CAPÍTULO IV

EL PAPADO DEL SIGLO XIII y EL EMPERADOR FEDERICO II

 

Introducción.

Tratamos de la lucha del papado contra la dinastía sveva de Federico II, una lucha amarga que no acabará con la muerte de Federico II. Al final ha vencido el papado, pero tras haber acabado con la dinastía caerá en las manos de los reyes franceses sufriendo una dependencia de ellos mucho más grande de la sufrida con Federico II. La lucha de los papas contra Federico II será una de las causas del declive del papado en el siglo sucesivo, siendo la última lucha entre .sacerdocium e imperium. en la Edad Media.

1.- Honorio III (1216-27). La primera fase de la tensiones con Federico II.

Sólo dos días tras la muerte de Inocencio III fue elegido en Perugia el sucesor. Los habitantes de Perugia forzaron a los cardenales a realizar allí la elección en vez de en Roma ya que esperaban una ganancia económica. El neoelecto era el Cardenal Cencio Sabelli, Camarlengo del papa Celestino III; su gran mérito en el desempeño de su cargo de Camarlengo fue la elaboración del Liber censium Ecclesiae Romanae, obra que ofrece importantísimas informaciones para la historia de las recaudaciones y las posesiones de los papas en la Edad Media.

El nuevo papa asume el nombre de Honorio III, hombre más modesto y reservado que Inocencio III pero con la intención de seguir el camino de su predecesor. La principal preocupación del viejo pontífice fue la ejecución de la gran Cruzada decidida en el IV Concilio Lateranense, por tanto seguir el último deseo de Inocencio III. Primero debían ser eliminados todos los grandes obstáculos que amenazaban con conseguir el éxito de la misma. Uno de ellos era la persistente lucha entre Francia e Inglaterra, pero mucho más importante era el comportamiento del emperador Federico II.

1.1.- La política de Federico II.

Federico II todavía no había sido coronado emperador. En 1215 con ocasión de su coronación real en Aquisgrán Federico había tomado la cruz pero sin especificar cómo sería su participación en una futura cruzada, sin decir una fecha. Para obtener el apoyo del papa contra su rival Otón IV había hecho grandes concesiones al papa en una famosa bula con sello de oro, llamada Bula de oro de Eger (1213), una especie de confirma de las recuperaciones de Inocencio III con respecto al Estado Pontificio. Sobre su voto de cruzada Federico siempre había diferido su ejecución. Ciertamente no le faltaban motivos serios para este reenvío, de modo que hasta que no venciese a su adversario Otón IV no se podía pensar en una participación en la Cruzada por su parte. Tras la muerte de Otón IV (+ mayo de 1218) otras dificultades de diversa naturaleza hicieron necesaria la presencia en Alemania del emperador. Después de todo esto el emperador centrará sus atenciones a reunir en sus manos el reino de Sicilia con el imperio y a asegurar a sus herederos una posición que la Curia siempre había intentado obstaculizar, ya que era un interés vital para el papado el no estar cercado por un poder en el sur de Italia y en el norte.

Poco antes de la muerte de Inocencio III Federico estaba empeñado solemnemente de renunciar el día de su coronación imperial de renunciar a Sicilia en favor del hijo Enrique, el cual ya en 1212 había coronado rey de ese reino siciliano. Pero en documento de Estrasburgo no estaba expresado con palabras claras que un sucesor de Enrique debería ser excluido de la elección de rey de Alemania, es decir de emperador. En aquel documento se establecía, por tanto, que debía evitarse la unión de dos estados en cualquier momento, aunque está claro que Federico, desde el comienzo, había mirado a esta meta de reunir Sicilia con el Imperio.

En abril de 1220 en Francoforte Federico consiguió hacer elegir a su joven hijo Enrique como rey Alemán. Para conseguir el consenso de los príncipes eclesiásticos le concedió amplios derechos soberanos de sus territorios. Este privilegio del 26 de abril de 1220 de Francoforte se llama Confoederatio cum prinpibus ecclesiasticis, siendo prácticamente una renuncia por parte del emperador a todos los privilegios que el sistema otoniano, sálico, daba al soberano sobre las iglesias del imperio y ha permitido a los obispos y a las grandes abadías de Alemania desarrollar en principados eclesiásticos autónomos, y Federico lo ha hecho para asegurar la elección de su hijo Enrique, que ya era rey de Sicilia, como rey de Alemania.

En 1231 hizo un documento similar para los príncipes seculares, Statutum in favorem principum. En favor de este segundo documento se encontraba la política de su hijo Enrique, que había llegado a ser regente en Alemania y se apoyaba sobre las ciudades, para aumentar su control sobre el país. Esta política encontró la unánime oposición de los príncipes, por lo que el emperador emitió este Statuto a favor de los príncipes, contra su hijo y contra las ciudades, o en otras palabras una capitulación ante las peticiones de los príncipes. Este documento equiparaba a los príncipes laicos y eclesiásticos en la soberanía territorial y oponía un rechazo a las aspiraciones de independencia de las ciudades.

Todas estas concesiones demuestran que Federico no estaba realmente interesado en un dominio imperial inmediato en Alemania, sino que buscaba nuevos espacios de maniobra para su política autónoma en Italia, para no ser molestado en sus proyectos italianos.

Cuando Enrique insiste en sus directrices políticas contrarias a las directrices de su padre, éste le depone en 1235, muriendo 7 años después en prisión en Italia meridional.

Volviendo a la situación de 1220 debemos decir que con respecto a la elección de Enrique el papa sólo pudo adaptarse a lo sucedido en la elección, pasando Enrique , que ya era rey de Sicilia, en rey de Alemania. Era algo para el futuro, el verdadero regente era el propio Federico en ambos casos. Para calmar la preocupación de la Curia Federico motivó su comportamiento con el hecho de que su ausencia a causa de la inminente Cruzada había hecho necesaria una ordenación del gobierno del reino. Pero no era sólo la elección de Enrique a rey de Alemania lo que había dado motivo de preocupación a la Curia, de suyo hasta ahora Federico no había hecho caso de ninguna de sus promesas de iniciar una Cruzada.

Propiamente por el interés de una Cruzada Honorio deseaba proceder lo antes posible a la coronación imperial de Federico. En los tratados preparativos entre Federico y el papa vuelve a aparecer el problema de Sicilia. Federico pide al papa poder reunir en sus manos las coronas de los dos estados a título estrictamente personal. Hasta el último momento, cuando Federico había colocado las tiendas de su campo delante de las puertas de Roma en el Monte Mario, (que el Medioevo se llamó Monts gaudii porque los peregrinos que venían del norte veían desde allí la Ciudad Eterna), el problema no estaba todavía resuelto.

