La Fe
llave a los tesoros de Dios



Por Obispo Alejandro (Mileant)



Contenido:
La naturaleza de la fe.
Interrelación entre la fe, la razón y la voluntad del hombre.
La fe soporta la esperanza.
La fe es la llave de los tesoros de Dios.
La fe funciona con amor.
Como fortalecer nuestra fe.
Dos poemas.


La Naturaleza de la Fe

Nuestra alma tiene la admirable capacidad de sentir a Dios. Este sentimiento de Dios a veces es claramente perceptible, pero no del todo maduro en la juventud. Si se le desarrolla espiritualmente de una manera correcta, se fortalece en el hombre y se comprende como consciente, la seguridad de que existe un único Dios, Creador del Universo, que se preocupa de las personas y de toda la naturaleza.

Si la fe en el hombre esta viva y sana, entonces ella no se limita a un frío reconocimiento de que Dios existe, sino que se expresa en la intención de comunicarse con El. El alma creyente busca a Dios de una manera natural como las plantas buscan el Sol. A su vez, la comunicación viva con Dios, fortalece aun mas en el hombre la fe, así que la fe se convierte en la dirección espiritual basada en la experiencia personal.

En algunas personas, especialmente llenas de gracia, la fe se convierte en una idea inspiradora y portadora de luz, que los lleva de este mundo agitado y de pecado al montañoso mundo de la verdad perpetua. Entre estas personas están los santos: Sergio Radonegsky y Serafim Sarovskii, Juan Kronstadtski, Herman de Alaska y otros como ellos. El significado de la fe en el desarrollo del hombre consiste en que ella da la dirección necesaria a todos las fuerzas del hombre, a su inteligencia y a sus sentimientos y a su voluntad y también lleva armonía a su mundo interior. Así, por ejemplo, a su inteligencia la fe le da claridad y una correcta concepción del mundo; a la voluntad la fe le da un punto de apoyo y un objetivo; a los sentimientos la fe los ennoblece y los limpia. La fe aparta al hombre de los bajos intereses terrenales y lo lleva al dominio de los mas altos y santos sentimientos vivos.

La Fe y el Conocimiento

En nuestro siglo con todo genero de avances científicos es común humillar a la fe en comparación con el conocimiento y la ciencia. Consideran al conocimiento como algo indudable, con bases sólidas, algo completamente objetivo. Por su parte, la fe la consideran como algo arbitrario y subjetivo e imposible de probar. Sin embargo, esta contraposición del conocimiento con la fe es errónea.

Primero que todo, la misma definición de conocimiento, y como algo indudable y de bases sólidas, no corresponde a la real situación de las cosas. Esto, probablemente, puede ser el ideal del conocimiento, pero no su condición real. Seria suficiente comparar los diferentes estudios de la materia a lo largo de la historia humana en la antigüedad, después en el fin del siglo pasado, a mediados de este siglo y por fin, los últimos descubrimientos de la mecánica cuántica, y nos convenceremos que los conocimientos humanos cambian radicalmente casi con cada generación. Similares "revoluciones" se pueden observar en todos las ramas de la ciencia, sobre todo en física, astronomía, biología y medicina. Aquello que se reconociera como verdad irrefutable ayer, se rechaza hoy. Se pudiera pensar que si la humanidad va a existir unos cuantos siglos mas, nuestros descendientes van a expresarse irónicamente con relación a los primitivas concepciones científicas del siglo XX. De esto debe concluir que lo valioso lo constituye no el conocimiento racional en sí, sino la capacidad del hombre de internarse mas hondo y hondo en los misterios de la naturaleza. Y aquí el motor de la ciencia no es el conocimiento racional basado en los cinco sentidos, sino la visión intuitiva. La intuición es otra valiosa cualidad humana. La intuición es similar a la fe pero de un nivel inferior, porque la intuición se extiende solo con los objetos físicos y la fe con los espirituales.

