Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos

Material ofrecido por el Grupo de Jóvenes
de la Parroquia de Nuestra Señora del Socorro,
de Valencia (Pascua 1997)

 

 

INTRODUCCIÓN

        Cristo nos enseña lo que es amar de verdad. No hay amor más grande que el de aquél que da la vida por los amigos. Hoy vamos a vivir el misterio de la entrega.

        Nuestro objetivo hoy, será , intentar llevar estas actitudes a nuestra vida cotidiana, y eso es lo que vamos a intentar con la experiencia de desierto que vamos a realizar.

        Vamos a revisar nuestra experiencia de entrega y nuestra experiencia de cruz.

        Si conseguimos que esta actitud de entrega, de dar la vida, sea guía de nuestro quehacer diario, la felicidad que anhelamos nos vendrá dada. No hará falta buscarla, basta con darnos a los demás sin esperar nada a cambio.

        Antes de iniciar la experiencia de desierto vamos a escuchar la Palabra de Dios.

Juan 15, 9-17

Igual que el Padre me amó, os he amado yo. Manteneos en ese amor que os tengo, y para manteneros en mi amor, cumplid mis mandamientos; también yo he cumplido los mandamientos del Padre y me mantengo en su amor.

Os he dicho esto para que compartáis mi alegría y así vuestra alegría sea total.

Este es el mandamiento mío: que os améis unos a otros como yo os he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Seréis amigos míos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo más siervos, porque un siervo no está al corriente de lo que hace su amo; os llamo amigos porque os he comunicado todo lo que he oído a mi Padre.

No me elegisteis vosotros a mí, fui yo quien os elegí a vosotros y os destiné a que os pongáis en camino y deis fruto, y un fruto que dure; así, lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dará.

"La Vida te doy"

No creó Dios la vida
para que fueras a guardarla en una habitación.
Si la vida existe es para derrocharla a manos llenas.
No creó Dios la vida
para que fueras a esconderla en tu corazón,
existe para que exista yo mismo,
si lo hago brotar en tí.

PORQUE EL AMOR ESTÁ
EN DESHACER MI VIDA POR LOS DEMÁS.
FUNDIÉNDOLA EN EL MAR,
PUES SÉ QUE ES ASÍ.
PARA ENTREGARLO TODO HE DE NEGARME A MÍ
Y ASÍ GANAR LA VIDA
QUE TIENE PARA MÍ.
DEJAR MI OSCURIDAD, SEGUIR TU LUZ;
VIVIR, RESUCITAR EN TÍ.

No se humilló Dios
al nacer en el más grande suburbio,
sólo porque sí, si se acercó a mí,
fue para hacerme uno con Él, uno con Él.
No se dejó clavar Jesús
en dos trozos de madera a causa de nada.
El entró en mi ser, para darme la vida,
que yo te daré, que yo te daré.


DESIERTO

        "Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos" (Jn 15, 13).

        El desierto es un tiempo de ENCUENTRO con Dios a solas, es un momento intenso de oración en el que doy ocasión a Dios para que me hable a mí personalmente. Es un tiempo de escucha.

        EL desierto pone al hombre frente a su debilidad e impotencia. El desierto nos obliga a buscar la fuerza en Dios.

        En el desierto estás tu solo y Dios.

        El desierto implica una ruptura con tu propio habitat, se deja el mundo normal, el de las relaciones sociales, el mundo seguro. Se trata de encontrarse en un ambiente simple, en el que se descubren las necesidades esenciales del ser humano y también las necesidades ficticias.

        En el desierto nos asaltan tentaciones. Tentación de huir de lo que hemos decidido, de querer suplir el lugar de Dios, ... si permanecemos en la oración experimentaremos el amor de Dios.

        Hay que respetar la soledad de los demás.

        Hay que perseverar en la oración.

        Tenemos que hacernos un plan concreto y completo.

        El plan que os proponemos es el siguiente:

 

Lucas 7, 36-50

"Un fariseo le rogó que comiera con él y, entrando en la casa del fariseo, se pudo a la mesa. Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo en caso del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume, y poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con perfume.

Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para si: "Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer le está tocando, pues es una pecadora". Jesús le respondió: "Simón, tengo algo que decirte". El dijo: "Di, maestro". Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará mas?. Respondió Simón: "Supongo que aquél a quien perdonó mas".

El le dijo: "Haz juzgado bien", y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos. No me diste el beso. Ella desde que entró no ha dejado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume. Por esto te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra. Y le dijo a ella: "Tus pecados quedan perdonados". Los comensales empezaron a decirse para sí: "¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?". Pero él dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado. Vete en paz."

 

Mateo 11, 28-30

"Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera."


REFLEXIÓN

1.- ¿Qué te ha parecido la experiencia?

2.- ¿Cómo crees que podemos traducir ese "dar la vida" a nuestra vida?

3.- ¿Cómo vives tus experiencias de cruz?


Material ofrecido por el Grupo de Jóvenes
de la Parroquia de Nuestra Señora del Socorro,
de Valencia (Pascua 1997)