CAPITULO XVIII

EL ATAQUE DEL PODER ESTATAL CONTRA LA IGLESIA

 

1.- Septimio Severo (193-211). Fundador de la dinastía siria.

Tertuliano le reconoce en sus primeros años de gobierno una actitud benevolente hacia los cristianos. Así, el 196 se reúnen libremente diversos sínodos de obispos para discutir la fecha de la pascua. A pesar de ello algunos cristianos particulares fueron procesados en base al rescripto de Trajano no derogado. El 197 Tertuliano les dedica su Liber apologeticus.

1.1. Edicto del 202:

Prohibía bajo grave pena pasarse al judaísmo o al cristianismo. Relata Esparciano " Iudaeos fieri sub gravi poena vetuit, idem etiam de Christiani sanxit ". El emperador penalizaba toda actividad evangelizadora de carácter proselitista. La oposición a de algunos cristianos a prestar el servicio militar i actitudes montanistas pudieron influir en Septimio Severo. La fe cristiana se presentaría como contraria al orden estatal. La escuela de Alejandria tuvo que cerrar i fueron ejecutados seis discípulos de Orígenes. A comienzos del 203 en Cartago fueron martirizados un grupo de catecúmenos. Tertuliano recogería el testimonio de la noble Perpetua y de su esclava Felícitas, con su maestro Sáturo y sus compañeros catecúmenos Revocato, Saturnino y Secúndulo. En Egipto, entre otros, fueron ejecutados Leónidas, padre de Orígenes, la virgen Potamiena con su madre Marcela y el soldado Basílides. Parece que hubo persecución en Capadocia, donde Alejandro, futuro obispo de Jerusalén, confesó su fe, y en Antioquía.

2.- Caracalla (211-217):

Inició un período de tolerancia religiosa. Al subir al trono su amnistía a los deportados no excluyó a los cristianos. Algunos ocuparon otra vez puestos influyentes en la corte como el liberto Prosenes que fue tesorero secreto. Así pues el duro proceder del procónsul Escápula (211-212) contra los cristianos en las tres provincias norteafricanas no puede atribuirse a Caracalla, sino que fue ocasionado por las corrientes rigoristas entre cristianos de África. Tertuliano los defendió en su obra Sobre la corona del soldado donde en que rechazaba el servicio militar para los cristianos.

3.- Heliogábalo (218-222):

Proyectó hacer obligatorio en el imperio el culto del dios solar de Emesa pero no se conoce su relación con los cristianos.

4.- Alejandro Severo (222-235):

Su madre Julia Mamea parece que tenía declarada simpatía por el cristianismo. Durante una estancia en Antioquía habló con Orígenes de cuestiones religiosas y a ella le dedicó un tratado Hipólito de Roma. Encomendó al cristiano Julio Africano la construcción de la biblioteca junto al Panteón. Lampridio, su biógrafo en la Historia Augusta dice que mantuvo sus privilegios a los judíos y toleró que hubiera cristianos. Así "Iudaeis privilegia reservavit, Christianos esse passus est ". Antes del 234 se erigió un lugar de culto en Dura-Europos y en Roma se organizaron sin obstáculo los cementerios cristianos.

5.- Maximino Tracio (235-238):

Dice Eusebio " por resentimiento contra la familia de Alejandro -Severo-, que se componía de numerosos fieles, suscitó una persecución ordenando que solamente fueran eliminados los jefes de las iglesias, como culpables de la enseñanza del Evangelio ". Parece que la persecución solo afectó a Roma donde el obispo Ponciano y un presbítero Hipólito fueron deportados a Cerdeña y posteriormente murieron allí. Orígenes dedicó a su amigo Ambrosio y al presbítero Protecteo su Exhortación al martirio.