Nadie discute que los conocimientos de un ingeniero son valiosos para fines prácticos, por ejemplo, hacer algún proyecto, construir. Pero si no existieran científicos que con su sagacidad y olfato alcanzaran los misterios de la naturaleza, entonces los ingenieros no tendrían nada que estudiar y los conocimientos de la humanidad serian limitados. De esta manera no son los conocimientos, sino la intuición lo que conduce hacia el progreso de la ciencia. Miremos otro ejemplo. Nosotros apreciamos a los músicos por su buena interpretación de alguna obra musical, pero si no hubiera compositores dotados de ingenio creador entonces los músicos no tendrían nada que interpretar. Los compositores geniales, poetas y escultores artistas y otros similares tienen la cualidad de personificar o encarnar sus ideas en algo bello, sublime ennoblecido. De esta manera, hacía donde miremos, nosotros vamos a ver que la imaginación, la visión intuitiva, la inspiración, y el ingenio creativo son los motores que llevan al progreso a la ciencia y todos los tipos de arte. Comparando la fe con otras altas cualidades humanas vemos que la fe similar a la intuición amplia los límites de la mente humana. La fe le da a la mente humana acceso a aquello que está inalcanzable para los sentimientos carnales. Así gracias a la fe, nosotros llegamos al convencimiento y de que todo lo que existe es gracias a la voluntad del Creador que dio a la gente un alma inmortal y que es el sentido y el objetivo de nuestra vida. La fe a menudo aventajaba a los descubrimientos de la ciencia, afirmando que el mundo no es eterno.. que el mundo tiene origen no material, que gradualmente paso de formas mas simples a formas mas complejas, que todos las leyes de la naturaleza están subordinadas a un plan superior, que existen otros mundos diferentes del nuestro y así por el estilo. Gracias a la comunicación con Dios el hombre creyente tiene un olfato especial hacia la verdad. Nuestra mente no es capaz de comprender todo de una sola vez, por ejemplo: la resurrección que tendrá lugar para todos los que han muerto, el juicio final, la vida eterna, pero nosotros estamos seguros de que eso va a suceder. Así, la fe, se parece al ojo que nos permite alcanzar aquello que esta a lo lejos, en el horizonte de nuestro futuro. Sin embargo, aún el ojo más sensible no puede ver sin luz así, la fe necesita de la luz espiritual, la revelación divina. Dios, por amor a las personas, a través de los profetas, los apóstoles y especialmente a través de su Hijo Unigénito revela a nosotros todo lo que necesitamos saber para el desarrollo espiritual y para la salvación de nuestras almas. Así por ejemplo, Dios nos revelo a nosotros el misterio de su Triunidad el misterio de la reencarnación de el Hijo de Dios, sus expiatorios sufrimientos en la cruz y su resurrección al tercer día, el camino del renacimiento espiritual, la fuerza de gracia de los sacramentos, la constitución de el mundo angelical la razón del mal y como luchar contra el mal y muchas cosas mas.

Pero cuando decimos que la capacidad de creer es superior a los conocimientos físicos, nosotros no queremos decir que la fe excluye el pensamiento y o el razonamiento lógico, al contrario según el plan de Dios todas las capacidades espirituales deben interactuar entre sí. La verdadera fe no debe ser ciega frívola y ligera. La ligereza en cuanto a la fe demuestra la pereza del alma, la ingenuidad de la mente. La inteligencia debe ayudar a diferenciar la verdad del extravío y el engaño. El estudio detallado de las verdades religiosas hacen la fe mas precisa y fundamentada. El Señor Jesucristo nunca exigía de sus seguidores una fe ciega, al contrario El dijo a los judíos: "Escudriñad las escrituras porque ellas dan testimonio de mí" (Juan 5:39) Asimismo les proponía a los incrédulos identificarse con sus milagros, cuando decía: "Aunque no me creáis a mí, creed a Mis obras." De la misma manera los apóstoles aconsejaban a los cristianos a usar la inteligencia, ser prudentes, cautos en cuestiones de fe: "No creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios. Especialmente, los apóstoles persuadían a sus seguidores y sucesores a seguir la sana doctrina y rechazando fábulas y fantasías humanas" (2 Tim. 1:13, 4:3). De esta manera vemos, que no es correcto contraponer el razonamiento y la fe ya que ambos son necesarios. La meta del razonamiento es investigar, probar, fundamentar. El razonamiento aleja a la fe de el error y el engaño y a la gente la aleja del fanatismo. La fe se puede comparar con el motor de un carro y al razonamiento con el volante, sin motor el carro no se mueve de su lugar y sin volante se estrella.

