La afectividad femenina
(Mujer Nueva, 2001-08-28)


  1. Introducción: estructura de la personalidad

  2. Actividad inicial:¿Cuánto conoces de la emotividad?

  3. Desarrollo del tema

  4. Reflexión personal

  5. Sugerencias para las acciones



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  1. INTRODUCCIÓN: LA ESTRUCTURA DE LA PERSONALIDAD:

    La personalidad es la diferencia individual que constituye a cada persona y la distingue de otra. Conjunto de cualidades que constituyen a la persona o supuesto inteligente (Diccionario Manual Vox).

    Al hablar de la estructura o componentes de la personalidad no debemos pensar en “capas” o niveles o elementos independientes entre sí, sino considerar que estos componentes están estrechamente relacionados y son interdependientes.

    Así, por ejemplo, cuando se altera la frecuencia cardíaca (elemento o nivel orgánico) suele acompañarse de una emoción o sentimiento de angustia o ansiedad e incluso de temor. Cuando el cuerpo, o más concretamente los músculos, se relajan por efecto de un baño caliente, esta sensación física va acompañada de un sentimiento de confort, de tranquilidad, de agrado psicológico y emocional. A la inversa sabemos que circunstancias pueden llevar a alteraciones fisiológicas y anímicas y así una mala noticia puede quitarnos el apetito o una situación de estrés (como unos exámenes universitarios) aumentarlo.

    Los niveles que componen a la persona son tres:



    Otro ejemplo: sentir hambre. Es una sensación que no puede ser controlado y que nace de la necesidad del organismo de satisfacer sus necesidades vitales. Pero la persona puede decidir cuándo y cómo saciar esa sensación o, incluso, llegar a negar esa satisfacción como hacen las personas que se declaran en huelga de hambre. También puede darse que la falta de dominio le lleve a abusar de los alimentos por sobre las necesidades y le cause un problema de sobrepeso no condicionado por una alteración metabólica sino por una falta de voluntad y decisión o por ignorancia del peligro que implica.

    Observar las estructuras de la personalidad nos ayudan a conocer que existen muchos factores que inciden en el comportamiento humano. Es decir, el comportamiento no es una simple consecuencia de instintos o impulsos. Es mucho más. Se puede asegurar que todas y cada una de las acciones que una persona realiza responden a diversos factores.

    Así cuando un objeto nos pincha o quema nos apartamos rápidamente, llegando a la conclusión de que en este caso se trata de un simple movimiento reflejo. Ahora bien, es posible que, dicho reflejo provoque en nosotros recuerdos e incluso reacciones afectivas que vienen a complicar la simplicidad del acto reflejo. Esto significa que la conducta humana – aún en los actos más simples – resulta siempre mucho más compleja que la de los seres inferiores, y eso tanto cuantitativa como cualitativamente.

    La razón está en la estructura de la personalidad, en la interrelación estrecha que existe entre los tres niveles o componentes de la personalidad, ya que en todo acto, en toda conducta interviene la totalidad del ser. Es decir, junto a los movimientos del fondo endotímico – emociones, sentimientos, instintos, tendencias – muchas veces intervienen también los procesos del pensamiento y de la voluntad.

    Es la voluntad la que decide, o debiera decidir, guiada por la razón, la medida en la que influirán las vivencias endotímicas en nuestro pensamiento y actuar. El factor racional es así un actor decisivo en la dirección y modelación de la conducta, porque es el que nos permite saber qué es lo más conveniente y puede aprender del pasado e intentar prever el porvenir, guiando los dictados de los instintos y tendencias.

    Existen muchos actos en la vida diaria que realizamos dirigidos únicamente por el fondo endotímico, es decir, surgen del inconsciente. También existen otros actos de nuestra conducta que a fuerza de repetirlos, llegamos a realizarlos de un modo automático. Todo esto es bueno porque deja los estratos superiores más libres posibilitando la proyección de nuestras facultades superiores (inteligencia y voluntad) a cuestiones de mayor importancia, lo que nos permite enriquecernos cada vez más. En el animal esto no ocurre, ellos repiten monótonamente su conducta y no pueden progresar.

    Analicemos un ejemplo: Conducir un coche. Cuando estamos aprendiendo, debemos concentrarnos totalmente y cada movimiento es pensado y calculado, especialmente cuando debemos pasar algún cambio o marcha. Apretar el embrague, soltar el acelerador, mover la palanca de las marchas y, al mismo tiempo, soltar el embrague y acelerar paulatinamente para evitar que el coche comience a dar saltos. Decididamente es imposible si no se piensa muy bien cada movimiento. Pero después de gastar tiempo en practicar, nuestra atención, ya no está en ello y podemos mantener una buena conversación sin preocuparnos por los cambios. Y, junto con el elemento mecánico o de movimientos, se produce un cambio en la emotividad; si inicialmente nos poníamos “nerviosos”, sudábamos y empalidecíamos cada vez que se acercaba el momento de pasar de segunda a tercera o de arrancar el coche; poco a poco deja de ser fuente de emociones y sólo aparecen cuando algo se sale de lo normal.

    La afectividad es un componente importante de la persona humana. Los componentes afectivos “matizan” las vivencias intelectuales y objetivas de cada persona y las hacen únicas e irrepetibles, incluso para sí mismo.

    En la mujer, más que en el hombre, es posible observar la influencia de la afectividad en sus comportamientos y sus vivencias. Muchas veces escuchamos o decimos expresiones como: “estoy triste o alegre, o... y no sé por qué”. En la experiencia verificamos la mayor influencia de las emociones, los afectos y los sentimientos en la vida de las mujeres. Por esto la importancia de comprenderlos y aprender a dirigirlos y encauzarlos adecuadamente. No se trata de vivir al vaivén de ellos ni de eliminarlos por completo al estilo del sr. Spock de la serie de televisión,“Viaje a las Estrellas”, sino de aprender a aprovecharlos para que nuestra vida esté “más llena de colorido”.

    Eliminar los afectos, emociones o sentimientos es un error. Con ello empobreceríamos la vida propia y la de los demás; le estaríamos diciendo NO a nuestra naturaleza humana. La afectividad y la emotividad son elementos propios del ser humano, querer eliminarlos es mutilarnos a nosotros mismos. Pero tampoco se trata de convertirnos en sus esclavos. Es importante saber manejarlos y encauzarlos, y no ser manejados por ellos. Son una enorme riqueza, una fuerza que puede llevarnos a hacer grandes cosas porque nos da toda la energía que necesitemos. Pero puede destruirnos si no los sabemos integrar.

    El ser humano es una unidad de cuerpo y espíritu y los rasgos de su personalidad y emotividad le han sido dados por su naturaleza humana. Si quiere llegar a su realización debe aceptar y construir sobre esta realidad. La educación puede modificar o influir la naturaleza mejorándola, pero nunca debe buscar destruirla o negarla.