Entonces Federico tranquilizó al papa con una declaración en la excluía la unión del imperio con el reino de Sicilia, era rey de Sicilia en cuanto heredero de su madre Constanza no en cuanto emperador, el reino siciliano era de propiedad de la Iglesia romana y era un feudo de la Santa Sede y debía ser administrado exclusivamente por empleados sicilianos, no del imperio. Tras esta declaración Honorio no tendrá más objeciones contra la unión personal de los dos reinos en las manos de Federico.

El 22 de noviembre de 1220 en la Basílica de San Pedro tendrá lugar la coronación de Federico II y de su esposa Constanza de Aragón. Tras la coronación el emperador, que había prestado al papa el tradicional servicio de escudero y el officium trattoris, que era muy importante para Federico Barbarroja, tomará de nuevo la cruz renovando el voto de Cruzada. Se estableció la salida para agosto de 1221.

El mismo día de la coronación el emperador publicó una serie de importantes leyes que iban en la línea de los deseos de la Iglesia. Los estatutos de las ciudades que contenían disposiciones contrarias a la libertad de la Iglesia y del clero fueron declarados nulos.

Otras deliberaciones aseguraban la exención de los impuestos para las iglesias y para los sacerdotes, al mismo tiempo que establecía un tribunal especial para el clero, el Privilegio fori para el clero. En consonancia con el IV Lateranense los heréticos fueron amenazados por bando del imperio y por la confisca de los bienes, amenazados incluso con severas penas los magistrados que toleraban a los herejes, como sus protectores y sostenedores; todo ello contra el comportamiento de las ciudades lombardas. Sin duda todas estas leyes antiheréticas nacieron por iniciativa del papa, no del propio emperador.

1.2. Sicilia. Quinta Cruzada.

Tras la coronación imperial y tras renovar el voto de Cruzada, Honorio podía esperar que Federico había asumido la dirección de la Cruzada, tan querida para su corazón, pero quedará de nuevo desilusionado. Uno de los problemas era la situación política, económica, administrativa de Sicilia.

En los años llenos de luchas por la regencia, tras la muerte del emperador Enrique VI, durante la ausencia de Federico que se encontraba en Alemania, el reino de Sicilia había caído en un estado de gran confusión. A causa de ello el emperador deberá emplear en los años sucesivos todas sus fuerzas para reorganizar su reino. De suyo consiguió  en pocos años a restaurar totalmente el reino de Sicilia.

Los musulmanes que vivían en Sicilia fueron sometidos tras largas y costosas luchas. Tras 1224-5 estos musulmanes fueron deportados de Sicilia a una colonia de Lucera cerca de Foggia en Apuglia. Aquí los musulmanes fueron concentrados en un centro urbano, mientras que hasta ahora habían vivido en el campo. De este modo se crearon pequeñas islas de mundo islámico, por estar circundados de cristianos, pero por otro lado se les garantizó bajo la protección del emperador libertad religiosa pudiendo permanecer en el Islam, y condiciones favorables para el desarrollo de sus actividades productivas. Por otro lado Lucera se transforma en un lugar para pertrechar a una elite militar que apoyó a la monarquía sveva incluso tras la muerte de Federico.

En 1224 Federico fundó la universidad de Nápoles que será la primera universidad estatal de Europa; en ella se formarán los juristas sicilianos de los que Federico tenía necesidad para la administración de su reino. Se prohibió la asistencia a universidades extranjeras, como la de Bolonia.

Federico también construirá una flota siciliana. Tras la expulsión de los genoveses, que tenían el monopolio, Federico ordenó la formación de una flota autónoma que fue preparada en poco tiempo.

De este modo en pocos años el reino siciliano se transformó en un estado bien ordenado, sólidamente organizado en el que reinaba el poder absoluto del rey.

Permanecerá aún el problema de la Cruzada que con tanto celo había ideado Inocencio III. Desafortunadamente los jefes de la Cruzada, bajo el mandato de un Cardenal español, Pelayo de San Albano, habían proyectado no un ataque directo hacia Tierra Santa, sino un asalto a Egipto, a quien pertenecía la Tierra Santa, en la esperanza de dañar así una vez por todas la potencia enemiga más temida, el sultán de Egipto. El 24 de agosto de 1218 fue asaltada la roca fuerte de Damieta, la clave de Egipto, pero tras este feliz inicio siguieron graves desilusiones. El sultán egipcio de la dinastía de los Ayubiti (¿) Malik al-Kãmil estaba dispuesto a la restitución de Jerusalén a cambio del abandono de los cruzados de Egipto. Contra el parecer del rey Juan de Jerusalén y otros jefes de la Cruzada, el Cardenal legado rechazó esta oferta. Dos años después el ejército cruzado se encontraba en Egipto en una situación desesperada.

Federico había enviado en julio de 1221 una flota a oriente para ayudar a los cruzados, pero no consiguió remediar la derrota ya que llegó un poco tarde. De este modo la 5ª Cruzada terminó con un total fracaso, el cual fue atribuido a Federico, aunque el único culpable es el Cardenal legado por su desconsideración y obstinación.

En abril de 1221 en Beroli se produjo un encuentro personal a petición del papa, entre él y el emperador, para discutir sobre diversos problemas, sin llegarse a conclusiones definitivas. El papa estaba preocupado no sólo por el asunto de la Cruzada sino también por la política eclesiástica del reino de Sicilia, de suyo Federico intento reconquistar la influencia sobre el nombramiento de innumerables obispados existentes en aquel reino, lo cual a los ojos del papa era un ataque a la libertad de la Iglesia. Además había otros problemas, sospechaba que Federico quería unir al imperio la Marca de Ancona y el Ducado de Spoleto, territorios a los que Federico había renunciado a favor del papado en 1213.

1.3. Lombardía.

El emperador había invitado en abril de 1226 ha una gran Dieta en Cremona, lo que provocó vivas reacciones en los comunes lombardos, que desde largo tiempo atrás estaban preocupados por su independencia. De este modo los comunes renovaron en 1226 la 2ª Liga Lombarda contra Federico II.

En estos años el asunto lombarda asumió un lugar preeminente en la relación entre papado e imperio, ya que parece cada vez más evidente que la libertad de la Iglesia Romana estaba garantiza por la libertad de los comunes más que del respeto de la integridad territorial del Estado de la Iglesia.

