Jose Vaquero
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Esopo habla al siglo XXI: El asno y la zorra encuentran al león

El zorro ve más interesante aliarse con el poder, ya que las palabras se las lleva el viento y las promesas son para no cumplirlas

El asno y la zorra encuentran al león, una nueva entrega de ‘Fábula fabulosa’, Esopo habla al siglo XXI, nos recuerda como en demasiadas ocasiones “las palabras se las lleva el viento, hablando se ‘escurre’ la gente, y las promesas son para no cumplirlas”.

 

 

El asno y la zorra encuentran al león

 

“El asno y la zorra, habiéndose unido para su mutua protección, salieron un día de caza.

 

No anduvieron mucho cuando encontraron un león.

 

La zorra, segura del inmediato peligro, se acercó al león y le prometió ayudar a capturar al asno si le daba su palabra de no dañarla a ella.

 

Entonces, afirmándole al asno que no sería maltratado, lo llevó a un profundo foso diciéndole que se guareciera allí.

 

El león, viendo que ya el asno estaba asegurado, inmediatamente agarró a la zorra, y luego atacó al asno a su antojo”.

 

 

Mi muy querido Esopo: Desde tu época, hace muchos siglos, ya estaba el asno bastante bien catalogado: Este animal, que en España tiene nombre propio, Platero, se nos presenta siempre bonachón, buena gente, confiado en el otro, incluso en el zorro. ¿Cómo me va a traicionar el que se me presenta como amigo? Siempre cumplirá su palabra (también lo dicho entre dientes), sus promesas (electorales), sus ofertas económicas (con comisiones). Ya les pasó a tus compatriotas con Demóstenes: el pobre desgallitándose para que tuviesen cuidado con Alejandro Magno, y los atenienses: “Tranquilo, no exageres, no seas catastrofista y antipatriota”

 

A la primera de cambio, y recordemos que en el mundo casi todo se mueve, el zorro ve más interesante aliarse con el poder, con el rey de la selva. Al cabo, las palabras se las lleva el viento, hablando se “escurre” la gente, y las promesas son para no cumplirlas.

 

Desde el más allá, habrás oído como Alguien, con gran sabiduría, pronunció aquello de “sencillos como palomas –que no ingenuos como Plateros-, y a la vez sagaces como serpientes”