LA IDEOLOGÍA DEL GENERO: SUS PELIGROS Y ALCANCES


Comisión ad  hoc de la mujer
Comisión Episcopal de Apostolado Laical
Conferencia Episcopal Peruana

En base al informe "La desconstrucción de la mujer" de Dale O’Leary


Presentación

Se ha estado oyendo durante estos últimos años la expresión "género" y muchos se 
imaginan que es solo otra manera de referirse a la división de la humanidad en dos sexos, 
pero detrás del uso de esta palabra se esconde toda una ideología que busca precisamente 
hacer salir el pensamiento de los seres humanos de esta estructura bipolar. 

Los proponentes de esta ideología quieren afirmar que las diferencias entre el varón y la 
mujer, fuera de las obvias diferencias anatómicas, no corresponden a una naturaleza fija 
que haga a unos seres humanos varones y a otros mujeres. Piensan más bien que las 
diferencias de manera de pensar, obrar y valorarse a sí mismos son el producto de la 
cultura de un país y de una época determinados, que les asigna a cada grupo de personas 
una serie de características que se explican por las conveniencias de las estructuras 
sociales de dicha sociedad.

Quieren rebelarse contra esto y dejar a la libertad de cada cual el tipo de "género" al que 
quieren pertenecer, todos igualmente válidos. Esto hace que hombres y mujeres 
heterosexuales, los homosexuales y las lesbianas, y los bisexuales sean simplemente modos 
de comportamiento sexual producto de la elección de cada persona, libertad que todos los 
demás deben respetar.

No se necesita mucha reflexión para darse cuenta de lo revolucionaria que es esta 
posición, y de las consecuencias que tiene la negación de que haya una naturaleza dada a 
cada uno de los seres humanos por su capital genético. Se diluye la diferencia entre los 
sexos como algo convencionalmente atribuido por la sociedad, y cada uno puede 
"inventarse" a sí mismo. 

Toda la moral queda librada a la decisión del individuo y desaparece la diferencia entre lo 
permitido y lo prohibido en esta materia. Las consecuencias religiosas son también obvias. 
Es conveniente que el público en general se dé clara cuenta de lo que todo esto significa, 
pues los proponentes de esta ideología usan sistemáticamente un lenguaje equívoco para 
poder infiltrarse más fácilmente en el ambiente, mientras habitúan a las personas a pensar 
como ellos. Este librito puede ayudar mucho en precisar conceptos y llamar a una toma de 
posición con respecto a la mencionada ideología.

* * * * * 

Mons. Oscar Alzamora Revoredo, S.M.
Obispo Auxiliar de Lima Miembro de la CEAL
Lima, Abril 1998

La Ideología de Género
Sus Peligros y Alcances

 "El género es una construcción cultural; por consiguiente no es ni resultado causal del 
sexo ni tan aparentemente fijo como el sexo… Al teorizar que el género es una construcción 
radicalmente independiente del sexo, el género mismo viene a ser un artificio libre de 
ataduras; en consecuencia hombre y masculino podrían significar tanto un cuerpo femenino 
como uno masculino; mujer y femenino, tanto un cuerpo masculino como uno femenino".(1) 

Estas palabras que podrían parecer tomadas de un cuento de ciencia ficción que vaticina 
una seria pérdida de sentido común en el ser humano, no son otra cosa que un extracto del 
libro "Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity" (El Problema del Género: el 
Feminismo y la Subversión de la Identidad") de la feminista radical Judith Butler, que viene 
siendo utilizado desde hace varios años como libro de texto en diversos programas de 
estudios femeninos de prestigiosas universidades norteamericanas, en donde la perspectiva 
de género viene siendo ampliamente promovida. 

Mientras muchos podrían seguir considerando el término ‘género’ como simplemente una 
forma cortés de decir ‘sexo’ para evitar el sentido secundario que ‘sexo’ tiene en inglés, y 
que por tanto ‘género’ se refiere a seres humanos masculinos y femeninos, existen otros 
que desde hace ya varios años han decidido difundir toda una "nueva perspectiva" del 
término. Esta perspectiva, para sorpresa de muchos, se refiere al término género como 
"roles socialmente construidos".

La IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer, realizada en setiembre 
de 1995 en Pekín, fue el escenario elegido por los promotores de la nueva perspectiva para 
lanzar una fuerte campaña de persuasión y difusión. Es por ello que desde dicha cumbre la 
"perspectiva de género" ha venido filtrándose en diferentes ámbitos no sólo de los países 
industrializados, sino además de los países en vías de desarrollo.


Definición del término género

Precisamente en la cumbre de Pekín, muchos de los delegados participantes que 
ignoraban esta "nueva perspectiva" del término en cuestión, solicitaron a sus principales 
propulsores una definición clara que pudiera iluminar el debate. Así, la directiva de la 
conferencia de la ONU emitió la siguiente definición:

"El género se refiere a las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles definidos 
socialmente que se asignan a uno u otro sexo".

Esta definición creó confusión entre los delegados a la cumbre, principalmente entre los 
provenientes de países católicos y de la Santa Sede, quienes solicitaron una mayor 
explicitación del término ya que se presentía que éste podría encubrir una agenda 
inaceptable que incluyera la tolerancia de orientaciones e identidades homosexuales, entre 
otras cosas. Fue entonces que Bella Abzug, ex-diputada del Congreso de los Estados 
Unidos intervino para completar la novedosa interpretación del término "género":

"El sentido del término ‘género’ ha evolucionado, diferenciándose de la palabra ‘sexo’ para 
expresar la realidad de que la situación y los roles de la mujer y del hombre son 
construcciones sociales sujetas a cambio".

Quedaba claro pues que los partidarios de la perspectiva de género proponían algo 
mucho más temerario como por ejemplo que "no existe un hombre natural o una mujer 
natural, que no hay conjunción de características o de una conducta exclusiva de un sólo 
sexo, ni siquiera en la vida psíquica" (2) . Así, "la inexistencia de una esencia femenina o 
masculina nos permite rechazar la supuesta ‘superioridad’ de uno u otro sexo, y cuestionar 
en lo posible si existe una forma ‘natural’ de sexualidad humana" (3) . 

