Ultramontanismo
EnciCato
La palabra señalaba un catolicismo activo e integral y era utilizada porque
reconocían como su cabeza espiritual al papa que, para la parte mayor de Europa,
era un morador más allá (ultra) de los montes es decir, más allá de los Alpes.
El término "ultramontano", de hecho, es relativo: para los franceses, alemanes,
y para cualquier otro pueblo situado al norte de los Alpes son ultramontanos los
romanos, o los italianos, y en un sentido eclesiástico puro se aplica esta
palabra a un catolicismo integral.
Como segunda acepción, en la edad media, cuando era elegido un papa no italiano
se decía que era un papa ultramontano. En este sentido la palabra se usa muy
frecuentemente en documentos del siglo trece; sin embargo, después de la
migración a Avignon, se dejó de usar este termino en el lenguaje de la Curia.
Después de la Reforma protestante este término tuvo un sentido muy diferente,
entre otras cosas, aquella significaba un triunfo del particularismo
eclesiástico, basado en principios políticos que se formularon en la máxima:
Cujus regio, ejus religio (como la del rey será la religión de su pueblo). Entre
los propios pueblos y gobiernos católicos fue creciendo una tendencia análoga
por la que se consideraba al papado como un poder extranjero; el Gallicanismo
(política nacionalista eclesial francesa) y todas las formas del regalismo
francés y alemán (tendencia al predominio de la autoridad real) influyeron en
presentar a la Santa Sede como un poder extranjero porque estaba más allá de los
límites Alpinos del reino francés y del imperio alemán. Este nombre de
Ultramontano, los Gallicistas lo aplicaron a los partidarios de las doctrinas
romanas – tanto si defendían un estilo monárquico del papa en el gobierno de la
Iglesia o del carácter de su magisterio infalible como pontífice - ya que
suponía que se renunciaba a los "privilegios de la Galia" en favor de la cabeza
de la Iglesia que residía ultra montes. Este uso de la palabra no era ninguna
novedad; ya en tiempos de Gregorio VII los contrarios a Enrique IV en Alemania
habían sido llamado Ultramontanos. El término parece peyorativo en ambos casos,
o por lo menos se presta para acusar a los Ultramontanos de falta de unión con
su propio príncipe, o con su país, o con su Iglesia nacional.
En el siglo dieciocho la palabra pasó de Francia a Alemania, donde fue adoptado
por el Febronianismo, Josefitas, y Racionalistas, - quienes se llamaban a sí
mismos católicos - pero llamaban ultramontanos a los teólogos y creyentes unidos
a la Santa Sede. Así fue adquiriendo un significado mucho más amplio y se
aplicaba a todos los católicos romanos dignos de tal nombre. La Revolución
francesa adoptó este término del antiguo régimen: el "Estado por derecho
Divino", anteriormente personificado en el príncipe, ahora encuentra su
personificación en el pueblo y se hace más "divinizado" que nunca, en la medida
que el Estado se volvió cada vez más laico e irreligioso, de hecho y por
principios ambos, estado y pueblos, negaban cualquier otro Dios ajeno a ellos
mismos divinizándose.
En presencia de esta nueva forma, el antiguo concepto de estado, el
"Ultramontano", es el antagonista de los ateos y de los creyentes no católicos,
todavía más – como lo testimonia la Kulturkampf Bismarckian (política cultural
de Bismark, en Alemania) de la que los Nacional Liberales eran el alma y no los
protestantes ortodoxos. Ahora, sobre todo en Alemania, la palabra llega a ser
más utilizada que en las décadas iniciales del siglo diecinueve. En los
frecuentes conflictos entre la Iglesia y el Estado, fueron llamados
Ultramontanos los partidarios de la libertad de la Iglesia y de su independencia
del Estado. Sufrió numerosos ataques el Concilio Vaticano I tachándole de
Ultramontanismo. Cuando el Centro se organizó como un partido político fue
llamado el partido Ultramontano. Por unos años el "Reichsverband Anti-ultramontano"
entró en juego para combatir el Centro y, al mismo tiempo, el Catolicismo.
