EL EVANGELIO DE TACIANO
(Diatessaron)
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Habiendo muchos intentado poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido certísimas, como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron por sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber entendido todas las cosas desde el principio con diligencia, escribírtelas por orden, oh muy buen Teófilo, para que conozcas la verdad de las cosas en las cuales has sido enseñado.El Verbo de Dios
I
1.
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con
Dios, y el Verbo era Dios.
2. Éste era en el principio con
Dios.
3. Todas las cosas por él fueron
hechas, y sin él nada de lo que es hecho fue hecho.
4. En él estaba la vida, y la
vida era la luz de los hombres.
5. Y la luz en las tinieblas
resplandece. Mas las tinieblas no la comprendieron.
El sacerdocio de Zacarías
II
1. Hubo,
en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la
suerte de Abdías, y su mujer, de las hijas de Aarón, llamada Isabel.
2. Y eran ambos justos delante de
Dios, andando sin reprensión en todos los mandamientos y estatutos del Señor.
3. Y no tenían hijos,
porque Isabel era estéril, y ambos eran avanzados en días.
4. Y aconteció que,
ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios por el orden de su vez,
conforme a la costumbre del sacerdocio, salió en suerte a poner el incienso,
entrando en el templo del Señor.
5. Y toda la multitud del
pueblo estaba fuera, orando, a la hora del incienso.
6. Y se le apareció el ángel
del Señor, puesto en pie, a la derecha del altar del incienso.
7. Y se turbó Zacarías al
verlo y cayó temor sobre él.
8. Mas el ángel le dijo:
Zacarías, no temas, porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Isabel te
parirá un hijo, y llamarás su nombre Juan.
9. Y tendrás suma alegría
y muchos gozarán de su nacimiento.
10. Porque será grande
delante de Dios, y no beberá vino ni sidra, y estará lleno del Espíritu
Santo, aun desde el vientre de su madre.
11. Y a muchos de los hijos
de Israel convertirá al Señor Dios de ellos.
12. Porque él irá delante
de Él con el espíritu y la virtud de Elías, para convertir los corazones de
los padres a los hijos, y los rebeldes a la prudencia de los justos, y para
aparejar al Señor un pueblo apercibido.
13. Y dijo Zacarías al ángel:
¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer avanzada en días.
14. Y, respondiendo, el ángel
le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios, y que he sido enviado a
hablarte, y a darte esa buena nueva.
15. Y he aquí que estarás
mudo, y que no podrás hablar, hasta el día que lo por mí dicho sea hecho, por
cuanto no creíste a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo debido.
16.
Y el pueblo estaba
esperando a Zacarías, y todos se maravillaban de que se detuviese en el templo.
17. Y, saliendo, no les podía
hablar. Y entendieron que había visto visión en el templo. Y él les hablaba
por señas, y quedó mudo.
18. Y fue que, cumplidos
los días de su oficio, se vino a su casa.
19. Y, después de aquellos
días, concibió su mujer Isabel, y se encubrió por cinco meses, diciendo:
Porque el Señor me ha hecho así en los días en que miró para quitar mi
afrenta entre los hombres.
El ángel Gabriel habla a María
III
1.
Y, al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea,
llamada Nazareth, para que visitase a una virgen, desposada con un varón que se
llamaba José, de la casa de David. Y el nombre de la virgen era María.
2. Y, entrando el ángel
adonde ella estaba, le dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo y
bendita eres entre las mujeres.
3. Mas ella, cuando lo vio,
se turbó de sus palabras, y pensaba qué salutación fuese aquélla.
4. Entonces el ángel le
dijo: María, no temas, porque has hallado gracia cerca de Dios.
5. Y he aquí que concebirás
en tu seno, y parirás un hijo, y llamarás su nombre Jesús. este será grande,
y será llamado hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David,
su padre. Y reinará, en la casa de Jacob por siempre, y de su reino no habrá
fin.
6. Entonces María preguntó
al ángel: ¿Cómo ocurrirá eso? Porque yo no conozco varón.
7. Y, respondiendo, el ángel
le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará
sombra, por lo cual lo que de tu vientre nacerá será llamado Hijo de Dios. Y
he aquí que Isabel, tu parienta, también ha concebido hijo en su vejez, y está
en el sexto mes de su embarazo, ella, llamada la estéril, porque nada es
imposible para Dios.
8. Entonces María dijo: He
aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra. Y el ángel partió
de ella.
9. En aquellos días,
levantándose María, fue a la montaña con prisa, a una ciudad de Judá, y entró
en casa de Zacarías, y saludó a Isabel.
10. Y aconteció que, como
oyó Isabel la salutación de María, la criatura saltó en su vientre, y ella
fue llena del Espíritu Santo.
11. Y exclamó a gran voz:
Bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Y de dónde
que la madre de mi Señor venga a mí? Porque he aquí que apenas llegó la voz
de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Y
bienaventurada la que creyó, porque se cumplirán las cosas que le fueron
dichas de parte del Señor.
12. Entonces María dijo:
Engrandezca mi alma el Señor, y mi espíritu se alegre en Dios, mi Salvador.
Porque ha mirado a la bajeza de su sierva, y he aquí que, desde ahora, me
llamarán bienaventurada todas las generaciones, por haberme hecho grandes cosas
el Omnipotente. Y santo es su nombre, y su misericordia va de generación en
generación a los que le temen. Él hizo valentía con su brazo, y esparció a
los soberbios del pensamiento de su corazón, y quitó a los poderosos de los
tronos, y levantó a los humildes, y a los ricos envió vacíos, y recibió a
Israel su siervo, acordándose de la misericordia, como habló a Abraham y a su
simiente para siempre.
13. Y se quedó María con
Isabel como tres meses, y después se volvió a su casa.
Nacimiento de Juan el Bautista
IV
1. Y
a Isabel se le cumplió el tiempo del parto, y dio a luz un hijo.
2. Y oyeron los parientes y
los vecinos que Dios había hecho con ella grande misericordia, y se alegraron
en grado sumo.
3. Y aconteció que al
octavo día vinieron para circuncidar al niño, y lo llamaban por el nombre de
su padre, Zacarías.
4. Y, respondiendo, su
madre dijo: No, sino Juan será llamado.
5. Y le advirtieron: ¿Por
qué? Nadie hay en tu parentela que tenga ese nombre.
6. Y hablaron por señas a
su padre, para que dijese cómo lo quería llamar.
7. Y, pidiendo la tablilla,
escribió en ella: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron.
8. Y luego fue abierta su
boca y su lengua, y habló, bendiciendo a Dios.
9. Y recayó gran temor
sobre los parientes y los vecinos de ellos, y en todas las montañas de Judá
fueron divulgadas aquellas cosas.
10. Y todos los que las oían
las conservaban en su corazón, diciendo: ¿Quién será este niño? Y la mano
de Dios estaba con él.
11. Y Zacarías, su padre,
fue lleno de Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: Bendito sea el Señor Dios
de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, y que alzó un cuerpo de
salvación en la casa de su siervo David. Él habló por boca de sus santos
profetas, que fueron desde el principio, y nos salvó de nuestros enemigos, y
cargó su mano sobre todos los que nos aborrecieron. E hizo misericordia con
nuestros padres, y se acordó de su santo pacto, del juramento que juró a
Abraham, que nos había de dar, y que, sin temor y librados de nuestros
enemigos, lo serviríamos en santidad y en justicia, delante de él, todos los días
nuestros. Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado, porque irás ante
la faz del Señor, para aparejar sus caminos, dando conocimiento de salud a su
pueblo, para remisión de sus pecados, por las entrañas de misericordia de
nuestro Dios, con que nos visitó de lo alto el Oriente, para dar luz a los que
habitan en tinieblas y en sombras de muerte, y para encaminar nuestros pies por
camino de paz.
12.
Y el niño crecía, y
se fortalecía en espíritu, y estuvo en los desiertos hasta el día que se
mostró a Israel.
Genealogía y natividad de Jesús [No versículos 1 - 33]
V1.
Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.
2. Abraham engendró a
Isaac, e Isaac engendró a Jacob, y Jacob engendró a Judá y a sus hermanos.
3. Y Judá engendró de
Thamar a Phares y a Zara, y Phares engendró a Esrom, y Esrom engendró a Aram.
4. Y Aram engendró a
Aminadab, y Aminadab engendró a Naassón, y Naassón engendró a Salomón.
5. Y Salomón engendró de Rachâb a
Booz, y Booz engendró de Ruth a Obed, y Obed engendró a Jessé.
6. Y Jessé engendró al
rey David, y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías.
7. Y Salomón engendró a
Roboam, y Roboam engendró a Abia, y Abia engendró a Asa.
8. Y Asa engendró a
Josaphat, y Josaphat engendró a Joram, y Joram engendró a Osías.
9.
Y Osías engendró a
Jostam, y Jostam engendró a Achâz, y Achâz engendró a Ezequías.
10.
Y Ezequías engendró a
Manasés, y Manasés engendró a Amén, y Amén engendró a Josías.
11. Y Josías engendró a
Jechônias y a sus hermanos, en la transmigración de Babilonia.
12.
Y. después de la
transmigración de Babilonia, Jechônias engendró a Salathiel, y Salathiel
engendró a Zorobabel.
13. Y Zorobabel engendró a
Abiud, y Abiud engendró a Eliachim, y Eliachim engendró a Azor.
14. Y Azor engendró a
Sadoc, y Sadoc engendró a Achim, y Achim engendró a Eliud.
15. Y Eliud engendró a
Eleazar, y Eleazar engendró a Mathán, y Mathán engendró a Jacob.
16. Y Jacob engendró a José,
marido de María, de la cual nació Jesús, el cual es llamado el Cristo.
17. De manera que todas las
generaciones, desde Abraham hasta David, son catorce generaciones y, desde David
hasta la transmigración de Babilonia, catorce generaciones y, desde la
transmigración de Babilonia hasta el Cristo, catorce generaciones.
18. Y al Cristo Jesús se
le creía hijo de José, que fue hijo de Elí.
19. Que fue de Mathat, que
fue de Leví, que fue de Melchí, que fue de Janna, que fue de José.
20. Que fue de Mattathias,
que fue de Amós, que fue de Nahum, que fue de Esli.
21. Que fue de Naggai, que
fue de Maat, que fue de Mattathias, que fue de Semel, que fue de José, que fue
de Judá.
22. Que fue de Joaana, que
fue de Rhesa, que fue de Zorobabel, que fue de Salathiel.
23. Que fue de Neri, que
fue de Melchi, que fue de Abdi, que fue de Cosam, que fue de Elmodan, que fue de
Er.
24. Que fue de Josué, que
fue de Eliezer, que fue de Joreim, que fue de Mathat.
25. Que fue de Leví, que
fue de Simeón, que fue de Judá, que fue de José, que fue de Jonán, que fue
de Eliachim.
26. Que fue de Melea, que
fue de Mainán, que fue de Mattatha, que fue de Nathán.
27. Que fue de David, que
fue de Jessé, que fue de Obed, que fue de Booz, que fue de Salmón, que fue de
Naasón.
28. Que fue de Aminadab,
que fue de Arám, que fue de Esrom, que fue de Phares.
29. Que fue de Judá, que
fue de Jacob, que fue de Isaac, que fue de Abraham, que fue de Thara, que fue de
Nachor.
30. Que fue de Saruch, que
fue de Ragau, que fue de Phalec, que fue de Heber.
31. Que fue de Sala, que
fue de Cainán, que fue de Arphaxad, que fue de Noé, que fue de Lamech.
32.
Que fue de Mathusala,
que fue de Enoch, que fue de Jared, que fue de Maleleel.
33. Que fue de Cainán, que
fue de Enós, que fue de Seth, que fue de Adán, que fue de Dios.
34.
Y el nacimiento de
Jesucristo ocurrió así: Que, estando María, su progenitora, desposada con José,
antes que cohabitasen, se encontró haber concebido del Espíritu Santo.
35. Y José, su marido, que
era justo, no quiso, infamarla, y se propuso abandonarla secretamente.
36. Y, cuando en ello
pensaba, he aquí que el ángel del Señor le apareció en sueños, y le dijo:
José, hijo de David, no temas recibir a tu esposa bajo tu protección, porque
lo que en ella se ha engendrado del Espíritu Santo es.
37.
Y parirá un hijo, y
llamarás su nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados.
38. Todo esto aconteció
para que se cumpliese lo dicho por el Señor al profeta, que vaticinó: He aquí
que la virgen concebirá, y parirá un hijo, y llamarás su nombre Emmanuel,
que, declarado, es: Dios con nosotros.
39. Y, despertando José
del sueño, hizo como el ángel del Señor le había ordenado, y recibió a su
mujer.
40. Y no la conoció hasta
que parió a su hijo primogénito, al cual, conforme al mandato del ángel, puso
el nombre de Jesús.
41. Por aquellos días
Augusto César promulgó un edicto para que toda la tierra fuese empadronada.
42. Este empadronamiento
primero se llevó a cabo en la época en que Cirino era gobernador de la Siria.
43. E iban todos a
empadronarse, cada uno a su ciudad.
44. Y José, por cuanto era
de la casa y familia de David, subió a la ciudad de éste, llamada Bethlehem,
de Judea, desde la de Nazareth, de Galilea, llevando consigo, para ser
empadronado, a María, su esposa, la cual se hallaba encinta.
45. Y, aconteció que,
estando ellos allí, se cumplió el tiempo en que a María le tocaba dar a luz.
46. Y parió a su hijo
primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, por no
haber encontrado lugar para ellos en el mesón.
Aparece el ángel a los pastores
VI
1.
Y había, en aquella comarca, varios pastores, los cuales velaban y hacían
centinela nocturna sobre su grey.
2. Y, de improviso, el ángel
del Señor apareció ante ellos, y los cercó con un resplandor de luz divina,
lo cual los llenó de sumo temor.
3. Entonces el ángel les
dijo: No temáis, porque he aquí que vengo a daros una nueva de grandísimo
gozo para todo el pueblo, y es que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un
Salvador, que es el Cristo o Mesías, Señor Nuestro.
4. Y sírvaos de señal que
hallaréis al niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre.
5. Y, al punto mismo, se
dejó ver con el ángel una multitud de los ejércitos celestes, que alababa a
Dios, clamando:
6. Gloria a Dios en las
alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.
7. Y, luego que los ángeles
se apartaron de allí, y volaron al cielo, los pastores se dijeron los unos a
los otros: Vayamos a Bethlehem, y seamos testigos de este prodigio que acaba de
suceder, y que el Señor nos ha manifestado.
8. Y caminaron a toda
prisa, y hallaron a María, a José, y al niño reclinado en el pesebre.
9. Y, viéndolo, se
certificaron de todo lo que se les había dicho de aquel niño.
10. Y todos los que conocían
el suceso se maravillaron igualmente de lo que los pastores les contaban.
11. María, empero,
guardaba todas estas cosas dentro de sí, confiriéndolas en su corazón.
12. Y los pastores se
volvieron, sin cesar de alabar y de glorificar a Dios por todas las cosas que
habían visto y oído, según se les había anunciado.
Jesús es llevado por sus padres a que lo circunciden
VII
1.
