MARÍA TEXTOS

1. M/DOLOR. Mc/12/44 En este texto contemplamos, pues, la generosidad de María: "ella repite, hasta con lágrimas, el heroico FIAT de Nazaret" (Pío XII); ella, mejor aún que aquella viuda anónima a la que un día propuso Jesús a la admiración de los suyos, en el templo (Mc 12. 44), "ofrece toda su vida"; supera la grandeza de Abrahám en el monte Moria (Gn 22. 16): ningún ángel viene a devolverle a ella este Hijo en el último momento, como en otro tiempo fue devuelto Isaac a su anciano padre...

BOBICHON-1/2.Pág.156 ........................................................................

2.Lc/01/38 Lc/08/08 
María es una mujer transformada por la gracia, totalmente habitada por Dios. Ella es la "tierra buena" de la parábola del sembrador. Se ha vaciado totalmente de sí misma, de ese falso yo que nos esclaviza, para llenarse de Dios. En la medida en que nadie, ni nosotros mismos, nos ama tanto no desea tanto nuestro bien como el propio Dios, desear, amar y hacer la voluntad de Dios, es la cima de nuestra "realización" como personas y como creyentes.

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3.OBEDIENCIA/SC M/ABRAHAN: Existe unanimidad en afirmar que la contestación concluyente de María al ángel y a través de él a Dios: "Aquí está la esclava...", es la expresión acabada de la fe de Abrahán y de todo Israel. Ya a Abrahán se le había exigido una inaudita obediencia de fe, cuando sobre el monte Moria se le pidió que devolviera a Dios el regalo que el mismo Dios le había hecho, justamente por su fe, el hijo de la promesa, en un sacrificio espiritualmente consumado y solo interrumpido materialmente. Con María llegará Dios hasta el final de esta fe, cuando al pie de la cruz, devuelva a Dios su hijo, el hijo de la realización de todas las promesas, en la oscuridad de una fe incomprensible e impenetrable, y sin la intervención de ningún ángel como salvador.

HANS URS von BALTHASAR
MARIA, PRIMERA IGLESIA/NARCEA, Pág. 61

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4.PAZ/VD: Lc/02/01-05

La "tranquilidad" no existe mientras haya un hombre que salvar o redimir. Dios zarandea a los suyos haciéndolos instrumentos de gracia para los demás. Pero en el fondo del corazón, cuando uno ama de verdad, en todas las circunstancias de la historia, está la verdadera paz y tranquilidad de Cristo.

La "tranquilidad" de la vida de Nazaret, cuando José y María preparaban el nacimiento de Jesús, se quebró por una decisión de la autoridad civil pagana. Cualquiera, hubiera visto solamente un atropello de la persona humana, o de todo un pueblo, y hubiera reaccionado con violencia. Pero las dificultades se superan por otro camino: el camino del amor.

No obstante, con una visión de fe, las cosas cambian. En cualquier momento se puede amar; y esto no lo puede impedir nadie. En cualquier momento, por tanto, podemos hacer lo mejor. Había "motivos" para amargarse la vida: dificultades del viaje, precipitación, estado de María, trabajo que tienen que dejar, un hogar feliz recién comenzado, aventurarse a riesgos imprevistos..., toda una aventura. María, poco tiempo antes, había viajado para atender a su prima Isabel; entonces, era otra cosa, porque se iba en plan de servicio concreto a los demás. Pero... ahora... Cuando uno sigue un plan trazado para servir a los demás, se crece en las dificultades... Pero cuando son "los demás" los que trazan nuestros planes, o los condicionan esencialmente, uno empieza a pensar en el atropello de la personalidad. ........................................................................

5. Jn/19/25-27 Lc/02/33-35 FE/CZ M/SUFRIMIENTO Se dice a veces que María, concebida sin pecado, no tuvo dificultades en decir "sí" a Dios. Tal vez sea verdad lo contrario. Cuanto más santo se es, más se descubre quién es Dios y qué espera de nosotros. Es tanto más difícil decir "sí" cuanto más claramente se percibe la ruptura que implica esta fidelidad.

SANTIDAD/SUFRIMIENTO: No hay santidad sin tragedia: todos los místicos dan testimonio de ello. "En el orden del ser, el sufrimiento es una imperfección. En el del amor, es el sello de la perfección". El pecado, que altera la imagen de Dios, atenúa la fuerza de sus exigencias. María no tuvo fácil la vida. El hijo educará a la Madre en la magnitud de su propia misión, hasta que sea madura para permanecer al pie de la cruz y finalmente para recibir, rezando dentro de la Iglesia, al Espíritu Santo enviado para todos. Esta educación está bajo el signo de la espada que atravesará el alma de la Madre, como profetizó Simeón. Será un proceso despiadado. (...). La fe como ruptura. Es notable cómo una de las primeras palabras de la fe es el llamamiento a una marcha: "Ven, sal, abandona, deja..." Piénsese en Abrahán, en los apóstoles, en el joven rico... La fe supone un desplazamiento, una ruptura. Es, por una parte, desarraigo, renuncia y, por lo tanto, muerte; y por otra, descubrimiento, acogida, resurrección. Es notable que el Evangelio habla de María en los grandes momentos de ruptura, aquellos en que la fe se juega, se decide.

