Salvaciones Preparatorias de la Salvación

 

Los comienzos de la salvación

Origen del mundo y del hombre

 

Objetivo

Descubrir la verdad religiosa del origen del mundo y el hombre a través de las dos narraciones expresadas en el libro del Génesis sobre la creación.

Antecedentes

El mundo en el que vivimos, es una constante de cambio y evolución, que por lógica ha tenido un origen, que el hombre en toda su existencia ha tratado de descubrir a través de investigaciones científicas, observaciones simples de los hechos, y también ha buscado una respuesta desde la religión.

Así, las diferentes teorías de la evolución del mundo y del hombre, sólo han podido explicar una parte de la pregunta, pero no han sabido responder a ciencia cierta cuál es el origen de todo el universo.

 

Las teorías hasta ahora conocidas nos explican la evolución, más no el origen de todo. La religión por su parte, en el libro del génesis, nos explica que no puede haber más origen que Dios.

Tanto la ciencia como la religión tienen un mismo objetivo, decir a los hombres de dónde vienen, sólo que la ciencia lo hace desde el punto de vista material, es decir, se basan en hechos que se pueden observar a simple vista, llevando a cabo todo un método de estudio.

Por su parte la religión, lo expresa en una manera misteriosa en la que Dios es el ser que crea todo desde la nada. Esto, no quiere decir que la ciencia está peleada con la religión, es simplemente que han estudiado el origen del mundo y del hombre desde diferentes puntos de vista y nada más, se podría decir que una y otra son complemento.

Datos Bíblicos

Por lo tanto al hablar de religión, que es el punto que nos interesa aquí, vamos a comenzar analizando relatos que la BIBLIA, nos ofrece. Lo importante de los relatos de la Biblia, no es saber cómo comenzó la existencia del universo y el hombre, sino, tener la certeza de que todo es obra de Dios.

La palabra Génesis, significa libro de los comienzos. Los escritos del mismo se encuentran fechados años de reinado del rey David y Salomón, (siglo X-IX a. C). Un escritor desconocido al que se suele llamar Yavista, por llamar en sus escritos Yavé a Dios, compuso una primera historia del origen del pueblo de Dios que comenzaba con el relato del paraíso.

En el siglo siguiente, se escribió otra historia a la que se le llama Eloísta, para distinguirlo del primero, posteriormente en el siglo VI a. C, los sacerdotes de Israel, añadieron párrafos al génesis para tener nuevas enseñanzas. Así al cabo del tiempo se obtuvo el libro del Génesis.

El autor de la primera narración de la creación, es un personaje con un alto concepto de Dios a quien también nombran "el santo". Este autor pertenece a la escuela sacerdotal por lo que nos revela una profunda reflexión teológica a través de la purificación de santidad que se realiza mediante el culto.

Los dos primeros capítulos del génesis, son dos catequesis. La más antigua comienza en el capítulo 2, 4b, en donde encontramos una respuesta al angustioso problema del origen del mal. Y en el Capítulo 1, 1-2, 4 a, el autor se propone contestar "el origen del mundo y del hombre". Ambas catequesis se complementan mutuamente para llevar a cabo la explicación de la historia de salvación.

La primera narración de la creación, es un poema fruto de una reflexión de siglos, una alabanza a Dios. En el tiempo en que se escribió esto, la gente pensaba que el mundo era estático, que nada cambiaba. Por lo que se narra un orden de las cosas creadas por Dios y que jamás debían cambiar.

 

En el antiguo mundo los pueblos sostenían que la naturaleza era comandada por varios dioses. En la Biblia nos hablan de un solo Dios que crea por amor y al cuál no se le puede temer, sino amar.

Todas las frases utilizadas en el génesis, son para dar gloria a Dios reconociéndolo como el único y verdadero creador del mundo y del hombre.

En un primer momento, hablamos del génesis como un libro poético en el que se alaba a Dios, pero también es un libro que contiene la voluntad de Dios. Los encargos que hace Dios al hombre, deben ser interpretados, en lo profundo de la fe, por lo que desde un principio, quita desigualdades entre el hombre y la mujer, creándolos con la misma dignidad.

