Dios me ha amado y salvado,

y me sigue amando y salvando

 

 

Cuadro de texto: Objetivo: Llevar a los jóvenes a tomar conciencia de las acciones de amor de Dios por cada uno de ellos manifestadas de manera especial en la propuesta que le hace de un camino para alcanzar la verdadera libertad.

Objetivos específicos:
1.	Hacer que el joven reflexione sobre los acontecimientos de su vida
2.	Tratar de reconocer la “mano de Dios” en las situaciones que se han presentado en la vida del joven, para que así, reconozcan y vivan en su infinito amor.


 

Juego de ambientación: se proponen dos opciones:

¡Pum!

Desarrollo del juego: Todos los participantes sentados en círculos. El primero comienza a contar: "uno", el segundo "dos", y así dando vueltas; cuando le toca a uno el 7 o múltiplo de 7 (14,21, 28, etc.) en vez de decir el número, grita "PUM" y el siguiente debe seguir normalmente con la cuenta. El que se equivoca o se olvida del número que le toca, queda eliminado.

 

Paso del limón:

Desarrollo del juego:

Se forman dos equipos. Estos se alinean y se sientan en el piso, y tratan de pasar un limón a lo largo de la línea y lo traen de nuevo al principio, usando solamente sus pies. El limón no debe tocar el piso.

 

Desarrollo del tema

Dinámica: ”La baraja de mi vida”

Objetivo: Hacer un recuento de diversas situaciones que han pasado en la vida del joven

Materiales: 1 baraja y un dado por grupo (ver anexo)

Desarrollo de la dinámica: el animador forma grupos de cuatro personas. Cada grupo tendrá una baraja. Cada integrante del grupo para iniciar tira el dado, la persona que obtenga el menor puntaje toma dos cartas y contesta las dos preguntas que le tocaron. La persona que obtuvo el mayor puntaje en el dado toma una carta y le puede hacer la pregunta a cualquiera de las otras tres personas. Las otras dos personas del grupo toman una carta y contestan la pregunta. La metodología anterior se repite 4 veces más. La idea es que los jóvenes conozcan un poco de las vivencias que han tenido los demás compañeros de grupo, así como que cada joven analice lo que ha sido de su vida y como Dios siempre ha estado con él.

 

Al final de la dinámica, se hace un plenario, donde los jóvenes compartan un poco la experiencia de la dinámica:

 

·        ¿Cómo te sentiste en la dinámica, cuando tenías que contestar alguna pregunta?

·        ¿Qué situaciones de la vida de otros jóvenes, de tu grupo, te llamaron la atención? ¿porqué?

·        ¿Qué situaciones de tu vida se asemejan a la otros jóvenes de tu grupo?

·        ¿Puedes comentar alguna experiencia positiva y otra negativa que te haya pasado en tu vida?

·        ¿Tienes conciencia de que Dios siempre ha estado contigo en las buenas y en las malas?

·        ¿Qué conclusiones puedes obtener de la dinámica?

 

 

Terminada esta parte, los jóvenes en forma individual, completan el cuadro que está en el anexo.

 

Oración final

1.       Iniciar con una oración agradeciéndole a Dios todo lo bueno y malo que ha sucedido en nuestra vida

2.      Se puede escuchar el canto: “Gracias” de Martín Valverde

3.      Lectura bíblica: Lc 8, 22-25. Luego de leer la lectura en voz alta se deja un momento de silencio para que los jóvenes lean la cita dos o tres veces y luego reflexionen con la ayuda de las siguientes preguntas:

 

·        ¿Qué representa la barca?

·        ¿Se nos olvida que Jesús siempre va con nosotros en nuestra barca?

·        ¿Qué representa la tormenta?

·        ¿Qué representa en nuestra vida la calma en el mar y que la barca no se hunde?

·        ¿Qué actitud habrán tenido los discípulos?

·        ¿Qué actitud habrá tenido Jesús cuando lo despertaron?

·        ¿Quién es Jesús en tu vida?

·        ¿Tienes conciencia de que Dios siempre camina contigo y te ayuda y ama?

 

4.      Se pueden entregar algunas de los pensamientos que están en el anexo para que los jóvenes reflexionen más sobre el tema

 

5.      Se termina con el rezo del Padre Nuestro.

 Material de apoyo para el tema

“Dios me ha amado y salvado,

y me sigue amando y salvando”

 

Cuando estamos con nuestros amigos hablando de todo un poco, es muy común, que  recordamos, hablemos y hasta vacilemos con algún acontecimiento o situación (ya sea una situación alegre o un poco triste) que nos pasó; ya sea a todos como amigos o a alguno de los que están hablando. Por lo general, siempre recordamos con lujo de detalles esa situación que pasó.

 

Ahora bien, así como recordamos con nuestros amigos diversas situaciones de nuestra vida y de la vida de ellos, ¿recordamos y más que recordar tenemos conciencia (somos sensibles) de que Dios siempre ha estado presente en esas situaciones amándonos, aún por más dolorosas que nos resulten?

 

La pregunta anterior, porque en muchas ocasiones solo agradecemos Dios lo bueno y decimos que Dios está con nosotros en ese momento, pero cuando vienen los momentos dolorosos o negativos, renegamos contra Dios y hasta decimos que Dios ya no se acuerda de nosotros.