Y, pasados los ocho días legales para circuncidar al niño, llamaron su nombre
Jesús, nombre que el ángel le había puesto, antes que hubiese sido concebido
en el vientre de su madre.
2. Y, cumplido asimismo el
período de la purificación de María, conforme a la legislación mosaica, lo
llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor. Porque escrito está en su
santa ley: Todo varón que naciere el primero me será consagrado.
3. Y llevaron su ofrenda de
un par de tórtolas o dos palominas, como ordena también la ley del Señor.
4. Y, en aquella sazón,
había en Jerusalén un hombre justo y piadoso, llamado Simeón, el cual
esperaba la consolación de Israel. Y en Simeón moraba el Espíritu Santo, y éste
le había revelado que no moriría sin haber visto al Cristo.
5. Inspirado por él, fue
al templo. Y al entrar el niño Jesús con sus padres, para practicar lo
prescrito por la ley, Simeón lo tomó en sus brazos, y bendijo a Dios,
diciendo: Ahora, Señor, saca en paz de este mundo a tu siervo, según tu
promesa, porque mis ojos han visto tu salvación, que has aparejado, en
presencia de todos los pueblos, como luz para ser revelada a los gentiles, y
como gloria de tu pueblo de Israel.
6. Y su padre y su madre
estaban maravillados de las cosas que de Jesús se decían.
7. Y Simeón bendijo a
entrambos, y advirtió a María: Este niño que aquí ves está destinado para
ruina y para resurrección de muchos en Israel y para ser digno de contradicción.
Y una espada, de ti misma salida, atravesará tu alma, para que sean
manifestados los pensamientos de muchos corazones.
8. Vivía también entonces
la profetisa Ana, hija de Phanuel, de la tribu de Aser, ida allí en edad
avanzada, y que había vivido siete años con su marido desde su virginidad.
9. Y era viuda de hasta
ochenta y cuatro años, que no se apartaba del templo, sirviendo a Dios de noche
y de día con ayunos y con oraciones.
10. Ésta, pues,
sobreviniendo en la misma hora, alababa igualmente al Señor, y hablaba de él a
todos los que, en Jerusalén, esperaban la redención de Israel.
11. Mas, cumplidas todas
las cosas que la ley del Señor mandaba, María, José y Jesús regresaron a
Galilea, a su ciudad de Nazareth.
Los magos que llegaron de Oriente
VIII
1.
Y, como fue nacido Jesús en Bethlehem de Judea, en días del rey Herodes, he
aquí que unos magos vinieron del Oriente a Jerusalén, y preguntaron: ¿Dónde
está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el
Oriente y venimos a adorarlo.
2. Y, oyendo esto, el rey
Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.
3. Y, convocados todos los
príncipes de los sacerdotes y los escribas del pueblo, inquirió de ellos dónde
había de nacer el Cristo.
4. A lo que contestaron: En
Bethlehem de Judea. Porque escrito está por el profeta. Y tú, Bethlehem, de
tierra de Judá, no eres muy pequeña entre sus príncipes, porque de ti ha de
salir un conductor, que guiará a Israel, mi pueblo.
5. Y entonces Herodes,
llamando a los magos, averiguó de ellos el tiempo de la aparición de la
estrella.
6. Y los envió a Bethlehem
y les dijo: Id allá, y preguntad con diligencia por el niño.
7.
Y, después que lo halléis,
hacédmelo saber, para que yo también lo adore.
8.
Y ellos, en oyendo al
rey, se fueron, y la estrella que habían visto en Oriente iba ante ellos, hasta
que, llegando, se situó sobre donde estaba el niño.
9. Y, viendo la estrella,
se regocijaron grandemente.
10. Y, entrando en la casa,
vieron al niño con su madre María.
11. Y, prosternándose, lo
adoraron, y abrieron sus tesoros, y le ofrecieron oro, incienso y mirra.
12. Y, habiéndoles sido
dicho en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su país por otro
camino.
Huida a Egipto de Jesús con sus padres José y María
IX
1.
Y he aquí que cuando hubieron partido, el ángel del Señor se apareció en sueños
a José.
2. Y le dijo: Levántate, y
toma al niño y a su madre, y huye a Egipto.
3.
Y estáte allá mientras
yo no te diga otra cosa, porque ha de suceder que Herodes buscará al niño para
matarlo.
4. Y él despertó, y tomó
al niño y a su madre, y se fue a Egipto.
5. Y estuvo allí hasta la
muerte de Herodes, para que se cumpliese lo que fue dicho por el Señor, cuando
el profeta dijo: De Egipto llamé a mi Hijo.
Herodes ordena matar a todos los niños pequeños
X
1.
Y Herodes, como se vio burlado de los magos, se enojó mucho.
2.
Y mandó matar a todos
los niños que había en Bethlehem y en sus términos, de dos años para abajo,
según había oído a los magos.
3.
Y entonces se cumplió
la profecía de Jeremías, que dijo:
4. Oyóse voz en Ramá, y
lloros y gemidos y lamentos.
5. Y Raquel lloró a sus
hijos, y no quiso ser consolada, porque perecieron.
Jesús vuelve de Egipto
XI
1.
Y he aquí que, muerto Herodes, el ángel del Señor apareció en sueños a José
en Egipto.
2. Y le dijo: Levántate, y
toma al niño y a su madre, y vete a la tierra de Israel.
3.
Porque muertos son los
que querían la muerte del niño.
4. Y él se levantó, y tomó
al niño y a su madre, y vino a tierra de Israel.
5. Y, oyendo que Arquelao
había sucedido en Judea a Herodes, su padre, temió ir allá.
6. Mas fue amonestado en
sueños, y se fue al país de Galilea.
7. Y vino, y habitó en la
ciudad que llaman Nazareth.
8.
Para que se cumpliese lo
que habían dicho los profetas de que había de ser llamado Nazareno.
Jesús en el templo de Jerusalén
XII
1.
Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sapiencia.
2.
Y la gracia de Dios era
sobre él.
3. Y sus padres iban todos
los años a Jerusalén para las fiestas de Pascua.
4. Y, cuando él tenía
doce años, subieron ellos a Jerusalén, según su costumbre en las fiestas.
5. Y, pasados los días,
volvieron. Y el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres.
6. Y, creyendo que iba con
todos, anduvieron un día, y lo buscaban entre sus parientes.
7. Mas no lo hallaron, y
volvieron a Jerusalén a buscarlo.
8. Y sucedió que a los
tres días lo hallaron en el templo, sentado entre los doctores, oyéndolos y
preguntándoles.
9. Y todos los que lo oían
se pasmaban de su inteligencia y de sus contestaciones.
10.
Y ellos quedaron
admirados, y su madre le dijo: Hijo, ¿por qué has hecho esto?
11. He aquí que tu padre y
yo te hemos buscado con tristeza.
12. Y él les dijo: ¿Por
qué me buscabais? ¿No sabéis que en los asuntos de mi Padre me conviene
estar?
13. Mas ellos no
entendieron lo que les decía.
14. Y descendió con ellos,
y vino a Nazareth, y les estaba sometido. Y su madre guardaba todas estas cosas
en su corazón.
15. Y Jesús crecía en
sabiduría y en edad y en gracia para con Dios y para con los hombres.
Aparece Juan el Bautista en Israel
XIII
1.
Y en el año quinto del imperio de Tiberio César, siendo Pilatos gobernador de
Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y
de la provincia de Traconite, y Lisania, tetrarca de Abilinia, y, siendo Anás y
Caifás sumos sacerdotes, llegó palabra del Señor sobre Juan, hijo de Zacarías,
en el desierto.
2. Y anduvo por toda la
tierra de los alrededores del Jordán, predicando el bautismo de la penitencia
para la remisión de los pecados, y diciendo: Arrepentíos, que el reino de los
cielos se ha acercado. Porque éste es aquel de que dijo el profeta Isaías:
Aparejad el camino del Señor, y enderezad sus veredas. Todo valle se henchirá,
se bajará todo monte y toda colina. Y los caminos torcidos se harán rectos, y
los ásperos se verán allanados, y toda carne verá la salvación de Dios. Y el
que habla vino por testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos
creyesen por él. No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la
luz. Y el que lo envió era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que
viene a este mundo. En el mundo estaba y el mundo fue hecho por él, y el mundo
no lo conoció. A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron. Mas a todos los
que lo recibieron, y creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de
Dios. Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de
voluntad de varón, sino de voluntad divina. Y aquel Verbo fue hecho carne, y
vimos su gloria, que lo es del unigénito del Padre, lleno de gracia y de
verdad.
3. Y Juan dio testimonio de
él, y clamó, diciendo: este es aquel del que yo aseguraba que, aunque venía
tras de mí, existía antes que yo, y de cuya plenitud tomamos todos, y gracia
por gracia. Porque la ley por Moisés fue dada, mas la gracia y la verdad por
Jesucristo fue hecha. A Dios nadie lo vio jamás, y el unigénito Hijo, que está
en el seno del Padre, él lo declaró.
4. Y Juan andaba vestido de
pelos de camello y con un cinto de cuero alrededor de sus lomos. Y comía
langostas y miel silvestre. Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la
provincia de alrededor del Jordán, en cuyo río eran bautizados todos los que
confesaban sus pecados.
5.
Mas, viendo él a muchos
de los fariseos y de los saduceos, que venían a su bautismo, les decía:
Generación de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira que vendrá?
Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir en
vosotros mismos que tenéis a Abraham por padre. Pues yo os digo que puede Dios
despertar hijos a Abraham aun de estas piedras. Ahora, ya también la segur está
puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no hace buen fruto es
cortado, y echado en el fuego.
6.
Y las turbas lo
interrogaban, diciendo: ¿Qué haremos, pues?
7.
Y él les respondió: El
que tenga dos túnicas dé una al que ninguna posee, y el que tenga qué comer
haga lo mismo.
8. Y vinieron también los
publicanos, y le preguntaron: ¿Qué haremos, maestro?
9. Y él les contestó: No
exijáis más de lo que os está ordenado.
10. Y asimismo le
preguntaron los soldados: Y nosotros ¿qué haremos?
11. Y él repuso: No causéis
extorsión a nadie, ni calumniéis, y contentaos con vuestras pagas.
12. Y el pueblo estaba en
expectación, y todos pensaban de Juan, en sus corazones, si sería el Cristo.
13. Mas los judíos
enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas, que preguntaron a Juan: Tú, ¿quién
eres?
14.
Y confesó, y no negó,
mas dijo: No soy el Cristo.
15. Y le preguntaron: ¿Quién
eres entonces? ¿Eres Elías? Y dijo: No lo soy.
16. Y le dijeron: ¿Eres
profeta? Y dijo: No.
17.
Y le dijeron: ¿Quién
eres entonces?
18. Porque hemos de decirlo
a los que nos enviaron. ¿Qué dices tú de ti?
19. Y contestó: Yo soy la
voz que dama en el desierto: Preparad el camino del Señor, según dijo Isaías
profeta.
20.
Y los enviados lo eran
de los fariseos.
21. Y le preguntaron: ¿Por
qué, pues, bautizas, si no eres el Cristo, ni Elías, ni profeta?
22. Y Juan contestó, y
dijo: Yo os bautizo con agua, en penitencia.
23. Mas viene en pos de mí aquel de quien
no somos dignos de desatarle el calzado.
24. Y él os bautizará con
Espíritu Santo y con fuego.
25. Porque en su mano está
su aventador, y aventará su era.
26. Y guardará la paja en
su hórreo, y hará arder la paja en un fuego inextinguible.
27. Y decía otras muchas
cosas, y evangelizaba al pueblo.
28. Y era en Bethania, tras
el Jordán, donde Juan bautizaba.
Juan bautiza a Jesús
XIV
1.
Entonces vino Jesús de Galilea al Jordán, para que Juan lo bautizase.
2. Mas Juan se resistía,
diciendo: ¿Cómo he de bautizarte yo, que debo ser bautizado por ti?
3. Y Jesús le contestó, y
le dijo: Sin embargo, nos conviene cumplir con toda justicia.
4. Y como todo el pueblo se
bautizaba, también Jesús fue bautizado.
5. Y al salir del agua, oró,
y vio abrirse los cielos, y el Espíritu Santo, en forma de paloma, descendió
sobre él.
6. Y hubo una voz del cielo
que decía: Tú eres mi hijo directo, en quien me complazco.
7. Y Juan lo atestiguó,
diciendo: Vi al Espíritu Santo, que bajaba del cielo como una paloma, y se posó
sobre él.
8.
Y yo lo desconocía, mas
el que me envió a bautizar con agua me dijo: Aquel sobre quien vieres descender
y permanecer el Espíritu es quien bautiza con Espíritu Santo.
9. Y yo lo vi y atestiguo
que es el Hijo de Dios.
Jesús es tentado en el desierto por el demonio
XV
1.
Y entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por
el diablo.
2. Y, habiendo ayunado
cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.
3. Y llegó el tentador, y
le dijo: Si eres Hijo de Dios, haz que estas piedras se conviertan en pan.
4. Y él respondió:
Escrito está que no sólo de pan vive el hombre, mas de toda palabra que sale
de la boca de Dios.
5.
Y el diablo lo llevó a
la ciudad santa, y lo puso sobre las cúpulas del templo.
6. Y le dijo: Si eres Hijo
de Dios, tírate abajo.
7. Porque escrito está: Él
te enviará sus ángeles, y te alzarán con sus manos, para que tus pies no
toquen las piedras.
8. Mas dijo Jesús: También
está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios.
9. Y otra vez el diablo lo
llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo, y su
gloria.
10.
Y le dijo: Todo esto te
daré si, postrado, me adoras.
11. Y dijo Jesús: Vete,
Satanás.
12. Porque está escrito: A
Dios, tu Señor, adorarás, y sólo a él servirás.
13. Y, consumadas todas las
tentaciones, el diablo se fue de él por algún tiempo.
14. Y los ángeles llegaron
y lo servían.
Juan reconoce en Jesús al Mesías
XVI
1.
Y otro día estaban allí Juan y dos de sus discípulos.
2. Y vieron a Jesús, y
dijo Juan: He aquí el cordero de Dios, que quita los pecados del mundo.
3. Y los dos discípulos,
al oír hablar así a su maestro, se fueron con Jesús.
4. Y, viendo Jesús que lo
seguían, les dijo: ¿Qué buscáis?
5. Y ellos le dijeron:
Maestro, ¿dónde habitas?
6. Y les dijo: Venid, y
ved.
7. Y vinieron, y vieron dónde
moraba, y se quedaron con él aquel día, porque era casi la hora décima.
8.
Y Andrés, hermano de
Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y los dos hermanos se
fueron con Jesús.
9.
Y Andrés, habiendo
encontrado a su hermano Simón, le dijo: Hemos hallado al Mesías, que quiere
decir el Cristo.
10.
Y lo llevó a Jesús. Y
Jesús le dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás.
11. Y serás llamado Cephas,
que quiere decir piedra.
Felipe y Nataniel se unen a Jesús
XVII
1.
Y al otro día quiso ir Jesús a Galilea.
2. Y halló a Felipe, y le
dijo: Sígueme.