Por lo tanto resalta ese amor infinito de Dios por sus criaturas. En éste relato, Dios no sólo nos enseña a trabajar, sino también a descansar. Nos pide la organización de los seres vivientes y sobre todo la fecundidad del hombre, esto entendido, no sólo como descendencia, pues Dios se refiere también al crecimiento que como personas debemos tener.

De tal suerte que el aprender un oficio, una profesión, y otros conocimientos es también una forma de ser fecundos en la tierra.

 

Todo lo anterior, no es una sola evolución natural, es una manifestación del ser supremo que es Dios. Por lo tanto la certeza de que todo es creación de Dios es contundente.

En las narraciones del génesis, aprendemos que Dios, es único, por él fuimos creados. Dios no es materia, ni de ella ha salido, ni actúa sobre ella. Dios es Espíritu, por El que todo comienza, el aliento de vida y ser del mundo y del hombre.

El hombre es creado a imagen y semejanza de Dios. Por lo tanto es sólo a él a quien le debemos obediencia, y adoración.

El hombre es el ser superior en la tierra por lo que no puede tener a un animal inferior como Dios. El hombre es la creación más perfecta de Dios, participa de su divinidad, por que no sólo es un ser corporal es también un ser espiritual de aquí la frase "a imagen de Dios".

Al referirnos a la semejanza de Dios, es por que estamos llamados a la santidad a volvernos a Dios de donde venimos, por tanto la semejanza es algo que logramos a lo largo de nuestra vida con nuestro comportamiento diario.

En conclusión, la creación narrada en el génesis, es la misma historia de la salvación que nos invita desde siempre y por siempre a cuidar la tierra, mantenerla en equilibrio y a obedecer a Dios en sus mandatos como el único y verdadero origen del mundo y del hombre.

El tema del origen del mundo y del hombre, por tanto, no puede ser sólo un hecho histórico, tiene que trascender a nuestro presente, reconociendo que Dios es el dueño de todo lo que vemos y no vemos. Es ver que en cada momento con mis actitudes estoy contribuyendo a esa creación o la estoy destruyendo.

Después de reflexionar el tema del génesis no podemos más que decir "Gracias Señor" por todo lo bueno que nos has dado en plena gratuidad, y comprometernos a continuar su creación a través de nuestra vida dentro de su Iglesia y del mundo.

 

El hombre en el origen

El pecado–tipo. La promesa de salvación

 

Objetivo

El alumno profundizará el origen del hombre, comprenderá el misterio del Pecado Original y descubrirá como la salvación de Dios se manifiesta en su vida.

Introducción

La historia de la humanidad no es solamente la de un lento ascenso hacia Cristo. Es también la historia de nuestras dudas, de nuestros titubeos, de nuestras rebeliones. Cristo no solamente es el mediador en el que el hombre se diviniza, es también el Redentor por medio del cual el hombre se salva.

El cristiano ve que dentro del alma de las personas de hoy hay una rebelión, una ingratitud, un adulterio, una desobediencia; y en la Biblia significan la ruptura entre una persona y otra persona, ruptura entre Dios y el hombre. Pecado y Redención son hechos inseparables dentro de la perspectiva cristiana. Uno y otro son originales.

Desde que existe la promesa de un Redentor, hay indiscutiblemente, en realidad, una Redención. Puesto que las promesas de Dios no son palabras sueltas o en el aire, sino que realizan lo que enuncian o proclaman. Hoy se admite con mayor facilidad que nunca que hay una decadencia en la humanidad, un mal radical e incluso, sin que intente darse el término un sentido Católico de Pecado Original a todo ello; en la persona radica la concepción de un torbellino que lo mueve o impulsa al desorden generalizado; a su vez un sin fin de libros de literatura y filosofía recogen hoy el eco de un complejo de culpabilidad que pesa sobre la conciencia del mundo moderno o post moderno; Le hace falta encontrar al Redentor.

