CAPITULO III

APROXIMACIÓN AL DESARROLLO DE LA " PREX EUCHARISTICA " EN LOS SIGLOS III Y IV, DESDE LA " TRADICIÓN APOSTÓLICA " DE HIPÓLITO DE ROMA Y LAS CONSTITUCIONES APOSTÓLICAS VIII, 12, 4 – 51, HASTA CIRILO DE JERUSALÉN, SAN AMBROSIO Y SAN AGUSTÍN.


TRADICIÓN APOSTÓLICA DE HIPÓLITO DE ROMA.

De acuerdo con las investigaciones sobre la personalidad de Hipólito, se dice que fue un sacerdote romano que se desempeñó en dicha ciudad bajo el Pontificado del Papa Calixto hacia el año 220 y que parece llegó a ser antipapa pues fundó una comunidad disidente y de corte conservador, oponiéndose tanto al Papa Calixto como a los Papas Urbano y Ponciano.

Parece que la obra que vamos a analizar fue escrita en griego aunque no se conoce su original pues solo nos quedó en copto que es el nombre dado por los árabes a los habitantes de Egipto no helenizados y por tanto a su lengua. Hay algunos fragmentos en árabe, en etíope y en latín. La obra fue primero denominada como la " Ordenación eclesiástica egipcia "

" La Tradición Apostólica " es una colección de cánones relacionados con la vida de la Iglesia y es sin duda alguna el mejor documento sobre la eucaristía del siglo III a pesar de sus enfrentamientos con los Papas. De todas formas nos interesa este documento pues al apegarse a la tradición de los cristianos romanos, muestra un esquema eucarístico de mucho interés para nosotros como lo indica el nombre de la obra, salvaguardar las " tradiciones " de los apóstoles en el terreno eucarístico

De todas formas es la primera " prex eucharistica " más parecida a nuestras plegarias eucarísticas actuales y muy en especial a la Plegaria II del actual Misal de Pablo VI o Misal Romano, a la que por hacerle una serie de adaptaciones no quedó ni fiel a la de Hipólito ni suficientemente original a la buscada por la reforma del Vaticano II.

Hipólito en el prólogo de su obra dice que solo desea mencionar los ritos de la primitiva comunidad y prácticamente representa la disciplina romana del siglo III, pero quede claro que su documento no se identifica con el llamado " Cánon Romano". La influencia de esta obra ha sido muy grande sobre todo en el Oriente pues tanto en Egipto como en Siria se utilizó e incluso hoy en día se utiliza en la liturgia etíope tambien llamada liturgia abisinia como se les denominaba en otra época a los etíopes.

De las tres partes de que consta esta obra nos interesa la primera, pues en ella encontramos la plegaria eucarística que es muy breve y de carácter netamente cristológico ya que su tema es la obra redentora de Cristo. Encontramos por primera vez en Hipólito el texto explícito y formal de la oración eucarística y además se confirma lo que anteriormente hemos dicho sobre la influencia de la tradición berakática y bíblica en donde se presenta al presidente la oblación y éste imponiendo las manos sobre dicha ofrenda, dice la acción de gracias indicándola con un diálogo igual que aquel con que se iniciaba la tercera copa pascual y que es absolutamente idéntico al que utilizamos hoy en la iniciación de la plegaria eucarística. Lo que observamos es que al final de la primera parte de esta plegaria no hay Sanctus ni tampoco intercesiones.

Los elementos que encontramos en ella son de mucho interés para nuestro estudio dada la teología que reflejan sus pasajes la cual está centrada, como ya lo dijimos, en la cristología y completada con una invocación al Espiritu Santo, sobre las ofrendas y sobre los oferentes. Aquí conviene precisar que siendo una oración tan breve en la cual la narración de la institución está tan ligada al contexto, no podríamos decir que la consagración dependa de las palabras llamadas de la consagración sino de la plegaria completa.

Además el documento se interesa mucho sobre la realidad del cuerpo y de la sangre del Señor, sugiriendo que se " conserven " con cuidado dichos elementos, pues los cristianos llevaban a sus casas los dones eucarísticos quizás para ir comulgando durante la semana, tal como aparece en el documento " De Oratione 19 " de Tertuliano, escrito hacia el año 210.

