EUCARISTÍA - TEXTOS

1. EU/PRESENCIA XTI

San Agustín resume con claridad su doctrina en un sermón encontrado por G. Morin (Sermones inediti 462 y sig.):

"Vosotros, regenerados a una nueva vida, por la cual sois llamados infantes; vosotros, principalmente los que ahora véis esto, oíd, como os tengo prometido, qué quieren decir estas cosas. Y oíd vosotros también, fieles que estáis acostumbrados a ver esto; bueno es recordarlo, no sea que caiga en olvido. Lo que véis en la mesa del Señor, en cuanto a la apariencia de las cosas, estáis acostumbrados a verlo en vuestras mesas; es el mismo aspecto, pero no es la misma virtud. Porque vosotros sois los mismos hombres que erais, ya que no habéis traído caras nuevas. Y, sin embargo, sois nuevos; viejos, por la apariencia del cuerpo; nuevos, por la gracia de la santidad, como esto es nuevo. Todavía, como véis, es pan y vino; llega la santificación y aquel pan será el cuerpo de Cristo y aquel vino será la sangre de Cristo. Esto hace el nombre de Cristo, esto hace la gracia de Cristo: que se vea lo mismo que se veía y que, sin embargo, no valga lo que valía. Pues si comiera antes, llenaría el vientre; al comerlo ahora, edifica el espíritu. Y así como cuando fuisteis bautizados, y más aún, antes de ser bautizados os hablamos el sábado del sacramento de la fuente, en la cual habiais de ser bañados y os dijimos lo que no creo habéis olvidado: que el valor del bautismo fue y es ser sepultura con Cristo, diciendo el Apóstol: "Pues estamos consepultados con Cristo por el bautismo en la muerte, para que, como él resucitó de los muertos, así también nosotros caminemos en una nueva vida" (Rom. 6, 4 y sig.), así ahora, no por invención nuestra, ni por presunción nuestra, ni con argumentos humanos, sino con autoridad del Apóstol, es necesario recomendaros e insinuaros qué es lo que recibisteis o vais a recibir. Y ahora oído brevemente al Apóstol o, mejor, a Cristo por el Apóstol, lo que dice hablando del sacramento de la mesa del Señor: "Uno es el pan, un cuerpo somos la muchedumbre (/1Co/10/17). He aquí todo, pronto lo dije; pero pesad las palabras, no os contentéis con contarlas. Si contáis las palabras, es breve; si las pesáis, es grande." Un solo pan, dijo. Serán cuantos sean los panes que allí se pusieren, son un solo pan; cuantos panes haya habido hoy en los altares de Cristo por todo el orbe de la tierra, son un solo pan. Pero ¿qué es un solo pan? Lo expuso brevísimamente: "Un cuerpo somos la muchedumbre." Este pan, cuerpo de Cristo, del cual dice el Apóstol, hablando a la Iglesia: "Vosotros sois el cuerpo y miembros de Cristo. Vosotros sois eso mismo que recibís por la gracia con que habéis sido redimidos; lo suscribís cuando respondéis: "Amén". Esto que véis es el sacramento de la unidad." Pág. 297-298 

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5. J/PRESENCIA-REAL

Para ·Ireneo-SAN de Lyón ( ha. 205 d.C.), el rechazo de la encarnación se convierte por ello en la nota característica de toda herejía: "No hay ni una sola doctrina herética para la cual el Logos de Dios se haya hecho carne". Por ello, la fe cristiana sostiene que la historia de Jesús con toda su contingencia y finitud humanas es el lugar de una singular apertura o revelación de Dios escatológica y siempre válida. El misterio soteriológico cristiano es el misterio de la presencia de Dios en la historia de Jesús.

La Iglesia primitiva -cosa demostrada también por el evangelio de Juan- estaba marcada por la experiencia viva de la presencia de Jesús, sobre todo en la acción litúrgica. Predicación, fe, oración y celebración en común de la cena del Señor abrían la participación en la salud presente. Y sin duda que la cuestión de la presencia es también nuestro problema. La importancia de la celebración litúrgica para esta experiencia la ha subrayado el concilio Vaticano II en su constitución sobre la liturgia, cuando habla de la presencia de Jesús en el sacrificio de la misa, los sacramentos, la palabra de la Sagrada Escritura y la plegaria en común.

Es evidente que también existe el peligro de una interpretación cúltica unilateral de la presencia de Jesús. Representó ya un avance el que la presencia efectiva (presencia real) de Jesús no se vinculase exclusivamente a las especies sacramentales, lo que antes conducía sin duda alguna a una interpretación mágica, que hasta hoy se ha dejado sentir peligrosamente. Merece la pena reflexionar, si en el pasado la vinculación exclusiva de la presencia de Jesús al sacrificio de la misa y al culto de la sagrada forma no habrá contribuido decisivamente a que ya no se sintiese esa presencia en la vida, en el mundo y en la sociedad; de tal modo que la tan invocada secularización del mundo no sería también una consecuencia directa de esa mentalidad unilateral. Reducir la experiencia soteriológica al campo interno del culto ha supuesto frecuentemente una coartada; en la Iglesia había la salvación, mientras que fuera la perdición del mundo con toda su monstruosidad. Hoy, por el contrario, volvemos a preguntarnos justamente y con mayor interés por la presencia de Jesús y de su Espíritu en la vida concreta, en la actuación eclesiástica, en la sociedad humana.

(_MENSAJE/04-2.Pág. 63s.) ........................................................................

6. CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIALOGO

«La Eucaristía es sacramento de piedad, signo de unidad y vínculo de caridad» (·Agustin-SAN)

1. Piedad. ¿Cómo celebramos nuestras Eucaristías? ¿Son festivas, vivas, participativas? ¿Son el centro de nuestra vida cristiana? ¿Nos compenetran con los más íntimos sentimientos de Cristo?