Un Pecado Tipo

La descripción del paraíso deja al hombre con una sensación de nostalgia, es demasiado bonito. La experiencia dice que la condición del hombre actualmente no es así de bonita o tierna. Que el paraíso se ha mudado en un infierno. ¿De dónde procede este cambio? ¿A qué se debe? ¿Quién ha sido el causante de tanta desgracia?.

El autor describe en el capítulo tres del Génesis un drama en los que están implicados: El hombre integral, varón y mujer, y alguien ajeno al hombre y a Dios. Testigo y juez de dicho drama es el propio Yavé, el dueño del jardín, donde el drama se desarrolla. Consecuencias del mismo son la pérdida de la situación original de privilegio y, con ella, la entrada en el mundo del dolor, la fatiga y la muerte.

Como instigador del pecado aparece un poder enemigo del hombre y de Dios representado por la serpiente. Entra otra figura en la historia. La serpiente es en la cultura antigua una de las fuerzas hostiles a Dios y a su plan; además el sustantivo hebreo suena como el sustantivo <<vaticinio>>. Las armas de este animal son el falso oráculo. Su primera pregunta repite la prohibición eliminando la concepción o entrega, con lo cual resulta arbitraria y absurda en aquel jardín. (Génesis cap. 3, 1).

Tras la rectificación de la mujer, la serpiente continúa con un falso oráculo, prometiendo como bien lo que es un mal. Porque conocer también por experiencia el mal es un mal. (Génesis cap. 3,2-5). Desde este momento la relación del hombre con Dios se tiñe de temor. Ha sido una victoria de la serpiente, porque ha introducido el mal, pero será una victoria limitada, porque el bien vencerá. Y toda la historia estará bajo el signo de estas hostilidades. El tentador ha sabido aprovechar aquello que al hombre más le importa, su propia dignidad, su propia independencia.

La ruptura de relaciones con Yavé en lugar de hacer al hombre "como Dios" le descubre su propia desnudez, su propia miseria. Conocen el bien y el mal, pero con ellos conocen también la vergüenza, el desorden, la propia división, el pecado. Y con éste, en las relaciones del hombre con Yavé, se introduce el temor, el miedo, el hombre huye de Dios, se esconde. La pretensión de "ser como Dios" lleva al hombre a conocer la enorme distancia que de él le separa, el colosal abismo insondable para llegar a él. Es remordimiento, inquietud, vergüenza, pánico. Todo ello se lo ha enseñado al hombre su loca pretensión de "ser como Dios", constructor de su propio destino, artífice exclusivo de su propia salvación.

 

Consecuencias del pecado

Después de ceder a la insinuación del tentador, Dios se hace el encontradizo con el hombre. De poco le sirve a éste tratar de esconderse. Acaso después del pecado es cuando más se revela la cercanía de Dios, ese "estar todo manifiesto y desnudo a su mirada" (Hebreos 4, 13). El hombre comienza a excusarse: Adán pretende hacer responsable a la mujer, su compañera. La mujer se excusa con la serpiente. El hombre sin embargo, se sabe responsable, dueño de su propia decisión. La última palabra siempre está en sus manos.

La serpiente, como instigadora primera de la rebelión del hombre, es maldecida. La humanidad vencerá en definitiva al instigador del pecado. Quien vencerá será "la descendencia"; la descendencia de la mujer, que represente genuinamente a la humanidad.

El juicio de Dios sobre la mujer como colaboradora en el pecado consiste en que en su vida entra el dolor. Se ve reflejado y como encarnado ese dolor en los dolores más auténticamente femeninos: el dolor de parto y el del anhelo por entregarse al varón, por buscar descanso y cobijo en él.

El juicio sobre el varón tiene también una repercusión dolorosa: el dolor ha entrado ha en su vida, se encarna en las preocupaciones y en las fatigas propias de su condición de padre de familia. La última y más dolorosa consecuencia para el hombre es su vuelta a la tierra, la muerte, que mientras que el paraíso no vuelva a abrirse, será la herencia definitiva del hombre, ya que les es imposible recuperar la inmortalidad al no poder comer de aquel fruto que le proporcionaba la vida imperecedera.