Ante tal situación, muchos delegados cuestionaron el término así como su inclusión en el 
documento. Sin embargo, la ex-diputada Abzug abogó férreamente en su favor: 

 "El concepto de ‘género’ está enclavado en el discurso social, político y legal 
contemporáneo. Ha sido integrado a la planificación conceptual, al lenguaje, los documentos 
y programas de los sistemas de las Naciones Unidas… los intentos actuales de varios 
Estados Miembros de borrar el término ‘género’ en la Plataforma de Acción y reemplazarlo 
por ‘sexo’ es una tentativa insultante y degradante de revocar los logros de las mujeres, de 
intimidarnos y de bloquear el progreso futuro". 

El apasionamiento de Bella Abzug por incluir el término en Pekín llamó la atención de 
muchos delegados. Sin embargo, el asombro y desconcierto fue mayor luego que uno de los 
participantes difundiera algunos textos empleados por las feministas de género, profesoras 
de reconocidos Colleges y Universidades de los Estados Unidos. De acuerdo a la lista de 
lecturas obtenida por el delegado, las "feministas de género" defienden y difunden las 
siguientes definiciones:

- Hegemonía o hegemónico: Ideas o conceptos aceptados universalmente como naturales, 
pero que en realidad son construcciones sociales.

- Desconstrucción: La tarea de denunciar las ideas y el lenguaje hegemónico (es decir 
aceptados universalmente como naturales), con el fin de persuadir a la gente para creer que 
sus percepciones de la realidad son construcciones sociales.

- Patriarcado, Patriarcal: Institucionalización del control masculino sobre la mujer, los hijos 
y la sociedad, que perpetúa la posición subordinada de la mujer.

- Perversidad polimorfa, sexualmente polimorfo: Los hombres y las mujeres no sienten 
atracción por personas del sexo opuesto por naturaleza, sino más bien por un 
condicionamiento de la sociedad. Así, el deseo sexual puede dirigirse a cualquiera. 

- Heterosexualidad obligatoria: Se fuerza a las personas a pensar que el mundo está 
dividido en dos sexos que se atraen sexualmente uno al otro.

- Preferencia u orientación sexual: Existen diversas formas de sexualidad -incluyendo 
homosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales y trasvestis- como equivalentes a la 
heterosexualidad.

- Homofobia: Temor a relaciones con personas del mismo sexo; personas prejuiciadas en 
contra de los homosexuales. (El término se basa en la noción de que el prejuicio contra los 
homosexuales tiene sus raíces en el ensalzamiento de las tendencias homosexuales).

Estas definiciones fueron tomadas del material obligatorio del curso "Re-imagen del 
Género" dictado en un prestigioso College norteamericano. Asimismo, las siguientes 
afirmaciones corresponden a la bibliografía obligatoria del mismo:

 "La teoría feminista ya no puede darse el lujo simplemente de vocear una tolerancia del 
‘lesbianismo’ como ‘estilo alterno de vida’ o hacer alusión de muestra a las lesbianas. Se ha 
retrasado demasiado una crítica feminista de la orientación heterosexual obligatoria de la 
mujer". (4) 

"Una estrategia apropiada y viable del derecho al aborto es la de informar a toda mujer 
que la penetración heterosexual es una violación, sea cual fuere su experiencia subjetiva 
contraria." (5)

Las afirmaciones citadas podrían parecer suficientemente reveladoras sobre la peligrosa 
agenda de los promotores de esta "perspectiva". Sin embargo, existen aún otros postulados 
que las "feministas de género" propagan cada vez con mayor fuerza: 

"Cada niño se asigna a una u otra categoría en base a la forma y tamaño de sus órganos 
genitales. Una vez hecha esta asignación nos convertimos en lo que la cultura piensa que 
cada uno es -femenina o masculino-. Aunque muchos crean que el hombre y la mujer son 
expresión natural de un plano genético, el género es producto de la cultura y el 
pensamiento humano, una construcción social que crea la ‘verdadera naturaleza’ de todo 
individuo." (6)

Es así que para las "feministas de género", éste "implica clase, y la clase presupone 
desigualdad. Luchar más bien por desconstruir el género llevará mucho más rápidamente a 
la meta" (7) .
 

El feminismo de género

Pero en qué consiste el "feminismo de género" y cuál es la diferencia con el comúnmente 
conocido feminismo. Para comprender más a profundidad el debate en torno al "término 
género", vale la pena responder a esta pregunta. 

El término "feministas de género" fue acuñado en primer lugar por Christina Hoff 
Sommers en su libro "Who Stole Feminism?" ("¿Quién se robó el Feminismo?"), con el fin 
de distinguir el feminismo de ideología radical surgido hacia fines de los 60’s, del anterior 
movimiento feminista de equidad. 

Aquí las palabras de Hoff Sommers:

 "El feminismo de equidad es sencillamente la creencia en la igualdad legal y moral de los 
sexos. Una feminista de equidad quiere para la mujer lo que quiere para todos: tratamiento 
justo, ausencia de discriminación. Por el contrario, el feminismo del ‘género’ es una 
ideología que pretende abarcarlo todo, según la cual la mujer norteamericana está presa en 
un sistema patriarcal opresivo. La feminista de equidad opina que las cosas han mejorado 
mucho para la mujer; la feminista del ‘género’ a menudo piensa que han empeorado. Ven 
señales de patriarcado por dondequiera y piensan que la situación se pondrá peor. Pero 
esto carece de base en la realidad norteamericana. Las cosas nunca han estado mejores 
para la mujer que hoy conforma 55% del estudiantado universitario, mientras que la brecha 
salarial continúa cerrándose" (8) .

Al parecer, este "feminismo de género" tuvo una fuerte presencia en la Cumbre de Pekín. 
Así lo afirma Dale O’Leary, autora de numerosos ensayos sobre la mujer y participante en 
la Conferencia de Pekín, quien asegura que durante todas las jornadas de trabajo, aquellas 
mujeres que se identificaron como feministas abogaron persistentemente por incluir la 
"perspectiva del género" en el texto, por la definición de "género" como ‘roles socialmente 
construidos’ y por el uso de "género" en sustitución de ‘mujer’ o de masculino y femenino. 

De hecho todas las personas familiarizadas con los objetivos del "feminismo de género", 
reconocieron inmediatamente la conexión entre la mencionada ideología y el borrador del 
"Programa de Acción" del 27 de febrero que incluía propuestas aparentemente inocentes y 
términos particularmente ambiguos. 


