FAM/DERECHOS/PAPA 

DISCURSO A los representantes del Foro de las Asociaciones 
familiares católicas de Italia, sábado 27 de junio 

Promover leyes que tutelen los derechos 
de la familia fundada sobre el matrimonio 

El sábado 27 de junio por la mañana, en la sala del Consistorio, el 
Papa Juan Pablo II recibió en audiencia a los miembros del Foro de 
las Asociaciones familiares católicas de Italia, encabezados por mons. 
Giuseppe Anfossi, obispo de Aosta. El Foro es una asociación que 
abarca 38 organismos y comités regionales; su Estatuto se basa en la 
Carta de los derechos de la familia, y tiene como objetivo la defensa y 
la promoción de los derechos de la familia en todos los ámbitos de la 
sociedad, prestando particular atención a las leyes y a las 
instituciones que deben tutelarlos. En el curso del encuentro, Su 
Santidad pronunció un discurso en italiano, cuya traducción 
ofrecemos a continuación. 

Venerados hermanos en el episcopado y queridos representantes 
del Foro de las Asociaciones familiares:  


1. Me alegra mucho saludaros con las palabras de la Familiaris 
consortio:  "Familia, ¡"sé" lo que "eres"!" (n. 17). Indican claramente el 
objetivo al que dedicáis con generosidad vuestra inteligencia y 
energías. 

Saludo a monseñor Giuseppe Anfossi y doy las gracias a la señora 
que se ha hecho intérprete de vuestros sentimientos, ilustrando las 
finalidades del Foro de las Asociaciones familiares católicas de Italia, 
de las cuales constituís una importante representación. Os agradezco 
de corazón a todos esta visita, con la que queréis renovar vuestra 
adhesión al Sucesor de Pedro. 

Sé que trabajáis incansablemente, con las treinta y ocho 
asociaciones y los comités regionales que se adhieren al Foro, para 
que las familias italianas expresen y desarrollen en plenitud su 
identidad y su misión, también en el plano cultural, social y político. 
Con esta finalidad, muy oportunamente habéis inspirado vuestro 
Estatuto en la Carta de los derechos de la familia y, en pocos años, 
vuestra organización ha sabido granjearse amplia estima y 
consideración, convirtiéndose en portavoz puntual y valiente de las 
necesidades y de las legítimas exigencias de millones de familias 
italianas, y en interlocutor serio y creíble de las diversas fuerzas 
sociales y políticas. La Iglesia ve en vosotros una gran esperanza 
para el presente y el futuro de las familias en Italia. 

Desafíos radicales
2. La situación de Italia y de otras muchas partes del mundo se 
caracteriza por desafíos radicales, que es preciso afrontar con 
valentía y unidad de propósitos. La familia constituye, también hoy, el 
recurso más valioso e importante de que dispone la nación italiana, a 
la que tanto amo. La mayor parte de los italianos cree profundamente 
en la familia y en sus valores, y esta confianza es compartida por las 
generaciones jóvenes. Es incalculable la contribución que las familias 
dan a la vida social, afrontando graves dificultades, como el difundido 
desempleo juvenil y las carencias del sistema asistencial y sanitario. 
Y, sin embargo, la familia recibe poca ayuda a causa de la debilidad 
e improvisación de las políticas familiares, que con demasiada 
frecuencia no la sostienen de modo adecuado, ni económica ni 
socialmente. Hay que recordar aquí el principio claro de la 
Constitución italiana, que afirma:  "La República favorece con medidas 
económicas y otras disposiciones la formación de la familia y el 
cumplimiento de sus relativas obligaciones". La seria disminución de la 
natalidad que afecta desde hace muchos años al pueblo italiano, y 
que está comenzando a tener consecuencias negativas en la vida 
social, debería hacer reflexionar sobre cuánto perjudica a los 
verdaderos intereses de la nación la ausencia de una política familiar 
efectiva. 

Pero más preocupante aún es el ataque directo a la institución 
familiar que se está llevando a cabo tanto a nivel cultural como en el 
ámbito político, legislativo y administrativo. Ignora o tergiversa el 
significado de la norma constitucional con que la República italiana 
"reconoce los derechos de la familia como sociedad natural fundada 
en el matrimonio" (art. 29). En efecto, es clara la tendencia a 
equiparar la familia con otras formas muy diferentes de convivencia, 
prescindiendo de fundamentales consideraciones de orden ético y 
antropológico. Y son igualmente explícitas y actuales las tentativas de 
atribuir categoría de ley a formas de procreación que prescinden del 
vínculo conyugal y no tutelan suficientemente los embriones. Además, 
sigue abierta en toda su trágica gravedad la herida en la conciencia 
moral y jurídica causada por la ley sobre el aborto voluntario. 

Defensa y promoción de la familia
3. Precisamente el carácter radical de los desafíos actuales exalta 
la importancia y la función del Foro de las Asociaciones familiares. 
Gracias a él, múltiples realidades asociativas, cada una con su 
vocación y tradición específicas, pueden colaborar de modo eficaz en 
la defensa y promoción de la familia. 

