SITUACION DE LA IGLESIA EN LOS DIVERSOS PAISES CRISTIANOS EN EL 1100.


1.- EL MUNDO BIZANTINO.

El imperio bizantino reivindicó dos privilegios:

a) El derecho de representar al Imperio Romano; ser el heredero legítimo de los ideales y fines políticos y culturales de los romanos. De aquí la dificultad de los bizantinos para reconocer el Imperio Occidental. Sólo ellos son los auténticos romanos.

b) Tener una preeminencia en el mundo cristiano. De ser los vigilantes de la ortodoxia y los protectores de los lugares santos de Palestina. Los cristianos no calcedonenses (jacobitas, nestorianos, los coptos de Egipto, los etíopes), se encontraron fuera de las miras del mundo bizantino y también del Occidental. La única excepción eran los armenos, los cuales tuvieron un papel muy importante en la política exterior del Imperio Bizantino.

En torno al 1100 ya había pasado la edad de oro del mundo bizantino. La muerte del emperador Basilio II (+1025) marca un cambio en la historia bizantina. Tras él comienza un proceso de decadencia y disolución. Ciertamente comienza un período de paz, que nunca se había vivido, pero no fue una ocasión para consolidar el estado, sino que se transforma en una época de relajación interna. De este modo la catástrofe del 1204, la conquista de Constantinopla por los cruzados, fue ya preparada en el siglo XI, a pesar de que bajo el emperador Conmene se pueden señalar progresos en el estado bizantino.

Causas de la decadencia bizantina: La estructura social y política del Imperio sufrió una transformación radical. La aristocracia feudal es cada vez más potente. Víctimas de este proceso de feudalización serán los soldados campesinos, que una vez fueron la fuerza del Imperio.

La base de la organización geográfica del Imperio Bizantino eran los temi, que en principio fueron circunscripciones militares que tenían a la cabeza a un comandante (strategos), que después se transformaran en provincias, circunscripciones civiles, pero sin perder el antiguo carácter militar. Los strategoi reunieron en su persona poder civil y militar. En el campo militar se fundaron sobre los bienes y la fuerza de los soldados campesinos (stratiotoi). Los stratioton habían recibido bienes fundiarios que podían cultivar; en recompensa debían prestar servicio militar por su cuenta, sin estar obligados a otras tasas.

Este sistema de defensa militar, basado en pequeños propietarios campesinos, se rompe en el siglo XI porque con el fin de buscar nuevas entradas de dinero, el gobierno central comienza a imponer las tasas también a los campesinos-soldados, que antes estaban exentos de las tasas.

Por otro lado, mientras que la pequeña propiedad decaía cada vez más, sobre todo a causa de las tasas, los latifundios de la aristocracia de la capital, de la alta nobleza que vive en Constantinopla, se mantenía en constante desarrollo y gozaba de enormes privilegios como la exención de los impuestos. Esta era la misma política que se aplicaba a los propietarios eclesiásticos, como los monasterios.

Como faltaban los soldados campesinos el gobierno central e ve obligado a recurrir a los ejércitos de mercenarios de diversa composición étnica, algo parecido a lo sucedido en el Imperio Romano antiguo.

Una característica de este período es la decadencia de la potencia militar bizantina. Los grandes feudatarios se concentran en el aumento de su poder a costa de la aristocracia militar, que era la base de la defensa del imperio. Así se destruyó la estructura tradicional económica y social del Imperio.

Aumentan las tensiones entre el gobierno central y la periferia, contribuyendo grandemente a la crisis del año 1204.

Es significativo el desarrollo de las ciudades en el Imperio Bizantino. Mientras en Occidente en este período las ciudades tienen una función emancipadora, progresista, en Bizancio desde la mitad del siglo VII, las ciudades son cada vez menos importantes, con la excepción de Constantinopla y Tesalónica. Podemos afirmar, por ello, que Bizancio en este período se ha transformado en un estado agrario con una grandísima capital.