Por todo ello durante la estancia de Federico en Italia septentrional en marzo de 1226 se menciona una decisión que toma cargada de consecuencias, concediendo con una Bula de Oro en Rímini a la Orden de los Caballeros Teutónicos, en la persona de su Gran Maestre Hermann von Salza la investidura feudal para los territorios que la Orden hubieran podido conquistar en Prusia, con lo cual comienza la historia del Estado Prusiano.

La mediación entre Federico II y los lombardos fue el último acto de Honorio III que muere el 18 de marzo de 1227, siendo enterrado en Santa María la Mayor.

2. Gregorio IX (1227-43): El estallido de la lucha con Federico II.

El día después de Honorio III, el 19 de marzo de 1227, fue elegido papa por unanimidad el cardenal obispo de Ostia Hugolino, tomará el nombre de Gregorio IX. Había nacido en Anagni hacia 1170 hijo del Conde de Segni, estando emparentado con Inocencio III al cual asemejaba en su carácter. Estudió en París y en Bolonia. Como legado en múltiples ocasiones había demostrado sus habilidades políticas y diplomáticas y su inflexible firmeza de voluntad. Como papa demostró su naturaleza de dominador, irremovible en su fe en Dios e intrépido en las dificultades y el peligro. Su sensibilidad religiosa la demostró en su favorecimiento de San Francisco y su movimiento, ya de Cardenal trabajó bastante e influyó sobre la definitiva regla franciscana, la Regula bulata.

2.1. La Cruzada y la excomunión de Federico II.

La relación con Federico II empieza con un golpe. En el anuncio de su elección, que Gregorio hace llegar rápidamente al emperador, exhortaba a Federico a realizar por fin la Cruzada sino tendría que tomar medidas contra él. Entre tanto el emperador había solicitado la preparación para esta Cruzada. Los cruzados, gran parte de Alemania, habían sido reunidos en julio de 1227 en Bridisi para el embarco.

Haciendo mucho calor en aquel verano se presentó de manera imprevista una epidemia entre los cruzados y los peregrinos, el propio emperador enfermó. A pesar de ello partió con el Conde Ludovico de Turingia, el esposo de Santa Isabel, que quería ir de cruzado a Tierra Santa, pero en Otranto tienen que atracar el 10 de septiembre muriendo el Conde Ludovico a causa de la epidemia el 11 de septiembre. En este momento Federico renuncia a la Cruzada y para restablecer va a los baños de Pozzuoli mientras el grueso del ejército continuó la travesía. De esta interrupción de la Cruzada, causada por su enfermedad, hace llegar un comunicado inmediatamente al papa. Pero el papa no le cree pesando en un pretexto para sustraerse del empeño asumido como había ocurrido otras veces, por lo que Gregorio el 29 de septiembre excomulgó al emperador por no haber cumplido sus promesas, lo cual era una medida despiadada sin considerar la enfermedad de Federico.

Sin tener en cuenta la excomunión Federico siguió en la organización de la Cruzada y partió de Brindisi el 28 de junio de 1228 con casi 40 galeras dirigiéndose ante todo a Chipre donde restableció la soberanía feudal del reino fundado por su padre Enrique VI, y llega el 7 de septiembre de 1228 a San Juan de Acre, actual capital del reino de Jerusalén, con un pequeño ejército de cruzados acompañados de numerosos peregrinos.

Los cristianos de Tierra Santa, el Patriarca Latino de Jerusalén y la mayor parte de las órdenes de caballería rechazaron cualquier colaboración con el emperador a causa de su excomunión El papa, por medio de dos franciscanos, había manifestado a los cruzados que ellos no debían obedecer a un excomulgado como el emperador. Por todo ello Federico decide, por el interés de la causa, pasar el mandato supremo del ejército alemán y lombardo al Gran Maestre de la Orden Teutónica Hermann von Salza, y el de los otros contingentes a otros comandantes.

Dada la situación Federico estaba obligado a recurrir a la vía diplomática. A través de tratados, preparados con antelación, se ganó la confianza del sultán de Egipto Malik al-Kãmil. En febrero de 1229 concluyó con el Sultán un acuerdo decenal con el cual se aseguró un éxito de la causa cristiana sin guerras. Gracias al gran prestigio que gozaba el emperador entre los musulmanes obtiene lo que tantos cruzados no habían podido realizar, la restitución a los cristianos de la ciudad de Jerusalén, Nazaret y una franja costera, y libre acceso para los cristianos a Belén. Así por medio de tratados diplomáticos sin armas se reconstituyó una notable parte del reino de Jerusalén con su capital. Dejó a los musulmanes la plaza del Templo con la Cúpula de la Roca y la Mezquita de Omar, y les garantizo el libre ejercicio de su religión en Jerusalén.

A pesar de los excepcionales resultados estos tratados fueron duramente contestados por el Patriarca de Jerusalén y por el papa que recibió una información odiosa. El 17 de marzo de 1229 entró el emperador en Jerusalén y fue a rezar a la Iglesia del Santo Sepulcro. Al día siguiente Domenica occuli, tras una misa de acción de gracias en el Santo Sepulcro, a la que el emperador no participó por su excomunión, él mismo se ciñe la corona del reino de Jerusalén poniéndosela sobre su cabeza. Al día siguiente el patriarca dejó Jerusalén tras haberle lanzado el entredicho. El propio emperador partirá con prisa hacia Sicilia tras las noticias que le habían llegado.

2.2. Desde la excomunión hasta la paz.

Este hecho de la Cruzada sin guerra fue tomado por el papa para renovar la excomunión el 23 de marzo de 1228, jueves santo. Ya a finales de julio de 1228, cuando Federico todavía no había desembarcado en Palestina, el papa había absuelto a los súbditos del imperio y del reino de Sicilia de su juramento de fidelidad al emperador. El regente dejado por Federico en Sicilia había realizado, a iniciativa suya, un ataque en la Marca de Ancona y en el Ducado de Spoleto, contra la voluntad del propio Federico.

En respuesta Gregorio IX no sólo le excomulgó sino que se decidió por una defensa armada. Buscó ayuda por todas partes y tomó de las décimas eclesiásticas para la lucha contra el emperador. Será la primera vez que el papa consiguió pertrechar un auténtico ejército papal, que portaba como enseña las llaves de San Pedro, llamándose a los soldados .Clave signati. (.Soldados se llave.). El ejército papal tras superar una primera resistencia en Montecasino del ejercito imperial, llegaron con rapidez a Puglia.

Con la noticia de esta invasión Federico volvió con rapidez a su reino de Jerusalén llegando a Brindisi en junio de 1229. La rápida conquista de las provincias por Federico fue acompañada por procesos contra los feudatarios y contra lasa ciudades traidoras, así como por misas de acción de gracias. Por otra parte, aunque Federico venció al ejército pontificio estuvo atento a no traspasar los confines del Estado de la Iglesia, para demostrar su disponibilidad hacia una paz con el papa. Tras largas conversaciones se llegó a un resultado.

