Holocausto
EnciCato
Como sugiere su origen griego (holos "todo", y kaustos "quemado") la palabra
designa una ofrenda completamente consumida por fuego, usada entre los judíos y
algunas naciones paganas de la antigüedad. Como es empleado en la Vulgata,
corresponde a dos términos hebreos: (1) para holah, literalmente,: "Aquel a
quien va", o al altar para hacer sacrificios, o al cielo en la llama de
sacrificio; (2) Kalil, literalmente,: "Entero", "perfecto", como término de
sacrificio, normalmente es un sinónimo descriptivo de holah, y denota una
ofrenda consumida totalmente en el altar. En cualquier momento y a quienquiera
que se ofrecía, los holocaustos fueron considerados naturalmente como lo
superior, debido a que era la expresión visible, más completa, del respeto del
hombre a Dios. De hecho, es verdad que ciertos pasajes de los profetas de Israel
han sido traducidos por críticos modernos, con un rechazo absoluto por la
ofrenda de sacrificios, holocaustos incluidos; pero esta posición es el
resultado, de una vista parcial, de la evidencia de un concepto erróneo, del
ataque, tanto a los abusos como a la institución que ellos habían contaminado.
Para detalles acerca de este punto y para una discusión del lugar, que los
mismos estudiosos asignan al holah, (holocausto) en su teoría de la evolución
del método de sacrificio entre los hebreos, ver: SACRIFICIO.
El siguiente es un informe breve de la Ley Mosaica, que contiene principalmente,
lo tocante al conjunto de la quema de ofrendas, que los críticos usualmente
llaman: el Código de los Sacerdotes.
Víctimas para los Holocaustos
Solamente podían ofrecerse animales en holocausto; víctimas humanas,
sacrificadas por cananeos y otras gentes, estaban excluidas positivamente del
legítimo culto a Yahvé (cf. Lev., xviii, 21,; xx, 2-5,; Deut., xii, 31,; etc.).
en general, las víctimas debían ser tomadas de la manada (becerros) o del rebaño
(corderos o cabras); y, para ser bien recibida, se requería que el animal fuera
macho, el más valioso y sin defecto, sólo así era digno para Dios (Lev., i, 2,
3, 5, 10,; xxii, 17 sqq.). En ciertos casos, los pájaros (sólo tórtolas o
palomos jóvenes) se ofrecían en holocausto (Lev., i, 14,; etc.); los pájaros
normalmente eran permitidos a los pobres, como sustituto de animales más grandes
y costosos (Lev., v, 7,; xii, 8,; xiv, 22), incluso, se los prescribió
directamente en algunos casos de impureza ceremonial (Lev., xv, 14, 15, 29, 30).
Los animales de caza y pesca, que se sacrificaban en algunos cultos paganos de
Asia Occidental, no eran objetos de sacrificio en la Ley Mosaica.
Ritual de los Holocaustos
Los ritos principales llevados a cabo en la ofrenda de los holocaustos, eran (1)
por parte del oferente, que debía traer el animal a la puerta del tabernáculo,
imponerle sus manos sobre la cabeza, mátarlo al norte del altar, desollar y
cortar su cadáver y lavar sus entrañas y patas; (2) por parte del sacerdote, que
debía recibir la sangre de la víctima, rociarla sobre el altar, y quemar la
ofrenda. En el caso de ofrendas de pájaros, el sacerdote mataba a las víctimas y
dejaba a un lado, como impropios, su buche y plumas (Lev., i). En sacrificios
públicos, era también obligación del sacerdote matar a las víctimas, siendo
asistido en ocasiones por los Levitas. El exámen de las entrañas, que jugaba una
parte muy importante en los sacrificios de varios pueblos antiguos,
especialmente fenicios, no tenía lugar en el ritual Mosaico.
Clases de Holocaustos
Entre los hebreos, los holocaustos eran de dos tipos generales, conforme a las
ofrendas prescritas por la Ley o según el resultado de voto o devoción,
privados. Los holocaustos obligatorios eran (1) la quema de ofrenda diaria de un
cordero; este holocausto se preparaba dos veces al día (a la tercera y novena
hora), acompañado de un oblación de cereal y una libación de vino (Ex., xxix,
38-42,; Num., xxviii, 3-8); (2) el sábado, la quema de ofrenda incluía una
cantidad doble de todos los elementos del holocausto diario ordinario (Num.,
xxviii, 9, 10); (3) la quema de ofrendas solemnes, celebradas en Luna Nueva, en
Pascuas, en la Fiesta de las Trompetas, en el Día de Expiación, y en la Fiesta
de los Tabernáculos, en ocasiones, el número de víctimas y de otras ofrendas
aumentaba considerablemente; (4) los holocaustos prescriptos, para la
consagración de un sacerdote (Ex., xxix, 15 sqq.; Lev., viii, 18,; ix, 12), para
la purificación de las mujeres (Lev., xii, 6-8), para limpiar a leprosos (Lev.,
xiv, 19, 20), para purgar la impureza ceremonial (Lev., xv, 15, 30), y
finalmente en relación con el voto de los Nazareos (Num., vi, 11, 16). En la
quema de ofrendas voluntarias, el número de víctimas quedaba a la liberalidad o
riqueza del oferente (cf. III Reyes, iii, 4,; I Par., xxix, 21, etc., para los
holocaustos voluntarios muy grandes), y las víctimas podían ser proporcionadas
por los gentiles, una licencia que Augusto aprovechó para sí, según Philo (Legatio
ad Caium, xl).
Propósitos principales de los Holocaustos
Los siguientes son los principales propósitos del conjunto de la quema de
ofrendas prescritas por la Ley Mosaica: (1) por la rendición total y destrucción
de víctimas valiosas, puras, inocentes, y casi conectadas al hombre, los
holocaustos recordaban vivamente a los hebreos el dominio supremo de Dios sobre
Sus criaturas, y les hizo pensar en sentimientos de interna pureza y en la
entera entrega de sí mismos a la Divina Majestad sin que ni siquiera, los
sacrificios más excelentes, pudieran ser tenidos en cuenta, por el Omnipotente
Observador de los secretos del corazón. (2) ofreciendo holocaustos con
disposición propia y fiel podían sentirse confiados de su admisión con Dios,
Quien en aquel tiempo consideraba a las víctimas como medios de expiación de sus
pecados (Lev., [A.V.], i, 4), como un sacrificio bueno y grato en su nombre
(Lev., I, 3, 9), y como limpieza de cualquier deshonra que les podría haber
impedido, aparecer merecidamente ante Él (Lev., xiv, 20). (3) Los holocaustos de
la Ley Antigua simbolizaron el gran y perfecto sacrificio que Jesús, el
Sacerdote Superior de la Nueva Ley y el verdadero Cordero de Dios, ofreció en
cumplimiento de todos los sangrientos sacrificios del primer pacto (Heb., ix,
12, el sqq.; etc.).
Haneberg, Die religioesen Alterthuemer der Bibel, 2nd ed. (Munich, 1869);
Schoepfer, Geschichte des A. T. 2nd. ed., (Brixen, 1895); Larange, Etudes sur
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Testament Theology, tr. (Edinburgh, 1898); Kent, Israel's Laws and Legal
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FRANCIS E. GIGOT
Transcrito por Donald D. Ross
Traducido por José Luis Anastasio