Neo Marxismo

En palabras de Dale O’Leary, la teoría del "feminismo de género" se basa en una 
interpretación neo-marxista de la historia. Comienza con la afirmación de Marx, de que toda 
la historia es una lucha de clases, de opresor contra oprimido, en una batalla que se 
resolverá solo cuando los oprimidos se percaten de su situación, se alcen en revolución e 
impongan una dictadura de los oprimidos. La sociedad será totalmente reconstruida y 
emergerá la sociedad sin clases, libre de conflictos, que asegurará la paz y prosperidad 
utópicas para todos.

O’Leary agrega que Frederick Engels fue quien sentó las bases de la unión entre el 
marxismo y el feminismo. Para ello cita el libro "El Origen de la Familia, la Propiedad y el 
Estado", escrito por el pensador alemán en 1884 en el que señala: 

"El primer antagonismo de clases de la historia coincide con el desarrollo del 
antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera 
opresión de una clase por otra, con la del sexo femenino por el masculino" (9).

Según O’Leary, los marxistas clásicos creían que el sistema de clases desaparecería una 
vez que se eliminara la propiedad privada, se facilitara el divorcio, se aceptara la 
ilegitimidad, se forzara la entrada de la mujer al mercado laboral, se colocara a los niños en 
institutos de cuidado diario y se eliminara la religión. Sin embargo, para las "feministas de 
género", los marxistas fracasaron por concentrarse en soluciones económicas sin atacar 
directamente a la familia, que era la verdadera causa de las clases.

SEXOS/DESTRUCCION
En ese sentido, la feminista Shulamith Firestone afirma la necesidad de destruir la 
diferencia de clases, más aún la diferencia de sexos: 

 "… asegurar la eliminación de las clases sexuales requiere que la clase subyugada (las 
mujeres) se alce en revolución y se apodere del control de la reproducción; se restaure a la 
mujer la propiedad sobre sus propios cuerpos, como también el control femenino de la 
fertilidad humana, incluyendo tanto las nuevas tecnologías como todas las instituciones 
sociales de nacimiento y cuidado de niños. Y así como la meta final de la revolución 
socialista era no sólo acabar con el privilegio de la clase económica, sino con la distinción 
misma entre clases económicas, la meta definitiva de la revolución feminista debe ser 
igualmente -a diferencia del primer movimiento feminista- no simplemente acabar con el 
privilegio masculino sino con la distinción de sexos misma: las diferencias genitales entre 
los seres humanos ya no importarían culturalmente" (10). 
 

Cuando la Naturaleza estorba

Es claro pues que para esta nueva "perspectiva de género", la realidad de la naturaleza 
incomoda, estorba, y por tanto, debe desaparecer. Al respecto, la propia Shulamith 
Firestone decía:

"Lo ‘natural’ no es necesariamente un valor ‘humano’. La humanidad ha comenzado a 
sobrepasar a la naturaleza; ya no podemos justificar la continuación de un sistema 
discriminatorio de clases por sexos sobre la base de sus orígenes en la Naturaleza. De 
hecho, por la sola razón de pragmatismo empieza a parecer que debemos deshacernos de 
ella" (11).

Para los apasionados defensores del la "nueva perspectiva", no se deben hacer 
distinciones porque cualquier diferencia es sospechosa, mala, ofensiva. Dicen además que 
toda diferencia entre el hombre y la mujer es construcción social y por consiguiente tiene 
que ser cambiada. Buscan establecer una igualdad total entre hombre y mujer, sin 
considerar las naturales diferencias entre ambos, especialmente las diferencias sexuales; 
más aún, relativizan la noción de sexo de tal manera que, según ellos, no existirían dos 
sexos, sino más bien muchas "orientaciones sexuales".

Así, los mencionados promotores del "género" no han visto mejor opción que declararle la 
guerra a la naturaleza y a las opciones de la mujer. Según O’Leary, las "feministas de 
género" a menudo denigran el respeto por la mujer con la misma vehemencia con que 
atacan el irrespeto, porque para ellas el "enemigo" es la diferencia.

Sin embargo, es evidente que no toda diferencia es mala ni mucho menos irreal. Tanto el 
hombre como la mujer -creados a imagen y semejanza de Dios- tienen sus propias 
particularidades naturales que deben ser puestas al servicio del otro, para alcanzar un 
enriquecimiento mutuo. Esto, claro está, no significa que los recursos personales de la 
femineidad sean menores que los recursos de la masculinidad; simplemente significa que 
son diferentes. 

En tal sentido, si aceptamos el hecho de que hombre y mujer son diferentes, una 
diferencia estadística entre hombres y mujeres que participen en una actividad en 
particular, podría ser más que una muestra de discriminación, el simple reflejo de esas 
diferencias naturales entre hombre y mujer. 

No obstante, ante la evidencia de que estas diferencias son naturales, los propulsores de 
la "nueva perspectiva" no cuestionan sus planteamientos sino más bien atacan el concepto 
de naturaleza. 

Además, consideran que las diferencias de "género", que según ellos existen por 
construcción social, fuerzan a la mujer a ser dependiente del hombre y por ello, la libertad 
para la mujer consistirá, no en actuar sin restricciones indebidas, sino en liberarse de "roles 
de género socialmente construidos". En ese sentido, Ann Ferguson y Nancy Folbre afirman: 

"… las feministas deben hallar modos de apoyo para que la mujer identifique sus 
intereses con la mujer, antes que con sus deberes personales hacia el hombre en el 
contexto de la familia. Esto requiere establecer una cultura feminista revolucionaria 
auto-definida de la mujer, que pueda sostener a la mujer, ideológica y materialmente ‘fuera 
del patriarcado’. Las redes de soporte contra-hegemónico material y cultural pueden 
proveer substitutos mujer-identificados de la producción sexo-afectiva patriarcal, que 
proporcionen a las mujeres mayor control sobre sus cuerpos, su tiempo de trabajo y su 
sentido de sí mismas." (12) 

Con dicho fin, Ferguson y Folbre diseñan 4 áreas claves de "ataque":

1) Reclamar apoyo económico oficial para el cuidado de niños y los derechos 
reproductivos.

2) Reclamar libertad sexual, que incluye el derecho a la preferencia sexual (derechos 
homosexuales/lesbianos).

3) El control feminista de la producción ideológica y cultural (es importante porque la 
producción cultural afecta los fines, el sentido de sí mismo, las redes sociales y la 
producción de redes de crianza y afecto, amistad y parentesco social).