La Dependencia de la Fe de la Voluntad

"He aquí estoy a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré a el y cenararé con el y el conmigo" (Apocal. 3:20) Estas palabras del Salvador hablan de que Dios a cada ser humano le ofrece el don de la fe, pero el hombre es libre de recibir o rechazar el don de Dios. Dios tiene piedad de aquellos personas, que están indecisas no por terquedad sino por razón de debilidad de sus fuerzas espirituales, inexperiencia. A las personas que buscan la verdad y que sufren por su escasa fe, El Señor les ayuda a obtener la fe. Así por ejemplo, El Señor Jesucristo tuvo compasión del desesperado padre del muchacho endemoniado que exclamo: "Creo, Señor ayuda mi incredulidad," y curó a su hijo enfermo (Marc. 9:24). Tuvo compasión también del apóstol Pedro el cual se asusto de la tormenta y se empezó a hundir. Habiéndole dado la mano al apóstol Pedro, El Señor levemente le reprendió, diciendo "Hombre de poca fe por qué dudaste?" (Mat. 14:31). El Señor tampoco rechazo al hombre de poca fe Tomás. "Tu creíste porque vistes bienaventurados los que sin ver creyeron" (Juan cap.20). En otras palabras, la fe fundamentada en experiencias exteriores tienen poco valor propiamente eso no es fe sino conocimiento común. La fe verdadera nace de una experiencia interior, esta fe exige sensibilidad, entusiasmo espiritual y por esa razón es merecedora de elogio.

Pero nosotros vemos una completa contraposición a esta sedienta fe, en los escribas y fariseos judíos de los tiempos de Cristo. Ellos decididamente no querían creer en Jesucristo como el Mesías enviado por Dios. Nada hizo cambiar la falta de fe de ellos. Ni el cumplimiento en Cristo de antiguas profecías, ni sus innumerables milagros y resucitacion de muertos ni los signos en la naturaleza e incluso ni el milagro de la Resurrección de Cristo. Al contrario con cada nuevo milagro de Cristo, ellos aún más se enfurecían y eran hostiles en contra de El.

De esta manera y si incluso Cristo no pudo despertar fe en aquellos que no querían creer, entonces será acaso asombroso que en nuestro tiempo existan conscientes y persistentes ateos. Ellos afirman que no creen porque no ven milagros. Pero la verdadera razón de su incredulidad consiste no en ausencia de milagros, que diariamente se realizan sino en la dirección negativa de la voluntad de ellos. Ellos simplemente no quieren que Dios exista.

El problema de la incredulidad está estrechamente ligado al pecaminoso deterioro de la naturaleza humana. El hecho es que la fe sujeta al hombre a una manera de vivir conocida. La fe contiene su ansias y su codicia, lo llama a superar el egoísmo vivir moderadamente hacer el bien incluso sacrificarse. Entonces, cuando el ser humano antepone sus pasiones a la voluntad de Dios cuando pone mas alto su propio bien y no el bien ajeno, entonces el hombre va a rechazar de todas las maneras posibles cada argumento en favor de la fe. El Salvador señalo que es la mala voluntad la principal razón de la incredulidad, cuando dijo: "Porque todo aquel que hace lo malo aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendida. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios" (Juan 3:2O21).

Sin embargo, si el hombre tiene poder para reprimir en sí mismo su fe, entonces también el hombre es capaz de fortalecer su fe. Volviendo otra vez al Evangelio nosotros encontramos en la Escritura ejemplos de fe ardiente, por ejemplo el soldado romano, la mujer de Cananea*** que sangraba, los ciegos de Jericó, y muchos otros. El Señor llamaba a las personas que le escuchaban a que emularan la fe de estas personas. En consecuencia está en nuestro poder la posibilidad, con la ayuda de Dios reunir y dirigir nuestras fuerzas espirituales hacia un fortalecimiento de nuestra fe. La fe como todo lo bueno demanda esfuerzos. Es por eso que por ella se promete una recompensa: "El que creyere y fuere bautizado será salvo" (Mar. 16:16).