Como nuestro actual cometido es explicar lo que es el Ultramontanismo, está
fuera de lugar exponer la doctrina católica sobre el poder de la Iglesia y, en
particular, del papa, tanto lo espiritual, como en lo relativo al poder
temporal, estos asuntos son tratados en otro lugar bajo sus títulos respectivos.
Aquí es suficiente indicar lo que nuestros adversarios quieren decir por
Ultramontanismo. Para los católicos sería superfluo preguntar si Ultramontanismo
y Catolicismo son la misma cosa: ciertamente, los que combaten el
Ultramontanismo están de hecho combatiendo el Catolicismo, incluso cuando lo
niegan. Uno de los últimos adversarios de Ultramontanismo, entre los católicos,
era un sacerdote, Profesor Franz Xaver Kraus que decía ("Spektatorbrief", II,
citado en el artículo Ultramontanismus en "Realencycl. für prot. Theol. u.
Kirche", ed. 1908):” 1. Un Ultramontano es quien pone la idea de la Iglesia
sobre la de religión; 2. ...quien sustituye al Papa por la Iglesia; 3. ...quien
cree que el reino de Dios es de este mundo y que, como los eclesiales del
medioevo, afirmaron que el poder de las llaves, dado a Pedro, incluye también la
jurisdicción temporal; 4. ...quien cree que la convicción religiosa puede
imponerse o puede romperse por la fuerza material; 5. ...quien está en la vida
dispuesto a sacrificar a una autoridad extraña el dictado de su propia
conciencia. "Encycl. de las ciencias religiosas" (ed. 1882): "El carácter del
Ultramontanismo se manifiesta principalmente en el ardor con el que combaten a
cualquier movimiento a favor de la independencia de las Iglesias nacionales,
esta condena se hace visible en sus trabajos contra la independencia local, su
rechazo a los derechos del Estado al gobierno, de la administración y jerarquía
eclesiástica, la tenacidad con la que han apoyado la declaración del dogma de la
infalibilidad de papal y como defienden continuamente la restauración de su
poder temporal como garantía necesaria de su soberanía espiritual."
La guerra contra Ultramontanismo no es importante para sus adversarios por el
rechazo de la doctrina católica tradicional del poder de la Iglesia y de su
gobernante supremo, sino además, y con mayor interés, por las consecuencias de
esa doctrina. Es totalmente falso atribuir a la Iglesia objetivos políticos de
dominio temporal sobre las naciones o que el Papa pretenda a su libre arbitrio
ejercer derechos soberanos, incluso sobre materias completamente civiles,
subordinando la obediencia de los católicos hacia sus propios gobernantes a la
que se le debe al Papa, sobre la base que es Roma la verdadera patria del
católico, y así siguen. Éstas son puras invenciones o malévolas insidias. No es
real, ni honrado atribuir al "Ultramontanismo" la enseñanza de algún teólogo
particular o de alguna escuela del pasado; o invocar ciertos hechos de la
históricos medievales, (que pueden ser explicada por las condiciones peculiares
de entonces o por los derechos que las papas tuvieron en la edad media, por
ejemplo, su derecho a la coronación del emperador).
Para los demás, es suficiente seguir atentamente, uno por uno, el forcejeo que
se mantuvo en periódicos y libros para quedar convencido que esta guerra de la
unión del Racionalismo – protestantismo - modernismo contra el "Clericalismo" o
el "Ultramontanismo", esta dirigida fundamentalmente, contra un Catolicismo
integro - es decir, es contra el papado, es anti Liberal, y un
contra-revolucionario Catolicismo. (También vea ESTADO e IGLESIA; FEBRONIANISMo;
el SYLLABUS.)
U. BENIGNI
Transcrito por Carol Kerstner
Traducido por Félix Carbó Alonso