3. Y Felipe era de
Bethsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro.
4. Y Felipe encontró a
Nataniel, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien Moisés habló en la ley, y
de quien también hablaron los profetas.
5. Es Jesús, el hijo de
José, de Nazareth.
6. Y dijo Nataniel: ¿Puede
salir algo bueno de Nazareth?
7. Y Felipe le dijo: Ven y
ve.
8. Y Jesús vio venir a
Nataniel, y dijo: He aquí un verdadero israelita sin engaño.
9.
Y Nataniel le dijo: ¿De
dónde me conoces?
10. Y respondió: De antes
que Nataniel te llamara; cuando estabas bajo la higuera, te vi.
11. Y Nataniel repuso:
Maestro, tú eres el Hijo de Dios y el rey de Israel.
12.
Y Jesús le dijo: ¿Porque
te dije que te vi bajo la higuera crees? Mayores cosas verás.
13. Y añadió: En verdad,
en verdad os digo que de aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles
de Dios descender sobre el Hijo del hombre.
14. Y Jesús, en virtud del
Espíritu, volvió a Galilea.
15. Y su fama se extendió
por todas las regiones inmediatas.
16. Y enseñaba en las
sinagogas, y era glorificado por todos.
Jesús lee en la Sinagoga los libros de Isaías
XVIII
1.
Y vino a Nazareth, donde había sido criado.
2. Y según su costumbre,
entró el sábado en la Sinagoga, y se levantó para leer.
3. Y le trajeron el libro
del profeta Isaías y lo abrió.
4.
Y encontró el lugar en
que estaba escrito: El Espíritu del Señor es sobre mí.
5.
Porque me ha elegido
para dar buenas nuevas a los pobres, y para sanar a los quebrantados de corazón,
y para predicar la libertad de los cautivos, y para devolver la vista a los
ciegos, y para anunciar el año grato del Señor.
6. Y, enrollando el libro,
lo dio al ministro. Y los ojos de todos, en la Sinagoga, estaban fijos en él.
7. Y comenzó a decirles:
Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos.
8.
Y les dijo: El tiempo es
llegado
9. Arrepentíos, y creed en
el Evangelio, porque el reino del cielo está próximo.
Pedro, Andrés, Juan y Jacobo siguen a Jesús
XIX
1.
Y junto a la mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban
las redes en el mar, porque eran pescadores.
2. Y les dijo Jesús: Venid
conmigo, y os haré pescadores de hombres.
3. Y ellos dejaron sus
redes, y lo siguieron.
4. Y, más adelante, vio a
Jacobo Zebedeo, y a Juan, su hermano, hijo del Zebedeo, y los llamó.
5. Y ellos dejaron a su
padre en el barco y las redes que remendaban, y se fueron con él.
6. Y estando junto al lago
de Genezareth, las gentes iban allí para oír la palabra de Dios.
7. Y vio dos barcos que
estaban junto a la orilla, y los pescadores habían salido de ellos y lavaban
sus redes.
8. Y entrando en uno de
estos barcos, que era de Simón, le pidió que lo desviase un poco de tierra.
9. Y desde el barco
adoctrinaba a las gentes.
10. Y, cuando hubo callado,
dijo a Simón: Pon la proa al largo y echa las redes para pescar.
11. Y Simón, contestando,
le dijo: Maestro, toda la noche hemos trabajado, y nada hemos recogido.
12. Mas, porque me lo
dices, echaré la red.
13. Y, habiéndolo hecho,
capturaron tanta cantidad de pescado, que la red se rompía.
14.
Y llamaron a los compañeros
del otro barco, y vinieron, y llenaron de pesca las barcas tanto, que se sumergían.
15. Y, esto viendo Simón
Pedro, se prosternó ante Jesús.
16. Y decía: Sepárate de
mí, Señor, que soy un pecador.
17. Porque él y toda su
gente estaban temerosos por la gran pesca que habían conseguido.
18. E igualmente Jacobo y
Juan, hijos del Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
19. Y Jesús dijo a Simón:
No temas, que desde ahora pescarás hombres.
20. Y sus discípulos
creyeron en él.
21. Y condujeron a tierra
los barcos, y lo dejaron todo, y lo siguieron.
Jesús llama al publicano Mateo
XX
1.
Y después de estas cosas, salió. Y vio a un hombre llamado Mateo, que estaba
sentado en el banco de los tributos públicos.
2. Y le dijo: Sígueme.
3. Y él, dejando todas las
cosas, lo siguió.
Juan contesta a los que le dicen que también bautiza Jesús
XXI
1.
Y Jesús vino con sus discípulos a tierra de Judea, y estaba allí con ellos, y
bautizaba.
2. Y Juan bautizaba también
en Enon, junto a Salim.
3. Porque había allí
abundancia de aguas, y muchos venían, y eran bautizados.
4. Y entonces Juan no había
sido aún encarcelado.
5.
Y entre los discípulos de
Juan y los judíos hubo disputa acerca de la purificación.
6. Y fueron a Juan, y le
dijeron: Rabí, el que estaba contigo tras el Jordán, y del que diste
testimonio, he aquí que bautiza, y todos van a él.
7. Y Juan contestó y dijo:
Nada puede el hombre recibir, si no le fuere dado por el cielo.
8. Vosotros sois testigos
de que dije: No soy el Cristo, sino el que ha de venir antes que él.
9. El que tiene la esposa
es el esposo.
10. Mas el amigo del
esposo, que lo oye, se goza grandemente de la voz del esposo, y así este gozo mío
es cumplido.
11. Él debe crecer y yo
disminuir.
12. El que viene del cielo
es sobre todos.
13. Y lo que vio y oyó
esto testifica, y ninguno recibe su testimonio.
14. Y quien recibió su
testimonio, ése signó que Dios es verdadero.
15. Porque el que Dios envió
las palabras divinas habla, porque no da Dios el Espíritu por medida.
16. El Padre envió al
Hijo, y todo lo puso en su mano.
17. Y quien cree en el Hijo
tiene la vida eterna.
18. Mas quien no cree en el
Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios será sobre él.
19. Y Jesús oyó que los
fariseos habían sabido que él hacía más discípulos que Juan.
20. Mas él no bautizaba,
sino sus discípulos.
21. Y cuando Juan fue
preso, dejó Judea y se fue a Galilea.
22. Porque entendió que
Juan había sido preso.
23. Y dejó la ciudad de
Nazareth, y vino y habitó en Cafarnaum, villa marítima en los confines de
Zabulón y de la tierra de Nephtalim.
24. Para que se cumpliese
la profecía de Isaías.
25. Que dijo: Tierra de
Zabulón y de Nephtalim, camino del mar, tras el Jordán, Galilea de gentiles.
26. Y el pueblo, que erraba
en tinieblas, vio una gran luz.
27.
Y la luz alumbró a los
que estaban en región y sombra de muerte.
Jesús elige doce discípulos y pronuncia el Sermón de la Montaña
XXII
1.
Y anduvo Jesús por toda Galilea, y enseñaba en las sinagogas.
2. Y predicaba el
Evangelio, y sanaba todas las enfermedades del pueblo.
3. Y su fama corrió por
toda la Siria.
4. Y le trajeron a todos
los enfermos, y a los lunáticos, y a los poseídos de los demonios, y los
curaba.
5. Y lo siguieron muchas
gentes de Galilea, y de Decápolis, y de Jerusalén, y de Judea, y de la otra
orilla del Jordán.
6. Y viendo venir a las
gentes, subió al monte, y se sentó.
7. Y llamó a doce discípulos,
y los denominó apóstoles.
8. Y eran Simón, a quien
llamaba Pedro, y Andrés, su hermano.
9. Y Jacobo, hijo de
Zebedeo, y Juan, hermano de Jacobo, a quien puso el nombre de Bonanerges.
10. Y Felipe, y Bartolomé,
y Mateo y Tomás.
11. Y Jacobo, hijo de Alfeo,
y Simón, a quien llamaba Zelotas.
12.
Y Judas Jacobos y Judas
Iscariote, que fue el traidor.
13. Y abriendo la boca, y
elevando los ojos a los cielos, los adoctrinaba, y les decía:
14. Bienaventurados los
pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
15. Bienaventurados los
mansos, porque ellos poseerán la tierra.
16. Bienaventurados los que
lloran, porque ellos serán consolados.
17. Bienaventurados los que
han hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos.
18. Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos conseguirán misericordia.
19. Bienaventurados los
limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
20. Bienaventurados los pacíficos,
porque serán llamados hijos de Dios.
21. Bienaventurados los que
padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
22. Bienaventurados cuando
os maldijeran, y cuando os persiguiesen y vituperasen en vuestro perjuicio, a
causa de seguir al Hijo del hombre.
23. Gozaos y alegraos, que
grande es vuestra recompensa en los cielos.
24. Porque así
persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros.
Increpación de Jesús
XXIII
1.
Mas ¡ay de vosotros, ricos, que tenéis vuestro consuelo!
2. ¡Ay de vosotros los
hartos, porque seréis hambrientos!
3.
¡Ay de los que ahora reís,
porque lloraréis!
4. ¡Ay de los que sois
bendecidos, porque así hacían los padres de los hombres con los falsos
profetas!
5.
Yo os digo a vosotros lo
que oís:
Jesús llama a sus discípulos la sal de la tierra
XXIV
1.
Vosotros sois la sal de la tierra.
2.
Y si la sal se
evaporase, ¿con qué se salará?
3. Porque entonces no valdrá
más para nada, sino que será echada fuera y hollada de los hombres.
Jesús llama a sus discípulos la luz del mundo
XXV
1.
Vosotros sois la luz del mundo.
2. Y la ciudad que está
sobre el monte no se puede esconder.
3. Ni se encienda una lámpara
para ponerla bajo el almud, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos
los de la casa.
4. Ilumine así vuestra luz
a los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a nuestro
Padre, que está en los cielos.
5. No he venido a abolir la
Ley, sino a cumplirla, conforme a los profetas.
6.
Porque en verdad os
digo, que, mientras no perezcan el cielo y la tierra, ni una iota ni una tilde
perecerán de la Ley.
7.
Y esto, hasta que se
consumen todas las cosas.
8. Quien incumpliera uno de
estos mandamientos mínimos mínimo será llamado en el reino de los cielos.
9.
Mas quien los cumpliera
y enseñare será llamado grande en el reino del cielo.
10.
Y os digo que, si
vuestra justicia no es mejor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en
el reino de los cielos.
Jesús condena la ira
XXVI
1.
Oísteis que fue dicho a los antiguos: no matéis.
2. Porque aquel que matase
será culpado.
3. Mas yo os digo que
cualquiera que se airase contra su hermano será culpado en el juicio.
4.
Y quien dijese a su
hermano: Raca, será culpado en el consejo.
5. Y quien le dijese:
Necio, será castigado con el fuego de la gehenna.
Jesús habla de la ofrenda ante el altar, cuando se tiene deuda pendiente
XXVII
1.
Y cuando lleves tu oferta al altar, y recuerdes que tu hermano tiene algo contra
ti, deja tu oferta ante el altar y ve a reconciliarte primero con tu hermano.
2. Y entonces vuelve y
ofrece tu presente.
3.
Reconcíliate pronto con
tu adversario, cuando vayas con él por el camino.
4. Porque no acontezca que
el adversario te lleve al juez, y el juez al alguacil y seas puesto en prisión.
5. Que en verdad te digo
que no saldrás de allí hasta no haber pagado el último cuadrante.
Jesús condena el adulterio y la concupiscencia
XXVIII
1.
Oísteis que fue dicho a los antiguos: No adulterarás.
2. Mas yo os digo que
cualquiera que mire a una mujer con concupiscencia, ya adulteró con ella en su
corazón.
3. Y si tu ojo derecho pudiera serte causa
de escándalo, sácatelo.
4. Porque vale más que
perezca un solo miembro tuyo que no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
5. Y si tu mano derecha te
fuese causa de escándalo, córtatela, y échala fuera de ti.
6.
Porque es mejor que se
pierda uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
Jesús condena el repudio
XXIX
1.
Fue dicho también: Quienquiera que repudie a su mujer déle carta de repudio.
2.
Mas yo os digo:
Cualquiera que repudie a su mujer, no siendo por causa de fornicación, hace que
ella adultere.
3.
Y quien desposare a la
repudiada comete adulterio.
Jesús condena el perjurio y el juramento
XXX
1.
Oísteis que fue dicho a los antiguos: No perjuraréis.
2. Sino que cumplirás tus
juramentos al Señor.
3. Mas yo os digo: No juréis
nunca.
4. Ni por el cielo, que es
el trono de Dios, ni por la tierra, que es el escabel de sus pies.
5.
Ni por Jerusalén, porque
es la ciudad del gran rey.
6. Ni por tu cabeza jurarás, porque
no puedes de uno de tus cabellos blancos hacer uno negro.
7.
Y no sea vuestro hablar más
que: Sí, sí; y: No, no.
8. Porque lo que exceda de
esto malo es.
Jesús condena la ley del talión
XXXI
1.
Oísteis que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.
2. Mas yo os digo: No
resistáis al mal.
3. Y al que te golpeare la
mejilla derecha, preséntale también la otra.
4. Y al que quisiera
llevarte a juicio para quitarte tu ropa, dale también el manto.
5.
Y al que te hiciese
andar cargado durante mil pasos, acompáñalo dos mil.
6. Al que te pidiere, dale.
Y al que te tomare prestado, no se lo vuelvas a pedir.
7. Haced con los hombres lo
que quisierais que ellos hicieran con vosotros.
Jesús ordena a sus discípulos devolver bien por mal
XXXII
1.
Oísteis que se dijo a los antiguos: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.
2. Mas yo os digo: Amad a
vuestros enemigos.
3. Bendecid a los que os
odian y orad por los que os persiguen y os calumnian.
4. Para que seáis hijos de
vuestro Padre, que está en los cielos.
5. Porque él hace salir el
sol para malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos.
6. Porque si amáis a
quienes os aman, ¿qué recompensa mereceréis?
7. ¿No hacen también lo
mismo los publicanos?
8. Y si hacéis bien a los
que os hacen bien, ¿qué gracia tendréis? ¿No hacen acaso igual los
pecadores?
9. Y si prestáis a quien
os lo puede devolver, ¿qué mérito hacéis con ello?
10. Porque también los
pecadores hacen lo mismo, para recibir otro tanto.
11. ¿Qué hacéis de más
deseando salud a los que os la desean?
12. Así que habéis de
hacer el bien a vuestros enemigos y amarlos.
13. Y prestar sin esperar
nada por ello.
14. Y grande será así
vuestro galardón.
15. Porque seréis hijos
del Altísimo, que es benigno para los malos e ingratos.
16. Sed misericordiosos,
porque vuestro Padre es misericordioso.
17. Procurad ser perfectos,
como lo es vuestro Padre celestial.
Jesús exhorta a hacer limosnas recatadamente
XXXIII
1.
No hagáis vuestra justicia ante los hombres, para ser vistos por ellos.
2. Porque entonces no tendréis
gracia ante vuestro Padre, que está en los cielos.
