuestras expectativas para un nuevo estilo de vida, para un mayor sentido de comunión y participación y para una mayor solidaridad comprometida y activa, nuestros esfuerzos deben ser patentes y efectivos, constantes y dinámicos, adecuados y concretos.

Nuestros jóvenes tienen sed de Dios, pero no siempre cuentan con las condiciones para realizar sus capacidades y lograr sus aspiraciones, pero las frecuentes frustraciones los lleva a abandonar la búsqueda del Señor. Nosotros debemos llegar a ellos tanto en sus propios ambientes como de acuerdo con su sensibilidad y sus culturas. No es lo mismo celebrar en un colegio privado que un colegio público, no es lo mismo un joven universitario que un joven obrero, ni un joven campesino que uno citadino.

Así pues la celebración eucarística con los niños, con los adolescentes y con los jóvenes debe tener su propio estilo celebrativo que viene a ser el modo de expresión comunitaria y personal, estética y simbólica de un grupo de bautizados que toman parte en la acción litúrgica. Quizás nuestro estilo de celebración con los anteriormente citados, deba ser uno didáctico – catequético que hace de la celebración una especie de plataforma ilustrativa.

Son celebraciones sin muchas explicaciones, sin cantidad de moniciones y más bien con imágenes mediante un retroproyector o incluso con la ayuda del In Focus, la utilización de posters o afiches, slógans, escenificaciones o puestas en escena, movimientos teatrales, que no confundan por supuesto a los jóvenes haciéndoles creer que están en un teatro ilustrativo y no en la celebración de un misterio dentro de una ritualidad

Las lecturas han de ser preparadas o incluso dialogadas y la música debe ser de acuerdo con el ambiente en el que se esté celebrando pues no es lo mismo, celebrar encerrados en una capilla o una iglesia que estar en un patio o un galpón, en donde se puede estar sentados en el suelo, utilizando banderas, pompones, pañuelos o elementos festivos. Y tambien según la edad de aquellos que celebran pues las letras de la música deben estar acordes con ellos. No podemos seguir cantando aquellos de " y cantan los prados y cantan las flores con armoniosa voz y mientras cantan prados y flores yo soy feliz pensando en Dios", pudiendo cantar, " Jesús es una nota, déjalo entrar en tu corazón" y si son niños poder cantar " desde antes de nacer tú me veías, por eso yo te digo gracias Señor por estar conmigo".

Y en cuanto a la música se refiere creo que es hora de pensar seriamente en la posibilidad de hablar no solamente de las " misatécas" con ritmos foráneos, sino tambien de la " Misa – Salsa" y de la " Misa – Vallenata" y de la " Misa – Llanera y en fin de la Misa – Currulao, hablando de nuestros ritmos, pues son ritmos que expresan la vida y el alma de un pueblo y sus culturas, de un pueblo que cree en la vida y que sabe apreciarla pues sabe hacer la fiesta. Esta búsqueda puede llevarnos a una verdadera inculturación del evangelio para la vida del pueblo.

Esto no significa que no tenga espacio un estilo de celebración mistagógico en donde tambien se le da utilización, a la palabra, al silencio, a unas moniciones que inviten y llamen la atención, más que a largas explicaciones. Son más invitatorios breves, vibrantes y hasta aclamatorios que amplios discursos.

Celebraciones en donde los ritos se hacen sin hieratismos ni ampulosidad, pero sí con exactitud, armonía y sencillez y no se excluyen los elementos naturales como el uso de la luz, del agua, de la noche y además, ciertas acciones simbólicas, como la aspersión , la unción y la incensación.

Se ora tambien con el cuerpo mediante diversos movimientos que conducen a la unidad y a la participación, incluyendo la danza rítmica en el momento de la procesión de entrada, en la presentación de las ofrendas y al final de la celebración. Creo que es básico tener presente en la celebración con esta clase de personas , la música y el canto, la oración corporal, los símbolos y la ausencia de prisa, suscitando así una experiencia intuitiva, místico – contemplativa tan buscada hoy por los jóvenes saliéndonos de las pesadas experiencias racionales y comprensivas, pues lo más importante de la celebración no es su transparencia lógica sino su expresividad yo diría poética en su sentido de referencia simbólica y su referencia creativa.

El joven muchas veces necesita más, que verdades racionales, dimensiones reales de la vida y en otras palabras, la intuición estética es un aspecto de la intuición existencial con que se descubre el mundo de la fe, por algo los antiguos decían que la fe no es fruto de la inferencia racional sino de la intuición y de la acción de Dios.