La Fe Soporta la Esperanza

Las pruebas y el dolor son inevitables en nuestra vida. En los minutos difíciles de nuestra vida solo la fe puede dar al hombre las fuerzas espirituales necesarias. En momentos cuando un hombre con una fe débil a la hora de una desgracia pierde el animo se siente abatido, se queja, se enfurece y el hombre creyente mas fuertemente se dirige a Dios por ayuda. La llegada de sentimientos tristes el creyente los rechaza con esperanza en Dios seguro de que "el que creyere en El, no será avergonzado" (Rom. 9:33).

El dolor y la aflicción en nuestra vida son tormentos, periodos de prueba de nuestra fe, Durante épocas de buen tiempo cada marinero puede tener en muy buen concepto sus conocimientos del mar, pero solamente en tiempos de tormenta se manifiesta el navegante diestro. Al leer los libros de las Sagradas Escrituras o de la vida de estos Santos, nos convencemos que estos siervos de Dios hallaron la solidez de su fe más en los tiempos de persecución y sufrimientos que cuando su vida transcurría tranquilamente. En apóstol Pablo menciona ejemplos de la fe de hombres justos del antiguo Testamento y se detiene precisamente en aquellos momentos de sus vidas cuando sufrían persecución. Al final de los ejemplos presentados el apóstol llega a la siguiente conclusión. "Otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra (Heb. 11:3538). El apóstol Pablo enseña seguidamente: "Por tanto nosotros también teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante" (Heb. 12:1).

SUFRIMIENTOS

Probablemente al lector no le es difícil concordar con que la fe le ayuda al hombre valientemente soportar el dolor. Pero queda la pregunta: Por qué El Señor permite, que los creyentes y hombres justos sufran? A esta pregunta no es fácil contestar: "Quien enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?" (Is. 40:13). El apóstol Pablo escribe que "a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien" (Rom. 8:28). "Todas las cosas," incluyendo también dolor y aflicciones. En efecto, el apóstol Pablo mismo al verse sometido a grandes pruebas, iba tomando experiencia: "Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentes, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte!" Porque la fuerza de Dios se realiza en la debilidad" (2 Cor. 12:10).

Los sufrimientos convencen al ser humano acerca de la inconstancia de los bienes terrenales, nos recuerdan a un Dios liberador, acerca de la vida eterna, nos enseñan mansedumbre, desarrollan la valentía, la constancia en el bien. Cuando el ser humano no tiene de donde esperar ayuda, e1 siente mas vivamente a Dios. Y al mismo tiempo, cuando externamente tiene estrechez y sufrimientos, en el corazón el recibe consuelo. Este sentimiento directo de Dios tiene su influencia benefactora en la fe del ser humano. Así pues, por misericordia de Dios, resulta que en síntesis, por un lado, la fe le ayuda al ser humano a sobrellevar los sufrimientos y por otro lado los sufrimientos mismos ayudan en el fortalecimiento de la fe. Por eso los apóstoles enseñaban a los cristianos: "Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia" (Santiago 1:23). Las Sagradas Escrituras comparan los sufrimientos con una llama que limpia el oro de las impurezas y lo hace más valioso (1 Pedro 1:70).

Seguramente por el hecho de que la fe da fortaleza en los momentos difíciles y que sirve de apoyo para su vida espiritual, es que el Señor la llamo piedra o roca cuando dijo: "En esta piedra (la fe) yo fundare Mi Iglesia y las puertas del Infierno no la vencerán a ella" (Mt.16:18). En efecto, es imposible contar todas las persecuciones a los cristianos por dos mil años de existencia de la Iglesia. En el transcurso de este tiempo muchos imperios, estados fuertes han caído y desaparecido de la faz de la tierra, sin embargo la Iglesia de Cristo inquebrantablemente permanece firme en la fe en el Salvador.

La Fe es la Llave de los Tesoros de Dios

La fe lleva al ser humano a un encuentro vivo con Dios en la oración atenta y de corazón. Durante esta oración el ser humano toca la toda poderosa fuerza divina y entonces según las palabras del Salvador, todo se hace posible para el creyente (Mat. 9:23). Por eso: "Todo lo que pidieran en oración con fe, lo recibirán," y añadió: "Si tuvieran fe como un grano de mostaza y le digan a un monte:muévase de aquí. para allá, y se pasara, y nada os sera imposible" (Mat. 21:22 y 17:20). En otras palabras incluso la más pequeña fe puede hacer milagros, con solo que fuera íntegra y viva como una semilla. El gran hombre de oración san Juan de Kronstadt, con base en su experiencia personal llamaba a la fe "llave de los tesoros de Dios."