3. Y cuando repartas
limosnas, no hagas sonar trompetas ante ti, como hacen los hipócritas en las
sinagogas y plazas.
4. Porque lo hacen para ser
honrados de los hombres.
5.
Y os digo en verdad que ya
recibirán su merecido.
6. De modo que cuando hagas
limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace tu mano derecha.
7. Para que tu limosna sea
en secreto, porque tu Padre ve en secreto, y él te recompensará.
La oración del perfecto cristiano
XXXIV
1.
Y cuando ores, que no sea como los hipócritas, que gustan de orar, en las
sinagogas y sobre los guardacantones de las calles.
2. Porque yo os aseguro que
ya tendrán su pago.
3. Tú ora en tu habitación,
y con tus puertas cerradas, y tu Padre, que ve en lo escondido, te dará pública
recompensa.
4. No seáis extensos al
orar, como los gentiles, que piensan que por más hablar serán más oídos.
5. No seáis, pues, como
ellos, porque vuestro Padre sabe, sin que se lo pidáis, lo que os es preciso.
6. Y los discípulos le
dijeron: Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.
7. Y él les dijo: Cuando
oréis, decid así:
8. Padre nuestro que estás
en los cielos.
9. Santificado sea tu
nombre.
10. Venga a nosotros tu
reino.
11. Hágase tu voluntad en
el cielo y en la tierra.
12. El pan que nos es
necesario dánoslo hoy.
13.
Y perdónanos nuestras
deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.
14.
Y no nos hagas caer en
la tentación, mas líbranos del mal.
15. Porque si perdonáis a
los hombres sus delitos, los vuestros os serán perdonados por el Padre
celestial.
16. Mas si no perdonáis a
los hombres, tampoco el Padre os perdonará a vosotros.
Jesús aconseja a sus discípulos ayunar ocultamente
XXXV
1.
Y cuando ayunéis, no lo hagáis como lo hacen los hipócritas.
2. Porque ellos demacran
sus rostros para parecer ayunantes. Y os digo que, en verdad, ya habrán de
recibir lo que merecen.
3. Mas tú, cuando ayunes,
unge tu cabeza y lava tu rostro.
4.
Para no dar a entender
que ayunas, más que a tu Padre, que está en secreto, y ve en lo escondido, y
te recompensará.
5. Vended lo que poseáis y
dad limosnas.
6.
Y creaos en el cielo los
tesoros que no se pierden.
Jesús exhorta a sus discípulos a no crearse tesoros en la tierra
XXXVI
1.
No atesoráis tesoros en este mundo, porque el óxido y la polilla los
destruyen.
2.
Cread vuestros tesoros
en el cielo, donde no hay orín ni insecto que los demunda.
3. Porque donde se
encuentre tu tesoro, estará tu corazon.
4. Tus ojos son las lámparas
de tu cuerpo. Si tus ojos son claros, todo tu cuerpo será brillante.
5. Mas si tus ojos fuesen
oscuros, todo tu cuerpo será tenebroso.
6. Conque si lo que es luz
en ti es tinieblas, ¿qué tinieblas no serán las que lo son?
Jesús dice a sus discípulos que nadie puede servir a dos señores
XXXVII
1.
Nadie puede servir a dos señores.
2. Porque amará al uno y
odiará al otro, o al uno despreciará y al otro se allegará.
3. No es posible servir a
Dios y a Mammón.
Jesús exhorta a despreciar las necesidades del vestido y del alimento
XXXVIII
1.
Y os digo, en verdad, que no os preocupáis por lo que habéis de comer o por lo
que habéis de vestir.
2. ¿No es la vida más que
la comida? ¿No es más el cuerpo que la ropa?
3. Ved los pájaros del
cielo: No siembran, ni siegan, ni almacenan.
4. Y vuestro Padre celeste
los alimenta. ¿No sois vosotros mejores que ellos?
5. ¿Quién de vosotros
podrá, por más que se atormente, añadir un solo codo a su estatura?
6. ¿Por el vestido os
desveláis? Ved los lirios del campo.
7.
Ellos crecen y no
trabajan ni hilan.
8.
Y os digo que ni aun
Salomón, con toda su gloria, fue vestido como ellos.
9. Y si Dios hace esto con
las plantas del campo, que están destinadas al horno, ¿qué no hará con
vosotros?
10. No tengáis, pues,
cuidado, y digáis: ¿Qué comeremos, y qué beberemos, y qué haremos?
11.
Porque esto todos lo
preguntan, y nuestro Padre sabe lo que vosotros necesitáis.
12. Mas buscad el reino de
Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura.
13. No os afanáis, pues,
por el día de mañana.
14. Porque el día de mañana
traerá su fatiga. Basta a cada día su propio afán.
Jesús aconseja a sus discípulos no condenar para no ser condenados
XXXIX
1.
No juzguéis, para no ser juzgados.
2. Porque así como juzguéis,
os juzgarán.
3. No condenáis y no se os
condenará.
4. Perdonad y seréis
perdonados.
5. Dad y se os dará. Medid
bien y bien os medirán.
6. ¿Por qué miras la paja
en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo?
7. ¿Y cómo, hipócrita,
dirás a tu hermano: Deja que te quite la paja de tu ojo, si no ves la viga en
el tuyo?
8. Quita primero la viga de
tu ojo, y entonces serás bastante para sacar la paja del ojo de tu hermano.
9. No echáis lo santo a
los perros, ni las margaritas a los puercos, para que no las huellen y vuelvan y
os destruyan.
Jesús habla de la puerta estrecha y de la puerta ancha
XL
1.
En verdad os digo: Pedid y recibiréis, llamad y se os abrirá.
2. Porque el que pide recibe, y el que busca halla, y al
que llama se le abrirá.
3. ¿Quién de vosotros, si
vuestro hijo os pidiera pan, le dará una piedra?
4. ¿Y si le piedese un pez
le dará una serpiente?
5.
Pues si vosotros, que sois
malos, hacéis buenas dádivas a vuestros hijos, ¿qué no hará vuestro Padre
que está en los cielos?
6. ¿No dará buenas dádivas
a quienes se las piden?
7. Haced, pues, a los
hombres lo que queráis que hagan con vosotros.
8. Porque así lo
dispusieron la ley y los profetas.
9. Entrad por la puerta
angosta, porque ancha es la puerta y ancho el camino que lleva a la perdición.
10. Y los que los siguen
son muchos.
Jesús da consejos contra los falsos profetas
XLI
1.
Guardaos de los falsos profetas.
2. Porque se os acercarán
vestidos de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces.
3. Y por sus frutos los
conoceréis. Porque no es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el
que da buen fruto.
4. El hombre bueno del
tesoro de su corazón saca el bien.
5. Y el hombre malo del mal
tesoro de su corazón saca el mal, porque de su abundancia habla su boca.
6. Todo árbol que no
ofrece buenos frutos se corta y se echa al fuego.
7. Conque así, por sus
obras los conoceréis.
Jesús anuncia que no todo el que clama: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos
XLII
1.
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos.
2.
Sino el que cumpliese la
voluntad de mi Padre, que está en los cielos.
3. Porque muchos me dirán
en aquel día: Señor, Señor.
4. ¿No profetizamos en tu
nombre, e hicimos milagros y lanzamos demonios?
5.
Y entonces les diré que
nunca los conocí.
6. Apartaos de mí,
hacedores de iniquidades.
Parábola del hombre que edificó sobre arena
XLIII
1.
A todo el que me oye y cumple lo que digo, lo compararé a un hombre prudente,
que edificó su casa sobre roca.
2.
Y cayó lluvia, y
vinieron riadas, y vientos, y la casa no cedió, porque estaba cimentada sobre
piedra.
3. Y al que me oye y no me
cumple, lo compararé a un hombre necio, que edificó su casa sobre arena.
4. Y vinieron lluvias, y
vientos, y riadas, y la casa cedió, con gran ruina.
5. Y cuando Jesús acabó
de decir estas palabras, las gentes se admiraban de su doctrina.
6. Porque adoctrinaba al
modo de quien tiene potestad, y no como los escribas y los fariseos.
Jesús da potestad a sus doce discípulos para expulsar demonios y para curar enfermedades
XLIV
1.
Y muchas gentes enfermas vinieron a él.
2. Y convocó a sus doce
discípulos y les dio potestad para lanzar demonios.
3. Y para curar toda
enfermedad y toda dolencia.
4. Y los envió a predicar
el reino de Dios y les dijo: No iréis por el camino de los gentiles.
5.
Y no vayáis a ciudad de
samaritanos, sino recoged las ovejas descarriadas del pueblo de Israel.
6. Predicad y decid: El
reino de los cielos se aproxima.
7. Curad enfermos,
purificad leprosos, resucitad muertos, echad demonios.
8. Y pues de gracia recibís
el don, dadlo de gracia.
9.
No recojáis oro ni otro
metal en vuestras bolsas.
10. Ni llevéis alforjas,
ni dos túnicas, ni bordón.
11. Porque el que trabaja
merece su alimento.
12. En cualquier ciudad o
aldea en que entraseis, averiguad quién hay digno en ella, y permaneced en su
casa.
13. Curad los enfermos que
haya allí.
14. Y entrando, saludad,
diciendo: Paz sea con vosotros.
15. Y si los de la casa
fuesen dignos, vuestra paz será con ellos.
16. Mas si no fuesen
dignos, la paz volverá a vosotros.
17. Y donde no os
recibiesen, ni oyesen vuestras palabras, salid de allí.
18. Y sacudid el polvo de
vuestros pies en testimonio.
19. Porque os digo en
verdad que el día del juicio el castigo será más pesado para ellos que para
los de Sodoma y Gomorra.
20. He aquí que os envío
como a ovejas entre lobos.
21. Sed prudentes como
serpientes y sencillos como palomas.
22. Precaveos de los
hombres, porque os juzgarán en sus consejos y os azotarán en sus sinagogas.
23. Y aun os llevarán los
gentiles ante reyes como testimonio, por mi causa.
24. Mas cuando os lleven a
las sinagogas y ante magistrados y autoridades, no os angustiéis por lo que habéis
de decir.
25. Porque en aquel momento
os será comunicado lo que debéis hablar.
26. Y no hablaréis
vosotros, sino el Espíritu de vuestro Padre, que estará en vosotros.
27.
Y el hermano entregará
al hermano a la muerte, y el padre al hijo.
28. Y los hijos es rebelarán
contra los padres y los harán morir.
29. Y todos os odiarán por
causa mia.
30. Mas quien persevere
hasta el fin será salvado.
31. Y cuando os persiguiera
en aquesta ciudad, huid a estotra.
32. Porque os digo en
verdad que no acabaréis todas las ciudades de Israel, que no venga el Hijo del
hombre.
33. El discípulo no es más
que su maestro, ni más el siervo que su señor.
34. Basta al discípulo
imitar a su maestro y al siervo imitar a su señor.
35. Si al padre de la
familia llamaron Belcebú, ¿cómo no han de llamar a los de su casa?
36. No los temáis, pues.
Porque nada hay oculto que no haya de ser rebelado.
37. Lo que os digo en
tinieblas, decidlo en plena luz, y lo que oís al oído predicadlo desde las
azoteas.
38. Porque yo os digo,
amigos míos: No temáis a quienes matan los cuerpos.
39. Porque no pueden matar
las almas.
40. Mas temed a quien puede
perder las almas y los cuerpos en la gehenna.
41. Dos pájaros pueden
venderse por un cuarto. Y sin embargo, ni uno cae a tierra sin la voluntad de
vuestro Padre.
42. Porque hasta vuestros
cabellos están contados. No temáis, pues, porque más valéis vosotros que los
pájaros.
43. A todo el que se me
confiese ante los hombres, yo lo confesaré ante mi Padre, que está en los
cielos, y ante sus ángeles.
44. Y al que me negare ante
los hombres, en esta generación adúltera y pecadora.
45.
Yo lo negaré ante mi
Padre, que está en los cielos y ante sus ángeles.
46. Y el Hijo del hombre lo
confundirá, cuando venga en la gloria de su Padre con sus ángeles.
47. Porque no he venido a
poner paz en la tierra, sino espada.
48. Y dividiré los hombres
y las casas.
49. He venido a hacer a los
hombres enemigos de sus padres, y a las hijas enemigas de sus madres.
50.
Y a las nueras
de sus suegras, y a los hombres de sus casas.
51. Quien ama a sus padres
más que a mí no es digno de mí.
52.
Y quien no carga con su
cruz y me sigue no es digno de mí, ni puede ser mi discípulo.
53. Quien ganare su vkja la
perderá, y quien la perdiese por mi causa la recuperara.
54. Quien a vosotros os
recibe a mí me recibe.
55. Y quien me recibe
recibe al que me envió.
56. El que recibe profeta
en nombre de profeta la gracia de profeta recibirá.
57. Y el que recibe justo
en nombre de justo gracia de justo obtendrá.
58. Y quienquiera que a uno
de estos minúsculos diese un solo vaso de agua fría os digo que no dejará de
ser recompensado.
59. Y cuando Jesús hubo
adoctrinado así a sus discípulos, se fue a predicar y a enseñar en las
ciudades.
60. Y sus discípulos
predicaban, y obraban penitencias, y expulsaban demonios, y ungían, y sanaban.
Conversión del agua en vino en las bodas de Caná en Galilea
XLV
1.
Y al tercer día, celebrábanse unas bodas en Caná de Galilea.
2. Y la madre de Jesús
estaba allí.
3. Y Jesús y sus discípulos
fueron convidados también a la boda.
4. Y como faltaba vino, la
madre de Jesús llegó y le dijo: No tienen vino.
5. Y dijo Jesús: ¿A qué
vienes, mujer? Aún no ha llegado mi hora.
6. Y su madre dijo a los
sirvientes: Haced lo que él os mande.
7. Y había allí seis
recipientes de piedra para agua, según la costumbre de purificación de los judíos.
8.
Y hacían cada uno como
tres cántaros. Y les dijo Jesús: Llenadlos de agua.
9.
Y llenáronlos hasta
arriba, y dijo Jesús: Llevadlos al que dirige los servicios.
10. Y éste gustó el agua,
que estaba vuelta en vino, y no sabía de dónde era, aunque sí los sirvientes.
11. Y llamó al esposo, y
le dijo: Todos dan el buen vino primero, para dar el peor cuando los asistentes
están embriagados.
12. Mas tú has guardado el
buen vino hasta ahora.
13.
Y así manifestó
primero su gloria Jesús en Caná de Galilea.
Jesús cura a un leproso
XLVI
1.
Y cuando descendió Jesús del monte, muchas gentes lo seguían.
2. Y un leproso se llegó,
y se arrodilló, y le dijo: Señor, si tú quieres, puedes purificarme.
3. Y Jesús dijo: Quiero, sé
puro.
4. Y la lepra se fue de él
y quedó limpio.
5.
Y Jesús dijo: No
cuentes esto a nadie, mas muéstrate a los sacerdotes, y ofrenda lo que Moisés
preceptúa, en testimonio.
6.
Mas cuando marchó,
comenzó a publicar y divulgar el hecho, de modo que Jesús no podía entrar
abiertamente en la ciudad.
7.
Sino que había de estar
en lugares desiertos, pero de todas partes venían a él.