Hay algunos elementos que conviene distinguir pues son muy precisos como la expresión de la acción de gracias que expresa los motivos para bendecir al Señor, tambien está el relato de la institución dirigido al Padre y haciendo parte de todo el contexto como ya lo dijimos. Se incluye el memorial o anamnesis y la ofrenda a partir del mandato de hacerlo en memoria del Señor. Uno de los elementos que más nos interesan es la invocación de los frutos del sacrificio sobre los oferentes, es decir, se pide que los fieles reciban la plenitud del Espiritu Santo de acuerdo con la expresión del libro de los Hechos de Apóstoles 2, 2 de tal forma que la fe sea confirmada por la verdad.

La invocación del Espíritu sobre la oblación es sin duda alguna posterior a la invocación sobre la asamblea, es una epíclesis más de comunión que consecratoria por medio de la cual la vida divina llega a la comunidad por medio de los elementos eucarísticos, invocando al Espiritu para que descienda sobre la asamblea. El texto de Hipólito termina con la doxología que es una acción de gracias al Padre por Jesucristo y con el " Amén " como respuesta de la samblea tal como apareció en los textos de San Justino y con el mismo significado.

 

LAS CONSTITUCIONES APOSTÓLICAS VIII, 12, 4 - 51

Es de sobra conocido que esta obra fue compuesta a finales del siglo IV en Siria o sea en Antioquía y representa una vasta recopilación que recoge tambien la llamada " Didascalia de los Apóstoles ". Parece que el autor de todas formas era de tendencia judaizante y tuvo la influencia arriana. De todas formas nos vamos a detener un poco en el libro VIII que presenta unos textos eucarísticos de interés para nuestro estudio.

Cuando hablábamos de la influencia judaica lo hacíamos porque confirmábamos que hasta el siglo IV había una conexión directa entre las oraciones eucarísticas y la berakah judía y podríamos prácticamente decir que hay un débil proceso de cristianización de la bendición judía sin llegar a definirse la peculiaridad cristiana en nuestras plegarias eucarísticas. Podemos afirmar que se injertaron textos sinagogales en la liturgia de la iglesia.

Hay una célebre plegaria en el capitulo 12 del libro de las Constituciones Apostólicas con todos los elementos eucarísticos que podríamos decir que tiene una perfecta estructura eucarística, es bastante larga y posiblemente no fue compuesta para una utilización litúrgica sino quizás para un uso académico.

La plegaria comienza con un diálogo introductorio igual al saludo trinitario de San Pablo en II Corintios 13, 13 " la Gracia de Dios omnipotente, el amor de Nuestro Señor Jesucristo y la comunicación del Espiritu Santo, sea con todos vosotros " después vienen las invitaciones y respuestas que se han conservado al inicio de nuestros prefacios, aunque no se dice " levantemos el corazón " sino más integralmente " levantemos la mente " ( noun ). A estas invocaciones sigue la alabanza por la creación con un énfasis sobre la acción de Cristo en la obra creadora del Padre. Es la estructura de nuestros prefacios con aquello de " en verdad es digno y necesario alabarte.... " con un texto teológico. Viene luego un texto cosmológico sobre la belleza del mundo y posteriormente un texto antropológico sobre el origen del hombre, su culpa, su exilio y la promesa de remisión. Seguidamente encontramos un texto sobre la historia de la salvación especialmente sobre los innumerables beneficios concedidos por Dios a los patriarcas hasta Josué y aquí aparece un canto que no teníamos en los documentos anteriores y es la introducción al " Sanctus " la cual es asumida por el pueblo diciendo " santo, santo, santo es el Señor Sebaoth. Llenos están los cielos y la tierra de tu gloria, bendito por los siglos. Amén." Después de esta respuesta de la asamblea se hace lo que podríamos denominar el " Post – Sanctus " dedicado al Nuevo Testamento, el misterio y la vida de Cristo. Viene entonces el relato de la narración de la institución, la anámnesis, la ofrenda del pan y el cáliz, la epíclesis, las intercesiones o súplicas por la iglesia y por último la doxología y el Amén.

No vamos a detenernos en el análisis de cada sector pues sería sumamente prolijo. Simplemente veamos cómo se elabora este texto a partir de la estructura berakática pues al incluir la " kedusha" o " sanctus" asi como la " geulá " o plegaria por la salvación, aún está muy presente todo el corte oracional judío o mejor dicho toda la estructura berakática y anamnética.

