Roger Bacon
EnciCato
Filósofo, reconocido como “DOCTOR ADMIRABLE”.
Nació en Ilchester, Somersetshire, aproximadamente en 1214; murió en Oxford,
quizás el 11 junio de 1294. Sus padres tenían fortuna y tomaron posición a favor
de Enrique III, en la lucha de éste contra los barones rebeldes, pero perdieron
casi todas sus propiedades. Se supone que Robert Bacon O.P., era el hermano de
Roger; muy probablemente era su tío. Roger hizo sus estudios más avanzados en
Oxford y París, y más tarde fue profesor en Oxford (escuela franciscana).
Fue mayormente influenciado por sus maestros oxonianos y sus amigos Richard
Fitzacre y Edmund Rich, pero sobre todo por Robert Grosseteste y Adán Marsh,
ambos profesores en la escuela franciscana; y en París por el Petrus
Peregrinus franciscano de Maricourt (veáse Schlund en "Archiv. Francisc.
Histor"., IV, 1911, pp. 436 y siguientes). Ellos crearon en él una predilección
por las ciencias positivas, físicas e idiomas; y especialmente a los últimos
mencionados, debió su ingreso en la orden franciscana, aproximadamente 1240
(¿1251? ¿1257?) en Oxford o París. Él continuó su trabajo con sabiduría, sin
embargo, una enfermedad lo forzó a dejarlo durante dos años.
Cuando fue capaz de comenzar de nuevo sus estudios, sus superiores impusieron
otros deberes en él, y le prohibieron que publicara cualquier trabajo fuera de
la orden sin el permiso especial de los superiores más altos "bajo el dolor de
perder el libro y de ayuno varios días con sólo pan y agua."
Esta prohibición ha inducido a los escritores modernos para pasar juicio severo
a los superiores de Roger que supuestamente tenían celos de las habilidades de
este último. Incluso los estudiosos serios dicen que ellos apenas pueden
entender cómo Bacon concibió la idea de unirse a los franciscanos. Tales
críticos se olvidan que cuando Bacon entró en la orden que los franciscanos,
estos tenían a muchos hombres de gran habilidad, de ninguna manera inferior a
los estudiosos más famosos de otras órdenes religiosos (vea Felder, "Gesch.
der wissenschaftlichen Studien im Franziskanerorden bis um die Mitte des 13.
Jahrhunderts", Freiburg, 1904).
La prohibición respecto a Bacon, era de carácter general y se extendía a toda la
orden; su promulgación ni siquiera se dirigió contra él, sino contra Gerard de
Borgo San Donnino, de conformidad con los expresado por Salimbene (véase "Chronica
Fr. Salimbene Parmensis" en "Mon. el Germen. Hist". SS"., XXII,
462, ed. Holder-Egger).
Gerard había publicado en 1254, sin permiso, su trabajo herético, "Introductorius
in Evangelium æternum”; con base en esto, el grupo de Narbonne en 1260,
promulgó el referido decreto, situación idéntica se tuvo con el “constitutio
gravis in contrarium”, del cual habla Bacon, tal y como el texto lo indica
(véase la constitución publicada por Ehrle, S.J., "Die ältesten Redactionen
der Generalconstitutionen des Franziskanerordens" en "Archiv für
Literatur - und Kirchengeschichte des Mittelalters", VI, 110; St.
Bonaventure, "Opera Omnia", Quaracchi, VIII, 456).
No necesitamos entonces preguntarnos las causas por las cuales los superiores
inmediatos de Roger establecieron la prohibición, sobre todo cuando Bacon no
siempre era muy correcto en el seguimiento de la doctrina; y aunque por una
parte es erróneo considerarlo como un “necromancero” y un astrólogo, un
enemigo de la filosofía escolástica, un autor lleno todavía de herejías y de
perspectivas sospechosas, nosotros no podemos negar que algunas de sus
expresiones son imprudentes e inexactas.
Los juicios que él expresó sobre
otros académicos contemporáneos, son muchas veces demasiado duros, así que no es
sorprendente que fueran pocos sus amigos. La prohibición antedicha se rescindió
inesperadamente en favor de Roger en 1266. Algunos años antes, mientras todavía
en Oxford, él había hecho del conocimiento del Cardenal Guy le Gros de
Foullques, a quien Urbano IV había enviado a Inglaterra para encargarse de
las disputas entre Enrique III y los barones; otros creen que el cardenal y
Roger se encontraron en París, en 1257 o 1258 (véase "Archiv. Francisc. Histor".,
IV, 442).
Después de una conferencia sobre algunos abusos que ocurrían, sobre todo
respecto a estudios eclesiásticos, el cardenal solicitó que Roger presentara sus
ideas por escrito. Roger tomó tiempo haciendo esto; cuando el Cardenal fue
nombrado papa, como Clemente IV y reiteró su deseo, Bacon se excusó porque la
prohibición de sus superiores estaba vigente.
Entonces el Papa en una carta de Viterbo (22 junio, 1266) le ordenó que enviara
su trabajo inmediatamente, a pesar de la prohibición de superiores o de
cualquier otra disposición, pero guardando esta comisión como un secreto (véase
carta publicada por Martene-Durand, "anecdotorum de novus de Tesauro",
II, París, 1717, 358, Clemente IV, epp. n. 317 a; Wadding, "Annales",
ad an. 1266, n. 14, II, 294,; IV, 265,; Sbaralea, "Bullarium Franciscanum",
III, 89 n. 8f, 22 junio, 1266).