Mediadores de la paz fueron el gran Maestre de la Orden Teutónica Hermann von Salza, por la parte imperial, y el cardenal Tomás de Capua, por Gregorio IX, también algunos príncipes alemanes y dos obispos de Alemania Meridional intervinieron a favor de una reconciliación entre las dos potencias. Las conversaciones fueron realizadas en San Germano (Montecasino) y la conclusión en Ceprano en 1230.

El 23 de julio de 1230 después de que el legado pontificio diera lectura a los motivos que habían determinado la excomunión del emperador, Federico prestó juramento declarando que se sometía a las órdenes de la Iglesia en lo que había constituido una razón de excomunión y que aceptaba sin reservas el proyecto de paz; al mismo tiempo aseguraba un perdón completo a todos los que hubiesen luchado contra él, prometiendo no asaltar los territorios del estado de la Iglesia, en especial la Marca de Ancona y el Ducado de Spoleto.

Otras importantes promesas se referían a la Iglesia en el reino de Sicilia: concedía libertad en las elecciones, las postulaciones de las iglesias y de los monasterios no se debían impedir, se debía suprimir el derecho de consenso, que hasta ahora correspondía al emperador en las elecciones eclesiásticas; se garantizó a las iglesias, a los monasterios, a las personas eclesiásticas en el Reino de Sicilia las exenciones de las tasas e impuestos, se decidió que los clérigos no podían ser llamados ante un tribunal secular, ni por causas civiles ni penales, salvo en determinadas y singulares excepciones que se referían al estado feudal. En el fondo es el reconocimiento de la inmunidad eclesiástica, del Privilegium fori, un tribunal especial para el clero en el Reino de Sicilia.

Con estas promesas del emperador el 28 de agosto de 1230 en Ceprano el emperador fue absuelto de la excomunión. El primero de septiembre tiene lugar un encuentro entre Gregorio IX y Federico II en Anagni donde se selló la paz y la reconciliación, restaurándose así la unión de amor entre .Sacerdotium e Imperium., como afirmará Federico II. Esta paz ha sido interpretada de diversas maneras, siendo para unos una segunda Canossa. Lo cierto es que el emperador deseaba como fuera la absolución de la excomunión y ha hecho todo lo posible para ser absuelto de ella. Pero la revocación de la excomunión fue también la concesión de un error cometido por Gregorio IX, cuando había impedido con todos los medios la cruzada de Federico II. Incluso el papa estaba obligado por las circunstancias a concluir la paz con Federico, ya que no había sido capaz de rebatir la posición del emperador, y desde un punto de vista militar la posición pontificia no tenía ninguna esperanza. El papa tenía un interés inmediato a conseguir la paz con Federico.

Por otro lado permanecieron algunas cosas sin resolver que ni siquiera se mencionaron; la cuestión lombarda no se tocó permaneciendo insoluta, y seguramente el emperador no renunció al deseo de restaurar el poder imperial también en Lombardía. Por otra parte las pretensiones del papa para dirigir el mundo cristiano chocaban siempre con los deseos de soberanía de Federico. Según la convicción papal estas pretensiones imperiales amenazaban la libertad y la independencia de la Iglesia de una manera insoportable. La cuestión es quién tiene la última palabra incluso en las cuestiones temporales en la cristiandad. El papa quiere ser el último juez en las cuestiones temporales de la cristiandad y esto vendrá contestado por el emperador Federico así como por los reyes franceses, más tarde.

2.3. Desarrollo tras el levantamiento de la excomunión: Sicilia y Lombardía.

La paz entre los dos jefes de la cristiandad duro unos diez años. El emperador empleó esta tregua prosiguiendo su política de consolidación del reino de Sicilia, debía ser construido un estado que funcionara sobre una burocracia en funcionamiento, rígidamente organizado en el cual sólo reinase la voluntad del emperador. Estas ideas políticas encuentran su expresión en las Constitutiones Melphitanae, también llamadas Liber Augustalis, publicadas en agosto de 1231. A la cabeza de esta ley se encontraba, como ocurrió con Justiniano, el Decreto contra los heréticos, los cuales en los casos reincidentes fueron amenazados con la hoguera al ser considerados enemigos del estado y culpables de alta traición, todo ello siguiendo el concepto de lexa magestad que aparece por primera vez en Inocencio III.

Las Constituciones remiten a las disposiciones de Inocencio III, también en otros casos. Por ejemplo rechazan las ordalías, los juicios de Dios en los procedimientos judiciales remitiéndose expresamente a la prohibición de Inocencio III.

En el resto de los asuntos los intereses eclesiásticos fueron poco tratados en aquellas Constituciones, si se  prescinde del hecho de que las precedentes promesas del tribunal especial para el clero y la inmunidad del clero fueron limitados en puntos concretos. Por tanto la tradicional unión de la iglesia siciliana con la monarquía permanece intacto. Gregorio IX intuirá con claridad el peligro que se escondía en esta legislación, modernísima para aquel tiempo, que hacía de  un soberano un monarca absoluto.

Tras poner orden en Sicilia Federico se dedica rápidamente a la restauración del poder imperial en el norte de Italia, y así se verificaron los peores presentimientos del papa. En enero de 1232 el emperador proclamó el Bando del imperio sobre todas las ciudades que pertenecían a la Liga Lombarda. Después tras varias peripecias y tentativas de mediación del papa el emperador.

El 27 de noviembre 1237 en Cortenuova derrota al ejército lombardo. Tras esta derrota Milán deberá solicitar la paz. Federico en su odio contra Milán pretenderá una sumisión incondicional de la ciudad. Remitiéndose después a las leyes contra los herejes intentará dar a la guerra contra los lombardos el carácter de una cruzada contra los heréticos, pero con este título no podrá eludir al papa.

El comportamiento de Federico tras la victoria de Cortenuova justificaría los peores temores de Gregorio IX. Ya no había ninguna duda sobre las intenciones de Federico de instaurar en Lombardía el mismo poder absoluto inmediato que había establecido en su reino de Sicilia.