    Conocer las bases de la afectividad, sus mecanismos, el origen de las emociones y algunas tácticas para encauzarlas y manejarlas, nos hará más dueñas de nosotras, más capaces de aprovechar positivamente la influencia y la energía que nos ofrecen nuestros estados de ánimo y seremos, en definitiva, personas más maduras. Creceremos interiormente porque serán los elementos superiores de nuestra personalidad: voluntad e inteligencia, los que guiarán y conducirán nuestras decisiones y actos. Esto tiene dos grandes ventajas: una mayor facilidad para la armonía de la vida social y una mayor independencia para poder pensar con serenidad y de forma más racional.

    En la mujer, como ya hemos dicho, la afectividad y las emociones forman un aspecto fundamental en su vida. Esto se relaciona con la fisiología femenina: las hormonas. La característica cíclica de la actividad hormonal tiene gran influencia sobre los estados de ánimo, condicionando la expresión de diferentes emociones según el momento del ciclo hormonal en el que se encuentre. En algunas mujeres se expresa con más fuerza, en otras con menos, pero todas experimentamos la presencia de las emociones y los sentimientos en nuestras vidas.

    Además, en la mayoría de las mujeres suele darse lo que llamamos reacción en cadena: surge una emoción, le sigue otra y luego otra y otra; muchas veces no se identifica cómo se originó, cuál fue la razón, etc. Esto es bastante generalizado en el género femenino (y una eterna intriga para los varones). Lo que sí difiere mucho de una mujer a otra es la fuerza de las emociones y afectos y la forma de reaccionar de cada mujer frente a ellos. Algunas las perciben, las entienden y las aprovechan. Otras no. Unas se sirven de ellas para crecer y enriquecer su personalidad, y en otras, las emociones son fuente de depresión, tensión y hasta neurosis.

    Sentir las emociones nunca es, ni será, un problema para una persona. Menos aún para la mujer. Por su naturaleza ella está dotada de una extraordinaria sensibilidad en función de la misión trascendente que posee dentro de la sociedad como humanizadora de la misma y transmisora de vida. El punto clave es “ser dueña de sí misma y de las propias emociones”. O en otras palabras, no ser su esclava. Porque las emociones por sí mismas son esclavizantes: nunca sabremos qué pedirán, hacia dónde se dirigen, qué consecuencias traerán. Y cuando no se encuentran iluminadas y guiadas por la inteligencia y la voluntad son CIEGAS, incapaces de ver las consecuencias de sus actos casi reflejos, imposibilitadas para ser “objetivas” y actuar proporcionadamente a aquello que las motiva.

    Un caso extremo citado en un periódico. Un matrimonio con algunas dificultades se encuentra discutiendo sobre lo que verán en televisión un domingo por la tarde, él desea ver el partido de fútbol, ella un programa de entrevistas. Cuando el esposo se sienta ante el televisor y decididamente se instala a ver el juego, ella sube a su cuarto y minutos después baja gritando que está harta de esos partidos y le dispara a su esposo. ¿Qué pasó? Simplemente que sus emociones decidieron actuar por su cuenta y su inteligencia y voluntad quedaron eliminadas de su actuar. Fue una reacción irracional y emocional (un crimen pasional, aunque en esta ocasión, providencialmente, el esposo no murió).

    Es esclava de sus emociones, la mujer que las pone como norma última de su vida, sometiendo todo a ellas: sus intereses, sus acciones, sus decisiones, sus pensamientos, incluso la verdad. Al final perderá el control sobre sí misma y se desalentará. Es dueña de sí misma, por el contrario, aquélla que las usa para enriquecer su vida psíquica y su personalidad, poniéndolas al servicio de la inteligencia y de la voluntad; de esta forma las convierte en fuente de liberación y enriquecimiento.

    REFLEXIÓN INICIAL

    EL HOMBRE SIN CORAZÓN.


    ¿RECUERDA LA PELÍCULA “EL MAGO DE OZ”? EN ELLA APARECEN UNA SERIE DE PERSONAJES MUY INTERESANTES. HABÍA UNO, EL HOMBRE DE HOJALATA, QUE DESEABA LLEGAR CON EL MAGO PARA HACERLE UNA PETICIÓN MUY ESPECIAL: “UN CORAZÓN”.

    El Hombre de Hojalata consideraba que le faltaba ese órgano tan importante y por ello era incapaz de sentir afecto, amor, etc. De emocionarse. El Mago se encargó de sacarlo después de su error y demostrarle que sí podía emociones y sentimientos, conocía la amistad y era capaz de sufrir y alegrarse con sus amigos... pero igual le regaló un hermoso reloj con forma de corazón para que “escuchase su latir”.

    Algo parecido ocurre con Data, el personaje de la serie Star Trek: The next Generation, él ha logrado percibir que la fría lógica no sirve de nada a la hora de encontrar una solución humana adecuada. Esto, porque los sentimientos constituyen el dominio en el que más evidentemente se muestra nuestra humanidad y, en este sentido, Data anhela llegar a sentir porque sabe que, mientras no sienta, no podrá acceder a un aspecto fundamental de la humanidad. Anhela la amistad y la lealtad porque carece de corazón.

    Esto que parece cosa de cuentos o películas, en algunos casos se acerca mucho a la realidad. Los psiquiatras y psicólogos reconocen la existencia de una condición extrema, llamada alexitimia, y que consiste en una casi total incapacidad para manifestar las emociones. Quienes las padecen creen incluso que carecen de ellas. Un ejemplo.

    Gary era un cirujano de éxito, inteligente y solícito, pero su novia, Ellen, estaba exasperada porque, en el terreno emocional, Gary era una persona chata y sumamente reservada. Podía hablar brillantemente de cuestiones científicas y artísticas pero, en lo tocante a sus sentimientos, era – aún con Ellen – absolutamente inexpresivo. Y, por más que ella tratara de mover sus emociones, Gary permanecía indiferente e impasible y no cesaba de repetir: “yo no expreso mis sentimientos” al terapeuta a quien visitó a instancias de Ellen y, cuando llegó el momento de hablar de su vida emocional, Gary concluyó: “no sé de qué hablar. No tengo sentimientos intensos, ni positivos ni negativos”. Algo similar le sucedía a aquel estudiante interno que, cierta noche, al descubrir un fuego en su dormitorio, cogió un extintor y lo apagó. No hay nada especialmente extraño en su conducta, a excepción del hecho de que en lugar de correr a apagar el fuego, lo hizo caminando tranquilamente, porque, para él, no existía ninguna sensación de peligro.

    Estos casos nos parecen extraños porque la emotividad, la expresión de sentimientos y afectos son parte esencial del ser humano y nos resulta muy difícil comprender y aceptar que existan personas que no posean sentimientos, que no sepan lo que es la alegría intensa, la angustia, la ansiedad, el temor, la desesperación...

  2. ACTIVIDAD INICIAL

    ¿CUÁNTO CONOCES DE LA EMOTIVIDAD?