Nosotros podemos suponer que el Papa, tal y como dice Bacon, inicialmente había deseado que el asunto se mantuviera confidencial; por otra parte nosotros apenas podemos entender la causa por la cual Bacon no consiguió permiso de sus superiores. La prohibición de Narbonne no era absoluta; sólo le prohibió que publicara trabajos fuera del orden "a menos que ellos fueron examinados completamente por el ministro general o por el provinciano, junto con quienes definían en el capítulo provincial". El levantamiento de la constitución prohibitiva no quitó en seguida todos los obstáculos; el secreto del asunto provocó nuevas turbaciones, como Bacon francamente lo declarara.
El primer impedimento fue la
voluntad contraria de sus superiores: "como su Santidad", él escribe a la papa,
"no escribió a ellos excusarme, y yo no podría hacer del conocimiento de ellos
el secreto que Usted me había ordenado, ellos no me dejaron solo y me encargaron
con otros trabajos; era imposible para mi obedecerlo en su mandato”.
Otra dificultad fue la falta de dinero necesario obtener pergamino y pagar
copistas. Como los superiores no supieron nada de su comisión, Bacon tenía que
inventar medios para obtener dinero. De acuerdo con ello, recordó al papa, "Como
un monje", él dice, "no tengo dinero y no puedo pedir prestado, no teniendo algo
que dar en retorno; mis padres eran ricos, pero ahora con los problemas de la
guerra viven en pobreza; otros se niegan a gastar dinero; tan profundamente
avergonzado estoy puesto que yo insté a mis amigos y a personas pobres que
gastaran lo que tenían para vender y empeñar, y yo no podría ayudar, sino
prometerles escribir a Usted y tratar de que Su Santidad reembolsara la suma
totalmente gastados por ellos (60 libras)" ("Opus Tertium", III, pág.
16).
Finalmente, Bacon pudo realizar el deseo del papa; al principio de 1267 él envió
a su alumno John de París (¿Londres?) el "Opus Majus", dónde él reúne
en líneas generales, sus ideas principales y propuestas; al mismo amigo le fue
pedido que presentara ante el Papa, varios dibujos relacionados con la física, y
de dar a Su Santidad las explicaciones requeridas.
Durante el mismo año (1267) él terminó su "Opus Minus", una
recapitulación de los pensamientos principales del "Opus Majus", el fin
era facilitar la lectura del Papa, sometiendo ante él un epítome del primer
trabajo en caso también de que pudiera perderse. Con el mismo objetivo, y porque
en los primeros dos trabajos algunas ideas se habían desarrollado un tanto
apresuradamente, él fue inducido para componer un tercer trabajo, el "Opus
Tertium"; esto lo envió al Papa antes de la muerte del Pontífice (1268), él
trata de una manera más extensa, el material entero que estaba contenido en sus
trabajos precedentes.
Desgraciadamente su amigo Clemente
IV murió demasiado pronto, sin haber puesto en práctica los consejos de Bacon.
Sobre el resto de la vida de Roger no tenemos mucha información. La "Chronica
XXIV Generalium Ordinis Minorum" dice que "el Ministro General Jerome de
Ascoli [después Papa Nicholas IV] con base en el consejo de muchos hermanos
condenó y rechazó la doctrina del hermano inglés Roger Bacon, Doctor de
Divinidad, que hace muchas innovaciones sospechosas, razón por las cuales fue
encarcelado" (véase la "Chronica" impresa en "Analecta Franciscana",
III, 360).
Lo que manifiestan los modernos escritores, es que Bacon permaneció en prisión
durante 14 o 15 años, aún cuando él había demostrado su sentido de ortodoxia en
el trabajo "De nullitate magiæ", que no tenía fundamento en fuentes
antiguas.
Algunos autores relacionan el encarcelamiento con la "Chronica" y con
la proscripción de 219 tesis por Stephen Tempier, Obispo de París que tuvo lugar
7 marzo, 1277 (Denifle, "Chartularium Universitatis Pariensis", I, 543,
560). De hecho no era muy difícil de encontrar algo de "innovación sospechosa"
en las escrituras de Bacon, sobre todo con respecto a las ciencias físicas. Como
F. Mandonnet, O.P., demuestra, uno de sus libros incriminados o folletos era su
"Speculum Astronomiæ", escrito en 1277, que había sido atribuido al
Bendito Alberto el Grande [Opera Omnia, ed. Vives, París, X, 629 sq.; el cf.
Mandonnet, "Roger Bacon et le Speculum Astronomiæ (1277) en "Revue
Néo-Scholastique", XVII, Louvain, 1910, 313-35].
Muchas interrrogantes aún no están maduras para juicio; pero se espera que el
interés recientemente despertado en los trabajos de Bacon brindará luz cada vez
más, y más, sobre la vida de Roger.
Son un total de ochenta, las obras atribuidas a Bacon por algunos autores;
muchas de ellas (ej. "Epistola de magnete", compuesto por Petrus
Peregrinus de Maricourt) serían espurias, mientras muchas otras han sido
publicadas por separado, con nuevos nombres. Otras obras, o fragmentos de
escritos ciertamente compuesto por él fueron puestos en circulación con el
nombre de otros académicos, y su alegato de autoría puede ser establecido
solamente puede establecerse por medio de razones interiores de estilo y
doctrina.
Otros tratados están aún con el polvo de las grandes bibliotecas europeas, sobre todo de Inglaterra, Francia, y Italia. Mucho resta por hacer antes de que se pueda tener una edición de "Opera Omnia" de Roger Bacon. Por el momento estas indicaciones pueden ser suficientes.
Antes de que Bacon entrara en la orden, él había escrito muchos ensayos y tratados en aspectos que enseñó en la escuela, sólo para sus alumnos, o para amigos que le habían pedido que así lo hiciera. De esa forma lo confiesa en una carta sobre el “Opus Majus”, enviada al Papa: "Multa en alio statu conscripseram propter juvenum rudimenta" (la carta se descubrió en la Biblioteca Vaticana por Abad Gasquet, O.S.B., y primero fue publicada por él, en la "Revisión Histórica inglesa", 1897, bajo el título "An unpublished fragment of a work by Roger Bacon", 494 y siguientes; para las palabras citadas véase pág. 500).
