Relación de Dios con el Universo
EnciCato
1. Dependencia Esencial del Universo en Dios (Creación y Conservación)
Al desarrollar el argumento de la Causa Primera hemos visto que el mundo depende
esencialmente de Dios y esta dependencia implica, en primer lugar, que Dios es
el Creador del mundo, el productor de todo su ser o sustancia, y, en segundo
lugar, suponiendo su producción, que su continuidad en el ser, en todo momento,
se debe a Su poder sustentador. Creación (q.v.) significa la producción total de
un ser partiendo de la nada, esto es, el traer a un ser a la existencia como
reemplazo de la absoluta inexistencia, y la relación del Creador es la única
relación concebible en la que lo Infinito puede enfrentarse a lo finito. Las
teorías panteísticas, que representarían a las variedades de seres en el
universo como otras tantas determinaciones o emanaciones o fases de una misma y
eterna realidad: la Sustancia, según Spinoza, el Ego Puro, según Fichte, el
Absoluto, según Schelling, la Idea Pura o el Concepto Lógico, según Hegel, están
simplemente plagadas de contradicciones y constituyen, como ya se ha dicho, una
negación de la distinción entre lo finito y lo infinito. Además, la relación del
Creador con lo creado permanece igual aunque se admita la posibilidad de la
creación eterna; el Infinito tiene que ser el productor de lo finito aunque sea
imposible determinar un momento en el tiempo en el que la producción no haya
tenido ya lugar. Por cierto conocimiento del hecho de que el ser creado, y el
tiempo mismo, tuvieron un comienzo definido en el pasado, podemos confiar en la
revelación, aunque, como ya se ha dicho, la ciencia sugiere el mismo hecho.
El también evidente que, si el universo depende de Dios para su producción,
también tiene que depender de Él para su conservación o continuidad en el ser; y
esta verdad se puede presentar tal vez mejor explicando el tan mencionado
principio de la inmanencia Divina, tal como ha sido corregido y contrarrestado
por el igualmente importante principio de la trascendencia Divina.
2. Inmanencia y Trascendencia Divinas
Se atribuye a los dehesitas el concepto, o al menos la tendencia a conceptuar,
que Dios, habiendo creado el universo, le permite seguir su propio curso según
leyes inamovibles y deja, por así decirlo, de interesarse en él o de
responsabilizarse por lo que pueda suceder; y en ocasiones se recurre, tal vez
con demasiada vehemencia, a la inmanencia Divina para oponerse a este concepto.
Dios es inmanente, o está íntimamente presente, en el universo, porque se
requiere Su poder en todo momento para sostener a las criaturas en el ser y para
coincidir y cooperar con ellas en sus actividades. La conservación y el concurso
son, por así decirlo, continuaciones de la actividad creadora e implican
igualmente una íntima relación entre Dios y sus criaturas o, más bien, una
dependencia igualmente íntima e incesante de Dios por parte de sus criaturas.
Las criaturas, sea lo que fueren, lo son poor virtud del poder conservador de
Dios; hagan lo que hicieren, lo hacen por virtud del concurso de Dios. No se
niega, claro está, que las criaturas son verdaderas causas y producen efectos
reales; pero son sólo causas segundas, su eficiencia es siempre dependiente y
derivada; Dios, como la Causa Primera, es un cooperador siempre activo en sus
acciones. Esto es cierto incluso en lo que se relaciona a los actos libres de
una criatura inteligente como el hombre; sólo que, en este caso, se debe agregar
que la responsabilidad Divina cesa al momento en el que aparecen el pecado o el
mal moral. Sin embargo, puesto que el pecado es una imperfección, no se impone
ningún límite a la supremacía de Dios.
Pero, para la insistencia en la inmanencia Divina no degenere en panteísmo, y
hay una tendencia en este sentido por parte de muchos autores modernos, es
importante enfatizar, al mismo tiempo, la verdad de la trascendencia de Dios, en
otras palabras, recordar lo que ya se ha repetido otras veces, que Dios es un
Ser personal simple e infinitamente perfecto cuya naturaleza y acción, en su
debido carácter Divino, trascienden infinitamente todas las posibles formas de
lo finito y no pueden identificarse formalmente con éstas sin contradicción.
3. Posibilidad de los Sobrenatural
Del estudio de la naturaleza hemos inferido la existencia de Dios y hemos
deducido ciertas verdades fundamentales en cuanto a Su naturaleza y atributos y
Su relación con el universo creado. Con base en estas verdades, resulta fácil
deducir otra importante verdad, con una breve referencia a la cual podemos
concluir adecuadamente esta sección. No importa cuán maravilloso consideremos
que es el universo, nos damos cuenta de que ni en su sustancia ni en las leyes
por las cuales se mantiene su orden, en la medida en la que la razón, pos sí
sola, puede llegar a conocerlas, agota el poder infinito de Dios ni revela con
perfección Su naturaleza. Si se sugiriese entonces que, para complementar lo que
nos enseña la filosofía acerca de Él y de Sus propósitos, Dios podría estar
dispuesto a beneficiar a las criaturas racionales con una revelación personal
inmediata, en la que Él ayuda a los poderes naturales de la razón mediante la
confirmación de lo que estos ya saben e impartiéndoles muchos otros
conocimientos que de otra forma no podrían poseer, será evidente, de inmediato,
que no hay imposibilidad alguna en esta sugerencia. Todo lo que hay que entender
es que Dios debe ser capaz de comunicarse directamente con la mente creada y que
los hombres deben poder reconocer, con suficiente certeza, que la comunicación
el realmente Divina, y que estas dos condiciones pueden cumplirse es algo que
ningún teísta puede negar con base en la lógica (ver REVELACIÓN; MILAGROS).
Admitido este hecho, se sigue, como consecuencia lógica, que el conocimiento así
obtenido, al estar garantizado por la autoridad de Aquel que el la Verdad
infinita, es el conocimiento más seguro y confiable que podemos poseer.
P.J. TONER
Transcrito por Tomas Hancil
Traducido por Rosario Camacho-Koppel
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