Jesús cura al siervo del centurión
XLVII
1.
Y entróse en Capernaum, y un centurión se llegó y le rogó, diciendo:
2. Señor, un siervo mío
yace en casa paralítico.
3. Y dijo Jesús: Yo iré y
lo curará.
4. Y contestó el centurión:
Señor, yo no soy digno de que tú entres bajo mi techo.
5. Sino que basta tu
palabra para que mi siervo sea curado.
6. Porque, aunque yo soy un
hombre de poca autoridad, basta mi palabra para que mis soldados obedezcan.
7.
Y si digo: Id, van, y si
digo: Venid, vienen. Y si digo: Haced, hacen.
8. Y Jesús lo oyó
admirado, y dijo: Declaro en verdad que no he visto tanta fe en Israel.
9. Y digo que vendrán
muchos de oriente y de occidente, y se sentarán con Abraham, e Isaac, y Jacob,
en el reino de los cielos.
10.
Y quienes son hijos del
reino serán arrojados a las tinieblas exteriores, y allí será el llorar y el
rechinar de dientes.
11. Y dijo Jesús al
centurión: Vete, y será hecho, puesto que tú has creído.
12.
Y el centurión volvió
a su casa, y su siervo fue curado.
Jesús cura de fiebre a la suegra de Pedro
XLVIII
1.
Y yendo Jesús a casa de Pedro, vio a su suegra que yacía con fiebre.
2. Y él extendió su mano
y la fiebre desapareció.
3. Y ella se levantó y los
atendía.
Jesús resucita a un difunto
XLIX
1.
Y después de esto, bajó a la ciudad de Naim.
2. E iban con él sus discípulos
y gran muchedumbre.
3. Y cerca de la puerta de
la ciudad hallaron un difunto que sacaban afuera.
4. Y era hijo único de su
madre, que era viuda, y con ella venía mucha gente de la ciudad.
5. Y el Señor, cuando la
vio, tuvo misericordia y le dijo: No llores.
6.
Y se acercó al ataúd y se
pararon los que lo portaban.
7. Y dijo: Mancebo, levántate.
8. Y se levantó el que había
muerto, y principió a hablar.
9. Y todos tuvieron gran
temor, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta ha surgido entre
nosotros, y Dios ha visitado a su pueblo.
10. Y la fama de esto corrió
por toda Judea y por las comarcas cercanas.
Jesús cura a los enfermos para que se cumpla la profecía de Isaías
L
1.
Y cuando fue de tarde, le trajeron muchos endemoniados.
2. Y arrojó a los demonios
con su palabra y sanó a los enfermos.
3. Para que se cumpliese lo
que profetizó Isaías:
4. Él recibió nuestras
enfermedades y tomó nuestras dolencias.
5.
Y viendo Jesús muchas
gentes en torno suyo, mandó ir al otro lado.
Un escriba se acerca a Cristo
LI
1.
Y un escriba se acercó y le dijo: Maestro, te seguiré adonde fueres.
2. Y dijo Jesús: Las
zorras tienen cubiles y los pájaros del cielo nidos.
3. Mas el Hijo del hombre
no tiene ni aun donde reclinar su cabeza.
4.
Y dijo a los demás:
Seguidme.
5.
Y uno le contestó: Señor,
permíteme primero ir a enterrar a mi padre.
6. Y contestó Jesús:
Seguidme, y dejad que los muertos entierren a sus muertos.
7. Y otro le dijo: Señor,
te seguiré si antes me permites renunciar a lo que hay en mi casa.
8.
Y Jesús dijo: Ninguno
que tome el arado y retroceda sirve para el reino de Dios.
Jesús manda a las olas y a la tempestad
LII
1.
Y entró en una barca y sus discípulos lo siguieron.
2. Y se hizo en el mar un
gran movimiento y las olas anegaron el navío.
3. Mas él dormía. Y sus
discípulos lo despertaron.
4. Diciéndole: Señor, sálvanos,
que perecemos.
5. Y él les dijo: ¿Por qué
temáis, hombres de poca fe?
6. Y levantándose,
mandó al mar y a los vientos.
7. Y cesaron los vientos, y el mar se
tranquilizó.
8.
Y los hombres se
admiraron, y decían: ¿Quién es éste a quien obedecen el mar y el viento?
Jesús hace entrar a los demonios en una manada de puercos
LIII
1. Y
llegaron a la ribera opuesta de Galilea, que es el país de los gergesenos.
2. Y cuando salieron a
tierra, les vinieron al encuentro dos endemoniados, que llegaban de los
sepulcros.
3. Y tenían un aspecto
espantoso y nadie podía ir por aquel camino.
4.
Y estaban endemoniados
hacía mucho tiempo.
5.
Y no tenían casa, ni
ropa, sino que andaban por los sepulcros.
6. Y nadie los podía atar,
ni aun con cadenas.
7. Porque muchas veces habían
sido encadenados y puestos en grillos.
8. Mas ellos rompían
grillos y cadenas y nadie los podía domar.
9. Y día y noche andaban
por los sepulcros, e iban por los montes dando gritos, e hiriéndose con las
piedras.
10.
Y viendo a Jesús
de lejos, corrieron y lo adoraron.
11. Y dando una gran voz,
dijeron: ¿Qué tenemos contigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo?
12. ¿Has venido a
atormentarnos antes de tiempo?
13. Y Jesús dijo: Espíritus
inmundos, salid de estos hombres. ¿Qué nombres tenéis?
14. Y contestaron: Legión.
15. Porque habían entrado
en ellos muchos demonios.
16. Y le rogaron que no los
echase de aquella comarca, para no caer en el abismo.
17. Mas cerca de allí había
muchos puercos pastando.
18. Y los demonios dijeron:
Si nos expulsas, permítenos ir a esos puercos.
19. Y Jesús les dijo: Id.
20. Y ellos salieron y
entraron en los puercos, y con gran ímpetu se precipitaron en el mar.
21. Y en el mar se ahogaron
unos dos mil. Y los que guardaban los puercos huyeron.
22. Y fueron a la ciudad, y
contaron lo que había ocurrido con los demonios en el campo.
23. Y salieron los
ciudadanos, y fueron a ver qué era lo que había hecho Jesús.
24. Y llegaron, y vieron a
los que habían estado poseídos, sentados y vestidos, y en su juicio cabal, y
temieron.
25. Y le rogaron que
saliese de su territorio.
26. Y cuando Jesús entraba
en la embarcación, los que habían estado poseídos le rogaron que los dejase
ir con él.
27. Mas él no lo permitió,
y les dijo:
28. Id a vuestra casa, con
los vuestros.
29. Y contad lo que ha
hecho el Señor con vosotros, y la misericordia que ha tenido.
30. Y se fueron a Decápolis,
y empezaron a pregonar lo que Jesús había hecho, y los hombres se admiraban.
31. Y Jesús cruzó las
olas, y se fue a su ciudad.
Curación de un paralítico
LIV
1. Y he
aquí que trajeron en una cama a un paralítico.
2. Y querían ponerlo ante
Jesús.
3. Mas no podían, por la
gente que lo rodeaba.
4. Y subieron a un tejado,
y descubrieron las tejas, y por allí bajaron el lecho del paralítico hasta Jesús.
5. Y viendo Jesús su fe,
dijo al paralítico: Confía, hijo.
6. Porque tus pecados te
son perdonados.
7.
Y los escribas y
fariseos comenzaron a pensar: Éste dice blasfemias.
8. ¿Porque quién más que
Dios puede perdonar los pecados?
9. Mas Jesús conoció sus
pensamientos.
10. Y contestando a ellos,
dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?
11. ¿Qué es más fácil
de decir: Tus pecados te son perdonados, o: Levántate y anda?
12. Y para que veáis que el Hijo
del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar los pecados, digo al paralítico:
13. Levántate, toma tu
lecho, y vete a tu casa.
14. Y el paralítico se
levantó, y tomó el lecho, y se fue a su casa, glorificando a Dios.
15. Y todos fueron
maravillados, y glorificaban a Dios.
16. Y sentían gran temor,
y decían: Gran milagro vimos hoy.
17.
Y alababan a Dios, que
tal potestad dio a los hombres.
Jesús cura a un ausente
LV
1. Y después
de esto vino a Caná de Galilea.
2. Y era allí donde había
convertido el agua en vino.
3. Y estaba allí un régulo,
cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaum.
4. Y oyó que Jesús había venido de
Judea a Galilea.
5.
Y fue a él, y le rogó
que bajase y sanase a su hijo, porque estaba en la agonía.
6. Y dijo Jesús: Si no
veis signos y prodigios, no creéis.
7.
Y el régulo le dijo: Señor,
ven antes que mi hijo muera.
8.
Y Jesús le dijo: Vete.
9. Porque tu hijo vive.
10. Y el hombre creyó en
la palabra de Jesús, y se fue.
11. Y cuando llegaba, sus
siervos llegaron a él, y le dijeron: Tu hijo vive.
12.
Y él preguntó a qué
hora se puso mejor.
13.
Y le dijeron: Ayer, a
la hora séptima, remitió la fiebre.
14.
Y el padre comprobó
que era aquella la hora en que Jesús le dijo: Tu hijo vive.
15.
Y creyó él y todos
los de su casa.
Jesús convive con Leví y es criticado por los escribas y los fariseos
LVI
1. Y vino
Jesús y convivió con Leví en su casa.
2. Y estando sentado a su
mesa, vinieron muchos publicanos y pecadores.
3. Y comían y bebían con
Jesús y con sus discípulos.
4. Porque eran muchos los
que lo seguían.
5. Y viendo los escribas y
fariseos que comía y bebía con pecadores y publicanos, dijeron a sus discípulos:
6. ¿Cómo es que vuestro
maestro bebe y come con pecadores y con publicanos?
7.
Y Jesús oyó, y dijo:
No necesitan médico los sanos, sino los enfermos.
8. Misericordia quiero y no
sacrificio.
9. Porque no he venido a
llamar a los justos, sino a los pecadores.
10.
Y ellos le dijeron: Los
discípulos ayunaban y hacían oblaciones, como los fariseos.
11. ¿Cómo es que tus discípulos
no ayunan?
12. Y dijo Jesús: ¿Pueden
los convidados a una boda, cuando el esposo está con ellos, ayunar?
13. No pueden ayunar
mientras el esposo está con ellos.
14. Mas ya vendrán días
en que no esté el esposo, y ayunarán.
15. Y les hizo esta otra
comparación:
16. Nadie remienda ropa
vieja con paño nuevo.
17. Porque el remiendo
tiraría de lo viejo y sería mayor la rotura.
18. Nadie pone vino nuevo
en odres viejos.
19. Porque el vino nuevo
rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden.
20. Mas el vino nuevo en
odres nuevos ha de guardarse.
Los fariseos piden a Cristo un signo de su poder
LVII
1. Y los
escribas y fariseos le contestaron diciendo:
2. Maestro, queremos ver un signo tuyo.
3. Y él respondió, y les
dijo: Mala y adulterina es la generación que pide señal.
4. Mas no le será dado
otro signo, sino el del profeta Jonás.
5.
Porque así como Jonás
estuvo en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el
Hijo del hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra.
6.
Y los hombres de Nínive
se levantarán en el día del juicio, y condenarán a esta generación.
7. Porque ellos se
arrepintieron cuando les predicó Jonás.
8. Y he aquí a quien es más
que Jonás.
9. La reina del Sur se
levantará en el día del juicio y condenará a esta generación.
10. Porque vino del confín
de la tierra para oír la sabiduría de Salomón.
11. Y aquí hay quien es más
que Salomón.
12. Cuando el espíritu
inmundo sale del hombre, anda por sitios secos, buscando reposo, y no lo halla.
13. Y dice: Me volveré a
mi casa, de la que salí.
14. Y vuelve, y la halla
vacante, barrida y adornada.
15. Y entonces toma otros
siete espíritus aún peores, y entran, y habitan allí.
16. Y las cosas últimas
del hombre son peores que las primeras, y así ha de ocurrir a esta generación
perversa.
Una mujer ataba, entre la muchedumbre, el vientre que llevó a Jesús
LVIII
1. Y
cuando esto hubo sido dicho, una mujer dio voces entre la gente.
2. Y decía: Bendito sea el
vientre que te llevó, y los pechos en que mamaste.
3. Y él contestó:
Benditos más bien los que oyen la palabra de Dios, y la cumplen.
Anuncian a Jesús que su madre y sus hermanos lo quieren ver
LIX
1. Y
cuando estaba hablando a las gentes, su madre y sus hermanos estaban fuera, y le
querían hablar.
2. Y uno le dijo: Ahí están
tu madre y tus hermanos, y quieren verte.
3. Y él contestó: ¿Quiénes
son mi madre y mis hermanos?
4.
Y extendiendo la mano
hacia sus discípulos, dijo: Éstos son mi madre y mis hermanos.
5.
Porque todo el que hiciese
la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, y mi hermano, y mi hermana, y
mi madre.
Jesús cura a una mujer de un flujo de sangre y resucita a la hija de Jairo, príncipe de la Sinagoga
LX
1. Y,
cuando hubo hablado así, vino un príncipe de la sinagoga, que se llamaba Saivo.
2. Y lo adoró, y le dijo:
Mi hija va a morir.
3. Ven y pon las manos
sobre ella, y sanará.
4. Y Jesús salió con él
y con sus discípulos.
5. Y he aquí que vino una
mujer que padecía un flujo de sangre hacía doce años.
6. Y había ido a muchos médicos,
y ninguno la podía curar.
7. Sino que había gastado
cuanto tenía y cada vez estaba peor.
8.
Y llegó por detrás de
Jesús y tocó su vestido.
9. Porque decía: Con sólo
tocar su vestido seré sanada.
10. Y el flujo de sangre se
secó y sintió en su cuerpo que estaba libre de aquella plaga.
11. Y Jesús sintió la
virtud que había salido de él.
12. Y dijo: ¿Quién me ha
tocado?
13. Y todos lo negaron, y
Pedro dijo: Maestro, la turba te oprime, y tú preguntas: ¿Quién me ha tocado?
14. Y Jesús contestó:
Alguien me ha tocado.
15. Porque he sentido salir
fuerza de mi.
16.
Y miraba alrededor para
ver quién había sido.
17. Y entonces la mujer,
temiendo, se puso a sus pies, y dijo lo que había hecho, y que había sido
sanada.
18. Y él le dijo: Hija, tu
fe te ha salvado. Vete en paz, y queda sana de tu dolencia.
19. Aún estaba hablando,
cuando vinieron al príncipe de la sinagoga y le dijeron: Tu hija ha muerto ya;
no molestes más al maestro.
20.
Y Jesús, oyendo esto,
dijo al príncipe de la sinagoga: No temas.
21. Sino cree, y será
salvada.
22. Y no permitió que
fuesen con él más que Pedro, y Jacobo, y Juan, hermano de Jacobo.
23. Y llegó a casa del príncipe de la
sinagoga, y vio allí que estaban llorando y gimiendo.
24. Y entrando les dijo: ¿Por
qué lloráis?
25. La muchacha no ha
muerto, sino duerme.