A este período pertenecen algunos
comentarios sobre las escrituras de Aristóteles, y quizás del tratado pequeño "De
mirabili potestate artis et naturæ et de nullitate magiæ" (París, 1542;
Oxford, 1604; Londres, 1859). El mismo trabajo estaba impreso bajo el título "Epistola
del secretis operibus artis et naturæ" (Hamburg, 1608, 1618). Después de
entrar a la orden, o más exactamente en los años 1256-57, él no compuso trabajos
de gran importancia o magnitud, sino sólo ensayos pedidos por amigos; lo que
reconoce cuando escribe en una carta: "ahora sobre esta ciencia, ahora sobre
otra", se trata de algo transitorio (véase "Eng. Hist. Rev.", 1897,
500).
En una edad temprana, probablemente compuesto también "De termino pascali”
(véase carta de Clemente IV en "Bull. Franc.”, III, 89); de allí se
cita otro trabajo, "Computus naturalium", asignado en 1263 por
Charles ("Roger Bacon. Sa vie, etc.” París, 1861, pág. 78,; cf. pp. 334 y
siguientes).
Los más importantes de todas sus
obras son "Opus Majus", y "Opus Minos", además de "Tertium".
El "Opus Majus" contiene siente partes: (1) los obstáculos a la
sabiduría real y la verdad, viz. errores y sus fuentes; (2) la relación entre la
teología y filosofía, teniendo en cuenta su sentido más amplio hasta comprender
todas las ciencias no estrictamente filosóficas: aquí él demuestra que todas las
ciencias se fundan en las sagradas ciencias, sobre todo en la Santa Escritura;
(3) la necesidad de estudiar escrupulosamente los idiomas Bíblicos, sin ellos es
imposible obtener los tesoros escondidos en los textos sagrados; (4) la
matemática y su relación y aplicación a las ciencias sagradas, la Escritura
Santa; aquí él aprovecha la ocasión para hablar de geografía bíblica y
astronomía (estas partes realmente pertenecen al "Opus Majus"); (5)
ópticas o perspectiva; (6) las ciencias experimentales; (7) filosofía moral o
ética.
El "Opus Majus" fue inicialmente editado por Samuel Jebb, Londres,
1733, después en Venecia, 1750, por los padres franciscanos. Cuando ambas
ediciones estaban incompletas, fue ya revisado recientemente por J. H. Puentes,
Oxford, 1900 (El ' Opus Majus' de Roger Bacon, revisado con
introducción y cuadro analítico," en 2 vols.); las primeras tres partes habían
sido republicadas en el mismo año por este autor en un volumen suplementario,
conteniendo un texto más correcto y revisado. Es lamentable que esta edición no
sea tan crítica y exacta cuando podría haberlo sido. Como ya fue mencionado, la
carta de Bacon respecto a la dedicación e introducción fue encontrada y
publicada primero por Dom Gasquet; de hecho la dedicación y la introducción son
requeridas en las ediciones existentes del "Opus Majus", y "Opus
Minus " y se acompañan por el "Opus Tertium" con un prólogo de
Bacon (véase "Acta Ord. Min", Quaracchi, 1898, donde se reimprime la
carta).
Del "Opus Minus", que tiene la relación ya mencionada con el "Opus Majus", mucho se ha perdido. Originalmente tenía nueve partes una de las cuales debe haber sido un tratado de alquimia, especulativa y práctica; había otro captitulado "Los siete pecados en el estudio de teología". Todos los fragmentos hasta aquí encontrados han sido publicados por J. S. Brewer, "Fr. R. Bacon opp. quædam hactenus inedita", vol. I (the only one) containing: (1) "Opus Tertium"; (2) "Opus Minus"; (3) "Compendium Philos." The appendix adds "De secretis artis et naturæ operibus et de nullitate magiæ", London, 1859 (Rerum Britann. med. æv. Script.).
El objetivo del "Opus Tertium" fue claramente señalado por Bacon: "Como estas razones el profundizar sobre la verdad y su dificultad] me ha inducido componer la Segunda Escritura como un complemento que facilita la comprensión del Primer Trabajo; así a causa de ellos, he escrito este Tercer Trabajo para dar mayor comprensión e integridad a los trabajos anteriores; muchas cosas se agregan aquí que no se encuentran las otras escrituras” ("Opus Tertium", I, ed. Brewer, 6).
Por consiguiente este trabajo debe
ser considerado, en la propia opinión del autor, como la más perfecta de todas
las composiciones que envió al Papa. Es lamentable que la mitad se haya perdido.
Las partes que poseemos contienen muchos artículos autobiográficos. Todas las
partes conocidas fueron publicadas en 1859 por Brewer (véase arriba). Un
fragmento que trata de ciencias naturales y filosofía moral se ha editado por
primera vez por Duhem ("Un fragment inédit de l'Opus Tertium de Roger Bacon
précédé d'une étude sur ce fragment", Quaracchi, 1909); otro (Quarta
pars communium naturalis philos.) por Höver (Commer's "Jahrb. für
Philos. u. speculative Theol.", XXV, 1911, pp. 277-320).
Bacon a menudo habla de su “Scriptum principale”. ¿Era este trabajo
diferente de los que nosotros conocemos? En muchos textos la expresión significa
sólo el "Opus Majus", como es evidente en su antítesis al "Opus
Minus" y "Opus Tertium". Pero hay algunas otras frases donde la
expresión parece denotar un trabajo bastante diferente de los tres ya
mencionados, uno que Bacon tenía la intención de escribir y respecto al cual,
estos trabajos serían como un preámbulo, la preparación.
