El Budismo

5. El Budismo Mahayana

 

La doctrina de Buda, tal como la hemos venido describiendo hasta ahora, es lo que se conoce como el “budismo theravada”, es decir, la “doctrina de los ancianos”, haciendo con ello referencia a las enseñanzas del Buda histórico, tal como la transmitieron sus primeros seguidores. Es el también llamado budismo “hinayana” o pequeño vehículo, muy extendido en los países cercanos a la India, de donde surgió.

Con el paso de los siglos, sin embargo, la doctrina budista se fue extendiendo por muchos países del Asia central y del Sudoeste asiático, hasta llegar al Japón. Su confrontación con el hinduismo, en cuyo seno surgió, y con las religiones y creencias de los pueblos en los que se implantó posteriormente dio origen poco a poco a otras formas de budismo, que difieren mucho de la forma primitiva o “theravada”. 

Es el budismo del “mahayana” o gran vehículo, cuya fecha de aparición hay que situarla a partir del siglo I después de Jesucristo, es decir, casi 600 años después de la predicación de Buda.

En nuestros días, el budismo del gran vehículo se halla extendido principalmente por una parte en el área cultural de Mongolia y del Tibet (la religión de los lamas, cuyo dirigente principal es el Dalai-Lama) y por otra parte en el área cultural china, que incluye también el Vietnam, Corea y Japón. 

En cada una de estas zonas reviste unas características peculiares, según las tradiciones religiosas con las que se ha mezclado, dando origen a multitud de corrientes y de sectas muy diversas entre sí, aunque todas ellas se reclaman de la doctrina de Buda y se consideran por lo tanto budistas.

Una característica común a todas estas corrientes espirituales es la presencia de bodhisattvas o personajes budistas relevantes por su piedad y su compasión que, aun habiendo hecho méritos suficientes para, tras su muerte, haber alcanzado la iluminación y haber entrado en la paz del nirvana, han preferido continuar desde el más allá ayudando a los demás seres humanos a alcanzar la salvación. 

A estos bodhisattvas, entre los cuales se incluye al mismo Buda convertido en una especie de divinidad, se les rinde culto en los templos o estupas, se les dirige oraciones y se les ofrece dones para conseguir su intercesión.

La piedad del budista que sigue la vía del budismo mahayana ya no es tanto la renuncia a todo lo mundano y la supresión de todos los deseos, incluido el deseo de vivir, sino la práctica de la elevada moral budista y la devoción al bodhisattava venerado en su comunidad religiosa. Por los méritos e intercesión del bodhisattva, el budista que sigue el camino del mahayana espera alcanzar tras su muerte el nirvana y la interrupción de la cadena de renacimientos, con la secuela de sufrimientos que ésta lleva. 

Los ritos y actos de culto del budismo mahayana acercan estas variedades del budismo a las prácticas de piedad más corrientes en las demás religiones.

La ausencia de Dios en las formas primitivas del budismo theravada es suplida en esta forma de budismo por la devoción a los bodhisattvas, que actúan en el mundo religioso mahayana como verdaderas divinidades, proporcionando la salvación a sus devotos.

Es lo que se entiende por la piedad de la bakti (devoción), que no difiere esencialmente del culto de veneración que en el cristianismo, por ejemplo, se tributa a los santos.