La fe no es un sentir sino un saber. No es evidencia sino certeza.

Creer es entregarse. Entregarse quiere decir caminar incansablemente en busca del Rostro de Dios.

El camino de la fe es a veces de completa oscuridad y otras de completa certeza.

Vamos caminando en esta vida de fe como si fuera de noche, alumbrándonos de un farolillo que es la fe. Llegado el momento del encuentro con Dios no necesitaremos la luz de la fe, la luz del farolillo, pues nos encontraremos con la luz resplandeciente de Dios.

La fe es un eterno buscar, un eterno peregrinar, un siempre buscar

Es infantil cuando necesitamos soportes, es adulta cuando damos un salto sin apoyos.

Fe adulta es renunciar a nuestras seguridades, cerrar los ojos y arrojarse en manos de Dios, es jugárselo todo por Alguien, por Jesús.

Somos peregrinos de la fe y en nuestro peregrinar de cada día en busca de Dios, lo que más nos desconcierta es el silencio de Dios.

Dios es aquel que siempre calla desde el principio del mundo.

Somos peregrinos de la fe, somos caminantes, porque siempre buscamos y nunca lo encontramos en esta vida.

La vivencia de la fe, la vida con Dios es eso, un siempre peregrinar, un éxodo, un siempre caminar hacia la tierra prometida, hacia Dios.

Carite