Dalila

 

Sansón, tiempo después de su hazaña en Gaza (Jueces, xvi, 1-3), "amó a una mujer, habitante del valle de Sorec, de nombre Dalila" (verso 4). La villa de Sorec era conocida por Eusebio y San Jerónimo (Onomást.) y quedaba al norte de Eleuterópolis cerca de Saraa, hogar de Sansón. En la actualidad se conoce como Khan Sureq. El valle de ese nombre, mencionado en el texto, era probablemente un pequeño valle lateral del gran Wadi Serar, o tal vez el Wadi Serar mismo (Lagrange, "Le livre des Juges", 247). La ruta del tren desde Jaffa a Jerusalén atraviesa esta región un poco al oeste de la estación de Deir Aban. El distrito se hallaba situado en la frontera entre las tierras de los israelitas y las de sus principales enemigos y opresores de aquella época, los filisteos. Sorec pudo haber estado habitada por estos últimos; y aunque no se menciona a cuál gente pertenecía Dalila, la historia narrada en el capítulo dieciséis de los Jueces sobre sus relaciones con los príncipes de los filisteos, sugiere que es poco probable que ella fuera una israelita. Tampoco es probable que ella hubiera sido esposa de Sansón. El pasaje anteriormente citado --con el cual en las Escrituras se inicia la narración de sus relaciones con Sansón-- y la facilidad con la cual los filisteos entraban en su casa, sin mencionar la pronta disposición de ella para traicionar al héroe israelita, más bien sugiere que Dalila era una meretriz, opinión ésta que comparten muchos expositores hoy en día.

Los filisteos, creyendo que la fuerza por la cual se distinguía Sansón se debía a algún encantamiento, quieren averiguar el origen de la misma. Sus príncipes, probablemente los cinco mencionados en Jueces, iii, 3, y en otros pasajes, acuden a Dalila, cuya casa era frecuentada por Sansón – si es que no vivía en ella – y le dicen: "Engáñale, para que te diga de dónde proviene su fuerza, y cómo podremos sojuzgarlo, para atarlo y castigarlo: por lo cual, si lo logras, te daremos mil cien siclos de plata" (verso 5). Esta cantidad debió parecerle enorme a Dalila. Entonces se dispone a descubrir el secreto de la fuerza de Sansón y la forma de vencerla. En cuatro ocasiones le pide que le revele su secreto, teniendo cada vez un número de filisteos disponibles para apresarlo en caso de que lograra convencerlo de que se lo confiara. Al principio Sansón se divierte dándole contestaciones que le permiten reírse de los intentos de Dalila por atarlo; pero finalmente la insistencia de Dalila se impone y él le revela su consagración como nazareo y su necesidad de mantener su cabello largo, señal de su consagración. Dalila entonces logra que le corten el cabello a Sansón mientras él duerme y lo entrega a sus enemigos, quienes lo traen prisionero a Gaza.

Transcripción por W. S. REILLY
Traducción por Guillermo R. Coimbre