Perfección Cristiana y Religiosa
EnciCato
Una cosa es perfecta en la cual nada es deficiente de su naturaleza, propósito o
fin. Esta puede ser perfecta en su naturaleza, aun imperfecta en vista que no ha
sido cumplido su fin, sea cual este sea en el mismo orden como si mismo, por
ejemplo en el orden sobrenatural. Desde la Revelación hemos aprendido que el fin
ultimo del hombre es sobrenatural, consistiendo en unión con Dios aquí en la
tierra por gracia y en el futuro en el cielo por la beatifica visión. La unión
perfecta con Dios no puede ser lograda en esta vida, dado que el hombre es
imperfecto en esto y pierde la felicidad por la cual el esta destinado y sufre
varios demonios de cuerpo y alma. La perfección de este modo en sentido absoluto
es reservada para el reino del cielo.
Perfección Cristiana
La perfección cristiana es la unión sobrenatural o espiritual con Dios, lo cual
es posible de alcanzar en esta vida, y la cual puede ser llamada perfección
relativa, compatible con la ausencia de beatitud, y la presencia de las miserias
humanas, pasiones incontrolables, y aun pecados veniales a los cuales un hombre
justo es sujeto sin una gracia especial y privilegio de Dios. Esta perfección
consiste en caridad, en el grado en el cual esta es alcanzada en esta vida. (Matt.,
xxii, 36-40; Rom., xiii, 10; Gal., v, 14; I Cor., xii, 31, and xiii, 13). Esta
es una enseñanza universal de los Padres y de los teólogos. La caridad une el
alma con Dios como fin sobrenatural y remueve desde el alma todo lo que esta
opuesto a esa unión. “Dios es caridad, y quien permanece en la caridad permanece
en Dios y Dios en él.” (I Juan, iv, 16). Suarez explica que la perfección puede
ser atribuida a la caridad en tres formas:
(1) sustancialmente o esencialmente, porque la esencia de la unión con Dios
consiste en la caridad por la costumbre, así como por el esfuerzo o persecución
de la perfección.
(2) principalmente, porque esta tiene la principal participación en el proceso
de la perfección;
(3) íntegramente, porque todas las otras virtudes necesariamente acompañan la
caridad y son ordenados por el fin supremo.
Es verdad que la fe y la esperanza son prerrequisitos para la perfección en la
vida, pero ellos no lo constituyen en si, para el cielo, donde la perfección es
completa y absoluta, fe y esperanza no permanecen largo tiempo. Las otras
virtudes de esta forma pertenecen a la perfección en una manera accidental y
secundaria, porque la caridad no puede existir sin ellos y su ejercicio, pero
ellos sin caridad no unen el alma sobrenatural a Dios. (Lib. I, De Statu
Perfectionis, Cap. iii).
La perfección cristiana consiste no solo del habito de la caridad, por ejemplo
la posesión de gracia consagrada y el deseo constante de preservar tal gracia,
pero además en la persecución de la practica de la caridad, lo cual significa el
servicio de Dios y el retiro de nosotros mismos de aquellas cosas que se oponen
o impiden esto. “Será siempre recordado”, dijo Reginaldo Buckler, “ que la
perfección del hombre esta determinada por sus acciones, no solo por hábitos
como estos. De ese modo un alto grado de caridad habitual no es suficiente para
el alma si el habito no pasa a la acción. Es decir, si esto se transforma en no
operativo. ¿Para qué propósito el hombre poseería virtudes si no las usa?. El
hombre no es virtuoso porque pueda vivir virtuosamente, sino porque lo es” (La
perfección del hombre, por Caridad. Ch. Vii, p.77).
La perfección del alma aumenta en proporción con la posesión de caridad. Quien
posee la perfección la cual excluye pecado mortal obtiene salvación, si es unido
a Dios, y dice ser justo, santo y perfecto. La perfección de caridad, la cual
excluye además los pecados venales y todas las afecciones que separan el corazón
de Dios, significan un estado de servicio activo de Dios y de actos fervientes
frecuentes de amor a Dios. Este es el cumplimiento perfecto de la ley (Mateo,
xxii, 37), como Dios es el primer objeto de caridad. El objeto secundario es
nuestro projimo. Esto no esta limitado a deberes necesarios y obligatorios, pero
extendido a los amigos, extraños, y enemigos, y puede avanzar en un grado
heroico, asociado al sacrificio del hombre de bienes exteriores, confort y la
vida en si misma para bienestar de los demás. Esta es la caridad impartida por
Cristo, su palabra (Juan, xv,13) y ejemplo.(ver Virtudes Teológicas del Amor).
BUCKLER, The Perfection of Man by Charity (London, 1900); DEVINE, A Manual of
Ascetical Theology (London, 1902); IDEM, Convent Life (London, 1904); ST.
FRANCIS DE SALES, Treatise on the Love of God (Dublin, 1860); SUAREZ, De
religione, tr. 7, L. I.; ST. THOMAS, Summa, II-II, Q. clxxxiv; IDEM, Opus De
perfectione vitæ spiritualis; VERMEERSCH, De religiosis institutis et personis
tractatus canonico moralis (Rome, 1907); RODRIGUEZ, The Practice of Christian
and Religious Perfection (New York); HUMPHREY, Elements of Religious Life (London,
1905).
ARTHUR DEVINE
Transcrito por Thomas J. Bress
Traducido por Juan Ramón Cifre