Vean que hay una gran semejanza entre la estructura judía y la cristiana pues se evoca la creación que culmina con el sanctus y se hace toda una presentación de la historia de la salvación y de la historia de los pecados, lo que explica que la estructura cristiana podríamos decirlo, es una prolongación de la oración judía.

 

SAN CIRILO DE JERUSALÉN

Es muy conveniente que nos fijemos un poco en la famosas " Catequésis Mistagógicas " de este autor quien a finales del siglo IV, redactó este documento tanto teológico como ritual para los cristianos del momento. Es la quinta catequésis la que se centra en la celebración de la eucaristía subrayando especialmente todo lo referente a la presencia real de Cristo en ella. Pero resaltemos que su intención es que por medio de la comunión del cuerpo y sangre de Cristo nos convirtamos en un cuerpo con El y nos volvamos portadores de Cristo ( cristóforos ).

En esta quinta catequésis encontramos la inclusión del " sanctus " como la aclamación que hace el pueblo para confirmar lo dicho por el presidente como acción de gracias al Padre. Igualmente encontramos la ablución de las manos o lavabo que significaba más la limpieza de los pecados que la necesidad pragmática de una ablución. En la estructura de San Cirilo, tambien está el beso de la paz, el diálogo que precede al llamado prefacio y la plegaria con su epíclesis. No hay sin embargo el relato de la institución ni aparecen las palabras de Cristo como si fueran ellas las que consagraran y esto es importante en Cirilo pues el protagonismo del Espíritu es digno de resaltar. Aparece ya la intercesión tanto por los vivos como por los muertos así como el testimonio del Padre Nuestro con una explicación a cada sector de esta oración antes de la comunión con distintas formas de hacerla, como por ejemplo el de recibirla en la mano " haciendo a la mano izquierda trono para la derecha, como si fuera ésta a recibir a un rey y con la cavidad de la mano recibe el cuerpo de Cristo respondiendo con el amén, nos lo dice en la quinta catequésis, versículo 21. Poco a poco va desapareciendo la utilización del vino para el pueblo.

Por último es importante recalcar, que para San Cirilo el papel del Espíritu es fundamental pues se le había atribuido más importancia a las palabras de Cristo dichas sobre el pan y el vino que a la acción pneumática sobre dichos elementos y sobre la asamblea congregada. Esta es la línea fundamental de la teología eucarística oriental o sea la acción misteriosa y fundamental del Espíritu Santo sobre la eucaristía, que en occidente tanto se desvirtuó o casi se olvidó. Es la teología de Cirilo, que cualquier cosa que toque el Espíritu Santo, será santificada y cambiada.

En fin, recuerda Cirilo, que el pueblo no debe apartarse de la comunión, por las manchas de los pecados, pues por el pecado no podemos privarnos de estos sagrados y espirituales misterios.

 

SAN AMBROSIO DE MILÁN

En el Libro 4, capítulo 4 sobre " Los Sacramentos ", San Ambrosio de Milán de finales del siglo IV tambien nos explica algunos asuntos sobre la eucaristía en especial a lo concerniente a la presencia de Cristo en los elementos de este misterio. Además le consagra un buen aparte a la eficacia de las palabras de Cristo como las que dan al pan y al vino la nueva realidad, más que al aspecto epiclético o de acción del Espíritu Santo, quien transforma verdaderamente las ofrendas y la comunidad.

El tema de la presencia real de Cristo es afirmado por Ambrosio de manera expositiva no defensiva o sea que es más una catequesis para los neófitos que una respuesta a la polémica sobre la ya nombrada presencia real de Cristo en la eucaristía. San Ambrosio describe la presencia con variedad de terminos como " convertirse, conmutarse, mutarse o incluso hacerse sin olvidar dos verbos que son aún más precisos a saber transfigurarse y significarse.

San Ambrosio cita una formula muy parecida a la del " canon romano " actualmente denominada Plegaria Primera como plegaria eucarística digamos " oficial " de la iglesia de occidente. En una palabra podríamos decir que hasta Hipólito de Roma con su Tradición Apostólica se conservó la libertad en la recitación de la plegaria eucarística y a partir de finales del siglo III prácticamente se inició hasta hoy el camino de la fijación eucarística.