Gregorio IX se verá amenazado en Roma por un partido imperial presente en el pueblo romano y además entre los cardenales. Tras la victoria de Cortenuova Federico enviará el símbolo de la autonomía milanesa, el famoso Carrocco, que había tomado a los milaneses, junto a otros trofeos de guerra. Lo envió a Roma declarando que según el modelo de los antiguos emperadores romanos, quería hacer partícipe a la ciudad madre de su imperio del triunfo imperial. El papa intentó en vano de impedir la aceptación de este regalo por parte de la ciudadanía romana. De suyo el Carrocco fue llevado como un triunfo y se expuso en el Campidoglio. De este modo las intenciones del emperador de manifestaban cada vez con más claridad, es decir no sólo quería instaurar en Lombardía el poder inmediato como en Sicilia, sino hacer de Roma la Capital del imperio, incorporar, en último término, el Estado Pontificio a su imperio.

Ante estas pretensiones Gregorio IX no permanece inactivo. El domingo de Ramos, 20 de marzo de 1239 pronunció la 2ª excomunión contra el emperador, poniendo como causa se pusieron los daños producidos con la opresión de la Iglesia en el Reino de Sicilia, pero no se señaló el verdadero motivo del conflicto que habían llevado al papa y al emperador a posiciones irreconciliables sobre el asunto; no se habla de la cuestión lombarda. Fue una coincidencia que el día de la proclamación de la excomunión muriese el Gran Maestre de la Orden Teutónica Hermann von Salza, que tantas veces había sido el mediador entre el papa y el emperador; tras su muerte desapareció toda posibilidad de reconciliación.

En una circular del papa a la cristiandad, del 7 de abril, motivó minuciosamente la excomunión. El papa cubrió de entredichos todos los lugares en los que el emperador morase y amenazó con otros procedimientos contra él. Esta excomunión renovada tuvo grandes consecuencias, de las que el papa era consciente.

Comienza en 1239 una terrible lucha de vida y muerte entre los dos partidos; un enfrentamiento conducido por ambas partes con una exasperación sin precedentes. Sólo terminará con el fin trágico de la dinastía sveva. Dañó a la Iglesia con graves peligros y fue fatal para el papado. Empieza con una campaña publicitaria polémica por ambas partes. El contenido de estos escritos panfletarios son a menudo invectivas y calumnias, pero reflejan también los miedos escatológicos, presentes en aquella época y las psicosis del XIII.

Federico responde a la polémica con un habilísimo y decidido manifiesto dirigido a los reyes y príncipes . Describe sus relaciones con Gregorio IX, que como cardenal había sido su amigo, y desde el comienzo de su pontificado le había creado todo tipo de dificultad sobre todo sosteniendo a los rebeldes lombardos. Los ataques que se dirigían después contra la persona del papa, al que declaraba como .indigno para regir los asuntos de la Iglesia., ya que para favorecer a Milán debió corromper a los jueces sabiendo con certeza que esta ciudad era una reino de heréticos, por lo que .según Federico. los cardenales debían convocar un concilio general contra el papa. Este será uno de los primeros ejemplos de la tendencia que se afirmará en el siglo XIV de servirse de un concilio general, entendido como representante de toda la Iglesia, contra el papa.

El papa en respuesta dirigió contra Federico acusaciones no demostradas e infundadas. En el exhordio del documento llama a Federico la .bestia apocalíptica de la blasfemia que se levantaba del mar". Tras rechazar las acusaciones personales que se le habían dirigido el papa lanza contra Federico la acusación de ser el .precursor del anticristo..

La acusación más grave está al final de la respuesta papal, acusándole de haber afirmado públicamente que .el mundo ha sido engañado por tres impostores, de tres engañadores, Jesucristo, Moisés y Mahoma, dos de los cuales murieron honorablemente mientras Jesús murió en la cruz., decía también que habría osado afirmar que .eran locos todos los que creían que Dios que fue el creador de la naturaleza y de todas las cosas, hubiera podido nacer de una Virgen..

Lo cierto es que no hay ninguna prueba de que Federico haya dicho aquella frase de los 3 impostores, lo cierto es que esta acusación nunca más fue repetida por Gregorio IX u otro papa. La idea de que a la cabeza de las tres grandes religiones monoteístas, Cristianismo, Judaísmo e Islam, hubiese un engaño o un engañador proviene de suyo de escritores musulmanes liberales del X y XI, aunque no podemos excluir que Federico conociese estas ideas. En el siglo XVI y XVIII la fórmula .de tribus impostoribus. se convirtió en Francia en el título de diversos tratados críticos hacia las religiones reveladas, siendo producto del iluminismo deísta aunque se refieren a Federico II.

El emperador dándose cuenta del peligro contenido en estas acusaciones, se apresuró a contestar con decisión a las expresiones blasfemas, y más de una vez afirmó su fe ortodoxa, subrayando el papel del emperador como abogado y protector de la Iglesia, renovado las leyes antiheréticas y todo aquello que pudiera ser interpretado como una enemistad fundamental en el enfrentamiento con la Iglesia y el papado.

La guerra literaria acompañó a la controversia durante todo su desarrollo. Ambas partes se esforzaron en influenciar a la opinión pública en su favor. En esta lucha se pusieron a disposición de ambos todos los medios posibles. Esta fue la primera ocasión que en Europa se experimento sobre la posibilidad de influenciar a la pública con la publicistica, el actual periodismo.

Los contendientes no se limitaron a medidas literarias. Gregorio IX entró en una alianza con Génova y Venecia a la que unieron más tarde Milán y Piacenza. En el tratado de alianza se preveía sobre todo un ataque al reino de Sicilia, para lo que se precisaban las flotas marinas. El emperador también había tomado con rapidez sus medidas, de manera que todo el territorio del Reino de Sicilia se cerró herméticamente al mundo externo, sobre todo se cortó cualquier relación con la Curia.

A pesar de entredicho, por orden de Federico, se continuaron las funciones litúrgicas bajo amenaza de la pérdida de los bienes. Mientras tanto tropas sicilianas invadieron el territorio del papa. Venevento fue ocupado, la Marca de Ancona y el Ducado de Spoleto restaurándose así la continuidad territorial entre el sur de Italia y el norte.

En febrero de 1240 el propio emperador se adelantó hacia Roma, tras tomar Viterbo. La situación del papa era extremadamente difícil. En Roma había un partido favorable al emperador, no sólo en el pueblo romano, sino también entre los cardenales. A pesar de su avanzada edad Gregorio poseía una fuerza interna irresistible. Para evitar un ataque del emperador contra Roma ordenó en la fiesta de la Cátedra de San Pedro, 22 de febrero de 1240, una solemne procesión del Laterano a la Basílica de San Pedro portándose en ella las cabezas de Pedro y Pablo y otras reliquias del Laterano. La procesión causó una gran impresión en el pueblo, renunciando el emperador a la ocupación de Roma.

Por otro lado la excomunión no encontró en todas partes una acogida favorable. En Alemania príncipes seculares y obispos eran contrarios a la excomunión. Tampoco faltaron intentos de mediación, aunque el grave problema para llevarla a cabo era la Lombardía.