Para el adolescente y el joven las celebraciones no son únicamente instrumentos pedagógicos para captar el sentido de la revelación, ni un medio para entrar en contacto con Dios, son o mejor deben ser explosiones líricas de su fe, más aún, son manifestaciones lúdicas y gratuitas de su amor juvenil, son cantos y hasta gritos de admiración y de esperanza por medio de las expresiones artísticas e incluso poéticas por medio de las cuales se dan cuenta de que el Señor Jesús no es el Dios teórico de los filósofos, ni el Dios utilizable de las religiones, sino el hombre – Dios que nos ha bendecido con toda clase de bienes espirituales y celestiales y nos ha marcado con el Espíritu Santo prometido.

Nuestra labor con los adolescentes y los jóvenes, es la lucha permanente contra el hastío y el cansancio, contra el vacío y la angustia existencial del momento, el tedio y hasta la tendencia al suicidio. Luchemos contra la ya famosa " neurosis del domingo" en que estamos cayendo y la tecnociencia y la dependencia de la cibernética y el cibersexo y la subcultura de una sexualidad convertida en solo sexo sin horizontes personales, sin arte y sin trascendencia.

 

La eucaristía en la vida de los consagrados, de aquellos que se preparan al sacerdocio en las Universidades, los Seminarios, las casas de formación y en la vida de los laicos estudiosos y comprometidos con el Evangelio.

Con todos los elementos que hemos manejado a lo largo de este curso, podemos decir que la eucaristía es para todos los consagrados, los que se preparan al sacerdocio y los laicos comprometidos con el evangelio, la fuente y el culmen de su vida de bautizados pero tambien la razón de ser de su vida fraterna, es fuente para la construcción de su vida comunitaria y para su proyección social siempre animada por el firme proyecto de ser fieles al hermano y a Jesucristo. La eucaristía es para todos nosotros la " vida de nuestro apostolado" y el culmen de todo trabajo pastoral, vivido en compromiso de conversión, de comunidad y de solidaridad.

La eucaristía de los consagrados, de los seminaristas y de todos aquellos laicos dedicados al estudio de la teología y comprometidos con el Señor y con su Iglesia, debe tener siempre lo que alguno ha llamado " sabor a Cristo". La eucaristía no debe ser en nuestras casas de formación o seminarios algo separado o paralelo a la vida, sino perfectamente integrado a ella, la eucaristía entre los consagrados o los que se preparan al sacerdocio ha de ayudar a integrar a Cristo y su misterio en los acontecimientos de la vida cotidiana mediante una liturgia viva, participativa, y sobre todo de una liturgia con repercusión en la vida ya que no basta tener misa todos los días si esa " misa" no repercute en la vida concreta de la fraternidad o de la casa, adaptando las celebraciones a las necesidades y al carisma de cada grupo, comunidad, congregación u Orden.

La comunidad religiosa siendo el lugar a donde se llega a ser hermanos, debe propender, ante todo por una Iglesia como comunión para que cada comunidad religiosa llegue a ser expresión de la comunión eclesial y no una " secta" que se aísla de la vida eclesial y en lugar de favorecer los procesos de evangelización estanca y fosiliza la vida fraterna. Alrededor de la eucaristía todos aquellos que se preparan para el sacerdocio bien sea en una Universidad, en un Seminario o en una casa de formación , así como los laicos comprometidos que desean servir a la iglesia con una preparación cualificada y de alta calidad, deben ser precisamente por la eucaristía, instrumentos de unidad, profetas de la esperanza y por qué no , maestros de fraternidad, colaborando en la búsqueda de nuevas estructuras y de una nueva configuración de la vida consagrada como testimonio ante los demás bautizados, a partir de una nueva concepción de la persona, de la obediencia – autoridad, del modo de comprender y vivir el trabajo.

Para vivir como hermanos es necesario hacer un verdadero camino de liberación interior, lo que significa liberarse de tantas ataduras jurídicas que les impiden vivir en libertad y sana apertura, liberarse de querer ser el centro de todo y del miedo a entregarse a los hermanos. En una palabra aprender a ser constructores de comunidad y no consumidores de comunidad para ser responsables del crecimiento de los demás.

Espero que este curso de teología sobre la eucaristía haya sido para todo nosotros no solamente la oportunidad de profundizar en los aspectos bíblicos, teológicos y pastorales sobre la eucaristía sino ante todo la apertura a una nueva mentalidad, a una nueva comprensión de la eucaristía y a una nueva forma de interpretar su sentido, su celebración y su vivencia.

Espero haber podido llegar a todos con nuevos elementos sobre la eucaristía y haber logrado crear en ustedes el gran interés por todo lo que a la eucaristía se refiere, como es su teología y su celebración, pero sobre todo el que hayan comprendido que el centro de nuestra vida es y seguirá siendo la eucaristía como creadora de la iglesia.

Disculpen mis incomprensiones, y gracias, mil gracias por la atención prestada a lo largo de estos 30 inolvidables encuentros.