 

SAN AGUSTÍN DE HIPONA

El aporte de San Agustín de Hipona sobre la eucaristía aparece cada vez más rico y por eso creo que es muy interesante colocarlo en este análisis selectivo de algunos de los muchos autores que en estos siglos escribieron sobre la eucaristía, pues no solo presenta sus reflexiones teológicas sino que influye enormemente en la polémica eucarística que se suscitará a partir de la Edad Media en especial en los siglos IX y X pues se ve una oposición entre lo real y lo simbólico. Conviene precisar que no seleccionamos a San Agustín por sus controversias pelagianas o antimaniqueas, sino porque manejaba una teología del sacramento muy importante en especial en lo relativo a los signos y es él quien más insiste en la eucaristía como sacramento de la unidad eclesial y en la importancia de la fe para recibir la gracia sacramental.

El aporte de San Agustín radica tanto en el realismo que utiliza sobre la eucaristía como en el simbolismo sobre la misma dejándonos un doble enfoque que creará diferentes opiniones.

Cuando habla de símbolo o signo o sacramento distingue el cuerpo histórico de Jesús, del cuerpo eucarístico de Cristo e igualmente insiste en la celebración como el medio para construir el cuerpo eclesial del Señor o sea el símbolo que es la Iglesia.

Es en el Sermón 272 que aparece en la Patrología Latina en donde precisa por qué se llaman sacramentos pues una cosa dicen los ojos y otra la inteligencia, lo que ven los ojos tiene apariencias corporales, pero encierra una gracia espiritual. Ahora bien San Agustín no utiliza el verbo " manducare " para no recargar en especial a los neófitos de un excesivo realismo. Podemos decir que a Agustín lo que más le interesa es la unidad de los bautizados en Cristo pues para él el verdadero cuerpo de Cristo es la comunidad y el cuerpo simbólico o sacramental es la eucaristía. Es precisamente al revés lo que en nuestro segundo milenio hemos interpretado y vivido ya que siempre identificamos el cuerpo de Cristo con la eucaristía y el cuerpo místico con la iglesia siendo perfectamente al contrario. Veamos cómo en los siglos cristianos iniciales del primer milenio lo importante era la comunidad eclesial como cuerpo del Señor y el papel de la eucaristía era el de ser " medio privilegiado" para edificar la iglesia Es muy importante retener este concepto pues refuerza la visión que hemos analizado de San Pablo y luego de algunos de los padres de la iglesia que hemos estudiado.

 

CONSTITUCIÓN DE LOS CUATRO GRANDES FORMULARIOS SOBRE LA EUCARISTÍA, SEGÚN LAS TRADICIONES SIRIA, GALICANA – MOZÁRABE, ALEJANDRÍNA Y ROMANA.

Escribir las plegarias eucarísticas es un fenómeno tardío en la tradición cristiana, nacido del riesgo, con el fin de evitar que se alteraran las tradiciones, escribiendo hasta en sus detalles todo el legado eucarístico. Así entonces, después de la gran crisis del arrianismo, se generalizan los textos cristianos específicamente a partir de la segunda mitad del siglo IV, coincidiendo con el apogeo de la teología patrística que va de esa segunda mitad del siglo IV hasta la segunda mitad del siglo VI.

Las grandes columnas de la conservación de las plegarias eucarísticas las encontramos en la Siria tanto oriental como occidental, tambien en Alejandría, en Roma y por último en la tradición galicana y mozárabe. Por supuesto que son formularios con influencias interrelacionales pues sabemos que el formulario de tipo sirio occidental influyó en el formulario sirio oriental el cual influenció en el alejandrino y este en el romano. A su vez el formulario romano, influyó en el conocido formulario ambrosiano o milanés, así como en el formulario lionés.