2.4. La captura de los Padres Conciliares en 1241.

Habiendo fallado todas las negociaciones, el papa convocó un concilio general el 9 de agosto de 1240 en Roma para la Pascua del año siguiente. Como objeto de las discusiones se indicaron de manera genérica asuntos importantes de la Iglesia.

Ya indicamos que incluso el emperador había deseado un concilio, pero como tenía la duda de que el convocado por Gregorio IX debía reunirse para juzgar al emperador, manifestó que haría todo lo posible para impedir este concilio. Nadie podía ir a Roma sin el permiso imperial. No obstante Gregorio se mantiene firme con el proyecto del Concilio y como la vía terrestre estaba cerrada por disposiciones del emperador el papa concluyó un tratado con Génova, la cual se comprometía a poner a disposición del papa las naves necesarias para transportar a los Padres conciliares que venían de Francia, Inglaterra, España y Lombardía.

El emperador es informado de estos proyectos y toma sus medidas. Cuando la flota genovesa compuesta por 27 naves, con más de 100 prelados a bordo, se encontraba próxima a la Isla de Elba es atacada el 3 de 1241 por la flota siciliana con la ayuda de Pisa, y la flota imperial castiga a los genoveses con una devastadora derrota. Todos los prelados en viaje hacia el Concilio fueron hechos prisioneros del emperador, entre ellos dos cardenales que habían notificado en Francia la excomunión del emperador e Inglaterra.

Algunos prelados murieron en el mar por ahogo. Los prisioneros fueron conducidos a Puglia y mantenidos bajo dura custodia. A causa de estas inauditas violencias el concilio no se pudo celebrar. Pero el comportamiento del emperador se reveló como un grueso error ya que grandes estratos de la cristiandad estaban sorprendidos por este comportamiento imperial.

El emperador actuará entonces contra la ciudad de Roma. En este momento en que la exasperada guerra entre el papa y el emperador alcanzaba el punto más álgido se presentaba en el horizonte otro peligro para la cristiandad, la conquista de los mogoles, que en 1241 habían alcanzado ya Hungría y Polonia. En esta situación desesperada murió Gregorio IX el 22 de agosto de 1241.

3.- Inocencio IV (1243-1254). La derrota de Federico II.

Tras la muerte de Gregorio IX Federico volvió a Puglia a esperar la elección del nuevo pontífice. No hace lo más mínimo para influenciar en la nueva elección y no aprovecho la vacante en el gobierno de la Iglesia. Siempre había declarado que su lucha no iba contra el papado y la Iglesia, sino contra la persona de Gregorio IX el perturbador de la paz y su enemigo, aliado con los rebeldes lombardos. Esperaba de otro papa la absolución de la excomunión y un tratado de paz.

El Colegio de los Cardenales convocado para la nueva elección contaba sólo con 12 miembros, 2 de los cuales se encontraban en prisión por el emperador, por lo que sólo eran 10. La solución era tan difícil que exigía que el solio pontificio se ocupase lo más rápidamente posible, pero ocurre todo lo contrario. Las divisiones dentro del Colegio Cardenalicio sobre la política de seguir en el enfrentamiento con el emperador eran muy grandes.

Siguiendo ejemplos de los comunes lombardos y de las constituciones de las órdenes mendicantes, el senador romano Mateo Rosso Orsini, defensor de los intereses de la ciudad de Roma, encierra a los cardenales a la fuerza en un viejo edificio al lado sudoriental del Palatino, el llamado Septizonio, que hoy no existe; será el primer cónclave para una elección papal en toda la historia, un cónclave forzado.

El tratamiento a que fueron sometidos los cardenales fue indigno y dañino para su salud, sin servidores, sin médicos, algunos cardenales enfermaron a causa del gran calor del mes de agosto, y de las monstruosas condiciones higiénicas en las que vivían. Al final los cardenales llegaron a un acuerdo sobre un candidato, que obtiene la prescrita mayoría de los 2/3, según el mandato del III Lateranense, era el 25 de octubre de 1241. Será elegido el cardenal Gofredo de Sabina que se llamará Celestino IV. Pocos días después, probablemente a causa del cansancio, el neoelecto se enfermó y murió el 10 de noviembre antes de ser coronado.

La situación era tal que algunos cardenales huyeron rápidamente de Roma por el miedo de tener que repetir un segundo cónclave similar. Hicieron falta dos años hasta la elección de un nuevo papa. Federico mientras tanto había manifestado su interés por la paz, dejando incluso en libertad a los dos cardenales que tenía en prisión. De este modo el 25 de junio de 1243 fue elegido en Anagni el Cardenal Sinivaldo Fieschi que de papa se llamará Inocencio IV.

No podemos caer en una visión demasiado espiritualista de la Iglesia en este momento, ya que el cónclave como la elección tiene una relación directa con Federico II, y sin este componente no se pueden entender los acontecimientos sucedidos hacia 1241-43.

El noble papa Inocencio IV descendía de una noble familia genovesa que había sostenido al emperador. Había formado en Bolonia su cultura jurídica, llegando a ser un eminente canonista. Al comienzo el emperador se manifestó satisfecho por esta elección, ya por noble origen como por la elección del nombre. Federico vislumbró una garantía de paz y la posibilidad de una amistad entre el papa y el emperador, pensando que la elección del nombre se relacionaba con la amistad entre Inocencio III y Federico. Sin embargo el papa pensó en las ideas de dominación, .Vicariado de Cristo.,... de Inocencio III.

La cuestión lombarda impidió desde el principio cualquier acercamiento entre el papa y el emperador. La pretensión del papa de hacer de árbitro fue inaceptable para el emperador. No obstante Federico para preparar y asegurar de cualquier modo la paz, ofreció la inmediata restitución de una parte del Estado Pontificio que había ocupado, proponiendo al papa un encuentro personal en Anagni para hablar de asuntos no solucionados todavía. Inocencio finge que se une a esta propuesta, pero en secreto preparó su fuga con la ayuda de los genoveses.

Mientras todavía se realizaban las conversaciones, el 27 de junio de 1244 el papa disfrazado huyó de Sutri a Civitavechia donde le esperaban las galeras de Génova que le llevaron a su ciudad natal. El 1 de octubre continuó su viaje a Lyon a través de los Alpes, llegando a Lyon a comienzos de diciembre de 1244. El 24 de diciembre en una homilía anunció un Concilio Ecuménico para la fiesta de San Juan Bautista del año 1245, y a comienzos de enero hizo publicar la convocatoria.