26. Y ellos se reían,
diciendo que sí estaba muerta.
27. Y él hizo salir a
todos, y sólo dejó al padre y a la madre de la muchacha, y a los que estaban
con él.
28. Y entró donde estaba
la muchacha, y dijo: Talitha, cuni, que quiere decir: Muchacha, levántate.
29. Y la muchacha resucitó
y anduvo. Y tenía doce años.
30.
Y todos sintieron el más
grande asombro; mas él les encargó que nadie lo supiese. Y pidió de comer.
Jesús cura a dos ciegos
LXI
1. Y dos
ciegos llegáronse a Jesús, y clamaban, diciendo:
2. Señor misericordioso,
hijo de David.
3. Y Jesús les dijo: ¿Creéis
que puedo haceros ver?
4. Y ellos dijeron:
Creemos, Señor.
5. Y él los tocó,
diciendo: Hágase lo que creéis.
6.
Y sus ojos fueron
abiertos.
7. Y Jesús les dijo: Ved
de no decir esto.
8. Mas ellos lo publicaron
por todas partes.
9. Y le presentaron a un
mudo, que estaba poseído de un demonio.
10.
Y arrojó al demonio
que estaba alojado en el mudo.
11. Y la gente se admiró,
y decía: Nunca se vio esto en Israel.
12. Sin duda que éste es
hijo de David.
Los fariseos acusan a Jesús de estar poseído del diablo
LXII
1. Mas
los fariseos decían: Por Belcebú, príncipe de los demonios, echa fuera los
demonios.
2. Mas él los entendió, y
les dijo: Si algún reino está dividido, no puede subsistir.
3. Y si Satanás se
dividiese contra sí mismo, no podría subsistir.
4. Nadie puede saquear al
valiente entrando en su casa, a no ser que antes ate al valiente y entonces
entre en su casa.
5. Quien no está conmigo
está contra mi.
6.
Y yo os digo que todos
los pecados y blasfemias les serán perdonados a los hombres.
7.
Mas no las blasfemias
contra el Espíritu Santo.
8.
Y será perdonado quien
blasfeme contra el Hijo del hombre.
9. Mas quien blasfeme
contra el Espíritu Santo no será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro.
10. O haced bueno el árbol
y buenos los frutos, o haced malo el árbol y malos los frutos.
11. Porque por los frutos
conoceréis el árbol.
12. Generación de víboras,
¿cómo podéis hablar bien, si sois malos?
13.
Porque de la abundancia
del corazón habla la boca.
14.
El hombre bueno
aprovecha bien el buen tesoro.
15. Mas el hombre malo usa
mal el mal tesoro.
16. Porque os digo en
verdad que de toda palabra inútil que hablen los hombres les será exigida
cuenta en el día del juicio.
17.
Y tus palabras te
justificarán o tus palabras te condenarán.
Marta recibe a Jesús en su casa
LVIII
1.
Y entró en una aldea, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa.
2. Y tenía una hermana
llamada María.
3.
Y María se sentaba a
los pies de Jesús, y oía su palabra.
4. Y Marta, mientras tanto,
se ocupaba en muchas faenas.
5.
Y vino y dijo: Señor,
¿no ves cómo mi hermana me deja servir sola? Dile, pues, que me ayude.
6. Y dijo el Señor: Marta,
muy ocupada estás, y con tus muchos quehaceres estás turbada.
7. Mas una cosa sola es
necesaria, y María eligió la parte que no le será quitada.
Juan, desde la cárcel, envía emisarios a Jesús
LXIV
1.
Y Juan, estando en la cárcel, oyó los milagros que hacía Jesús.
2.
Y le envió dos de sus
discípulos, diciendo: ¿Eres tú el que había de venir?
3. ¿O hemos de esperar a
otro?
4. Porque curaba muchos
enfermos, y daba vista a los ciegos, y expulsaba espíritus malos.
5. Y él contestando les
dijo: Decid a Juan lo que veis y oís.
6. Los ciegos ven, los
cojos andan, los leprosos son limpios, los sordos oyen.
7. Y los muertos son
resucitados, y les es anunciado a los pobres el Evangelio.
8. Y bienaventurado es el
que no se escandaliza de mí.
9. Y cuando se fueron, Jesús
empezó a hablar de Juan a las gentes:
10.
¿Qué fuisteis a ver
al desierto? ¿Una caña que el viento agita?
11.
¿Qué fuisteis a ver?
¿Un hombre lujosamente vestido?
12. Mas los que llevan
vestidos preciosos están en casa de los reyes.
13. ¿Qué salisteis a ver?
¿Un profeta?
14. Pues yo os digo que más
que un profeta.
15. Porque de éste es de
quien está escrito: Yo envío ante ti mi mensajero, que preparará tu camino.
16. En verdad os digo que
entre los nacidos de mujer no hubo otro mayor que Juan el Bautista.
17. Mas el que es el menor
en el reino de los cielos, es mayor que él.
18. Desde el tiempo de Juan
el Bautista hasta ahora, al reino de los cielos se hace fuerza, y los violentos
lo arrebatan.
19. Porque todos los
profetas, y la Ley, hasta Juan, profetizaron.
20. Si queréis recibir, éste
es Elías, el que había de venir.
21. Y quien tenga oídos
que oiga.
22. Mas, ¿a qué compararé
esta generación?
23.
Semejantes son a niños
que se sientan en las plazas.
24.
Y gritan a sus compañeros:
Os tocamos la flauta, y no danzasteis. Os plañimos, y no os lamentasteis.
25.
Vino Juan, que no comía
ni bebía, y dijeron: Tiene demonio.
26. Mas vino el Hijo del
hombre que come y bebe.
27. Y dicen: He aquí un
hombre glotón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores.
28. Mas la sabiduría está
justificada por sus hijos.
Jesús increpa a las ciudades en que había hecho milagros
LXV
1. Y
entonces empezó a reprender a las ciudades en que había hecho milagros.
2.
Porque no se había
arrepentido. Y decía:
3. ¡Ay de ti, Chorazaim!
¡Ay de ti, Bethsaida!
4. Porque si en Tiro y Sidón
se hubieran hecho los prodigios que se han hecho en vosotras, cilicios y ceniza
hubieran hecho penitencia.
5. Os digo en verdad que
Tiro y Sidón serán más perdonadas, en el día del juicio, quevosotras.
6. Y tú, Cafarnaum, que
hasta el cielo fuiste exaltada, ¿hasta qué infierno serás descendida?
7. Porque si en Sodoma se
hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, hubiera permanecido hasta
ahora.
8. Digo, en verdad, que la
tierra de los sodomitas será más perdonada, en el día del juicio, que tú.
Jesús elige otros setenta y dos discípulos
LXVII
1. Y
el Señor eligió otros setenta y dos discípulos.
2. Y los enviaba delante de
sí, de dos en dos, a toda ciudad o lugar a que había de ir.
3. Y les decía: Quien os
oye me oye. Quien os recibe me recibe.
4. Y aquel que os rechaza
me rechaza.
5. Y volvieron con júbilo,
diciendo: Señor, hemos expulsado demonios en nombre tuyo.
6. Y él les dijo: Yo veía
a Satán como un rayo cayendo del cielo.
7. Yo os doy potestad de
pisar las serpientes y los escorpiones.
8. Y sobre todas las
fuerzas del enemigo, sin que nada os dañe.
9. No os gocéis con que
los espíritus os estén sometidos.
10. Antes regocijaos de que
vuestro nombre esté escrito en el reino de los cielos.
11.
Y en esta hora se exaltó
el Espíritu Santo. Y dijo:
12. Yo te alabo, Padre y Señor
del cielo y de la tierra.
13.
Porque escondiste estas
cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los ignorantes.
14. Porque así, Padre, te
plugo.
15. Todo me es entregado de
mi Padre.
16.
Y nadie sabe quién es
el Hijo, más que el Padre.
17. Ni quién es el Padre,
más que el Hijo.
18. Y aquel a quien el Hijo
se lo quisiese revelar.
19.
Y se volvió a sus discípulos
y les dijo:
20. Venid a mí todos los
que trabajáis y yo os aliviará.
21. Tomad mi yugo sobre
vuestras almas con corazón humilde.
22. Porque mi yugo es leve.
23. Y quien venga a mí, y no haya
dejado a sus padres y a sus hijos y a sus hermanos, no puede ser mi discípulo.
24.
Porque quien no cargue
con su cruz y me siga no puede ser mi discípulo.
25. Y el que no renuncie a
cuanto posee no puede ser mi discípulo.
Los fariseos reprenden a los discípulos de Jesús
LXVIII
1. Y
un sábado, pasando Jesús por un campo sembrado, sus discípulos arrancaban
espigas y las comían, frotándolas con las manos.
2.
Y algunos fariseos les
dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito en sábado?
3. Y Jesús les contestó:
¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y los que lo acompañaban
tuvieron hambre?
4. Porque entró en la casa
de Dios y tomó los panes de la proposición.
5. Y él y los que lo
acompañaban comieron lo que sólo era lícito comer a los sacerdotes.
6.
Y les dijo: El Hijo del
hombre es Señor del sábado.
7. ¿No habéis leído en
la Ley que los sábados en el templo los sacerdotes profanan el sábado y no
tienen delito?
8. Pues yo os digo que algo
mayor que el templo está aquí.
9. El sábado se ha hecho
para el hombre y no el hombre para el sábado.
Jesús cura en sábado, en la Sinagoga, a un hombre que tenía una mano seca
LXIX
1. Y
otro sábado entró en la sinagoga y enseñaba.
2. Y había allí un hombre
que tenía seca la mano derecha.
3.
Y los escribas y
fariseos miraban a Jesús.
4. Por ver si curaba en sábado
y poder acusarlo.
5. Mas Jesús conoció lo
que maquinaban y dijo al hombre que tenía la mano seca:
6. Levántate y sal aquí
en medio. Y él lo hizo.
7. Y Jesús dijo: Yo os
pregunto: ¿Es lícito en sábado hacer el bien o hacer el mal?
8. ¿Salvar una vida o
perderla?
9. Y miró a todos y dijo
al hombre: Extiende tu mano.
10. Y él la extendió y su
mano quedó curada.
11.
Y Jesús dijo a los
fariseos: ¿Qué hombre de vosotros, que tenga una oveja, y en sábado le cayera
en un pozo, no la sacará? ¿No es mejor un hombre que una oveja?
12.
Lícito es, en sábado,
hacer el bien.
13. Y ellos tuvieron gran
ira, y dialogaban sobre lo que podrían hacer con Jesús.
14.
Y Jesús lo sabía y se
apartó de allí.
15. Y lo seguían muchos y
los curaba.
16.
Y les decía que no lo
relatasen.
17. Para que se cumpliese
lo que profetizó Isaías, cuando dijo:
18. He aquí mi siervo
predilecto, el que he escogido, para que en él se recree mi espíritu.
19. Él anunciará el
juicio a los gentiles.
20. Mas no discutirá, ni
clamará, ni se oirá por las calles su voz.
21. La caña cascada no
quebrará y el pabilo humeante no apagará.
22. Hasta que no salga con
victoria del juicio.
23. Y en su nombre tendrán
esperanza las gentes.
Jesús sube al monte a hacer oración
LXX
1. Y
cuando Jesús hubo dicho esto, fue a orar al monte.
2. Y toda la noche estuvo
elevando oraciones a Dios.
3. Y cuando lo hubo
efectuado, llamó a sus discípulos.
4.
Y saliendo de casa,
fueron junto al mar.
5.
Y había congregadas
muchas gentes. Y Jesús entró en una barca, y les habló en parábola,
diciendo:
Parábola del sembrador
LXXI
1.
He
aquí que el sembrador salió a sembrar.
2.
Y parte de la simiente
cayó en el sendero y fue pisada.
3. Y las aves del cielo
vinieron y la devoraron.
4.
Y otra parte cayó en
sitios pedregosos, donde había poca tierra.
5. Y ésta brotó en
seguida, por la poca profundidad que tenía de tierra.
6. Más salió el sol y se
agosté, porque no tenía raíz.
7. Y otra parte cayó entre
espinos y los espinos la ahogaron:
8. Mas otra parte cayó en
buena tierra.
9. Y dio fruto, al ciento
por uno, y al sesenta por uno, y al treinta por uno.
10. Y clamó diciendo:
Quien tenga oídos, que oiga.
Parábola del trigo y la cizaña
LXXII
1. Y
les propuso otra parábola, diciéndoles:
2. El reino de los cielos
es semejante al hombre que sembró buena simiente en su campo.
3.
Mas cuando dormían los
hombres, vino su enemigo
4. Y sembró cizaña entre
el trigo y se fue.
5.
Y cuando creció la
hierba y fructificó, surgió también la cizaña.
6.
Y los siervos del padre
de la familia llegaron y dijeron: Señor, ¿no sembraste buena simiente? ¿Cómo
es, pues, que tiene cizaña?
7.
Y él les dijo: Un
hombre enemigo nuestro ha hecho esto.
8.
Y los siervos le
dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la quitemos?
9. Y él les dijo: No, no
sea que arrancando la cizafla arranquéis también el trigo.
10. Mas dejadlo crecer todo
y, cuando llegue la siega, yo diré a los segadores:
11.
Recoged primero la cizaña
y atadla en manojos, para quemar.
12. Y recoged el trigo en
el granero.
Parábola del grano de mostaza
LXXIII
1. Y
les propuso otra parábola, diciéndoles: El reino de los cielos es como un
grano de mostaza, que un hombre sembró en su huerto.
2. Y es el más pequeño
entre todos los granos de simiente.
3. Mas cuando crece, se
hace tan grande, que los pájaros del cielo vienen y anidan en sus ramas.
Parábola de la levadura
LXXIV
1. Y aún
les dijo otra parábola: El reino de los cielos es semejante a la levadura que
tomó una mujer y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó
fermentado.
2.
Y Jesús habló así por
parábolas a las gentes.
3.
Y no les hablaba sin parábolas.
4. Para que se cumpliese lo
que vaticinó el profeta, que dijo: Abriré mi boca con parábolas, y diré
cosas escondidas desde la fundación del mundo.
5. Y los discípulos
llegaron y le dijeron: ¿Qué nos has querido decir en parábolas?
6. Y él les respondió: El
misterio del reino de los cielos os es dado a vosotros, pero no a los demás.
7.
Y a ellos les hablo en
parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no oigan, ni entiendan.
8. Para que se cumpla la
profecía de Isaías: Oyendo no oísteis y viendo no visteis.
9. Dichosos vuestros ojos
que ven, y vuestos oídos que oyen.
10. Porque de cierto os
digo que muchos profetas y justos, pudiendo ver, no vieron, y pudiendo oír, no
oyeron.
Explicación de la parábola del sembrador
LXXV
1. Habéis
oído la parábola del sembrador.
2. El que oye y no ve es el
de junto al camino.
3. Y el diablo viene y
quita lo que fue sembrado en su corazon.
4. Y el que oyó con gozo
es la simiente que cayó en un pedregal.
5. Y como no tenía raíces,
cedió a las tribulaciones y persecuciones.