4) Establecer ayuda mutua: sistemas de apoyo económico a la mujer, desde redes de 
identificación única con la mujer, hasta juntas de mujeres en los sindicatos que luchen por 
los intereses femeninos en el trabajo asalariado.(13)

 
Una buena excusa: La mujer

Luego de revisar la peculiar "agenda feminista", Dale O’Leary evidencia que el propósito 
de cada punto de la misma no es mejorar la situación de la mujer, sino separar a la mujer 
del hombre y destruir la identificación de sus intereses con los de sus familias. Asimismo, 
agrega la experta, el interés primordial del feminismo radical nunca ha sido el de mejorar 
directamente la situación de la mujer ni aumentar su libertad. Por el contrario, para las 
feministas radicales activas, las mejoras menores pueden obstaculizar la revolución de 
clase sexo/género.

Esta afirmación es confirmada por la feminista Heidi Hartmann que radicalmente afirma: 

"La cuestión de la mujer nunca ha sido la ‘cuestión feminista’. Esta se dirige a las causas 
de la desigualdad sexual entre hombres y mujeres, del dominio masculino sobre la mujer" 
(14).

No en vano, durante la Conferencia de Pekín, la delegada canadiense Valerie Raymond 
manifestó su empeño en que la cumbre de la mujer se abordara paradójicamente "no como 
una ‘conferencia de la mujer’" sino que "los temas debían enfocarse a través de una ‘óptica 
de género’". 

Así, dice O’Leary, la "nueva perspectiva" tiene como objeto propulsar la agenda 
homosexual/lesbiana/bisexual/transexual, y no los intereses de las mujeres comunes y 
corrientes.
 

Roles socialmente construidos

Para tratar este punto, tomemos la definición de "género" señalada en un volante que 
fuera circulado en la Reunión del ComPrep (Comité Preparatorio de Pekín) por partidarias 
de la perspectiva en cuestión. 

"Género se refiere a los roles y responsabilidades de la mujer y del hombre que son 
determinados socialmente. El género se relaciona a la forma en que se nos percibe y se 
espera que pensemos y actuemos como mujeres y hombres, por la forma en que la 
sociedad está organizada, no por nuestras diferencias biológicas".

Vale señalar que el término ‘rol’ distorsiona la discusión. Siguiendo el estudio de O’Leary, 
el ‘rol’ se define primariamente como: parte de una producción teatral en la cual una 
persona, vestida especialmente y maquillada, representa un papel de acuerdo a un libreto 
escrito. El uso del término ‘rol’ o de la frase ‘roles desempeñados’ transmite necesariamente 
la sensación de algo artificial que se le impone a la persona. 

Cuando se sustituye ‘rol’ por otro vocablo -tal como vocación-, se pone de manifiesto 
cómo el término ‘rol’ afecta nuestra percepción de identidad. Vocación envuelve algo 
auténtico, no artificial, un llamado a ser lo que somos. Respondemos a nuestra vocación a 
realizar nuestra naturaleza o a desarrollar nuestros talentos y capacidades innatos. En ese 
sentido, por ejemplo, O’Leary destaca la vocación femenina a la maternidad, pues la 
maternidad no es un ‘rol’. 

Cuando una madre concibe a un hijo, emprende una relación de por vida con otro ser 
humano. Esta relación define a la mujer, le plantea ciertas responsabilidades y afecta casi 
todos los aspectos de su vida. No está representando el papel de madre; es una madre. La 
cultura y la tradición ciertamente influyen sobre el modo en que la mujer cumple con las 
responsabilidades de la maternidad, pero no crean madres, aclara O’Leary.

Sin embargo, los promotores de la "perspectiva de género" insisten en decir que toda 
relación o actividad de los seres humanos es resultado de una "construcción social" que 
otorga al hombre una posición superior en la sociedad y a la mujer una inferior. Según esta 
perspectiva, el progreso de la mujer requiere que se libere a toda la sociedad de esta 
"construcción social", de modo que el hombre y la mujer sean iguales. 

Para ello, las "feministas de género" señalan la urgencia de "desconstruir estos roles 
socialmente construidos", que según ellas, pueden ser divididos en tres categorías 
principalmente:

MASCULINO/FEMENINO
- Masculinidad y Feminidad. Consideran que el hombre y la mujer adultos son 
construcciones sociales; que en realidad el ser humano nace sexualmente neutral y que 
luego es socializado en hombre o mujer. Esta socialización, dicen, afecta a la mujer 
negativa e injustamente. Por ello, las feministas proponen depurar la educación y los 
medios de comunicación de todo estereotipo y de toda imagen específica de género, para 
que los niños puedan crecer sin que se les exponga a trabajos "sexo-específicos".

- Relaciones familiares: padre, madre, marido y mujer. Las feministas no sólo pretenden 
que se sustituyan estos términos "género-específicos" por palabras "género-neutrales", sino 
que aspiran a que no haya diferencias de conducta ni responsabilidad entre el hombre y la 
mujer en la familia. Según Dale O’Leary, ésta es la categoría de "roles socialmente 
construidos" a la que las feministas le atribuyen mayor importancia porque consideran que 
la experiencia de relaciones "sexo-específicas" en la familia son la principal causa del 
sistema de clases "sexo/géneros".

- Ocupaciones o profesiones. El tercer tipo de "roles socialmente construidos" abarca las 
ocupaciones que una sociedad asigna a uno u otro sexo. 

Si bien las tres categorías de "construcción social" ya podrían ser suficientes, el 
repertorio de las "feministas de género" incluye una más: la reproducción humana que, 
según dicen, también es determinada socialmente. Al respecto, Heidi Hartmann afirma:

"La forma en que se propaga la especie es determinada socialmente. Si biológicamente 
la gente es sexualmente polimorfa y la sociedad estuviera organizada de modo que se 
permitiera por igual toda forma de expresión sexual, la reproducción sería resultado sólo de 
algunos encuentros sexuales: los heterosexuales. La división estricta del trabajo por sexos, 
un invento social común a toda sociedad conocida, crea dos géneros muy separados y la 
necesidad de que el hombre y la mujer se junten por razones económicas. Contribuye así a 
orientar sus exigencias sexuales hacia la realización heterosexual, y a asegurar la 
reproducción biológica. En sociedades más imaginativas, la reproducción biológica podría 
asegurarse con otras técnicas." (15)


El objetivo: desconstruir la sociedad

Queda claro pues, que la meta de los promotores de la "perspectiva de género", 
fuertemente presente en Pekín, es el llegar a una sociedad sin clases de sexo. Para ello, 
proponen desconstruir el lenguaje, las relaciones familiares, la reproducción, la sexualidad, 
la educación, la religión, la cultura, entre otras cosas. Al respecto, el material de trabajo del 
curso Re-Imagen del Género, dice lo siguiente:

"El género implica clase, y la clase presupone desigualdad. Luchar más bien por 
desconstruir el género llevará mucho más rápidamente a la meta. Bien, es una cultura 
patriarcal y el género parece ser básico al patriarcado. Después de todo, los hombres no 
gozarían del privilegio masculino si no hubiera hombres. Y las mujeres no serían oprimidas 
sino existiera tal cosa como ‘la mujer’. Acabar con el género es acabar con el patriarcado, 
como también con las muchas injusticias perpetradas en nombre de la desigualdad entre 
los géneros" (16). 