Como argumentos de discusión para el Concilio se indicó la ayuda para los Santos Lugares del Imperio Latino, el problema de las Cruzadas, actuaciones contra el peligro mogol y decisiones sobre el problema emperador-Iglesia.

La fuga del papa coge por sorpresa al emperador y fue para él un fuerte golpe. Daba la impresión de que el papa hubiese sido amenazado por el emperador. Para demostrar Federico su inocencia y el deseo de paz redactó una minuciosa y objetiva relación y exposición de sus conversaciones con el papa. Toma contacto con los cardenales y se declaró decidido a realizar una penitencia personal.

En Lyon el papa era inatacable por el emperador. Formalmente Lyon pertenecía al imperio, más precisamente al Reino de Borgoña, aunque en la práctica era una ciudad independiente. Es interesante hacer constar que el Rey francés Luis IX había rechazado hospedar al papa en su reino, ya que quiere permanecer neutral en la lucha entre el papa y el emperador.

El I Concilio Ecuménico de Lyon se realiza en 1245 y comienza el 28 de junio, con una primera sesión solemne en la Catedral de Lyon. Participaron entre 140-150 obispos, la mayor parte latinos; del imperio vinieron muy pocos obispos. También estuvieron presentes el emperador Valdovino de Constantinopla, que vino a pedir ayuda, embajadores del rey de Francia e Inglaterra, el propio Federico había enviado a su representante y procurador, el juez de Altacorda de Sicilia Tadeo de Suessa. Fue la primera ocasión en que los Maestros Generales de las órdenes mendicantes fueron invitados a participar en un Concilio General. En Roma se quedaron 4 Cardenales romanos para ocuparse de los problemas relativos a la Ciudad Eterna y al Estado Pontificio.

Antes del comienzo oficial del Concilio se realizó una sesión preliminar en el receptorio de la Colegiata de San Justo de Lyon, el cual servía al papa de residencia en Lyon. En esta ocasión el embajador de Federico II, Tadeo de Suessa hizo nuevas propuestas de paz, pero el papa que estaba plenamente decidir a conseguir la condena de Federico rechazó tratar estas propuestas, afirmando que las promesas del emperador  tenían la única finalidad de engañar al Concilio, y rechazará también los intentos de mediación del rey de Francia y de Inglaterra.

Así se llegó a la primera sesión solemne del Concilio en la Catedral de Lyon el 28 de junio de 1245. Comenzó con un discurso del papa sobre .los 5 dolores del papa., que puso en relación con las 5 plagas del Señor, y que eran:

1.                   Los pecados del alto y bajo clero.

2.                   La conquista de Jerusalén por parte de los sarracenos.

3.                   La tribulación del imperio latino por obra de los cismáticos griegos.

4.                   La devastación de Hungría por parte de los mogoles salvajes.

5.                   La persecución de la Iglesia por parte del emperador Federico II.

Como se ve es la primera vez que el tema del concilio se ocupó sobre todo por problemas esencialmente políticos y no doctrinales o cismáticos. De suyo este I Concilio de Lyon es extremadamente político.

En la segunda sesión del concilio un obispo que había sido echado de su obispado por obra de Federico realizó una requisitoria contra el emperador en la que le acusó de Lexa Magestad, de haber ofendido a los prelados, los cuales son miembros del cuerpo de Cristo, a los que todo está sometido. Entre esta y la tercera sesión el papa hizo preparar en conversaciones secretas la sentencia de deposición contra el emperador.

Así en la tercera sesión del 17 de julio de 1245 el papa leyó la sentencia de deposición del emperador. Federico es privado de todo honor y todos sus súbditos absueltos del juramento hecho con él. Se amenazó con la excomunión a todos los que hubieran sostenido al emperador con cualquier ayuda, y los príncipes electores alemanes fueron invitados a proceder a una nueva elección. El papa se reservó disponer el mismo en todo lo referente al reino de Sicilia. La bula de excomunión se motivo con las largas y vanas conversaciones de paz y con la enumeración de sus peores y notorias culpas:

·         violación del juramento por no haber mantenido los tratados cerrados con la Iglesia,

·         el sacrilegio de haber hecho prisioneros a los prelados (La Batalla de Montecristo),

·         sospecha inminente de herejía por el desprecio con que había recibido y considerado la excomunión y el entredicho,

·         no se habla de .los tres impostores.,

·         y a causa de su abominable amistad con los sarracenos y de su alianza con el sultán (referencia a su Cruzada sin sangre),

·         por último fue declarado responsable de la opresión de la Iglesia en el Reino de Sicilia, que había recibido como feudo de la Sede Apostólica, y por el cual, en nueve años, no había pagado el tributo feudal.

Como signo de condenación todos los padres conciliares apagaron sus candelas tirando las puntas de sus candelas encendidas al suelo. El papa entonó el Te Deum antes de cerrar la tercera y última sesión del Concilio.

De esta manera hemos llegado a la última lucha entre Inocencio IV y Federico II. Este acto de Inocencio IV era la primera deposición de un emperador, ni siquiera Gregorio VII había osado realizar un acto semejante que en 1076 había excomulgado a Enrique IV pero no le había depuesto. Incluso Inocencio III en su enfrentamiento con Otón IV se había limitado a disolver a los súbditos del juramento de fidelidad, pero había respetado los límites entre el poder espiritual y el poder temporal. Inocencio IV ha sobrepasado este límite. Por tanto el verox imperator es el papa, el cual intentará erigir una especie de teocracia en el mundo cristiano. Con la destitución de Federico comenzará la lucha decisiva entre imperio y papado conducida con extrema dureza y exasperación por ambas partes y, sobre todo para el emperador, se trataba de ser o no ser.

Tras su destitución Federico, probablemente en marzo de 1246 se dejó examinar sobre su ortodoxia por parte de una comisión que comprendía al arzobispo de Palermo, el obispo de Pavía, el abad de Montecassiono, Cava y Cassanova, y, como hecho novedoso, por dos dominicos, y comunicó el resultado al papa en un escrito sellado con bula de oro. El hecho de que el emperador se sometiese a este examen, cosa que estaba por debajo de su dignidad, demuestra que le importaba mucho ser considerado un cristiano ortodoxo. Naturalmente ese procedimiento no tiene ningún efecto sobre el papa.

El emperador y el papa se dedicarán a partir de ahora sobre todo a la publicidad, expresando sus intenciones y puntos de vista en escritos muy polémicos. El emperador no se contentó con denunciar los efectivos y notables defectos del proceso conducido contra él, sobre todo del papa como acusador y juez al mismo tiempo. Federico contestó incluso contra el derecho del papa de juzgarle y de destituirle.