Junto a los problemas internos encontramos otros externos. Mientras los bizantinos podían arreglarse con el mundo musulmán de los fatimitas, en Siria y en Palestina, ya que desde hacía mucho tiempo eran conocidos de los bizantinos, por lo que también sabían tratar con los musulmanes de Egipto y Siria; aparecerán en las fronteras septentrionales, orientales y occidentales del Imperio nuevos pueblos, en este caso muy agresivos.

En el norte se presentarán, sobre todo, los Petcenegi, pueblo de las estepas que desde Rusia atravesaron el Danubio, lo cual tendrá gravísimas consecuencias para el Imperio Bizantino. En una ocasión el reino Búlgaro había cerrado el paso a los rusos hacia el sur, pero tras la conquista de Bulgaria en el 1018 la derrota del reino Búlgaro la situación había cambiado radicalmente pasando a pertenecer de nuevo al Imperio Bizantino. Entonces ya no existió más un estado interpuesto entre Bizancio y las hordas nómadas que venían de Rusia.

Más peligrosos que los Petcenegi fueron otros dos pueblos que atacaron al Imperio Bizantino, los Turcos Seleúcidas, al este, y al occidente los Normandos. Los Turcos eran un peligro semejante al de los árabes de siglos anteriores.

El año 1071 será el año fatídico para Bizancio: el 26 de agosto el ejército mercenario bizantino del emperador Romano IV Diogenes fue vencido por los Seleúcidas bajo la dirección de su jefe el sultán Alp-Arslan en la batalla de Mantzikert, en la cual el ejército bizantino era numéricamente superior pero muy heterogéneo e indisciplinado. El propio emperador es hecho prisionero de los turcos, estando en prisión realiza con los turcos un tratado por el que consigue la libertad en compensación de tributos anuales.

Mientras está en prisión el emperador, un partido de oposición en Constantinopla había declarado depuesto al emperador y había nombrado a otro. Cuando Romano IV puede volver a Constantinopla fue rápidamente arrestando por sus enemigos internos en la ciudad, muriendo poco después (+1072). A causa de todo ello los Seleúcidas no se consideraron obligados a respetar el tratado que habían suscrito con el depuesto emperador, e invaden Asia Menor, que había sido desde el siglo VII el territorio central del Imperio Bizantino, cayendo en manos turcas y perdiéndose para el Imperio y la cristiandad hasta nuestros días.

Hacia el 1080 el nieto del sultán Alp-Arslán, Suleimán controlaba ya todo el territorio de Asia Menor entre Cilicia y Elesponto. En este territorio de tanta historia cristiana Suleimán fundó un sultanato llamado de ar Rum (Romano).

También occidente el 1071 será un año fatídico para los bizantinos. El 16 de agosto la ciudad de Bari cae en manos de los normandos, perdiendo así sus territorios italianos. En 1081 Roberto, duque de Pogia (?), llamado el Guiscardo conquistó la ciudad marítima de Durazzo (Albania), abriendo así la vía para Constantinopla.

Para tener un aliado natural contra los normandos, Bizancio hace enormes concesiones a Venecia, sobre todo de comercio. Prácticamente desde 1082 Venecia tendrá el monopolio comercial en el Imperio Bizantino, con libre comercio en todas las regiones bizantinas, sin impuestos, aduanas y tasas. De este modo la República Veneciana llega a ser un factor determinante de la historia bizantina, siendo responsable de la caída de Bizancio en el 1204 con la invasión de los cruzados.

Una consecuencia de la guerra bizantino-normanda fue la pérdida del influjo bizantino en los países eslavos fronterizos. Este era un proceso que ya se veía desde hacía algunas décadas. El rey Dimitro Svonimir de Croacia y el príncipe Miguel de la Serbia marítima ya habían sido coronados por un legado del papa Gregorio VII en 1072 y 1077, como vasallos del papa. Ya en los años 70 había un interés por parte de Roma de incluir esta zona costera en sus intereses.

El reino de Armenia figuraba desde hacía tiempo como estado interpuesto entre Bizancio y los pueblos asiáticos. Los Seleúcidas amenazaron también Armenia y Bizancio comete un grave error, aconsejando a la población armenia que se trasladase al interior del Imperio Bizantino, a Cilicia, Siria y Capadocia, porque los comandantes bizantinos creían que así podrían derrotar mejor a los turcos en un país despoblado. El resultado fue un desastre.