    Lee la siguiente situación y responde a las preguntas:

    Inés y Pedro llevan 7 meses de casados. Ambos trabajan fuera, aunque Inés tiene un horario que le permite llegar a casa temprano y preparar la cena. Le encanta cocinar y ella dice que le descansa. Por su parte Pedro llega tarde y le gusta cenar siempre a la misma hora.

    Hoy Inés llegó más cansada que de costumbre y decidió leer unos minutos antes de ponerse a cocinar. El tiempo se le pasó y cuando se percató le quedaba muy poco para que llegara Pedro, y la cena seguía sin prepararse. Se puso nerviosa y comenzó a cocinar a toda prisa pensando en lo que diría Pedro cuando llegase y la cena no estuviese lista (“claro, te pones a leer y no te importa que al llegar yo la cena esté sin hacer”). Mientras preparaba todo, cada vez más exaltada, se le quemó la sopa y tuvo que preparar una ensalada fría.

    Cuando llegó Pedro, Inés tenía lista toda una serie de argumentos para replicar a las posibles críticas de su esposo por la cena que le había preparado. Pero Pedro no dijo nada, cenó tranquilamente, le preguntó a Inés cómo había estado el trabajo ese día y se ofreció a ayudarle a lavar los platos y acomodar la cocina al terminar.



    Si no puedes responder a todo, inténtalo después de finalizar el seminario.

  3. DESARROLLO DEL TEMA:

    1. UNA CAJA DE SORPRESAS:

      1. El fondo afectivo

        La afectividad constituye uno de los capítulos más importantes de la psicología y de la psiquiatría. En general clasificamos a las personas en 2 tipos: cerebrales o no emotivas (que vulgarmente llamamos frías) y afectivas o emotivas (lo que común y erradamente llamamos sensibles). Entre ambos existe una gama de estilos y patrones de conducta. Piense en aquellos protagonistas del cine de hace veinte o treinta años: fríos, seguros de sí en todo momento, racionalistas, parecía que nada les afectaba. Contemple los que ahora surgen: sensibles, emotivos, capaces de llorar ante una tragedia o de conmoverse con un niño...

        Afectividad significa impresión interior producida por algo. Es un conjunto de fenómenos subjetivos (no es igual a irreal, sino que son propios del sujeto que los está viviendo y no son objetívales) que acompañan a una vivencia objetiva. En otras palabras: es el contenido subjetivo de la vivencia objetiva. Se caracterizan porque no son puro conocimiento, son difíciles de verbalizar y provocan un cambio interior.

        Cada vivencia posee dos componentes, uno intelectual y otro afectivo. Desde el punto de vista intelectual la vivencia es, por esencia, objetiva. Pero esta vivencia cognoscitiva va acompañada de otras cualidades, lleva consigo un componente valorativo que es sentido por el individuo de modo inmediato y profundo y que es fruto de la afectividad.

        Un ejemplo. Una naranja. Podemos verla, palparla, olerla; es decir, ir adquiriendo el conocimiento intelectivo de ella a través de los sentidos, hasta este momento es algo puramente objetivo. Pero según el hambre que sintamos, el aspecto apetitoso o no, si podemos comerla sin problemas o nos hace daño, etc.; damos a la naranja un juicio de valor: la declaramos agradable o desagradable. De este modo una vivencia intelectual y objetiva ha quedado matizada subjetivamente por un componente afectivo.

        La afectividad se caracteriza por:

        • Ser un estado subjetivo, interior y personal

        • Ser experimentado personalmente por el sujeto que lo vive

        • Su contenido es esencialmente una vivencia, un estado de ánimo que se manifiesta mediante: emoción, sentimiento, pasión o motivación. (son las cuatro experiencias afectivas más importantes.)

        • Como toda vivencia, deja huella



        La afectividad se clasifica de diversos modos, una primera gran distinción que suele hacerse es entre sentimientos y emociones:

        • sentimientos: estados afectivos de mayor intensidad, pero de menor duración y que tiene exteriorizaciones físicas.

        • emoción: suele tener menos intensidad pero mayor duración.



      2. La fuerza de las emociones

        La emoción es una agitación interior consecuencia de percepciones, recuerdos, imágenes, pensamientos o juicios, y que produce una vivencia con manifestaciones fisiológicas (corporales), conductuales y cognitivas. Suelen surgir de forma brusca y es difícil de expresar.

        Toda emoción es respuesta a un hecho o acontecimiento interior, el motivo. La intensidad y duración de la reacción que provoca la vivencia son proporcionales a la importancia personal de quien la está viviendo.

        En el interior las vivencias producen una modificación afectiva intensa que son subjetivas y oscilan entre dimensiones bipolares: placer-displacer; excitación-tranquilidad; tensión-relajación; etc.

        Las emociones tienen mucha fuerza, no sólo en la vida de quien las experimenta, sino también en quienes rodean a esa persona. Son contagiosas. ¿Quiere un ejemplo?

        “Al comienzo de la guerra de Vietnam, un pelotón norteamericano se hallaba agazapado en un arrozal luchando con el Vietcong cuando, de repente, una fila de seis monjes comenzó a caminar por el sendero elevado que separaba un arrozal de otro. Completamente serenos y ecuánimes, los monjes se dirigían directamente hacia la línea de fuego.

        ‘Caminaban perfectamente en línea recta – recuerda David Bush, uno de los soldados integrantes de aquel pelotón – sin desviarse a la derecha ni a la izquierda. Fue muy extraño pero nadie les disparó un solo tiro y, después de que hubieran atravesado el sendero, la lucha concluyó. Nadie pareció querer seguir combatiendo, al menos no aquél día. Y lo mismo debió de haber ocurrido en el bando contrario porque todos dejamos de disparar, simplemente dejamos de disparar’”.

      3. Clasificación de las emociones:

        Vamos a mencionar una de las múltiples clasificaciones utilizadas aunque no logra agotar el tema, porque mucho queda por decir. Pero nos puede servir para aproximarnos al mismo. Él propone ocho emociones consideradas primarias y una serie de miembros para sus respectivas familias.

        • Ira: rabia, enojo, resentimiento, furia, exasperación, indignación, acritud, animosidad, irritabilidad, hostilidad y, en caso extremo, odio y violencia.

        • Tristeza: aflicción, pena, desconsuelo, pesimismo, melancolía, autocompasión, soledad, desaliento, desesperación y, en caso patológico, depresión grave.

        • Miedo: ansiedad, aprensión, temor, preocupación, consternación, inquietud, desasosiego, incertidumbre, nerviosismo, angustia, susto, terror y, en el caso de que sea psicopatológico, fobia y pánico.

        • Alegría: felicidad, gozo, tranquilidad, contento, beatitud, deleite, diversión, dignidad, placer sensual, estremecimiento, rapto, gratificación, satisfacción, euforia, capricho, éxtasis y, en caso extremo, manía.

        • Amor: aceptación, cordialidad, confianza, amabilidad, afinidad, adoración, devoción, enamoramiento, y ágape.
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        • Sorpresa: sobresalto, asombro, desconcierto, admiración.