Nosotros podemos inferir a partir de algunas expresiones, podemos reconstruir el plan de esta gran enciclopedia: se concibió para contener cuatro volúmenes, el primero dedicado a gramática (de los varios idiomas que él hablaba) y lógica; el segundo para matemáticas (aritmética y geometría), astronomía, y música; el tercero para ciencias naturales, perspectiva, astrología, leyes de gravedad, alquimia, agricultura, medicina, y las ciencias experimentales; el cuarto para metafísica y la filosofía moral (véase Delorme en "Dict. de Theol.", s. v. Bacon, Roger; Brewer, pp. 1 sq.; Charles, 370 sq., y en especial Bridges, I, xliii y siguientes.).
Incluso es posible que algunos de
esos trabajos fueran en sí tratados, no es muy evidente la conexión con los tres
trabajos ("Opus Majus", "Opus Minus", "Opus Tertium");
y que eran partes del “Scriptum principale”; o otros no es evidente,
era partes del "principale de Scriptum"; véase Bridges, II, 405 sq., al
cual se agrega "Tractatus Fr. Rogeri Bacon de multiplicatione specierum",
el cual parece haber pertenecido al un trabajo más extenso.
Aquí pueden mencionarse algunas escrituras hasta ahora desconocidas, pero
publicadas por primera vez por Robert Steele: "Opera hactenus inedita Rogeri
Baconi. Fasc. I: Metaphysica Fratris Rogeri ordinis fratrum minorum. De viciis
contractis in studio theologiæ, omnia quæ supersunt nunc primum edidit R. St.",
Londres, 1905; Fasc. II: Liber primus communium naturalium Fratris Rogeri,
partes I et II", Oxford, 1909. Otra obra de Bacon, “Compendium studii
philosophiæ", fue escrita durante el pontificado de Gregorio X, quien
sucedió a Clemente IV (1271-76), cuando Bacon habla de este último lo hace como
el "predecessor istius Papæ" (capít. iii).
Se ha publicado, en toda su
extensión, por Brewer, en el trabajo arriba mencionado. Él repite allí las ideas
abordadas en sus trabajos anteriores, en cuanto a las causas de la ignorancia
humana, necesidad de aprendizaje de idiomas extranjeros, especialmente hebreo,
árabe, y griego; se brindan elementos de gramática griega.
Aproximadamente durante el mismo período (1277) Bacon escribió la fatal obra ya
mencionada "Speculum Astronomiæ". Y dos años antes de su muerte compuso
su "compendium studii theologiæ" (en nuestros días publicado por
primera vez por la "British Society of Franciscan Studies", III,
Aberdeen, 1911). Donde el autor realiza algo como una última confesión
científica respecto a la fe, ideas y principios que lo habían animado durante su
larga vida. No tenía nada que revocar, nada que cambiar. Otros trabajos y
panfletos no pueden ser atribuidos en términos de algún período específico de su
vida.
A esta categoría pertenece la "Epistola de laude Scripturarum",
publicado en parte por Henry Wharton en el apéndice (auctarium) de "Jacobi
Usserii Armachani Historia Dogmatica del Scripturis et sacris vernaculis"
(Londres, 1689), 420 sq. Allí están contenidas tanto una gramática griega como
una hebrea, ésta última sólo reconocida mediante algunos fragmentos: "The
Greek grammar of Roger Bacon and a fragment of his Hebrew Grammar, edición
de MSS., con introducción y notas", Cambridge, 1902.
Algunas partes de la gramática griega tal y como son preservadas en un MS. del
Corpus Christi College, Oxford, se habían publicado dos años antes por
J. L. Heiberg en "Byzantinische Zeitschrift", IX, 1900, 479-91. La
edición arriba mencionada de las dos gramáticas, no puede ser considerada muy
crítica (véase la crítica severa de Heiberg, ibid., XII, 1903, 343-47). Aquí
nosotros podemos agregar el "Speculum Alchemiæ" de Bacon, Nuremberg,
1614 (Libellus do alchimia cui titulus: Spec. Alchem.); se tradujo al
francés por Jacques Girard de Tournus, bajo el título "Miroir d'alquimier",
Lyons, 1557.
Algunos tratados referentes a química fueron impresos conjuntamente en 1620, en
un volumen que contenía: (1) "Breve Breviarium de dono Dei"; (2) "Verbum
abbreviatum de Leone viridi"; (3) "Secretum secretorum naturæ de laude
lapidis philosophorum"; (4) "Tractatus trium verborum"; (5) "Alchimia
major". Sin embargo, es posible que algunos de estos, y otros varios
tratados atribuidos a Bacon, sean partes de los trabajos ya mencionados, al
igual que los ensayos "De situ orbis", "De regionibus mundi",
"De situ Palæstinæ","De locis sacris", "Descriptiones
locorum mundi", "Summa grammaticalis" (véase Golubovich, "Biblioteca
bio-bibliografica della Terra Santa e dell'Oriente Francescano", Quaracchi,
1906, I, 268 sq.).
Si examinamos los sistemas científicos y fundamentales principios de Bacon, sus
objetivos, y aficiones, es decir vemos no sólo las escrituras enviadas al papa,
sino también todas sus obras, su fundamento fue: el estudio eclesiástico debe
reformarse. Todas sus ideas y principios deben ser considerados a la luz de esta
tesis. Él expone los "pecados" de su tiempo abiertamente en el estudio de
teología, siendo estos siete, los que trata de demostrar en el "Opus Majus."
Sin embargo esta parte ha estado perdida, nosotros podemos reconstruirla con
ayuda del "Opus Minus " y el "Opus Tertium". El primer pecado
es la preponderancia de la filosofía (especulativa). La teología es una ciencia
Divina, por tanto, debe estar basada en principios Divinos y abordar elementos
relacionados con la divinidad, y no descargarse a si misma en cavildeos
filosóficos y distinciones.