En tal sentido, Susan Moller Okin escribe un artículo en el que se lanza a pronosticar lo 
que para ella sería el "soñado futuro sin géneros":

"No habría presunciones sobre roles masculino o femenino; dar a luz estaría 
conceptualmente tan distante de la crianza infantil, que sería motivo de asombro que 
hombres y mujeres no fueran igualmente responsables de las áreas domésticas, o que los 
hijos pasaran mucho más tiempo con uno de los padres que con el otro. Sería un futuro en 
el que hombres y mujeres participen en número aproximadamente igual en todas las 
esferas de la vida, desde el cuidado de los infantes hasta el desempeño político de más 
alto nivel, incluyendo los más diversos tipos de trabajo asalariado. Si hemos de guardar la 
más mínima lealtad a nuestros ideales democráticos, es esencial distanciarnos del 
género… Parece innegable que la disolución de roles de género contribuiría a promover la 
justicia en toda nuestra sociedad, haciendo así de la familia un sitio mucho más apto para 
que los hijos desarrollen un sentido de justicia" (17).

Para ello, también proponen la "desconstrucción de la educación" tal como se lee en el 
discurso que la Presidenta de Islandia, Vigdis Finnbogadottir, diera en una conferencia 
preparatoria a la Conferencia de Pekín organizada por el Consejo Europeo en febrero de 
1995. 

Para ella, así como para todos los demás defensores de la "perspectiva de género", urge 
desconstruir no sólo la familia sino también la educación. Las niñas deben ser orientadas 
hacia áreas no tradicionales y no se las debe exponer a la imagen de la mujer como esposa 
o madre, ni se les debe involucrar en actividades femeninas tradicionales

"La educación es una estrategia importante para cambiar los prejuicios sobre los roles del 
hombre y la mujer en la sociedad. La perspectiva del ‘género’ debe integrarse en los 
programas. Deben eliminarse los estereotipos en los textos escolares y conscientizar en 
este sentido a los maestros, para asegurar así que niñas y niños hagan una selección 
profesional informada, y no en base a tradiciones prejuiciadas sobre el ‘género" (18).


Primer blanco, la Familia:

"El final de la familia biológica eliminará también la necesidad de la represión sexual. La 
homosexualidad masculina, el lesbianismo y las relaciones sexuales extramaritales ya no se 
verán en la forma liberal como opciones alternas, fuera del alcance de la regulación 
estatal… en vez de esto, hasta las categorías de homosexualidad y heterosexualidad serán 
abandonadas: la misma ‘institución de las relaciones sexuales’, en que hombre y mujer 
desempeñan un rol bien definido, desaparecerá. La humanidad podría revertir finalmente a 
su sexualidad polimorfamente perversa natural" (19).

Esta palabras de Alison Jagger, autora de diversos libros de texto utilizados en 
programas de estudios femeninos en Universidades norteamericanas, revelan claramente la 
hostilidad de las "feministas del género" frente a la familia. 

"La igualdad feminista radical significa, no simplemente igualdad bajo la ley y ni siquiera 
igual satisfacción de necesidades básicas, sino más bien que las mujeres -al igual que los 
hombres- no tengan que dar a luz… La destrucción de la familia biológica que Freud jamas 
visualizó, permitirá la emergencia de mujeres y hombres nuevos, diferentes de cuantos han 
existido anteriormente" (20).

Al parecer, la principal razón del rechazo feminista a la familia es que para ellas esta 
institución básica de la sociedad "crea y apoya el sistema de clases sexo/género". Así lo 
explica Christine Riddiough, colaboradora de la revista publicada por la institución 
internacional anti-vida Catholics for a Free Choice" ("Católicas por el derecho a elegir"):

"La familia nos da las primeras lecciones de ideología de clase dominante y también le 
imparte legitimidad a otras instituciones de la sociedad civil. Nuestras familias son las que 
nos enseñan primero la religión, a ser buenos ciudadanos… tan completa es la hegemonía 
de la clase dominante en la familia, que se nos enseña que ésta encarna el orden natural 
de las cosas. Se basa en particular en una relación entre el hombre y la mujer que reprime 
la sexualidad, especialmente la sexualidad de la mujer" (21).

Para quienes tienen una visión marxista de las diferencias de clases como causa de los 
problemas, apunta O’Leary, ‘diferente’ es siempre ‘desigual’ y ‘desigual ‘ siempre es 
‘opresor’. 

En este sentido, las "feministas de género" consideran que cuando la mujer cuida a sus 
hijos en el hogar y el esposo trabaja fuera de casa, las responsabilidades son diferentes y 
por tanto no igualitarias. Entonces ven esta ‘desigualdad’ en el hogar como causa de 
‘desigualdad’ en la vida pública, ya que la mujer, cuyo interés primario es el hogar, no 
siempre tiene el tiempo y la energía para dedicarse a la vida pública. Por ello afirman: 

"Pensamos que ninguna mujer debería tener esta opción. No debería autorizarse a 
ninguna mujer a quedarse en casa para cuidar a sus hijos. La sociedad debe ser totalmente 
diferente. Las mujeres no deben tener esa opción, porque si esa opción existe, demasiadas 
mujeres decidirán por ella" (22).

Además, las "feministas de género" insisten en la desconstrucción de la familia no sólo 
porque según ellas esclaviza a la mujer, sino porque condiciona socialmente a los hijos 
para que acepten la familia, el matrimonio y la maternidad como algo natural. Al respecto, 
Nancy Chodorow afirma:

"Si nuestra meta es acabar con la división sexual del trabajo en la cual la mujer 
maternaliza, tenemos que entender en primer lugar los mecanismos que la reproducen. Mi 
recuento indica exactamente el punto en el que debe intervenirse. Cualquier estrategia para 
el cambio cuya meta abarque la liberación de las restricciones impuestas por una desigual 
organización social por géneros, debe tomar en cuenta la necesidad de una reorganización 
fundamental del cuidado de los hijos, para que sea compartido igualmente por hombres y 
mujeres" (23).

