FE GENUINA Y FE TEMPORAL

1- Creer con la razón. O sea, con la mente. Es tener algo por verdadero. Esto equivale al primer paso: "Conocer a Jesús".

2- Creer con el corazón, o sea, con el sentimiento. Es confiar en Jesucristo y abrirle el corazón, confesarle nuestros pecados y amarle. Esto equivale al segundo y tercer paso.

3- Creer con la voluntad. Decisión. Estar dispuesto a obedecerle. Cuarto paso.

FE GENUINA SIGNIFICA ENTREGARNOS A ÉL

Cierta persona consulta con el médico a quien conoce de mucho tiempo, y a quien considera un buen profesional. Después de una serie de exámenes recibe el diagnóstico: Un tumor en la cabeza. El cirujano le explica que debe operarlo. Cuando este hombre sale del consultorio, dice a su esposa:

Este no me va a tocar.

- ¿Ha tenido fe genuina? ¡Por cierto que no! Pues no estaba dispuesto a entregarse en manos del médico. El sabía que era buen médico. Creyó en el diagnóstico; creyó que debía operarse, pero no estaba dispuesto a permitir que el cirujano lo interviniese. No tenía fe genuina.

Es verdad que podemos llegar a dudar del ser humano en muchas ocasiones, pues es falible y tiene limitaciones, pero en Jesucristo, podemos confiar plenamente. Podemos entregarle toda nuestra vida, pues Él desea lo mejor para nosotros: darnos la paz interior, la felicidad y la vida eterna.

Ahora mismo puede hablarle a Dios en oración. Confiésele sus fracasos del pasado. Entréguele el corazón y pídale que Él habite en su alma y en su vida.

 

EL RESULTADO

Mediante Jesucristo llegaremos a ser nuevas criaturas.
"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas"
2 Corintios 5:17.

Alguien perdió una medalla valiosa. Cayó en el fango. Allí fue pisoteada y se deterioró durante largo tiempo, hasta que fue hallada totalmente estropeada. Para poder restaurarla había dos caminos: Enderezarla y rellenar sus abolladuras y la otra, era fundirla de nuevo. ¿Cuál de las dos formas, sería la más conveniente? Si tratamos de enderezar nuestras vidas con nuestras propias fuerzas, siempre se verán las huellas de nuestros extravíos. Pero si nos entregamos a Jesucristo, Él hará de nosotros, nuevas criaturas.

¡Qué felices podemos sentirnos de estar reconciliados con Dios! Estar preparados para encontrarnos definitivamente con el Señor cuando el nos llame.

Hace algunos años tuvo lugar, en una ciudad de Inglaterra, un incendio en una casa de madera. En el piso superior de una de las casas incendiadas apareció un niño de unos seis años llorando con desesperación, gritando aterrorizado que subieran a salvarle, pero era totalmente imposible. La escalera de la casa estaba destruida totalmente por el fuego. Las llamas que salían por la ventana impedían apoyar una escalera de emergencia para ir en socorro del niño. El único recurso era que este se lanzara a través del humo y las llamas, ya que nada le ocurriría en su rápido descenso, y manos cariñosas estaban prontas a impedir que su cuerpo chocara con el suelo. Pero, ¿cómo persuadir al niño de seis años a tal acto de heroísmo? Ante el silencio del público, impresionado por la escena, se levantó la voz del padre, ordenando y rogando al niño a lanzarse, sin temor y sin perder un momento más. El niño titubeó diciendo

Papá, te oigo, pero no te veo, ¿dónde estás?

Hijo, aquí. Pronto a esperarte. ¡Lánzate!

¡No veo más que humo papá, no puedo verte!

¡No importa, lánzate enseguida!

¡Tengo miedo papá! Pero si tú lo ordenas, me lanzo. ¡Recíbeme!

- Así lo hizo el pequeño, y unos instantes más tarde, estaba sano y salvo en los brazos de su padre.

Del mismo modo nos invita Dios a poner fe en su bendita Palabra, a reconocer como suyas esas hermosas promesas que contiene, y a dar el salto de la fe, aceptando su oferta de Salvación en Cristo Jesús.

¿Te das cuenta de lo que Cristo quiere hacer por ti? Cristo dejó el cielo y murió en la cruz para darte el regalo de la vida eterna ¿Quieres recibir ese regalo? Haz un acuerdo con Jesús ahora mismo; acéptalo como Salvador personal y Señor de tu vida, y recibirás grandes bendiciones. ¿Quieres abrir la puerta de tu corazón y darle la bienvenida ahora mismo? Entonces dile al Señor, lo que siente tu corazón. Si deseas, puedes utilizar palabras como estas:
"Señor Jesús, quiero que vengas a mi vida ahora mismo. Soy un pecador. Reconozco que no puedo salvarme a mí mismo. No puedo ser lo suficientemente bueno para merecer el cielo o la vida eterna. Ahora pongo mi confianza en ti. Te acepto como mi Salvador personal; creo que tú moriste por mí. Te recibo como el Señor y Maestro de mi vida. ¡Ayúdame a abandonar mis pecados y a seguirte a ti! Acepto tu regalo de la vida eterna. No lo merezco, te agradezco por él. Amén."