2. El comulgar con Cristo ¿nos lleva a comulgar con los hermanos? ¿Pueden darse divisiones, distancias, olvidos, después de comulgar? ¿Podemos ir a comulgar si guardamos algún rencor? ¿El signo de la paz es algo más que un signo?

3. Caridad La Eucaristía ¿nos urge al desprendimiento, al servicio y a la entrega como Cristo? ¿Somos capaces de partir y partirnos, como Cristo? Aunque no lleguemos a dar la sangre, como Cristo, ¿somos capaces de dar nuestros bienes, nuestro tiempo, nuestros talentos? Si los pobres son los preferidos del Reino, ¿son también nuestros preferidos? Los que comulgan, ¿son los mejores testigos de la caridad?

4. ¿Existe Cáritas en la parroquia? ¿Cómo y en qué trabaja? ¿Qué dificultades encuentra? ¿Qué logros más importantes ofrece? Los compromisos.

7. Comenta:

EU/COMPROMISO:-«La Cena hace enfermar a las Iglesias cuando no es el lugar de un amor confesado y compartido..., cuando no es el móvil poderoso de un compromiso diaconal en el mundo». (J. J. Von ·Allmen)

-«Los llama sacerdocio real para que no se olviden nunca de esperar el reino eterno y de seguir ofreciendo a Dios el holocausto de una vida intachable». (S. ·Beda-Venerable)

-«La participación del cuerpo y de la sangre de Cristo no hace otra cosa sino convertirnos en lo que recibimos». (S. ·León-MAGNO-SAN) ........................................................................

8. CO-SO/EXIGENCIA:

De la Cena al Monte de los Olivos, es decir, a la "muchedumbre de los pobres" Con cada uno, pues, de los fieles, se une El a sí mismo por medio de la Eucaristía, y a los que El engendró, por sí mismo los alimenta y no los entrega a otros, con lo que nuevamente te persuade haber El tomado tu carne. No seamos, pues, tibios después que tal amor y tal honor se nos han concedido. ¿No véis los niños pequeñuelos con qué fervor se pegan al pecho de sus madres, con qué ímpetu clavan sus labios al pez6n? Acerquémonos así también nosotros a esta sagrada mesa y al pecho del cáliz espiritual; o, más bien, con mucho mayor fervor que los niños de pecho, atraigamos la gracia del Espíritu Santo y sea nuestro único dolor no participar de este alimento. No es obra de poder humano lo que se nos pone delante. El que otrora hizo eso en la última cena, ese mismo es el que lo sigue haciendo ahora. Nosotros ocupamos el puesto de ministros suyos, mas el que santifica y transforma la ofrenda es El. Que no asista, pues, ningún Judas, ningún avaro. Si alguno no es discípulo, retírese. Esta mesa sólo a los discípulos admite. Porque: Con mis discípulos -dice- quiero celebrar la pascua. Esta mesa es la misma que aquélla y en nada le es inferior. Porque no la prepara aquélla Cristo y ésta el hombre. No. El mismo prepara ésta que aquélla. Este es aquel cenáculo donde entonces estuvieron; de aquí salieron al monte de los Olivos.

Salgamos también nosotros a las manos de los pobres. Porque éste es ahora el monte de los Olivos. Los olivos plantados en la casa de Dios son la muchedumbre de los pobres. Ellos destilan el aceite que nos ha de ser útil en la otra vida, aquel que tomaron consigo las vírgenes prudentes y que, por no tomarlo las fatuas, perecieron. Tomémoslo y entremos, a fin de salir con nuestras lámparas encendidas al encuentro del esposo. Salgamos de esta vida bien provistos de este aceite. Nadie inhumano se acerque a la Eucaristía, nadie cruel, nadie inmisericordioso, nadie absolutamente impuro.

(San Juan ·CRISOSTOMO
Homilías sobre San Mateo, 82, 5) 

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9. EU/MARGINADOS:MARGINADOS/EU:

La Eucaristía y los pobres

El Sacramento de la Eucaristía no se puede separar del mandamiento de la caridad. No se puede recibir el Cuerpo de Cristo y sentirse alejado de los que tienen hambre y sed, son explotados o extranjeros, están encarcelados o se encuentran enfermos. Como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica: la Eucaristía entraña un compromiso en favor de los pobres. Para recibir en la verdad el Cuerpo y Sangre de Cristo entregados por nosotros, debemos reconocer a Cristo en los más pobres, sus hermanos (_CIC 1397). De la comunión eucarística ha de surgir en nosotros tal fuerza de fe y amor, que vivamos abiertos a los demás, con entrañas de misericordia hacia todas sus necesidades. «La Eucaristía es la gran escuela del amor fraterno. Quienes comparten frecuentemente el pan eucarístico no pueden ser insensibles ante las necesidades de los hermanos, sino que deben comprometerse en construir todos juntos, a través de las obras, la civilización del amor.

La Eucaristía nos conduce a vivir como hermanos. Sí, la Eucaristía nos reconcilia y nos une. No cesa de enseñar a los hombres el secreto de las relaciones comunitarias y la importancia de una moral fundada sobre el amor, la generosidad, el perdón, la confianza en el prójimo, la gratitud. (...)

Estas obras de caridad no son algo añadido y ocasional, sino exigencia misma del Sacramento, que ha de llevar a compartir el pan eucarístico y el pan de cada día que Dios ha puesto en la mesa de los hombres. En efecto, el amor es signo de identidad del cristiano. El amor coherentemente expresado en las buenas obras es señal y sacramento evangelizador».

(·JUAN-PABLO-II, en el Congreso Eucarístico de Sevilla)