        • Aversión: desprecio, desdén, displicencia, asco, antipatía, disgusto y repugnancia.

        • Vergüenza: culpa, perplejidad, desazón, remordimiento, humillación, pesar y aflicción.



        Como el listado nos permite ver, hay emociones que llamaríamos positivas y otras negativas. Pero también es cierto que una emoción que a primera vista nos parece negativa, puede ser positiva según el objeto hacia el que se dirija. Por ejemplo el odio. Cualquiera diría que es una emoción netamente negativa, que no podría considerarse positiva... pero ¿si se refiere a odio a la injusticia y nos moviera a esforzarnos por construir un mundo más justo? En este caso debemos aceptar que es un odio “bueno”, porque su objeto es incorrecto y la conducta que motiva es adecuada.



    2. ¿CÓMO INGRESAN LAS EMOCIONES EN UNA PERSONA?

      1. La falta de certezas trascendentes

        Todo aquello que desee mantenerse en pie por largo tiempo, debe construirse sobre fundamentos sólidos. Si deseamos una vida emocional estable, se requiere una estabilidad religiosa (o espiritual) suficiente que soporte las dificultades y enigmas de la vida diaria y les dé sentido o garantice la capacidad de encajarlos adecuadamente. El dolor, el sufrimiento, las dificultades siempre estarán presentes en la vida de una persona, sólo algún principio o certeza sobrenatural puede dar sentido y responder al interrogante que generan y, al mismo tiempo, permitir sobreponerse y continuar adelante sabiendo que volverán a surgir.

        Esto es especialmente importante en la mujer, porque por su naturaleza ella tiende a trascender más que el varón. Los éxitos y realizaciones temporales no son para ella fuente de seguridad porque ve lo frágiles que pueden ser. La mujer necesita una “agarradera” casi eterna. Esto lo encuentra en convicciones y certezas trascendentes, fundamentadas en una estabilidad religiosa serena.

      2. Una idea sin fundamentos

        En la vida afectiva de las mujeres tienen mucho peso las ideas que ésta se forme sobre bases objetivas o subjetivas. La mujer tiende a “darle vueltas” a las cosas, va sacando consecuencias, imagina las reacciones de los demás, prevé las dificultades que podrán surgir, etc. Esto es útil cuando hay que programar y planear, pero puede llegar a ser un verdadero problema cuando no sabemos mantenerlo dentro de límites razonables y permitimos que esas ideas construyan “castillos en el aire” y originen emociones no siempre adecuadas. ¿Recuerda el cuento infantil “La lechera”? En él una lechera pobre, va al mercado a vender la leche; en el camino va soñando que con el dinero de la leche comprará pollitos, cuando crezcan y los venda comprará... hasta que se ve dueña de un hermoso vestido con el que enamorará al príncipe. Y al llegar a este punto es tanta su emoción (ha olvidado que sólo son planes) que da un salto de alegría y el cántaro de leche se le cae y rompe: se acabaron los sueños de la lechera.

        Un ejemplo de la vida real: Inés está recién casada, su esposo es muy ordenado y cena siempre a las 8:00 p.m. Ese día Inés tuvo dificultades en el trabajo y como llegó cansada decidió escuchar un poco de música antes de preparar la cena, pero se le pasó el tiempo. Cuando se dio cuenta se puso nerviosa y mientras cocinaba, su mente bullía en una cadena de explicaciones, excusas y posibles reacciones de su esposo. Lo imaginaba reclamando por su descuido y ella intentando explicarle que había tenido un día difícil, pero entonces él no la escuchaba y enfadado se sentaba a devorar lo que ella había preparado sin decirle ni siquiera gracias. Para cuando su esposo llegó, ella ya estaba furiosa y esperando una mínima palabra o gesto para “reivindicar sus derechos”, pero él no dijo nada, la saludó tranquilamente y le preguntó cómo había sido su día. Inés tuvo que esforzarse por comprender que éste era el mundo real y dominar su enojo y rabia. Había sido la mente de Inés la que creó todo y casi provoca un pleito matrimonial.

        Por todo esto es importante que:

        • Conozcamos la fuerza de la mente en la propia vida: tus estados de ánimo negativo, ¿tienen fundamento real o surgen de tu mente? Tu vida, ¿se fundamenta en hechos reales o en fantasías para huir de lo que te duele?

        • Aprendamos a dominar la mente: distinguir lo que es o no objetivo, realista. Controlar y contrarrestar las ideas negativas y favorecer las positivas, etc. Por ejemplo, siento que en la oficina me han pasado a llevar a no me han considerado: ¿Tiene un fundamento objetivo? ¿Podría dar argumentos y pruebas reales o son sólo subjetivas?

        • Dominemos la fantasía: en las mujeres es común preocuparse por adelantado o crear un mundo de ensueño. Hay que vivir con los pies en la tierra. Recordemos a la lechera.



      3. ¿Te quieres a ti misma?

        ¿Qué opinión tienes de ti misma? Si te consideras inútil o fracasada es que no te conoces adecuadamente. Primero porque todas las personas tienen más de un punto positivo y al mismo tiempo, porque no existe ninguna persona perfecta. Partiendo de ese realismo en la consideración de nosotros mismos, podemos llegar a desarrollar un cariño correcto por nuestra propia persona y la trataremos con delicadeza y caridad.

        Además vivir con una visual negativa es correr una maratón con las piernas atadas. Esta visión negativa nunca será correcta y elimina toda posibilidad de superarnos: estamos convencidas de que será imposible. Con sinceridad, ¿cuántas veces ha pensado de sí misma que es un fracaso, un rotundo y total fracaso sin remedio?

        Para aprender a querernos debemos dejar de compararnos con los demás, somos únicos, distintos del resto y no tenemos que ser iguales, perderíamos nuestra originalidad. Tampoco crearnos ideales inalcanzables que nos hagan desesperar, ni mediocres que nos desalienten. Seamos realistas pero exigentes con nosotros mismos, pongámonos un ideal, una meta y luchemos por alcanzarla sabiendo que no se logra en un día ni sin esfuerzo, pero que es posible con constancia y dedicación. Nos puede ayudar pensar en lo que aconsejaríamos a una amiga que nos relata su problema, porque generalmente somos más realistas con los demás que con nosotras mismas.

      4. El universo de lo somático

        En la vida no todo son ideas, ni religiosidad ni autoestima. Poseemos un cuerpo que no podemos ignorar ni convertir en una obsesión. Hay tres elementos a tener en consideración:

        • la belleza: para la mujer es importante su aspecto físico, más aún con los modelos que presenta el mundo actual. En algunos casos la importancia que algunas le dan a la apariencia lo transforma en una fijación y en la apariencia se centra toda fuente de seguridad, de éxito, de alegría, etc. Esto es un error, es hacer depender nuestro valor como personas de algo efímero y circunstancial. No prestemos atención a los cánones de belleza impuestos por los medios y busquemos aprovechar nuestras potencialidades.