El segundo pecado es ignorancia de las ciencias algo conveniente y necesario
para los teólogos; ellos sólo estudian gramática latina, lógica, filosofía
natural (¡muy superficialmente!) y una parte de metafísica: cuatro ciencias muy
insignificantes, scientiae viles. Otras ciencias más necesarias son descuidadas,
tales como idiomas (orientales), matemática, alquimia, química, física, ciencias
experimentales, y la filosofía moral.
Un tercer pecado es el conocimiento
defectuoso incluso de las cuatro ciencias que se cultivan: sus ideas están
llenas de errores y conceptos erróneos, porque ellos tienen ningún medio para
llegar al entender en realidad a los autores de quienes ellos deducen todo su
conocimiento; una causa es que sus escrituras abundan en griego, expresiones
hebreas, y árabes. Incluso los más grandes y respetados teólogos, muestran en
sus trabajos hasta que punto el mal se ha extendido.
Otro pecado es la preferencia por el "Liber Sententiarum" y el descuido
de otras materias teológicas, especialmente las Sagradas Escrituras; él se
queja: "El que explica el “Book of the Sentences” tiene el honor de
todos, mientras que es descuidado el lector de las Sagradas Escrituras; para al
expositor de las “sentences” se concede una hora conveniente para poder
disertar a su propia voluntad, y si él pertenece a una orden, tiene compañía y
un cuarto especial; todo esto se le niega al lector de la Escritura Santa, él
debe rogar para que se le permita poder exponer su conferencia a merced del
expositor de las “sentences””.
“En todas partes, el lector de las
“sentences” tiene argumentos, discusiones y se le llama maestro;
mientras al lector de las pruebas (bíblicas) no se permite argumentar" ("Opus
Minus ", ed. Brewer, 328 sq.). Continua señalando que semejante método
es inexplicable e injurioso al Texto Sagrado que contiene la palabra de Dios, y
la exposición de ese contenido daría elementos para hablar en materias tratadas
en la "Summæ Sententiarum."
“Todavía más desastroso es el quinto pecado: el texto de las Sagradas Escrituras
se adulteran horriblemente, sobre todo en el "exemplar Parisiense", ése es el
texto Bíblico usado en la Universidad de París y extendido por sus estudiantes
en el mundo entero. La confusión ha sido aumentada por muchos estudiosos u
órdenes religiosas en sus tareas relacionadas con correcciones al Sagrado Texto,
por no tener un método legítimo, se aumentan las divergencias; como cada uno
presume para cambiar algo "él no entiende, una cosa y hace lo que no se
atrevería a hacer con los textos de los poetas clásicos", el mundo está lleno de
"correctores o más bien corruptores."
“El peor de todos los pecados es consecuencia de lo anterior: la falsedad o duda
del sentido literal (sensus litteralis) y por consiguiente del
significado espiritual (sensus spiritualis); cuando el sentido literal
está equivocado, el sentido espiritual no puede ser correcto, debido a que éste
se basa necesariamente en el sentido literal. Las razones de esta exposición
falsa son la corrupción del Sagrado Texto y la ignorancia de los idiomas
Bíblicos. ¿Cómo pueden determinar el significado real de un Escrito Santo sin
este conocimiento, cuando las versiones latinas están llenas de griego y los
modismos hebreos?”
“El séptimo pecado es el falso
método de predicar: en lugar de romper el Pan de Vida al creyente, exponiendo
los mandamientos de Dios e inculcando sus deberes, los predicadores se contentan
a ellos mismos con divisones del árbol Porphyriana, con el tintineo de palabras
y sutilezas”.
“Ellos ignoran incluso las reglas de elocuencia, y a menudo prelados, que
durante su curso de estudio no contaron con instrucción de prédica, cuando se
les obliga a hablar de la iglesia, piden los copia-libros de los más jóvenes,
los que están llenos de ampulosidad y divisiones ridículas, sirviendo sirviendo
sólo para "estimular los oidos a la curiosidad de la mente, pero no elevando el
afecto hacia el bien” ("Opus Tertium", Brewer, 309 sq.).
“Las excepciones son muy pocas, por ejemplo el Fraile Bertholdus Alemannus (Ratisbon)
quién sólo él, tiene más efecto que todos los frailes de ambas órdenes
combinadas (Frailes Menores y Predicadores). La Elocuencia ha de ser acompañada
por ciencia, y ciencia a través de elocuencia; porque "la ciencia sin elocuencia
es como una espada afilada en las manos de un paralítico, aunque la elocuencia
sin la ciencia es una espada afilada en las manos de un hombre furioso" ("Sapientia
sine eloquentia est quasi gladius acutus in manu paralytici, sicut eloquentia
expers sapientiæ est quasi gladius acutus in manu furiosi"; "Opus Tertium”,
I, Brewer, 4)”.
No obstante, lejos de ser un ocioso
busca-faltas, que sólo demolió sin construir, Bacon hace propuestas propuestas
sumamente pertienentes y eficaces, el único fracaso fue que nunca se pusieron en
práctica, por causa de la muerte prematura del papa. El propio Bacon y sus
alumnos, como John de París, a quien él alaba favorablemente, William de Mara,
Gerard Huy, y otros tenían el llamativo argumento de que sus propuestas no eran
ninguna imaginación Utópica: ellos mostraron en sus propias personas la idea de
lo que debe ser un téologo.
