V.- DIVERSAS
CUESTIONES CRISTOLOGICAS.
5.1.- LA ENCARNACIÓN
DEL HIJO DE DIOS.
a)
El misterio de Dios que se
hace hombre.
Jesucristo es hombre como nosotros y es Dios como el
Padre,tal afirmacion la profeso el Concilio
de Calcedonia. Introduciendo asi la centralidad misma del misterio de la
identidad de Cristo:
-
Jesus sarx.-
el hijo de Dios se ha hecho hombre como nosotros (se ha hecho concretamente sarx
en el sentido biblico) o sea carne como nosotros, con todas sus limitaciones
excepto el pecado. Ser verdadero hombre significa para Cristo estar sujeto a la
debilidad humana,al desaliento, al miedo, a la oscuridad, a las incertidumbres
del conocimiento humano, a soportar las tensiones de la vida, y
a conocer el drama de la amenaza de una muerte que al final
tronca toda esperanza. San Pablo ofrece una clave de acceso a este misterio cuando para
explicar el ocultamiento de la divinidad en Jesus, habla de vaciamiento, no ya
de la divinidad misma, sino de la manifestacion de la dignidad divina, de la
gloria divina. En virtud de la Kenosis de ese rebajamiento, Jesucristo
habitualmente obra y conoce como un simple mortal, normalmente su relacion con
el mundo circundante esta regulada asi
-
Jesus-Dios.- Jesus es tambien Dios como el
Padre, perfecto en la divinidad. Podemos atribuir a Jesus lo que la revelacion
enseña respecto al Padre. Y asi Jesus en cuanto Dios es Santo, fiel,
misericordioso, justo, omnisciente, omnipotente.
b)
¿ Por qué un Dios
hombre?.
San Anselmo respondia a esta pregunta con la tesis de que Dios se encarno
para salvarnos. De dicha afirmacion discrepa Santo Tomas y las respuestas solo
podian partir de la revelacion, que como ademas directamente no da respuesta
exhaustiva, es algo que queda en el misterio mismo.
El Verbo se encarno para que toda la creacion especialmente el hombre
pueda existir orientada a Dios, a ejercer una
funcion propia en el plan
salvifico que Dios mismo ha dispuesto desde el principio.
El hombre es librado del pecado e introducido en una intimidad de vida
con Dios humanamente inconcebible e irrealizable y ello gracias a Cristo el
Verbo encarnado. En Cristo Dios salva al hombre no aniquilandolo,
sino valorizandolo,considerandolo digno de colaborar a la salvacion. A la
luz de la encarnacion del Verbo se ilumina el misterio de la salvacion del
hombre y del mundo Cristo es el punto omega al que todo tiende para ser
recapitulado y sometido a Dios. La
conveniencia de la salvacion supone necesariamente que sea Dios mismo el
que salve, una autoliberacion por parte del hombres es absolutamente
inconcebible. En efecto, el
salvador debe restablecer la relacion originaria de amistad entre Dios y el
hombre destruida por el pecado,
y hacerlo de manera sobreabundante, lo que unicamente es posible por iniciativa
divina. Ademas la salvacion es descrita como una nueva salvacion, lo que supone
absolutamente una nueva intervencion de Dios.
c)
Como expresar el misterio
de Jesus.
En el Nuevo Testamento fijamos la atencion en el llamado esquema
triadico, que es la expresion mas explicita de la fe cristologica
primitiva. Este esquema lee la existencia de Jesucristo siguiendo este
movimiento: desde la preexistencia
del Verbo al rebajamiento de la
encarnacion y de la muerte en cruz y a la exaltacion de la resurrecion.
La enseñanza de la preexistencia supone la afirmacion de fe de que el
Verbo, o el Hijo de Dios existe desde la eternidad junto al Padre, y que tiene
una existencia personal desde la eternidad, independientemente de la encarnacion.
Por eso la preexistencia es el eslabon que une cristologia
y doctrina trinitaria, y el paso obligado
para plantear el discurso sobre el Dios cristiano.
En cuanto a la enseñanza calcedonense (una unica persona, dos naturalezas) es obligado evitar las dificultades que hoy podria suscitar y
es indispensable completarla valiendose de la enseñanza biblica.