          Un ejemplo extremo es lo que ocurre con las adolescentes que sufren anorexia. Generalmente son chicas inteligentes y con éxito en los estudios, pero ponen en la apariencia física su meta y único valor como seres humanos hasta el punto de no importarles arriesgar la propia vida con tal de cumplir con ciertos parámetros de belleza.

        • las hormonas: un elemento muy importante para la mujer, el ciclo menstrual con todos sus cambios hormonales tiene una fuerte influencia en el estado emocional de una mujer. Cada una es diferente, lo importante es conocerse a sí misma y descubrir la influencia de los diferentes momentos del ciclo en la realidad afectiva para que no caigan de sorpresa sino que nos encuentren preparadas.

          Está comprobado que al acercarse el momento de la ovulación, el aumento de estrógenos fomenta un estado de ánimo sereno, relajado, positivo. Algunos estudiosos creen que es un mecanismo que ayudaría a la mujer a aceptar un acercamiento del varón en los días en que es fértil. No se sabe, pero sí se conoce que al acercarse el momento de la menstruación, en el que el nivel de estrógenos es bajo, el estado de ánimo se vuelve más irritable, lábil o susceptible.

        • el cansancio y la enfermedad: son dos condiciones físicas que influyen negativamente en el estado anímico y además predisponen a una mayor sensibilidad y susceptibilidad. Debemos cuidar la salud. La influencia es mutua. Un estado de ánimo bajo, triste, deprimido lleva a problemas de salud o incluso a menor sobrevida en casos de enfermedades terminales.

          Se ha demostrado que pacientes terminales que cuentan con el apoyo de un grupo, su familia o el equipo médico sobreviven más del doble de aquellos que en las mismas condiciones médicas se enfrentan a la enfermedad solos sin apoyo emocional.

          Otro buen ejemplo es la experiencia personal. Todos hemos pasado por episodios en los que un malestar más generalizado o una época de mayor cansancio por trabajo o exámenes nos provoca estados de ánimo depresivos o irritables. Y en esos momentos algo que antes no hubiese causado mucha dificultad se convierte en un obstáculo insalvable o en una agresión absoluta.



    3. ¡QUE NADIE SE ME ACERQUE! ¡ESTOY FURIOSA! (IRA)

      1. Definición

        La ira es una emoción que como todas las demás aparece y desaparece. Según el sentido, la orientación y la forma de encauzarla que se le dé, se transforma en algo bueno o malo. Enfurecerse ante una situación que es injusta y hacer lo posible por revertirla es una buena ira. Es lo que han hecho algunas personas que hoy vemos como grandes modelos. Por ejemplo, Craig Keilburger. Este joven canadiense a los 12 años leyó sobre el asesinato de un chico vendido como esclavo y que denunció el trabajo infantil. Su ira contra la esclavitud de los niños se transformó en toda una organización que se llama Libera a los niños, que es hoy la mayor red de niños que ayudan a otros niños.

        Existe también la pasión de la ira, que va acompañada de la maledicencia, la malicia. Lleva a perder la paciencia y es destructiva en sus dos formas:

        • la ira caliente: expresada con gritos, golpes, objetos lanzados, etc.

        • la ira fría: se manifiesta en sarcasmos, ironías, venganza, etc.



        Un ejemplo muy común de estos dos tipos de ira son las discusiones matrimoniales. Con frecuencia es posible observar matrimonios en los que las críticas a la pareja, los comentarios hirientes y sarcásticos, la mordacidad, son utilizados como demostración de enfado. En otros matrimonios llegan a lanzarse platos u otros objetos en las discusiones. Si vio alguna vez la película “La fierecilla domada” con Elizabeth Taylor, recordará sus accesos de ira en los que arrojaba a sus pretendientes jarrones, plantas, etc.

        La mujer, por educación, tiende a esconder la ira bajo el hastío y la contrariedad. Es necesario conocer estos sentimientos, identificarlos y educarlos:

        • Identificar los sentimientos de ira, hacia quien se dirigen, momentos de mayor fuerza. Qué o quiénes hacen perder la calma. ACEPTACIÓN.
          Así por ejemplo, si sabemos que ese compañero de trabajo del esposo acostumbra hacer comentarios que causan disgusto y enfado, en lugar de enfadarse la próxima vez, ya estará preparada y sabrá que no debe dejarse importunar ni dar importancia a lo que él diga. Y si la reunión es más amplia y hay posibilidades de mantener otras conversaciones puede incluso evitar escucharlo. Lo importante es aceptar que eso va a suceder para buscar los remedios o mecanismos adecuados. Otro ejemplo, saber que los días previos a la menstruación provocan un cambio de humor que lleva a responder airadamente o molestarse por nimiedades. Aceptarlo llevará a reflexionar cuando algo nos enfade, que en realidad la causa no lo amerita y que si nos alteramos tanto es por “las hormonas”. Dará serenidad para objetivar todo y ponerlo en su justo sitio.

        • EDUCACIÓN: autocontrol y modo de actuar positivo: cuando llegue, pararse, razonar que no es necesario ni provechoso dejarse llevar por ella y darle una intención positiva.
          Muchas veces habrá situaciones en los que es razonable que nos enfademos, el punto es no permitir que el enfado nos coja y nos lleva a perder la compostura. Esto requiere educarnos, ejercitarnos en el dominio y en actuar de forma positiva: buscar soluciones posibles y realistas, una conversación serena que ayude a superar las diferencias de los puntos de vista, etc.



      2. Causas

        Son varias, pero es importante conocerlas para determinar cómo actuar cuando surja. Las más frecuentes:

        • Expectativas no logradas. Es el caso frecuente de escolares que esperaban una alta calificación o reconocimiento y al no obtenerlas, en lugar de aceptar que no la merecían se convencen de que el profesor ha sido injusto y se llenan de ira y enfado contra él.

        • Dificultad en la comunicación consigo misma y con los demás. No comprender lo que otros desean decir o comprenderlo diversamente de lo que en realidad nos intentaron decir, etc.

        • Revivir heridas y fallos y alimentar el rencor con la imaginación y la fantasía. Recordar eternamente esa “ofensa” que nos hicieron impedirá que la superemos. Perdonar y olvidar es una buena solución. Y aquí no sirve eso de “perdono pero no olvido”.

        • Deseo de controlar y dominar todos los aspectos de la propia vida. Porque deseamos sentirnos seguros y con las riendas en las manos. LA cena tan esperada y preparada está lista y cuando llevas la pasta a la mesa, el invitado de honor te dice que él no puede comer pasta, que si no le puedes preparar una ensalada... y sale el cansancio y la fatiga y los nervios, etc.

        • Demasiada tensión, cansancio, fatiga, enfermedad, síndrome premenstrual, exceso de deberes y responsabilidades.



        Como podemos ver, estas causas las podemos resumir en tres elementos: Falta de Realismo y Autoconocimiento; Falta de Aceptación y Superación (de uno mismo o de los demás, de las debilidades o limitaciones, de circunstancias que no se pueden dominar); causas somáticas.