Ahora bien es conveniente apuntar que las influencias no siempre nacen por necesidades cultuales sino por imposiciones tanto del imperialismo bizantino como del imperialismo romano a tal punto que eran las autoridades seculares las que ordenaban los intercambios para perpetuar de alguna forma su dominio y su poder. Esto lo vemos en la carta que San Gregorio el Grande le enviara a San Agustín de Cantorbery aconsejándole que elaborara una liturgia adaptada a los anglosajones y basada en fuentes distintas a las bizantinas y romanas para evadir precisamente dichos imperialismo ( Epístola 64, lib XI en Patrología Latina t.77 col. 1187 ). Tambien es bueno aclarar que a los formularios eucarísticos mozárabes se les desacreditó dogmáticamente con la decisión de imponer en España los formularios eucarísticos romanos.

Y si la política romana se imponía en España con los formularios romanos, la política bizantina suprimía los formularios regionales para imponer la liturgia siria, tanto que los especialistas afirman que las herejías nestoriana y monofisita nacieron como reacción de su nacionalismo cultural que se rebeló ante la voluntad imperialista bizantina de unificación ritual a todo precio. De todas formas la liturgia romana fue la que se impuso en todo el occidente pero sumergida en una increíble cantidad de ritos, ornamentos, formulas y cantos que precisamente de romanos no tenían nada. Lo que contaba era la unificación ritual, a tal punto que los formularios eucarísticos de Santiago, de San Basilio o de San Marcos fueron prohibidos para alcanzar una uniformidad en la eucaristía que no diera espacio a la improvisación o a la particularidad de cada región.

No podemos pues olvidar que de todas maneras los grandes formularios eucarísticos que vamos a estudiar nos presentan elementos muy importantes de las diversas tradiciones a pesar de las presiones políticas para aniquilarlos con el fin de dominar la cristiandad con dos bloques políticos, uno en Oriente alrededor de Bizancio y otro en Occidente alrededor de Roma.

Comencemos tal como lo hemos anunciado con el formulario sirio occidental cuya estructura es muy clara pues posee una primera parte de acción de gracias que conduce hacia el himno que en occidente denominamos el "Sanctus ", y que es dominada por la presencia del Padre. Viene enseguida la segunda parte de la acción de gracias que conduce al relato de la institución de la eucaristía y es dominada por la presencia del Hijo y su redención. Terminado el relato aparece una oración bien particular que podríamos denominar, anámnesis. Posteriormente aparece otra oración casi exclusiva de esta tradición y es la epíclesis dominada por la presencia del Espíritu Santo pidiendo tanto su venida para consagrar el pan y el vino, como la invocación del mismo Espíritu Santo para que nos conceda aceptar el sacrificio ofrecido y comunique su gracia a todos los oferentes.

En esta última parte se privilegia la presencia del Espíritu Santo para desarrollar el tema de la santificación de la comunidad en una perspectiva netamente escatológica. En la tradición siria, después de la epíclesis vienen varias intercesiones por las necesidades de la Iglesia y del mundo, así como la conmemoración de los santos. Se termina con una doxología en estructura trinitaria.

En la descripción eucarística galicana y mozárabe encontramos la misma estructura siria y en el mismo orden, con excepción de las intercesiones por la iglesia y por el mundo, que nunca figuran en las tradiciones galicana y mozárabe. El Sanctus es de dudosa procedencia.

En la descripción eucarística alejandrina y de acuerdo con los textos más antiguos, a saber la Plegaria de San Marcos, encontramos en su estructura que las intercesiones y las conmemoraciones están al principio y muy especialmente antes de Sanctus y no al final como en la tradición siria.

Así entonces el esquema tiene una acción de gracias inicial, una oración que evoca el sacrificio, las intercesiones y las conmemoraciones. Se retoma la acción de gracias que ha sido interrumpida y se dice el Sanctus. Se hace luego una oración para aceptar el sacrificio junto con una invocación para la consagración de los elementos del pan y del vino seguida del relato eucarístico, la anámnesis y otra invocación para que el sacrificio sea aceptado y tenga sus efectos en los oferentes. Por último se incluye la doxología.

En cuanto a los formularios romanos, vemos que la diferencia con los anteriores radica en su organización, que es muy diferente a la siria pues se sale de su sencillez y su armonía convirtiéndose en un formulario realmente desconcertante. Este formulario romano presenta primero una acción de gracias en la cual la creación y la redención se mezclan. Esta acción de gracias conduce al " Sanctus ". Después aparece una oración que evoca el sacrificio, las peticiones o intercesiones por los vivos y la conmemoración de los Santos.