Al recurrir a la linfa vital de la espiritualidad familiar y al aplicar a las 
situaciones concretas las orientaciones que provienen de la doctrina 
social cristiana, estáis llamados a un compromiso que es, ante todo, 
de orden moral y cultural, para ayudar a los hombres y mujeres de 
nuestro tiempo a comprender más profundamente, y a vivir con 
impulso y estilo renovados, la gran tradición cristiana y civil de Italia, 
centrada en el significado y el valor de la familia. Sería un error 
considerar la progresiva disolución de la familia como un fenómeno 
inevitable, que acompaña casi automáticamente el desarrollo 
económico y tecnológico. Al contrario, el destino de la familia está 
confiado, ante todo, a la conciencia y al compromiso responsable de 
cada uno, a las convicciones y a los valores que viven dentro de 
nosotros. Por tanto, es preciso dirigirse siempre, con confianza 
suplicante, a Aquel que puede cambiar el corazón y la mente de los 
hombres. 

Acertadamente dedicáis atención no menor a las leyes y a las 
instituciones, que expresan y sostienen la cultura y las convicciones 
morales de un pueblo, o, por el contrario, las perjudican. Amadísimos 
hermanos y hermanas, seguid intensificando vuestra acción, en todos 
los organismos y en todos los niveles, para que se reconozcan 
concretamente los derechos que pertenecen a la familia por 
naturaleza. Al hacerlo, ponéis en práctica el principio según el cual las 
familias "deben ser las primeras en procurar que las leyes y las 
instituciones del Estado no sólo no ofendan, sino que sostengan y 
defiendan positivamente los derechos y los deberes de la familia", 
creciendo así en la conciencia de ser protagonistas de la "política 
familiar" (Familiaris consortio, 44). 

El apoyo de la Iglesia
4. En vuestra obra en favor de la familia, queridos representantes 
del Foro, tenéis el apoyo total de la comunidad eclesial y de sus 
pastores, que son conscientes de que la familia es "la célula primera y 
vital de la sociedad" y "un santuario doméstico de la Iglesia" 
(Apostolicam actuositatem, 11) y, en particular, de que "en torno a la 
familia y a la vida se libra hoy la batalla fundamental de la dignidad del 
hombre" (Discurso a los obispos del Celam y al Congreso 
teológico-pastoral de Río de Janeiro, n. 3, 3 de octubre de 1997:  
L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 10 de octubre de 
1997, p. 4). 

La Iglesia no puede sustraerse a este desafío, puesto que el 
hombre, en la plena verdad de su existencia, "es el primer camino que 
la Iglesia debe recorrer en el cumplimiento de su misión" (Redemptor 
hominis, 14). Por tanto, como escribió mi predecesor, de venerada 
memoria, Juan XXIII, le compete "el derecho y el deber no sólo de 
tutelar la integridad de los principios de orden ético y religioso, sino 
también de intervenir con su autoridad en la esfera del orden 
temporal, cuando se trata de juzgar sobre la aplicación de aquellos 
principios a casos concretos" (Mater et Magistra, 239). 

Además, el testimonio de la comunidad cristiana en favor de la 
familia se expresa, de manera significativa, a través de aquellos 
medios de comunicación social que saben intervenir con claridad en el 
debate cultural y político, proponiendo y motivando ideas y posiciones 
genuinamente conformes con la naturaleza y las obligaciones de la 
institución familiar. 

Responsabilidad de los políticos
5. También son evidentes, en este campo, las responsabilidades de 
los políticos. Les corresponde a ellos promover una legislación y 
sostener una acción de gobierno que respeten los criterios éticos 
fundamentales (cf. Evangelium vitae, 71-73), sin ceder ante el 
relativismo que, con el pretexto de defender la libertad y la 
democracia, termina en realidad por privarlas de su sólida base (cf. 
Centesimus annus, 46; Veritatis splendor, 99; Evangelium vitae, 70). 
Por consiguiente, en ningún caso el legislador que quiera trabajar 
en sintonía con la recta conciencia moral puede contribuir a la 
elaboración de leyes que contrasten con los derechos esenciales de 
la familia fundada en el matrimonio. 

Resulta indispensable, en este campo, un amplio y tenaz 
compromiso de sensibilización y clarificación. Por tanto, os dedicáis 
oportunamente a esta tarea, difícil pero profética, para que los 
hombres y las fuerzas políticas sepan converger en lo que está en 
conformidad con la dignidad de las personas y con el bien común de 
la sociedad humana, superando posiciones partidistas o vínculos de 
otra naturaleza. 

Queridos representantes del Foro de las Asociaciones familiares, al 
mismo tiempo que os agradezco una vez más el trabajo que realizáis 
con tanta pasión y valentía, imploro para vosotros y para todos 
vuestros asociados los dones del consejo y de la fortaleza, para 
proseguir y desarrollar la obra tan bien empezada. 

Que la Virgen santísima, Madre de la esperanza, os sostenga y 
ayude. Por mi parte, os acompaño con mi oración y, como prenda de 
mi afecto, os imparto de corazón una especial bendición apostólica, 
propiciadora de la protección y del consuelo del Señor. 

(L'Osservatore Romano - 17 de julio de 1998)