6.- Felipe el Árabe (244-249):

Eusebio dice " De él cuenta una tradición que, como era cristiano, quiso tomar parte con la muchedumbre en las oraciones que se hacían en la Iglesia el día de la última vigilia de la Pascua, pero el que presidía en aquella ocasión no le permitió entrar sin haber hecho antes la confesión i haberse inscrito con los que se clasificaba como pecadores y ocupaban el lugar de la penitencia, porque, si no hacía esto, nunca lo recibiría de otra manera, a causa de los muchos cargos que se le hacían. Y se dice que al menos obedeció con buen ánimo y demostró con obras la sinceridad y piedad de sus disposiciones respecto del temor de Dios ". El cónsul en funciones del año 249 era con certeza cristiano. A pesar de la simpatía del emperador por los cristianos aquel mismo año no pudo preservar a los cristianos de Alejandría de una rebelión popular en que muchos perdieron sus bienes, y a otros, el negarse a blasfemar les costó la vida.

7.- Decio (249-251):

El edicto general del emperador Decio del año 250 iba El texto original del edicto no se ha conservado pero podemos reconstruirlo por las fuentes contemporáneas. Todos los habitantes del imperio eran invitados a tomar parte en un sacrificio general a los dioses, en una supplicatio. Se trataba de un acto de adhesión al culto pagano, participando en una comida sagrada, libación o sacrificio, incluso reducido a su más simple expresión, como la ofrenda de algunos granos de incienso a la estatua del emperador, demostrando con ello el reconocimiento de la divinidad imperial, convertida en la síntesis de la religión oficial de Roma. Con ello el sospechoso demostraba la inutilidad de la sospecha, por fundada que fuese, que pesaba sobre él, y el cristiano abjurando de su fe, se encontraba al mismo tiempo absuelto, en virtud de la legislación trajana, del delito, que cesaba con su retractación.

Una novedad era la inspección exacta del cumplimiento del edicto en todo el imperio. Una comisión controlaría la veracidad del sacrificio y expediría a cada ciudadano un certificado o libellus en que constara que había sacrificado. Posteriormente los libelli tenían que ser presentados a las autoridades. Los que se habían negado a sacrificar eran encarcelados y todavía en la cárcel se intentaba quebrantar por medio de la tortura la resistencia del confesor de la fe.

El mes de diciembre del 249 fueron detenidos algunos cristianos y el 20 de enero del 250 era ejecutado el papa Fabián. A pesar de ello las conmovidas quejas de los obispos Dionisio de Alejandría y Cipriano de Cartago no dejan lugar a dudas de que, sobre todo en Egipto i África del norte, el número de los que de una u otra forma siguieron las órdenes del edicto superó con mucho al de los que se resistieron a obedecerlas. San Cipriano dice que hubo apóstatas de muchas clases. Unos, a los que llamó sacrificati , aceptaron ofrecer realmente sacrificios a los dioses; otros, thurificati, solamente quemaron incienso ante las imágenes divinas, principalmente ante la del emperador; otros, en fin, se hicieron inscribir en los registros públicos, como queriendo satisfacer a la ley, o sólo consiguieron, pagando la mayoría de las veces, certificados o libelli que testimoniaban que habían obedecido las órdenes imperiales; a éstos se les llamaba acta facientes o libellatici .

San Cipriano acusa como libellatici a los obispos Basílides de Legio y Astúrica Augusta (León y Astorga) y Marcial de Emérita (Mérida). El primero de los cuales compró a los magistrados un certificado de sacrificio y el segundo consintió en firmar una declaración de apostaría. Cipriano se escondió y desde su refugio cerca de Cartago se comunicaba epistolarmente con sus fieles encarcelados. Ofrece escasos nombres de confesores , entre ellos a un tal Luciano, y pocos martires coronati , entre los cuales a dieciséis que murieron de hambre en la cárcel. En Palestina fue martirizado Alejandro, obispo de Jerusalén, y en Antioquía su obispo Babilas.