Reconoce claramente el poder espiritual del papa, pero negó su pretensión de meterse en las cosas seculares, y en particular de conferir o sustraer reinos e imperios. Es cierto que le correspondía al papa la coronación del emperador pero él no tenía después ningún poder de privarle después de su dignidad y deponerlo, ya que en las cosas temporales el emperador no tenía a ningún hombre por encima de él. Como ya había hecho con anterioridad apeló a la solidaridad de los príncipes europeos, lanzando por último una propuesta de reforma de la Iglesia, es decir vuelta a la vida de los tiempos apostólicos que respondían mejor a los principios de modestia y humildad solicitados por el Señor, lo cual significaba sobre todo para el emperador quitar a los prelados las dañinas riquezas que llevaban a su perdición.

La primera respuesta del papa es de la primavera de 1246. En este escrito ni siquiera menciona el nombre del emperador y le define como un precursor del anticristo y otro faraón. El papa tiene urgencia de rechazar las acusaciones de Federico con respecto a la mundaneidad y a la riqueza del clero.

Hay otro escrito del papa que es un tratado llamado Eger cui lenia, aunque hoy se duda de su autoría. Este tratado es la exposición sistemática de las teorías teocráticas del papado con Inocencio IV, al cual se le atribuye. El papa, según el tratado, rechaza las protestas imperiales contra el Concilio de Lyon, y defiende el papel de juez que él ejerce, este poder papal se basa en la facultad concedida sin límites al príncipe de los Apóstoles San Pedro y a sus sucesores de atar y desatar.

Remontándose a las ideas de Gregorio VII e Inocencio III el autor desarrolla detalladamente la concepción de la relación existente entre elpoder espiritual y el poder temporal; en este contexto habla también de la Donación de Constantino, dando una explicación bastante arbitraria de este texto afirmando que Constantino tras su conversión había rechazado humildemente a la tiránica soberanía ejercida hasta ese momento sobre la Iglesia. A tenor de esta renuncia de Constantino éste había consignado al papa las insignias imperiales, después había recibido del representante de Cristo, es decir el papa, el poder soberano sobre el imperio para ejercer este poder para castigo de los culpables y alabanza de los buenos.

El propio Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Sacerdote había establecido para la sede apostólica no sólo la soberanía sacerdotal sino también la temporal, en tanto que había encargado a Pedro y a sus sucesores sustentar a los reinos tanto del reino terreno como del celeste, y esta entrega viene contraseñada con la entrega de las llaves, que son dos la primera el poder espiritual y la segunda el poder temporal.

El último estudio sobre este tratado realizado por el P. Herde se pregunta si el autor no se deberá buscar en el ámbito del Cardenal Rainiero Capozzi, uno de los más grandes enemigos de Federico II en el colegio Cardenalicio de Inocencio IV. Es cierto que el tratado si no es del propio Inocencio sí refleja las teorías teocráticas que circulaban en su corte pontificia.

En marzo de 1247 se descubrió una conjura cuya finalidad era el asesinato del emperador y de su hijo Enzo, siendo el promotor un cuñado del papa, estando implicados algunos cardenales que permanecieron en Italia. Es muy probable que el propio papa conociera el atentado, el cual protegió a los conjurados que pudieron escapar.

De 1247-1250 fueron años muy difíciles para Federico II; traiciones de personas de las que se fiaba, la captura de su hijo Enzo siendo hecho prisionero en Bolognia, derrotas militares,.. En la primavera de 1250 las cosas cambiaron para el emperador, el cual esperaba poder realizar una expedición a Lyon ya que quería obligar al papa a hablar con él sobre la paz. Mientras se preparaba en Castell Fiorentino, cerca de San Severo en la actual provincia de Foglia, Federico cogió una enfermedad intestinal.

En presencia de numerosos invitados dictó su testamento pidiendo que fuese vestido en hábito cisterciense. Su antiguo amigo el Arzobispo Berardo de Palermo le reconcilió con la Iglesia y le impartió la Extremaunción. Murió el 13 de diciembre e 1250 a los 56 años. Su cuerpo fue trasladado a Palermo y enterrada en la Catedral de Palermo junto a Rugerio II y sus padres EnriqueVI y Constanza en un sarcófago de pórfido.

Con su muerte se concluye una época no sólo de la historia de Italia y Alemania, sino también de la Iglesia. Con él termina el antagonismo entre sacerdotium e imperium que había marcado muchos siglos de la historia medieval. En esta lucha el papado ha vencido, pero a qué precio. El papado politizado, laicizado ha perdido su crédito en grandes estratos de la cristiandad. De la dependencia del emperador  caerá en la más grave dependencia real de los reyes franceses, además del exilio de Avignon del papado en el siglo XIV.

4.- La religiosidad de Federico II.

La persona de Federico II es discutida hasta nuestros días, el juicio sobre él ha sido controvertido en todos los tiempos. La visión de Federico II como del primer .hombre moderno. ha encontrado mucha adhesión hasta nuestros días. Hoy se quiere descubrir en él al hombre medieval.

Para nosotros es más importante saber que pensaba sobre la fe católica. Era un herético, un precursor del anticristo, como afirmaba Inocencio IV, era en el fondo un ateo, como decían otros. Si tomamos en serio los documentos de Federico debemos rechazar con decisión estas acusaciones y no tenemos motivo alguno para considerarle como mentiroso e hipócrita. Federico no era anticatólico ni anticlerical, sino sólo antipapal en un sentido bien preciso ya que sentía tratado de manera injusta por algunos papas, Gregorio IX y sobre todo por Inocencio IV.

La religiosidad personal del emperador la podemos deducir de sus privilegios, leyes, cartas y circulares, las cuales nos hablan de un hombre con una religiosidad medieval, con todas las preocupaciones propias de esta época, como el presentimiento del fin de los tiempos y del juicio final. El apoyó sobre todo a dos órdenes, los franciscanos, al menos hasta la 2ª excomunión, y sobre todo los cistercienses a los que continuamente les pedirá que oren por él, incluso su última voluntad fue ser enterrado como monje cisterciense.

Era un hombre controvertido y de contrastes, no era un santo, pero tampoco un hombre diabólico como le describía la propaganda papal. Comparándole como hombre y como cristiano con Gregorio IX e Inocencio IV piensa el P. Engelbert que superaría el examen.


[1] Lea, H. CH. Estudioso anticatólico

Guirad J, Estudioso católico

Segl, P., Anfänge der Inquisition mi Mittelatter (1993)

[2] Cf. Reg. II, 1 (Hageneder 2 Pont., pg. 3-5)