      3. Sugerencias prácticas

        Siempre habrá posibilidades de ser atrapadas por la ira, lo importante es saber salir sin enredarnos en ella. Algunas cosas que pueden ayudar:

        • Encauzarla hacia fines positivos: ante un hecho o acontecimiento que ha despertado en nosotros la ira, encauzar esa energía hacia la solución de raíz del problema, hacia una gran obra o proyecto. Es lo que hizo Craig cuando supo del asesinato de ese niño esclavo, buscó un medio de dar solución y no solamente enfadarse.

        • Ser realistas a la hora de marcar nuestras expectativas: saber tomar las cosas como son. Si yo me enfadase por no llegar a la cumbre del Everest no sería realista, no practico el alpinismo y menos aún para un reto así. Pues muchas veces actuamos como si fuéramos capaces de todo, algo así como súper mujer o súper hombre, y cuando la realidad nos demuestra nuestra limitación en lugar de aceptarlo y rectificar nuestras expectativas nos enfadamos. Es actuar como los niños que se enfadan con su bicicleta porque no son capaces de andar sin ayuda.

        • Aprender a comunicarse: a afrontar las situaciones críticas de buena manera sin domeñar la tensión y esconderla bajo presión. Dominando el orgullo, saber abrirse a los demás, escuchar y transmitir. En este sentido puede ser útil una anécdota que apareció en una revista social hace años. En una de esas fiestas de las estrellas de Hollywood, se encontraron tres famosas (dos modelos y una actriz) luciendo el mismo vestido supuestamente exclusivo. En lugar de enfadarse o marcharse se lo tomaron bien y se sentaron y fotografiaron juntas. En lugar del escándalo que podría haber salido en todas las revistas, las pusieron como ejemplos para situaciones similares.

        • Lo pasado, pasado: No dar vueltas a antiguos rencores o discusiones. Este ejemplo nos lo daba un consejero matrimonial, recordaba que en una discusión la mujer luego de haber agotado los argumentos para defender su postura, atacó a su esposo con la siguiente acusación: “hace catorce años te olvidaste del día de mi cumpleaños”. Obviamente el esposo ya ni lo recordaba, había pedido disculpas en su momento y para él el asunto se había terminado.

        • Balancear las necesidades personales con las de los demás, evitar el egoísmo: Querer siempre que se hagan las cosas como a uno le gusta y apetece es fuente de muchas tensiones y discusiones y una forma muy egoísta de vivir. Recuerdo que en una conferencia el Dr. Lickona nos comentaba una anécdota con su hijo. Siempre era una batalla cuando llegaba la hora de cruzar las calles, porque su hijo quería ir sin que lo tomaran de la mano, pero era muy peligroso y ante la negativa de sus padres se enfadaba y hacía una rabieta. Una tarde el Dr. Lickona le dio dos opciones: la mano izquierda o la derecha; el niño optó por una de ellas y cruzó tranquilamente la calle sin enfadarse. El niño deseaba hacer las cosas a su modo, cuando se le presentaron dos opciones diversas de su gusto debiendo escoger entre ellas, lo hizo sin problemas.

        • Aceptar y asimilar que no es posible tener todo siempre bajo control y ante las sorpresas reaccionar con serenidad. Un ejemplo: estaba en el supermercado cuando escuché la voz de una mujer joven que decía: “Devuelve eso a su sitio”. Le respondía un niño pequeño que se agarraba con fuerza a la caja de cereales con la figura del personaje de caricaturas de moda: “Yo lo quiero”. La madre replicó dejando traslucir que comenzaba a irritarse al ver que los observaban y al no lograr “dominar” a su hijo ni la situación: “Devuélvelo ¡ya!”. Entonces la hermana pequeña que había estado jugando con un envase de alimento para bebé, lo dejó caer y éste se rompió derramando el puré de manzanas en el piso. La furia de la mamá hizo erupción, le gritó a la niña, le arrancó de las manos la caja de cereal al niño y cogiéndolo con fuerza se alejó empujando el carro en el que lloraba la niña.

        • Tener una buena organización para evitar acumulación de tensión. El hijo mayor me recuerda que hoy es la presentación de teatro a la que le prometimos asistir hace más de dos meses, mi jefa me entrega el ingreso a la cena de beneficencia a la que prometí suplirlo esta noche y mi esposo me llama a media tarde para preguntarme si recuerdo que hoy era nuestra cita al cine y a cenar fuera... Resultado una crisis de ira contra mí misma. Hubiese bastado que usase la agenda y no me comprometiera sin antes comprobar que estaba libre.

        • Aprender a decir NO. Muchas veces la causa de un enfado es el no haber dicho a tiempo no. Llega esa amiga y nos pide que le ayudemos con la preparación de la fiesta de cumpleaños de su hija. Es el mismo día que debemos entregar el balance presupuestario en la oficina, pero como es una gran amiga no queremos desilusionarla y le decimos que sí. A medida que se acerca el día y nuestra amiga añade elementos para la fiesta y el presupuesto no cuadra el nivel de ira crece en nuestro interior. A veces estallará, otras provocará una úlcera; pero siempre hubiese sido suficiente un “No podré para esa fecha, me encantaría; ¿puedo hacer otra cosa?”.



    4. ¡A NADIE LE IMPORTO! ¡NADIE ME QUIERE! ¡NO SIRVO PARA NADA! (DEPRESIÓN)

      1. Definición

        La depresión puede iniciarse de un modo imperceptible y llegar poco a poco a un estado más profundo. Lo importante es aprender a reconocerla: es un estado de ánimo permanente en el que hay nerviosismo, estado de humor bajo, con deseos de llorar sin motivo, puede asociarse a problemas para dormir (insomnio), inapetencia o disminución del apetito, cambios en el peso, falta de ánimo e iniciativa para la acción (abulia) etc.

      2. Causas

        También son varias las causas:

        • Expectativas irreales de sí misma o de los demás. Querer mucho de la vida, de sí misma o de los demás es un camino seguro hacia la ira y la depresión. Si nos planteamos una meta sin realismo, obviamente no lo alcanzaremos y lo único que lograremos será deprimirnos.

        • Imagen de sí misma distorsionada, que está generalmente asociada a expectativas exageradas de la propia capacidad, irreales. Querer ser diferente o considerar que somos peores de la realidad (algo muy frecuente en las mujeres), son los pasos directos a la depresión.

        • La auto conmiseración o auto compasión, que crea, renueva y enfatiza sentimientos de disgusto, de desconfianza y de abulia. Compadecernos a nosotras mismas es un mal consejero. Hacerlo requiere estar constantemente centrada en los fracasos, las dificultades, los errores, etc; que hemos vivido y en lugar de alimentar nuestro espíritu con ideas positivas o con ideales a conquistar nos convencemos de que es imposible o somos incapaces.

