Segundo Concilio de Constantinopla
(Quinto Concilio General)
Este Concilio se sucedió en Constantinopla (5 de Mayo - 2 de Junio del 553),
habiendo sido convocado por el Emperador Justiniano. Fue atendido por los
Obispos Orientales; solo seis Obispos Occidentales (África) estuvieron
presentes. El presidente fue Eutiquio, Patriarca de Constantinopla. Esta
asamblea fue en realidad la última fase de un largo y violento conflicto
inaugurado por el edicto de Justiniano del 543 en contra del origenismo (P.G.
LXXXVI, 945-90). El emperador estaba persuadido que el nestorianismo continuaba
fortaleciéndose con los escritos de Teodoro de Mopsuestia (hacia el 457),
Teodoreto de Ciro (hacia el 457) y de Ibas de Edesa (hacia el 457), también de
las apreciaciones personales que los dos primeros escritores eclesiásticos
habían mantenido por mucho tiempo. Los sucesos que llevaron a este Concilio
serán narrados en forma más completa, en los artículos Papa Vigilio y en TRES
CAPÍTULOS; sólo se proporcionará aquí un breve resumen.
Desde el 25 de Enero del 547, el Papa Vigilio fue detenido por la fuerza en la
ciudad real, originalmente se Había rehusado en participar en la condenación de
los TRES CAPÍTULOS (esto es una breve declaración de anatema sobre los escritos
de: Teodoro de Mopsuestia, Teodoreto de Ciro; sobre los últimos escritos de Ibas
de Edesa a Maris, Obispo de Hardschir en Persia; en contra de San Cirilo de
Alejandría y el Concilio de Éfeso). Posteriormente (por su "JUDICATUM", 11 de
Abril del 548), Vigilio había condenado los TRES CAPÍTULOS (una doctrina
censurable), pero expresamente mantuvo la autoridad del Concilio de Calcedonia
(451) respecto a Teodoreto e Ibas quienes, después de la condenación de Nestorio,
habían sido restablecidos en sus sedes. En Occidente nació un fuerte descontento
por este paso que parecía un debilitamiento en materias puramente eclesiásticas
ante el poder civil, y una injusticia con hombres muertos desde hacía mucho
tiempo y juzgados por Dios; para la mentalidad Occidental era muy objetable la
falta de conocimiento preciso de la situación teológica de los Griegos en ese
tiempo. Como consecuencia de ésto, Vigilio había persuadido a Justiniano para
devolver el documento papal antes mencionado, y proclamar una tregua hasta que
un Concilio General fuese llamado para decidir sobre estas controversias. Ambos,
el emperador y los Obispos griegos, violaron esta promesa de neutralidad; el
primero en particular, publicando (551) su famoso edicto, HOMOLOGIA TES PISTEOS,
condenando de nuevo los TRES CAPÍTULOS, y rehusándose en retirarlo.
Por su digna protesta, Vigilio sufrió varias indignidades personales a manos de
la autoridad civil y casi pierde su vida; se retiró finalmente a Calcedonia, en
la iglesia de Santa Eufemia, donde se había llevado a cabo el Concilio; desde
allí informó al mundo cristiano del estado de las cosas. Pronto los Obispos
Orientales buscaron reconciliarse con él, y le indujeron a volver a la ciudad, y
retiraron todo los que se había hecho, hasta esa fecha, en contra de los TRES
CAPÍTULOS; el nuevo Patriarca, Eutiquio, sucesor de Mennas, cuya debilidad y
servilismo fueron la causa inmediata de toda esta violencia y confusión,
presento (6 de Enero del 530) su instructor de la fe a Vigilio y, en unión con
los otros Obispos Orientales, urgió al llamado a un Concilio General bajo la
presidencia del Papa. Vigilio estaba dispuesto, pero propuso que debía ser
celebrado en Italia o en Sicilia, de forma de asegurar la atención de los
Obispos Occidentales. Justiniano no estuvo de acuerdo con ésto, pero propuso, en
su lugar, una comisión especial conformada de delegados por cada uno de los
grandes patriarcados. Vigilio sugirió que se escogiese un número igual de
delegados del Oriente y de Occidente, pero esto no fue aceptable al emperador,
quien directamente abrió el Concilio bajo su propia autoridad en la fecha y
forma mencionada antes. Vigilio rehusó participar, no sólo teniendo en cuenta la
abrumadora proporción de los Obispos Orientales, sino también por miedo a la
violencia; adicionalmente, ninguno de sus predecesores había tomado parte
personalmente en un Concilio Oriental. Él se adhirió fuertemente a esta
decisión, así que expresó su deseo de dar un juicio independiente sobre las
materias propuestas. Se sostuvieron ocho sesiones, siendo el resultado la
condena final de los TRES CAPÍTULOS por los 165 Obispos presentes en la última
sesión (2 de Junio del 553) en 14 anatemas similares a los 13 previos publicados
por Justiniano.