La humanidad permanece siempre tal, aunque libremente se deja plasmar
por el Verbo que la ha asumido, de forma que
responda cada vez mas perfectamente
a sus impulsos transmitidos mediante el Espiritu Santo. Asi se explica fundamentalmente
el crecimiento en sabiduria , en gracia, en obediencia, que la revelacion
atribuye a Jesucristo.
5.2.- EL
CONOCIMIENTO HUMANO CRISTO.
Aquí abordaremos el conocimiento humano de Cristo, interrogándonos
sobre su amplitud y sus relaciones con el conocimiento divino de Jesús, así
como de la presencia de la ignorancia y el error en Cristo.
a)
Los testimonios del Nuevo
Testamento.
Ante todo, en el Nuevo Testamento falta por completo el interés por la
psicología de Jesús, únicamente se encuentran diseminadas anotaciones que dan
a entender que la psicología humana de Jesús era muy compleja. Con todo pueden
analizarse los siguientes aspectos:
-
Conocimiento experimental.-
Jesús estaba dotado de un conocimiento de este tipo, limitado y
progresivo. Se encontraba arraigado en su tiempo, adopta decisiones y en sus
actos se refiere continuamente a las personas que encuentra y a la realidad que
le rodea.
-
Conocimiento progresivo.- como conocimiento
humano de origen experimental que se desarrolla paulatinamente, resulta también
reconocible en los textos escriturísticos (Lc. 2, 46; 2,52; Heb. 5,8).
-
Conocimiento extraordinario.- los evangelios
enseñan ademàs la presencia en Cristo de un tipo de conocimiento
extraordinario, humanamente inexplicable. (Mt.9,4; Mc. 11,2).
-
Conocimiento superior.- su conocimiento
religioso aparece decididamente superior al de sus contemporáneos. (Mt. 5,
21.27.31.33.38.43; Mt. 7,28; 22,33).
-
La misión.- Jesús sabía que era el mesías,
el salvador, era consciente de esta función. De tal manera que el evangelio de
Marcos está todo el construido sobre esta convicción.
-
Fin salvífico.- el momento central de su misión es la pasión, la cruz, y la
resurrección, que Jesús anuncia en diversas ocasiones, atribuyendo a su muerte
un valor salvífico a favor de todos los hombres (Mc. 10, 42-45).
-
Filiación.- los textos evangélicos enseñan
con claridad que Jesús era consciente de ser el Hijo de Dios en sentido propio.
(Mt. 11, 27; Mac.13,32).
b)
Evolución doctrinal
ulterior.
El tema de la psicología humana de Jesús ha sido profundizado
reiteradamente en el curso de los siglos. No pudiendo realizar aquí un estudio
exhaustivo del tema, haremos algunas referencias a las aportaciones más
significativas:
-
La patrística.- hasta la crisis nestoriana,
generalmente se admitía sin dificultad el carácter limitado del conocimiento
humano de Jesús. Posteriormente se fue abriendo paso la tendencia a atribuir a
Cristo un conocimiento humano perfecto, como reacción al "agnoetismo".
-
La teología medieval.- insistirá en la
plenitud del conocimiento humano de Cristo. En esta línea, Sto. Tomás llega a
hablar de una ciencia triple en Jesús: ciencia beatífica, ciencia infusa, y
ciencia adquirida. Situación que se mantuvo hasta principios de nuestro siglo.
-
Siglo XX.-
se habla de la presencia en Jesús de una ciencia adquirida sólo
relativamente perfecta (condicionada a su momento histórico), y la atribución
a la ciencia beatífica de la función de manifestarle a Cristo su personalidad
divina, y en cuanto a la ciencia infusa, no se la ve ya como un conocimiento
enciclopédico, sino que se la considera limitada, en conformidad con el
rebajamiento al que Cristo quiso someterse en la encarnación.
c)
Puntualizaciones teológicas.
Parece oportuno tratar aquí algunos puntos hoy particularmente
discutidos, tal es el caso de la toma en consideración de la ignorancia y el
error como límites del conocimiento experimental de Jesús.