Queda claro que para los propulsores del "género" las responsabilidades de la mujer en 
la familia son supuestamente enemigas de la realización de la mujer. El entorno privado se 
considera como secundario y menos importante; la familia y el trabajo del hogar como 
"carga" que afecta negativamente los "proyectos profesionales" de la mujer. 

Este ataque declarado contra la familia, sin embargo, contrasta notablemente con la 
Declaración Universal de los Derechos Humanos promulgada, como es sabido, por la ONU 
en 1948. En el artículo 16 de la misma, las Naciones Unidas defienden enfáticamente a la 
familia y al matrimonio:

1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción 
alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia; y 
disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso 
de disolución del matrimonio.

2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el 
matrimonio.

3. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la 
protección de la sociedad y del Estado.

Sin embargo, los artífices de la nueva "perspectiva de género" presentes en la cumbre de 
la mujer pusieron al margen todas estas premisas y por el contrario apuntaron desde 
entonces la necesidad de "desconstruir" la familia, el matrimonio, la maternidad, y la 
feminidad misma para que el mundo pueda ser libre.

En cambio, los representantes de las principales naciones comprometidas con la defensa 
de la vida y los valores familiares que participaron en Pekín, alzaron su voz en contra de 
este tipo de propuestas, sobre todo al descubrir que el documento de la cumbre eliminaba 
arbitrariamente del vocabulario del programa las palabras "esposa", "marido", "madre", 
"padre". Ante tal hecho, Barbara Ledeen, Directora del Independent Women Forum, una 
organización de defensa de la mujer ampliamente reconocida en Estados Unidos, señaló:

"El documento está inspirado en teorías feministas ultra radicales, de viejo sello 
conflictivo, y representa un ataque directo a los valores de la familia, el matrimonio y la 
femineidad".

El Papa Juan Pablo II, por su parte, tiempo antes de la Conferencia de Pekín, ya había 
insistido en señalar la estrecha relación entre la mujer y la familia. Durante el encuentro que 
sostuvo con Gertrude Mongella, Secretaria General de la Conferencia de la Mujer, previo a 
la cumbre mundial, dijo:

"No hay respuesta a los temas sobre la mujer, que pueda pasar por alto la función de la 
mujer en la familia…. Para respetar este orden natural, es necesario hacer frente a la 
concepción errada de que la función de la maternidad es opresiva para la mujer".

Lamentablemente, la propuesta del Consejo Europeo para la Plataforma de Acción de 
Pekín fue completamente ajena a las orientaciones del Santo Padre. 

"Ya es hora de dejar en claro que los estereotipos de géneros son anticuados: los 
hombres ya no son únicamente los machos que sostienen la familia ni las mujeres sólo 
esposas y madres. No debe subestimarse la influencia psicológica negativa de mostrar 
estereotipos femeninos" (24). 

Ante esta postura, O’Leary escribe en su informe que si bien es cierto que las mujeres no 
deben mostrarse únicamente como esposas y madres, muchas sí son esposas y madres, y 
por ello una imagen positiva de la mujer que se dedica sólo al trabajo del hogar no tiene 
nada de malo. Sin embargo, la meta de la perspectiva del ‘género’ no es representar 
auténticamente la vida de la mujer, sino una estereotipificación inversa según la cual las 
mujeres que "sólo" sean esposas y madres nunca aparezcan bajo un prisma favorable.
 

Salud y Derechos Sexuales Reproductivos

En la misma línea, las "feministas de género" incluyen como parte esencial de su agenda 
la promoción de la "libre elección" en asuntos de reproducción y de estilo de vida. Según 
O’Leary, "libre elección de reproducción" es la expresión clave para referirse al aborto a 
solicitud; mientras que "estilo de vida" apunta a promover la homosexualidad, el lesbianismo 
y toda otra forma de sexualidad fuera del matrimonio. Así, por ejemplo, los representantes 
del Consejo Europeo en Pekín lanzaron la siguiente propuesta:

"Deben escucharse las voces de mujeres jóvenes, ya que la vida sexual no gira sólo 
alrededor del matrimonio. Esto lleva al aspecto del derecho a ser diferente, ya sea en 
términos de estilo de vida -la elección de vivir en familia o sola, con o sin hijos- o de 
preferencias sexuales. Deben reconocerse los derechos reproductivos de la mujer lesbiana" 
(25).

Estos "derechos" de las lesbianas, incluirían también el "derecho" de las parejas 
lesbianas a concebir hijos a través de la inseminación artificial, y de adoptar legalmente a 
los hijos de sus compañeras.

Pero los defensores del "género" no sólo proponen este tipo de aberraciones sino que 
además defienden el "derecho a la salud" que, en honor a la verdad, se aleja por completo 
de la verdadera salud del ser humano. En efecto, ignorando el derecho de todo ser humano 
a la vida, estos proponen el derecho a la salud, que incluye el derecho a la salud sexual y 
reproductiva. Paradójicamente, esta "salud reproductiva" incluye el aborto y por tanto, la 
"muerte" de seres humanos no nacidos.

No en vano, las "feministas de género" son fuertes aliadas de los Ambientalistas y 
Poblacionistas. Según O’Leary, aunque las tres ideologías no concuerdan en todos sus 
aspectos, tienen en común el proyecto del aborto. Por un lado, los Ambientalistas y 
Poblacionistas, consideran esencial para el éxito de sus agendas, el estricto control de la 
fertilidad y para ello están dispuestos a usar la "perspectiva de género". La siguiente cita de 
la Division for the Advance of Women (División para el Avance de las Mujeres) propuesta 
en una reunión organizada en consulta con el Fondo de Población de la ONU, revela la 
manera de pensar de aquellos interesados primariamente en que haya cada vez menos 
gente que vea el "género":

"Para ser efectivos en el largo plazo, los programas de planificación familiar deben buscar 
no sólo reducir la fertilidad dentro de los roles de género existentes, sino más bien cambiar 
los roles de género a fin de reducir la fertilidad" (26).