Durante ese tiempo, Vigilio había enviado al emperador (14 de Mayo) un documento
conocido como primer "CONSTITUTUM" (Pacto) (Mansi, IX, 61-106), firmada por él
mismo y dieciséis Obispos, la mayoría Occidentales, en el cual dieciséis
proposiciones heréticas de Teodoro de Mopsuestia fueron condenadas, y, en cinco
anatemas, se repudió su enseñanza cristológica; se prohibió, sin embargo,
condenar su persona, o proceder posteriormente en condena de los escritos o la
persona de Teodoreto, o de la carta de Ibas. Parecía que no era una tarea muy
fácil, dadas las circunstancias, denunciar apropiadamente al gran teólogo de
Antioquía y sus seguidores, y mantener enhiesta la reputación y autoridad del
Concilio de Calcedonia, que se había contentado con obtener esencialmente la
sumisión de todos los simpatizantes de Nestorio, pero por esa misma razón, nunca
se le había perdonado eso por los Monofisitas, oponentes de Nestorio y su
herejía, quienes estuvieron ahora coaligados con los numerosos enemigos de
Orígenes, y hasta la muerte de Teodora (548) habían disfrutado del apoyo de esta
influyente Emperatriz.
Las decisiones del Concilio fueron ejecutadas con violencia de acuerdo con su
conducta, aunque la ansiada reconciliación con los Monofisitas no se dio.
Vigilio, junto con otros oponentes a la voluntad imperial, tal como lo
registraron por los sirvientes de la corte del prelado, daba la impresión que
habían sido desterrados (Hefele, II, 905), junto con los devotos Obispos y
eclesiásticos más cercanos, ya al Alto Egipto o a una isla en el Propontis. Por
la séptima sesión del Concilio, Justiniano fue la causa que el nombre de Vigilio
fuese eliminado de los dípticos (tablillas de madera con los nombres de los
obispos), sin prejuicio sin embargo, como se dijo, de compartir la Sede
Apostólica. Pronto, la clerecía romana y la gente, liberados por Narses del yugo
Gótico, solicitaron al emperador permitir el regreso del Papa, lo que aceptó
Justiniano con la condición que Vigilio debía reconocer este último Concilio.
Vigilio finalmente lo aceptó y en dos documentos (una carta a Eutiquio de
Constantinopla del 8 de Diciembre del 553, y un segundo "CONSTITUTUM", pacto,
del 23 de Febrero del 554, probablemente dirigido al episcopado Occidental)
condenó, por último, los TRES CAPÍTULOS (Mansi, IX, 424-20, 457-88; cf. Hefele,
II, 905-11), en forma independiente y sin mencionar el Concilio. Su posición
nunca se fundamentó en una base doctrinal sino en la decencia y oportunidad de
las medidas propuestas, en la equívoca violencia imperial, y en el miedo de daño
a la autoridad del Concilio de Calcedonia, especialmente en el Occidente. A
pesar del reconocimiento adicional de Pelagio I (555-560), el Quinto Concilio
General sólo gradualmente adquirió en la opinión pública un carácter ecuménico.
En el norte de Italia las provincias eclesiásticas de Milán y Aquilesa rompieron
su comunión con la Sede Apostólica; la primera cediendo sólo hacia el final de
la sexta centuria, mientras que la última (Aquilesa - Grado)prolongó su
resistencia hasta cerca del 700 (Hefele, op. cit., II, 911-27) (Para una
apreciación equitativa de la conducta de Vigilio, ver además de su artículo, el
juicio de Bois en el diccionario de teología cath., II, 1238-39.). El Papa
siempre estuvo en lo correcto en lo que a la doctrina corresponde, y cedió, para
asegurar la paz, cuando tuvo la seguridad que no había nada que temer de la
autoridad del Concilio de Calcedonia, el primero, con todo el Occidente, en
deliberar en el peligro de las maquinaciones de los Monofisitas.
Se han perdido las Actas del Concilio del original en Griego, pero aún existe
una versión latina muy antigua, probablemente contemporánea, hecha para el uso
de Vigilio, ciertamente con anotaciones de su sucesor Pelagio I. En el siguiente
Concilio General de Constantinopla (680) se encontró que las Actas del Quinto
Concilio habían sido falsificadas (Hefele, op. cit., II, 855-58) en favor del
Monotelismo; aunque no es cierto que en su forma presente las poseamos en su
tamaño original. Esto tiene peso en la disputa acerca de la condenación de
Orígenes en este Concilio. Hefele, movido por la antigüedad y persistencia de
los informes acerca de la condenación de Orígenes, afirma que éste fue condenado
incidentalmente, y que su nombre, en el undécimo anatema no es una
interpolación.
THOMAS J. SHAHAN
Transcrito por Sean Hyland
Traducido por Hugo Barona Becerra