Ante esta situación parece lógico rebelarse. No parece existir proporción entre el pecado, comer un fruto cualquiera, y las consecuencias que de ello se han derivado para la humanidad. Los artistas han representado este fruto con una manzana. El texto no habla de manzana, sino del fruto del "árbol de la ciencia del bien y del mal".

 

El "árbol de la ciencia del bien y del mal" es símbolo de la línea divisoria entre el bien y el mal. Representa la tendencia del hombre a constituirse a sí mismo en norma de su propia vida moral: lo que el hombre decida es lo bueno; aquello que le moleste, es lo malo. La realidad simbolizada por dicho árbol es la expresada en la tentación: "seréis como Dios". El hombre aceptando la tentación, comiendo del fruto prohibido, declara su independencia, rechaza el dominio de Dios sobre su propia vida, se rebela contra él, pretende suplantar a Dios, ponerse en su lugar.

El pecado del paraíso es, por tanto, el máximo pecado del hombre, el orgullo, el egoísmo que no conoce límites, ni siquiera en Dios, que lleva al hombre a gloriarse en sí mismo, a buscar por sí mismo la salvación, rechazando el ofrecimiento que le viene de Dios. Sucede como con el padre del hijo pródigo, la mejor réplica y el mejor comentario a la escena del paraíso: el hijo le pide al padre la parte que le corresponde de la herencia. El pecado del paraíso es, pues, el pecado tipo.

Dios podía haber evitado la catástrofe. Sólo con una condición: haber suprimido la libertad, haber maniatado al hombre. El hombre entonces sería feliz por obligación, se sentiría forzado a vivir dichoso en el paraíso, forzado a unas relaciones de amistad con Yavé. Pero una amistad obligada deja de ser amistad. El paraíso obligado se habría transformado en un infierno. El hombre rechazó la amistad que Dios le brindaba. Y se ha encontrado con que ya de nadie puede fiarse, con qué él es para sí mismo su peor enemigo. Es la tragedia del pecado, de todo pecado.

Elementos de la salvación

La narración del paraíso y del pecado contiene ya todos los elementos necesarios para el desarrollo de la historia de la salvación. Y nos revela los modos de actuar Dios en la realización de su plan salvador.

La conciencia de que el hombre se encuentra en una situación de miseria crea en él un ansia, un anhelo de que el paraíso se le vuelva a abrir, de recuperar aquella situación perdida. Es el anhelo de salvación existente en todos los hombres de todos los tiempos, el anhelo de la liberación, de salir de la condición triste en que se encuentran. Se buscará salir del dolor. Se buscará ante todo huir de la muerte. Como la muerte ha sido introducida en el mundo por el pecado, producido en el hombre por instigación del demonio, para que la muerte se convierta en algo positivo necesitara el hombre haber vencido la perpetua enemistad existente entre él y la serpiente, necesitará haber podido superar el pecado. La salvación consistirá, según esto, en una especie de retorno al paraíso.

El Nuevo Testamento ve realizada en Jesús de Nazaret la salvación. Él es el nuevo Adán que ha restaurado lo que el primer Adán destruyó. San Pablo nos establece el paralelo entre ambos: "Porque como de un hombre vino la muerte, también por un hombre vino la resurrección de los muertos. Y como en Adán hemos muerto todos, así también en Cristo somos todos vivificados" (1 Corintios 15, 21-22).

 

Con Jesús de Nazaret la muerte ha sido vencida, como se manifiesta en la resurrección de muertos. Ha sido vencida sobre todo con su propia resurrección. La muerte no ha sido suprimida del mundo, ha sido cambiada de signo, convertida en puente para una vida definitiva (Juan 11; 1 Corintios 15, 20-26). Con la muerte de Cristo, el paraíso plantado por Yavé en el principio ha sido abierto nuevamente. Jesús de Nazaret lo asegura en la cruz, diciendo al buen ladrón: "Hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lucas 23, 39).