“En primer lugar, si uno desea conseguir sabiduría, se debe cuidar de no cometer
los cuatro errores que normalmente impiden a los hombres sabios alcanzar la
cúspide de la sabiduría: el ejemplo de autoridad débil e inestable, persistencia
de costumbre, considerar la opinión del iletrado, y el ocultar la propia y
personal ignorancia, junto con la exhibición de sabiduría clara" ("Fragilis
et indignæ autoritatis exemplum, consuetudinis diuturnitas, vulgi sensus
imperiti, et propriæ ignorantiæ occultatio cum ostentatione sapientiæ apparentis";
"Opus Majus", I, Bridges, 1, 2).
Así habiendo eliminado "las cuatro
causas generales de toda la ignorancia humana", uno debe convencerse que toda la
ciencia tiene su fuente en revelación tanto oral como escrita. La Santa
Escritura es sobre todo una fuente inagotable de verdad de la que todos los
filósofos humanos, incluso el pagano, dedujeron su conocimiento, inmediatamente
o mediatamente; por consiguiente ninguna ciencia, ya sea profana o sagrada,
puede ser verdad si contradice los Escritos Santos (véase "English Hist.
Rev.", 1897, 508 sq.; "Opus Tertium", XXIV, Brewer, 87 sq.).
Habiendo hechado raíz esta convicción, debemos considerar los medios para lograr
sabiduría. Entre los que llevan a la cúspide la sabiduría, debemos considerar en
primer lugar los idiomas, latino, griego, hebreo, y árabe. El latín no es
suficiente, dado que hay muchos trabajos útiles escritos en otros idiomas y no
han sido traducidos, o han sido mal traducidos al latín.
Incluso en las mejores versiones de trabajos científicos, como es el caso de los
filósofos griegos o árabes, o de las Escrituras o en la Liturgia, aún existen
algunas expresiones extranjeras retenidas intencionalmente o por necesidad.
Muchas veces es imposible expresar en latín todos los matices de textos
extranjeros. Sería muy interesante repasar todas las otras razones aducidas por
Bacon que demuestran la ventaja o la necesidad de idiomas extranjeros por
propósitos eclesiásticos, sociales, y políticos, o para seguir investigaciones
en las condiciones fisiológicas de idioma o en lo que podría haber sido el
idioma original hablado por el hombre.
Él distingue tres grados de conocimiento lingüístico; no se obliga a teólogos a
que alcancen el segundo grado que les permitiría que tradujeran un texto
extranjero en su propio idioma, o el tercero que todavía es más difícil de
lograr y qué les permitiría que hablaran este idioma como el suyo propiamente.
No obstante las dificultades incluso para alcanzar el grado más alto, no son tan
insuperables, como normalmente se supone; sólo depende del método seguido por el
maestro, y como hay muy pocos estudiosos que siguen un método legítimo, no hay
sorpresa en reconocer que es raro el conocimiento de idiomas extranjeros entre
los teólogos (véase "Opus Tertium", XX, Brewer, 64 sq.; "Compendium
Studii phil.", VI, Brewer, 433 sq.).
A este aspecto, y en general en la
actitud de Roger hacia los estudios Bíblicos, véase del mismo autor de este
artículo: "De Fr. Roger Bacon ejusque sententia de rebus biblicis" in "Archivum
Franciscanum Historicum", III, Quaracchi, 1910, 3-22; 185-213.
Además de los idiomas hay otros medios, por ejemplo, matemáticas, óptica,
ciencias experimentales, y filosofía moral; el estudio de estas materias es
completamente necesario para cada sacerdote, tal y como Bacon lo muestra. Él
tiene problemas especiales aplicando estas ciencias a la Escritura Santa y las
dogmas de la fe.
Éstas páginas son maravillosas y demuestran la secuencia de pensamiento, además
de los dibujos que se insertan; hay tal conocimiento de las materias que uno
puede fácilmente entender las causas por las cuales los modernos académicos
consideran que Bacon nació fuera de tiempo; o en relación a su encarcelamiento,
que él pertenece a esa clase de hombres que son aplastados por las ruedas de su
propio tiempo a medida que llevaban a cabo sus actividades mucho más
rápidamente.
Es en estos tratados (y otros del
mismo tipo) en los que Bacon habla de la reflexión de la luz, espejismos, y del
quemando de espejos, de diámetros de los cuerpos celestiales y sus distancias de
entre si, de su conjunción y eclipses; es en estos trabajos que él explica las
leyes de menguante y fluidos, demuestra que el calendario juliano está
equivocado; él explica la composición y efectos de la pólvora, discute y afirma
la posibilidad del uso del vapor y de los aeróstatos, de microscopios y
telescopios, y algunas de estas invenciones se hicieron muchos siglos después.
Tiempos posteriores le han hecho más justicia a Bacon, reconociendo sus méritos
en el campo de la ciencia natural. John Dee, por ejemplo, quién dirigió (1582)
un calendario conmemorativo en la reforma a la Reina Elizabeth, hablando de
aquéllos que habían defendido este cambio, dice: "Ninguno ha hecho, ni con mejor
razón mejor y habilidad, más seriamente que lo aportado en este asunto por el
Cetro Británico, al nombrar a David Dee de Radik; más comúnmente conocido (se
trataba de un nombre alterado) como Roger Bacon: quien escribió ampliamente
profundos tratados y discursos para el Papa Clemente V (sic) aproximadamente en
el año de Nuestro Señor de 1267.
“Él escribió y envió grandes
volúmenes que exquisitamente compiló de todas las ciencias y singularidades,
filosóficas y matemáticas, todo ello podía estar disponible para Cristo y su
Iglesia Católica”. De enfatiza lo que se ha dicho de Bacon por parte de Paul de
Middleburg, en cuanto a utilizar gran parte del trabajo del clérigo inglés, en "Paulina
de recta Paschæ celebratione": "Su gran volumen es más que un medio de lo
que se ha escrito (aunque no reconoció) es tal el orden y el método generalmente
seguido que se hace especial, en tanto nuestro Roger Bacon se puso a trabajar en
la materia” (citado por Bridges, “Opus Majus”, I, p. xxxiv).