8.- Tribonio Galo (251-253):

A finales del 251 el papa Cornelio fue desterrado a Centum Cellae (Civitavecchia) donde murió el año 253. Su sucesor Lucio fue también desterrado (253-254) pero volvió a la muerte de Galo. Según Dionisio de Alejandría en Egipto se produjeron otras detenciones.

9.- Valeriano (253-260):

Eusebio citando a Dionisio de Alejandria dice que " Valeriano (...) se ha de considerar cómo era al principio, qué favorable y benevolente para con los hombres de Dios, porque, antes de él, ningún otro emperador, ni siquiera los que se dice que abiertamente fueron cristianos, tuvo una disposición tan favorable y acogedora. Al comienzo los recibía con una familiaridad i una amistad manifiestas, i toda su casa estaba llena de los hombres piadosos i era una iglesia de Dios ". Dionisio opinaba que la mutación efectuada en Valeriano fue producida por su ministro Macrino quien le sedujo con la posibilidad de remediar la situación financiera del imperio confiscando los bienes de los cristianos ricos.

1er. edicto de agosto del 257. Sólo concernía inmediatamente al clero superior, desde los obispos a los diáconos, en el que se les ordenaba sacrificar a los dioses del Imperio. Estaban prohibidas las celebraciones de culto cristianas y la visita a los cementerios, pero no el culto privado. Sino se sacrificaba estaba previsto el exilio y si se desatendian las otras prohibiciones se pensaba incluso en la muerte de los infractores. Cipriano obispo de Cartago y Dionisio obispo de Alejandria fueron exiliados juntamente con muchos otros obispos, sacerdotes y diáconos de África.

2º. edicto del 258. Se prescribió que los clérigos superiores que no hubiesen obedecido fuesen ejecutados sin demora. Los laicos de alto rango serían degradados de sus funciones i les serían confiscados sus bienes y, si este castigo no les conducía al arrepentimiento, padecerían la pena capital. Sus mujeres perderían también sus bienes y serían desterradas. A los empleados imperiales en Roma y provincias, los caesarini , se los amenazó igualmente con la confiscación de sus bienes y trabajos forzados.

Fue decapitado Cipriano, obispo de Cartago; Sixto II, obispo de Roma, junto con sus diáconos, entre ellos Lorenzo; Fructuoso, obispo de Tarragona, y sus diáconos Augurio i Eulogio fueron quemados vivos en el anfiteatro de la ciudad el 21 de enero del 259; probablemente también en esta época fue decapitado en Troies Patroclo. Dionisio de Alejandría sufrió solamente exilio.

10.- Galieno (260-268):

El año 259 tras la muerte de Valeriano que cayó prisionero de los persas le sucedió su hijo Galieno que intentó reconciliarse con los cristianos. Publicó un edicto, posiblemente del 260, donde ordenaba cesasen las persecuciones y posteriormente (v. 262) la restitución de las iglesias. Dice Eusebio: " Inmediatamente puso fin, mediante edictos, a la persecución contra nosotros, y ordenó por un rescripto a los que presidían la palabra que libremente ejercieran sus finciones acostumbradas. El rescripto rezaba así: " El emperador César Publio Licinio Galieno Pío Félix Augusto, a Dionisio, Pina, Demetrio y a los demás obispos: He mandado que el beneficio de mi don se extienda por todo el mundo, con el fin de que se evacue los lugares sagrados y por ello también podáis disfrutar de la regla contenida en mi rescripto, de manera que nadie pueda molestaros. Y aquello que podáis recuperar, en la medida de lo posible, hace ya tiempo que lo he concedido. Por lo cual , Aurelio Cirinio, que está al frente de los asuntos supremos, mantendrá cuidadosamente la regla dada por mí ". Quede inserto aquí, para mayor claridad, este rescripto, traducido del latín. Se conserva también, del mismo emperador, otra ordenanza que dirigió a otros obispos y en que permite la recuperación de los lugares llamados cementerios ".