Pero la fe religiosa no es fe propiamente fuerte por si sola. Están muy equivocados los representantes de las sectas que confunden la fe religiosa con autosugestión corriente. Ellos enseñan que hay que convencerse a si mismo acerca de lo que se quiera, por ejemplo su salud, la suerte, el bienestar, y eso es suficiente para obtener todo bienestar. Una autosugestión así se parece a un juego de niños cundo los infantes imaginan que ellos navegan por el mar estando sentados en el piso de su cuarto. Una fe así es un autoengaño y contraría al cristianismo.

La fe actúa no por la fuerza de la imaginación ni por autohipnosis, sino por medio de la unión de el ser humano con el manantial de toda vida y fuerza, de la unión con Dios. La fe es el recipiente en el cual se extrae el agua, pero es necesario llegar a esta agua y sumergir el recipiente en ella. Es necesario prudentemente usar la poderosa fuerza de la fe. Cuando oremos debemos preocuparnos no tanto en persistir en mantenernos obstinadamente en nuestra posición, sino acerca de que Dios nos ilumine y comprender sobre qué pedir. Pues la oración es no solo nuestra palabra para Dios, sino especialmente nuestra conversación con Dios. Y en conversación hay que saber escuchar. A la luz de los relatos del Evangelio, vemos que la gente que se distinguían por su gran fe, como por ejemplo, los mencionados anteriormente el soldado romano, la mujer cananea, los amigos del hombre postrado y otros, eran ajenos a cualquier exaltación o énfasis. Al contrario, ellos eran gente muy humilde (Mateo 8:10; 15:2; 9:2). La combinación de una fe fuerte con la humildad no es casualidad. El hombre que tiene una gran fe siente mas que otro cualquiera la grandeza y el poder de Dios. Y entre mas claramente el siente esto, cuanto más el va a reconocer su propia indigencia. Por eso grandes hombres de Dios como por ejemplo los profetas Moisés y Elías, los apóstoles Pedro y Pablo y otros como ellos siempre se distinguían por su gran humildad.

La Fe Funciona con Amor

Que relación existe entre la fe y las buenas obras? Será suficiente para salvarse solamente la fe o serán necesarias también las buenas obras? La pregunta propiamente formulada en ese plano es incorrecta, porque parte de una concepción errada acerca de la fe. La fe verdadera se extiende no solo en la inteligencia del ser humano, sino también en todas las fuerzas de su alma, incluyendo también a la voluntad. Los protestantes redujeron la idea acerca de la fe, limitándola a un recibimiento mental, intelectual de la doctrina del Evangelio y afirman: "Solamente crees y tu eres salvado!" El error de los protestantes así como de los judíos del Antiguo Testamento consiste en la concepción formal y jurídica de la salvación. Los judíos enseñaban acerca de la justificación de la ley por medio de las obras, independientemente de la fe, y los protestantes modernos ensenan acerca de la justificadion por la fe unicamente, independientemente de las buenas obras. El cristianismo por su parte enseña acerca del renacimiento espiritual del hombre. "Quien esta en Cristo, es una nueva criatura" (2 Cor. 5:17). La salvación no es solamente mudarse al cielo para el hombre, sino precisamente el estado de gracia de su alma renovada y según palabras del Señor "El reino de los Cielos se encuentra dentro del hombre" (Luc.17:21).

El renacimiento espiritual no se lleva acabo instantáneamente. Las palabras de Cristo cuando afirmó: "Tu fe te ha salvado" se refieren a aquella decisión crucial interna que llevaron a cabo la gente cuando decidieron dejar el pecado y buscaron el camino de la salvación. Sin esta crucial decisión de partida en forma de pensamientos es imposible alguna corrección futura o progreso espiritual. Naturalmente luego de que el ser humano eligió el camino correcto, el debe mas adelante seguir por ese camino. Todas las Escrituras del Nuevo Testamento hablan acerca de como trabajar consigo mismo y asemejarse mas a Cristo (Rom. 6:4, Gal. 5:6).