        • La introspección: analizarse continuamente, insistiendo en los aspectos negativos de la vida siempre llevará a disgusto y hastío. Muy relacionado con el anterior.

        • Una situación no solucionada de la que nos sabemos culpables. Creará depresión, miedo, ansiedad, desestima de sí, culpa, etc. Somos humanos y, por lo tanto, nos equivocamos, eso es algo que todos hemos experimentado; cuando nuestros errores han causado conflicto o dolor a quienes queremos y no hemos logrado cerrar el caso, permanece en nuestro interior y no nos permite vivir con serenidad. Saber decir “lo siento” en el momento adecuado, es una gran ayuda para vivir con paz.

        • Conversaciones negativas: insistir en lo negativo no ayuda a elevar el estado de ánimo.



      3. Sugerencias prácticas

        • Oposición rotunda a lo que provoca la depresión desde el inicio. No dejar entrar en el corazón ni en la psicología esos pensamientos o ideas que nos arrastran. Pueden ser sentimientos de fracaso, entonces hay que considerar todo lo que sí hemos logrado; o una ruptura afectiva y lo que debemos hacer es no darle vueltas; etc. Puede servirnos una experiencia de vida muy repetida. Isabel ha terminado con su novio al darse cuenta que no logrará hacerlo cambiar (Luis era un completo “vago”, no avanzaba en los estudios de su carrera, no mostraba ninguna intención de buscar algún trabajo, etc.), lo quería muchísimo y le fue muy difícil decidirse a terminar su noviazgo. Ella recuerda que los primeros días su corazón dominaba por completo la mente y la voluntad, los pensamientos y recuerdos sobre Luis la invadían; pero optó por luchar y se obligó a pensar en otras cosas. No hizo caso a su malestar interior, buscaba distracciones, etc. Isabel descubrió que poco a poco, aunque continúa la lucha, la presión es cada vez menor. No pasa el dolor y la pena, pero lo ha superado por su decisión de no permitir que ideas y recuerdos la anulasen.

        • Higiene física (buena alimentación, actividad física) y mental (pensamientos, ideas y conversaciones positivas). Ya vimos que muchas veces las emociones y afectos ingresan por la mente, si impedimos los pensamientos negativos y además encauzamos la energía y nos distraemos haciendo algún deporte, evitaremos muchos problemas. Además mantener la salud ayuda a evitar cansancio y estrés que favorecen los pensamientos negativos.

        • Mantener ideales nobles de lucha y esfuerzo. Que nos lleve a superarnos, a mirar hacia arriba y no desalentarnos en las dificultades. Un ideal, un deseo, una cima a conquistar nos llevará a esforzarnos con la vista puesta en ello. Es la experiencia de los alpinistas y de los atletas.

        • Estar abierta a la confianza y al futuro. Siempre llegan momentos mejores. Vivir con confianza y esperanza levanta el ánimo. No se trata de ser idealista o vivir con la cabeza en las nubes como se dice vulgarmente, sino de buscar una meta que nos motive y estimule, que sea alta y al mismo tiempo realizable y nos mantenga en tensión (positiva). Volviendo al ejemplo de Craig, su meta es muy alta, su ideal es muy hermoso y altruista y eso ha sido una de las cosas que lo ha mantenido luchando a pesar de darse cuenta que el mundo no cambiará de un día para otro.

        • Realismo en las expectativas sobre sí misma y los demás. No esperar peras del olmo. Si no sé cantar o no tengo buena voz, no pensar en alcanzar éxito y fama como cantante. Si las tablas de multiplicar me resultan incomprensibles y misteriosas, no plantearme la posibilidad de estudiar ingeniería. Realismo que no significa estrechez de horizontes, sino calcular muy bien lo que tengo y puedo para plantear mis planes.

        • Realismo en el concepto de sí misma: aprender a ver no sólo lo malo sino también lo bueno. Esto es algo importantísimo para la mujer. Tenemos la costumbre de ver el punto negro en la pared blanca respecto de nosotras mismas: somos desorganizadas y ya nos consideramos un desastre, se nos quemó la comida y es el fin del mundo, mi jefe me dice que hay que hacer algunas modificaciones en le informe que le entregué y ya creo que está buscando mi suplente. Realismo: hay cosas buenas y otras no tan buenas en todas las personas, descubrir lo bueno que poseo y potenciarlo. Un ejemplo: Martha Stewart. Esta mujer ocupa el lugar número 9 entre las mujeres más poderosas del mundo según una lista de Fortune de julio de 2001. Lo ha logrado aprovechando su capacidad de dueña de casa, enseñando y aconsejando a otras mujeres cómo tener un hogar que realmente sea feliz.

        • Compadecerse de los demás e intentar solucionar las necesidades de los otros. Esto es algo sumamente eficaz porque nos ayuda a olvidarnos de nosotras mismas y a prestar atención a las necesidades de los demás. Estar atentos a lo que otros necesitan centra nuestra atención en ellos y nos permite ver que no estamos tan mal, porque aún podemos ayudar a otros. Es el testimonio de tantos hombres y mujeres que se dedican a la ayuda y el trabajo voluntario. No carecen de dificultades personales pero han aprendido a ponerlas en su justo lugar y el ayudar a otros les da una satisfacción que les posibilita enfrentarlas con optimismo.

        • Mirar hacia adelante, buscar construir algo mejor sin permanecer lamentando el pasado. No se puede vivir en el pasado. El dicho popular: “Lo pasado, pasado”, contiene mucha sabiduría. El pasado ya no se puede cambiar, si hemos visto qué pudimos haber hecho para obtener mejores resultados ahora se trata de quedarse con lo aprendido y no volver sobre lo que no dio cierto.

        • Aprender a pedir perdón y a perdonar a los demás y a sí mismas. Eso mantiene nuestra mente serena y capaz de mirar hacia delante.



    5. ¿QUÉ VA A PASAR? ¿QUÉ SERÁ DE MÍ? CREO QUE NO SOY CAPAZ (ANSIEDAD Y MIEDO)

      1. Definición

        La ansiedad y el miedo se han convertido en una epidemia moderna. A los seres humanos siempre nos han preocupado mucho algunas cosas, cómo lograr bienestar material o reconocimiento profesional, etc. Hoy a pesar de los avances técnicos, nos sigue preocupando hondamente la salud, el bienestar, la moda, la seguridad para el porvenir, hasta el punto de vivir en constante ansiedad. ¿Qué pasaría si mi esposo o yo sufrimos un accidente? ¿O enfermamos? ¿Y si fracaso en la universidad? ¿Si pierdo el empleo? ¿Si se declara una guerra o un desastre ecológico?

      2. Causas
        En general la ansiedad nace de la falta de seguridad. Queremos tener todo bajo control, sin sorpresas que pueden ser desagradables, sin imprevistos, sin novedades. El problema central está en descubrir dónde estoy poniendo mi seguridad. Si la he puesto en algo que de por sí puede cambiar de un día para otro, entonces vivo con el temor de perder aquello que me da seguridad. Por ejemplo: quien ha puesto su tranquilidad en tener un buen empleo, teme el perderlo y vive ansioso por esto. Aquél que ha puesto su seguridad en el dinero o éxito profesional, vive preocupado de los negocios y de los resultados.