Se necesito mucho más tiempo, para reconocer los méritos de Bacon en el campo de
la teología y la fisolofía de las ciencias. Hoy en día es imposible hablar o
escribir sobre los métodos y curso de las conferencias en escuelas eclesiásticas
de la Edad Media, o en esfuerzos de revisión y corrección de la Biblia latina
hechos antes del Concilio de Trento, o en el estudio de idiomas Orientales
instado por algunos estudiosos antes del Concilio de Vienne, sin referirse a los
esfuerzos realizados por Bacon.
En nuestros días, de manera más
completa que en el Concilio de Trento, se toman medidas de conformidad con lo
requerido por Bacon, en el sentido de que la corrupción de los textos latinos de
la Santa Escritura, deben ser prevenidos por la autoridad papal. y que el método
más científico debe aplicarse a la restauración de la versión de Jerónimo,
respecto a la Vulgata. Mucho se puede lograr aplicando los principios de Bacon:
(1) la unidad de acción bajo autoridad; (2) consulta completa de los manuscritos
más antiguos; (3) el estudio de hebreo y griego como ayuda para despejar dudas
que se tengan aún en los escritos mejores de latín; (4) un conocimiento completo
de gramática latina y construcción; (5) el gran cuidado distinguiendo entre el
las lecturas de San Jerónimo y las de aquellos de versión más antigua version
(véase "Opus Tertium", XXV, Brewer, 93 sq.; Gasquet, "English
Biblical Criticism in the Thirteenth Century" in "The Dublin Review",
CXX, 1898, 15).
Sin embargo, aún persisten algunos prejuicios de hombres sabios respecto a la
ortodoxia de Bacon, y su actitud hacia la filosofía escolástica. Es verdad que
él no habla en términos aduladores de los escolásticos, e incluso de sus
líderes. Su estilo no es el estilo escolástico ordinario que procede por
inducciones y silogismos en la forma más estricta; él habla y escribe
fluídamente, claramente expresando sus pensamientos como un estudioso moderno
que su materia con poder en la escritura.
Ninguno que estudia sus trabajos
puede negar que Bacon no estuviera completamente especializado en filosofía
escolástica. Como otro escolástico, él manifiesta estima por Aristóteles,
mientras responsabiliza a las versiones latinas de los defectos de sus trabajos
y de sus perspectivas en filosofía natural. Bacon está familiarizado con los
temas que se discuten, y puede ser de interés notar que en muchos casos él está
de acuerdo con Persigue Scotus contra otros escolásticos, particularmente con
respecto a la materia y forma y demuestra que el “intellectus agens” no
se diferencia substancialmente del “intellectus possibilis” (“Opus
Majus”, II, V; “Opus Tertium”, XXIII).
Sería difícil de encontrar a cualquier otro estudioso que mostrara semejante
conocimiento profundo de los filósofos árabes, como Bacon lo hace. Aquí aparece
el objetivo de sus trabajos filosóficos, hacer que la filosofía cristiana sea
también del conocimiento de los filósofos árabes. Él sólo es enemigo de las
extravagancias del escolasticismo, las sutilezas y las riñas infructuosas, al
abandono de asuntos mucho más útiles y necesarios, y a la exaltación de la
filosofía encima de la teología.
Lejos de ser hostil hacia la verdadera filosofía, él la alaba. Ninguno podría
delinear más claramente y convincentemente que él, lo que ha de ser la relación
entre la teología y filosofía, qué tienen ellas y que servicios nos dan a cada
uno, como la verdadera filosofía es la mejor apología de la fe cristiana. (véase
especialmente "Opus Majus", II y VII; "Compend. studii philos.”).
Algunas veces, Bacon no es muy correcto en sus expresiones; pueden darse algunas
ideas que son peligrosas o se abren incluso a la sospecha (por ejemplo, su
convicción que una real influencia real en la mente y libertad humana, y sobre
el destino del hombre, es ejercida por los cuerpos celestes etc.). Pero no hay
ningún error real en materias de fe, y Bacon le pide repetidamente al lector no
confundir sus física con adivinación, su química con alquimia, su astronomía con
astrología; y ciertamente él sometió de muy buena gana, sus escritos al juicio
de la iglesia.
Es conmovedora la reverencia que el da a conocer por el Papa. También muestra
gran veneración por los Padres de la Iglesia; y aunque su crítica puede ser a
menudo violenta cuando culpa al más eminente de sus contemporáneos, él nunca
habla o escribe cualquier palabra de descuido de los Padres o Doctores antiguos
de la Iglesia, incluso sin estar aprobando sus opiniones; él los estimó
favorablemente y había adquirido tal conocimiento de las escrituras que no era
superado en este sentido por sus grandes rivales.
Bacon fue un estudioso fiel, de carácter abierto que francamente manifestó lo
que él pensó, quién no tuvo miedo de culpar en absoluto lo que él consideró
debía merecer censura; estudioso avanzado en siglos para su era. Su testamento
férrea voluntad venció las dificultades y le permitió que adquiriera un
conocimiento que hasta ahora supera el promedio de conocimiento científico a su
edad, de tal suerte que debe ser reconocido como uno de los académicos más
eminentes de todos los tiempos.