Los armenios pudieron continuar su existencia como estado en Cilicia, llamándose Armenia Menor, en una federación de pequeños principados, que tuvieron un papel importante e independiente en el tiempo de las cruzadas. A causa del error bizantino los armenios se encuentran desde aquel momento en Siria y en el Líbano.

Tras el emperador Basilio II ningún soberano podrá garantizar de manera estable la sucesión de la propia familia y establecer una dinastía. Así la inestabilidad se situará también en la cumbre de la organización bizantina.

Después de la degradante derrota en la política exterior intervendrá, por fin, el ejército bizantino dando un golpe de estado. Por medio de esta intervención accederá al trono un miembro de la aristocracia militar de Asia Menor, Alessio I Conneno (1081-1118), con el que se inicia el período del dominio de la aristocracia militar que se extenderá hasta la conquista de Constantinopla por los cruzados (1204). De esta época destaca la obra literaria de Anna Connena, que en su Alexias ha escrito una espléndida historia de su padre.

Los Conneni reforzarán el carácter feudal del imperio y le dará un aspecto militar. Hay dos elementos característicos del feudalismo bizantino, que tendrán repercusiones en la historia eclesiástica: el sistema de la pronoia (providencia) y el caristicariato.

Por medio del sistema de la pronoia el emperador concedía propiedad fundiaria, terrenos, ex pronoiam, por administración. El concesionario de la pronoia no era propietario de ese terreno, pero en tanto que poseía los bienes consignados y los campesinos que vivían en estos terrenos, de todo ello era el patrón y señor absoluto. Con Alessio I el sistema de la pronoia adquiere un carácter militar que conservará hasta la caída del Imperio.

Por este carácter militar el concesionario de la pronoia es obligado a prestar servicio militar, siendo él el comandante, un guerrero a caballo que ha de venir acompañado de una tropa más o menos numerosa de secuaces o vasallos campesinos, según la extensión del feudo que poseía en administración (ex proneiam). Sólo estos concesionarios son pequeños señores feudales, lo cual les distingue de los soldados-campesinos (stratiotoi). El ejército bizantino desde el siglo XI asume el carácter de un ejército feudal. Todavía existen también mercenarios, ya que los ejércitos de los feudatarios no eran suficientes. El sistema de la pronoia se difundirá también en Bulgaria y Servia.

En cuanto al caristicariato (caristice = prebenda) podemos definirlo como el paso de monasterios o propiedades de los monasterios a administradores laicos. Esta práctica de confiar propiedades de terrenos que pertenecían a la Iglesia, sobre todo a los grandes monasterios, tenía como finalidad promover el desarrollo económico de estas propiedades, aunque frecuentemente conduce a graves abusos. Estas concesiones eran dadas por las propias autoridades eclesiásticas, con Alessio I será el propio emperador quien de estas propiedades como una especie de beneficio, pasando por encima de la autoridad de la Iglesia y de los monasterios, provocando fuertes resentimientos en los ambientes eclesiásticos.

Por otro lado, en tiempos de la guerra contra los normandos y los petcenegi, el emperador Alessio I se ve obligado a recurrir, incluso, a los tesoros de la Iglesia para financiar la defensa del Imperio. A causa de todo ello la relación Iglesia-emperador se hace muy tenso, sobre todo por las injerencias económicas del emperador. A pesar de estos momentos de tensión la relación Iglesia-emperador permanecerá substancialmente buena, ya que el emperador era ortodoxo en el campo doctrinal. Este sistema tradicional recibe en Bizancio el nombre de Simphonia entre el emperador y el patriarca, que ya había sido formulada por Justiniano I en el 535 y más tarde por Focio (885-886), no poniéndose nunca en discusión, aunque no faltaron las críticas al respecto como las de Niceta Coniata (1155-1215/16).

Un motivo fundamental para las críticas crecientes de la Iglesia bizantina en el enfrentamiento con el emperador eran los contactos que el emperador tenía con Roma y con Occidente, que se debían a su desastrosa condición político-militar. Los perfiles fundamentales de este proceso se delineaban a finales del siglo X, años en los que el antipapa Clemente III con su emperador germánico Enrique IV era todavía temible.