Respecto a la ignorancia, está claramente atestiguada en los evangelios,
de los cuales se desprende que Jesús aprendía, ignoraba ciertos
acontecimientos y pedía explicaciones. Indudablemente forma parte de la condición
histórica del hombre, en el que el Hijo de Dios quiso aparecer, y no constituye
un problema desde este punto de vista. Y de forma análoga se refiere al error,
desterrando no obstante, cualquier error que suponga en él la mínima
imperfección moral. Hablándose de la existencia de una especie de pantalla
entre el conocimiento divino y el humano, que impedía que el primero se
reflejara en el segundo, salvo cuando lo requiriera su misión salvífica.
Con lo cual, parece garantizarse a la vez la perfección y la
historicidad del conocimiento de Cristo sobre la doctrina que enseña y sobre el
designio salvífico que debe realizar. En esta perspectiva, se consigue también
entender la ignorancia de Jesús acerca del día y la hora de la parusía; no
poseía ese conocimiento porque no era necesario para el cumplimiento de su misión.
5.3.- LA VOLUNTAD HUMANA Y EL
SUFRIMIENTO DE CRISTO.
a)
Jesús, hombre libre.
Los evangelios presentan a Jesús como un hombre libre, capaz de lúcidas
decisiones en las más variadas situaciones, particularmente con la misión salvífica
de que está investido. Extremo que cuestionado por los defensores del
monotelismo, esta doctrina fue condenada como herejía en el Concilio
Constantinopolitano III (681).
La base de la afirmación de una perfecta voluntad humana en Jesús, es
el llamado principio soteriológico, según el cual sólo es salvado lo que es
asumido por el Verbo; si Cristo no hubiese poseído una voluntad humana, no
hubiera podido redimir la nuestra.
Por otra parte, es también una verdad de fe que en Jesús la voluntad
humana está sometida a su voluntad divina, como se estableción en el concilio
referido.
Posteriormente la escolástica llegó a distinguir tres modos de
ejercicio de la libertad humana:
-
Libertas exercitii.- por la que la voluntad
puede decidir hacer algo o no hacerlo.
-
Libertas specificationis.- que lleva a escoger
hacer una cosa u otra.
-
Libertas contrarietatis.- que es la
posibilidad de escoger el mal o el bien.
Partiendo de esta distinción, la cuestión de la libertad de Jesús
resultaba más fácil, quedando claro que se le podían atribuir las dos
primeras, pero no la tercera, que debía quedar absolutamente excluido en él,
ya que es en todo semejante a nosotros menos en el pecado.
Además completa la anterior afirmación, la conclusión de que sólo se
da verdadera libertad cuando hay una determinación por el bien; por eso el
hecho de que Jesús no pudiese escoger el mal no significa en absoluto la falta
de libertad (escoger el mal supone ejercitar una libertad deficiente).
b)
Impecabilidad.
El anterior razonamiento lleva lógicamente al de la impecabilidad de Jesús,
quien no tenía absolutamente la posibilidad de pecar (Heb. 4,15). La
impecabilidad hunde sus raíces en la persona misma de Jesús, que es divina.
Por lo que su libertad ha de entenderse como la capacidad de decidirse sin
vacilación alguna por lo que es bueno.
La presente cuestión, afirmado lo anterior, nos plantea la cuestión de
las tentaciones en Jesús, donde debemos distinguir entre la tentación en
Cristo y la nuestra. Cuando somos tentados experimentamos a menudo una fuerte
atracción hacia el mal, una especie de complacencia antes incluso de cualquier
elección; complacencia que según el Concilio de Trento, "se deriva del
pecado y a él orienta". Pues bien, este desequilibrio, relacionado
fundamentalmente con el pecado, estaba del todo ausente en Cristo incluso en el
momento más fuerte de la tentación, como sucedió en Getsemaní; él no
experimentó nunca esa atracción, aunque sea indeliberada, hacia el mal moral.
Actualmente, se piensa en cambio, que tuvo verdaderas tentaciones
interiores, que tuvieron una cierta resonancia en el ánimo de Jesús, pero sin
suscitar en él complacencia alguna en el mal que contemplaban.
c)
El amor humano de Cristo.
Esta cuestión nos plantea la comprensión de las pasiones, los
sentimientos y la afectividad de Jesús. Al igual que la de todo hombre, su vida
psíquica presenta estos aspectos, en los que se expresa la sensibilidad. Todo
eso hay que admitirlo en Jesús, pero teniendo presente que su personalidad
psicológica no experimentaba las limitaciones que el pecado introduce en la
nuestra.