De la vasta bibliografía baconiana, podemos mencionar solamente los libros y artículos más importantes, en la medida en que hemos hecho uso de ellos. Además de los ya citados en el texto, merecen atención: BALÆUS, Script. illustr. maiorus Brytann. Catalogus (Basle, 1577); Anecdota Oxon. Index Britannicæ SS. quos . . . collegit Joan. Balæus, ed. POOLE AND BATESON (OXFORD, 1902----); WOOD, Hist. et antiq. Univers. Oxon., I (Oxford, 1674); IDEM, Athenæ Oxon. (London, 1721), new ed. by BLISS (4 vols., London, 1813-20); WHARTON, Anglia sacra (London, 1691); HODY, De Bibliorum text. original., versionibus græc. et latina Vulgata, III (Oxford, 1705); LELANDUS, Comment. de Scriptor. Brittanicis, ed. HALL (Oxford, 1709); OUDIN, Comment. de Script. Ecclesiæ antiq., I (Frankfort, 1722), II-III (Leipzig, 1722); WADDING-FONSECA, Annales Ord. Min., IV-V; WADDING, Scriptores O. M. (Rome, 1650, 1806, 1906); TANNER, Bibl. Britann.-Hibern. (London, 1748); SBARALEA, Supplement. ad SS. O. M. (Rome, 1806); BERGER, De l'hist. de la Vulgate en France (Paris, 1887); IDEM, Quam notitiam linguæ hebr. habuerunt christiani med. ævi (Paris, 1893); cf. the criticism of this book by SOURY in Bibl. de l'Ecole des Chartes, LIV (1893), 733-38; DENIFLE, Die Handschr. der Bibel-Corrector. des 13. Jahrh. in Archiv f. Lit.- u. Kirchengesch. des Mittelalters, IV, 263 sqq.; 471 sqq.; DÖRING, Die beiden Bacon in Archiv f. Gesch. d. Philos., XVII, (1904), 3 sqq.; FERET, Les emprisonnements de R. Bacon in Revue des quest. histor., L (1891), 119-42; IDEM, La faculté de théol. de Paris (4 vols., Paris, 1894-96); FLÜGEL, R. Bacons Stellung in d. Gesch. d. Philologie in Philos. Studien, XIX (1902), 164 sqq.; HEITZ, Essai histor. sur les rapports entre la philos. et la foi, de Bérenger de Tours à St. Thomas (Paris, 1909), 117 sqq.; HIRSCH, Early English Hebraists: R. Bacon and his Predecessors in The Jewish Quarterly Review (Oct., 1890), reprinted in IDEM, A Book of Essays (London, 1905), 1-72; Hist. de la France, XX (Paris, 1842), 227 sqq.; HOFFMANS, La synthèse doctrinale de R. B. in Archiv f.Gesch. d. Philos. (Berne, 1907); IDEM, L'intuition mystique de la science in Revue Néo-Scholastuque (1909), 370 sqq. (cf. 1906, 371 sqq.; 1908, 474 sqq.; 1909, 33 sqq.); JARRETT, A Thirteenth-Century Revision Committee of the Bible in Irish Theological Quarterly, IV (Maynooth, 1910), 56 sqq.; JOURDAIN, Discussion de quelques points de la biogr. de R. B. in Comptes rendus Acad. Inscr. et Belles-Lettres, I (1873), 309 sqq.; KREMBS, R. B.'s Optik in Natur u. Offenbarung (1900); LANGEN, R. Bacon in Histor. Zeitschr., LI (1883), 434-50; MARTIN, La Vulgate latine au XIIIe siècle d'après R. B. (Paris, 1888); Mon. Germ. Hist.: SS., XXVIII, 569 sqq.; NARBEY, Le moine R. B. et le mouvement scientifque au XIIIe siècle in Revue des quest. histor., XXXV (1894), 115 sqq.; PARROT, R. B., sa personne, son génie, etc. (Paris, 1894); PESCH, De inspiratione S. Scripturæ (Freiburg, 1906), 163 sq.; PICAVET, Les éditions de R. B. in Journal des Savants (1905), 362-69; IDEM, Deux directions de la théol. et de l'exégèse au XIIIe siècle. Thomas et Bacon in Revue de l'hist. des religions (1905), 172, or printed separately (Paris, 1905); POHL, Das Verhältnis der Philos. zur Theol. bei R. B. (Neustrelitz, 1893); SAISSET, R. B., sa vie et son oeuvre in Revue des deux mondes, XXXIV, (1861), 361-91; IDEM, Précurseurs et disciples de Descartes (Paris, 1862); SALEMBIER, Une page inédite de l'hist. de la Vulgate (Amiens, 1890); SCHNEIDER, R. B., eine Monographie als Beitrag zur Gesch der Philos. des 13. Jahr. aus den Quellen (Augsburg, 1873); SIEBERT, R. B., sein Leben u. seine Philos. (Marburg, 1861); STARHAHN, Das opus maius des R. B. nach seinem Inhalt u. seiner Bebeutung f. d. Wissenschaft betrachtet in Kirchl. Monatsschr., XII (1893), 276-86; STRUNZ, Gesch. der Naturwissenschaften im Mittelalter (Stuttgart, 1910), 93-99; UBALD, Franciscan England in the Past in Franciscan Annals, XXXIII (1908), 369-71; XXXIV, (1909), 11-14; VALDARNINI, Esperienza e ragionamento in R. B. (Rome, 1896); VERCELLONE, Dissertazioni accademiche di vario argumento (Rome, 1864); VOGL, Die Physik R. B.'s (Erlangen, 1906); WERNER, Kosmologie u. allgem. Naturlehre R. B.'s Psychol., Erkenntniss- u. Wissenschaftslehre des R. B. in Sitzungsber. der k. k. Akad. d. W., XCIII (Vienna), 467-576; XCIV, 489-612; WITHEFORD, Bacon as an Interpreter of Holy Scripture inExpositor (1897), 349-60; WULF, (DE), Hist. de la philos. médiévale (2nd ed., Louvain, 1905), 419-27.
THEOPHILUS WITZEL
Transcripción de Gerald Rossi
Traducción al castellano de Giovanni E. Reyes
Cortesía de ACIDIGITAL para la
BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL
http://www.enciclopediacatolica.com