Así, los "nuevos derechos" propuestos por las "feministas de género", no se reducen 
simplemente a los derechos de "salud reproductiva" que como hemos mencionado ya, 
promueven el aborto de un ser humano no nacido, sino que además exigen el "derecho" a 
determinar la propia identidad sexual. En un volante que circuló durante la Conferencia de 
Pekín, la ONG International Gay and Lesbian Human Rights Commission (Comisión 
Internacional de los Derechos Humanos de Homosexuales y Lesbianas) exigió este derecho 
en los siguientes términos:

"Nosotros, los abajo firmantes, hacemos un llamado a los Estados Miembros a reconocer 
el derecho a determinar la propia identidad sexual; el derecho a controlar el propio cuerpo, 
particularmente al establecer relaciones de intimidad; y el derecho a escoger, dado el caso, 
cuándo y con quién engendrar y criar hijos, como elementos fundamentales de todos los 
derechos humanos de toda mujer, sin distingo de orientación sexual". 

Esto es más preocupante aún si se toma en cuenta que para las "feministas de género" 
existen cinco sexos. Rebecca J. Cook, docente de Leyes en la Universidad de Toronto y 
redactora del aporte oficial de la ONU en Pekín, señala en la misma línea de sus 
compañeros de batalla, que los géneros masculino y femenino, serían una "construcción de 
la realidad social" que deberían ser abolidos. 

Increíblemente, el documento elaborado por la feminista canadiense afirma que "los 
sexos ya no son dos sino cinco", y por tanto no se debería hablar de hombre y mujer, sino 
de "mujeres heterosexuales, mujeres homosexuales, hombres heterosexuales, hombres 
homosexuales y bisexuales".

La "libertad" de los propulsores del "género" para afirmar la existencia de 5 sexos, 
contrasta con todas las pruebas científicas existentes según las cuales, sólo hay dos 
opciones desde el punto de vista genético: o se es hombre o se es mujer, no hay 
absolutamente nada, científicamente hablando, que esté en el medio. 
 

Ataque a la Religión

Si bien las "feministas de género" promueven la "desconstrucción" de la familia, la 
educación y la cultura como panacea para todos los problemas, ponen especial énfasis en 
la "desconstrucción" de la religión que, según dicen, es la causa principal de la opresión de 
la mujer. 

Numerosas ONG acreditadas ante la ONU, se han empeñado en criticar a quienes ellos 
denominan "fundamentalistas" (Cristianos Católicos, Evangélicos y Ortodoxos, Judíos y 
Musulmanes, o cualquier persona que rehuse ajustar las doctrinas de su religión a la 
agenda del "feminismo de género"). Un video promotor del Foro de las ONG en la 
Conferencia de Pekín, producido por Judith Lasch, señala:

"Nada ha hecho más por constreñir a la mujer que los credos y las enseñanzas 
religiosas". 

De la misma manera, el informe de la Reunión de Estrategias Globales para la Mujer 
contiene numerosas referencias al fundamentalismo y a la necesidad de contrarrestar sus 
supuestos ataques a los derechos de la mujer.

"Toda forma de fundamentalismo, sea político, religioso o cultural, excluye a la mujer de 
normas de derechos humanos de aceptación internacional, y la convierten en blanco de 
violencia extrema. La eliminación de estas prácticas es preocupación de la comunidad 
internacional".

De otro lado, el informe de la reunión preparatoria a la Conferencia de Pekín organizada 
por el Consejo Europeo en febrero de 1995, incluye numerosos ataques a la religión:

"El surgimiento de toda forma de fundamentalismo religioso se considera como una 
especial amenaza al disfrute por parte de la mujer de sus derechos humanos y a su plena 
participación en la toma de decisiones a todo nivel en la sociedad" (27).

"…debe capacitarse a las mujeres mismas, y dárseles la oportunidad de determinar lo 
que sus culturas, religiones y costumbres significan para ellas." (28)

Vale señalar que para el "feminismo de género", la religión es un invento humano y las 
religiones principales fueron inventadas por hombres para oprimir a las mujeres. Por ello, 
las feministas radicales postulan la re-imagen de Dios como Sophia: Sabiduría femenina. 
En ese sentido, las "teólogas del feminismo de género" proponen descubrir y adorar no a 
Dios, sino a la Diosa. Por ejemplo, Carol Christ, autodenominada "teóloga feminista de 
género" afirma lo siguiente:

"Una mujer que se haga eco de la afirmación dramática de Ntosake Shange: ‘Encontré a 
Dios en mí misma y la amé ferozmente’ está diciendo: ‘El poder femenino es fuerte y 
creativo’. Está diciendo que el principio divino, el poder salvador y sustentador, está en ella 
misma y que ya no verá al hombre o a la figura masculina como salvador" (29).

Igual de extrañas son las palabras de Elisabeth Schussler Fiorenza, otra "teóloga 
feminista de género" que niega de raíz la posibilidad de la Revelación, tal como se lee en la 
siguiente cita:

"Los textos bíblicos no son revelación de inspiración verbal ni principios doctrinales, sino 
formulaciones históricas… Análogamente, la teoría feminista insiste en que todos los textos 
son producto de una cultura e historia patriarcal androcéntrica." (30).

Además, Joanne Carlson Brown y Carole R. Bohn, también autodenominadas teólogas 
de la "escuela feminista de género", atacan directamente al cristianismo como propulsor del 
abuso infantil:

"El cristianismo es una teología abusiva que glorifica el sufrimiento. ¿Cabe asombrarse 
de que haya mucho abuso en la sociedad moderna, cuando la imagen teológica dominante 
de la cultura es el ‘abuso divino del hijo’ - Dios Padre que exige y efectúa el sufrimiento y la 
muerte de su propio hijo? Si el cristianismo ha de ser liberador del oprimido, debe primero 
liberarse de esta teología" (31).

Por todo ello, los dueños de la "nueva perspectiva" promueven el ataque frontal al 
cristianismo y a toda figura que lo represente. En 1994, Rhonde Copelon y Berta Esperanza 
Hernández elaboraron un folleto para una serie de sesiones de trabajo de la Conferencia 
Internacional de Población y Desarrollo del Cairo. El folleto atacaba directamente al 
Vaticano por oponerse a su agenda que entre otras cosas incluye los "derechos a la salud 
reproductiva" y por consecuencia al aborto.

"… este reclamo de derechos humanos elementales confronta con la oposición de todo 
tipo de fundamentalistas religiosos, con el Vaticano como líder en la organización de 
oposición religiosa a la salud y a los derechos reproductivos, incluyendo hasta los servicios 
de planificación familiar" (32).

