Segundo Dolor y Gozo |
Por este dolor y gozo te suplicamos nos alcances que, al término de nuestra vida, oigamos las alabanzas de los Ángeles y gocemos del resplandor de la gloria celestial. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria) |
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La pena de no poder dar al Mesías lo mejor ensombrece el rostro de José. María le saca de sus pensamientos. Desde encima de la mula le dice con su mirada: «No te preocupes; ya nos arreglaremos». Y a las afueras del pueblo se van, a una cueva. A veces Dios permite que suframos y pasemos necesidad porque ése es el clima propicio para que Él pueda nacer en nuestro corazón. Cuando sienta en mi vida la pobreza o la soledad, diré: «Señor, yo sí te quiero recibir; cuenta conmigo».
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Van llegando unos pastores que, por indicación de ángeles, quieren ver al Salvador. Y se organiza la fiesta con panderetas y zambombas porque también ellos han encontrado al Niño Dios. El canto de miles de coros angélicos envuelve las voces de los pastores, manifestando que es fiesta en el cielo y en la tierra. María conservaba todas estas cosas ponderándolas en su corazón (Lc 2,19). José también las pondera y nos enseña que la oración consiste en esto, en contemplar a Dios y ver nuestra vida a la luz de la vida de Jesús. Entonces, el corazón se enciende y rompe a cantar de alegría.
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Reflexión: -¿Advierto que Dios permite el mal en el mundo -las injusticias, el desprecio, la humillación- porque respeta la libertad humana, pero que de todo podemos sacar bienes sobrenaturales? -¿Sé reconocer el mal que hago a los demás -y sobre todo el mal que hago al pecar- al comprobar el daño que me hacen otros? -¿Procuro alegrar la vida de los que me rodean o me encierro en mis problemas personales? ¿Sé que la puerta de la felicidad se abre siempre hacia afuera -dándome-, nunca hacia dentro? -¿Comprendo que a veces cuesta sonreír, pero puede ser lo que alguien espera de mí? -¿Me doy cuenta de que lo que más necesitan los demás es que les hable de Dios?
Propósito: Hacer cada día unos minutos de oración para ponderar en mi corazón en qué puedo yo ayudar a alguien ese día.
Oración: Bienaventurado José, maestro de oración, haz que yo descubra a Dios cerca de mí, y la alegría que le doy cuando me dirijo a Él. Ayúdame a comprender en la contrariedad que Dios me espera para enriquecer mi vida interior, para olvidarme de mí y darme a los demás. Así sea.
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