Algo análogo hay que decir del amor de Jesús. El Nuevo Testamento
afirma en diversas ocasiones, que Cristo, como todo hombre, amó. Manifiesta su
afecto filial a Dios, ama a los hombres con los que se encuentra, y los
considera hermanos; ademàs su amor humano se extiende a todos los hombres, por
cuya salvación ofrece su vida.
Por todo podemos hablar de un triple amor en Cristo:
-
Amor divino.- que le liga, en cuanto Hijo, al
Padre.
-
Amor humano espiritual.
-
Amor humano sensible.
Los dos últimos tipos confluyen en un único movimiento, que no es
meramente humano, sino sobrenatural, la caridad.
d)
El sufrimiento de Jesús.
El sufrimiento de Jesús es una experiencia que implica toda su persona:
la sensibilidad, pero también las facultades superiores (inteligencia, y la
voluntad). Considerado globalmente supone la libre aceptación de la voluntad
del Padre en un acto de obediencia y de amor a la vez.
Podemos así, reconocer que Jesús padeció un sufrimiento físico,
propio del trance cruel de su sacrificio, y un sufrimiento moral, que fue el más
grande, causado por el abandono de los discípulos, por el rechazo del pueblo,
por la tensión del abandono confiado en manos del Padre, etc.
Con todo, tal sufrimiento, no parece absolutamente incompatible con la
certeza de la próxima resurrección.
5.4.- LA SANTIDAD DE
JESUS.
Jesús fue santificado progresivamente por el Espíritu Santo análogamente
a cualquier creyente, lo que entrañaba un contacto cada vez mas profundo con el
Padre, o si se quiere, una posesión cada vez más plena de la gracia divina.
Está de más recordar que, como Dios, Jesús poseía la plenitud de la santidad
(era la santidad en persona). Pero esta santidad divina - no de otro modo que la
ciencia y el amor divino - se comunicaba a su humanidad sólo en parte y
progresivamente. Es otra aplicación de la ley de la Kénosis, que preside la
existencia entera de Cristo.
Jesús el Cristo - es decir, el consagrado - es plenamente santificado en
el Espíritu; y de igual modo la vida del Resucitado está marcada por la
presencia del Espíritu Santo, en la cual Jesús se convierte en "espíritu
dador de vida" (1Cor. 15,45), de forma que su realidad humana es
glorificada y capacitada para comunicar la vida divina a los hombres. Por eso en
pascua puede dar con abundancia el Espíritu Santo a sus discípulos (Jn.20,19-22).
I/ La gracia, el mérito y las
virtudes.
Gracia indica más bien la bondad, la bendición, la benevolencia, el
favor, la generosidad de Dios para con sus elegidos, y en particular con
Jesucristo, que posee eminentemente estos dones y los comunica a los creyentes.
La gracia de Cristo, es pues, un don añadido a la consagración
fundamental de la unión hipostática, como reverberación suya, que tiene la
función de santificar progresivamente a la humanidad asumida.
Jesús ganó al cumplir su misión salvífica por obediencia al Padre, la
liberación del pecado y la adopción como hijos de Dios a todos sus hermanos,
él mereció por todos nosotros.
Es dificil comprender la fe y la esperanza de Jesús. En virtud de la
Kenosis, Jesús se privó desde la encarnación del conocimiento de su destino
lo cual influyó para que tomara una actitud de confianza incondicional ante el
misterioso designio de Dios sobre la salvación.
Ii/ Los ministerios de Jesús.
Se
trata aquí de los servicios que realizó, de los cometidos y funciones que
ejerció para nuestra salvación. Son ministerios de Jesús: la predicación,
los milagros, las curaciones, pero también la pasión y la muerte en cruz. Todo
lo cual está en consonancia con el triple ministerio de Jesús en su vida
terrena en que desarrolló una misión profética, real y sacerdotal, que
brotaba directamente de la encarnación del Verbo y era su manifestación
suprema.
Según el Nuevo Testamento, los ministerios de Jesús están a la vez
estrechamente ligados a su unción por obra del Espíritu Santo, en Jesús los
ministerios son dones del Espíritu Santo; luego son propiamente carismas.