Contrastantes con todas estas posturas de ataque y agresión a la religión, a la Iglesia, 
concretamente al Vaticano, son las posturas de la mayoría de mujeres del mundo que 
según el informe de O’Leary defienden sus tradiciones religiosas como la mejor de las 
protecciones de los derechos y la dignidad de la mujer. Mujeres católicas, evangélicas, 
ortodoxas y judías agradecen en particular, las enseñanzas de sus credos sobre el 
matrimonio, la familia, la sexualidad, y el respeto por la vida humana. 

La Santa Sede por su parte, señaló en los meses previos a Pekín, el peligro de la 
tendencia en el texto planteado por la ONU, a dejar de lado el derecho de las mujeres a la 
libertad de conciencia y de religión en las instituciones educativas.
 

CONCLUSIÓN

En palabras de Dale O’Leary, el "feminismo de género" es un sistema cerrado contra el 
cual no hay forma de argumentar. No puede apelarse a la naturaleza, ni a la razón, la 
experiencia, o las opiniones y deseos de mujeres verdaderas, porque según las "feministas 
de género" todo esto es "socialmente construido". No importa cuánta evidencia se acumule 
contra sus ideas; ellas continuarán insistiendo en que es simplemente prueba adicional de 
la conspiración patriarcal masiva en contra de la mujer.

Sin embargo, existen muchas personas que quizás por falta de información, aún no están 
al tanto de la nueva propuesta y de los peligrosos alcances de la misma. Vale la pena pues, 
conocer esta "perspectiva de género" que, según informaciones fidedignas, en la actualidad 
no sólo está tomando fuerza en los países desarrollados sino que al parecer, también ha 
empezado a filtrarse en nuestro medio. Basta revisar algunos materiales educativos 
difundidos no sólo en los colegios del país sino también en prestigiosas universidades. 

Ahora bien, en Estados Unidos el "feminismo de género" ha logrado ubicarse en el centro 
de la corriente cultural norteamericana. Prestigiosas universidades y Colleges de los 
Estados Unidos difunden abiertamente esta perspectiva. Además, numerosas series 
televisivas norteamericanas hacen su parte difundiendo el siguiente mensaje: la identidad 
sexual puede "desconstruirse" y la masculinidad y femineidad no son más que "roles de 
géneros construidos socialmente". 

Si tomamos en cuenta que el avance de las tecnologías ha logrado que dichos 
programas con toda la nueva "perspectiva de género" lleguen diariamente a los países en 
vías de desarrollo principalmente a través de la televisión por cable, sin descartar los 
muchos otros medios que existen en nuestro tiempo, esto nos pone ante un nuevo reto que 
debe ser enfrentado lo antes posible para evitar las graves consecuencias que ya está 
ocasionando en el Primer Mundo.

Más aún cuando en palabras de O’Leary, la "desconstrucción" de la familia y el ataque a 
la religión, la tradición y los valores culturales que las "feministas de género" promueven en 
los países en desarrollo, afecta al mundo entero.
.......................
Referencias bibliográficas 
1 Judith Butler, Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity, Routledge, New York, 1990, 
p. 6.
2 Véase el trabajo de Cristina Delgado, Reporte sobre la Conferencia Regional de Mar de Plata, 
Argentina, en el que recoge diversas citas de "feministas de género".
3 Allí mismo.
4 Adrienne Rich, "Compulsory Heterosexuality and Lesbian Existence", Blood, Bread and Poetry, p. 
27.
5 Allí mismo, p. 70.
6 Lucy Gilber y Paula Wesbster, "The Dangers of Feminity", Gender Differences: Sociology of 
Biology?, p. 41.
7 Gender Outlaw, p. 115.
8 Entrevista a Christina Hoff Sommers en Faith and Freedom, 1994, p. 2.
9 Frederick Engels, The Origin of the Family, Property and the State, International Publishers, New 
York, 1972, pp. 65-66. 
10 Shulamith Firestone, The Dialectic of Sex, Bantam Books, New York, 1970, p. 12.
11 Allí mismo, p. 10.
12 Ann Ferguson & Nancy Folbre, "The Unhappy Marriage of Patriarch and Capitalism", Women and 
Revolution, p. 80.
13 Allí mismo.
14 Heidi Harmann, "The Unhappy Marriage of Marxism and Feminism", Women and Revolution, South 
End Press, Boston, 1981, p. 5.
15 Allí mismo, p. 16.
16 Gender Outlaw, p. 115.
17 Susan Moller Okin, "Change the Family, Change the World", Utne Reader, Marzo/Abril, 1990, p. 
75.
18 Council of Europe, "Equality and Democracy: Utopia or Challenge?", Palais del’Europe, 
Strausbourg, Febrero 9-11, 1995, p. 38.
19 Alison Jagger, "Political Philosophies of Women’s Liberation", Feminism and Philosophy, Little- 
field, Adams & Co., Totowa, New Jersey, 1977, p. 13.
20 Allí mismo, p. 14.
21 Christine Riddiough, "Socialism, Feminism and Gay/Lesbian Liberation", Women and Revolution, 
p. 80.
22 Christina Hoff Sommers, Who Stole Feminism?, Simon & Shuster, New York, 1994, p. 257.
23 Nancy Chodorow, The Reproduction of Mothering, U. of CA Press, Berkeley, 1978, p. 215. 
24 Council of Europe, "Equality and Democracy: Utopia of Challenge?", Palais del’Europe, 
Strausbourg, Febrero 9-11, 1995.
25 Allí mismo, p. 25.
26 "Gender Perspective in Family Planning Programs", Division for the Advancement of Women. 
27 Council of Europe, "Equality and Democracy: Utopia of Challenge?", Palais del’Europe, Straus- 
bourg, Febrero 9-11, 1995, p. 13.
28 Allí mismo, p. 16.
29 Carol Christ, Womanspirit Rising, p. 277.
30 Elisabeth Schussler Fiorenza, In Memory of Her, Crossroad, New York, 1987, p. 15.
31 Joanne Carlson Brown and Carole R. Bohn, Christianity, Patriarchy, and Abuse: A Feminist 
Critique, p. 26.
32 Rondhe Copelon y Berta Esperanza Hernández, Sexual and Reproductive Rights and Health as 
Human Rights: Concepts and Strategies; An Introduction for Activitists, Human Rights Series, 
Cairo, 1994, p. 3.

_________________________________________________