 

Veamos a los discípulos (Lc 8, 22-25), están en una barca ¡con Jesús!, este se duerme (me imagino que estaba cansado del día, pues había predicado y hasta había hecho algún milagro) en eso, se viene una tormenta y los discípulos tienen miedo y se asustan, al punto de despertar y creo que hasta le reclaman a Jesús (¡nos hundimos!) y éste con mucha paz calma la tormenta. Claro cuando Jesús hizo algún milagro no le reclamaban nada por supuesto. Pensemos: ¿somos como los discípulos que muchas veces estamos ciegos y no vemos que Jesús está ahí “a la pura par”? ¿le reclamamos en las situaciones negativas de nuestra vida? ¿le agradecemos lo bueno y lo malo?

 

Muchos podrían preguntarse entonces, pero ¿cómo si Dios nos ama, permite que yo (o mis amigos) pasemos muchas veces por situaciones dolorosas, la más clara: la muerte de un familiar o amigo o alguna otra: quedarse en el cole, me asaltaron y me robaron, terminé con mi novia o novio, problemas familiares, etc, etc

 

La Palabra de Dios nos da una luz en este tema: “Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman y a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito” (Rm 4, 28) En otras traducciones está escrito: “todo pasa bien de los que aman al Señor”; es decir, es toda situación que pase en nuestra vida (buena o mala) Dios siempre está presente, Dios siempre nos acompaña y tiene un propósito bueno y mejor para nosotros.

Hasta de lo malo Dios saca algo bueno para nuestras vidas, por ejemplo, de la muerte de su Hijo, que fue algo doloroso, nos dio salvación y vida eterna. Aclaremos en este punto, que Dios no quiere el mal para nosotros o el sufrimiento, pues es un Dios de amor (1 Jn 4, 16), no es un Dios castigador (pero si corrige fraternamente), más bien, Dios “sufre” cuando alguno de sus hijos peca y le pasa algo malo; pero de todo eso Dios es capaz de sacar algo bueno. Dios escribe recto en las líneas torcidas de nuestra vida. ¿Porqué entonces, tantas personas hacen el mal a otras? Porque Dios que nos ama demasiado y nos da libertad (ese es su mayor regalo, después de su Hijo) de hacer lo que queramos pero como dice San Pablo: “soy de libre de hacer lo que quiera, pero no todo conviene” (1 Co 6, 12)

 

Entonces si Dios hace todo esto, ¿qué debemos hacer nosotros? Algo que es muy sencillo, pero que muchas veces nos cuesta: reconocer la “mano” de Dios en todas las situaciones de nuestra vida (fue lo que hicimos en la dinámica) ya sean buenas o malas y debemos de tener fe: creer (¡y así es!) que Dios siempre está con nosotros, siempre camina a nuestro lado y nos ama, a pesar de muchas veces renegamos contra El, por lo que pasa en nuestra vida. En pocas palabras, seamos sensible a la  acción de Dios en nosotros, pues el nos ama.

 

Ahora, si muchas veces nos cuesta recordar y tener conciencia de que Dios nos ama y está a nuestro lado, ¿qué podemos hacer? Lo hemos venido viendo a lo largo de este año: es muy importante orar, hablar con Jesús como lo que es, como un amigo, contarle nuestra vida; se hace necesario con la oración, leer la Biblia, pues es Dios quien nos habla, es fundamental asistir, vivir y basar nuestra vida en la Eucaristía, unido a la Eucaristía, la confesión (sería ideal que fuera mensual) y por último la vivencia de hermanos en nuestro grupo.

 

Un ejercicio muy bueno en este punto, es hacer todas las noches en nuestra oración (o en algún momento del día), un examen de conciencia y ver que situaciones han acontecido en el día o en nuestra vida en general y meditar y ver que Dios ha estado ahí presente; es más, si volvemos a ver para atrás en la vida, nos daremos cuenta que han sido más cosas positivas que negativas y que de las negativas Dios nos ha dado cosas muy buenas. Lo anterior, lo podemos resumir en que Dios desde ante de que naciéramos nos había amado, hoy día nos ama y nos amará siempre, pues somos sus hijos predilectos. (Jr 1, 1ss)

 

Este amor de Dios para con nosotros, es sellado con una Alianza; esta Alianza o Pacto, es realizado con la sangre de Jesús en la cruz; así no ya no es necesario sacrificar más corderos en el templo de Jerusalén (como se hacía en el AT) pues Jesús, el Cordero de Dios, ya se sacrificó y se ofreció al Padre por todos nosotros. La salvación ya llegado a cada uno de nosotros en Jesús. ¿Acepto y hago mía esta salvación que me regala Jesús?

 

 

Para concluir, el sacrificio de Jesús en la cruz (¡Jesús nos salvó!, es el mejor regalo que nos pudo dar) y su compañía todos los días del mundo (Mt 28, 20) en las buenas y en las malas, se puede resumir en que Jesús nos amó, ama y amará siempre. Si esto es así, ¿le correspondo a ese amor?

 

 

Para profundizar el tema y reflexionar:

Lc 12, 22-31

Ecle 51

Rm 8, 28-39

Mt 6, 25-34

Gaudium et spes # 17

CIC # 2829; #2562 - # 2564