6. Y la que cayó entre
espinas son los que oyeron, mas son solicitados de los cuidados del siglo y fue
en ellos sofocada la palabra.
7. Mas la que cayó en
buena tierra es la que oyó y entendió la palabra, y perseveré, y obtuvo
ciento por uno, y sesenta por uno, y treinta por uno.
Explicación de la parábola del trigo y la cizaña
LXXVI
1.
Porque
el reino de Dios es así:
2. Si se siembra bien, y se
vigila constantemente, primero germina el grano.
3. Y crece la hierba, y
luego la espiga, y al fin ésta se llena de fruto.
4.
Y, despedidas las
gentes, Jesús vino a casa.
5. Y sus discípulos le
dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo.
6.
Y él les contestó:
Quien siembra la buena simiente es el Hijo del hombre.
7. Y el campo es el mundo y
la buena simiente son los hijos del reino de los cielos.
8. Y la cizaña son los
hijos del malo y el que la sembró es el diablo.
9. Y la siega es el fin del
mundo, y los segadores, los ángeles.
10.
Y el Hijo del hombre
enviará sus ángeles, y tomarán de su reino todos los escándalos.
11. Y los pondrán en el
camino ardiente y allí será el crujir de dientes y el lloro.
12. Y los justos
resplandecerán como el sol en el reino de su Padre.
13. El que tenga oídos
para oír que oiga.
Parábola del tesoro escondido, de las perlas y de la red
LXXVII
1. El
reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo.
2.
Y cuando un hombre lo
halla, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.
3.
Y es semejante al
mercader que busca buenas perlas.
4. Y hallando una perla
preciosa, vendió cuanto tenía y la compró.
5. Y es igualmente el reino
de los cielos como la red que, lanzada al mar, recoge toda clase de pescados.
6. Y cuando está llena, la
saca, y se eligen los peces buenos, y se echan fuera los malos.
7.
Y esto pasará en la
consumación de los siglos.
8. Porque vendrán los ángeles
y apartarán a los malos de los justos.
9.
Y los pondrán en el
lugar del fuego y allí será el llanto y el rechinar de dientes.
10. Y les preguntó: ¿Entendéis?
Y ellos dijeron: Entendemos.
11. Y él les dijo: Por eso
es que todo escriba docto en el reino de los cielos, es como un padre de familia
que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.
12.
Y cuando Jesús hubo
dicho estas parábolas, se fue de allí.
Jesús enseña en la Sinagoga y los judíos se indignan contra él
LXXVIII
1. Y
vino a su país y enseñaba en la sinagoga.
2. Y decían: ¿Dónde
adquirió esta sapiencia y los prodigios que obra?
3. ¿No es éste el hijo
del carpintero? ¿No se llama su madre María?
4. ¿Y no es su padre José,
y sus hermanos Jacobo, y José, y Simón, y Judas?
5. Y ¿no están sus
hermanos con nosotros? ¿De dónde ha sacado todo esto?
6. Y se escandalizaban de
él.
7. Y él les dijo: Sin duda
que me diréis: Médico, cúrate a ti mismo.
8. Haz aquí, en tu tierra,
alguna de las cosas que hemos oído que has hecho en Cafarnaum.
9. Mas os digo en verdad
que nadie es profeta en su patria, ni en su casa.
10. Y no hizo allí muchos
milagros, a causa de la incredulidad de ellos.
11. Y les dijo: Os digo en
verdad que muchas viudas había en Israel en los días de Elías.
12.
Cuando el cielo fue
cerrado por espacio de tres años y medio, y hubo gran hambre en toda la tierra.
13. Mas a ninguna fue
enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta de Sidón.
14. Y muchos leprosos había
en Israel en tiempo de Eliseo.
15. Y ninguno fue limpio,
sino el sirio Naaman.
16. Y cuantos estaban en la
sinagoga se llenaron de ira.
17. Y se levantaron y lo
sacaron de la ciudad.
18.
Y lo llevaron a la
cumbre del monte en que está edificada la ciudad, porque querían despeñarlo.
19. Mas él pasó por entre
ellos y se fue.
Herodes hace degollar a Juan
LXXIX
1. Y en
aquel tiempo el tetrarca Herodes hizo encarcelar a Juan.
2. A causa de Herodías,
mujer de su hermano Felipe, que él tenía consigo.
3. Porque Juan había dicho
a Herodes: No te es lícito tenerla.
4. Y Herodes quería matar
a Juan.
5. Mas no podía, porque
temía al pueblo, que consideraba profeta a Juan.
6. Y así Herodes,
queriendo matarlo, temía, y lo sabía varón justo y santo, y lo oía con
agrado.
7. Mas celebrándose el
natalicio de Herodes, estaban con él los príncipes y tribunos, y otros
notables de Galilea.
8. Y entró la hija de
Herodías, y danzó, y agradó a todos.
9.
Y dijo Herodes a la
muchacha: Pídeme lo que quieras y te lo daré.
10. Y aun le juró: Porque
te daré lo que me pidas, hasta medio reino mío.
11.
Y ella salió y dijo a
su madre: ¿Qué pedirá?
12.
Y ella dijo: La cabeza
de Juan Bautista.
13. Y la muchacha entró y
dijo: Quiero que me des en un plato la cabeza de Juan Bautista.
14. Y el rey se contristó
por el juramento y por los que estaban en la mesa.
15. Mas hizo degollar a
Juan en la cárcel, y trajeron la cabeza en un plato, y la dieron a la muchacha,
y ella la llevó a su madre.
16.
Y sabiéndolo sus discípulos,
recogieron su cuerpo y lo pusieron en un sepulcro.
17. Y fueron a decírselo a
Jesús.
18. Y Herodes oyó la fama
de Jesús.
19. Porque unos decían que
era Juan el Bautista, y por eso obraba milagros.
20. Y otros que era Elías,
o alguno de los profetas antiguos, que había resucitado.
21. Y Herodes dijo: A Juan
Bautista lo degollé yo. ¿Quién será éste que hace tales cosas? Y quería
verlo.
22.
Y Jesús, cuando lo oyó,
embarcó en una lancha, y se fue a un sitio desierto.
23.
Y muchas gentes fueron
allí e iban a pie desde las ciudades.
24. Y Jesús tenía
misericordia y curaba a los que estaban enfermos.
Jesús obra el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces
LXXX
1. Y
cuando llegó la tarde, los discípulos llegaron y le dijeron:
2. Despide a las gentes,
para que vayan a comer a las aldeas cercanas, porque aquí estamos en un lugar
desierto.
3.
Y dijo Jesús: No
necesitan irse; dadles de comer vosotros.
4. Y Felipe contestó: Ni
aun doscientos denarios de pan bastarían para darles de comer.
5.
Y Jesús
dijo: ¿Cuántos panes tenéis?
6. Y Andrés, hermano de
Simón Pedro, dijo: Cinco panes y dos peces tiene un niño que está aquí. ¿Cómo
los vamos a repartir entre tantos?
7. Y dijo Jesús: Haced
recontar la gente. Y se colocaron por partidas de ciento y de cincuenta.
8. Y Jesús miró al cielo,
y tomó los panes y los peces y los bendijo.
9. Y los distribuían a los
discípulos y los discípulos los distribuían a las gentes.
10.
Y todos comieron hasta
quedar hartos.
11. Y con los restos se
llenaron doce canastos. Y los que comieron fueron en número de cinco mil,
aparte de las mujeres y los niños.
12. Y mandó a sus discípulos
que lo precedieran, yendo en el barco a Bethsaida, mientras él despedía a las
gentes.
13. Y aquellos hombres,
viendo la señal que Jesús había dado, decían: En verdad, éste es el profeta
que había de venir al mundo.
14. Y entendiendo Jesús
que iban a venir para arrebatarlo y hacerlo rey, huyó.
15. Y despidió a la gente
y huyó a un monte, solitario, para orar.
Jesús anda sobre las aguas y libera a Pedro, que se sumergía
LXXXI
1.
Y cuando llegó la tarde, él estaba solo en tierra y la barca en
medio de la mar.
2.
Y los vientos eran
contrarios. Y viendo fatigados a sus discípulos, que bogaban, a cosa de la
cuarta vigilia de la noche, fue hacia ellos andando sobre el mar, porque quería
precederlos.
3. Y viéndolo que andaba
sobre la mar, ellos fueron turbados y clamaban, diciendo: Fantasma es.
4. Mas él dijo: Tened
confianza. No temáis, porque soy yo.
5. Mas Pedro le dijo; Señor,
sí eres tú, haz que yo vaya a ti sobre las aguas.
6. Y él le dijo: Ven.
7.
Y bajando Pedro del
barco, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
8. Mas viendo la fuerza del
viento, temió. Y empezó a hundirse.
9. Y dio voces, diciendo:
Señor, sálvame.
10. Y Jesús extendió la
mano, y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?
11. Y cuando llegaron a la
embarcación, cesó el viento, y la nave se acercó a la tierra a que iban.
12. Y los que estaban en el
barco vinieron y lo adoraron, diciendo: En verdad eres el Hijo de Dios.
Jesús llega a la tierra de Genezaret. Murmuraciones de los judíos
LXXXII
1. Y
llegaron al país de Genezaret y entraron en puerto.
2. Y empezaron a recorrer
las comarcas, y de todas partes le traían enfermos.
3. Y a todos los que tocaba
quedaban curados.
4. Y al otro día, la gente
que estaba a la otra orilla, como vio que no había allí más que una barca, y
que Jesús no había entrado en ella, sino que sus discípulos se habían ido
solos.
5. Y que otras embarcaciones habían
llegado a Tiberíades, hasta el sitio en que habían comido los panes después
de dar gracias al Señor, entraron en las barcas y fueron a Cafarnaum buscando a
Jesús.
6. Y encontrándolo allí
dijeron: Rabí, ¿cómo viniste?
7. Y Jesús les dijo: Os
digo en verdad que no me buscáis por los signos que visteis, sino por el pan
que comisteis y lo hartos que os quedasteis.
8. No trabajéis por la
vida perecedera, sino por la que permanece y que el Hijo del hombre os dará,
porque para eso lo señaló Dios.
9. Y dijéronle: ¿Cómo
haremos las obras de Dios?
10. Y Jesús contestó:
Creed en el que Dios ha enviado.
11. Y le dijeron: ¿Qué
obras y signos haces tú para que creamos en ti?
12. Nuestros padres
comieron el maná en el desierto, según está escrito.
13. Pan del cielo les dio a
comer.
14.
Y Jesús les replicó:
De cierto os digo que Moisés no os dio a comer el pan del cielo.
15. Sino que es mi Padre el
que el pan del cielo os da.
16. Porque el pan de Dios
es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.
17. Y ellos dijeron: Señor,
danos siempre ese pan.
18. Y Jesús dijo: Yo soy
el pan de vida, y quien viene a mí no tendrá hambre, y quien cree en mí no
tendrá sed jamás.
19. Mas yo os he dicho que,
aunque me habéis visto, no creéis.
20. Cuanto el Padre da a mí
viene. Y al que viene a mi no lo rechazo.
21. No he descendido del
cielo para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
22. Y ésta es la voluntad
de mi Padre, que me envió.
23. Que todo el que vea al
Hijo y tenga fe en él goce vida eterna.
24. Y yo lo resucitará en
el último día.
25. Y murmuraban entre sí
los judíos, diciendo: ¿Cómo ha dicho que es el pan que desciende del cielo?
26.
Y decían: ¿No es éste
el hijo de José, cuyos padres nosotros conocemos?
27. ¿Cómo dice entonces
que desciende del cielo?
28. Mas respondió Jesús:
No murmuréis.
29. Ninguno puede venir a mí
si el Padre que me envió no lo acercare.
30. Y yo lo resucitará en
el último día.
31. Porque está escrito en
los profetas: Y serán todos enseñados de Dios.
32. Con que todo el que al
Padre oyó y aprendió viene a mi.
33.
Nadie ha visto al
Padre, sino el que viene de Dios.
34. Os digo en verdad que
el que cree en mí tendrá vida eterna.
35. Porque yo soy el pan de
vida.
36. Vuestros padres
comieron el maná en el desierto y están muertos.
37. Mas este pan que
desciende del cielo será para que no muera el que lo coma.
38.
Yo soy el pan vivo que
descendió del cielo y quien coma este pan vivirá eternamente.
39. Y este pan que yo doy
es mi carne, que daré por la vida del mundo.
40.
Y los judíos discutían
entre sí, diciendo: ¿Cómo puede darnos éste su carne a comer?
41. Y Jesús dijo: Os digo
en verdad que, si no comierais la carne del Hijo del hombre y no bebierais su
sangre, no tendréis vida en vosotros.
42. Mas quien coma mi carne
y beba mi sangre tendrá vida eterna y yo lo resucitará en el postrero día.
43. Porque mi carne es
verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
44. El que come mi carne y
bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
45. Porque como yo vivo por
el Padre, el que me coma vivirá por mí.
46. este es el pan
descendido del cielo.
47. Y no como el maná que
vuestros padres comieron. Y están muertos.
48.
Mas quien coma este pan
vivirá eternamente.
49. Esto dijo Jesús en la
sinagoga, enseñando en Cafarnaum.
50. Y muchos discípulos
que lo oían dijeron: Duras son esas palabras, ¿quién puede oírlas?
51. Y sabiendo Jesús que
sus discípulos murmuraban, dijo: ¿Por qué esto os escandaliza?
52. ¿Y si vieseis al Hijo
del hombre ascender adonde estaba antes?
53. El espíritu es el que
da vida; la carne no aprovecha nada.
54. Las palabras que, os he
dicho son espíritu y vida. Mas hay entre vosotros quienes no creen.
55. Porque Jesús sabía
desde el principio quiénes eran creyentes y quiénes serían traidores.
56. Y dijo: Os he dicho por
eso que ninguno puede venir a mí si no le fuese concedido por el Padre.
57. Desde entonces, muchos
de sus discípulos se retractaron y ya no iban con él.
58. Y Jesús dijo a los
doce: ¿Queréis también iros vosotros?
59. Y dijo Simón Pedro: ¿A
quién hemos de ir, Señor?
60. Porque tus palabras son
de vida eterna.
61. Y nosotros sabemos y
creemos que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.
62. Mas Jesús le contestó:
¿No he elegido yo doce y aun hay un diablo entre ellos?
63.
Y hablaba de Judas Simón
Iscariote, el que lo había de entregar y que era uno de los doce.
Un fariseo se asombra de que Jesús no se lava antes de comer
LXXXIII
1. Y
un fariseo le rogó que comiese con él y Jesús entró.
2. Y el fariseo meditó
entre sí cómo Jesús no se lavaba antes de la comida.
3.
Mas el Señor le dijo:
Vosotros, los fariseos, el exterior del plato y del vaso limpiáis.
4.
Mas vuestro interior está
lleno de iniquidad.
5. ¡Oh, necios! ¿Quién
hizo lo de fuera no hizo también lo de dentro?
6. Mas dad limosnas y todo
os será limpio.
Los fariseos se escandalizan viendo comer a los apóstoles sin lavarse las manos
LXXXIV
1. Y
estando en Jerusalén, varios escribas y fariseos vieron que los discípulos comían
pan sin antes lavarse las manos.