Tambien se abre un espacio a una oración en donde se pide la aceptación del sacrificio unida a una invocación o epíclesis que consagre los elementos del pan y del vino. Terminada la invocación formal para la consagración aparece el relato de la institución de la eucaristía, luego la anámnesis y otra invocación para que el sacrificio ofrecido tenga en la asamblea los efectos de la gracia, la cual podría considerarse como una post – epíclesis. Antes de terminar aparece la invocación por los difuntos, otra nuevamente por los fieles presentes y por último la doxología o glorificación a Dios en la cual se concentra todo el significado de la acción de gracias.

Quisiera precisar que en los formularios alejandrinos hay dos epíclesis si el termino se le toma en sentido amplio, pues aparece una epíclesis antes del relato de la institución y otra epíclesis después de él sin hablar de lo que podríamos llamar una especie de pre – epíclesis en la acción de gracias (hoy llamada prefacio.) Sin embargo son invocaciones de consagración de los elementos del pan y del vino, sin intervención directa del Espíritu Santo.

Podríamos concluir que en los formularios que hemos analizado, la plegaria es sin duda derivada de la gran berakah judía desde que la celebración se separó de las comidas. Ahora bien éstas plegarias eucarísticas poseen la estructura tanto de acción de gracias como de petición, igual a la estructura sinagogal. Igualmente hemos de terminar diciendo que la palabra " acción de gracias ", significa tanto una alabanza por las maravillas que el Señor ha hecho en la historia del nuevo pueblo bautizado, como una petición para que el Señor continúe bendiciendo a todos los miembros de esa nueva iglesia. Ahora bien a lo largo de la plegaria se incluye la dimensión cristológica pues es por Cristo por quien se siguen realizando las maravillas de Dios y es por el mismo Señor Jesús por quien nuestra plegaria se dirige al Padre.

Para terminar debemos recordar que la eucaristía se vuelve acción, acontecimiento y celebración ( actualización ) de la cena del Señor. Es indiscutible que la súplica es para que el Espíritu descienda sobre las ofrendas y sobre los oferentes, de tal forma que se cumpla en estos el anuncio de la muerte y resurrección del Señor hasta que vuelva.

 

TRANSFORMACIÓN DE LA ANÁMNESIS, NACIMIENTO DE LA EPÍCLESIS Y TEOLOGÍA DE CADA UNA.

La eucaristía no puede ser considerada desde la única perspectiva de una alabanza al creador y al redentor, pues se requieren otros elementos integradores de este acontecimiento salvífico, como por ejemplo el " memorial " de las maravillas de Dios con su pueblo y la " invocación " del Espíritu Santo sobre ese mismo pueblo que recuerda la acción de Dios en su historia.

En la gran berakah judía aparece el " recuerdo " de la irrupción de Dios en la vida del pueblo de Israel. Pero dicho recuerdo va pasando, de una simple alabanza, a una verdadera memoria cultual o sea que dentro de la lógica judía, se hace el memorial de los grandes acontecimientos de Dios que se cumplen en el pueblo con una amplia dimensión escatológica de dichos acontecimientos para llegar a la plena unidad del pueblo de Dios.

Es así como a partir de este sentido del memorial judío, poco a poco se va elaborando y transformando, el sentido del memorial en la primitiva comunidad cristiana. Se hace memoria del Cristo total, de tal forma que la oración se convierte en alabanza para que Dios sea glorificado por Cristo en una iglesia animada por el Espíritu Santo.

De todas maneras fue necesario traducir al griego, el sentido del memorial judío, con el sentido de anámnesis, es decir, como una oblación que es devuelta para que su sentido sea el de devolverle a Dios el don de salvación que le dio a su pueblo mediante la entrega de Cristo, tal como es presentada por la Tradición Apostólica de Hipólito de Roma. De esta forma vemos cómo el alma del memorial es sin duda alguna, el misterio de Cristo que se va cumpliendo poco a poco en nosotros. Incluso la anámnesis o memorial varía de tal manera, que nosotros somos consagrados ( transformados ) en pueblo sacerdotal dedicado o mejor consagrado a alabar al Padre por el Hijo en el poder del Espíritu Santo.

