HISTORIA OCCIDENTAL

Historia Occidentalis

Jacques de Vitry

Traducción de José María Lodeiro

CAPÍTULO XXVI

LOS HERMANOS DE LA ESPADA

Existen en España otros frailes regulares llamados de la Espada, que se comprometen por profesión y voto solemne, a defender la Iglesia de Cristo contra los Sarracenos, manteniéndolos bien apartados de los territorios cristianos.

Hay numerosos nobles ejercitados en combate y prácticos en el manejo de las armas, que renuncian a Satanás y sus pompas, y dan el adiós a las seducciones del siglo. Tomado el hábito y admitidos a esta santa congregación, se ligan con voto solemne de perfección, renuncian a sí mismos por el martirio espiritual y viven en la obediencia a un solo superior y prontos a soportar, por Cristo, el martirio del cuerpo.

Se conforman a la regla de San Agustín en casi todo; viven en comunidad sin bienes propios.

En el refectorio consumen los alimentos y tres veces a la semana comen carne.

Por la noche se levantan para el rezo de Maitines; durante la jornada rezan el oficio divino y las horas canónicas.

Siguiendo el consejo del apóstol según el cual es preferible esposarse que arder en fuego pasional y como más segura defensa de lo ilícito, no hacen voto de continencia. Usan del matrimonio en los límites permitidos, con cuidado y temor, para engendrar hijos e hijas con sus propias esposas, las cuales viven en lugar separado bajo el hábito regular. Cuando sus hijos arriban a la edad de la discreción y aceptan permanecer en la orden con sus padres, quedan entonces ligados por voto no pudiendo retirarse. Si eligen marcharse, se les concede salir y vivir en el mundo.

Estos hermanos tienen un pie hundido en el fango y el otro aposentado en las alturas; como Lot, han preferido ser salvos en el Señor antes que exponerse a la muerte en las montañas, a la par de clérigos y religiosos que perecieron quebrantando el voto de castidad, ignorando fervor de la promesa formulada.