2. Y dijeron a Jesús: ¿Cómo
es que tus discípulos transgreden las tradiciones?
3. Porque no se lavan las
manos cuando comen pan.
4. Mas Jesús, contestando, les dijo: ¿Y
por qué vosotros transgredís el mandato de Dios con vuestra tradición?
5. Porque Jesús dijo:
Honra padre o madre y muera quien los maldiga.
6. Mas vosotros decís:
Quinquiera que dijese al padre o la madre: es ofrenda mía ante Dios aquello con
que pudiera valerte, no viene obligar a honrar a sus padres, ni conocerlos.
7. Y así habéis violado
el mandato de Dios con vuestra tradición.
8. Porque los fariseos y
todos los judíos, si no se lavan mucho las manos antes, no comen.
9. Y cuando vienen de la
calle, no comen si no se lavan.
10. Y lavan asimismo los
vasos, y los jarros, y los lechos.
11. ¡Hipócritas! Bien
profetizó de vosotros Isaías.
12.
Cuando dijo: Este
pueblo me honra con sus labios, mas su corazón está lejos de mí.
13. Y en vano me honran
enseñando doctrinas y mandamientos humanos.
14. Porque con la tradición
humana habéis invalidado los mandamientos divinos.
15. Y llamó a sí a las
gentes, y dijo: Oíd y entended.
16. No lo que entra en la
boca contamina al hombre.
17. Y sus discípulos
llegaron y le dijeron: Los fariseos se han ofendido oyendo tus frases.
18. Mas él contestó: Toda
planta que no plantó mi Padre celestial será desarraigada. Déjalos.
19. Porque son ciegos que
guían a otros ciegos. Y todos caerán en el hoyo.
20. Y Pedro le pidió: Explícanos
esta parábola.
21.
Y Jesús contestó: ¿No
entendéis vosotros tampoco?
22. Que cuanto entra en la
boca va al vientre y es expulsado.
23. Mas lo que sale de la
boca sale del corazón y esto sí contamina al hombre.
24. Porque del corazón
salen los malos pensamientos y las muertes.
25. Y los adulterios y
fornicaciones, y los robos, y las blasfemias, y los falsos testimonios.
26. Y esto es lo que
contamina al hombre.
27.
Mas comer pan sin
lavarse las manos no contamina.
Jesús atiende a una mujer sirio fenicia
LXXXV
1. Y
fue Jesús de allí a Tiro y Sidón.
2. Y una mujer cananea, que
era gentil, y de raza sirofenicia, clamaba, diciendo:
3. Señor, hijo de David,
ten piedad de mí.
4. Porque mi hija está
poseída de un demonio.
5. Mas él no contestó. Y
llegando sus discípulos, le dijeron: Despídela.
6. Porque viene clamando
detrás de nosotros.
7.
Y él contestó, y dijo:
Yo no soy enviado sino para las ovejas descarriadas del predio de Israel.
8. Mas ella vino y le adoró,
diciendo: Señor, óyeme.
9.
Y él dijo: No está
bien quitar el pan de los hijos para dárselo a los perros.
10. Mas ella contestó: Señor,
los perros comen de las migas que caen de la mesa de sus amos.
11. Y Jesús contestó:
Mujer, grande es tu fe. Hágase como lo pides.
12. Y su hija quedó curada
en aquel instante.
Jesús cura a un sordomudo
LXXXVI
1.
Y dejando los términos de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, en mitad de
las tierras de Decópolis.
2. Y le trajeron un
sordomudo y le pidieron que le impusiese la mano.
3. Y lo separó de las
gentes y le puso los dedos en los oídos, y escupió, y tocó su lengua.
4. Y mirando al cielo,
dijo: Ephatha, que significa: Ábrete.
5. Y se abrieron sus oídos
y se soltó su lengua y hablaba.
6.
Y le dijo que no lo
contasen, mas cuanto más lo decía, lo publicaban más.
7. Y decían admirados:
Todo lo hace bien.
8. Porque hace oír a los
sordos y hablar a los mudos.
Jesús y la samaritana
LXXXVII
1. Y
Jesús vino a una ciudad de Samaria, que se llama Sichar.
2. Y Jesús se sentó junto
a la fuente de Jacob, que está en la posesión que dio Jacob a su hijo José.
3. Porque estaba cansado
del camino. Y era como la hora sexta.
4. Y una mujer de Samaria
vino a sacar agua. Y Jesús dijo: Dame de beber.
5. Y dijo la samaritana: ¿Cómo
siendo tú judío me pides de beber a mí, que soy samaritana?
6. Porque los judíos no se
tratan con los samaritanos.
7. Y Jesús respondió, y
le dijo: Si tuvieses el don de Dios y supieses quién es el que te dice dame de
beber, tú pedirías de él el agua viva.
8. Y la mujer dijo: Señor,
hondo es el pozo, y tú no tienes con qué sacar. ¿En dónde, pues, tienes el
agua viva?
9.
¿Eres tú más que
nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo del que él bebió, y sus hijos, y
sus ganados?
10. Respondió Jesús y
dijo: Todo el que bebe esta agua volverá a tener sed.
11. Mas quien beba el agua
que yo doy no tendrá sed nunca.
12. Porque el agua que yo
le dé será un agua que brote eternamente.
13. Y le dijo la mujer: Señor,
dame esa agua, para que no tenga sed, ni venga acá a sacarla.
14.
Y dijo Jesús: Ve,
busca a tu esposo y ven con él.
15. Y la mujer contestó:
No tengo esposo.
16. Mas dijo Jesús: Bien
dijiste. Porque cinco esposos has tenido y el que ahora tienes no es tu esposo.
17. Y dijo la mujer: Señor,
me pareces profeta.
18. Nuestros padres
adoraron en este monte y los judíos dicen que es en Jerusalén donde hay que
orar.
19. Y dijo Jesús: Créeme,
mujer, que llega la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
20. Vosotros adoráis lo
que no sabéis y nosotros lo que sabemos, porque la salvación viene de los judíos.
21. Mas viene la hora de
adorar al Padre en espíritu y en verdad.
22. Porque así quiere el
Padre que lo adoren.
23. Dios es Espíritu, y
los que lo adoran en espíritu y verdad es preciso que lo adoren.
24. Mas dijo la mujer: Sé
que ha de venir el Mesías, que dicen el Cristo.
25.
Y cuando venga nos
aclarará todas las cosas.
26. Y le dijo Jesús: Yo lo
soy, que te hablo.
27.
Y en esto llegaron sus
discípulos, y se asombraron de verlo hablando con una mujer.
28. Mas ninguno le dijo: ¿Qué
hablas con ella?
29. Y la mujer dejó su cántaro,
y fue a la ciudad, y dijo a los hombres:
30. Venid y veréis un
hombre que me ha dicho cuanto he hecho.
31.
¿No será éste el
Cristo?
32. Y salieron de la ciudad
y vinieron a él.
33.
Mientras tanto, los
discípulos le decían: Maestro, come.
34. Y él les dijo: Yo
tengo una comida que comer que vosotros ignoráis.
35.
Y los discípulos se
decían: ¿Le habrá traído alguien de comer?
36. Mas Jesús les dijo: Mi
comida es que haga la voluntad del que me envió y ejecute su obra.
37. ¿No decís vosotros:
cuatro meses faltan para la siega?
38. Pues yo os digo: Alzad
los ojos y ved las regiones que ya están a punto para la siega.
39. Y el que siega cobra
salario y recoge fruto para vida eterna.
40. Y para que gocen el que
siembra y el que siega.
41. Porque en esto no
miente el dicho: Que uno siembra y otro recoge.
42. Yo os envío a segar lo
que no labrasteis.
43. Porque otros labraron y
vosotros vais a entrar en sus labrantíos.
44. Y muchos de la ciudad
creyeron en él, por la palabra de la mujer, que decía: Me ha dicho cuanto he
hecho.
45. Y vinieron los
samaritanos, y le pidieron que se quedase allí, y estuvo otros días.
46. Y muchos otros creyeron
por su palabra.
47. Y decían a la mujer:
Ya no creemos por lo que tú has dicho.
48.
Sino porque lo hemos oído,
y sabemos que es en verdad el Cristo, salvador del mundo.
Jesús cura en Jerusalén a un hombre que llevaba enfermo treinta y ocho años
LXXXVIII
1. Y
llegadas las fiestas de los judíos, fue Jesús a Jerusalén.
2.
Y allí hay una piscina
que se llama Bethsaida y que tiene cinco pórticos.
3. Y en ellos había muchos
enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que estaban esperando el movimiento del
agua.
4.
Porque un ángel del Señor
descendía cada cierto tiempo y movía el agua.
5. Y el primero que entraba
en el agua, después que se movía, quedaba curado de la enfermedad que
padeciese.
6. Y había allí un hombre
que llevaba treinta y ocho años enfermo.
7. Y Jesús lo vio tumbado
y supo que hacía mucho que estaba enfermo.
8. Y le dijo: ¿Quieres
curar?
9. Mas él le contestó: Señor,
no tengo quien me meta en el estanque cuando el agua se revuelva.
10. Y antes que yo llegue,
otro ha entrado.
11. Mas Jesús le dijo: Levántate,
toma tu lecho, y anda.
12. Y el hombre se alzó, y
tomó su lecho, y se fue curado. Y era aquel día sábado.
13. Y los judíos dijeron a
aquel hombre: Es sábado, no te es lícito llevar esa carga.
14. Y dijo él: Quien me
curó me dijo: Toma tu lecho, y anda.
15. Y ellos le preguntaron:
¿Quién te dijo: Toma tu lecho, y anda?
16. Mas él no sabía quién
fuese, porque Jesús se había separado de allí.
17. Y luego lo encontró
Jesús en el templo, y le dijo: Sanado eres.
18. Pero no peques más, no
te ocurra algo peor.
19. Y el hombre fue y dijo
a los judíos que era Jesús quien lo había curado.
20. Y los judíos perseguían
a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.
21. Y Jesús les contestó:
Yo obro cuando obra mi Padre.
22. Y los judíos lo
persiguieron más entonces.
23. Porque quebrantaba el sábado
y llamaba a Dios su Padre, igualándose a él.
24. Mas Jesús les contestó:
En verdad, en verdad os digo que nada puede el Hijo hacer, si no es lo que viese
hacer al Padre.
25.
Y todo lo que él hace,
lo hace el Hijo también.
26. Porque el Padre ama al
Hijo, y le muestra cuanto hace, y más obras le mostrará, para que os maravilléis.
27. Y así como el Padre
vivifica a quienes quiere, así el Hijo también a los que quiere da vida.
28. Porque el Padre a nadie
juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo.
29.
Para que los hombres
honren al Hijo como habían de honrar al Padre.
30.
Y quien no honra al
Hijo, no honra al Padre, que lo envió.
31.
Y en verdad os digo que
quien oye mi verbo y cree tiene vida eterna.
32. Y no será condenado,
sino que pasará de la muerte a la vida.
33. Porque ésta es la hora
en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios y los que oigan vivirán.
34. Y así como el Padre
tiene vida en sí mismo, dio poder al Hijo de tener en sí mismo vida.
35.
Y le dio potestad de
juzgar, en cuanto es el Hijo del hombre.
36. Mas no os asombréis,
porque viene la hora en que los que están en las tumbas oirán su voz.
37. Y los que obraren bien
resucitarán en la vida y los que no resucitarán a la condenación.
38.
Nada hago por mí: Como
oigo, juzgo.
39. Y mi juicio es justo,
porque no es según mi voluntad, sino según la voluntad de mi Padre.
40. Si yo testimoniase de mí,
mi testimonio no sería verdadero.
41. Mas otro testimonia de
mí y su testimonio verdadero es.
42. Porque enviasteis a
Juan y atestiguó la verdad.
43. Mas yo no tomo
testimonio del hombre.
44. Sino que os digo esto
para que os salváis.
45. Porque él era antorcha
ardiente que alumbraba.
46. Pero yo tengo
testimonio mayor que el de Juan.
47. Porque las obras que el
Padre me dio para que cumpliere atestiguan que el Padre me ha enviado.
48. Y quien me envió me
testimonia.
49.
Nunca oísteis su voz
ni visto su parecer.
50. Ni tenéis su palabra
en vosotros, porque no creéis a su enviado.
51. Investigad las
Escrituras.
52. Porque en ellas creéis
tener la vida eterna y ellas dan testimonio de mí.
53. Y si no queréis venir
a mí, no tendréis vida.
54. Mas no recibo gloria de
los hombres, porque os conozco y sé que no amáis a Dios.
55. Porque he venido en nombre de mi
Padre y no me aceptáis.
56.
Y si otro viene en su
propio nombre, a ése recibiréis.
57. ¿Cómo podáis creer?
Porque aceptáis la gloria humana y no buscáis la que viene de Dios.
58.
No he de acusaros ante
el Padre. Porque os acusará Moisés, en quien esperáis.
59.
Pues si creyeseis en
Moisés, creeríais en mí.
60. Porque yo soy de quien
él escribió.
61.
Y pues que no creéis
en sus escritos, ¿cómo habéis de creer en mis palabras?
Nuevo milagro de los panes y los peces. Jesús aconseja a sus discípulos guardarse de la mala levadura de los fariseos
LXXXVIX
1.
Y otra vez llegáronse a él muchas gentes.
2. Y Jesús reunió a sus
discípulos, y dijo: Me da lástima esta gente que me sigue con perseverancia
hace tres días.
3. Porque no tienen qué
comer y no quiero despedirlos en ayunas, para que no desmayen en el camino.
4. Y dijeron los discípulos:
¿De dónde sacaremos, pues que estamos en el desierto, pan para hartar a tanta
multitud?
5. Y Jesús preguntó: ¿Cuántos
panes tenéis?
6. Y ellos contestaron:
Siete, y unos pocos pececillos.
7. Mas Jesús mandó a las
gentes recostarse en tierra.
8. Y tomó los panes y los
peces, y dio gracias, y los repartió a sus discípulos, y ellos a la gente.
9.
Y todos comieron y se
hartaron, y aún sobraron siete espuertas llenas.
10. Y eran los que comieron
cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
11.
Y los despidió, y
embarcó, y vino a tierra de Magdalá.
12. Y sus discípulos se
habían olvidado de coger panes, y no tenían más que un pan en la barca.
13. Y él les dijo:
Guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.
14.
Mas ellos disputaban
entre sí y decían: No tenemos pan.
15. Y Jesús los oyó y les
dijo: ¿Por qué decís que no tenéis pan?
16. ¿Aún está tan
endurecido vuestro corazón que no ven vuestros ojos ni oyen vuestros oídos?
17. ¿Acaso no recordáis?
Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántos canastos sobraron? Y
ellos dijeron: Doce.
18. Y cuando fueron siete
panes entre cuatro mil, ¿cuántas espuertas sobraron? Y ellos dijeron: Siete.
19. Y él les dijo: ¿Cómo
no entendáis que no os hablaba de pan, sino de la levadura de los fariseos y de
los saduceos?
20. Y entonces
comprendieron que no les hablaba de la levadura de pan, sino de la doctrina de
los saduceos y fariseos.