Se describen tres momentos principales:1) Caná, o la ruptura con la concepción "providencialista" del Mesías. 2) María y Jesús, en Marcos, o el final del automatismo familiar. 3) María al pie de la cruz, o el final de un sueño extraordinario de éxito humano.

Tres rupturas. Se reconocen en ellas el rechazo de los bienes, de la sangre y del poder. Rechazo de un vino que se posee sin esfuerzo, repulsa a la voluntad de la carne, rechazo del poder.

J/TENTACIONES:TENTACIONES/J:Cristo no está allí para satisfacer los deseos ilimitados del hombre: lo que ocurre en María da testimonio de lo que pasa por el creyente.

Las tres repulsas que María conoce en su existencia remiten a las tentaciones de Cristo que rechaza la facilidad maravillosa de la magia (cambiar las piedras en pan), el sueño de considerarse absoluto (en el sentido maravillosista del término, tirarse del Templo) y la fascinación del poder (los reinos). Las tres renuncias de María, situadas al comienzo de la vida pública (Caná), en su mitad (familia de Jesús) y al final (al pie de la cruz) constituyen ese sufrimiento y ese juicio que Simeón había anunciado.

Si los evangelistas hablan de María independientemente de la infancia de Cristo, lo hacen en tres momentos decisivos para mostrar que el discípulo pasa por el mismo camino que su maestro (Jn/14/03-04). María tuvo que aprender a renunciarse, a salir de sí misma, para avanzar por el camino de su Hijo. Esta ruptura la dispone para conocer la vida pascual de la fe.

Los textos que presentan así a María son para la Iglesia textos normativos, es decir, reglas de fe: para hallar a Cristo hay que dejar honores, prudencia humana, ideas hechas, voluntad de poder, etc. María es presentada como el tipo del proceso eclesial. La función de estos relatos es, pues, despertar el ardor de la Iglesia a que se decida por el Señor Vivo. Son textos "críticos", en el sentido de que juzgan la concreta praxis de la Iglesia y la reavivan; la solicitan a una decisión por la marcha, por la renuncia, por la fe.

ALBERT ROUET-ALBERT
ALCANCE 10.Págs. 75 y 102

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6. M/POBREZA:

La Virgen de Nazaret no enamora a sabios y poderosos Razones para un malentendido Lo que ocurre es que para este mundo es muy difícil digerir que sea cristianamente tan importante una mujer como María de Nazaret, pues ello pone del revés todos los valores de una «cultura». Y el primer sabio griego que polemizó largamente con los cristianos (el filósofo ·Celso) ya tomaba como uno de sus argumentos el que los creyentes en Jesús honraban a una María que era «mujer sin porvenir ni nacimiento regio, y a quien nadie conocía, ni siquiera sus vecinos» (Véase: ORÍGENES, Contra Celso 1, 39. Celso aduce eso como argumento para afirmar que Dios no pudo enamorarse de una mujer así. Véase también 1, 28: "mujer campesina y pobre que se ganaba la vida hilando"). Muchos cristianos, impactados por esa argumentación de Celso, parece que se hayan dedicado a ponerle coronas a María -para equipararla con los grandes de «nacimiento regio»-, a levantarle templos descomunales que parecen tener garantizado un «porvenir» histórico y a proclamar que se aparece aquí y allá, para que puedan conocerla -y aprovecharse de ella- no sólo los vecinos, sino todas las gentes de lugares lejanos que acuden allí con la ambigua intención de ser testigos de algún milagro, para ver si así se ahorran aquello de «creer sin haber visto» (ef. Jn. I l, 29), que tan duro se le hacía al apóstol Tomás.

J.I. GONZALEZ-FAUS
SAL-TERRAE 1987, 10

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7. El testimonio más elocuente sobre la pobreza de María lo escribió en el s. II un enemigo de la Iglesia, Celso: «Una pobre campesina que vivía de su trabajo... Allí -en Egipto- alquiló sus brazos por un salario... Una mujer sin fortuna ni nacimiento regio..., porque nadie, ni siquiera sus vecinos, la conocían» (Discurso verdadero, 7-8).

Celso habla con desprecio, pero casi le agradecemos que nos haya dejado esta pintura de María, recogida del ambiente judío. Nos convence de que no sólo fue mujer sin fortuna material, sino que fue desconocida, anónima, irrelevante, como los pobres: los que no cuentan, los que no tienen voz, los que no pueden defenderse. «¿Acaso de Nazaret puede salir algo bueno?». Celso llega a poner en duda su belleza. Y, sobre todo, Celso, y con él todos los que se dejan guiar cínicamente por la razón, se escandaliza de que Dios escoja a personas tan insignificantes. «Repugna a un Dios que El haya amado a una mujer sin fortuna». ¡Que extraños y distintos de los nuestros son los gustos de Dios! Resulta que María fue elegida y amada de Dios, no sólo a pesar de ser pobre, sino precisamente por ello, por ser radical y enteramente pobre. Pasmosa pobreza, que diría santa Clara.

CARITAS 1989-2.Págs. 32 s.