Es deber de todo padre
israelita cumplir con el precepto bíblico positivo de rescatar de un
cohén el hijo primogénito de la madre.
Originalmente se tuvo la intención de que los hijos primogénitos
constituyeran el sacerdocio y fueran consagrados al servicio del Señor.
"Porque mío es todo primogénito de entre los hijos de Israel ...
desde el día que Yo herí a todo primogénito en la tierra de Egipto,
los consagré, para mí." (Números 8:17). Esto es parte del
concepto de que todo lo primero pertenece a Dios, sea hombre, bestia, o
primeros frutos de la tierra. A consecuencias de la apostasía de los
israelitas en el incidente del becerro de oro, cuando lo primogénitos
se mostraron indignos de la función sacerdotal, y solamente la tribu de
Leví no fue culpable de ese pecado, los levitas fueron elegidos para
reemplazar a los primogénitos en el servicio del Santuario, a raíz de
lo cual Aarón y sus descendientes (todos levitas) se transformaron en
cohanitas
"Así apartarás a los levitas de entre los hijos de Israel; y serán
míos los levitas en lugar de todos los primogénitos que abren la
matriz; los he tomado para mi en lugar de los primogénitos de entre los
hijos de Israel" (Números 8:14,16) "Y he tomado a los levitas
en lugar de todos los primogénitos de los hijos de Israel" (Números
8:18)
Debido a que inicialmente los primogénitos eran aquellos cuyas vidas
debían ser consagradas al servicio perpetuo del Señor, ahora deben ser
formalmente redimidos de esa función, y el dinero de la redención ha
de ser entregado a los cohanitas (sacerdotes).
"Pero rescatarás al primogénito de los hombres... cuando tengan
un mes harás que sean rescatados, conforme a tu estimación, por el
precio de cinco siclos de plata..." (Números 18:15-16)
La ceremonia en la que tiene lugar este rescate se denomina Pídión Habén.
La hermosa idea sobre la cual se fundamenta el rescate del primogénito
está basada en el concepto de que se debe entregar al Creador como
ofrenda lo primero y lo mejor de todo lo que ganamos o poseemos, y no
los remanentes o lo mediocre de lo que poseemos. Se impone la realización
del Pidión Habén si:
· el niño es el primer nacido de su madre, que "abre la
matriz"; y si
· el niño es varón, y si
· el padre no es cohén ni leví, ni la madre es hija de un cohén ni
de un leví.
Si falta alguna de las condiciones mencionadas, no se realiza la
ceremonia de Pidión habén. Si un primogénito varón nace por operación
cesárea, no se requiere la realización del Pidión Habén. Si un hijo
varón nace normalmente después de partos previos de hermanos o
hermanas por operación cesárea, debe realizársele' el Pidión Habén.
Un niño varón primogénito que nació después de que su madre tuvo un
aborto, no requiere un Pidión Habén si el malparto se produjo después
del tercer mes de embarazo. Si el aborto se produjo durante los primeros
cuarenta días de embarazo, se requiere un Pidión Habén para el niño
que nace después. Después de los cuarenta días y hasta el momento en
que el feto desarrolle características definidas, se requiere la
realización del Pidión Habén, pero se omite la bendición recitada
por el padre. En todas esos problemas debe solicitarse la opinión de un
rabino.
La ceremonia de Pidión Habén debe realizarse al día treinta y uno
después del nacimiento. (El día del nacimiento se cuenta como el
primer día). Si el acto del rescate se realiza antes, no es válido y
debe repetirse. Un Pidión Habén no se realiza en Shabat o en una
festividad o en día de ayuno. Si el trigésimo primer día coincide con
alguno de esos días, se realiza el rescate inmediatamente después de
la finalización de esos días. El padre del niño tiene el deber de
rescatarlo. Si el padre descuida el rescate en el momento adecuado,
persiste la obligación continua de hacerlo hasta que el niño cumpla
trece años, edad en que el niño asume la responsabilidad de redimirse
a sí mismo.
Si el padre no se encuentra en el mismo lugar que el niño, puede tomar
las disposiciones necesarias para que sea rescatado de un cohén en el
lugar donde se encuentre el padre. En lugar de utilizar la fórrnula: es
mi hijo . . . ", dice, "Tengo un primogénito para redimir - -
"y el cohén responde con la fórmula usual.
Se exige la presencia de un cohén para efectuar la ceremonia. Aun el
mas grande erudito rabínico no está capacitado para ello si no es un
cohen. No obstante, se debe tratar de asegurarse los servicios de un
cohen que sea una persona piadosa y que conozca el procedimiento de la
ceremonia de rescate.
Se acostumbra utilizar cinco monedas de plata de la moneda básica del
lugar, por ejemplo, cinco pesos de plata, cinco libras israelíes, etc.
para simbolizar los cinco shekalim (siclos) de plata prescriptos por la
Torá como la suma del rescate.
La ceremonia en sí es simple. El padre lleva a su hijo primogénito
ante un cohen y le informa a éste que se trata de un primogénito de su
esposa, madre de la criatura. El cohén le pregunta al padre: "¿Qué
prefieres, entregarme tu hijo o redimirlo? " El padre responde:
"¡Redimirlo!" Sosteniendo las cinco monedas de plata (o su
equivalente) en sus manos, el padre pronuncia la siguiente bendición:
“Baruj atá, Adonai, Elohenu, mélej haolam, asher kiddeshanu
bemitzvotav vetzivanu al pidión habén”. “Bendito eres Tú, Adonai,
nuestro Dios, Rey del Mundo, que nos has santficado con Tus preceptos y
nos has ordenado lo referente al rescate del hijo (primogénito).”
Luego se pronuncia la bendición Shehejeyánu
El padre entrega el dinero al cohén. El cohén toma el dinero y lo pasa
sobre la cabeza del niño diciendo: 'Recibí de ti estos cinco siclos
por el rescate de tu hijo. Con ellos él queda rescatado según la fe de
Moisés y de Israel". El cohén coloca el dinero sobre la mesa, y
elevando sus manos sobre la cabeza del niño pronuncia la bendición
sacerdotal. Concluye la ceremonia con una bendición sobre una copa de
vino. (El texto completo de la ceremonia puede encontrarse en cualquier
libro de oraciones cotidianas).
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