El santo apóstol Santiago decididamente se levanta contra aquellos que separan la fe de las buenas obras, cuando dice: "...y si su hermano o hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarios para el cuerpo, de que aprovecha?... Pero alguno dirá: tu tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostrare mi fe por mis obras.

Tu crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen y tiemblan." Mas adelante el apóstol menciona ejemplos de hombres justos de la antigüedad que precisamente con buenas obras descubrían su fe; y hace la siguiente conclusión, "No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfecciono por las obras? Porque cómo el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras esta, muerta" (Santiago 2:1526).

De la misma manera también el apóstol Pablo no reconoce la fe sola sin sus frutos y dice: "Si tengo el don de profecía y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy" (1Cor. 13:2). De esta manera, la concepción correcta de la fe disipa todas las dudas acerca de que es mas importante: "la fe" o "las obras": ambas son inseparables como la luz y el calor.

Como Fortalecer la fe

Así pues, nosotros ya hablamos dijimos que la fe es un valioso don de Dios. La fe nos da a nosotros una correcta concepción del mundo, nos muestra el objetivo de la vida, nos reconforta en los momentos difíciles, alegra nuestro corazón, da fuerza a nuestra oración y nos abre la entrada a las infinitas misericordias de Dios.

Pero hay que hacer una observación triste: la vida en la abundancia y prosperidad diluye y dispersa la fe. Se olvidan de las bendiciones de Dios. La fe eficaz y activa se aleja, y el gran talento de Dios aparece cerrado. Y a medida que en el ser humano se apaga la fe, llega éste al mas grande deterioro de su constitución interna: se pierde la claridad de pensamiento y objetivo de la vida, desaparece la fuerza espiritual y un gran vacío y el abatimiento y la tristeza se posesionan fuertemente del corazón, el ser humano se vuelve irritable y está disconforme con todo. Así pues, el hecho es que el alma no puede vivir sin fe, como las plantas no pueden existir sin luz, ni humedad. El ser humano con la fe apagada, aun y cuando fuera muy talentoso, se rebaja al grado de animal astuto, a veces incluso de rapiña.

Para escapar de semejante "naufragio en cuanto a la fe" (l Tim.1:19) es necesario preocuparse seriamente acerca de la renovación de nuestra alma. Como? Nosotros sabemos que nuestras capacidades exigen ejercicio: para que la inteligencia conserve su claridad hay que dedicarse al trabajo intelectual, para que los dedos no pierdan agilidad, hay que ejercitarse en algún instrumento musical; para que el cuerpo conserve su elasticidad hay que hacer gimnacia. Si la gente gasta tantas fuerzas y medios para desarrollar sus capacidades físicas entonces no debiéramos los cristianos trabajar duro para adquirir experiencia espiritual viva.

Para fortalecer la fe, es necesario empezar a vivir espiritualmente. Para esto es necesario, en primer lugar, leer las Sagradas Escrituras regularmente, pensar en Dios, interesarse en temas espirituales. Después es necesario tratar de sentir a Dios en una oración atenta y de corazón, así como en la comunión del cuerpo y la sangre de Cristo. Y por ultimo es necesario tratar de vivir no solo para sí mismo, sino para el bien del prójimo y de la iglesia. El que ama recibe el calor de la gracia del Espíritu Santo en el corazón. Desde luego en la vida cristiana siempre van a haber lucha, pruebas y dificultades. A veces va a parecer que todo el mundo cierra filas contra el creyente. Pero es importante recordar que con la ayuda de Dios, todas las pruebas van a ayudarnos en nuestro crecimiento espiritual.

Tomando en cuenta todo esto, vamos a recordar que la fe no es solo fruto de nuestro esfuerzo, sino es un don del Espíritu Santo. El apóstol Pablo atestiguo sobre esto cuando dijo: "El fruto del Espíritu Santo es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe" (Galatas 5:22). Por eso vamos a pedir a Dios fe como un gran tesoro espiritual recordando la promesa: "Pedid y se os dará; buscad y hallareis; llamad y se os abrirá" (Mat. 7:7). La fe por su parte nos traerá paz en el alma, alegría y goce anticipado de aquella victoria final sobre el mal que consolaba a los apóstoles cuando escribieron: "Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe" (l Juan 5:4). ·Alejandro Mileant