El papa Urbano II se dirige a Alessio I en 1089 para preguntarle por qué el nombre del papa no figuraba en los dípticos en Constantinopla, por qué el papa no es mencionado en la liturgia bizantina; también pregunta por qué los fieles de rito latino no pueden celebrar la liturgia propia en lengua latina en Constantinopla. Esta carta, que sólo la conocemos por la respuesta de los griegos, no parece que hablase de diferencias dogmáticas o rituales.

En septiembre de 1089 el Basilois convoca el Sínodo Endemusa (formado por un grupo de obispos que viven continuamente en Constantinopla junto al patriarca y los que se encuentran casualmente en la ciudad) en Constantinopla para resolver o discutir los problemas presentados en la carta del papa. El sínodo admitió que no existían documentos que legitimasen una exclusión del papa de los dípticos, de la liturgia bizantina; de suyo la bula de excomunión de Miguel Cerulario no estaba dirigida contra el papa sino contra el legado pontificio. El concilio insistía que antes de retomar el nombre del papa en la liturgia de Constantinopla, se deberían clarificar algunas diferencias rituales y canónicas. Bajo la presión del emperador el sínodo ofreció un compromiso: el papa debería mandar, según las antiguas costumbres, una .carta de entronización. en la que comunicase al patriarca de Constantinopla que había sido elegido papa regularmente para ser de nuevo consignado en los dípticos. Un sínodo sucesivo debió resolver los problemas restantes.

Se ve que en Constantinopla existía bastante apertura para discutir de nuevo los problemas existentes. Fue una lástima que eligieran como emisario a la corte pontificia al metropolita Basilio de la Región de Calabria, ya que este jerarca había perdido su sede a causa de las medidas de latinización de la iglesia del Mediodía de Italia por parte de los normandos. En un encuentro con Urbano II, con ocasión del Sínodo de Melfi (1089), no hace nada para reconciliar Bizancio con Roma.

Los conservadores se sienten contentos por lo sucedido, no así el emperador, el cual en esta ocasión sin los obispos y sin el Sínodo, comienza a tratar con el papa. Por este motivo se provocará una tensión entre la Iglesia Bizantina y el emperador. Incluso las cruzadas serán en un primer momento un tratado entre el papa Urbano II y Alessio I.

En cuanto a la vida interna teológica de la Iglesia Bizantina encontramos

· por un lado, las viejas controversias con la iglesia latina con los argumentos ya conocidos desde el Sínodo Trulano II (692); sobre la base de las obras de Focio surgió la polémica contra el filioque,...

· por otro lado, dentro de la Iglesia Bizantina aparecen dos corrientes en contraste, las cuales eran consideradas con recelo por la jerarquía:

n una corriente mística-ascética representada por Simeón el nuevo teólogo (+1022) y por Nicetas Stethatos (+1090). Se desarrollo sobre todo dentro de los monasterios bizantinos, con un marcado carácter antiintelectual y con aspiraciones místicas.

n otra corriente filosófica cuyo principal representante fue Miquele Psellos, también gran historiógrafo, (1018-+?) era un neoplatónico que luchó largamente con el patriarca de Constantinopla Giovanni Xiphilinos sobre el uso de la filosofía en el estudio teológico. La jerarquía se mostró netamente contraria al recurso a la filosofía. Giovanni Italos, discípulo de Psellos, será la víctima de esta lucha; probablemente era un dialéctico normando, quizá poco diplomático para el mundo bizantino, siendo una persona ingrata para el emperador por motivos políticos. En un proceso de 1082 es condenado por herético acabándose así esta corriente de introducción de la filosofía en la investigación teológica, considerándose a los clásicos como un peligro para la disidencia y para la fe

La Iglesia Bizantina continúa luchando, todavía en este período, para combatir la herejía de los pauliciani y de los bogomili, así como contra la lenta caída del monacato, sobre todo al perder Asia Menor donde estaban asentados muchos monasterios.