Aquí es en donde precisamente nace el verdadero sentido de la epíclesis para congregarnos en Cristo, para formar su cuerpo y por tanto para formar su iglesia como la acción más importante del Espíritu Santo. De esta forma la epíclesis, no es solamente una invocación al Espíritu en el momento de la plegaria eucarística, sino su acción permanente a lo largo de todos los acontecimientos que Dios realiza en su nuevo pueblo. Este asunto de la epíclesis de comunión y de consagración, nace en el momento en que comienza a insistirse sobre la igualdad de las tres divinas personas, a mediados del siglo IV, razón por la cual en Siria se desarrolla una primera epíclesis, como invocación formal de la venida del Espíritu Santo sobre la celebración eucarística, de la misma manera como bajó o vino el Hijo mediante la encarnación, para redimirnos.

Veamos cómo no se invoca en primera instancia la venida del Espíritu para transformar las ofrendas, ni para consagrar el sacrificio, se le invoca ante todo para hacer que la celebración de la eucaristía produzca en nosotros sus frutos, para que se realice la iglesia en la unidad de los bautizados y para glorificar al Padre por el Hijo con el poder del Espíritu.

Ahora bien, si por epíclesis entendemos la invocación explícita del Espíritu Santo inmediatamente después de la anámnesis, es decir después del relato de la institución de la eucaristía, significa que este elemento apareció en la Tradición Apostólica de Hipólito de Roma, para jugar un papel de comunión más que un papel eminentemente sacramental. Conviene entonces clarificar que tanto el Espíritu Santo como su descenso sobre las ofrendas no están en relación, ni con el sacrificio, ni con la consagración del pan y del vino haciendo de estos el cuerpo y la sangre del Salvador, sino con la edificación de una iglesia unida y congregada para conmemorar el misterio pascual de Cristo.

Así pues se invoca al Espíritu para pedir que la celebración del memorial llegue a su verdadero fin, es decir, a la edificación de la Jerusalén futura o sea la construcción el nuevo pueblo de Dios que es la Iglesia, para glorificar definitivamente al Señor. Por eso, tanto la unidad del cuerpo de Cristo que es la Iglesia, como la glorificación del Padre por medio del Señor Jesús, son obra propia y exclusiva del Espíritu Santo, luego mencionarlo e invocarlo era un imperativo que tarde o temprano debía incluirse en toda plegaria eucarística y en toda oración.

Más aún, cuando se presentaron las controversias teológicas sobre la divinidad de la tercera persona, a partir de la segunda mitad del siglo IV, era una exigencia no solo recordar al Espíritu Santo en la eucaristía sino invocarlo formalmente para reconocer su papel en la teología trinitaria, de lo contrario hubiera quedado en un plano de " inferioridad " en relación con el Padre y el Hijo. Se pasó entonces, de la mención, a la invocación sobre la oblación y sobre la asamblea, más aún, se pasó del recuerdo del Espíritu, a la acción del mismo, pues se trataba de una invocación eclesial y comunitaria. De esta forma la epíclesis nace tanto de una exigencia del memorial, como de una exigencia eclesial para que el sacrificio del Hijo fuese aceptado por el Padre.

Así entonces el lugar de la epíclesis tambien debe estar, teológicamente hablando, después de las intercesiones y de las conmemoraciones y no solo en el momento anterior a la consagración o por lo menos debería estar en ambos momentos, tanto en el pre- consacratorio como en el post – conmemoratorio.

De esta forma la epíclesis tiene tres sentidos. El primero, es para la aceptación del sacrificio el cual se identifica expresamente con la presentación al Padre del memorial de su Hijo, nuestro Salvador. El segundo sentido, es la consagración tanto del pan como del vino que se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo y el tercer sentido, de la epíclesis o descenso del Espíritu Santo, es que, uniéndonos a todos en el cuerpo de Cristo que es la iglesia, tambien nos permite en esta unidad, glorificar al Padre. Es por el poder del Espíritu Santo con el que podemos glorificar al Padre presentándole la entrega de Cristo. De esta manera el Espíritu Santo "manifiesta " que el pan y el vino son el cuerpo y la sangre del Señor, asociándonos a El y a su redención. La manifestación del Espíritu Santo es entonces igual a "consagrar" el cuerpo y la sangre del Señor como cuando decimos que se cambió el pan, en el cuerpo de Cristo y el vino en su sangre.