Deposición
EnciCato
Una deposición es un castigo vengativo eclesiástico por el cual un clérigo es
privado en adelante de su ministerio o beneficio, y del derecho de ejercer las
funciones de sus órdenes. Por su propia naturaleza, este castigo es perpetuo e
irremisible, en el sentido de que aquellos sobre quienes es impuesto, aún
después de haber hecho penitencia completa, no tienen derecho a ser liberados de
él, si bien el superior puede, si lo desea, restituirlos en su cargo si están
verdaderamente enmendados. La deposición puede ser infligida solamente sobre
eclesiásticos, seculares o regulares; puede ser total o parcial, según que los
prive de todos los poderes de sus órdenes y jurisdicción o solamente de una
parte de ellos. Difiere de la simple privación, porque en adición a la privación
de beneficios y funciones, descalifica al eclesiástico para recibirlos en el
futuro; de la suspensión, porque es un castigo vengativo perpetuo, no una mera
suspensión del uso de los poderes de las órdenes y la jurisdicción, sino el
retiro completo y perpetuo de los mismos; de la degradación real, en cuanto
nunca priva del privilegio del estado eclesiástico. Este castigo puede
remontarse a los primeros siglos de la Iglesia cuando los eclesiásticos
culpables de crímenes atroces eran expulsados de su posición y trasladados a la
comunión laica. Aunque preservando el carácter de sus órdenes, eran entonces
considerados, para todos los propósitos y a los ojos de la ley, como laicos
ordinarios, y eran obligados a comparecer con los fieles ordinarios cuando
recibían la Sagrada Comunión. La palabra deposición, se asegura, fue primero
usada en el Sínodo de Adge (506, can. xxxv) para señalar tal castigo. Hasta el
siglo doce las expresiones deposición y degradación significaban el mismo
castigo canónico. Sabemos, por ejemplo, que Pablo, Patriarca de Alejandría
(541), e Ignacio, Patriarca de Constantinopla (861), tropezaron con la misma
clase de castigo; sin embargo en el primer caso se denominaba deposición y en el
segundo degradación. Más aún, la deposición siempre privaba a los eclesiásticos
de la función que ejercían por el título ordinario de ordenación, y casi siempre
se unía con la ceremonia de despojo a los delincuentes de las prendas usadas en
las funciones de su ministerio sagrado. Con el tiempo, cuando, primero por
costumbre y posteriormente por decreto de Alejandro III (c. At si clericis, IV,
De judiciis), a los obispos se les permitía dispensar de ese castigo en crímenes
de menor gravedad que el adulterio, se descontinuó el despojo solemne de las
sagradas vestiduras, para evitar el problema de restaurar su uso en caso de
reincorporación. La nueva práctica originó incertidumbre y variedad en la
ejecución de la deposición, desde que Bonifacio VIII (c. Ii. De pÉnis, in VI°) a
instancias del Obispo de Béziers decretó que la remoción formal de vestiduras,
que actualmente significa y tiene el efecto de exclusión total del estado
eclesiástico, tendría lugar sólo en casos de degradación efectiva.
Como quedó establecido antes, la deposición total prohibe el ejercicio de las
facultades conferidas por la ordenación, y origina una privación completa y
perpetua de las funciones eclesiásticas, beneficios, y dignidades. También
descalifica para obtenerlos en el futuro, mientras que la deshonra pública o la
infamia e irregularidad son impuestas a quienes no hagan caso de este castigo.
Siendo indeleble el carácter impreso por la ordenación, la deposición de las
órdenes solamente puede privar a una persona del derecho de ejercerlas. La
deposición del cargo siempre acarrea la pérdida de los beneficios anexos al
mismo, en cuanto que los beneficios son otorgados con motivo del oficio
espiritual. De otra parte, la deposición del beneficio nunca hace al
eclesiástico incapaz de ejercer lícitamente su ministerio; se afirma, sin
embargo, que lo priva aún del derecho a participar de los emolumentos temporales
para su sustento decoroso. De acuerdo con la disciplina actual de la Iglesia, la
deposición es infligida solo por crímenes enormes, tales como los que causan
escándalo público y hacen gran daño a la religión o la moral, v.g. asesinato,
concubinato público, blasfemia, un modo de vida pecaminoso e incorregible, etc.
En gran parte se deja, sin embargo, al juicio prudente del superior determinar
en cada caso la gravedad del crimen que merece este castigo. En efecto, la
deposición ahora es raramente aplicada; la simple destitución del cargo, junto
con la suspensión perpetua, generalmente toman su lugar. (Ver COMUNIÓN LAICA).
SMITH Elem of Eccl. Law (New York, 1889); STREMLER, Traité des peines
ecclésiastiques (Paris, 1860); HOLLWECK, Kirchl. Strafgesetze (Mains, 1899); VON
KOBER, Deposition und Degradation, etc. (Tübingen, 1867); GENNARI, Privazione
del beneficio ecclesiastico (Rome, 1905); todos comentadores sobre el título De
Pœnis, X (V, 37); HERGENROTHER, The Papal Depriving Power (1876); Roma Sacra en
The Dublin Review (London, July, 1907).
S. LUZIO.
Transcrito por Douglas J. Potter
Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús
Traducido del Inglés por Daniel Reyes V.