Con todo se puede también afirmar que el ministerio de Jesús, es la raíz
de todos los ministerios en la Iglesia, es simultáneamente don de Cristo y del
Espíritu.
5.5.- LA UNION HIPOSTATICA.
Durante los siglos XVI y XVII y basada en la escolástica se trató de
profundizar más en el misterio de Cristo, es decir, la realidad divino-humana
de Jesús.
La enseñanza básica vino dada por Sto. Tomás. En Cristo, la naturaleza
humana era individualizada como en cualquier hombre, racional y estaba unida
hipostáticamente a la persona divina del Verbo, formando con ella una única
realidad: la del Verbo encarnado. Para que todo esto se realizara era necesario
que la naturaleza humana de Cristo no fuera una persona y así realizar la unión
tal como ocurre en la encarnación.
Un problema quedó entonces planteado: ¿Cómo puede la naturaleza de
Cristo ser perfecta sin ser por lo mismo una persona humana?. En efecto, dentro
del ámbito de nuestra experiencia no encontramos naturalezas humanas que no
sean personas lo que dificulta el razonamiento analógico, lo que orientó la
reflexión sobre qué es lo que hace que una naturaleza sea persona... Hubo
interesantes respuestas siempre a nivel metafísico.
Nos acercamos al intento de J. Galot de explicar la persona de Cristo por
referencia a la noción de persona como relación. A la luz de la doctrina
trinitaria ve el constitutivo de las personas divinas en sus recíprocas
relaciones y en forma análoga afirmará que el hombre es persona en virtud de
las relaciones que mantiene con otras personas humanas. Esta solución es
insuficiente desde el punto de vista ontológico, es necesario establecer lo que
es la persona antes de aclarar lo que ella hace.
Finalmente la formulación de K.Rahner, más que una alternativa a la de
Calcedonia, propone un enunciado más moderno del misterio de Cristo. En Jesús
hay una naturaleza humana y una naturaleza divina perfecta, ambas están unidas
sin confundirse entre sí en un sujeto concreto, en una única persona; no
habla, sin embargo, de que el Verbo sea persona. Resumiendo, se podría concluir
que la formulación de Rahner es menos transparente que Calcedonia aunque
sustancialmente coinciden.
5.6.- PROFUNDIZACIÓN EN EL
CONOCIMIENTO DE JESUS.
Lograr un conocimiento de Cristo más profundo es una aspiración
arraigada en el corazón de todos los creyentes a través de todos los tiempos.
Unas veces ha sido el deseo de un acercamiento más inmediato, más vinculado a
la vida pero otras ha sido el deseo de una ciencia superior que vaya más allá
de la fe y presente cierto carácter esotérico. Ya en el siglo II se distinguía
una enseñanza destinada a todos, de índole moral; y otra destinada a los
"perfectos", concerniente a la revelación de los secretos divinos.
Años más tarde, la escolástica afirmó con S. Anselmo que la teología
debe estar ordenada primero por la fe, luego a la inteligencia y finalmente a la
visión. Sto. Tomás siguiendo en la misma línea hizo énfasis en el amor; es
la caridad la que orienta y estimula a la contemplación de Dios y añade que
este tipo de conocimiento procura un deleite que es superior a cualquier otro,
en virtud de su objeto, que es Dios.
El Nuevo Testamento habla de una ciencia superior, pero ligada siempre a
la caridad y la vida cristiana. Es un don de Dios y un conocimiento diferente al
gnosticismo porque está regido por la fe, por el kerigma y accesible a todo
creyente; sin embargo, el que está lejos de Dios, no puede entrar en
familiaridad con él. Para conocer profundamente a Jesucristo es necesario pasar
por una purificación interior que disponga al encuentro con él. No es un
movimiento puramente intelectual, sino que implica actitudes arraigadas en la
fe, entendidas como conocimiento y que la consolidan.
Las características del conocimiento teológico son tres:
-
Carácter teologal.
-
Estructura eclesial.
-
Tendencia mística.
La primera puede alcanzarse mediante la reflexión unida a la contemplación,
a través del estudio imbuido de oración.
La segunda debe traducirse en la predicación, la catequesis, y el
ministerio teológico.
La tendencia mística está proyectada hacia la experiencia de presencia
de Cristo y de su acción percibida como beatificante.