        • Falta de confianza en Dios: para quien posee una creencia religiosa, muchos temores y ansiedades se ven disminuidos por la confianza en un Ser Superior que conoce el destino de la humanidad y no es indiferente a lo que sucede al hombre.

        • Amor que se transforma en ansiedad: cuando amamos a alguien nos preocupamos por él, el problema surge cuando esa normal preocupación se transforma en ansiedad y en una tiranía. Es lo que sucede con las madres que viven sólo para sus hijos, pendientes de todo y deseosas de evitar cualquier problema o dificultad. Se transforman en tiranas de sus hijos o a sus hijos en sus tiranos.

        • Deseo inmoderado de control sobre sí mismo y los demás, como medio para sentirse seguro de que sucederá lo “justo” o “correcto”. Es posible observarlo entre padres e hijos o esposos. Es una forma de influenciar sobre los demás.

        • Por desconfianza: dirigida a Dios, a los demás o a sí mismo: le pedí y no me cumplió, mi amiga me traicionó, no fui capaz de cumplir este propósito, etc.

        • Forma constitucional de pensar y de ser: son personas que por temperamento se preocupan por todo y viven ansiosas. Sólo lograrán una úlcera si no aprenden a dominarlo y ser dueños de sí mismos. En Inteligencia Emocional se relata el siguiente caso: Una mujer estaba siendo tratada de ansiedad generalizada y respondió de la siguiente manera a la petición de expresar durante un minuto sus preocupaciones y pensamientos: Podría no hacerlo bien. Sonaría tan artificial que no nos permitiría hacernos una idea correcta de la realidad de mi problema y lo que necesitamos es comprender esa realidad... Porque si no vemos la realidad jamás me pondré bien y, si no me pongo bien, jamás podré llegar a ser feliz.

        • Miedos o fobias: a la muerte, al futuro, a la oscuridad, etc. Limitan la vida de quien los sufre.



      3. Sugerencias prácticas

        • Desarrollar la fe y la confianza en Dios.

        • Aprender a vivir un amor maduro: que quiere lo mejor para el otro y está dispuesto a darse; pero sabe dejar al otro su libertad e independencia para vivir sus propias experiencias (muy importante en la relación con los hijos)

        • Buscar aceptar la vida y la realidad con todo lo bueno y lo no tan bueno que traen. El dolor y el sufrimiento siempre estarán presentes, no querer eliminarlos.

        • Ocuparnos, no preocuparnos: ante una dificultad preguntarse: ¿puedo hacer algo objetivamente? Si la respuesta es no, dejarlo de lado, si la respuesta es sí, hacerlo y ya. No estar dando vueltas en la mente a situaciones que no podemos cambiar o no dependen de nosotros. Esto nos lleva a gastar inútilmente energías y a centrarnos en aspectos negativos.

        • Vivir con alegría y gozo las pequeñas cosas buenas que la vida nos da y no querer lo imposible, porque por mucho preocuparme o angustiarme, no añadiré ni un centímetro a mi estatura. Gozar los detalles y pequeñeces almacena en el espíritu recuerdos positivos que nos ayudarán en los momentos de mayor necesidad.



  4. REFLEXIÓN PERSONAL:

    Un buen consejo práctico en todo el campo de la afectividad, es intentar siempre mantener el equilibrio. No dejarme arrebatar por un sentimiento o una emoción, pero tampoco convertirme en una estatua de mármol a la que nada le afecta.

    Nos puede servir el caso de un paciente del doctor A.J.Cronin, que él relata en su libro “Aventura en dos mundos”: Willie Craig era famoso en su pueblo por su serenidad y sangre fría. Así el día que consultó al Dr. Cronin por una molestia en la lengua, éste no se limitó a pedir un examen sino que le dijo claramente que temía fuera un cáncer. Willie pasó los 3 peores días de su vida, aunque nadie podía sospecharlo; lo imaginó todo: un tratamiento radical que lo dejaría mudo, una muerte lenta y dolorosa; lo peor pasó por su mente, hasta que al ir a recoger los resultados de la biopsia y al decirle el médico que no había rastro de malignidad, pudo desahogar todo su temor.

    Ni por falta ni por exceso. Un medio práctico que puede ayudar, aunque requiere mucho ejercicio, constancia y tenacidad, es intentar salir de la situación, mirarla como si no fuera uno el protagonista sino un testigo del mismo. Ya lo dice el refrán: “Los árboles no permiten ver el bosque”. Y entonces, desde la distancia, ofrecernos el consejo que le daríamos al otro.

  5. SUGERENCIAS PARA LAS ACCIONES

    1. AUTOCONOCIMIENTO: (es una pauta, se pueden utilizar otras)

      • ¿Tiendo a la alegría o la tristeza? ¿Al optimismo o al pesimismo?

      • ¿Cómo es mi estado de ánimo habitual?

      • Mi estado de ánimo, ¿es más bien constante y permanente o muy voluble y cambiante?

      • ¿Hay algo que me preocupe fuertemente? ¿Qué me causa temor o ansiedad?

      • ¿En qué tengo puesta mi seguridad?

      • ¿Cuál es la puerta de entrada más frecuente en mí de sentimientos y emociones?

      • ¿Mantengo el realismo y objetividad en la forma como me veo a mí misma?

      • Si alguien me hace un comentario negativo, ¿sé mantenerme objetiva o me invento toda una tragedia?



    2. ACEPTACIÓN PERSONAL:

      • Hacer una lista de las cualidades personales.

      • Enlistar las capacidades o aquellas cosas para las que “soy buena”.

      • Describirme a mí misma enfatizando lo positivo.



    3. MECANISMOS DE AYUDA:

      • Escoger cuatro o cinco aspectos de mi persona que no me agradan, pero que puedo trabajar y mejorar (no escoger aspectos imposibles de modificar, como la estatura, la capacidad artística, etc) y elegir para cada uno algunos medios prácticos y concretos para mejorar. Ejemplo: “soy muy desorganizada”, para superarlo, voy a acostumbrarme a llevar una agenda, además cuidaré muy bien el orden siguiendo el refrán: “un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar y a la primera”.

      • Sabiendo cuál es la puerta de entrada de mis emociones y sentimientos, buscar medios que me ayuden a permitir la entrada de positivos y evitar el ingreso de los negativos. Por ejemplo: Higiene mental. “Cuando me asalten pensamientos negativos, como que soy un desastre o que nada me sale bien, los cortaré de inmediato y los cambiaré por otros positivos”.

      • Buscaré en las conversaciones con mi familia escuchar y no sacar ideas ni conclusiones precipitadas. Cuando piense que están intentando hacerme una crítica que considero injusta, preguntar realmente qué es lo que desean decirme, no sacar conclusiones sin fundamento.