Condición necesaria de esta reapertura del paraíso ha sido recorrer un camino inverso al que llevó al hombre a la expulsión. Adán, simple hombre, pretendió ser como Dios, y se encontró consigo mismo, fuera del paraíso. Jesús, siendo Dios, no pretendió "ser como Dios", construir su propio destino, antes se vació "tomando la forma de siervo y haciéndose semejante a los hombres; Y en la condición de hombre se humilló hecho obediente hasta la muerte y muerte de cruz" (Fil. 2, 6-8). Esta humillación lleva a Jesús a la victoria, su muerte le conduce a la vida, su renuncia a "ser como Dios", a recibir el honor y la gloria que a solo Dios pertenece.
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Bibliografía

Rubio Luis. El misterio de Cristo en la Historia de Salvación, Sígueme, Salamanca 1991.

Schökel Luis Alonso. Pentateuco I, Cristiandad, Madrid 1970.

Varillón Francisco. Teología Dogmática como Historia de la Salvación, Paulinas, Bogotá 1967.

 

 

Noé y el diluvio

La experiencia de la salvación y del juicio de la humanidad.

 

Objetivo

El alumno verá en la narración de Noé y el diluvio una figura del juicio y la misericordia de Dios y llegará a la conclusión de que él no tiene que temer las adversidades de la vida si se mantiene fiel a Dios.

Textos para estudiar antes de iniciar el tema: Gn 8-9: Is 54, 9-10; Sab 14, 6-7; Eclo 44, 17-18; Hb 11, 5-6; 1Pe 3, 18-22; 2Pe 2, 4-5.

Carácter de estos capítulos

El diluvio es sin lugar a dudas un acontecimiento que tiene resonancia universal, es decir, al parecer una gran mayoría de culturas señala este acontecimiento, sin embargo para el pueblo de Israel tuvo un significado muy especial, que es el que a continuación desarrollaremos.

En principio estos capítulos (Gn 4-11) sirven para conectar a Abraham con el primer hombre y hacer ver que existe ese parentesco.

Un segundo aspecto de estos capítulos es poder ver la multiplicación del pecado y del mal en el mundo, estos capítulos señalan los pecados típicos: homicidio y venganza.

El tercer aspecto es que dan continuidad a la promesa de la salvación, esto es que a pesar de la multiplicación del pecado se sigue teniendo la misericordia de Dios hacia los hombres.

 

La narración del diluvio

La narración del diluvio tiene, sin lugar a dudas, la base de las narraciones mesopotámicas, sin embargo el significado es lo importante, ya que este adquiere una dimensión universal, donde todos los hombres pecadores están llamados a perecer.

El diluvio: juicio y salvación

La narración resalta la necesidad del aspecto salvífico de la intervención de Dios.

Ya que la humanidad por su pecado está de suyo destruida, ya no hay remedio, solo Dios puede salvarlos. Perro no es tan solo este aspecto, sino el de construir una humanidad nueva.

Ahora bien el que se salva es Noé y los que estaban con él. Y También a él se le repite el mandato de la creación primera: creced y multiplicaos y llenad la tierra y dominadla (9, 1-7: cf 1, 28).

Como signo de esta benevolencia de Dios está la señal del arco iris: "Esta es la señal del pacto que establezco entre mí y toda carne que está sobre la tierra" (9, 17).

El diluvio, tipo del juicio definitivo

El pecado siempre reclama el juicio de Dios y por lo tanto también vemos que entra en acción la misericordia de Dios.

El hombre, por el pecado, está abocado a la destrucción, a la muerte eterna. Dios establece un juicio de ese hombre y por el bautismo lo llegará a reivindicar, que esperara su plena manifestación en el "día del juicio de Dios".

En esa segunda venida que esperamos Cristo traerá consigo la purificación y transformación de nosotros y de nuestro mundo para llevar a una morada digna de los hijos de Dios glorificados.